ve grito de pa a nuestras autoridades | POR A. H. DUDO POR EL DOCTOR RAMÓN CLARES PÉÑRZ PRECIO, $ 2.00 —=— E Santiago de Chile IMPRENTA RADIO A San Diego 174 Mr — 6 i 1926 ¡EJEMPLO PARA CHILEI En Inglaterra, el Pres. de la Comisión Sanitaria de la Importante ciudad de LEICESTER, es el Sr. J. T. BIGGS, «Inge: niero Sanitario.» En Chile estamos todavía cOn la infantil ru» tina de dar a los «médicos-cirujanos», toda la dirección de un servicio, destinado a quitarles todos los clientes posibles a los señores médicos cirujanos!!; AM A | > EXTERMINIO? (Horrores de la Medicina Oficial.—Maravillas de los Nue- vos Métodos.- Necesidad imperiosa de modernizar nuestras cátedras.—¡Marchamos hacia la DESPOBLACIÓN!) por A. H. -a in a A E PRÓLOGO POR EL DOCTOR RAMON CLARES PEA E f SANTIAGO DE CHILE IMPRENTA «RADIO» SAN DIEGO 174 1926 = Ñ EXPLICACIÓN del sabio Russel Wallace, sobre cómo empezó a inie- resarse por este asunto (MY LIFE. Londres, 1908): «Yo fuí criado en la idea de que la vacuna era un proce- dimiento científico, y que Jenner era uno de los grandes bienhechores de la humanidad...Por los años de 1875-80 supe que había «antivacunistas» y leí algunos de sus escri- tos. No me hicieron gran impresión, pues me resisti a creer que tantos hombres eminentes, pudieran equivocarse en un asunto de tamaña importancia. Pero más tarde me encon- tré con Mr. William Tebb, quien me dió a conocer algunos de los más gravas aspectos estadísticos de la cuestión. Co- tejé estos datos cón su fuente original y también con el tes- timonio del Registrador General de Inglaterra sobre la re- ducción variólica antes de la época jenneriana y las extra- ordinarias inexactitudes de los vacunistas. Especialmente la obra «Vital Statistica» del Dr. Pearce, me convenció de que —cuando menos—los pretendidos triunfos de la vacuna habían sido enormemente exagerados, si no totalmente fa- laces. También Jescubrí por primera vez que la vacuna produce enfermedades, a veces mortales y con gran sor- presa supe que aun Heriberto Spencer había señalado que la Vacunación Obligatoria produjo en Inglaterra un au- mento del flagelo. En seguida empecé estudiando directa- mente las Estadísticas Oficiales y comparando la reducción variólica con la reducción análoga de las demás enferme- dades contagiosas—hecho que desacredita eficazmente, la imaginada influencia de la vacuna»... “Termina este coloso de la ciencia moderna, haciendo ver nevp última Real Comisión sobre Vacuna—que condenó por iManimidad la Ley Obligatoria—habría ido aun mucho más lejos, si no hubiera sido dominada por sus miembros médicos, ávidos de defender su «ciencia» y cuyos comenta- rios absurdos, eran adoptados por los demás, sin examen de los terribles hechos presentados. Con todo, dos de los miembros, el Dr, Collins y Mr. Picton, presentaron un Jn- forme de Minoria, demostrando la absoluta futileza y los funestos estragos de la llamada «profilaxia»). DIRI I Pi PROLOGO POR EL DOCTOR RAMON CLARES P. Mi estimado señor Helsby, he leido, con verdadero interés la colección de articulos antivacunistas, que Ud. se ha servido enviarme, para que le dé mi opinión sobre ellos. y Descartando la “médico-fobia” que hace tipicos sus trabajos y que los desmerece, admiro en sus lineas el di- namismo apostólico que los alienta; su honrada intención que les da rumbo hacia el mejoramiento social; y, sobre todo el rico conjunto de datos documentales. Esto últi- e e mo es, ¿taso, lo principal. En ciencia, se necesitan he- chos y números, y Ud. aduce, en sus escritos, un verda- dero derroche de factores y citas probatorias de su tesis. No voy a entrar en consideraciones específicas res- pecto al tema. Estoy en esencia, de acuerdo con Ud. y con todos los naturistas y, acaso, con una gran mayo- ría de mis colegas y cofrades de Universidad, cuando éstos piensan reposadamente y a solas, consigo mismos. Pero veo que Ud, incurre—lo que no es grave, puesto que no es de; oficio—en el mismo pecado que la escuela médica al uso. No contempla el problema sino en sus efec- tos, en uno de sus efectos, que es la vacuna. Esta, como toda la medicina, no es causa, sino efecto de un errado concepto causal en cuanto a la salud, en cuanto a la en- fermedad, y en cuanto a la ética de nuestra ciencia. Ade- más juegan papel principalisimo en la desorientación del criterio médico, o la ignorancia más absoluta, o la más errada forma de interpretar las dos leyes fundamentales de la vida: la del esfuerzo y la de la selección. La Medicina—me refiero a la alopática—ha ido siem- pre con la civilización, es su consecuencia directa, su más fiel reflejo. En el fondo, la civilización—muy mal enten- > ~ dida y aprovechada, por cierto—ha ido suprimiendo el-es- iuerzo, ha ido allanándonos los caminos, llevándonos por ellos en forma casi totalmente pasiva, lo que ha acarreado. la pérdida progresiva de nuestras capacidades dinamicas normales, o su derivación hacia otras direcciones de nues- * tro desarrollo deseguilibrándonos y poniéndonos, por lo tanto, en precarias situaciones de estabilidad y propias de- fensas. D l Como todos los esfuerzos de la civilización (occiden- tal) se han proyectado hacia afuera, hacia la conquista de- la materia; la medicina no se ha parado a contemplar sino los fenómenos, sin “filosofar” sobre la esencia de los mismos. Su misión, no ha sido reencauzar al hombre por —— tas vías de la Naturaleza, sino hacerle compatible la vida con las circunstancias anormales en que le ha colocado su error consciente o inconsciente. Asi, haciendo un pa- pel misericordioso y dañino a la vez, se ha hecho cómpli- ce de la desgracia humana y sobre todo de su dege- mneración. La prueba evidente de este aserto. es el dato bien sugestivo (y muy doloroso de confesar para un mé- dico) que dice que las enfermedades aumentan en forma matemáticamente paralela con los progresos (7) de la medicina, | La ciencia médica, ha estado bien lejos de conquis- arse a la Naturaleza, ya que dicha conquista consistiría en unificarse con sus leyes; hacerlas eje de nuestra con- ciencia (lo que nos diferenciaria del hombre salvaje), lo que vigorizaria nuestras capacidades latentes de lucha y por lo tanto de crecimiento. En realidad, considerando la civilización en su manifestación global, el hombre se ha empequeñecido ante su propia obra, porque la ha vuelto en su contra; invirtiéndose los valores, ha pasado el hom- bre a ser una consecuencia de sus propias lucubraciones, lo que es un absurdo con apariencias de lógica. De acuerdo con la observación de los fenómenos na- turales, y después de Pasteur, los procedimientos de la te- rapia alópata, se han reducido a los sueros y vacunas, ha- biendo tomado últimamente gran auge también, la cura- ción endocriniana, que es la que tiene mayores aparien- cias de terapia racional, f | Mo 22 ms. AAA a É y” == IA A AAA | Gracias a los sueros y vacunas, se entregan al orga- nismo humano los'elementos de defensa—que él puede y => debe prepara: en forma autógena—confeccionados a tra- vés de experiencias de laboratorio y de sacrificios de la vida de otras especies. Se priva así al hombre de una oportunidad de crecimiento; se le priva de “un conflicto que habría de llevarle a una nueva adquisición defensora, haciendo crecer y enriqueciendo sus propios arsenales. Los sueros y vacunas, dentro de nuestro cuerpo, hacen el incierto papel de huestes mercenarias, de cuya honradez dle procedimiento nadie puede responder, como no sea una vigorosa capacidad defensiva orgánica capaz de luchar contra remedio y enfermedad. Paso por alto los fraca- sos parciales y totales de la suero y vacunoterapia, que van desde la simple complicación a la muerte, y no quiero considerar tampoco el principio evidente de que con la = destrucción de vidas no puede propiciarse la vida huma- ma, porque de ello se reiría la sapiencia materialista y “an- tisentimental”... Pero, hay que decirlo bien claro. “hay que gritarlo”, como dice uno de mis más venerados maes- tros, las estadísticas prueban, hasta la evidencia, que los sueros y vacunas—como toda medicación no-matural, por to demás—no haten otra cosa que virar la afinación ner- - viosa de las defensas, transformando la enfermedad aguda, que es el proceso normal de reacción curativa, en enfer- medad crónica, que es el embotamiento, hasta la incapa- cidad, en el sentido de la lucha. Cartón, Guimbail y otros sabios, todos médicos facultativos, no sólo afirman lo an- teriormente dicho, sino que han llegado a establecer las degeneraciones y enfermedades correspondientes al uso de los diversos sueros y vacunas. Le recuerdo, a guisa de importante dato, que Cartón dice que el cáncer prima allí donde impera la vacuna antivariólica; y que el uso de ciertos sueros, sobre todo en los niños, concuerda con de-/ 9 “generaciones psiconeuróticas de todo orden. a AA Rel > Es cierto que las epidemias son un azote dentro de las colectividades; pero este mismo carácter de violencia, debe darnos a sospechar, siquiera que cumplen nna ley natural, hasta hoy muy lejos del dominio del hombre: la dey _de selección. En cambio, la evasiva al cumplimiento ? E e: AA f ttet ERS A OAE ñ = as A Ed a pi — ` E ¿e A “Ha H Digita; TA A tica dt Ebed A AN Í E de las leyes normales, nuestra incapacidad para salir vic- toriosos de las pruebas, como no sea ficticiamente, con le ayuda agiotista de procedimientos cómplices y propi- ciadores de muestras deficiencias, son la causa de la de- generación de la raza—de que tanto nos dolemos—y han transformado la humanidad en una lamentable masa de enfermos crónicos: de desequilibrados de toda especie, deficientes en absoluto para la lucha por la vida; y, lo que es peor, tan fuera de naturaleza, que su reincorpora- ción a su seno necesita, hoy por hoy, tanta pericia clí- nica como la aplicación de cualesquiera de los tóxicos más intensos.... De seguro que se objetará que, partiendo de estos principios, deberían propiciarse las enfermedades agudas y las epidemias. Bien lejos de eso, lo que hay que evitar, es la necesidad de enfermarse; y de enfermarse hay. que estar en condiciones tales, que las reacciones de la defen- sa estén en relación armónica con las capacidades de re- sistencia vital. Esto no lo consigue la terapia alópata, sino la natural, la que maneja los mismos procedimientos que la Naturaleza (Natura medicatrix); la que no se re- duce al sintoma grosero y material, sino que ahonda en las causas, atendiendo simultaneamente psiquis y materia. Pero, me preguntará Ud., ¿cómo es que los médicos no ven estos errores fundamentales de la ciencia a que se dedican? Voy a decirselo con toda la crudeza de la hon- radez. Primero, porque la educación médica es absoluta- mente unilateral; se nos prepara “doctrinariamente” den- tro de una “escuela”. Dentro del plan de estudios que he- mos seguido, no han contado para nada, cátedras tan in- teresantes como serían las de fisiatria, ética médica, biolo- gia e historia de la medicina; porque no se nos ha enseña- do que le alopatia está bien lejos de poseer el monopolio de las verdades científicas; ni mucho menos, se nos ha despertado el afán de investigar, de ver y de comparar nuestras doctrinas con las que rigen otras escuelas. Todo esto, nos ha llevado al dogmatismo cientifico (la peor rémora de toda progresión amplia y liberal), lo que signi- fica imposibilidad de ver lo que no traiga sello oficial; y lo que es todavía mucho peor, la negación “a priori” de rio todo principio, hecho o razón cientifica O empírica, que venga a contradecir lo que se da como verdad fina: y de- finitiva, según nuestras teorias. Lo curioso es que este es- tado de cosas; estas caracteristicas de la psicologia médi- ca, se vienen repitiendo y manteniendo, a pesar de dedi- carnos a una ciencia, cuyos conceptos varían día a día, de tal manera que hemos de repeler hoy, lo que ayer acep- tábamos como lo mejor. No se explica cómo es que cabe en criterio médico alguno, no sólo dogmatizarse, sino le- gislar sobre SALUD, a base de principios dogmáticamente aceptados, a pesar de que la observación liberal y ex- cátedra los demuestran, hasta la evidencia, como falsos y dañosos. Tal pasa, sobre todo cuando la “escuela médica” está ligada al Estado, es su organismo oficial y por lo tanto, está premunida de poderes para actuar (sin con- trol posible, puesto que al médico nadie puede controlar sino el médico) en el sentido que crea más conveniente para la salud pública. Eso estaría muy bien y sería de la más estricta justicia y razón, si en vez de "escuela me- dica”, hubiera “universidad médica”, que entregara al ser-] vicio del estado, médicos de todas las doctrinas, dejando al público amplia libertad de acudir a la doctrina que más se acomodara a sus tendencias. La segunda causa de la persistencia del error y el dog- matismo médico, es la supina ignorancia del público en cuanto a salud, ignorancia que tiene también su raiz en el reinado, sin contrapeso, de una sola “escuela” médica. Así es que el público, lejos de defenderse, de raciocinar, se somete en forma absoluta al “magister dixes”, Así es como se ha dado origen a la alopatomania que es causa, a su vez, de que cada día se centupliquen las in- dustrias productoras de drogas, que motivan la cronicidad patológica de las gentes, Tal es también la razón, de que la cirugía haya degenerado en una verdadera manía mu- tivatoria, y que el cirujano, en vez de fundar sus éxitos cientificos—como debiera ser— en evitar operaciones quiera resolverlo todo con el escalpelo, olvidando que si la ignorancia en que estamos respecto al papel que de- sempeñan algunos órganos en nuestro cuerpo, los hace aparecer como inútiles, se debe pensar “humildemente” f ral Puan ho f 8 x t > A “E 5 e F rut í 3 ] a A ' z A Pi y 4 LAR e ja E. e q o que no hay una célula que no tenga un papel que cum- plir dentro de la economía. | | z JE Como Ud. ve, nuestra ciencia vive del temor a la en- termedad, y con la más sana intención, mantiene este A temor, porque los médicos ignoran absolutamente los principios de la dinámica psicológica, o no le dan el valor primordial que tiene. Es imposible llegar a infundir amor a la salud, valiéndose del miedo a la enfermadad. Hay que enseñar a amar la salud, por ella misma, dandole a la enfermedad el verdadero papel que tiene: enseñarnos a mantener la salud, mostrándonos que hemos faltado a la ley. Mientras la Higiene se reduzca a hacerse cómplice de nuestras viciaciones, entregándonos hechos los trabajos pa- rara los cuales “debemos” estar capacitados; mientras haga sólo labor externa, sin tomar para nada en cuenta la éti- ca médica, que se puede reducir toda ella, en aquello de que “para siete vicios hay siete virtudes que oponerles”; mientras crea propender a la mejoría de la raza con cri- “terio de ganadero; mientras no se convenza que contra los resultados de la lujuria y las depravaciones sexuales, no están ni el salvarsán, ni el mercurio y otros potinges, que no son sino remiendos cientificos (?); sino la moral, la educación sexual sabia y fuertemente difundida; la éti- ca que nos haga sentir el orgullo de sabernos capaces de dominar nuestros apetitos bestiales, elevando las fun- _ ciones del sexo a la altísima categoría que les correspon- de dentro de la vida; mientras no se nos enseñe que la salud no es un fin, sino un medio—"“el único"”—de alcan- zar elevación espiritual; mientras la higiene no sea bio- lógica y filosófica, no pasará de ser un fantasma sin mé- dula y sin acción efectiva ninguna, aunque cuente en str apoyo con leyss draconianas; con la fuerza pública y otros medios opereiescos, con los cuales no se puede encauzar ía vida por jos canales de la salud. E Por último, mi estimado señor Helsby, seria necesario que la “universidad médica”, entregara al servicio del pú- f blico mucho mayor número de “médicos para enfermos” f que de “médicos para clientes”.... Ello sería misión de la cátedra de ética profesional, y (EF a l we 7 ts s > pi =9Q-— Detrás de todos estos errores fundamentales que he venido enunciando al azar, y sólo cogiendo los más grue- sos, hay una causa que considero la matriz del mal: el materialismo burdo v palurdo que no considera al hom- bre sino una máquina de producir bilis, saliva o inteligen- cia. Partiendo de base tan falsa, mal se puede hacer es- tudios que nos dén sentido de la unidad, ni mucno me- mos podemos formarnos idea de la primacia de lo sutil sobre lo denso; del espiritu sobre la materia, que en esen- - 48 ae EARNE ES N ¡ z La obra de Ud. es muy laudable, como le dije al principio. Me permitiría decirle, solamente que el trato con estas materias, necesita además de celo apostólico, cier- ta malicia, que en esencia es la base del éxito de estas pro- pagandas, Creo haber sido con Ud. sobradamente explicito y franco. Sabe Ud. que soy uno de los más decididos par- tidarios de la naturopatia, como que le debo la vida y mis más grandes triunfos profesionales. Sabrá, pues, apreciar con justeza la opinión de quien conoce la medalla por sus dos caras, y que al opinar sobre la doctrina, no ha resta- do ni un adarme de respeto a sus maestros y colegas uni-. wversitarios; y reconoce y admira las sanas intenciones sean cuales fueren los campos en que actúan. 7 Puede Ud. hacer de esta carta el uso que le convenga. Lo dejo a su entera libertad. Saludos afectuosos. Dr RAMÓN CLARES P. Valparaiso, Mayo de 1926. Señor don Alfredo Helsby.—Santiago. AGRADECIMIENTOS Y ACLARACION —r AAA Después de 30 largos años de lucha, encuentro dentro de las filas de los señores diplomados, a uno que me acom- pañe—asi, abierta y valientemente,—en mi brega desigual contra las abusivas imposiciones de una “ciencia” que na- da tiene de matemático ni de infalible y por tanto, es la que menos derecho tiene de imponer creencias ni creencias. (*) Patrocinados ya en esta forma, mis abundantes datos “contra todo lo que sea virus o veneno (no sólo contra la vacuna, como ha creído el amigo) cábeme creer que al fin el público—principiando por nuestros señores legisladores —se dignará ocuparse de las serias documentaciones que presento, pues hasta hoy sólo se veía al profano intruso, que se lanzaba a desvariar sobre materias fuera de su in- cumbencia y no al simple portavoz o traductor de autori- zedisimas opiniones, que acá nuestros médicos-politicos ca- Daban obstinadamente, hablando—con la inexactitud que: distingue al partidarista abanderizado—de una “unanimidad cientifica", muy lejos de ser un hecho en la realidad. De aquí mi inmenso agradecimiento al buen amigo de Ja verdad, quien rompe asi con las sagradas prescripciones de la “solidaridad profesional”, (la llamada “ética” de la agrupación, en su corriente uso) y define noblemente la ética verdadera del médico, cual es—como bien dice el se- nor Clares—la de interesarse más por el enfermo que por el cliente. Pero ¿qué quiere Ud?.., ¿Acaso son los profesiona- les de la medicina, los únicos que necesitan vivir de sus clientes? Dentro de la actual constitución mercantil de la (*) Como se sabe, el doctor Clares—sanado de una do- lencia “incurable” por simples medios naturales, se diri- gió entusiasmado a Estados Unidos a perfeccionarse en to- - do lo más moderno y hace ya un par de años a que se halla establecido en el vecino puerto, donde realiza verda- deros triunfos en la curación de toda clase de náufragos de la vida—víctimas de las terribles aberraciones de la me- d:cina vulgar. — 13 — Sociedad, ¿sería posible encontrar, en cualquier agrupa- ción humana, una mayoría de hombres que se afanen más por hacer el bien a los extraños, que por alimentar y ves: lir a los suyos? No culpemos, pues a nadie; pero, —esto si—vigilemos siempre, porque nuestras leyes no sean he- chas—como hasta hoy—para favorecer a determinados grupos, sino para asegurar Ja mayor suma de bienestar a todas las clases sociales. MPA Tal ha sido siempre mi anhelo, en mis luchas sociolo- gicas como higiénicas, en Chile y en otras partes; y me atrevo a creer, que si el señor Clares se digna volver a leer, en la forma ya más completa, la tesis que sostengo en las páginas que siguen, se convencerá de que su diagnóstico de “médicofobia”, no ha sido, en realidad de verdad, justi- ficada! ¡Vivan los médicos! digo yo. (Pero... en forma en que también podamos seguir viviendo los demás!...) En cuanto al mal uso que solemos hacer de las dcon- quistas de nuestra civilización, esto es indudable. Cuando durante la gran guerra, los beligerantes empezaron a verse escasos de viveres, se notó con sorpresa que la salud de esas poblaciones—reducidas casi “a régimen de hambre" — en vez de empeorar, mejoró notablemente. Y sólo empezó a decaer, cuando la reducción se hacia extrema, y ios ali- mentos degeneraban er calidad. Los pueblos modernos, sufren, crónicamente, del mal de la super-alimentación. También es indudable que el enorme progreso rea- lizado en los medios de locomoción, ha hecho daños in- mensos en la salubridad pública, por su abuso hasta per- der casi la costumbre de andar por los propios pies. Por eso los naturistas, tratamos de olvidar en lo posible estas fa- ciiidades de transporte, mientras no haya verdadera nece- sidad de recurrir a ellos, í Es que el hombre moderno, aún no ha aprendido a vivir en sus nuevas condiciones, para saber aprovecharse de los immensos beneficios que le brinda la civilización, sin envi- carse con ellos y asi tornarlos en perjuicios. ¡Paciencia!... A través de nuestros errores, iremos RÁ escarmentando. Como se dice por ahí: “Echando a perder se aprende!” Por lo demás, estoy muy de acuerdo en que no se debe “dar patente de curandero a cualquiera que se diga hace- dor de un milagro”. Lo que yo entiendo por “libre ejercicio del arte de curar”, es otra cosa: Estudie quien quiera, el sistema de curación que le plazca y otórguese—previo exa- men—el título o certificado correspondiente. Pero, si fue- ra de las escuelas conocidas, surge algún otro sistema, o alguna persona excepcionalmente dotada, y que de- muestre con hechos prácticos los beneficios de su actuación, no hay derecho de prohibir esa actuación a pretexto de que ella no se halla encuadrada dentro de los procedimien- tos ya reconocidos. Naturalmente, a nadie se le debe permitir sin estudio el ejercicio de la actual medicina universitaria, con sus pe- ligrosos venenos e inyecciones, pues si esos procedimien- tos, aún en manos de quienes los han estudiado, hacen inmensamente mayores daños que beneficios ¿cómo sería en manos inexpertas? En cambio, los simples med:os na- ivrales o “caseros”, que toda raza ha empleado con prove- cho desde los tiempos primitivos, sin más estudio que la tradición y la observación personal, no es justo cohibirlos, mientras no se compruebe ahí algún daño. Tal cohibición, implicaria la persistencia del abuso de- vunciado por el propio señor Clares, de la tal Medicina del Estado—aberración manifiesta, ya que el Estado no es en- tidad infalible en creencias para venir a imponer al ciuda- dano tal o cuál escuela científica, filosófica ni religiosa. sino cue está precisamente para dar iguales garantías a todas, sin distinciones ni miramientos. Y finalmente, si de “titulo” se trata, búsquelo quien quiera en la forma que le plazca; pero el mejor título es + será siempre, la obra realizada. La ciencia, jamás ha po- dido dar norma más sabia ni más cuerda, que la que dió el Nazareno, al decir: “Por sus frutos los conoceréis”. A. H ¿SALVACIÓN O EXTERMINIO? — e — ——— - UN GRITO DE ALARMA A NUESTRAS AUTORIDADES En El Mercurio de Valparaiso, a fines de Febrero ppdo., publica el Dr. Vega Andrade un articulo aterra- dor, sobre el espantoso aumento de las enfermedades y de las defunciones en Chile. Hace notar que el exámen medico de los conscriptos navales, dió un 43 % de enfer- mos inhábiles para el servicio y pudo haber agregado, que en los últimos 4 años, las defunciones han superado a los nacimientos, de modo que—como decía un diario de esta cupital—marchamos hacia la desploblación. (Y los aliena- dos, ya no hay donde ponerlos!) Esta situación verdaderamente desesperante. llama el señor doctor “el agotamiento de la raza”, pero más bien la llamo yo, el gradual exterminio de la población, por el terrible atraso de nuestras prácticas “sanitarias”. las que en algunos sentidos, han llegado hasta constituir un ver- dadero atentado a la vida de los habitantes. Un ejemplo: el tratamiento de los variolosos. El Dr. Senén Palacios, médico interno de una infi- nidad de lazaretos desde más de 40 años, me ha decla- rado que en dichos establecimientos muere el 60 y tanto por ciento de los variolosos, “por absoluta falta de el!s- mentos” para el tratamiento hidroterápico, que es el que se impone para esa enfermedad y que en las grandes na- ciones, sana a la casi totalidad de los variolosos. Aun los simples “remedios caseros” empleados por nuestra pue- l¡o—sudorificos, purgantes para “abortar” la enfermedad etc.—salvan a la inmensa mayoría de los variolosos y pregunto yó: ¿con qué derecho nuestras leyes arrancan del seno de los suyos a aquellos desgraciados, para exter- minarlos en esa forma en vez de modernizar primero aque- “ce verdaderos MATADEROS? En Ingaterra ha habido epidemias vaviólicas tecien- tes sin una sola defunción. EA El doctor Palacios, “a los que podía”, les hacía pasar diariamente una esponja mojada por todo el cuerpo. y con este sencillo método, sanaron todos. El tratamiento hidroterápico, fué practicado con éxi- tu notable por el doctor Huebner, del ejército alemán, en la epidemia del 71. Mi padre, Tomás Colón Helsby—sin ser médico—lo empleó al año siguiente en Santiago, en un lazareto del que tuvo cargo, por influencia del doctor Root, Ministro de Estados Unidos, y com el mismo espléndido resultado, pues salvó a la casi totalidad de esos variolo- SOS. Pero es que mi padre, no siendo universitario, podía proceder así, basado en las noticias de las revistas alema- nas, sin trabas de ninguna especie. ¡En cambio, los señores titulados—salvo contadísimas excepciones, como el doctor Palacios—considerarian tal innovación, tal vez como “un procedimiento irregular”... Ello es que,—por absoluta ig- norancia o indiferencia de quienes debieran evitarlo—sigue adelante la matanza de dos variolosos en cada tres-—como quien dice por orden superior—sin haber quien los de- fenda. (a) La viruela—tratada con mediano cuidado—es una de las enfermedades más benignas que se conocen. En Chuqufcamata hubo dos epidemias de más de cien casos—sin vacuna. En la primera sanaron todos con la sola excepción de una mujer de mala vida. En la segunda murieron todos con la sola excepción de tres que libra- ron! (En la segunda epidemia hubo desorganización. Los enfermeros venían al pueblo a remoler, dejando a los en- Termos, que se morían de sed). (Dato suministrado por mi antiguo amigo, don. Fran- cisco Jorquera R., quien presenció ambas epidemias). O. E KO eee (a) Una de las inmensas ventajas que ofrece el tratamien- ta hidroterápico,es que—si se inicia a los primeros dias— jamás llega la enfermedad a su erado de contagiosidad. De este modo aquella eterna pesadilla del contagio, con todas sus trágicas consecuencias, se disipa cual las tinieblas de a noche ante el fulgor de los rayores solares! Será una gran cosa para Chile, el día en que nuestros señores médicos contemplen los problemas sanitarios con mayor patriotismo y amplitud de miras, y en que nuestros señores gobernantes, se den cuenta cabal de sus atribu- ciones y de sus deberes. ; Hace ya medio siglo a que don Pedro Montt pedia, cu la Cámara de Diputados, que se estableciera en nuestra Universidad una cátedra de homeopatia. ¿Por qué no se hizo? ¡Ah, esos Intereses Creados... Esas influencias poli- ticas!... | Cada vez que, tras verdaderas agonias sufridas en ma- nos de los señores titulados, hallamos por fin algún po- bre “curandero” o humilde “alimador”, quien nos saca pronto del abismo en forma ignorada o callada por ellos, ¿qué es lo que pasa? Pues, estos caballeros, olvidando quié- nes han cobrado el espectable honorario y quiénes han rea- lizado la obra, no piensan en revisar sus defectuosos y costosos tratamientos en bien de todos, sino que se lan- zan a invocar nuestras injustas leyes contra esos infelices Lenefactores, por el solo y único delito de no pertenecer a la escuela que ellos han declarado ser la única verda- dera! : Cuando hace poco años, el doctor Westenhoeffer de- ciaró, como resultado de sus autopsias en la Universidad, que el £o por ciento de los diagnósticos practicados por nuestros médicos eran eavivocados (¡razón por demás pa- ra que esos infelices “pacientes” perecieran!) ¿Oué se hi- zo para remediar esa verdadera matanza de los inocentes enfermos? Pues, ¡nada! Se hizo salir del país a ese sabio indiscreto, porque, si el homicidio científico practicado en la persona de los ciudadanos, es cosa muy tolerable, según estos caballeros, en cambio, no es tulerable el que un co- lega se lance asi no mas a hacer revelaciones inconvenien- tes.para los intereses de Ja profesión! | Con esta eterna táctica del propio proteccionismo, se- cundada siempre por la fácil complacencia de nuestras au- oridades, se Dan asegurado estos caballeros una situación en ninguna parte del ado Par o a : -~ Fero, ¿que ha cosechado con — 18 — ello la madre patria? Pues, ahí lo tenemos: aumento cons- tante del número de los enfermos inhábiles y aumento pa- voroso en el de las defunciones anuales, hasta "hacer pe- ligrar aún el porvenir mismo de la nación!” No digo que en Chile, sean los señores titulados mas absorbentes que en otras naciones. En casi todas partes la autoridad—sugestionada por la altisonante terminología con que suelen revestir sus más fatales aberraciones— también les ha solido otorgar privilegios y poderes Imjusti- ficados, cosechando también amargos frutos. Pero en las grandes naciones ha habido siempre una resistencia más consciente y, además, mayor orden y res- peto. Por ejemplo, en la aplicación de la vacuna obligato- ria: en Inglaterra la ley la impone una sola vez en la vida y sujeta a examen médico, todavia- dejando sin pinchar al niño, cuyo padre lo exima a tiempo o pague unos cuan- tos chelines. Pero el señor Corvalán Melgarejo, (quien no sabía las imperiosas exclusiones que la patología impo- ne para los tuberculosos, los sifiliticos y otros que abundan en Chile) la impuso tres veces, “a todo habitante de la Re- pública” y ¡a bayonetazos! como se hizo con los indefen- sos transeuntes de las calles públicas de nuestra culta ca- pital, en forma salvaje, que creo no ha tenido precedente en toda la vergonzosa historia de esta macabra imposición pseudo-sanitaria, de la enfermedad forzosa a los sanos reacios. Además, si esa ley de 1918, ordenaba la vacuna- ción en períodos de diez años hasta enterar el total de tres veces, se hizo costumbre entre los vacunadores públicos, imponerla, sin diagnóstico, en las escuelas y en otras par- tes, cada pocos meses, con una audacia y un juvenil entu- siasmo, dignos de mejor causa! ¿Cuánto inocente peque- nuelo no habrá pagado con su vida este descabellado atro- pello a la ley y a los sagrados derechos de los padres? Y vaya usted a reclamar.... a San Pedro!.... Otra detalle elocuente: La ley inglesa,— Articulo 1.0. inciso 4 y 5, —prohibe terminantemente que se vacune al viño, si la casa que habita no reune cendiciones rigurosa- mente sanitarias. ¿Qué diría esa ley de la vacunación a destajo, impuesta a grandes y pequeños, dentro de nues- tros inmui os conventillas ? MO No; la salvación de nuestra espléndida raza—que no está “agotada”, ni cosa que se le parezca-—se hará fácil- mente, pero no dando poderes aún más autocráticos—como pide el doctor Vega Andrade—a la exclusivista escuela, cuvos lamentables fracasos hoy nos agobian casi al punto de dejarnos in artículo mortis, sino haciendo todo lo con- trario. Hay que abandonar, desde luego, ese absurdo ideal vurofesional de “La enfermedad para todos”, que en los circulos verdaderamente independientes de la ciencia mun- dial, va cediendo rápidamente el paso al ideal humano de “La salud para todos!” Es sencillamente ridiculo aquello de suponer que el individuo sano constituya un peligro para la colectividad y que, por consiguiente. hay que enfermarlo artificialmente, imfectándolo con el inmundo virus (veneno) de la vacuna, como quien dice: Si este ciudadano no se enferma “ni a ca- ñón”, que sea siquiera a lancetazos!” Ensánchese, además, el horizonte de la medicina cura- tiva, abriendo cátedras de Homeopatia, de Naturismo, de Mentalismo, de Medicina Oriental; venga la libertad de profesiones, como ya existe en la culta Alemania v otras naciones; conságrese el principio inviolable de la libertad higiénica del individuo, derecho minimo que puede recla- mar cualquier ser pensante, cual es el de buscar libremente la salud y la vida en el tratamiento médico que le inspire riayor confiarza! En todas partes en que se haya conseguido, siquiera en parte, estos justos anhelos de todo ciudadano, que realmente, se respete, los resultados han sido ópimos, tan ópimos, como hoy se manifiesta desastroso el resultado de la eterna POLITICA sanitaria de nuestros confiados e ¡rreflexivos gobernantes, Posiblemente los señores médicos cirujanos de Chile, han tenido a pecho, más que los de otras naciones, el bie- nestar de los habitantes, y en prueba de ello, está el he- cho de no admitir que cualquier colega extranjero, venga. a ejercer la medicina así no más entre nosotros. sin rendir nuevo examen ante nuestra Facultad de Medicina, para mayor seguridad y garantía de que la salud y la vida de sus connacionales no corra riesgo en manos de médicos in- competentes. Con este patriótico fin, no se fian de la su- ficiencia ni de los más altos títulos otorgados por las Uni- versidades de Europa y América—con la sola y única ex- cepción del Ecuador... | E ¿No sería más justo tener franco cange de títulos, tam- bién con las demás naciones civilizadas? ¿Estiman acaso nuestros señores facultativos, que—fuera de Chile—no existe sino una nación verdaderamente científica en el mundo ? El clásico ideal de la Democracia—“La mayor feli- cidad del mayor número”—es el que debe siempre inspirar los actos gubernativos, para no caer en disposiciones que favorezcan a determinados intereses, con desmedro del bien colectivo. Y. si este principio, es necesario tenerlo siempre en vista, - tratándose de los intereses particulares en general, es aun más imperiosamente necesario no olvidarlo, tratandose de los intereses de la medicina. Porque si muchas otras profesiones u oficios, prosperan y florecen en la misma medida en que prospera el bienestar colectivo, en cambio, la profesión médica, prospera más en presencia de enfer- medades y de epidemias, es decir, en presencia de condi- ciones destructivas y angustiosas para las poblaciones. Si el servicio de Hospitales—donde los enfermos van a medicinarse—es lógico que esté a cargo de médicos, en cambio el servicio de Sanidad, debe estar a cargo de Ingenieros Sanitarios. Y para Ministro de Higiene, podría lógicamente nom- brarse a cualquiera otra persona, menos a un represen- tante de una agrupación para la cual la perfecta higiene sería la ruina. Y lo digo sin ofensa para el señor Ministro ni para nadie. Es una simple cuestión de buen sentido. Si se tratara de impedir la internación al pais de tal o cual producto extranjero ¿quién pensaría en nombrar, pa- ra decretar las medidas del caso, a algún señor agente de una firma importadora de ese mismo articulo? Si se dic- tara la ley seca y se encargara de su aplicación a aleún o a UASA CEA EP a N NEERI fm — 21 — socio de una fábrica de licores ¿cuál sería A a: Sı para resolver la mejor manera de efectuar ac aren de mercaderias en el puerto de Valparaiso, no se consuitara , a los comerciantes sino únicamente a los lancheros ¿que resultaria? Y la analogía es perfecta. Los lancheros AT drian alegar, que “ellos son quienes mejor cn de recursos de su procedimiento” y que “el es el que ha ha r:iinado hasta hoy”. Precisamente lo que pueden alegar tos universitarios, y nada mas! Por eso el llamado servicio sanitario—en manos de la escuela médica única que se ha reconocido en Chile= está totalmente de parte de esa escuela única y por lo: tanto, implacablemente en contra de las demas escuelas y de todo ciudadano que quiera optar libremente por alguna de ellas. | j No asi comprenden hoy las cosas en Inglaterra. Alla el Ministro de Salubridad es un simple “Mister”, es decir, un simple ciudadano, representante genuino de los inte- reses de la población en general deseosa ante todo de conservar su salud y no de aquel grupo de profesionales para quienes la realización de ese ideal seria la mayor de las desgracias. Por eso en Inglaterra, la autoridad sanitaria empieza va, a preocuparse de los derechos de los ciudadanos y no únicamente de los intereses de los doctores. He aquí algunos comentarios del TIMES de Londres (11 de Febrero ppdo.) sobre unas declaraciones de ese alto funcionario, hechas en el Parlamento: “El discurso de Mr. Neville Chamberlain, (dice) ha ve- nido a iluminar el debate sobre el ejercicio de la medicina por personas no tituladas. Como señaló claramente ese caballero, es el público en última instancia quien debe decidir sobre si necesita o nó, ser “protegido” contra cual- quier grupo de personas que pretenda curar sus enferme- dades... No queremos, decía, que se nos prive de la liber- tad de poder aprovecharnos de las aptitudes de cualquier individuo, sea éste titulado o nó. Y su argumento se ba- saba, evidentemente, en el hecho reconocido de que los conocimientos de la medicina, han sido de tiempo en tiem- po enriquecidos por descubrimientos nacidos de fuentes ajenas a la profesión... Todo profesional tiene la ten- dencia de mirar con suspicacia, cualquier opinión o méto- do que' no armonice con las ideas de sus maestros. La opinión pública es en cambio severamente práctica: sus juicios se basan sobre los resultados obtenidos... Al adoptarse la indicación del Dr. GRAHAM LITTLE, se daria márgen para persecución de toda persona que— no teniendo titulo universitario—tratara en cualquier forma de sanar a algún enfermo.. Agrega el señor Chamberlain que los profesionales no titulados deben ser libres para poner sus servicios a dis- mosición del público, con el bien entendido de que ese público es el único responsable de las consecuencias, al ponerse en manos de personas carentes de título oficial”. Sin embargo, digo yo, el responsable debe ser el médi- čo, si por inepcia o cualquier otra causa, mata y no sana a! enfermo. Esto es lo que debiera hacerse, si se quiere “proteger al público contra los charlatanes”, como con tanta insistencia suelen pedirlo nuestros facultativos, pero no en la forma en que ellos lo piden, que es “la ley del embudo”. Porque están muy lejos de pedir que se les haga responsables a ellos por los daños que diariamente oca- sienan, y en cambio, piden castigos severos contra todos los que no sean de su grupo, no porque estén haciendo daño sino porque emplean algún sistema ageno a sus Co- aucimientos. Y han logrado ofuscar el criterio de nuestros vobernantes en tal forma, que así no más ha quedado es- iablecido, embudo y todo! Esto es absurdo e injusto, y por tanto, vergonzoso e inmoral. Ya es tiempo que empe- cumos a imitar algo de lo bueno y cuerdo que se hace por ¿llá, y no únicamente lo injusto y lo reaccionario. Pero... es que el terreno ha sido muy bien prepara- do... Porque con la última (R) evolución, las autorida- des Sanitarias estan totalmente organizadas y controla- das por los profesionales, desde el señor Ministro de Higiene para abajo. Entonces es natural que esas Auto- ridades Sanitarias, tengan el punto de vista profesional y no el punto de vista colectivo. Resta ver hasta cuándo ol público de Chile ha de seguir tolerando esta perjudicial anomalia. Pero ¿quién había estado preparando el terreno? Recuerdo que hace un par de años—a raiz de del último Congreso Pan-Americano—salia un párrafo en los diarios, dando noticia de que “un grupo de distinguidos médicos de Estados Unidos, venia recorriendo los paises de la América Latina, con el objeto de enseñzr a sus CO- legas a defenderse (textual). aa t, ) Muchos se habrán preguntado perplejos ¿Y quién está atacando a estos caballeros, para que necesiten aprender a defenderse? Sin embargo, para el que escribe—atento observador desde 40 años, de la lucha pertinaz empeñada por allá entre lo viejo y lo nuevo—aquel parrafito no encerraba ningún misterio. Estos distinguidos representantes de lo viejo, venian de un pais donde van siendo corridos en toda la línea por los sistemas modernos, hasta el punto de que hoy han perdido ya la mitad de su clientela (y muchos más que la mitad de sus entradas, pues han tenido que ser harto más moderados en sus honorarios, que si continuaran gozan- do del injusto monopolio que aun se les otorga en Chile). Efectivamente, se calcula hoy en SESENTA MILLONES el 4úmero de habitantes de la Gran República que se me- dicinan en cualquier forma, menos acudiendo a esa es- cuela caduca de la “Alopatia”. Venian pues esos caballeros a una región más privi- legiada, adonde aun no habían penetrado en esa forma las nuevas orientaciones—una especie de El Dorado de la Medicina—trayendo a sus colegas (sus compatriotas de alma) la voz de alarma y de prevención, a modo de aque! estribillo que hemos oido balbucear dulcemente a las pia- dosas inglesitas del Ejército de Salvación: | “Si queréis ser salvade, Hay tiempe todavía!... A la inversa de lo que pasa en Chile, las universidades de esa anticuada escuela, se van viendo en Estados Uni- dos con las aulas desiertas! El año pasada, en un gran Internado para señoritas, A — 24 — la Directora envía una carta-circular a-los padres, pre- zuntando ¿cuál escuela médica elegirían en caso de enfer- marse alguna de sus hijas? Resultado: a favor de la Homeopatía, la “Ciencia Cristiana”, el Mentalismo, el Naturismo o Fisioterapia, la Osteopatía, la Quiropractica etc, el 88 % de los Sufragios, dejando apenas un mísero 12 % de rezagados, que aun comulgaban con las mortífe- ras rutinas que son las únicas toleradas legalmente entre nosotros! Creo que no se necesita ser extremadamente malicioso, para ver cierta hilación entre la gira de esos distinguidos viajantes, y la subsiguiente contratación del americano Dr. Long, cuyas actividades—principiando por la crea- ción de un “Ministerio de Salubridad” dominado por su exclusivista escuela y terminando con el Sindicato Médico y con el dichoso Código ese—no podrían ser mejor cal- culadas para “defender a los colegas” en forma de pos- tergar, indefinidamente, la necesaria emancipación de los habitantes de Chile, del pernicioso monopolio de su es- cuela. Si antes los chilenos gozábamos de cierta libertad para buscar la vida en cualquier tratamiento que nos me- reciera más confianza, ya hoy se nos quita este recurso. Si no la hallamos por los sistemas conocidos dentro de nuestras universidades, tendremos que morir resiznados. Tal ha sido la obra de Mr. Long. Dice el Prof. WATERHOUSE:— "Estoy tan harto del charlatanismo titulado. que más bien me interesa el -empirismo honrado, humanitario y valiente; pues este úl- timo ha hecho más por el progreso de la medicina en to- das las naciones y en todas las epocas, que lo que ha con- seguido el conjunto entero de las universidades, desde el tiempo de Carlo Magno.” Un ejemplo reciente: A la clínica de unos grandes mé- dicos de Nueva York, llega un señor CHRISTOS PA- RASCO, de orígen egriego.—“Señores”. dice, “he hecho un eran descubrimiento. Yo sufrí durante muchos años de una hernia, viviendo en eterna fuga perseguido por un grupo de terribles hombres “de ciencia, mal agestados y «cuchillo en ristre... i - Un dia, sintiéndome sumamente mal, me meti debajo = + id A 4 de una lluvia caliente, experimentando desde luego un ali- vio muy grande, alivio que iba acentuándose a medida que seguia recibiendo ese bombardeo de las gotitas calentes. Asi me fui quedando y quedando, y al salir de ahi—no sufriendo va malestar alguno—miré el reloj y vi que habia estado debajo de esa cálida lluvia, durante más de dos horas! Pasé tan bien todo ese día y toda la noche. que al día siguiente, entusiasmado, me dí otro baño de lluvia caliente, quedándome aun mayor tiempo. Asi segti duran- te algunas semanas, con el resultado de que mi hernia desapareció completamente. Esto hace ya cuatro anos, durante los cuales he hecho cantidad de curaciones entre mis parientes y amigos, sanando toda clase de enferme- dades crónicas—várices, reumatismo, asma, tuberculosis, -—-con esos baños de lluvia de 40 a 42 grados, para trans- pirar. Los mejores y más rápidos resultados, han sido ob- tenidos, exponiéndose a ella los pacientes, durante 6 u 8 horas, las que se hacen cortas, por la agradabilisima sen- sación de bienestar que se experimenta.” Al terminar de oirlo, los sabios se miran y uno de ellos toca un timbre. Aparece un empleado y le dicen: “Sáquenos de aquí a este loco!” Y asi le fué al pobre Christos, andando de Herodes a Pilatos... Unos lo sacaban a puntapiés, otros le echaban los perros—figurativamente hablando. Al fin dió con el eminente Naturista Dr. BENEDICT LUST, discípulo y amigo personal de Sebastian Kneipp. También el Dr. Lust, se mostró incrédulo. “Esto no puede ser, sería nada menos que un milagro...” Pero— como hace todo verdadero sabio—se resolvió a suspender su criterio mientras no investigaba... Se acordó enton- ces de un paciente, un Dr. Alfredo WARSAW, quien su- iría de obesidad y de bronquitis crónica, habiendo perdi- do totalmente su voz de barítono que era. El Dr. WAR- SAW consintió en el ensayo, pesándose antes del baño y tomándose la presión arterial. Después de la lluvia ca- liente de 8 horas, se vuelve a pesar. Diferencia 14 1⁄4 li- bras. Presión arterial, normal y el enfermo no sólo se sintió libre de su bronquitis, sino que se sintió tan bien y o: A tan rejuvenecido, que de puro entusiasmo saltó por enci- ma de una de las mesitas. En pocos baños más, ya el Dr. Warsaw se hallaba totalmente sano y le volvió la voz, en forma que cantaba mejor que antes. A los 3 meses de realizarse esta curación, habia ya en Nueva York, nada menos que 17 grandes establecimientos especialmente destinados para este tratamiento. Y tengo la satisfacción de anunciar que ya en Chile, en las ter- mas de Puyehue (Osorno), se ha introducido este mara- willoso método de curación, con gran afluencia de enfer- mos. Los interesados pueden comunicarse con el Dr. Be- nedicto Lust (a) para imponerse de los detalles del caso, pues, naturalmente, se necesita, para conseguir los mejo- res resultados, no descuidar el régimen alimenticio, y otros requisitos del caso. Ojalá nuestros médicos se preocupen de este extra- ordinario método de salvar a tanto enfermo, antes de con- denarlo sin exámen, como con frecuencia sucede. “La Nación” de Santiago, a mediados de 1925, publicó noticias sensacionales, sobre curaciones radicales de cán- cer, efectuadas por una señora de esa capital, quien se había presentado ante la Sociedad Médica, suplicando ser oida, y sus casos investigados. Pero ese adusto cuerpo “cientifico”, desatendió en forma despreciativa, tan justa petición. Recientemente se constataron en el Hospital Huemaul varias curaciones sensacionales, de sujetos tuberculosos, efectuados con simples medios “caseros” o naturales por un distinguido miembro de la Sociedad Naturista de Chile. Estos enfermos estaban ya abandonados por la ciencia Universitaria, como “totalmente incurables”, Los médicos internos de ese hospital—doctores San- tander e Illanes Beytia—tuvieron la nobleza de certiticar, sobre sus firmas, estas “imposibles” curaciones. Si el go- hierno, previa investigación del caso, decretara el empleo de esos sencillos medios en toda la República, ahí podrían (a) Escribir (en inglés, español o alemán): Ito, E, 41 ot, New York. salvarse en cada año, esas veinte mil vidas que—según el Dr. Lucas (a) se pierden por esa sola enfermedad en Chile! Pero, creo que no será permitido... l e La Sociedad Médica, ha “condenado esos certificados”, pretextando que, por ese camino, “se daría alas a la char- letanería”, (es decir, a los médicos no ungidos por ellos). No pretendo sostener que los profesionales de la Me- dicina, sean por naturaleza más egoistas O más protec- cicnistas” que los demás profesionales. En una familia cualquiera, el niño que da más que hacer, no es siempre el más egoista por naturaleza, sino el más consentido, que llega asi hasta creerse dueño de todo y de todos. No culpemos entonces a nuestros señores meéedicos-cirujanos, si se han ido alucinando hasta llegar a imaginarse due- ños de un inmenso gallinero llamado Chile, y todos nos- otros las gallinas. Porque aquí se observa un fenómeno bien curioso: que cuando se trata de cualquier otra agru- pación—+ferroviarios, comerciantes, carpinteros, o emplea- dos públicos etc.—nunca se acostumbra aceptar ciegamen- te y “a fardo cerrado”, toda plausible versión que esa enti- dad grupal alegue, sino que siempre se escucha también cl parecer de las demás entidades afectadas, antes de pro- ceder a imponer a la nación entera, la voluntad suprema de esa camarilla. 'Sin embargo, en llegando a la agrupa- ción médica, la cosa cambia. Donde ella 'ha hablado, nadie más tiene ya derecho de opinar. ¿Se propone abrir una cátedra de Homeopatia?—Pués, que dictaminen esos se- ñores entronizados, a ver si ellos conceden la gracia de consentir... ¿Se trata de una nueva ley, requerida por ellos, donde se va a consagrar aun más los injustos mono- polios gozados por ellos, se va a crearles nuevos y lucra- «1VOS puestos y aun se va a violentar a su dictado los sa- grados derechos constitucionales de cuatro millones de chilenos ?—Pues santo y bueno! La voz de ese intangible grupo, es la voz de Dios! —Procédase:—estruújese aun mas al ya desangrado país, y persigase como delicuente a todo aquél que se atreva a rechazar cualquiera de esos (a) “Mercurio” de Valparaíso, 25 de Marzo de 1926. ar a A wenenazos prescritos en el tal Decreto-Ley 602 o cuales- quiera otros, que le quiera meter el señor “médico cirú- jano” a quien le toque andar con la jeringuita!... La culpa la tenemos pues nosotros mismos, al ir mi- mando y consintiendo más y más, a ese solo grupo de profesionales, a expensas de todos los demás habitantes del país. Nadie negará la absoluta necesidad de tener una bue- ma legislación sanitaria, aplicada sin miramientos ni con- templaciones Pero, esto puede perfectamente hacerse, sin atropellar los legitimos derechos del ciudadano. Cuentan que cierto Obispo, quien tenía a su mesa a- uno de los Curas de la Diócesis, le pregunta a éste: ¿cómo halla el huevo? Y su paternidad, quien luchaba precisa- mente con un espécimen bien poco comible, contesta discretamente; “Tiene, mi señor Obispo... sus partes ex- celentes!”... ! Ese nuevo “Código Sanitario” también tiene sus partes excelentes... Tales son, al menos en su fondo, las dis- posiciones sobre aseo de edificios, vigilancia de alimentos etc. Y si los empleados del servicio están obligados a tra- bajar “ocho horas al día”, ojalá ésto se hiciera extensivo a todos los demás empleados del Fisco. En cambio, don- de ese Código,—falseando su titulo de “Sanitario” y trai- cionando su verdadero objeto, cual es el de velar por la | Salubridad Pública, —fomenta la Insalubridad, imponien- j do la Enfermedad a todos, (constituida asi la condición de períecta salud es un delito!!) esto es una ofensa al buen sentido, un simple disparate!—; Que “se ha hecho en otras partes?” ¡Valiente disculpa! Entonces nuestros Estadistas, sólo saben preguntar, ¿qué se ha hecho? y no ¿cuáles son los resultados de lo que se ha hecho? En todas partes del mundo, la tal Vacuna, ha sido un terrible fracaso, y un bochorno para la medicina. ¿Que tos médicos lo cuentan de otro modo?—;¡ Acabáramos !— ¿Dónde se ha visto jamás a algún gremio o partido, que ¿se active en pregonar sus propias derrotas? Durante la P 8 eS" z t gran guerra, ¿no admirábamos diariamente, los lindos bo- felines de uno y otro bando, siempre jactanciosos, siem- pre triunfantes? En tiempo de elecciones, ¿cual es el Ea tido que declare: Estamos perdidos, los otros tienen la maycria?... Eso sí, que cuando la derrota es muy fea, los tales boletines tienen que ser confeccionados con cier- to talento... i ERA “La Vacuna/—dice el doctor Creighton,— difiere de otros errores de la medicina, en eso de las leyes atenta- torias, instigadas por la autorizada palabra profesional. El golpe al prestigio médico tendrá que ser, pues, for- midable, y de ahí que los esfuerzos hechos por harajar tamaño golpe, continuarán siendo, tan ingeniosos”. Aquí van algunos bonitos ejemplos de esa “ingeniosi- qad” (1). l.—Pueblo de Loevenich, Alemania, 1871: Habiendo muchos niños menores de un año, “sin vacunar”, sólo en- fermaron y murieron 4: mientras entre los pocos “vacu- nados” de esa edad, también enfermeron y murieron 4 Mayores, hubo 74 casos (todos vacunados), murieron Iq. Total, mayor proporción de víctimas entre los “protegi- dos” que entre los “no protegidos” y una mortalidad media de 23%, siendo que en la no vacunada Inglaterra del Siglo XVIII moría sólo el 18 % de los casos. - Aquí el simple cerebro humano no ve triunfo para la vacuna, ni mucho menos. Pero, los vacunistas--supri- miendo ese importante factor las edades,—sacaron el si- guiente espléndido partido: Vacunados, 78, murieron sólo 18; sin vacunar 4, ¡perecieron todos!”... (Y ¡vaya Ud. a descuidar tan precioso “preserva- tivo!”) i 11.—Como la cosa ha sido probar que los variolosos “sin vacunar” mueren todos, librando sólo los “protegidos”, se na inventado para ello la famosa “prueba por las cicatri- ces”, pues, —como la búscada de éstas se hace estando el varioloso de plena erupción, claro es que, mientras más fuerte sea ella, menos se divisirá las cicatrices, menos apa- receráa ese caso entre los “vacunados”, Así se hace fieurar automaticamente a todos esos casos graves, cómo “A vacunar”, por más que lo hayan sido cien veces! Este curioso medio de seguir alucinándose ad perpé- tuam con su soñado “preservativo”, se ha hecho corriente en todas partes, incluso Chile (léase Dr. Luis Asta-Bu- ruaga, “Heraldo” de 8 de Octubre de 1897). Y resulta, naturalmente, una “estadística” a pedir de boca, como on el caso siguiente: El Dr. Buchanan — Medical officer de Chatham,—anotó seis casos fatales de viruela, todos “sin vacunar”. Los antivacunistas le probaron. ante la Real Comisión de Inglaterra, que cinco de esos seis casos eran perfectamente vacunados, uno por él mismo! interrogado el doctor, admitió el error, alegando que, en tin, la culpa no era suya, pues que todos esos casos tenian una erupción tan abundante, que no aparecian esas cica- trices, y que “así no más se hacía en todas partes.” (2) Ya tenemos pues la clave de esos lindos cuadros comparativos, donde aparece que en las epidemias mue- ren 80 % de los‘ ‘no vacunados y sólo ro % de los va- cunados”. Esos son cuadros decorativos, muy útiles sin duda para “salvar el prestigio de la vacuna”, pero de un valor cientifico nulo. TII.—El siguiente caso constituye tal vez la más atre- vida fazaña estadistica que jamás se hava realizado, para salvar el prestigio de la bendita vacuna: La ciudad de LEICESTER (Inglaterra) sufrió en la epidemia del 71,—a pesar de su perfecta vacunación, — amna decepción tan grande, que resolvió abandonar esa inútil y perjudicialisima rutina (con grave escándalo de los médicos, quienes profetizaron un escarmiento pronto y ejemplar.) Pués, pasaron 20 largos años sin viruela, y sólo en 1891-94, tuvo una leve epidemia, casi sin defun- civnes. En tanto, la ciudad de BIRMINGH. A'M,—que en el 71 sufrió en la misma proporción que LEINMCESTER,— había seguido firme con su imaginada “protección”, pero, en vez de quedar con ello más libre que la ciudad “no protegida”, sufrió esa segunda epidemia, en forma mucho más aflictiva. He aquí la comparación: Leicester, defun- ciones, una y fracción, pos diez mil vivos: Birmingham, einco, por diez mil. (3) En la ciudad vacunada hubo un pro- medio de más de 60 defunciones en cada uno de esos cua- AE tro años, mientras en la no vacunada no hubo, en tres de éstos, defunción alguna: sólo las hubo en 1893. Sin embargo, esta elocuente experiencia contraria a su rutina, fué usada como un flamante ejemplo en su favor! Para ello los vacunistas no hablaron ya de “la epi- demia del gr al 94”, sino de “la epidemia del 93. Así A i o de- maron para su ciudad “protegida”, solamente las 7 funciones de ese año (y no el total, que subió a 248), pa- ra compararlas con el total de las de Leiscester. Aun asi, resultaba siempre una diferencia en favor de la ciudad antivacunista, y hubo necesidad de “equivocarse”, toman- do para BIRMINGHAM la población del 31 de Diciem- bre del 93 y para LEICESTER, la de la misma fecha... de' año anterior! (a) Así resultó una aparente ventaja proporcional, en fa- vor de la ciudad vacunista y “se barajó el golpe al presti- gio profesional”. IV.—Cada vez que perezca alguna víctima envenenada con su dichoso virus, los señores culpables inventan para el caso un diagnóstico “ingenioso”... El doctor Juan Serapio Lois (jefe de los vacunadores públicos de Chile) ha declarado con toda soltura (4), que para esos casos, debe seguirse la práctica profesional, de “hacer que la familia atribuya esa defunción a alguna otra causa distinta!” (A este franco engaño de los clien- tes, da el señor Lois el enfónico nombre de “feliz ilus- tración”...) Creo inecesario multiplicar ejemplos, —que los podría agregar al hastio,—para dejar en claro que nuestros go- bernantes no deben aceptar, “a fardo cerrado”, todo cuan- «o alegue tal o cual gremio o grupo de individuos, sobre su “benéfica” y “necesaria” actuación en tal o cual sen- tido, sobre todo cuando esas versiones afectan el bolsi- (a) Compárese esas falsas cifras vacunistas, copiadas ingenuamente por el Dr. Asta-Buruaga (Heraldo de Val- paraiso, d de Noviembre 1897) con el anuario inelés WHITAKER'S ALMANACK (Enero de 1894) y con las cifras detalladas en mi obra Contra la Vacunación Obligatoria pág. 156. — 32 SN ilo de la nación y más aún la libertad y la vida de sus habitantes. Los verdaderos resultados cosechados con ese fatal desatino del Envenamiento Universal, —ya felizmente, pa- sando de moda en las grandes naciones, — los mostraré más adelante, mientras tanto, conste que yo no pido que se me crea a mí, ni a nadie, en esta cuestión de tan tras 0000 cendental importancia para todos. ¡ Ma: Haga el Supremo Gobierno UNA INVESTIGACION IMPARCIAL de toda la cuestión, por medio de personas libres de vinculaciones políticas o profesionales, en forma de establecer la verdad honrada de los hechos, por más ` que se ofendan poderosos intereses suprimiendo conside- rables items del presupuesto, o empleando ese dinero pa- ra formar ciudadanos sanos y no para convertir a los sa- nos en enfermos. Terminamos algún día con este eterno etiento de- “tú te las traes y tú te las comes”... El prestidigitador: “¿Por qué declara Ud. niñito, que yo no soy capaz de hacer desaparecer esta moneda, y que aparezca dentro de su bolsillo?” —“Es que, señor brujo... ¡yo no tengo ningún bol- silo.” Con base análoga declaro yo, que nadie—por muy bru- jo que sea, —será capaz de aplicar el nuevo Código Sani- tario en su Art. 145, donde habla de la forma en que los habitantes de la República “recibirán la vacunación anti- variólica”, porque en realidad no existe ninguna vacuna antivariólica! Si es verdad que la gran mayoría de los que han cur- sado en Medicina, creen y afirman, que existe esa llama- da “linfa” o “virus” antivariólico, esto no es raro, ya que desde un siglo, les han estado inculcando, a todos ellos por parejo, esa misma doctrina. Lo raro, lo milagroso sería que no lo creyeran! “Yo también creía, —y aun había escrito,—a favor de 0 $ a cc m ia vacuna”, me decía uno de nuestros más eminentes fa- cultativos. Pero los años enseñan... “Médico interno de numerosos lazaretos, desde 1885 en Pisagua, después en muchas oficinas de Tarapaca y finalmente en el de San Luis, detrás del Salvador, siempre he constatado el mismo fenómeno: “Todos esos miles de variolosos, habian sido siempre vacunados y revacunados, y aún muchos, recientemente. Llegué a extrañar, cuando encontraba un caso que no lo había sido. “La Vacuna—exclamó—es una simple alucinación, co- mo fué la sangría a destajo, y tanta otra “chifladura” de antaño. “Hay innumerables médicos desengañados de esta añeja fantasia. Aún en Chile no faltan, pero al hablar lo nacen “confidencialmente”, no se atreven... Yo mismo --agregó—no quisiera publicar ésto sobre mi firma. Soy viejo, no quiero ser molestado... Pero Ud. tiene plena autorización para dar mi nombre, a quien se lo pida”. Nuestros legisladores—antes de proceder en esta gra- visima medida del envenenamiento forzoso de la sangre de los ciudadanos,—tienen el deber ineludible de buscarse todas las luces posibles. Les suplico, pues, en nombre de ese sagrado deber, que se pongan al habla con ese cono- cido hombre de ciencia, hoy escarmentado en forma tan contundente, de las lindezas universitarias, sobre la tal vacuna “antivariólica”., Dice el Dr. Nittinger: (5) “Todos los variolosos que durante 25 años he tratado, han sido sin excepción alguna, vacunados, uno,, dos, tres e cuatro veces. He conocido familias numerosas, donde todos han sido atacados, con la sola excepción del único nino que no estaba vacunado”. Dice el sabio Creighton (autor del capitulo “Vacci- nación” en la Enciclopedia Británica, g.a Edición): qa z Vacuna Animal, no tiene afinidad alguna con la viruela. Su afinidad verdadera es con la Sifilis. La reseo- p eenia, de os PACEA mudho a la roseola sifi-. Jaca, sino: que implica el mismo estado patológico. La úlcera vaccínica, es un verdadero chancro”. (6) — Lo mismo declara el eminente, bacteriólogo CROOK- ~% SHANK, (7) quien publica planchas coloreadas para ilus- trar la absoluta semejanza de una y otra infección. (En la polémica que sobre este mismo tema sostuve con el señor presidente de la Sociedad Cientifica de Chile, doctor Federico Puga Borne, tuvo el doctor Mourgues la nidaleuía de confirmarme—espontaneamente y a viva voz -—el hecho de que el antivacunista Dr. CROOKSHANK es, sin duda alguna, “el más eminente bacteriólogo de Inglaterra”. Esto fué en 1922, en una de las sesiones ordi- narias del mes de Julio. Mis conferencias, —de Marzo a Agosto de ese ano—dejaron hasta la fecha de hoy silen- ciado al señor Puga Borne, sin embargo, bien se han cui- dado los Intereses Creados, de que no figure tan osado ataque a la “ciencia”,—y al presupuesto,—en sus famosas “ACTES DE LA SOCIETE SCIENTIFIQUE DU CHI- LEATA Tanto el público como la mayoria de los médicos, creen buenamente que aquello que llaman “vacuna anti- variólica”, “virus vaccínico”, etc.,.es una substancia única, conocida e uniforme. Nada más lejos de la verdad. Se ha empleado una variedad inmensa de diversos virus (ve- nenos), que podriamos dividir en dos grandes cate- corlas: I. Virus francamente variólico, que antes se tomaba directamente de un varioloso y hoy indirectamente, es decir, inyectando primero con ese virus a los conejos, los terneros o a los asnos, para después sacar de ahí ese veneno variólico “atenuado” y con él preservar (??) a los humanos. (Desde muchos años he estado publicando da- tos y casos verdaderamente macabros, sobre el fatal re- sultado de este desatino, tanto en Chile como en otras na- ciones. Hoy , por fin, veo que los mismos vacunistas me dan francamente la razón, pues un inciso del artículo 145 del nuevo Código, declara que no será lícito inocular a un sér humano el virus de la viruela, directa o indirecta- mente.) IT. El “virus de vacuna” que consigna el mismo inciso “ero que, en realidad, no saca de dudas a nadie. ¿Qué es este “virus de vacuna”? Ningún hombre de ciencia ha podido jamás definirlo. EE A 12 — T E La última Real Comisión de Inglaterra—que estudió siete largos años la cuestión, evacuando su informe en ocha erandes tomos—dejó envuelto este punto en el más pro- tundo misterio. Lo único que se sabe, es que se ha Sn pleado y se continúa empleando, una variedad formidable de purulencias animales, algunas de procedencia humana y otras muchas, de procedencia desconocida. A "El doctor I. BAGUEIRA LEAL, médico jefe del Ejér- cito del Brasil, da una lista—todavía incompleta,—de las Wwersas clases de veneno que se han empleado para im munizar (léase inmundizar) los gentiles organismos del respetable público. He aquí algunas de esas substancias, bautizada cada una a su turno con el nombre de “linfa vaccínica legitima garantida”. a) Liquido extraido de las úlceras de las vacas ataca- das de sifilis (cowpox - “sifilis de las vacas”.) b) Producto extraido de las pústulas de caballos sifi- liticos (Horse-pox o horse-grezse.) c) Pus extraido del ganado afecto de peste (rinder- pest.) d) Productos análogos, sacados de diversos animales atacados de enfermedades más o. menos similares: del carnero (variola ovina): de la cabra (goat-pox): del mo- no (monkey-Iymph'* (a e) Las vacunas, “conservadas”. Cada una de las va- riedades aquí indicadas, presentan tantas sub-variedades cuantos son los líquidos que se emplean con el fin de di- solverlas y conservarlas, de los cuales los más usados son la lanolina y la glicerina. Lo que resulta de esa con- servación podrá avaluarse por la siguiente frase del IN- DIAN LANCET: “La glicerina es un medio nutritivo para los gérmenes de putrefacción y otros, y siendo flui- dla, estos gérmenes se esparcen rápidamente; y de hecho en la India, esa linfa glicerinada tórnase luego pútrida y septicamente peligrosa”. Es la linfa que exportan los Institutos de Vacuna.” (a) Genial invento del Dr. Copeman: Virus variólico extraido principalmente de cadáveres y pasado en seguida por el cuerpo de monos y de vacas. —A. H. e Por consiguiente, agrega el Dr. Bagueira Leal, cuando un legislador se propone decretar la vacunación forzosa, él no puede siquiera saber qué es lo que está decretando... Lo único que él puede saber con certeza, es que está de- cretando el emponzoñamiento forzoso de la especie hu- mana. (8) El señor Francisco de B. Echeverría, Consejero de la Sociedad Científica de Chile, buscó, el 30 de Septiembre de 1921, a petición de sus empleados, un vacunador auto- rizado. Primero se había consultado con varios médicos, y todos ellos le garantizaron esta “linfa fresca”, nacional, pues la linfa argentina había dado malas reacciones, (esa misma que se metió “por las narices” a medio mundo, en las calles públicas!). | | El señor Echeverría, que entendía todas las reglas del arte, supervigiló cuidadosamente la operación, siendo diez los vacunados. Desinfectado el sitio por impregnar con algodón sanitario saturado en alcohol de go grados, se empleó una aguja flamante pasada por la llama, con la cual se vacunó primero el nene del llavero. Ese niño vacunado así, en condiciones ideales, tuvo una fatal infección intetfior y exterior, y; —tras sufrimien- tos horrorosos—murió el 18 de Diciembre de ese año. (b) ““i Linfa vaccínica, legítima, GARANTIDA...!” PP PA. x Según el célebre dicho de Lincoln, “Ningún hombre es digno de gobernar a otro, sin el consentimiento de ese ciro”. Y bien podriamos aguegar, que ningún gremio o grupo de individuos puede licitamente entrar a imponer su voluntad a los demás ciudadanos, sin acreditar prime- ro, en forma indiscutible, que su acción va a ser justa y (b) De ahí nació mi polémica ya citada, donde le probé al señor Puga Borne, hasta hacerlo callar, que esas tra- gedias han sido el lógico fruto de esa inmunda superche- ria en todas partes, y que no hay tal “preservativo” ni lo ha habido jamás! : benéfica, y no expuesta a producir resultados contrapro- ducentes o perjudiciales para la colectividad. Los titulados de la Medicina Oficial, ¿se hallan acaso en esa privilegiada condición de indiscutible certidumbre, respecto a sus teorías científicas y a los resultados prác- ticos de su arte? Desgraciadamente, nó. Muy por lo con- trario, las más grandes lumbreras de esa misma escuela, kan declarado siempre que su llamada “ciencia”, es la más obscura de todas y que, en la forma como diaria- mente se la aplica, suele más bien reagravar las enferme- dades y aumentar las defunciones. Dice el Prof. Gregory: De cada cien “hechos” médi- cos, noventa y nueve por ciento son falsos, que apoyan doctrinas absolutamente imbeciles. Sir Astley Cooper: La ciencia médica es fundada en el azar, y mejorada mediante el asesinato. Prof. Jameson: Nueve veces en cada diez, nuestras llamadas “medicinas”, son absolutamente perjudiciales para el enfermo. Dr. Ramage: Las más veces el paciente correría menos riesgo de morir, con sólo negarse a llamar médico. Fácil sería multiplicar citas para establecer un hecho por demás notorio, y aun admitido por todo médico hon- rado, al menos en el sentido de que sus prácticas son “pa- ios de ciego”, donde jamás hay verdadera certidumbre en lo que se hace. Si esto es así, entonces el sólo hecho de que estos señores, tan terriblemente falibles, tengan cartas blancas para recetar, y ensayar a su antojo en sus enfermos, todo género de venenos y de armas cortantes y punzantes, —a veces más terribles que las de fuego—constituye de por si una situación peligrosa, y permite temer como legiti- ma consecuencia, resultados desastrosos para la salubri- dad pública. Y que estos razonables temores, no son infundados, lo ilustran los sigwientes ejemplos prácticos, 'que podrían multiplicarse al cansancio: Poco después de la guerra del 79, estallaba en Iquique una epidemia de Fiebre Amarilla. Había dos médicos-ci- rujanos chilenos, quienes discurrían en forma muy sabia y consoladora, sobre la etiología de la enfermedad, su diagnóstico y pronóstico, su famacopea terapéutica, etc., sin embargo, sus enfermos—con censurable desacato a tan espléndida ciencia, —se obstinaban en morir, con des- concertante unanimidad. No asi los “ignorantes” que atinaron a ponerse en me- nos de cierta viejecita curandera peruana, que no era ni —“yerbatera” y que jamás había visto un caso de Fiebre Amarilla— Yo observo, decía esa buena anciana, que en esta enfermedad la sangre tiende a estancarse. Hacía, pues, que sus enfermos tuviesen los pies metidos en agua calien- te, y que se les frotara el espinazo con una toalla ¿spera. Y sanaron todos. ¿Que habría sido de esos enfermos, si esta médica hu- milde, pero sensata, hubiera recibido el mismo desgraciado entrenamiento “cientifico” de esos señores titulados? ¿Qué será de todos nosotros el día en que “un Código férreo y amplio” venga a entregarnos maniatados en esas manos? Hace años hubo en Hamburgo una fuerte epidemia de cólera. Todos los recursos eran pocos, y la autoridad acep- tó los servicios de un joven homeópata, de apellido PA- ASCH. Resultado: mientras en los demás hospitales mo- rían seiscientos cincuenta coléricos en cada mil, en el hos- pital regentado por PAASCH, murieron sólo ocho por mil. Los de la escuela reinante irritados, se pusieron en mo- vimiento para hacerlo salir. Más intervino la opinión públi- ca y quedó en su puesto. Epidemia variólica en GLOUCESTER (Ingiaterra) 18096: ciudad divida por el rio en dos mitades, la del sur, edificada en un alto. con buenos desagúes, y la del norte, sin declive, y donde los desagúes habían estado, desde me- ses, despidiendo una fetidez asfixiante. Como era lógico, —por cada cien casos, se producía noventa y cuatro en el barrio fétido, y sólo seis en el otro. Pero los señores médicos de ciudad,—en vez de compren- der tan elocuente lección sanitaria, —no supieron sino de- clarar, que “la epidemia era resultado de la nefasta propa- ganda de los locos antivacunistas”. El Dr. HADWEN, en defensa de éstos, ofreció“ cincuenta esterlinas para el Hos- pital”, si se le demostraba que hubiera menor proporción de “protegidos” en el barrio norte, y así callaron. (Esto, como muestra de la increible ceguera de estos se- ñores, para quienes lo único real y positivo, son las teorías que tienen metidas entre ceja y ceja, y no los hechos vivos y palpitantes que les rodean.) En la gran epidemia de grippe que vino en pos de la guerra mundial, los enfermos tratados en Estados Unidos por la escuela oficial, murieron a razón de treinta o más en cada cien. Pero felizmente, allá la mitad de los habitantes es ya reacia a esos tratamientos peligrosos y optó por sis- temas más modernos, como ser: La Homeopatía, la “Cien- cia Cristiana”, el “Mentalismo”, el “Naturismo”, la “Osteo- patía” la “Quiropráctica”, etc., y esa mitad sufrió, en ge- neral, sólo el uno o dos por ciento de defunciones, salván- dose asi, muchos miles de vidas. Supe en Montevideo, que ahí también, la ciencia entro- nizada, perdió el treinta por ciento de sus enfermos, con sui desgraciado sistema de las inyecciones y los venenos fuertes; en tanto que los médicos naturistas—quienes tra- taron conjuntamente, varios centenares de casos,—no tu- vieron siquiera UNA SOLA DEFUNCION. Ya iremos comprendiendo que ese flamante Código Sa- mitario, que en su artículo 183, autoriza plenamente a estos señores “médicos cirujanos” para penetrar en cualquier momento hasta el último recinto de nuestros hogares y a imponer a cada uno de sus moradores los tratamientos que ellos estimen convenientes, es un atropello incalificable, y un atentado a los más sagrados derechos del ciudadano. Más allá analizaremos acaso algunas otras de sus lin- dezas; mientras tanto, con los hermosos ejemplos que aca- bamos de ver, de los frutos prácticos de esa escuela que hoy se intenta imponer a todo el mundo, a punta bayone- ta, creo que hay para hacer reflexionar a cualquiera. El 26 de Septiembre de 1921, un simpático joven, padre A SAA TAE A A T A — 40 — “de familia, —don JUAN JAMETTE FAURE, de la Im- prenta de “EL TIEMPO NUEVO”,—se paseaba tranquilo por una de las calles de Santiago acompañado de un ami- go. A instancias de éste, pasaron ambos “a vacunarse”. Al día siguiente, ese brazo izquierdo tenía una hinchazón terrible, con fiebre marcada, dolores al corazón y la pierna izquierda adormecida. Se echó a la cama y le dieron sudo- ríficos y purgantes. El 1.0 de Octubre, muy aliviado; pero como aún le quedara algo al corazón salió su señora esposa en busca de médico. Trajo al doctor ATRIA. “Viruela interna!” exclama ese sabio y agrega: “Le voy a poner una inyección que estoy ensayando.” (Palabra indiscreta, deslizada inadvertidamente...) “Pero señor doctor, no le vaya a hacer algún daño! “-Pierda usted cuidado, señora— Si no le hiciera bien, en ningún caso le hará mal alguno!” La inyección fué aplicada a las 10.50 A. M. por el mis- mo doctor Atria. A las 11.40, calambres y convulsiones; quedó sin habla. Corre la señora a buscar al doctor Atria. Al principio no se atrevía a venir, más requerido dura- mente por la que enviudaba, acudió!... ¡Una bolsa de oxigeno!... ¡Otra!... Inyección de alcanfor, de cafeina, etc., etc... Todo inútil. A las 2.20 el sujeto de tan sayo, era cadaver. “Inocente” en- Mas tarde llegaron dos conocidos doctores, quienes, tras prolijo examen, exclamaron: “Esto no ha sido viruela in- terna, ni cosa lejanamente parecida. (Librando apenas del primer vacunazo, ya no resistió el segundo.) Por eso cesaron, tan repentinamente las sensacionales noticias sobre el “gran descubridor del verdadero microbio de la vacuna,—único legítimo”—según el coro de alaban- zas alzadas al cielo por sus señores colegas, con lo cual no tardó en cosechar ese ilustre doctor Atria, un cuantioso premio, adjudicado por 5. E. el Presidente de la Repú- lica! (a) y | ¿Se habrá acordado ese señor Atria, de reintegrar en arcas fiscales, esos bonitos miles, sacados de ahi por medio de afirmaciones infundadas ? (Y ¡cuidado! que ya se estaba pidiendo, a gritos, que se hiciera obligatoria esta otra “vacuna mejorada” del sa- bio Atria, más encima de la que acababa de imponerse con bala en boca, a los “libres” ciudadanos de esta copia feliz del Edén!) Para que la vacuna produzca la muerte del individuo, no es preciso suponer que el virus haya contenido, necesa- riamente, tal o cual infección determinada. Una influencia debilante como es la vacuna, tiene forzosamente que au- mentar el porcentaje de defunciones producidas por cual- quier enfermedad, sea que ésta se contraiga antes o después de la vacunación. ` Un ejemplo: La niñita MABEL REED, vacunada en TOOTING (Inglaterra) el 4 de Abril de 1906, y failecida al principio del mes siguiente. En la encuesta fiscal, se falló que la niñita habia muerto de neumonia bronquial, con- traida durante el acceso de debilitamiento causado por su vacunación. (9). j Escritas las anteriores lineas, cae en mis manos un diario (b) que trae el siguiente cablegrama: n “Rio de Janeiro, 2—El Departamento de Sanidad del +uerto impidió el atraque del vapor “Lipori”, debido a que (a) ¡Que la Patria se va a las nubes! esclamaban todos, entusiasmados, con el “estupendo” descubrimiento. Pero no: laPATRIA, perdió la cabeza y a las nubes ller mente... ATRÍA1 a y a las nubes llegó, sola- (bD) “La Unión” de Valparaiso, 3 de Abril de 1926. + | | | | se habia presentado a bordo la epidemia de sarampión y neumonia. j Antes de llegar al puerto ocurrieron varios falleci- mientos.” Advirtiendo todavía que el sarampión es uno de los más reconocidos efectos de la vacuna, pregunto yo: ¿cuantos de esos fallecimientos se habrán debido al “acceso de debi- litamiento” causado por la vacunación obligada de los via- jantes al tomar su pasaje? ¿Hasta cuándo no comprenden que todo ataque a la perfecta salud es un atentado? % [i El doctor DENNISON DEANE; de California, hizo el siguiente experimento: En un fundo perteneciente a un amigo, vacunó a la mitad de los blancos y a la mitad de la gente de color, y se puso a observar... Constató que, en cualquier epidemia, —grippe, difteria, fiebres, etc,—los va- cunados caian casi toldos y con ataques mert«les mientras. los no vacunados, raras veces atrapaban esas enfermeda- des, y siempre en forma exenta de peligro. Transcurridos unos cuantos años, los primeros estaban casi todos tuber- culosos, habiendo muerto algunos de esa enfermedad, en tanto que los no vacunados, se hallaban en pleno estado de salud, sin que entre ellos hubiera un sólo tuberculoso. (10). El Dr. Lucas en El Mercurio de Valparaiso, 25 de Mar- zo ppdo., declara que la Tuberculosis, sólo puede atacar a an organismo “que sufra de un debilitamiento por cual- quier causa”. Es fácil entonces comprender, cómo la Vacu- na tiene que ser, en muchos organismos, la causa determi- nante del arraigo de esta terrible plaga, y así se explica cómo ella se ha ido extendiendo, constantemente, en todo el mundo, en la misma medida en que se ha ido extendien- do esa práctica debilitante de la vacunación. Dice el Dr. PERRON: (11). “Lado a lado con la creciente extensión de la tubercu- losis, vemos desarrollarse, en el mismo período de tiempo, esto es, desde principios del siglo pasado, la práctica de la vacuna. Hay, pues, bastante fundamento para preguntar- nos, si en esta doble evolución simultánea, no hay alguna ligación desconocida. Si la tuberculosis, A despecho de las preocupaciones sanitarias, ha multipli- cado sus ataques durante los últimos cien anos, €s porque, pienso ya, la vacuna ha creado para ella un terreno pro- picio. Esto explicaría no sólo su general aumento en los países civilizados sino también su influencia especial sobre los jóvenes, es decir, sobre los más recientemente vacu- nados... “En todos los ejércitos europeos, la vacuna está a la orden del día. A incorporación, cada joven recluta es cuidadosamente vacunado, y las estadisticas militares de todos los paises muestran una proporción enorme de las vurias formas de tuberculosis entre los soldados, principal- mente dentro del primer o segundo año del servicio... “Dónde, pues, está la causa de esos ataques de tuber- culosis, tan repentinos, tan generales, en individuos que, pocos meses antes, el examen médico declaraba hallarse perfectamente aptos para el seryicio?... “Parece que la razón de esos hechos, debemos buscarla sencillamente en las revacunaciones que reciben los reclu- tas al ingresar al ejército o armada... y que sufren repen- tinramente cambios radicales en su manera de vivir y, por tanto, se hallan mucho menos preparados para resistir aquella influencia debilitante de la vacuna”. Dice el Dr. GRASSET: “En un gran número de niños afectados de diversas sormas de tuberculosis, la averiguación demuestra exe la vacuna había dado lugar en esas criaturas a una reacción intensa, y que esas perturbaciones generales comenzaron poco tiempo después... (a) | _ (a) Hace unos años me decia mi amiga señora J. A. de 5: ¿5e acuerda, cuánto me predicaba Ud. que no hiciera vacunar a mis niños?*—Pues, efectivamente no pensaba ha- cerlo con mi última hijita. Pero, las amigas me hacían ver que era “mujercita” y podía quedar desfigurada... En fin, la hice vacunar. Inmediatamente cayó a la cama con un: ficbre terrible, duró seis meses y murió de “tuberculosis”. “Rilliet y Bartley han dicho: No consideramos la vacu- na de ningún modo como causa de la tuberculosis: ape- nas observamos que los niños vacunados mueren más a menudo tuberculosos que no tuberculosos y que se obser- va lo contrario con los no vacunados... Según parece, la vacuna favorece la disposición para la tuberculosis.” (Trasformisme Médicale, página 518.) Dice el conocido bacteriólogo Dr. BACKER: “Nadie se imagina cuan poco basta de un virus cual- quiera, para modificar completamente la economía ani- mal... La vacuna bovina modifica los humores humanos en un sentido más favorable al desarrollo de las afeccio- nes tuberculosas... La vaca es el animal más tuberculiza- ble que existe... Nada de admirar pues, que la introduc- ción de la pústula bovina o sea el virus vaccinico, haya mo- dificado los humores humanos en un sentido más favo- table a la enfermedad esencialmente bovina—la tuberculo- sis, “La tuberculosis hace en un año, mayor número de victimas que las que jamás hizo la viruela en diez años en sus más fuertes epidemias... El virus vacuno es un vene- no... La tuberculosis se declara por predilección en indi- viduos vacunados con éxito.” (a) La creencia vacunista, nació en primera instancia de la idea errónea de que produciendo a la persona un ataque “leve” de viruela, se le evitaba la posibilidad de contraer más tarde algún ataque “grave”. Hoy creen los vacunistas, que el microbio de la vacuna,. mata o debilita el de la viruela, Teorias antojadizas, nacis das de un falso concepto del papel que desempeña el mi- crobio dentro del organismo. (b). Veamos pues qué es lo que pasa con (a) Revue generale D'Asepsie, número de Noviembre de 1900. (b) Según otra hipótesis, la inyección de microbios po- co virulentos, despierta o ejercita las defensas del cuerpo: ¡Esos “pícaros” microbios! A menudo ha pasado que, al constatarse algún asesi- nato u otro crimen, los gendarmes han pescado de una oreja al primer prójimo que por ahí andaba—talvez al mismo quien corría en auxilio del agredido—para presen- tarlo ipso facto como el delicuente. De este modo más de un inocente ha caído víctima de su propio celo humanita- rio—por cierto con inmensa gloria para esos dignos guar- dianes del orden público, quienes supieron desplegar tan taudable actividad y pericia en la pronta captura del in- fame criminal! He ahí la tragicomedia del “pícaro” microbio, que ha tenido tan alborotada a la ciencia médica, y todo por el mismo error de concepto. Porque al declarar que las enfer- medades contagiosas son causadas por “la invasión del or- ganismo por ciertos microbios”, se ha descuidado dos pe- queños detalles: Primero, que esa suposición se halla en iranca contradicción con todas las analogías de la Natu- raleza y Segundo, que se halla asimismo desmentida por las más elocuentes enseñanzas de la Clínica. Supongamos por ejemplo que en un fundo de campo se desea ejecutar alguna obra, para la cual ofrece un incon- veniente un correntoso estero que pasa por ahí. Cua'quiera diria: “¡Desviemos el curso del estero!” Pero en esto llega un sabio teórico y exclama: “¿Que no ven esa cantidad de pejerreyes que pululan en esa agua? llos son pués los culpables de que aquí exista este ria- chuelo. Exterminemos esa plaga, que el agua desaparecerá en seguida!” No sería de celebrarle al señor sabio, a carcajadas, se- mejante ocurrencia? _ Sin embargo, es ese el extraño razonamiento de la me- dicina oficial, al culpar de las enfermedades a la “invasión” del organismo por esos microbios. Tan incapaces serían esos pejerreyes de invadir un potrero sece para convertir- lo en una laguna como serian esos calumniados bichos, de invadir un cuerpo sano para convertirlo en enfermo. No; es siempre el medio-ambiente el que determina las AA — 46 — ; formas de vida que han de desarrollarse en él, y no el mi- ciobio el que venga a producir el medio ambiente que nè- cesita para poder existir ahí. Por eso he dicho que aquella “teoría microbiana” se halla en pugna con todas las analogias de la Naturaleza, Y si he agregado que esa teoria se halla igualmente des- mentida por las más elecuentes experiencias de la Clínica, es porque constantemente se presentan casos como los si- euúientes: [.—Donde se hallan presentes esos llamados “micro- bios patogénicos”—y no en cantidad despreciable—sin em- bargo, el individuo anda “vendiendo salud”. Il.—Donde se produce una de esas enfermedades lla- madas “microbianas”, con todos sus más caracterizados ac- cidentes y hasta con desenlace fatal, sin embargo, no apa- rece ni rastro del tal “microbio”. [I11.—Donde se produce así una de esas enfermedades “microbianas”, sin indicio alguno del microbio durante 10 a 15 días, sin embargo un buen día el exámen bacterioló- gico revela un verdadero “hervidero” de esos bichos. Los sostenedores de esa teoría microbiana, se hallan en el primer caso, ante el absurdo de una causa sin efecto; en el segundo, ante el absurdo gemelo de un efecto sin causa y en el tercer caso, asisten al curioso espectáculo de una causa que nace a la vida, después de haber produ- cido su efecto. ¡Toda una triada de absurdos, a falta de uno! “Pero, dicen los microbianos ¿cómo sucede entonces, que al inocular esos microbios, se produce fatalmente la enfermedad respectiva ?” En primer lugar, no hay tal “fatalmente”, porque en muchos de los inoculados, o no se produce enfermedad 4 ir, — mk 1 r > a e ¥ ] El Dr. JOHN SHAW—durante 15 años vice-presiden- te de la Sociedad Gincológica de Londres—se convenció, | tras detenidos estudios, de los inmensos daños de aquella manía por las operaciones, que se ha ido extendiendo, cual plaga insaciable, por las naciones de Occidente. Pudo constatar que er un gran porcentage de las operadas, ve- nia más tarde el cáncer, por la “degeneración del tejido”, - so entonces, por medio de la prensa médica, dar a sus colegas la voz de ¡alerta!. pe Pero, esas cientificas columnas—hasta aquel momento siempre abiertas para él—las encontró súbitamente cerra- das. Jamás “había espacio”... a pesar de que espacio nun- ca faltaba, para pregonar, en forma teatral, las famosas maravillas de cualquier nuevo sérum u otro “grandioso hallazgo”, con que se mantiene la fé ciega del público, en los hermosos triuntos de la "alta ciencia...” g Al fin, obligado el Dr. Shaw a buscar otros medios de hacerse oir, publica un libro, (23) en el que señala el espantoso aumento del cáncer en las mujeres, demostran- du que en numerosisimos casos esto es fruto del abuso de las operaciones y que por otro lado, no existe un solo caso comprobado de verdadero cáncer (CARCINOMA) que haya sido sanado mediante el uso del cuchillo. Aun demostró que en la inmensa mayoría de los casos, los tumores en general, pueden ser tratados sin tajear, por me- dios sencillisimos, con inmenso provecho para el enfermo, aun cuando con ello gane menos—o se luzca menos—el profesional, P Sus señores colegas, no le rebatieron. Decretaron su inmediata expulsión de toda asociación cientifica a que pertenecía. Pero, el agredido, en publicaciones posteriores (24) reproduce la correspondencia cambiada con los se- cretarios de dichas asociaciones, la que constituye una verdadera revelación... = El señor SHAW explica que la terrible frase: “CON= . DUCTA INFAME”—estigma con el que se pretendió jus- tificar esa expulsión—tiene una acepción profesional per- fectamente definida y se aplica a cualquier acto que pueda dañar o desprestigiar en cualquier forma a los colegas, aun E E cuando sea para evitar el exterminio de media humanidad, Cita, entre otros casos análogos, el del célebre americano, Dr. ALLABONE, quien ha devuelto la vida a miles de iuberculosos “incurables” empleando un sistema sencilli- simo “casero” por cuyo delito fué asimismo expulsado de las sociedades cientificas a que pertenecía, como reo de “conducta infame”. Mientras más se vive y se estudia los problemas rela- cionados con la salud, más nítido va siendo el convenci- miento que se forma, de que la acción global de la lla- mada Medicina Oficial, lejos de constituir un beneficio, constituye un verdadero flagelo para la Humanidad. Un amigo inglés, farmacéutico, quien habia sido dueño de boticas en diversas partes del mundo, me decía: “Ten- go la convicción de que, si pudiera hacerse una estadística fehaciente, sería facil demostrar que en cualquier parte en donde aumenta el número de médicos, sube la cifra de la mortalidad y—a la inversa—donde disminuye el nú- mero de médicos, baja ipso facto la mortalidad general”. Y el buen amigo don Juan Livingston, de Valparaiso, después de haber visitado -en vano los principales paises de Europa en busca de salud, me aseguraba que—desde gue él había tenido la curiosidad de ir apuntando—había consultado a la respetable cifra de 118 doctores de esa es- cuela, dentro y fuera de Chile y que ni uno solo de esos “hombres de ciencia” le había hecho el menor bien, en cambio, varios de ellos habían dejado en su organismo, huellas indelebles de su acción destructora. Lo cual con- firma las palabras del Dr. JAMES JOHNSON: “Declaro en conciencia, co- mo fruto de largos años de estudio y de reflexión, que si desapareciera de la faz de la tierra, toda la falange de IOS doctores, cirujanos, obstétricos, farmaceúticos, botica- rios y droguistas, habría menos enfermedades y menos defunciones”. € Ha caido en mis manos un librito del Dr. MEIER. Ag traducido por don Ricardo Santa Cruz para la “distribu- ción gratuita” (Imprenta Universo 1025). Trata de la Si- filis y de su tratamiento con la Fisioterapia o sea la cu- ración “natural”, sin medicamentos. He aquí una parte del prólogo: “Doy al público la presente obrita, para satisfacer es- erúpulos de mi conciencia, como antiguo médico y como hombre... “Ruego al lector, especialmente a los colegas en ejer- cicio de la medicina, suspender todo juicio sobre esta obra, hasta después de estudiarla y meditarla....” A continuación van algunos de los párrafos más im- portantes: SOBRE EL FANTASMA DE LA “REACCION WASSERMANN” Explica el sabio autor, que esta reacción se obtiene mezclando a la sangre una preparación... compuesta de sustancias producidas por bacterios, que se dan como cau- santes de la lúes (sifilis). s La reacción se efectúa “positivamente”, cuando la mez- cla pierde su trasparencia y se hace borrosa y turbia y “negativamente” en caso contrario. “Entre los muchos bacterios señalados como autores de la terrible plaga, figura en primer lugar el Spiroqueto pálido. Pero, últimamente, hay la tendencia de conside- 1ar a este bacterio sólo como un factor accesorio, apa- recido después de que la lúes se produce... “No sólo en la sifilis, sino también en cualquier enfer- medad infecciosa, observamos el mismo fenómeno de la aparición del bacterio con posterioridad a los estigmas o llagas infecciosas. Asií por ejemplo, en la gonorrea, el gonococcus, acusado implacablemente de haber provocado. ci mal, no se presenta sin embargo, sino como un testigo tardió del hecho consumado. “... Acusar al spiroqueto como culpable de la sífilis es algo temerario, y basar un reactivo en la supuesta afi- nidad que existe entre la sangre y los productos de ese bacterio, es una aventura peligrosa. De “Por eso ya empiezan a vacilar los cimientos de la Reacción Wassermann... “El médico jefe del Estado Mayor, Dr. HILLER.... ha hecho el transplante de microbios, sin que la infección se comunicara en forma alguna. Ha llegado a la conclu- sión de aue los microbios son inocentes y se presentan cuando ya la infección ha tenido origen debido a otras causas... “Acaso los microbios... pueden... cumplir una fun- ción útil, atacando al VIRUS de la enfermedad”... La reacción Wassermann, engaña en muchos casos, como por ejemplo: “a) Se produce esta reacción en sangre infeccionada de enfermedades que no son sifilis; “b) Se produce la reacción con sangre de personas ab- solutamente sanas.., “c) Se deja de producir la reacción positiva, en casos de personas completamente contaminadas de sifilis... “d) Hay casos comprobados de personas que carecen de manifestaciones luéticas—habiéndose sometido al trata- miento de Salvarsán y Mercurio—que han contagiado a su conyuge y cuya sangre no reacciona “positivamente”; “e) La sangre de una misma persona, en un 60 % de los casos, examinada en tres laboratorios distintos por medio del reactivo, da resultados diferentes, según lo ha comprabado el Dr. Freudenburg, y también el Dr. Silber. = “£) Cuando el paciente de lúes maligna... se halla intoxicado por inyecciones, o es de constitución muy dé- bil... la reacción positiva no se produce; 8) En casos de Júes suave en enfermos atacados de tabes y paralisis progresiva, nótase la ausencia de la reac- ción positiva; | “h) Produce resultado negativo el examen de la sangre en sifilis aue no alcance más de dos meses de desarrollo: i) Si después de un periodo de descanso y suspensión del tratamiento especifico, se inyecta leche en la sangre del sifilítico, aparece positiva la reacción Wassermann que era negativa....” | “Lo que fluye más lógicamente de la aparición O ausen- cia de reacción en el análisis, es que ello se relaciona cong el estado de vigor y energia defensiva del paciente. Si la reacción se manifiesta, es, probablemente, porque hay comienzo de un proceso o actividad espontanea del orga- nismo en el sentido de su curación natural. Y no debemos por lo tanto inquietarnos al constatar que la reacción po- sitiva se produce. Ello demuestra que las fuerzas defensi- - vas se movilizan, en previsión de un mal, que pudiera, o nó, ser precisamente la sifilis”. | + El autor hace ver que el Mercurio produce al organis- mo, males mayores que la sifilis misma. “El Dr. KLEMENT, médico de fábricas de espejos en Bohemia ha constatado, que los obreros padecían de temblor a los miembros, presentaban manchas, pápulas, escamosas cutáneas, exantemas, inflamación de las muco- sas bucales y de la garganta, úlceras tonsilares, dolor a los huesos; dilatación de los mismos... Manifestaciones to- das estas que aparecen en la sífilis terciaria y que, como se ve, no son producidas por la sifilis sino por el mercu- iO Sigue el autor citando las palabras del Dr. REICH, de eminencia mundial, quien declara que las preparaciones mercuriales, “han destruído más vidas que las enfermeda- des contra las cuales se aplican. El mercurio tiene acción más perniciosa que la propia lúes en la descendencia de 4 sus victimas” (Paréceme, que si hay realmente alguna escuela “cu- rativa” que debiera caer en interdicción, será esta misma, que “sana” una enfermedad para producir otras peores! Y sin embargo, es ella la que hoy en Chile, tiene en in- terdicción a los sistemas que realmente curan, sin hacer daño. Esto se llama en buen castellano, “el ladrón tras del ¡uez”!) | “Los spiroquetos, a más de no coexistir con la apari- ción del contagio, poseeen una resistencia mayor a la de las células del organismo. El Salvarsán los respeta. En - aa j ET El PN =. Jia fa 1 |” = M | Po LE: í r TEE A HA Si > 51 FS cambio, aniquila el organismo. De aquí las parálisis y tabes”... (a). “Las más comunes consecuencias de las inyecciones : son: fiebre, aumento o disminución de las pulsaciones, 3 dolores de cabeza, letargia, ictericia, epilepsia, impotencia, | parálisis, pérdida de la vista, gangrenas etc. y estos sinto- mas son conocidos desde siglos atrás, como propios del envenenamiento con arsénico”. “Los efectos del Salvarsán pueden igualarse a los del mercurio. Ambos extirpan los sintomas visibles, Ello im- porta, no un bien, sino un mal; el mal que entraban el natural desarrollo de la dolencia...” x “El Prof. MENTHBERGER, de la Universidad de Es- F trasburgo, publica hasta el año 1914 (b) 274 casos de muer- r te por el Salvarsán, de los cuales, en 41 no se trataba de sifilis sino de personas aprensivas, que se lo aplicaron por haber leido y oido decir que preserva de ella, siendo ino- cente remedio”. “Es el mercurio un veneno que suele permanecer mi- chos años en el organismo... es insidioso, solapado, aguar- da tiempo para tomar su revancha... Los descendientes del individuo mercurializado son escrofulosos, raquíticos, taberculosos... Se debe a eso la espantable mortalidad in- lantil. “Numerosos son los facultativos que ya empiezan a preocuparse del asunto... han observado que muchos Obreros que antes habían concebido hijos enteramente sa- nos, engendraron hijos enfermos después de algún tiempo de labores en minas mercuriales y fábricas de barómetros | o espejos... Los hijos han resultado invariablemente es- | crofulosos o tuberculosos... “Si solamente los vapores ocasionan, así, consecuencias — : (a) Cuando empezó a emplearse el tal “606”, se pro- E clamó que muchisimos “sanaban” de la sífilis. Pero, se multiplicaron las defunciones por meningitis y otros “pe- quenos accidentes” por el estilo! —A.-H. | ) ; | 0D) Es decir, apenas 4 años después del “descubrimien- to” del llamado remedio.—A. H. OA 5 fatales ¿qué daño no acarreará el metal mismo, directa- mente absorbido?” Agrega el señor Meier, que análogos efectos se produ- cen en los hijos de los tratadados con Salvarsán (arsénico). Y continúa, haciendo ver que la enorme cantidad de in- dividuos quienes creyéndose sanos por quedar disimulados los efectos visibles del mal—siguen infectando a otros se- | res y engendrando hijos de sangre corrompida, constituye un daño inmenso para la posteridad: “TAL -ES LA CLAVE DEL FRACASO DE TANTO ESFUERZO DEL GOBIERNO Y DE LAS ASOCIA- CIONES DE BENEFICENCIA, para extirpar la horrible plaga... - “Tanto el público como los médicos—dice el Dr. GAU- CHER—deben abandonar ilusiones: el ,Salvarsán borra las úlceras, pero no cura la sífilis misma... Hablando del general fanatismo médico en pro de sus, terribles venenos, dice el mismo doctor Meier: “En los planteles de enseñanza médica tiene el alumno ocasión de admirar curaciones prodigiosas, opera- das por el método especifico. Ve llegar a un sifilítico pla- gado de chancros, con el rostro horrorosamente deforma- do. Recibe éste la inyección de mercurio y Salvarsán, y a poco tiempo, como obra de encanto, reaparece con su cu- tis limpio, terso y rozagante. La confianza, la fe ardiente del estudiante en los dioses Mercurio y Salvarsán, ya se arraiga en él para siempre. Sabemos por experiencia per- sonal, este efecto que produce lá enseñanza Universitaria, y tarea pesada ha sido para nosotros la de sacudir el pre- juicio universitario”. Entre muchos otros casos ilustrativos de la diferencia entre la Rutina y la verdadera Ciencia, cita el autor el si- guiente: “Un sifilitico, oficial de ejército, se somete por cerca de un año al tratamiento mercurial, hasta que sus miembros se paralizan poco a poco: marcha y se mueve con dificul- tad, sufre temblor general del cuerpo. A cada inyección, su estado empeora. “Una junta de médicos le suspende el mercurio, reem- rlazándolo por arsénico. Este metal a los pocos días le ori- Maa A k M © afian d JUAN JAMETTE FAURE padre de familia ultimado en la plenitud de la vida por el «sabio» deudor del Fisco, Dr. Atria, (véase pájina 40). E Me o — 96 — 1i Ei. gina serias perturbaciones de la vista. Un oculista esta- blece el daño del arsénico, y se le suprime. Se le re- ceta yodo, pero el paciente (a quien por suerte, al fin se le. acabó la paciencia! —A. H.) desesperado de los especifi- cos, recurre a la Fisioterapia y sana en tres meses”. “Por felicidad... ya las víctimas, cada día más nume- rosas... comienzan a tener vislumbres de que el verdadero flagelo que las azota, mo es la sífilis, sino la medicación contra la sífilis... 3 “Hay síntomas alentadoras de esta reacción de la con- ciencia pública. La Asamblea Nacional de Prusia, por el- voto unánime de sus miembros, adoptó el acuerdo de exi- vir al Gobierno la creación de cátedras Universitarias des- tinadas a enseñar la Fisioterapia. E -“El Gobierno sancionó este acuerdo. Instituyó en Ber- in la primera cátedra del ramo. La tomó a su cargo el eminente Prof. Dr. 'SCHOENIBERGER... Asisten a él, médicos y profesores, nacionales y extranjeros... G “También la Universidad de Jena, implantó esta cåte- dra, a cargo del conocido médico. Prof. Dr. EMIL KLEIN. “Otras Universidades han implantado o están próximos a implantar la misma asignatura, a. F + E i JU “La aurora de un nuevo día, se anuncia para la Huma- nidad...” UN pr — “Pero, si ha de llegar pronto ese nuevo día, a salvar nuestra espléndida Raza Chilena, antes que siga más ade- lente su rápida degeneración, será preciso OBRAR. Nómbrese una comisión IMPARCIAL, compuesta de personas pertenecientes a cualesquiera de las clases socia- les, con tal de que sean ciudadanos de espíritu tranquilo, sin vinculaciones que pudieran entrabarles en su tarea, la cual sería: pedir y examinar datos, tanto de las nuevas escuelas como de la antigua, (ya que no se trata de ir con- tra nadie, sino de hacer absoluta luz y justicia); visitar los Estados Unidos y los principales países de Europa; comu- nicarse con los representantes de las nuevas y las viejas tendencias, tanto en favor como en contra de las diversas | e del A Fi 0 5 dl A E EAEN . a i a ER UPN pai Pi a prei 40 ; TOE “profilaxias” u otros medios que hasta hoy se han emplea- do, tanto para la curación de enfermos como para el alejamiento de las causas de las enfermedades. Hágase esto en forma abierta y honrada—si es que pa- i ra ello hay cerebros y corazones en Chile—y procédase en seguida a reorganizar, sin contemplaciones, nuestras leyes y prácticas sanitarias, y GARANTIZO so pena de que se me condene a prisión perpétua; que el resultado será LA SALVACION DE 20 a so MIL CHILE- NOS QUE PERECEN ANUALMENTE, por faltar a nuestros dirigentes el conocimiento de hechos prácticos y positivos que—si quieren—pueden fácilmente proporcio- narse en esa forma. ALFREDO HELSBY. J A MAYOR ABUNDAMIENTO ¿Qué diria el lector de un sistema curativo que es capaz de sanar a un ciego en cinco minutos? Cuando estuve en Nueva York, hacia gira por Estados Unidos un ex-oficial del ejército inglés, dando conferen- cias sobre la Gran Guerra. Estaba totalmente ciego, efecto —como se creia—del shell-shock (“choque nervioso”, por resultado de la terrible detonación de los grandes explo- sivos). Alguien lo llevó donde un médico Osteópata. Este lo hace pararse delante, vuelta la espalda y le pide que se saque el cuello. En seguida empieza a aplicarle ciertas manipulaciones por la región superior de la espina dorsal y en cinco minutos—y talvez menos—el paciente lanza un grito: “¡ya veo luz... empiezo a ver claro...” Y eso fué todo... (a). , , Hará unos dos años daba cuenta el cable de una cura- ción sensacional efectuada en la persona del Infante Jaime (a). Pidase datos al Dr. Alejandro Smith. 300, W. 101 St, Nueva York. Fri Ez — g= pet [RAS yz "Y a de wa k ] pi e E hs rE A » EN q i 3 de Borbón, por un médico inglés, después de haberse de- clarado impotentes los grandes especialistas de España e Inglaterra. Ese médico era el Dr. JOHNSTON MAY, quien acaba de estar de paso en Valparaiso, donde realizó ó otra curación notable—la del hijito de un conocido c ai merciante inglés de ese puerto. Se trataba de una afección misteriosa a las piernas, que algunos facultativos habian diagnosticado como parálisis infantil. El niño desde nene, sin “poder manejar les piernecitas andaba con suma dificul- tad, con el piecito izquierdo, torcido hacia dentro y cor un frío glacial a toda esa parte del cuerpo. Todo el dinero gastado en médico había sido inútil. El Dr. MAY, con dos tratamientos de unos cuantos minutos, lo ha dejado per- fectamente sano y normal. Otro caso curioso: A mediados del siglo pasado vivia en Buda-Pest un matrimonio de apellido PECZELY, cuyo hijito, de once años de edad, jugaba diariamente con un chuncho, regalon- cito de la casa. Cierto día, en medio de esas travesuras, el chuncho le encarna las garras en la palma de la mano. A los gritos del muchacho acude todo el mundo, pero ed avecita—presa de una extraña tensión nerviosa—no atinae ba a desprenderse y hubo que cortarle la pata. Junto con- n lanzar el chuncho su grito de dolor, se vió aparecer, en cierto punto del ojo, una pequeña mancha blanquisca. EL. De este fenómeno conservó siempre un vivo recuerdo el niño y más tarde, al recibirse de médico, empezó a estu- diar las alteraciones aparecidas en el iris del ojo, en su - relación con las lesiones de los miembros u órganos del a cuerpo. Asi pudo constatar el Dr. Peczely, que cualquier Ee | herida o alteración morbosa, al producirse en cualquier. parte del cuerpo, registraba su infalible señal en'un sitio correspondiente dentro del iris y de este modo 'nació la moderna ciencia de la Iridología o sea, el Diagnóstico por el examen del Iris. { i =. Ahí tendrían los señores comisionados, otro punto inte- resantísimo que investigar, a fin de que se enseñe, en la Universidad del Estado, este sistema de diagnosticar. Se- gún los entendidos, es maravilloso, pues no sólo se lee ahí las enfermedades que actualmente sufre el sujeto, sino también las que ha tenido, las operaciones que le han hecho y aun los envenenamientos por las drogas A BoC, de modo que al adoptarse por nuestros médicos, va a ser una gran ayuda para convencerles del inmenso daño que se hace recetando esas drogas. Don ARNOLDO HENZI—uno de los más distingui- dos miembros de la colonia suiza en Chile—ha estado practicando desde años en Valdivia, y desde el año pasado en Santiago, este utilisimo sistema de diagnóstico y reali- zando con ello, ayudado de sencillos medios Naturistas, curaciones verdaderamente sensacionales. Entre otras re- cuerdo la de una señora Van G., quien había sufrido más de 30 años una dolencia misteriosa, con terribles dolores de cabeza todos los días. Unos cuantos minutos de exa- men con un buen lente, bastaron para precisarle el origen del mal, y en un par de meses, quedó buena y sana, des- pués de haber dejado inútilmente su fortuna en manos de un sinnúmero de médicos titulados. En Octubre del año pasado, en el Hospital de San Juan de Dios, el señor Henzi practicó en presencia de un grupo de médicos, el diagnóstico de toda una sala de en- fermos de afecciones pulmonares. Estas habían sido diag- nosticadas por medio de la radiografía, sistema que en esas enfermedades asegura un resultado mil veces más cierto que el que se obtiene en la mayoría de los diagnósticos. Sin embargo el examen del Iris resultó ser aun más exac- to pues en el único enfermo en que el señor Henzi estuvo en desacuerdo con los médicos, se comprobó al día si- guiente, que era él quien tenía la razón. Entiendo que el señor Henzi contempla, en breve, abrir cursos, para la enseñanza de tan espléndido método de diagnosticar las enfermedades (a). (a) Si es que no lo hacen salir de Chile, como ha pro- metido hacerlo la “Dirección de Sanidad”! Ese mismo señor F. G., era en un tiempo gran adicto a la Aspirina y fanático propagador de la Vacuna. Hoy dia, declara que de todos los venenos que se ingieren, hay dos cuyos estragos se manifiestan del modo más indiscu- tible y mås alarmante: la Aspirina, y la Vacuna! j Este certero sistema de diagnostican por el Iris, que se enseña hoy en diversas Univrsidades y Colegios l Médicos de Europa, podría perfectamente incorporarse a nuestro. “curso de medicina”, si nuestros gobernantes se dieran un poco de molestia en la fácil comprobación de los hechos. (¿Habrá entre ellos quien quiera incomodarse...?) Tengo a la vista una cantidad de certificados, de rapi- das y eficaces curaciones de “desahuciados” efectuadas por el Sr. Henzi—entre ellas la de un caso de Asma “incu- rable”, sanada en unas pocas semanas. Pero, si persiste en “su presente forma el “Código. Long”, estas benéficas curaciones tendrán que cesar. Ya el “delicuente” ha sido obligado a pagar el máximo de la multa (mil pesos) con amenaza de no cesar la implacable | persecución, hasta hacer salir del país a este “CHARI A- TAN”. | En general, los profesionales de cualquier categoria, es- tán obligados a aportar a quien los ocupa, algún servicio positivo, antes de poder exigir la correspondiente remune- ración. El jardinero, el plomero, el ingeniero, el arquitec- to, el artista-pintor o escultor etc., si no llenan este esen- cial requisito, “peor para ellos”, que bien se cuida el clien- te de no quedar perjudicado. Pero, en llegando a los se- ñores médicos-cirujanos, tenemos otra norma: quien co- rre todos los albures, es ¡el cliente! | Si a Juanito lo estaban medicinando por acné, conjun- tivitis o HIPOCONDRIASIS, y en lo mejor muere de meningitis, el sabio hechor, dirige dulcemente la palabra a la desolada madre: “Señora, éste ha sido un caso fata- listmo. Ya va Ud. qué bien seguía el niño, cuando le vino de lo alto aquel misterioso acceso de SATIRIASTS FU- RIBUNDA con su obligado corolario de la fatal PHLEG- MASIA ALBA DOLENS INOPERATIL complicada 4, — 101 — con OSTEOARTROPATIA HYPERTROPHIANTE PNEUMICA y más aun, aquella formidable HIPERCHI- FLITIS INCURABILIS E TORE cona inadas embestidas resultan impotentes, como ''d, sa- solo el excelso PARAOXIPHENIL ALPHA-AMI]- DO PROPIONICO, sino aun el glorioso DICHLORH Y- DRATIOXIDIAMICOARSENOBENZOL y demás estu- pendos recursos de nuestra sin igual ciencia!... Calma, re- signación,Dios mandará otro... en fin, vaya Ud. arreglan- do su cuentecita, que lo demás, ya lo arreglara la divina providencia...” (a). Con tan “cientificos” recursos para dejar siempre con- forme y lleno de ardiente fe al distinguido cliente, ios se- ñores profesionales de la Medicina tienen sin duda, sobrado derecho de enguirse ufanos mil leguas por sobre la: men- guadas cabezas de aquella humilde población de “buenos y malos ladrones” que—según el inmortal Ricardo Palma— embaucaban al confiado forastero con “arte de birlibir- loque y polvos de pirlimpimpim”. Lo dudoso es, que sus brillantes triunfos de nomenclatura, les den derecho para insultar, así, de “¡charlatán!” al que, no pudiendo talvez competir con ellos en un concurso de entrincadas y rim- bombantes altisonancias de polisiláabica geringonza tecni- cológica—degeneradas del latín o del griego—en cambio, sabe establecer la efectividad de sus servicios, mediante la muda elocuencia de los hechos positivos. Recordando todavía que, aun con la más perfecta buena fé de parte de los señores diplomados—como seguramen- te las más veces subsiste—y con “curación a la vista”, siempre esas “curaciones”, si fueron hechas realmente por su toxicológica escuela “alopática” y no acudiendo a algún revolucionario” método desintoxicante, son fatalmente en- gañosas y peor que' engañosas, perjudiciales, cuando no (a) Norma profesional, reconocida y aplaudida por el Dr. Juan Serapio Lois (véase pág. 31): Cuando la cosa va mal, “ILUSTRAR” al confiado cliente con palabras engañosas, hasta dejarlo convencido, resignado y muy conforme! ¡CHARLATANTSMO, confeso y jactante!...— fatales—constituyendo así en el hecho, una verdadera y macabra estafa! ME. De ello, he dado ya abundantes ejemplos y aquí va otro, típico: una señora que acude a un respetabilísimo fa- 7 cultativo de esta capital, por su reumatismo. Suprimidos - los dolores, sufre una grave afección cardíaca, Alguien le advierte que esa enfermedad al corazón, es resultado re- conocido de la droga recetada, y ella vuelve donde el mé- dico, a echárselo en cara. Este le contesta, altaneramente: “Qué viene a quejarse Ud... ¿que no la sané de su reuma- tismo ?” q Y murio... 2 (Ya que ese “hombre de ciencia” no habrá respondido - ante la ley por este verdadero acto de homicidio ¿se habrá - acordado siquiera de devolver a quien corresponda, el di- nero recibido en pago de un “servicio” que resultó ser el más fatal de las traiciones?) a desbandar en Chile, como ya desde tiempo va pasando er las avanzadas naciones y cada vez en mayor escala, según su grado de cultura. } Basta de venenos!... De ahí el bellisimo recurso de la “medicina compulsiva”, ideado en buena hora por estos altruistas caballeros—con el laudable propósito de no quedar cesantes—y que sin du- da, nos abre los más halagieños y pintorescos horizontes; pues por este hermoso camino, nos encajan mañana “an par de cápsulas al acostarnos y un lavado interno al ama- necer”. Y surge a la mente en forma conmovedora, la idílica visión matutina, de unas encantadoras damas—gra- ciosas cooperadoras a la higiénica obra—convenientemente armadas y en tenaz persecución de un grupo de ingratos: recalcitrantes; tiernamente solicitas, delicadamente insis- tentes... o bien—en casos extremos—invocando heróica- mente la eficaz ayuda de un par de fornidos carabineros, quienes hacen rápidamente desaparecer todo obstáculo a Hermosos horizontes que ofrece la Medicina compulsiva. = 104 fin de que ni uno solo de esos mal agradecidos, se asc sin recibir los necesarios beneficios del no ofrecimiento.. EL VACCINATION INQUIRER de Londres, No- viembre 1917, publica declaraciones del Prof CARLO RUATIA de Perugia (Italia) relatando que la epidemia del 88 al go, mató en Sicilia 14,168 variolosos. La única ciudad. que escapó fué Terranova, donde su discípulo el Dr. RA- NIOLO, en vez de vacunar, aislaba cuidadosamente los casos producidos. “Durante esos 3 años, dice, observó 19 casos, todos los cuales dejó aislados y... asunto terminado. El pueblo se halla rodeado de las comunas de Vittoria, Scoglitti, Maz- zarino, Niscemi—todas las cuales fueron diezmadas por el flagelo. En Vittoria hubo 2,100 defunciones en un total - de 26 mil vivos. Si en vez de ese verdadero furor de “va- cunación y revacunación”, se hubiese practicado el mismo método, sencillo y eficaz, aislando los primeros casos im- portados del Continente, la epidemia no se habría produ- cido: se habría salvado 14 mil vidas! “En todas partes del mundo, se ha visto la misma cosa. En Inglaterra, Alemania, Austria, no ha sido la vacuna la que ha acabado con el flagelo, ha sido la verdadera cien- cia—sencilla, práctica, que no ataca a nadie—y no el ciego fanatismo de la Rutina. “Lo mismo pasa con la llamada nosulación “anti- rábica”. En Italia, antes de instalar los tales “institutos preventivos”, morían anualmente unos 40 hidrófobos. Al introducirse ese tratamiento, el número subió inmediata- mente a más del doble. En Inglaterra, sin el sérum, no ha habido, desde 1888 hasta la fecha, ni una sola defunción por hidrofobia. “Nuestros llamados Institutos “Anti-rábicos”, no han hecho sino lo que—en mayor escala—han hecho los Ins- titutos de Vacuna “Anti-variólica”: en vez de extirpar el r J mal, han agregado otro azote más”. s Desde 1922 para adelante, las defunciones en este pais de clima privilegiado, han superado a los nacimientos, de modo que según decia un diario de esta capital; Marcha- mos hacia la despoblación! La causa no lo ha señalado nadie. Se ha hablado sabia- mente sobre “los vicios del pueblo”, “la ignorancia de las madres etc.” Sin embargo, estos factores ya existian, y no impidieron que en los anteriores 50 años, nuestra po- blación avanzara de dos a cuatro millones. Es preciso bus- car, pues, otra causa—algún factor nuevo, que ha prece- dido inmediatamente a ese fenómeno. Y ¿qué otra causa, así, repentina y fulminante, podrá señalarse, sino aquel salvaje vacunazo de que todos fueron víctimas, en ese año de 1921, para debilitar los organismos y fomentar todas las predisposiciones mórbidas de los habitantes? ¡Ah!... Meditelo bien el lector, y talvez'com- prenderá por qué el que escribe en Octubre de 1921, decia a los amigos: “Ojo a la cifra de la mortalidad: durante algunos años, la morbosidad y la mortalidad en Chile, su- birán de un modo espantoso!” “El que envenena la sangre, envenena la vida!” Hace años, tuve en Valparaiso la honra de conocer al doctor Alfonso Klickmann—simpática persona, (O. E. P. D.)... Este caballero era Antivacunista, es decir, que se reía de las pretendidas virtudes de la llamada “Vacuna Anti-variólica”. Pero no se atrevía a hacer una propa- ganda activa... ‘i En cambio, tenia un primo—don Jorge Klickmann— quien “no tenía pelo en la lengua” para hablar todo aque- llo que al señor doctor se le quedaba discretamente “en el tintero”, Fué don Jorge quien primero me advirtió que la tal vacuna, si era preventivo, lo sería contra la buena salud, pero no contra la viruela, ni otra enfermedad cual- quiera. = Las palabras del señor Klickmann me extrañaron y me puse entonces a buscar todos los datos posibles, tanto "ad ' a 4 i he ji aw em A mi — a ` bei o Y a Pre, — 106 — RS DA a en favor de la vacuna como en contra, resuelto a no aban- donar la investigación mientras no viera claro. Esto su cedia en el año del 93 y sólo después de tres largos años- es decir, en 1896, me atreví ya a pronunciarme pública mente exponiendo, en el seno de la Sociedad Científica de Valparaiso, los terribles cargos que hacen hoy las prime- ras eminencias cientificas del mundo, contra la vacuna. De ahi surgió un largo debate con el Dr. Luis Asta- Buruaga ;a (a opena de la enérgica protesta del Dr. Manterola, quien llegó hasta pedir al Presidente, fuera su- primida en el acta de la sesión, toda mención de haberse leido en ella, algún trabajo contrario a la Vacuna). Terminada la polémica (que duró de Septiembre a Di- ciembre del 96) el doctor Asta-Buruaga—derrotado y si- lenciado ya por el cúmulo de hechos y documentaciones. que existen en contra de las pretensiones vacunistas— confesó ingénuamente la derrota, diciendo que “el colega ` Manterola “había tenido justísima razón” y que con estas discusiones se hacia mucho, pero muchisimo daño!.. : En este trance, los señores “colegas”, haciendo política, echaron abajo la Sociedad y así consiguieron que jamás apareciesen los “Boletines” de esas últimas sesiones. Y Menos éxito tuvieron posteriormente ante la Dirección de El Heraldo, donde yo empecé publicando mis “Refu- taciones al Dr. Asta-Buruaga” y este caballero requerido desde Santiago por el Dr. Adolfo 'Murillo—al fin entregó sus artículos y de este modo pudo publicarse el texto completo de la polémica, que los curiosos podrán consul- tar en la Biblioteca Nacional (Heraldo de Valparaiso, se- gundo semestre de 1897), artículos encabezados “Sociedad Científica de Valparaíso). Ojalá alguno de nuestros señores Congresales se mo- lestara dedicando siquiera un ratito “de cuando en cuan- do” al axamen de esa polémica, para convencerse de la: ninguna base en que descansa la creencia vacunista y de los tremendos y contundentes datos contrarios, datos cor los cuales he dejado igualmente silenciados a todos los demás sostenedores de esa creencia, cuyas defensas de la vacuna se me haya permitido comentar por la prensa pública, a saber: NE Dr. Octavio Maira.—Trabajo leido el Domingo 7 de Noviembre de 1897 en la Escuela Francisco Arriarán y re- futado, con documentaciones de primera fuente, en La “Tarde del y del mismo mes. | Dr. Juan Serapio Lois.—Dos artículos dedicados al que escribe y mis dos contestaciones, (La Ley y El Porvenir, 28 de Febrero 1898 para adelante). Dr. Ricardo Cannon.—Polémica en el Semanario inglés WESTERN COURIER, de Valparaiso, fines de 1905. Dr. Carlos Ibar.—Trabajo leido en la Asociación de Educación Nacional, refutado punto por punto en mi obra Contra la Vacunación Obligatoria (Capítulo “Ensueños”) donde en vano ofrezco al señor Ibar mil pesos a favor de cualquier caridad si logra tacharme la absoluta autentici das de mis documentos de primera fuente, traidos de Inglaterra. ¡Dr. Federico Puga Borne.—Trabajo leido en la Socie- dad Cientifica de Chile el 6 de Marzo de 1922 y refutado hasta silenciarlo, en varias conferencias dadas en el seno de la misma Sociedad, como detallado más atrás. En esta ocasión, los señores vacunistas obraron en la mis- ma forma como en la Sociedad Científica de Valparaíso, declarando, escarmentados — al reorganizar la Sociedad a su modo — que “no permitirían las discusiones sectarias” (es decir, discusiones que vayan contra lo establecido). Así, en ruda lucha desde 1896, con polémicas, artículos por la prensa, entrevistas con los señores parlamentarios etc., se pudo contener el peligro y postergar durante 22 largos años la imposición obligatoria. Si hubiera siempre tenido tribuna libre creo que esa imposición atentatoria, no se habría hecho. Pero en 1905 la Sociedad Médica envió una circular a los diarios, suplicando que en esas valiosas columnas “no se permitiera cuestionar sobre ése dogma científico de la vacuna” (textual). Y los diarios, accedieron... y asi—impuesta la morda- za— quedó despejado el camino para imponer por la fuer- Ej AUS za, lo que jamás se pudo imponer por la razón. (Y me atrevo a creer que es ésta una interpretación errada de - muestro lema nacional, pues no me es concebible pensar, que la verdadera CIENCIA, haya necesitado jamás vivir de tapujos, ni que la verdadera misión de la prensa, sea la de sofocar la libre ventilación de asuntos de palpitante importancia para el bienestar nacional). En fin, después de 21 largos años, si se vuelve a permi- tir la íranca discusión, tengo la confianza de que ya empe- zarán nuestros hombres públicos y dedicarle un poco de estudio al pro y contra de esta cuestión, pues que los hechos contrarios a la doctrina vacunista, son ten irrefu- tados como irrefutables. Naturalmente, si siguen interro- gando únicamente a una de las partes, ¿qué quiere Ud.? Al mostrar a don Darío Urzúa en los pasillos de las Cámaras (1905) la obra del excelso Russel Wallace contra la vacuna (existente en los estantes de esa Biblioteca del Congreso!) me decía ese caballero: “Esto es muy impor- tante señor, porque los médicos nos habían asegurado que “la Ciencia era unánime” en su aprobación de la vacu- na. (a). | Esto no es serio. Aun declaro yo por mi parte, que la verdadera unani- midad está por el lado de los Antivacunistas! y lo digo por la siguiente sencilla razón: que la simple mayoría aritmética, nada dice en favor de una tesis inculcada doc- trinariamente a todos los alumnos, cuya “opinión” al par- ticular no es entonces opinión propiamente dicho, sino un reflejo—una impresión mimeográfica—de la opinión del individuo o grupo que preparó esos textos. La única “ma- yoria” atendible en estos casos, es más bien la de los (a) Consulten también nuestros congresales ¡por pie- dad! el magistral trabajo “VACCINATION” en la 9.2. Edición de la Enciclopedia Británica, que también tienen ahí, a la mano en los mismos estantes esos... — 109 — convertidos—los que, pasando esa tesis por el tamiz de la razón, han debido pasarse del “si” al “no” o viceversa. Esa es ya una verdadera opinión, esos son los votos que pesan. y Y en esta cuestión vacuna existe precisamente a este respecto un hecho curioso, y por demás elocuente: que no sólo la mayoría sino la obsoluta unanimidad de esos “votos que pesan”, está por el lado de los enemigos de la vacuna. Existiendo miles de doctores que después de creer firmemente en la llamada “profilaxia”, la combaten hoy con energía, no se conoce un sólo caso de algún hombre de ciencia que, habiendo opinado en contra de ella, se le haya podido convencer, por medio de un sólo hecho comprobatorio, de las supuestas virtudes de la rutina de Jenner! La verdadera unanimidad—la unanimidad de los con- vertidos, pertenece pues al Antivacunismo! Que aun estemos “en minoría”, respecto a los que continuan “creyendo”, no quiere decir nada. Se ha dicho que “las minorias tienen siempre la ra- zón;” y aunque esa es una exageración, no es exageración declarar, que todo progreso ha partido siempre de las mi- norías. Negarle oido a las minorías, es pues un error gravisi- mo, es la negación de todo progreso! Las minorías tienen el sagrado derecho de ser oídas, y más en un asunto de tan vital importancia como es el de la salud y la vida de millones de semejantes. Advirtiendo que a esa minoría de estudiosos que re- chazan y condenan la vacuna como un error funesto, se hallan hombres del calibre de Alejandro Humboldt Heriberto Spéncer, el sabio Alfredo Russel Wallace, los doctores Creighton y Crookshank (respectivamente el pri- mer epidemiólogo y el primer bacteriólogo de Inglaterra), el Dr. STAMM (Presidente de la Sociedad Etiológica de Berlín), los doctores FARR Y PEARCE (ambos a su tur- no Jefes Supremos de la Estadística Demográfica de In- glaterra) el Dr. KOLB, (Miebro Extraordinario de la Co- misión Central Estadística de Baviera), el Prof. VOGT (Jefe Supremo de la Estadística Demográfica de la Suiza), — 10 los doctores Raspail, Boucher, Lutaud, el Dr. Bagueira Leal (Médico Jefe del Ejército del Brasil), Dr. GUERRE- - RO VIDAL (Catedrático de la Universidad de Madrid). - Dr. CARLO RUATA (Catedrático de la Universidad de Perugia) fuera de miles de otros doctores menos renom- brados (a) pero que—habiendo investigado en forma inde- pendiente esta cuestion—valen más como votos, que toda esa compacta mayoría ficticia, de quienes no han tenido - la inteligencia—o el tiempo—para salirse del estrecho mar- co de sus libros de colegio. SN Esas no son opiniones desatendibles. ÉR La INVESTIGACION se impone. 2 El parecer de los hacendados, respecto a las vacunas “preventivas” en los animales, lo he encontrado suma- mente dividido. Hay grandes creyentes, otros creyentes “a medias” y otros tantos, que se ríen de las tales “inmuni- zaciones”. > He aquí dos ejemplos extremos: A A.—Cierto agricultor no había querido vacunar, y no - perdió un solo animal, en tanto los del vecino—todos va- cunados—murieron “casi todos”. k. B.—Otro, después de perder gran cantidad de ganado, hace vacunar a los demás, y éstos “quedaron librados de | la epidemia”, e: + ¿3 Estos dos ejemplos—en apariencia tan contradictorios —se los explica fácilmente el Antivacunista, suponiendo i que en el primero se empezó a vacunar al comienzo de la epidemia (¡y no sé hizo más que azuzarla!) mientras en el segundo, la epidemia ya había atacado a todos los ani- males “suceptibles”, y lo mismo habría cesado, sin esa vacunación. Porque siempre las olas epidémicas han te- nido su alza y su baja, aun antes de inventarse ese proce- (a) Ya en el Consejo Central de Higiene de Alemania, — hay por lo menos seis doctores declaradamente Antivacu-= . nistas. (25). : A ed jens 2d AS ATEN „= PARA ra r: a a Niñito de Elvira Morales «hecho una llaga» por la vacuna, lo mismo la hermanita. (Curados con «inyecciones» etc., los he visto morir a pausa de enfermdades ya internas y misteriosas, {que tuvieron a los «sabios» en completo desacuerdo). Véase mi obra «Contra la Vacunación Obligatoria», págiva 5. A dimiento y ¿qué prueba tenemos entonces, de que hoy, al venir esa baja en la época de la vacunación, ha de ser necesariamente por Obra y gracia de ésta? $ Los inteligentes naturales del Africa Central, tienen un medio eficacisimo para combatir los eclipses. Los “hombres de medicina” se ponen en campaña. Hacen quemar ciertas sustancias que despiden su hedor repugnante; lanzan al cielo, flechas, palos y pedradas; baten formidables bombos; hacen sonar agudos pitos y roncas bocinas, y en fin, arman tal escándalo, que huye despavorido, ese Dios-demonio, que quiso devorar al be- néfico dios de la luz... (Es un hecho incontestable, que jamás eclipse alguno, ha podido resistir a tan enérgicas medidas.) Un detalle curioso: que en estas vacunaciones de ani- males, se advierte siempre ai respetable dueño, que esos cuadrúpedos bien pueden enfermar y morir, dentro del pri- mer par de semanas de vacunados; pero, si resisten a este primer período, quedan ya “inmunizados”. Quien acepte sin pestañar, esta valiente perogrullada, queda de hecho obligado a creerme también a mi, si ma- ñana se me ocurre la peregrina idea de inocular a todo el mundo la Fiebre Amarilla, a pretexto de combatir la Fie- bre Amarilla! l En efecto, me sería muy fácil establecer-los inmensos “beneficios” de esa estafa, con sólo estipular, que “Jos ca- sos producidos durante las primeras dos semanas, “no los vamos a contar!” Pues es evidente, que los individuos aptos para contraer la epidemia, la desarrollarían en se- guida dentro de ese período y los que nó, era por hallarse entonces inaptos para ello (como pasa con la mayoría, en todas las infecciones, sobre todo si se toma la precaución de atenuar el virus). Sin embargo, las apariencias serían muy convincentes, Porque esas víctimas—pocas o mu- chas—de la misma inoculación, quedarían señaladas como pruebas de que “la vacuna vino tarde” para protegerlas; mientras los sobrevivientes (que en realidad lo eran por inmunidad natural) al tener después contacto con la in- fección y no enfermar, se sañalarian como pruebas paten- tes de su “eficaz inmunización”! Esta pueril estipulación del “primer par de semanas” durante las cuales “no vamos a culpar a las vacunas” por los casos producidos, constituye pues el quid de toda la lucrativa maroma y no estará demás echar una ojeada al origen de tan ingeniosa hipótesis. Hélo aqui: EL MILAGRO DE LOS “r4 DIAS...” Cuando, a mediados del siglo pasado, se hizo moda ino- cular viruela humana a las vacas—para producir una plau- sible imitación de la “linfa pura, animal” y asi mantener contento al respetable público—se produjo con esa linfa, tantos casos de franca viruela, que a veces éstos consti- tuían una verdadera epidemia! (CREIGHTON : Enciclop. Brit, g.a Edición). Entonces recurrieron a “una mayor atenuación”, pasando el virus por el cuerpo de tres ani- males, antes de emplearlo en el hombre. Sin embargo, siempre se ha seguido produciendo cierto número de casos —y casos fatales—de viruela, a veces a los vacunados mis- mos, a veces a los no vacunados, contagiados por esos fo- cos ambulantes de infección variólica; motivo por el cual esa práctica fué condenada por la Comisión Médica de Llyons (25) como franca azuzadora de epidemias, mien- tras el Dr. STAMM—Presidente de la Soc. Méd. Etioló- gica de Berlin—declara (*) que esa práctica debiera casti- garse como un crimen y finalmente el Dr. Long, en el único punto luminoso de su flamante Código “Sanitario”, dispone que no será lícito inocular ese virus variólico al ser humano “ni directa ni indirectamente”. (Art. 145) _ Asi ese “Cowpox” falsificado—el mismo que se impuso violentamente a todo el mundo en 1921—va pasando de moda hasta prohibirse su uso como un delito! Pero, mien- tras la moda duraba, era preciso “explicar cientificamente” los frecuentes casos de franca viruela a raíz de la vacuna- (*) KRRANKHEITEN-VERNICHTUNGSLEHRE., pág. 493 para adelante. "TEF i a 9S Y E þa = ia ÓN . e Ta YI ua ar a ia 4 . E y Po Y ar A pa RE- — ELA Es m ¿ LM A AN E = an ción y para ello los vacunistas idearon la ingeniosa dis- culpa, de que esos casos habian recibido ya anteriormente el “germen” de la viruela, el cual estaría desarrollando su virulencia dentro del cuerpo, y que entonces el precioso “preservativo” no alcanzó a preservar, porque el enemigo ya le había “ganado la delantera”. o Esto, imaginarlo, suponerlo y creerlo a pie juntillas, todo fué uno. Se hizo costumbre declarar, doctoraimente, ji que “el germen variólico, introducido al organismo, nece- sita de un periodo de 13 a 14 dias de incubación, antes de producir efecto apreciable alguno”. za ¡Pura fantasia!... Luis XV de Francia, muerto de vi- ruela, atrapó el contagio menos de 20 horas antes de en- fermar y creo que no haya quien no conozca casos iguales, ay como fué el del viajero inglés don 5. N., cuyo compañero de cama—en una posada donde el dueño, después de mu- chas insistencias, consintió en cederles “la única cama dis- ponible”—enfermó a la noche siguiente, y AnS se supo que en esa cama había dormido un varioloso.. H Cuando el Dr. MAITLAND hizo su primer experimen- N to en Inglaterra de inocular la viruela (¡¡como preserva- tivo!!) lo hizo con seis criminales facilitados por la Auto- 3 ridad. Y cuando vió que pasaron 48 horas sin que “pren- diera”, se lanzó en busca de un virus que no fuera inerte y esta vez, se produjo la erupción al día siguiente. Y du- rante todo ese sigloXVIII, en que persistió esa desca- bellada práctica, jamás se soñó en el tal “periodo de incuba- ción”, pues esa viruela inoculada, “brotaba” siempre en el mismo número de horas que hoy la vacuna. Del proceso paralelo de una y otra inoculación, publiqué fotografias— tomadas del BRITISH MED. JOURNAL de 23 de Mayo 1896, en mi obra Refutación al Dr. Ibar, donde ofrezco mil pesos a favor de cualquier caridad, si algún médico me logra tachar la obsoluta autencidad de ese documento re- velador. a Naturalmente, nunca lo imtentaron... Pero, siguieron —y seguiráan—con el mismo inocente estribillo, ya que sólo así atinan a explicarse los hechos, de acuerdo con su obsesión fija... pues esos casos de viruela producidos por la misma vacuna, han sido a menudo tan frecuentes, que ” — 115 — han hecho necesaria alguna ingeniosa “explicación”, que venga a salvar el prestigio de su “ciencia”. En la serie de “Ordenes a los Comandantes de Cuerpos de Carabineros” que hizo publicar el Ministerio en los diarios (Octubre 1921), esto trasluce claramente. “Hay que hacer ver al pueblo—se decia—que ésto no es la misma peste y que esos casos (producidos al yacu- narse) son porque el germen de la enfermedad ya estaba dentro, en estado de incubación”. ( Y de este modo el inteligente pueblo—“felizmente ilus- trado” a la Juan Serapio Lois (véase pág. 31)—supo atri- buir los efectos contraproducentes del precioso preserva- tivo a “otra causa distinta”, viendo, con ojo de obediente sugestión, ese temible bicho “engendrador” de la viruela (¡jamás descubierto!) dentro del cuerpo del futuro vario- loso, donde pasaba por las diversas etapas de su miste- riosa “incubación”, adquiriendo cada día un aspecto más feroz hasta quedar tan guapo, que desafiara, nefastamente, la misión salvadora (?) de ese mismo “virus variólico”, que hoy día se declara “no ser lícito inocular al ser huma- no, ni directa ni indirectamente”! ¡Qué “RAYOS XK” ni qué nada! ... En el año de 1893, inicióse en Leicester, Inglaterra, una célebre encuesta, provocada por un grupo de 30 mé- dicos, con el fin de mantener el prestigio de la vacuna, desvaneciendo los cargos que le hacian sus enemigos. Con este objeto, se acordó enviar a los colegas, repar- tidos en toda la nación, una carta-circular, conteniendo diversas preguntas, sobre los resultados que habían expe- rimentado dichos colegas, como fruto de la vacuna, Entre estas preguntas había la siguiente: ¿qué enfer- medades ha visto Ud. producidas, o transmitidas, o re- agravadas por la vacuna? Las respuestas que fueron recibidas, establecen la cul- pabilidad de la llamada “inocente operación” de la vacuna, respecto a más de cuarenta enfermedades, entre las cuales se hallan la sífilis, cáncer, escrófula, eczema, erisipela, eri- Y = — e. P ' a 1 e KEA TASE Fi i F ' dl: aCe s nE e A : Le SFI, + m tema, piohemia, celulitis, psoriasis, septicemia, marasmo, impetigo, miningítis, pitiriasis, angioleucitis, mesenteritis, prurigo, gangrena, ceguera, tisis, tuberculosis, neumonia, — bronquitis, diarrea, convulsiones y raquitismo. O Téngase presente que estos terribles cargos a la vacu- na, no salieron en modo algno del campamento antivacu- nista, sino que, por lo contrario, fueron evocados por una investigación médica, encaminada a desvanecer los car- - gos que solia hacerse a esta rutina. ' Los documentos que acreditan estos extragos vacci- nales, y que representan la experiencia práctica de 384 médicos competentes, se hallan con todos sus detalles en la - obra “TRANSACTIONS OF THE VACCINATION IN- QUIRY”, editada por el Dr. MONTAGUE D. MAKUNA y publicada por W. H. LEAD, Londres, 1883. Se comprenderá fácilmente el por qué la mayoría de los médicos que recibieron la circular indicada, prefirió no contestar. Bien pocos son, en toda época, los hombres que se atreven a nadar contra la corriente... ; Pero, con las contestaciones recibidas, basta. Esas re- velaciones, inesperadas y elocuentes—salidas del mismo campo vacunista—no se desvanecen, ni con el silencio, ni con el ridiculo. Sin embargo, hasta la fecha, la prensa médica no ha conocido otro recurso, para oponer a datos tan graves, y tan contrarios al dogma reinante, sobre la “inocencia” de la vacuna. También aquí en Chile, el que se ocupe de estudiar seriamente este asunto, encontrará que en todas las clases sociales hay buen número de casos donde la persona, des- de la fecha de su vacunación, jamás ha gozado de la misma salud que antes. Y si estos casos no se revelan aun inmensamente más numerosos, es porque la infección pu- rulenta ésa—siendo de naturaleza sifilítica—suele dormir “latente” dentro del organismo, durante años enteros, an- tes de manifestar sus desastrosos efectos en el fomento de toda clase de enfermedades terribles y—para los Uni- versitarios—“incurables”. — 117 — El célebre homeópata inglés, Dr. COMPTON BUR- NETT—autor de diversas obras médicas—declara que el cáncer es uno de los frutos predilectos de las revacuna- ciones. Y en toda clase de enfermedades crónicas, ilegó a sospechar una muy generalizada contaminación sifilítica por la vacuna, a la cual dió el nombre de VACCINOSIS. Empezó entonces tratando todos esos casos, con THUJA (gran remedio homeopático contra la sifilis) y efectiva- mente, observó que un seguida le era muy fácil efectuar la curación del órgano afectado—estómago, corazón, higa- do, pulmón, riñónes, vegiga etc.—por haber ya limpiado la sangre de su degeneración sifilítica producida por-la va- curra. Largo sería dar la lista de otros doctores que han lle- gado a la misma conclusión, como por ejemplo el Dr. ABRAMS de California—descubridor del famoso sistema de diagnostico por “las reacciones electrónicas”—quien, de vacunista fanático que era, llegó a declarar que, si “país civilizado” y sifilizado son una y la misma cosa, la mayo- ría de los habitantes no lo está por la sífilis “humana” sino por la SIFILIS BOVINA (Vacuna). Aun agrega el Dr. Abrams (a) que, sin esa contaminación luética—vya sea humana o, las más veces vacciínica—NO PUEDE EXIS- TIR enfermedad orgánica rebelde o “incurable”, De todo lo cual fluye, que los casos fulminantes, de males visibles debidos a la vacuna, son poquísimos al lado de los estragos que en realidad produce esa inmunda ru- tina, sin embargo, por todos lados me llegan casos concre- tos, de los cuales aquí van unos cuantos, para muestra: Sra. Luisa Z. (calle Vergara) erupción escrofulosa, con herida en la mejilla—desfigurada para siempre. “Familia Aguirre (Cochería, Av. Club Hípico) vacuna- ron a 18 personas. “A los 3 días les dió viruela” (no re- cuerdo si a todos) y “2 murieron”. Sobrinita del escultor Canut de Bon, de 4 años, muy (a) Pidase datos al Dr. Alexander Smith (Sec. de la American Electronic Research Society) 300, W. 101 St., Nueva York. 3y = sanita, La vacunaron: Micaela: negra”, to a los 10 días. | ES María E., Membrana negra y a su hos eclampsia. Rosenda Santibáñez de Calderón y cuatro niñitos nos, llenados de pápulas y “cráteres” sifilíticos. (De caso conservo fotografia) El marido e hijito mayor, paron ilesos, por andar fuera de casa. Linfa * 'garantid NO traida directamente del “Instituto de Higiene”. Logré s 3a- narlos con el anti-sifilítico del Dr. Burnett. de Muchacho de Slide ROBINSON, suplementero, Av. Vicuña Mackenna, del cual también conseryo fotografía, Erupciones y “hoyo” en la frente, desde años. (Tamb én sanó, en un mes, con el “anti-sifilítico”). E Hijita del Sr. C., empleado del Ministerio de Guerra. “Fiebre, y murio”. Hijito de la Sra. de G., desde la vacuna “no arriba hasta que murió”. ne El Dr. F. atendió a una familia Garcia, donde, vacu- nada una niñita, cae a la cama y en 10 días muere. de meningitis. En 1905 al pasar por la calle de Chacabuco, divisé un. nene de unos 3 años, que daba compasión y horror. En 07 a preguntar. Efectivamente, “la vacuna”. Había tres más, el mayor de unos diez años: pequeños esqueletos, color cadavérico, excepto las inmensas llagas e hinchazones lor rojo, morado—y amarillo por las fétidas supuraciones. Sin ánimo ni para abrir siquiera la boquita, parados O sentados por ahí, como esperando anhelosos, la llegada misericordiosa de la muerte. e Desgraciadamente, no hallo mis apuntes sobre este C moria en forma imborrable. Y juro que “no miento ni exa- gero, al declarar que no seria posible, por medio del len- guaje humano, expresar todo el horror de esa escena. Los padres—ambos de apariencia O sa na—parecian tener ansias de hablar.. “Viera, señor, que sanitos estaban todos estos niños, hasta aquel día que llogó el embacunador... y vea cómo han quedado, y va pa un año, supiera lo que “hemos gasta- do, y no hay médico que los alivie...” E E | a E $ l | i | $ | E | | eL 5 : J i A] -F z A + i > P f y E e Sa - Víctima de la vacuna. Fotografía en posesion del doctor Eduar do Haughton de Upper Norwood, Londres. Detalles en pájina 156 de la obra «Vaccination or Sanitation» da Juan Pickering. Así quedaron los 4 niñitos Jescritos en pág. 118 me = i b E ho — ~ | == S =a ¿ Tuberculosis, o Sifilis?..., Eso, que lo digan los sabios, que de esas cosas viven, desplegando su sin igual Ciencia en brillantisimas diserta- ciones, cuya formidable y polisilábica nomenclatura, deja chiquitito a cualquier * “ignorante” que se atreva a cues- tionar sobre sus sapientísimas conclusiones, pero cuyo principal fruto, ha sido el de explotar y reagravar estos terribles males—cuando no producirlos directamente, co- mo en el tristisimo caso que antecede. Por desgracia, el que escribe no conocia en esa fecha los espléndidos recursos del Naturismo y ahí tenemos, pues, UNA FAMILIA EXTERMINADA por obra directa de la hermosa “Ciencia Sanitaria” de nuestros médicos, hoy constituidos en árbitros absolutos de nuestras vidas! Otro caso: la sirvienta de la Sra. de don N. T., vivía en el campo, con sus-5 niños. Llega el vacunador e infecta a los 4 mayores. La hijita menor, que huyó y se escondió en los potreros, escapó. Al día siguiente, esos 4 hombre- citos de plena viruela y todos murieron. La niñita—a pesar de dormir en la misma habitación—no enfermó. La señora de L. R., cuidó y sanó en Iquique (1921) a 3 obreros variolosos, sin vacunarse y sin contagiarse. Más tarde, obligada en Santiago a vacunarse, tuvo un fuerte ataque de viruela, a los 6 días. Una famiia que vivía en otro departamento, supo a los 15 días, “se reva- cunaron todos”, les brotó a 3 en forma de franca viruela ToO murió. (Dato suministrado por el diputado don Luis ruz) ¿A qué prolongar la lista?... - Me declaraba un señor, que sus tres hijitas habian es- tado a la muerte con la vacuna. Pero, agregó, con inmensa satisfacción, “quedaron preservadas, porque no les dió la viruela!” — 121 — Otra cara puso cuando le hice ver que lo ncrmal es la salud y no la enfermedad y que esto reza aun en tiempo de epidemias, donde si se contagia siquiera el 2 % de la población es ya una cifra elevadisima: equivaldria a 10,000 casos en la ciudad de Santiago. Y le pregunté: ¿Por qué no anda Ud. tífico?... ¿Por qué no sufre en estos momentos, de la bubónica—del cólera—de la escar- latina—de la difteria, de la alfombrilla, etc? ¿Será porque le han aplicado o metido algún talis- mán?... Entonces ¿por qué, en el sólo caso de no andar „con viruela, es fuerza invocar el talismán de la vacuna? En fin para terminar con esta cacareada vacuna “anti- variólica”, diré que me sería fácil demostrar — con comparaciones de Inglaterra, Alemania, Holanda, Dina- marca, Irlanda, Nueva Zelandia, Australia, el Japón, la India etc.—que donde más se vacuna, es donde más se ceba el flagelo variólico, y vice-versa! He aquí un botón: AUSTRALIA, en 15 años hasta 1923 (con apenas un 30 % de vacunados) tuvo 6 defunciones por viruela: FI- LIPTNAS—intensamente re-revacunada—tuvo en 12 años hasta 1918, la friolera de 127,946 defunciones, llegando la fatalidad en Manila a más de “67 por cien casos” en 1918. Y Manila había tenido en 20 años, 8 vacunaciones por ca- da habitante (Informes Oficiales del Servicio Sanitario, incluso los del Dr. Long) Antes de la ocupación ameri- cana, solian- morir “de 5 a 10 variolosos en cada cien”. He ahí la hermosa obra de la Vacuna!..., Había querido agregar algunos datos detallados acerca de esa otra quimera de la llamada “VACUNA ANTI-RAIBICA” pero ya el presente folleto va transpasando los límetes del presupuesto... Quien tenga interés, puede obtenerse infor- A E © maciones sobradamente interesantes, consultando tas si- guientes obras: | Le Sang, por el Prof. Antoine Béchamp. Etudes sur Rage, por el Dr. A. Lutaud. = Da Fermentacao e Theoria Microbiana, por Agliberto Xavier. (a). Para. el que tenga la curiosidad de ilustrarse en esa forma, queda patente una serie de hechos reveladores, como por ejemplo: I.—Que según todas las autoridades anteriores a Pas- | teur, la inmensa mayoría de las personas mordidas por pe-== rros creídos hidrófobos, jamás ha contraído el mal: enfer- maba un término medio de 5 a 20 %, según los diversos autores. I1.—Que sin embargo las estadisticas de los “Institutos Pasteur”, cuentan a todos los inoculados que no mueren, como tantas vidas salvadas por la inoculación del virus. IIIl—Que en toda nación donde se haya empezado con esas inoculaciones, el número de víctimas anuales de la Rabia, ha aumentado y no ha disminuido. - IV.—Que es regla no admitir para someterla al tra- Librairie, Rue Casimir-Delavigne, ọ París y la última a Besnard Fréres, Rua Hospicio 138, Río de Janeiro. Tam- tamiento, a ninguna persona que ya esté con algún sinto- ma del mal (es decir, que se excluye a todos los que se - “sabe están afectados) a pretexto de que “éstos llegaron tarde” V.—Que la mayor parte de los que mueren después de inoculados, sucumben a una forma especial de la hidro- fobia, casi desconocida antes en el hombre: la forma paralítica. (En el perro se produce en forma convulsiva - y en esa forma se la comunica el perro al hombre. En cambio, en el conejo toma una forma paralitica. En esos establecimientos, se usa las más veces del conejo, en la preparación del virus). Esta forma de la Rabia suelen (a) Las primeras dos obras pueden encargarse a la bién hay la obra (en inglés) BECHAMP OR PASTEUR? por E. DOUGLAS HUME, que se consigue en cualquier 3 libreria de Londres. EA A E LE llamarla los médicos franceses: Rage du Laboratoire— título por demás decidor!... VI.—Que han habido casos comprobados donde el ino- culado, al enfermar para morir hidrófobo, sentia la in- flamación en el sitio de la inoculación y no en el de la mordedura! VIL—Que no han faltado casos en que el perro no fué habido, sino después de inoculada y muerta la victi- ma... y ese cuadrúpedo, estaba bueno y sano! Todavía un razgo curioso de la forma teatral en que se ha hecho la réclame de este supuesto remedio: En el año de 1885 empezó M. Pasteur a practicar sus “inoculaciones preventivas” en l'Ecole de Medicine de Pa- ris y en 1886, su inventor aseguró que, en ese primer año del tratamiento, “él había salvado ahí la vida a tres mil hidrófobos”. Sin embargo, las defunciones anuales por hidrofobia en toda la Francia, habian fluctuado entre 20 y 40: término medio, 30 defunciones por año. Y si es verdad que algunos mordidos habrán alcanzado a llegar de otras partes, en cambio, se sabe que muchos de los mordidos franceses no recibieron el tratamiento, ya sea por hallarse en puntos lejanos, ya sea por recelosos, o por haber “legado tarde”. De donde salieron entonces esos “TRES MIL hidró- tobos”? (a). Y todavía, esa sensacional declaración no la hizo su autor en forma de alguna comunicación tranquila, diri- (a) Parece que nuestro distinguido Director de Sani- dad, no ha querido ser menos... En su artículo de El Mer- curio 7 de Julio 1926, declara sin pestañear, que los vario- losos en Chile en 25 años han alcanzado un término me- fe de 71,400 en cada año. (El peor año de todos—r90o5— enas dió unos 15 mil casos). Sin embargo cuando en Mayo decía existir unos ro casos entre Tacna y Punta Arenas, se alarmó todo, declarando que entonees este era año de epidemia y que se necesitaba dinero—mucho dinero. — para conjurar el grave peligro! ¿Cómo queda, ante tanta: ciencia, nuestra menguada aritmética escolar? “gida a alguna corporación cientifica, sino que fué un cartel con que ] M. Pasteur inundó todo Paris, a la manera de cualquier empresario teatral—hecho público y notorio, co- mentado por Dr. Lutaud en la primera página de su obra, — publicada en ese mismo año de 1886. | Por otro lado la verdadera curación de la Rabia, ya se conocía y consiste en simples baños de vapor, con los que el hidróftobo sana rápida y radicalmente, como quien se saca un resfriado cualquiera! Esta curación fué descubierta por el Dr. Buisson, de la Facultad Médica de Paris, en el año de 1826—hace jus- tamente un siglo. Mordido por un perro rabioso y sintien- do los sintomas de un fuerte ataque, se hizo encerrar en una cámara e hizo que largaran toda la fuerza del vapor con el fin de morir asfixiado. No hubo sin embargo tal asfixiadura y en cambio experimentó tanto alivio que, en menos de una hora, ya habían desaparecido todos los sinto- mas y se sintió perfectamente bien. Como medida precatu- ` toria, repitió el proceso durante diez días consecutivos. Ello es que vivió 29 años más, con perfecta salud, alcanzando a salvar a buen número de hidrófobos, (aun cuando talvez la cifra de esas curaciones no haya alcanzado precisamente a 87,000) (a) Han habido personas rechazadas por el Insti- tuto Pasteur como “incurables”, que han sanado en unas cuantas horas al ser tratadas en uno de los establecimien- tos “Buisson”, como por ejemplo la niñita Pauline Kiel, h caso citado entre otros por el Dr. Lutaud. Con pena me veo obligado a desatender el lastimoso clamoreo de tanto otro dato elocuente, que desde el tin: tero me grita ¡¡que no lo excluya!!..., Pero, las circuns- tancias obligan, y tendré que contentarme con ¿penas dejar que asome la nariz uno otro de los más “griton- citos”, como por ejemplo: | Prohibición de la TUBERCULINA en todo el estado de Illinois, por totalmente engañosa y—por lo tanto— perjudicial y CONTRAPRODECENTE., (En CHile, se la | SA "i — 125 — sigue imponiendo a los productores de leche y sigue siendo espléndido negocio para los inteligentes fabricantes); Curación rápida y completa de la diabetes—aun en personas ancianas—con simple infusión de hojas de Euca- lipto, tomada “a pasto”; F i Curaciones completas de cáncer, parálisis (anciana de 70 años, 28 años postrada con parálisis general, blanca en canas, pero activa ya como una jovencita!). Catarro in- testinal (dominado “en un tratamiento”!). Gangrena — “amputación impostergable”—sanada en 3 días; “Neumonia aguda”, curada en 2 días, cuando los más reputados doctores señalaban una espera obligada de 8 días para observar una crisis “ineludible” y de resultados ignotos. Curación en una noche de fiebres de 40 y tantos grados, donde esos señores esperaban por momentos el desenlace fatal, etc. etc.—Todas efectuadas por el Menta- lismo, Naturismo y Homeopatía; Curación en go días de un caso de excema (20 años de duración) a los brazos y a las piernas, efectuada por don Samuel SMYTHE de Valdivia, por los “Rayos Ultra-Vio- leta”, siendo que los señores titulados no habían sabido sino sacar dinero y más dinero con promesas siempre bur- ladas, habiendo aplicado también esos “Rayos”, pero con resultado contraproducente por su poca pericia; (a) Auge extraordinario de la Homeopatía en Alemania. (Venta, en la sola fábrica Wm. Schabe de Leipsic, 25 a 30 mil frascos grandes, diariamente) ; Centenares de tuberculosos desahuciados, sanados en 2 semanes con simples fricciones (“Anti-tuberculoso So- ruco”) por eliminación inmediata de las toxinas—no ha- biendo habido forma de que este medio salvador, sea adop- tado en nuestros hospitales y sanatorios; “Aprostatitis Crónica” desde hace 17 años (utilidad pa- ra la Ciencia, 150 mil pesos), sanada en 6 semanas, por el _ (a) Conozco cantidad de curaciones: igualmente sensa- cionales por el mismo caballero, quien me escribe en carta del 22 de Julio ppdo:—“aquí desde el Código Long, esta- mos arruinados, una campaña tan desvergonzada... es algo atroz compañero, ahora están haciendo trámites para hacerme cerrar”, (¡Qué hermoso dnó?...) — 126 — : —. == Li médico Naturista don Luis Naranjo (y traslado al señor i Ministro de “Salubridad” o Higiene, quien—si reaimen! 2 lo es—tendrá el mayor placer en tener conocimiento de procedimientos tan eficaces para la salubridad de la raza). Hemorragia Uterina, largo tratamiento en un Hospit: i de Santiago, "de mal en peor”. Temiendo morir, pide la enferma su alta, por consejo de una amiga y llega a una modesta yerbería. “Paálida, exangúe, casi sin fuerzas para estarse sentada”. Sana en 2 días, con simple aplicación de Nogal, Pangui, Matico y Cola de Caballo. : Curaciones por el Prof TEPPER (Antosugestión):. a) Sra. M. G. de TANNER, Irarrázaval 2374: “Mi a ha experimentado un cambio sorprendente; me siento rada de todos mis males. Lástima que su sistema no conocido por todas las personas que padecen de o: z dades, aparentemente incurables, pero que, con sus ense- nanzas, son tan fáciles de extirpar”. TS b) Don BENJAMIN VELASCO R., Bella-Vista 0537: — “Completamente débil de carácter, me dejaba arastrar por la funesta inclinación a la bebida y hoy, gracias a su trata- miento, una nueva energía se ha apoderado de mí... Desde hace tiempo, no experimento la necesidad, como antes, de intoxicarme”, y 3 Curación fácil de la embriaguez por la Homeopati (Acónito, “preparación W ALLACE”). A la media hora pués de la primera dosis, “verdadero asco por el licor); Onanismo, “varios años de duración”. Sanado en breves semanas, por el Naturismo. (Estos vicios sexuales, camo i del licor, nacen principalmente de la macabra moda > comer cadáveres y están destinados a desaparecer, a dida que avanza el Naturismo, que de este modo dará mejor solución de los problemas del “alcoholismo” y de “prostitución”); | Tardía pro triunfal consagración del humilde “aliñado HERBERT BARKER, “armado caballero” por Jorge q pOr Sus espléndi idos servicios a los heridos de la guerra, — después de haber sido 30 años vejado y perseguido por los cirujanos ingleses (como se sigue hasta hoy, molestando q abusando de esos desgraciados bienhechores en Chile); Continuada persecución—sin embargo—del anciano Dr. AXHAM, hasta hacerlo morir—por el único delito de haber- Rosenda Santibañez y 4 niñitos Sifilizados ¡de un vacunazo! (pag. 118) M2 se prestado para aplicar la Anestesia en los casos tratados por el Sr. BARKER, en vez de plegarse al infame Boycott contra ese benefactor, a quien miles de ingleses han debido no sólo la conservación de sus miembros sino la salvación de su vida; | Cifras fantásticas—sobre “epidemias” que nn existen— | publicadas por funcionarios médicos en Inglaterra y sobre todo en Estados Unidos, como fácil medio de conseguir fon- dos y crear nuevos y lucrativos puestos para los colegas— (urcbando que en todas partes se cuecen habas); “Errores de imprenta” que favorecieron las más estupen- das falsedades en pro de la vacuna en Inglaterra, del “606” en Alemania.etc. y que, antes de ser descubiertas, ya habían ' cosechado millones para los sabios que las propalaron; Títulos de nobleza otorgados en Inglaterra en el primer calor de “errores” análogos y que sus poseedores han rete- | nido, después de exhibido a todas luces el engaño—como lo del tristemente célebre Dr. BREWSTER con su fantas- ma del pecaminoso “MICROCOCCUS MELITENSI a y tantos otros. z Cuantiosos premios otorgados intempestivamente a trosa sabios, por “novísimas preparaciones” de viejas engatik a = como en el caso del ilustre Dr. FRIEDMAÑN—sumas que nunca los agraciados ofrecieron devolver, al ser pronuncia | do el tal descubrimiento como un simple engaño; Cuadros gráficos que demuestran como—a medida que. se va sofocando engañosamente las “enfermedades agud con esas malditas inyecciones, sueros, vacunas y asqueros “auto-vacunas”—han ido aumentando en forma espantable las enfermedades “crónicas” (e INCURABLES para esos sa- bios), como ser el cáncer, parálisis, tuberculosis, locura y — demencia, etc.,con las cuales el respetable público va dejando su dinero, su felicidad y finalmente su vida, en manos de / este insaciable MOLOCH de la Medicina Universitaria; A Tenaz persecución del humanitario Dr. HERRMANN —hasta “hacerlo saltar” —por su curación de la Sífilis por medios inocentes, “caseros”, en vez de recurrir al lucrativo cuan luctuoso tratamiento por el mercurio (¿Cuánto ha seguido sufriendo la Humanidad en estos 50 años trans- curridos, por este sólo capítulo?....) > Y NIG Ea IA. TICS ll AALA ALS ye, AE ht eiea A á > dí 4 sE a p - 0 ee pl E s A pi nor 3 - A E la tan} E A —_ T — DES e AS a t E . : A k a Ñ - ' Falsos informes de “pundonorosisimos” facultativos in- -gleses en contra de espléndidos específicos de la homeopa- tia—calumnias dejadas inmediatamente en verguenza por la indignada y unánime protesta de los enfermos tratados; Más defunciones por viruela proporcionalmente: En- tre los varones en Italia y otras partes, que entre las mu- jeres, menos revacunadas. Entre los que padecen un segundo ataque, que los que sufren un primer ataque. (Y decían que un primre ataque, “inmunizaba” o “suavizaba!!”) Entre los militares y marinos ingleses, que en la po- blación civil, menos -revacunada; Entre los réquete-vacu- nados habitantes de Alemania, India, Filipinas, Italia, Ja- pón, Hungria, Francia etc., que en las poco vacunadas po- blaciones de Suiza, Holanda, Dinamarca, Irlanda, Ingla- terra, Australia, N. Zelandia, etc.; Entre los prisioneros franceses del 7I1—nuevamente re- vacunados en territorio Alemán—que entre la menos reva- cunada tropa alemana; y así sucesivamente. Defunciones por viruela en Inglaterra cada vez menos, desde 50 años, a medida que la propaganda Antivacunista ha ido dando un porcentaje cada vez más reducido de vacunaciones; ý Mucho menor proporción de viruela en EE. UU. que en Chile, siendo que muchos de esos estados “no tienen Vacunación Obligatoria” y en Chile “la vacunación y la revacunación son obligatorias”. (Dr. LUCAS SIERRA. Mercurio de 27 de Julio de 1926); Aumento. progresivo de toda clase de “accidentes de la infección sifilitica”, en las razas occidentales, desde el comienzo de la vacuna, incluso: | Demencia y Locura, con su obligado concomitante de los suicidios (a). ` | a) Tengo entre mis recortes dos noticias cablegráficas — creo respectivamente de Las Ultimas Noticias y de El Mercurio de Santiago: Buenos Aires 15 (de Julio 1905)— El Ministro Castillo ha firmado un decreto para... la va- cunación obligatoria... Buenos Aires 22 (de Octubre 1905) ; JÁ a A LA Y Ae Ma a E A n NE misa 130 Teea. Caída del cabello. A Enfermedades “incurables” del corazón. A Arterio-Esclerosis. - z Cáncer. | Parálisis. 5 A (Fuera de la Tuberculosis y la destrucción de la den- tadura, ya antes comentadas). a Franca admisión de médicos ingleses, de que “no pue- den combatir la Vacuna, porque ella les aporta (en el - tratamiento a precios convenciónales, de los nc “accidentes” que suelen resultar) algunos centenares de es- terlinas anualmente”; £ Eminentes sifil ógrafos que declaran ante la Real Cos misión de Inglaterra, que la linfa puramente animal, es capaz de producir en ciertas personas, ataques fulminantes | ; de una enfermedad ' indistinguible de la Sífilis”, hasta a casos son IMPREVISIBLES, cado debidos a la Ao sincrasia del vacunado”! | Confesiones de médicos ingleses de que tales casos, ellos tratan siempre de “atribuirlos a alguna otra ca ae distinta” , por no alarmar al respetable público contr “precioso preservativo”; es decir, que la_general y fa ca crencia en las virtudes del “inocente preservativo” hija de la mentira y de los “tapujos”; > Ios hechas en plena Cámara inglesa, sobre la liaa vaccínica Made mieótros médicos * 'parantizan”! dd riamente sin pestañear) y el consiguiente «recurso de ensa- yar primero cada nueva “cosecha en el cuerpecito. de NIÑOS POBRES antes de expenderlo para el uso del respetable público. ==; Uu e Comienza a notarse un aumento de la mania del suicidio; | principalmente en los menores de edad. de En Inglaterra, en pocos años de vacuna obligatoria, las pe defunciones por sífilis en los párvulos, quedaron cuadru- plicadas. (Así se evitan en lo posible las “desgracias personales”; pues los pobres, NO SON PERSONAS!) | | ~ | Largas temporadas en Inglaterra, donde con apenas la mitad de los párvulos vacunados, la vacuna causó en esa mitad, casi 4 veces mayor número de defunciones (confe- sadas oficialmente) que las que causara la viruela, en am- bas categorías conjuntamente. y e Repetidas admisiones de las autoridades sanitarias de la India, de que ahí las epidemias variólicas no obedecen a la influencia “profiláctica” de la vacuna. Epidemias variólicas que se ceban en regimientos tres veces revacunados y otras, que estallan en la tropa recién revacunada, sin tocar a los regimientos aun no revacuna- dos. “Sifilazos” al por mayor—tanto en los militares como en los niños de escuela de ambos sexos—por la “inocente” vacuna, en Europa y Estados Unidos. Centenares de humanos contagiados de epizootia—y millares de animales sacrificados—por una sola importa- ción de “linfa animal, pura, garantida”, importada Tel Ta- pón-a EE. UU; ; | Hábito incorregible de declarar, que “en tal epidemia, no ha sido atacada una sola persona vacunada” (Mercurio, 27 de Julio 19026) siendo que, toda vez que semejante afir- «mación se haya investigado, ha resultado un simple bluff — nacido acaso del bien intencionado entusiasmo y sin otra hase que—cuando más—la “estadística bruja” que se contecciona a puertas cerradas dentro de los lazaretos. (a) (El que escribe ha intentado en vano rectificar la misma especie—propalada por la prensa de esta capital—ofrecien- do nombre y dirección de personas atacadas y aun muer- tas de viruela, recién vacunadas y revacunadas; pues se- gún la extraña moral vacunista, no hay que dejar trans- lucir la verdad de los hechos, “porque esto haría mucho anal... s Expectables premios en dinero, ofrecidos por los Anti- (a) Repudiada formalmente por la Real Comisión de o por motivos detallados más atrás (páginas 29 Y 30). ed: z E at TN N aaa PAN e e e il E A ar aa A TE A A l EN. AT 7 ad: bo j5 r E + 5 qa y maz e ls ye ad a 45 i - e AT: EL ES iia od a AE ha e 132 - : vacunistas de BE. UU. a cualquier persona capaz de S ñalar parte alguna donde “el desuso de la vacuna hay ya sido seguido por alguna recrudecencia de la viruela” sien do que los vacunistas hablan siempre como si, faltando e “precioso preservativo”, el Hagelo se cebaría en las po- i blaciones modernas, en la misma forma en que azotaba las ANTI-HIGIENICAS poblaciones de la Europa me- dioeval!! aa Sólo una a dos defunciones en cada cien casos a e _ruela habidos en este último año en Inglaterra a que la “Dirección de Sanidad” declara en una reciente hoja volante, que “la viruela, no se conoce remedio para curarla”!!) y un sin número de otros datos, que demues- tran cuán atrasados están los conocimientos de los señi A res médicos-cirujanos que hoy—gracias a ese “Decreto- Ley 602”—son los únicos autorizados para hacer yo des- hacer de nuestras vidas! E ¡Caso reciente: «parálisis infantil”. Con las drogas moda, el niño muere en 2 semanas. Enferma el herm y llaman al mismo sabio: en pocos días, franco candida to. a la gloria. eos: Jy Acuden a un amigo—el distinguido Naturista dor > Manuel Lezaeta Acharán—quien sana al enfermo cañon días. “Vea Ud., doctor—dice el señor Lezaeta al méd —¡ así sana facilmente esto! —"Ya lo sabía, eso es n bueno!”— “Y por qué no lo hizo?”— —“Porque la ge me tomaría por un “ignorante” y yo necesito vivir!” - A un tísico, que se pone un tratamiento por el ata mo, le vuelve a las pocas semanas una gonorrea, 14 años antes por el famoso Salvarsán (cuya benétical ac había sido, la de convertir esa gonorrea en tuberculosis!) Estimulada nuevamente por el tratamiento racional, esa: necesaria eliminación, mejoró el doliente rápidamente, q dando a los pocos meses sanado de una y otra enfermedad- Acabo de conocer el caso de un joven, en toda la peg nitud de la vida, dejado totalmente ciego. ¿La causa? | ¡ES == famoso Salvarsán! (a) - 0% de A | FE n (a) Y el gobierno acaba de decretar “la libre interna= 'M . i al: a 4 a 3 AN Producida la catástrofe, la víctima vuelve donde el mé- dico, implorando auxilio. Este le contesta secamente: “¡No lo conozco a Ud., señor!” (Claro es que el médico no se atrevió a admitir los fracasos de su sistema. ¡Todos “necesitan vivir”!..,) Dicen que hoy “nada prospera en Chile”. Pues yo de- claro que—además de los Médicos, las Boticas y las Em- presas Funerarias—prosperan también, en forma envidia- ble, los ladazales! Salga cualquiera del radio “aristocrá- tico” y se encuentra por todas partes, con charcos purulen- tos de inmundo fango revuelto con basuras, que hieden en forma verdaderamente pestilencial. ¿Para qué está el*llamado “Servicio de Sanidad”? Creerán talvez algunos de nuestros señores gobernan- tes, que el servicio “Sanitario” ha sido organizado con el honrado fin de atender a las condiciones sanitarias de nues- tras poblaciones. Sin embargo, en la larga lista de asigna- turas que acaba de pedirse al Gobierno, no hay una sola que se refiera ni lejanamente, a dicho objeto. Hay una can- tidad de “secciones”—de hospitales, de farmacias, de sue- TOS y vacunas etc. etc.; Pero, para el simple y urgente objeto de limpiar nuestras calles; ni un solo centavo! En estos días he tenido que traficar varias veces por Eleuterio Ramírez, entre San Isidro y San Francisco. El hedor de aquella negra masa de inmundas fermentacio- nes, es a veces tan insoportable, que es de apretarse la na- riz y ¡correr!... Si no se produce pronto aquella “Epide- mia” tan briosamente vaticinada por la Dirección de “Sa- nidad”, será “porque Dios es grande”. Los desgraciados moradores de ese barrio y tanto otro parecido, condenados a respirar, de día y de noche, esos miasmas mortiferos, suíren, naturalmente, toda clase de enfermedades... Y vale señalar, una vez más, cuan absur- do es eso de encargar, para hacer desaparecer las causas de las enfermedades, a un grupo de profesionales que vi- ven, precisamente, de las enfermedades! ción” al país, del tal Salvarsán, cuyos estragos en el orga- nismo, como hemos visto (p. 89-96) son peores que los de la misma sífilis. ie 0 AN JA er dd TALLA A E EAN A b= ki Pi Ñ PA 7 . ¿ W {í EN = l re f 1 - El día en que los vendedores de refrescos trabajen para que la gente no tenga sed y el día en que los vendedores de comestibles trabajen para que nadie sienta deseos de comer, ese mismo día los médicos trabajarán, con entu- siasmo, en el sentido de que el médico ya no tenga cliente- la suficiente para vivir. mI be A Mientras no se reforme radicalmente la constitución y. personal de tal llamado Servicio “Sanitario”—dando la 103 gica preponderancia a Ingenieros Sanitarios y no a mé- dicos-cirujanos—seguirán prosperando estos últimos, y pa- ra ello, seguirán muriendo los habitantes de Chile, en LO UN ma que es un verdadero escándalo ante las naciones civi- lizadas. | : | 0 Y vuelvo a insistir, en que la culpa no la tienen los mê- dicos, la culpa la tenemos nosotros, al esperar de esos | profesionales, lo que no se espera de ninguna otra clase social, a saber: una tenaz y constante lucha en contra de sus propios medios de vida! e Esto es sencillamente infantil, A En Inglaterra (donde el Ministro de Higiene—no sien- do médico—ha establecido la “libertad de ejercer”, con o sin título, mientras se deje- satisfecho a los clientes) el Pres. de la Comisión Sanitaria de LEICESTER ha sido, durante muchos años, Mr. J. T. BIGGS, “Ingeniero Sani- tario”. y creo que igual sucede en muchas otras partes, Y desde luego en Leicester, el término medio de la vida para cada habitante, es el de go años y en Chile, 30 (!). (Mi amigo Alfredo TORNQUIST, quien vive en üna linda casita en un cerro de Valparaiso, escribió a la “Sa= nidad” de la zona, suplicándole hiciera alejar un foco de hediondas basuras que apestataba todo el aire de ese ba- rrio. ¡'Ni contestaron!...) ; EPES L Nuestro sistema de dejar a los políticos médicos, toda la organización y dirección de un servicio cuya lógica fina- lidad sería el alejar a los habitantes de los médicos, nos cuesta a cada uno, por término medio, 60 años de vida! Del señor Biggs publiqué en mi obra FRACASO DE LA VACUNA una carta personal, desmentido de una es- pecie propalada por la prensa médica de Londres, en apoyo de su decadente rutina de la Vacuna—lo cual demuestra > k L que muchas veces nuestros doctores no tienen la culpa de tanta versión decorativa que copian, cándidamente, de las revistas médicas extranjeras, abanderizadas siempre del la- do de las rutinas en boga, y sobre todo, de aquellas que los gobiernos han tenido la debilidad de eternizar, mediante “subvenciones” y hasta leyes coercitivas. No todo lo que reluce es oro. Don R. A. B.—caballero escocés, casado con chilena— tenía un hijo de 16 años, escepcionalmente sano y fuerte. Tuvo una pulmonía, que le curaba un médico de esta ciu- dad, con medios sencillos y con buen resultado. Más, en mala hora, unos amigos le traen al Dr. E., médico de alto prestigio en la colonia inglesa. “¡Locura, esta es €scarla- tina!” exclama el sabio y le empieza con aplicaciones de hielo a la cabeza. El joven “paciente” duró 3 días antes de conquistarse el cielo, y hallarse el padre con una salada “cuentecita”, apenas lanzado por el moribundo su último suspiro. En carta a su cuñado el Dr, SKENE—catedrático de la Universidad de Edinburgo—le cuenta el desolado padre su desgracia y ese hombre de ciencia le contesta: “No te extrañnes: no creas que aquí sean mejores los médicos. A la inmensa mayoría, yo no les confiaría ni siquiera la vida de un perro!” (Qué ciencia más espléndida ¿nó?) Sinembargo y apesar de todo, el mundo avanza—aunque sea “a paso de tortuga”! | Hace unos 50 años había en Alemania un jovencito llamado Benedicto Lust, a quien los grandes especialistas tenían desahuciado, con uma tisis mortal. Sus padres lo enviaron entonces donde el gran Sebastián Kneipp, quien lo sometió a un tratamiento de hidroterapia y de régimen de yerbas curativas, baños de sol y de aire, etc., con el re- sultado de que en pocos meses quedó completamente sano, El joven Lust tenía vocación para la Medicina. cursó con cl abate Kneipp, y más tarde emigró a Nueva York, con el propósito de propagar en el Nuevo Mundo, el sal- vador evangelio del Naturismo. En esos años las leyes Ee E f E f m -5 - >. de Nueva York Keben tan atrasadas como hoy en- Chile y el joven Médico Naturista fué repetidas veces encarce- lado por el delito de atentar contra el monopolio de la escuela reinante. Pero finalmente los espléndidos resulta Mi dos de sus tratamientos se impusieron, su Escuela de Me- dicina Naturista, (establecida en el año de 1896), ha sido desde 1905 incorporada bajo las leyes del Estado y sus discipulos reciben el titulo de Doctor en Naturoterapia. - Hace como un año a que el Gobernador de la provin p= cia de Ottawa (Canadá) despidió a todos los médicos que ocupaban ahí puestos públicos y los hizo reemplazar por esos doctores Naturistas, que emplean únicamente medios 5 sencillos y constructivos (baños, rayos solares, rayos ultra- violeta, dietética, ejercicios etc.) y no los medios destruc- tivos que caracterizan la escuela caduca de la ' “alopa la” No es aventurado presagiar que en poquísimos año: el ejemplo dado por esa provincia de Ottawa, será seguid por otras provincias y en seguida, por uno y otro. de los Estados de la Gran República, pues como he dicho, ya la E medicina antigua se halla ahí tan decaída, que se van vien- A do desiertas las aulas. F Con fecha 13 de Enero de 1926, el Consejo Municipal, de ¡Chicago firmó, junto con el Intendente, una Draco que crea un “Cuerpo de Sanidad”. Esa Ordenanza, contie- ne el inciso que sigue: DN El Cuerpo de Sanidad no dictará orden o reglamen alguno que obliga a cualquier persona a someterse a la va dE cunación, o a la inyección de cualquier virus u otra me- dicina, sin su consentimiento, o, en caso de un menor A un inhábil, sin el consentimiento, de su representante legal; y ninguna parte del contenido de esta Crdenanza, o de HR cualquier otra que se haya dictado para esta ciudad, será interpretada en el sentido de autorizar o facultar a cual- ii quier funcionario u otra persona, para que vacune, inyecte o aplique medicamentos, sin dicho censentimiento, ni en e el de autorizar o facultar a dicho Cuerpo de Sanidad para rag dictar orden o reglamento alguno, que requiera o auto- f rice tal vacunación, inyección o aplicación médica. E- (En el estado de Nueva York se prohibe, asimismo, va- A AAD eo Aa cunar a persona alguna sin su consentimiento a pesar de que aun no se ha terminado aun con la atentatoria rutina de vacunar obligatoriamente a los emigrantes... que no atinen a defenderse). Mal que mal, vamos también empezando a despertar por acá. La fundación de la Sociedad Naturista de Chile, con $u revista mensual “Natura” y su próxima fundación del “Sanatorio Padre Tadeo”, son indicios de ese despertar y—además del progresista Dr. Clares de Valparaiso, tam- bién tenemos al distinguido médico italiano Dr. Tasso, con su Sanatorio en Apoquindo, donde—a pesar de que el ré- gimen alimenticio no es precisamente Vegetal—hace cura- ciones extraordinarias por medio de un medicamento bota- nico, que produce una eliminación tan rápida de “toxinas”, que en ro días se sana de enfermedades que han durado años enteros. ¡Hay también en Valparaiso el “Sanatorio Leporati”, que hace espléndidas curaciones con métodos naturales e inofensivos. Los Naturistas, estamos en la ola que sube! Y la prue- ba más elocuente de ello, es que diariamente aumenta el número de médicos de la escuela Alópata, que abandonan el uso de sus clásicas drogas y “jeringazos”, en favor de los métodos racionales y eficaces de la nueva orientación. Y muchos de ellos—en su honor sea dicho—van, en las gran- des naciones, plegándose francamente a las filas de los Re- tormistas, rompiendo con todas las poderosas vinculacio- nes que aun entraban a la mayoría. En Alemania, el 7 % de los asociados:a las diversas agrupaciones Naturistas, son doctores en Medicina. Y como en la población general, los doctores apenas representarán talvez un décimo por ciento de los habitantes, resulta que, en este movimiento de salva- ción de la raza, hay proporcionalmente setenta veces ma- yor porcentage de doctores, que de personas agenas a la medicina! (Este dato lo consigno con verdadera satisfac- ción, pues algunas personas me han creído “enemigo de los médicos”, siendo que no soy enemigo de nadie, lo que deseo y anhelo es el triunfo de la verdad!) Las diversas sociedades Vegetarianas de Alemania, Le > ali ri k) H AAT TA ' i kd pe las y dl Ta ns PA j d Pr l ea m Pete] PA SAN MA ¿ E WE E » AA r 3 AT 3 j A TE ; p SU SR e J, -T TIE ga, q H ked - ud 138 =— ¿ee A a e te — cuentan hoy con un total de más de dos millones de socios y? y en la sola ciudad de Boston, Estados Unidos, hay mas de 250 mil personas que jamás prueban ningún alimento de procedencia cadavérica. p P=, En Inglaterra también va muy adelante el movimiento Vegeteriano y como en la tierra de Jenner es donde más rápidamente se va abandonando la práctica de la vacuna, resulta que la cifra de la mortalidad también ha ido bajan- do en forma tal, que hoy existen muchos distritos donde | toca ya el 12 por mil vivos, es decir, que la duración de la - vida va acercándose a 8o años, término medio, para cada $ li habitante! E Tales son los bellos horizontes que ofrece para nuestro Chile la iniciativa que pido—imploro—de parte de nuestros señores dirigentes, y que podrán fácilmente realizarla, sis y f — | e | z resuelven a dejarse de compadrazcos y contemplaciones - para hacer investigar con valentía e imparcialidad, las ver- daderas maravillas que por allá se va alcanzando con las nuevas orientaciones. No importa que se las llame “reyo- lucionarias”: examinemos, impongámonos de sus resulta- dos que es lo que nos interesa a todos. Aprendamos algún dia a escarmentar—como el zorro de la fábula—en cabeza agena, en vez de seguir eternamente, esperando para escar- mentar—como el asno—en cabeza propia. Aprendamos a copiar lo bueno y no lo malo, lo caduco, lo que por allá viene desmoronándose por sus malos resultados.. Hay que innovar. Lo primero, lo más urgente, es reformar la enseñanza del arte curativo en nuestras Universidades incorporando a ella siquiera algunos de esos sistemas que por allá han demostrado ya su inmensa superioridad al que conocen nuestros actuales catredráticos—si es que realmente desea- mos evitar el gradual aniquilamiento de nuestra espléndida raza. Y más tarde, llegará el día de reformar también el sistema de remunerar al médico por sus servicios. El mé- dico, debe ser un funcionario del Estado, con obligación | de atender a los enfermos, y gratificado con larguesa cada vez que, a fin de año, se compruebe que haya bajado la yA cifra de la Mortalidad general. De este morlo el doctor tra- bajará, instintivamente, para que el enfermo ER pron- E 58 to y aun, para que se alejen las causas de las enferme- Mil dades, eN No digo que hoy muchos facultativos no trabajen en este mismo noble sentido, pero sostengo que el actual sis- tema de remuneración es injusto, porque entonces el pro- fesional que así trabaja, lo tenemos castigado—gananilo ca- da dia menos y esto es una crueldad, No es justo—es in- morai—el colocar a cualquiera de nuestros semejantes en una situación en que su deber está en perpetuo conflicto con sus necesidades. Es lo mismo que estar eternamente colocando delante de los ojos de cualquier funcionario una tentadora suma como cohecho, para inducirlo a traicio- nar su deber. Es aun más, es casi como decirle a ese fun- cionario: “Si tú cumples honradamente tu deber, te supri- miremos el sueldo”. Nó; seamos justos con nuestros médicos, que mientras más competentes y más honrados se manifiesten, mayor suma de bienestar deben cosechar para ellos y para los suyos. - También es justo hacer notar aquí, que si los médicos siguen apegados a sus destructivas drogas, mucha culpa tiene el mismo enfermo, que cuando sana por algún medio “casero”, rechazando el “emboticamiento”, suele dejar a su doctor en el más profundo engaño, y es natural que este siga entonces creyendo cada vez más en las imagina- das virtudes de tanto venenazo, con el consiguiente daño para sus futuros pacientes. Si queremos que se nos trate siempre con honradez ¿por qué no damos nosotros el ejemplo? Creo sinceramente que este sólo punto es uno de los que mas sigue manteniendo la creencia profesional en la eficacia de aquellas calamitosas drogas y formidables je- rIingazos. | Ayudemos pues a nuestros médicos, si queremos que ellos también nos ayuden eficazmente. Ga pn ds A , Ts Pero, no nos hagamos ilusiones. No esperemos que ellos—los hoy entronizados—se resignen así no más a renunciar a su preeminencia, para convertirse en humildes. entes de las despreciadas escuelas reformistas El Diario Oficial del Uruguay, 11 de Mayo de IQ11, trae i TUP - AT p . Y i r i ' í Au a a e 4 la } f Aa - Mr, | de hal TOT. i "Van d à sj ] JA - p TAL 4 į ba Vi mo ds - F t i P i 3 MN pa e , : “las cette declaraciones, hechas en plena Camara po -el Dr. Soca, al tratarse sobre la Vacunación Obligatori “La vacuna es una de las piedras angulares de la fai tad y de la ciencia médica. El que está, pués, en contra Ja vacuna, está contra la facultad y contra la ciencia mé - dica, está fuera de la facultad y fuera de la ciencia. Lo: profesores comienzan en sus relaciones con el antivacu- -nista por. la certeza helada—luego por la indiferencia—- aj- «que hace paso al alejamiento y en fin se forma alrededor «del profesor que ha abandonado la buena doctrina un ver- -dadero cordón sanitario que nada ni nadie será osado. a t “violar... Hay profesores que por meras declaraciones en contra de la obligación, no han conservado su catedra sin -por una retractación solemne y formal”. a Lo anterior constituye una franca admisión de los : si guientes hechos elocuentes, que recomiendo a la tranqui- Hi la meditación de nuestros señores legisladores: e a L—Que la pretendida “unanimidad de la ciencia” | en favor de la vacuna, es un mito. Ue 11.—Que en vez de oponer razones a razones, a Fa = -yoria dominante aplasta todo intento de innovación, aa «diante la persecución personal y las amenazas. = . IH.—Que si no fuera por estos medios—bien po 0 cientificos—de conseguir que el credo profesional no c: “bie, sería incomparablemente mayor el número de doct .que se declaran francamente contrarios a la vacuna. Nó. Los Intereses Creados, no entienden de razo: La revisión, para que sea severa y eficaz, ha de venir afuera. Ha de hacerse por personas sin prevención en “vor o en contra de lo antiguo o lo moderno, y que sólo estén interesados en averiguar la verdad neta y pura, so- “bre los extraordinarios resultados obtenidos por allá, fu - ra y a despecho del aplastante dogma oficial. Tan ap 3 “tante es éste, que—como acabamos de ver—aun se jacta de no tolerar siquiera que se discuta o se toque, ni desde afuera, ni menos aún desde adentro, ese dogma sagrado. Y no podía suceder de otro modo. Los Universitarios no serían humanos si conservaran una actitud imparciz (que es la única actitud científica) en cuestiones que 1a sólo atacan sus. más veneradas doctrinas, sino «ue los. «coloca en situación dolorosisima ante la opinión colectivas s po Otro caso tristísimo—el niñito Roman Roel, (véase mi Refu-- tación a] Dr. Ibar, pág. 217). Ningun miembro de la familia había. jamás tenido alguna enfermedad que pudiera esplicar esta terri- ble desgracia. Los médicos no han sabido esplicarse si se trata de- tuberculósis, sífilis, o qué sé yo. (Hay personas que opinan que se trata de un caso de lepra). Ha quedado en esé estado, desde poco despues de su vacunación. Ultimamente ha contajiado a la her- manita menor, de unos 18 meses de edad. Metiéndole el yodo, y el Salvasán y el cacodilato y la tuberculina.... ¡Dios mío, qué esplotaciones, y qué sufrimientos! — 142 — La acusación que se hace al sistema reinante, no podría ser más terrible: se le acusa nada menos que de estar enfermando y matando a millones de sus semejantes anual- mente, en la firme creencia de estarlos sanando y ayudan- do. Ante tamaña acusación, no es lógico exigir la impar- cialidad, pues si “nadie puede ser juez en causa propia”, menos lo podrá ser ante un cargo semejante. Y como con igual razón, al acusado no se le permite jamás, formar parte de algún jurado fiscalizador de los cargos en su contra, salta a la vista que los actuales profesionales— que son los acusados de tan terrible aberración—no pue- den en caso alguno formar parte de la Comisión Investi- gadora, aun cuando, como es natural, se les dará todas las facilidades que quieran, para que aleguen en defensa de su tesis, así como ha de darse también todas las facilidades a cuantos deseen presentar razones en apoyo de la tesis con- traria. No culpemos pues a nadie. Humanum est errare. Pero, no pidamos a los humanos lo que no es hnmano. Obremos pronto y obremos con entereza y con indepen- dencia si queremos para nuestra patria la SALVACION y no el EXTERMINTO. ALFREDO HELSBY. (Miembro de la Sociedad de Regeneración Física de Londres, Socio Fundador de la Sociedad Naturista de Chile, del Instituto de Ciencia Mental y del Instituto de Estudios Psíquicos de Chile, Miembro Vitalicio de la So- ciété Internationale de Philologie, Sciences et Beaux-Arts, Miembro de la American Liberty League de Chicago, Corresponsal de la Liga Antivacunista de Inglaterra, Miem- bro de la Unión Británica para la Abolición de la Vivi- "sección, etc.) (a) Que sería la cifra (a 3 mil por año) que hubiera re- clamado para su elixir, el glorioso Pasteur!! | (Corresponde al pié de la página 124.) — A CI o DOCUMENTACIONES (1) Dr. KOLB: Zur Impffrage, página 16. (2) Informe II, páginas 219-20. ' (3) The Wonderful Century por el Prof. Wallace, pág. 269. +) (4) En La Ley de Santiago, 28 de Febrero de 1898. ts) “La vacuna” 300 Opiniones Médicas”, reproducidas en el anuario del Impfspiegel de Dresde, 1891. (6) El Cowpox y la Sifilis Vaccinal, página 155. (7) Historia y Patología de la Vacuna. Tomo l. (8) A Questao da Vacina, Capítulo I. | (9) WHISTON: Why Vaccinate, página 106. (10) TENNISON DEANE: The Crime of Vaccination. (11) BAGUIERA LEAL: A QUESTAO DA VACI- NA, Capitulo I. (12) Cifras oficiales estudiadas por Juan Pickering, (miembro de la Real Sociedad Estadística de Inglaterra) en su obra Sanitation or Vaccination, páginas 188 a 180. (13) Véase mi obra Fracaso de la Vacuna. (Valparaíso, 1898). (14) ABOLITIONIST de Londres, Mayo 1.0 de 1911. (15) VACCINATION TRACTS por el Dr. GARTH WILKINSON. (16) Londres, 22 de Junio de 1878. (17) “300 Opiniones Médicas”, reproducidas en el Anuario del IMPFSPIEGEL de Dresde, 1801. (18) Idem, idem. o Informe oficial del Medical Officer de Mile End, 18093. (20) Idem, idem. 1806. (21) GRAPHISCHES A-B-C-BUCH FÜR IMPF- FREUNDE, página 23. (22) THE ANTI-TOXIN TREATME) i | > THERIA. MENT OF DIPH a ara CURE OF CANCER. 24 éase su segunda obra: “MEDIC: 21 i CRAFT-A NATIONAL PERIL”. reri R 2? "LEBENSKUNST” de Leipsic, 25 de Noviembre aR TEA Rendues de l'Académie des Sciences de — 144 — Post. Datum.—Las Últimas Noticias del 18 de Agosto, 1926, traen un Editorial sobre La Enseñanza de la Medi- cina en Chile. En dicho artículo se pide que, en nuestras Universidades, se abra cátedras de Naturismo y de Biología. Estas nuevas orientaciones empiezan, pues, a abrirse camino, y ese progresista diario merece la honra de ser el primero que en Chile—así, editorialmente—haya empren- dido una campaña destinada a pasar a la historia como la obra de más transcedental importancia para la salvación de nuestra raza. | Resta ver quién ha de ser, entre nuestros legisladores, quien se lleve la honra de ser el primero en “romper una lanza” en defensa de una obra mil veces más importante para el pueblo de Chile, que la posesión de unas cuantas leguas de territorio, u otra cuestión internacional—y aun política—que suele absorver y agitar tan terriblemente a nuestros señores gobernantes. a Bueno es resguardar, en toda época, nuestros derechos territoriales; pero aun mucho más importante, es la con- servación de la salud y la vida de nuestros cuatro millo- nes de habitantes, hasta hoy sacrificadas por nuestras inte- ligentes autoridades, en aras del ridiculo monopolio que se otorga a nuestra atrasadisima y macabra “medicina oficial” mai O y ee = = e KA AAA _ _— — a ATAN A FFT ERRATAS (Los siguientes párrafos, corresponden entre las páginas 99 y 100). Este caballero me ha asegurado, que luego después de vacunada una persona, el iris del ojo toma otro color. El iris azul claro, recibe un tono gris sucio y el castaño, se mancha en forma que dificulta a veces el reconocer las fibras radiales que son las últimas puntas de los ganglios cerebrales y espinales. Otra seña que ha podido notar en sus largos estudios: que primero se altera el iris del lado vacunado, y después de unos días, el otro iris. También ha observado que des- pués de un ataque de Difteria sanada con medios “natu- rales” (sin el sérum, que hace la triste obra de mantener los venenos dentro del organismo) el iris manchado por la vacuna, se aclarece notablemente. ¿“No es esta una prueba evidente, dice, que la difteria en estos casos, era sencillamente .la eliminación por la Naturaleza, de ese perjudicial veneno de la Vacána? Otra prueba más es el hecho: de que la Difteria no se conocía en su forma epi- démica, antes de generalizarse la vacuna. Cuerpos antes perfectamente sanos, muestran en el iris, después de vacu- nados, señales inequívocos de escrofulosis, sífilis, tubercu- losis y otros daños gravísimos”, Hace un par de meses, conversaba con otro amigo, don F. G.—de orígen alemán—quien también ha estudiado la Iridología. De repente me mira fijamente y dice: “Discul- pe.... ¿tiene Ud. una lastimadura en la pierna derecha, detrás, abajo?” Precisamente, el día anterior, al pasearme tranquila- mente por los cerros de Playa-Ancha, me había pinchado un quiltro sin moralidad, en forma alevosa y premeditada! Y la lastimadura la tenía en la parte inferior de la panto- rrilla derecha. Todos los presentes vieron, mirando con un lente, una rayita negra en cierta parte del iris derecho, ¡De ahí el diagnóstico! — 6 je Página 115, renglón 23, por “1893léase 1883. TA Id. 122 id. 22, 23, pertenecen a la Nota al pié. Dii -Página 126: antes del primer renglón, insértese; conocido y Knthnista don Pablo Carrasco, en coloboración con el... ti T} ; l (Véase. página 79) —Y F rr A p TAS NATURA REVISTA MENSUAL NATURISTA 3 (ÓRGANO DE LA SOCIEDAD NATURISTA DE CHILE) e A CASILLA 226 - SANTIAGO j Suscripción anual.........o.oomom»o..o . $ 6.— Número suelto.. JA LAS MADRES... ALIMENTO ECONÓMICO PARAS LOS NIÑOS GUERRA AL DESPERDICIO (Hermosa iniciativa del filántropo Epstein) Lar - Véase página 79 SOCIEDAD NATURISTA DE CHILE Conferencias todos los Jueves a las 6.15 P. M GALERIA ALESSANDRI 26 a ENTRADA LIBRE me Po. p EAL Den AR $ 7 a A có ASA “CÓDIGO LONI A f dencia (Sita de EAT RE Ln My u > AT hey DEAL” DEE e BUEN SENTI po: © (Phenes -i ual Gempto de ri. gma