te murmuren el secreto Cecilia Bergoboy Que las runas te murmuren el secreto Dirección Nacional del Autor. Número de expediente: 179981 Diagramación: Román Mazzilli Indice Dedicatorias Prólogo. Presentación a la primera edición del libro Primera parte El futharc un pórtico maravilloso Mi aproximación al futharc Runas, trazos mensajeros Runaspostas La energía de las letras Cómo elegir un juego de runas El conocimiento está en los árboles Las tres iniciaciones de Odín El cuerpo, vehículo de la energía de las letras Segunda parte Octeto 1 Recorrido por el primer octeto Fehu, la abundancia de dar y recibir ¿Podría decirme dónde queda la felicidad? Uruz, la fuerza de la iniciación Thor, la fuerza de un gigante Encontrar el modo de dar tu flor al mundo Ansuz, en un principio fue el verbo La ruta de la palabra Raidho, el viaje hacia mi destino Kaunaz, el ojo de Dios El orden, otra manera de ver Gebo, el regalo de una pareja equilibrada 14 16 18 20 22 22 24 2) 28 32 33 35 38 41 44 49 51 54 5T 59 63 Wunjo, un lugar de llegada para mi alegría Maestro Octeto 2 Recorrida por el segundo camino de ocho letras, de la granizada al sol Hagalaz, el arma de los gigantes de la escarcha En las manos de Dios Naudhiz, la maestría que da el dolor Pobrecita Isa, el hielo. El silencio del movimiento Escuchando los árboles Jera, la paciencia de sostener un ciclo Aprendiendo a pedir ayuda desde un buen lugar Eeihwaz, muerte y transformación en el corazón del futharc Hacer beneficencia o promover el intercambio Perdhro, el secreto se oculta en nuestro corazón Algiz, la oportunidad de decir no Sowilo, un camino hacia el Sol Momentos Octeto 3 Pasaje por las últimas ocho runas Tiwaz, reposando en la fe De regreso al sí Berkano, el coraje de lo femenino Ehwo, un paseo que enlaza universos Mannaz, la raza humana Laguz, un cuerpo de agua 66 68 70 73 75 78 81 84 86 89 93 95 98 103 107 110 112 114 116 118 120 123 126 131 Ingwaz, la potencia de un comienzo Crisálida Dagaz, la irrupción de la luz Claroscuridad Othalaz, el liderazgo: un estado que viene de la acción de los ancestros Tercera parte Visión del pórtico Que las runas te murmuren el secreto Runas, un ritual comprometido o la abundancia de lo pequeño Cómo extraer las runas Interpretación de una tirada Descripción de otra tirada Diferentes formas de tirar las runas Creando el recorrido 134 137 140 142 146 152 159 161 163 164 168 171 174 Dedicatorias A mi hijo, Luis Pablo, maestro en mi vida espiritual. A mi esposo, Daniel, primer transcriptor amoroso y pa- ciente de mi tarea. A mis padres, generadores de mi historia. A mis alumnas, colaboradoras y compañeras de ruta, entre ellas Carmen Avila. A Pablo Runa, mi maestro de runas y camarada de investi- gaciones. A Alcira Merayo, maestra de paciencia, de fuerza y del “Sistema conciente para la técnica del movimiento”. A mis amigas y colegas de sendero, Marta Especel, Susa- na Dodiuk, Estela Lerner y María Padilla. A Daniel Passerman, amigo y reparador de entuertos ciber- néticos. A Silvia Cañaveral con la que transitamos encuentros gra- máticos, que hicieron posible esta nueva edición del libro Prólogo Presentación a la primera edición del libro Ante todo agradezco a Cecilia permitirme el honor de ha- cer esta presentación de su libro. Es algo que me da verdadero gusto; de modo que voy a tra- tar de explicarles cuáles son las razones por las que me gusta presentarles este libro. Hay dos clases de ceguera, la ceguera de los ojos y la ce- guera del alma. Esta última, está bastante más extendida que la primera, como Uds. saben. Lo que yo les aseguro es que Cecilia, si bien padece la ce- guera del cuerpo, tiene, en compensación, la visión del alma. Y ¿qué diferencia hay entre la visión de los ojos del cuer- po y la de los ojos del alma? La visión de los ojos del cuerpo depende de una fuente de luz exterior, si no hay luz, no hay visión. En cambio, los ojos del alma iluminan su objeto, y tiene la virtud de contagiar es- ta capacidad iluminante. Uds. quizá se preguntarán cómo sé que Cecilia ve con el alma. Aquí es donde entra en juego su libro. Porque cuando lo lean, o lo escuchen, verán que está escrito a partir de una fuente de luz interior, y que, siendo así, ilumina. De modo que me gusta presentar este libro, en primer lu- gar, porque ilumina, y exige, y promueve la visión del alma. La segunda razón por la que me gusta presentar este libro es que lo ha escrito alguien que habita por aquí, en un barrio de Buenos Aires, cerca de la plaza Irlanda, en la República 10 Argentina, en la que será próximamente la Confederación La- tinoamericana. Es decir: este libro no surge de una traducción mecánica, ni de la gélida pluma de algún inglés perdido en un suburbio de Londres; sino de la interpretación viva de alguien de acá. Lo que supone un trabajo de apropiación intelectual y vital; con el consiguiente enriquecimiento para nuestra cultura lati- noamericana. Este libro no es un refrito de párrafos copiados de libros ajenos, sino una asimilación profunda de un lenguaje simbó- lico generado por una lejana y antigua cultura, pero enfocado con los ojos de plata de un alma argentina. Esa es la segunda razón. Y la tercera razón por la que me gusta presentar este libro es que trata acerca de un sistema simbólico. Y un libro escrito desde el corazón acerca de un sistema simbólico no es poca cosa. Es una muestra de la más alta sa- biduría de la que somos capaces los seres humanos. Es un libro sobre runas, el sugerente alfabeto inspirado en los árboles. Un alfabeto en el que las letras no son meros sig- nos, sino que abren su arcón simbólico a todos aquellos que osen destrabar la cerradura. “Las runas son un sistema simbólico”: reparemos en que esta frase carece de sentido para la cultura que pretende domi- narnos. ¿Qué es un sistema simbólico? Un sistema simbólico es como una escalera que apoyándo- se en la tierra se levanta hacia el cielo. Las runas son una es- calera de 24 peldaños al cielo; el Zodíaco es otra, de 12; el Ár- bol de la Vida otra, de 10; el I Ching una más, de 64; el Zo- 11 díaco maya, una de 20. Los sistemas simbólicos constituyen una posibilidad de movernos por la vertical de la sabiduría y la belleza; tal vez la única. La cultura que pretende dominarnos, en cambio, repta por la horizontal del poder y no ve en los lenguajes simbólicos otra cosa que instrumentos de su voluntad de poderío. Por el contrario, un sistema simbólico es un idioma; pero no para comunicarnos entre nosotros, sino para comunicar- nos con los dioses. Es la manera de facilitarle a los dioses la comunicación de sus mensajes. Por sus peldaños desciende y asciende nuestra alma. Es cierto que, por más bellos que sean, los sistemas simbó- licos no nos llevan justo hasta la morada de los dioses; pero nos dejan cerca; tan cerca que, entonces ellos, cuando quie- ren, admiten descender hasta nosotros y rozarnos el alma con el fuego sagrado. Por eso será poco útil leer este libro para aquellos que ten- gan el alma deshidratada, el corazón “light”, clausurado el gesto del amor, o archivado el sueño de su vida. En cambio, será nutritivo para los que, con el genial Marechal estén dis- puestos a emprender “el descenso y el ascenso del alma por la belleza”, y con el gran Macedonio tengan la sospecha de que “no toda es vigilia, la de los ojos abiertos”. Jorge Bosia 28-10-2002 12 Primera parte El futharc, un pórtico maravilloso Definición de la palabra puerta: PORT, familia de una raíz indoeuropea: *per : “Atrave- sar.” En griego, peirein: “traspasar,” “atravesar agujerean- do,” de dónde proviene poros: “conducto, pasaje,” y peroné: “toda punta que atraviesa un objeto, perno de fijación, y por comparación, “el más delgado de los dos huesos de la pier- na.” En latín: 1) portus “pasaje” y en particular “entrada de un puerto” y en latín clásico, “el puerto” propiamente dicho, de donde provienen opportunus, literalmente, “que empuja hacia el puerto,” de donde, en latín clásico “cómodo, ventajoso” y su opuesto importunus “ literalmente “sin puerto,” “de acceso difícil, inabordable, enojoso.” 2) porta “abertura,” en particular “puerta de la ciudad,” de dónde en bajo latín portarius “portero.” 3) porticus “pasaje cubierto sostenido por columnas.” 4) Portare, portatus “llevar (sobre los hombros, en ani- males, carros, o embarcaciones)” de dónde, apportare, “lle- gar a un puerto,” aportar, “llevar hacia”; comportare “lle- var en el mismo lugar”; deportare “llevar de un lugar, a otro”; exportare “llevar fuera de”; importare, “traer, desde fuera llevar dentro”; reportare, literalmente “llevar hacia atrás,” reportar, informar; supportare “transporta en subida; y del bajo latín transportare “llevar a través. 14 Lo que antecede está traducido del francés y extraído del LE ROBERT, Dictionnaire etymologique du francais (Diccionario etimológico del francés, LE ROBERT ) También me pareció interesante lo que decía el Breve dic- cionario etimológico de la lengua española de Guido Gó- mez de Silva: Puerta “vano por el que se puede entrar a un cuarto o a un edificio; estructura móvil con la que se puede cerrar este vano; medio de acceso, o entrada.” Del latín porta “puerta, entrada, abertura; puerto de montaña, depresión o boquete que da paso entre montañas; estrecho, paso angosto que une dos mares.” Del indoeuropeo per “conducir, atravesar.” Portal “galería o soportal que está por fuera de un edifi- cio; entrada.” Ver “puerta.” Se mencionan las palabras: pasaje, abertura, llegar a un puerto, portar o llevar, conducir, atravesar, medio de acceso o entrada a..., vano por el que se puede entrar a..., estructura móvil por la que se puede cerrar. Todo alude a la estructura del futharc o alfabeto rúnico. Atravesar el futharc, dar ese paso entre montañas, confiar sin ver, construir ese pasaje dentro de mí y recorrerlo, conti- núa siendo mi desafío. Al ir acompañando a otras personas por ese paso entre pi- cos montañosos, blancos y helados gigantes, voy aprendiendo a pasar yo misma. Vamos paso a paso, dejando que las runas tomen forma en nosotros. 15 Vamos, atentos y concientes. Vamos dejándonos investir por la energía de las letras. Los convido a caminar, de poros abiertos, por este maravi- lloso pasaje. Mi aproximación al futharc Las runas llegaron a mí, casi como un juego inocente. Es- taban en un lugar de mi casa y yo las consultaba sin saber, sin conocer su verdadero significado. Después de muchos años, realicé una investigación profunda acerca de este oráculo. Las runas conforman un sistema que antes de ser alfabeto, fue oráculo. Las utilizaban antiguos pueblos vikingos para de- cidir estrategias frente a la guerra o a Ituaciones comunitarias. Fui descubriendo una a una cada respuesta, fui trabajando con mi cuerpo la postura que correspondía a cada letra y cada letra me devolvió una emoción, un mensaje. Runa significa secreto y hoy, las runas, me siguen revelan- do sus secretos. Sé que todos poseemos una sabiduría interior que nos guía; también sucede, que a veces, nos hallamos desconectados de ella. La misión del oráculo, en este caso las runas, es reconec- tar a la persona con ese lugar guía. Cuando preciso clarificar algún tema para mí o para otro, necesito deshacer los ruidos externos, los ruidos de la calle y los que se producen por los propios pensamientos. Si quiero obtener una respuesta reveladora, preciso cen- trarme en la pregunta, despejando de la mente todo aquello que no sea el momento presente. Es por eso, que me resulta 16 indispensable hacer un aquietamiento antes de abrir la pre- gunta. Ese aquietamiento significa conectar con lo sagrado que habita en cada uno de nosotros. Cuando he logrado un si- lencio de otros temas y he conseguido enfocar la pregunta, llega el momento de hacer la tirada. En mi opinión, la tirada tiene como partícipe fundamental al consultante. Es él quien elige las respuestas guiado por su intuición. Es él quien elige las runas que responderán a sus preguntas. Mi misión, en esta ceremonia, es hacer la traducción de lo que el oráculo nos está diciendo. Las runas tienen la posibilidad de bajar a la materia lo sa- grado de la respuesta. Así, me adentro en el secreto de la per- sona, sin juzgar, sin aconsejar sólo interpretando el mensaje que la runa propone. En ese momento, pido al consultante que trate de asociar esa respuesta, que proviene de un pueblo an- tiguo, de un pueblo guerrero y lejano, con los acontecimien- tos que son motivo de su consulta. El enhebrado es perfecto, claro y evidente. El sentido de la tirada es señalar siempre caminos de evo- lución, ya que las runas constituyen un pórtico de autoconoci- miento traspasado el cual, la persona amplía su conciencia acerca de lo que está sucediendo. El futharc o alfabeto rúnico está compuesto de veinticuatro runas o letras rúnicas, dispuestas en 3 caminos de ocho. Estos caminos se relacionan entre sí formando un sistema que va mostrando las distintas energías que actúan en el universo y en la vida de los seres humanos. El objeto de hacer una tirada es comprender lo que la vida nos está pidiendo en el momento presente, comprender cuál 17 es la acción evolutivamente correcta para nuestro ser y poder observar las situaciones que se nos van presentando como de- safíos, como oportunidades de ser mejores cada vez. Ese es el secreto de las runas. El secreto habita en nuestro corazón. Runas, trazos mensajeros El alfabeto rúnico, se llama futharc. Este es su nombre, porque las primeras letras de dicho al- fabeto, son: F, U, TH, A, R, C. runa significa también: secreto, y este antiguo alfabeto, fue oráculo antes todavía de ser utilizado para la escritura. Los trazos de cada letra, son verticales y oblicuos. No exis- ten trazos curvos, tampoco horizontales. Si observamos el alfabeto futharc notaremos en el trazado de la mayor parte de las letras, ángulos que se cierran como posibilidades que se bloquean, que se desaconsejan, que ter- minan en un “no”, y ángulos que se abren como pliegues abiertos, que amplían posibilidades, que abren perspectivas, que muestran caminos de acción. El diseño de cada letra tiene íntima relación con su mensa- je. Existen algunas runas que poseen una doble lectura según salgan derechas o invertidas al realizar una tirada. Los vikingos fueron pueblos guerreros, marciales, de deci- siones contundentes. Esta forma de ser quedó plasmada en sus misteriosas letras llamadas runas. Cada runa es una fotografía diagnóstica del momento en que se tira, mostrando al que consulta ciclos, posibilidades, 18 certezas O inconveniencias para su proceso evolutivo. Cada runa retrata situaciones de vida de esa persona y se constitu- yen en partes del camino del héroe, que somos nosotros mis- mos en nuestro recorrido vital. En nuestra ansiedad por conocer el futuro, los seres huma- nos, nos hemos preguntado siempre ¿qué nos pasará el día de mañana?, ¿qué resultará de tal o cual situación de nuestra vi- da? Estos tiempos de turbulencias, de cambios, de transforma- ciones, nos llevan obligatoriamente a concentrar nuestra aten- ción en el momento presente de un tiempo infinito. Para ayudarnos a soportar aquello que no sabemos ni po- dremos saber tejemos hipótesis y conjeturas acerca de la con- cordancia entre nuestro presente, nuestro pasado y nuestro fu- turo. En estos tiempos de movimientos, transformaciones y turbulencias, los seres humanos buscamos una voz, una vibra- ción, un sonido, una letra que nos facilite la captación de la sabiduría infinita. Ese mensaje viaja hacia nosotros a través de diferentes canales. Para mí, las letras van cruzando el puente del arco iris des- de la morada de los dioses hasta la morada de los hombres. En cada tirada, las runas me siguen murmurando su secreto, armando rompecabezas desde el caos hacia la comprensión de cada situación que me muestran. Para que cada pieza sea colocada en su lugar, necesito abrir mi voz a la confianza, respirarla pacientemente, y aguardar la vibración del sonido de cada palabra. Con gran asombro de mi parte, las palabras se ubican cada una en su lugar, a través de mí y más allá de mí, permitiéndome armar delicados bor- dados, encajes mandálicos que muestran el núcleo de lo que sucede y los posibles caminos que nos permiten entender los 19 “para que”. Llegado a este punto de profundidad en una tirada, la pre- gunta de: ¿qué me sucederá con mí futuro?, empieza a disol- verse naturalmente. Con simplicidad lo que crece es el centro del mandala, que representa la sabiduría para nuestro accionar de hoy. Esa sabiduría, como centro, irradia su fuerza de tal modo que barre con todas las quejas y todos los temores acerca del futuro. La armonía llega en forma de alivio cuando gira el calei- doscopio de las palabras y el centro acomoda las sugerencias. Reina así un nuevo orden que encadena los mensajes. Re- cién entonces, llega el momento del agradecimiento. Las le- tras vuelven a cruzar el puente del arco iris desde la morada de los hombres hasta la morada de los dioses. Se cierra allí un tiempo sin tiempo y se vuelve entonces al transcurrir cotidia- no. Respetuosamente concluye el paréntesis, bajando la deli- cada tapa de una caja de música, que guarda un secreto entre dos. Runaspostas El sentido de que hoy en pleno siglo veintiuno, consulte- mos las runas es procurar el enhebrado de nuestras acciones con la evolución. El famoso héroe de las zagas mitológicas vi- ve en cada uno de nosotros y el auténtico heroísmo, hoy, con- siste en manifestarnos como seres espirituales, encarnados en nuestro tiempo. La contundencia del oráculo rúnico nos ofrece la posibili- 20 dad de decidirnos a una acción correcta, o sea a favor de la evolución espiritual. Cada letra rúnica es un trazado misterioso. Correr el velo de su significado trae, a la buscadora de respuestas que soy, una tarea que va apareciendo a lo largo del trayecto. Se trata de ir más allá y adueñarse de un tesoro secreto, que está ocul- to en el dibujo original de nuestra huella. Las runas son algo más que un diseño, son algo más que deshojar la margarita, son algo más que un esperado futuro. Las runas son postas en el camino del héroe. En cada posta la vida nos propone un desafío, y a cada momento el aprendiza- je se renueva. ¿Pero acaso es posible investigar acerca de las runas como algo que sucede por fuera de cada uno de nosotros? Decidida- mente mi respuesta es: no. Cada runa es parte nuestra como si fuéramos nosotros mis- mos el futharc o alfabeto rúnico. La vivencia propia nos ayu- da a comprender el mensaje de cada signo, a darle encarnadu- ra para luego, a partir de la propia experiencia, ayudar a otros a desenredar la madeja de su situación. Fui descubriendo que me es muy útil explicar la energía de cada runa con posturas corporales. Si permanecemos con to- da conciencia en la forma aparecerán contenidos inesperados, que llegan a nuestro saber desde lugares desconocidos. Desde los velos que se descorren frente a nosotros llega la luz, filtrada por delicados encajes, hasta que se abre el mo- mento del darse cuenta. Entonces, giramos el caleidoscopio y se ordena, por un momento, nuestro ámbito. Así permanece este nuevo orden, hasta que caiga la próxi- ma piedra que alborote el agua de nuestro lago interior. 21 La energía de las letras Muchas veces me he preguntado cuál es la relación que hace que este sistema de letras funcione como un oráculo. Lo que comprendo hasta hoy, es que el diseño de cada runa, su trazado particular, no es caprichoso. El dibujo de cada letra significa traer a la materia, plasmar una energía, la energía guerrera de estas letras. He trabajado cada trazado con una postura corporal, imi- tando con el cuerpo el dibujo de las letras. En ese momento se me hace claro el vínculo entre la forma rúnica y su respuesta oracular. A medida que me voy adentrando en este sistema alfabéti- co, se me van revelando las relaciones entre las letras. En la su- cesión del alfabeto aparecen runas opuestas y a la vez comple- mentarias, que nos muestran una situación y luego su comple- mento. A ellas le sigue una tercera runa que constituye una sín- tesis de ambas. Este esquema se va reiterando, igual que en la vida cuando se nos presenta la oportunidad de sintetizar nues- tros aprendizajes, observándonos desde un lugar de totalidad. El pasaje por cada letra del futharc me remite al recorrido de mi propia vida como si este alfabeto conociera mi pasado y mi presente, escribiendo con mágicos trazos que provienen de una sabiduría cósmica. Cómo elegir un juego de runas Lo más importante para elegir, en mi opinión, es el traza- do de las letras. Esto es así, porque los signos traen el mensa- 22 je. Los glifos (signos) están constituidos por trazos fuertes, verticales u oblicuos, y no se ven en ellos líneas curvas ni ho- rizontales. Existen alfabetos rúnicos posteriores, a los que se les ha agregado otros signos. En lo personal, he elegido trabajar con las letras más antiguas, con el alfabeto tradicional de veinti- cuatro signos rúnicos. El material sobre el que están grabadas o pintadas las letras lo elige cada uno. Algunas personas prefieren confeccionar ellas mismas sus propias runas, tal como lo hacían en la anti- giiedad. Las he visto realizadas en madera, en cerámica, en piedra e incluso una versión muy original trazada sobre habas secas. Me gustan más las runas hechas con materiales nobles. Solo hay que tener en cuenta un detalle: que todas las fichas sean de igual tamaño y forma. Además, no podemos olvidar que tienen que ser rectangulares u ovaladas para que en el mo- mento de la tirada podamos leerlas derechas o invertidas. Después de elegir un juego de runas que nos sea afín, va- mos a necesitar conectarnos con ese material. Para ampliar la conexión, recordemos que nosotros mismos somos puentes de luz, puentes de amor, puentes de energía; recordemos que el cielo y la tierra se mezclan en nuestro vehículo corporal; re- cordemos que la antena que somos transmite palabras habla- das desde una sabiduría más allá de nosotros. Entonces, recién entonces, juguemos con las runas, arme- mos el alfabeto futharc según su orden, encontremos relacio- nes entre los dibujos, en fin, tomemos contacto con ellas. Luego pidamos permiso al universo para hacer preguntas. Sabremos si estamos preparados al extraer una runa y verifi- car la respuesta. 23 Poco a poco iremos reconociendo ese vínculo, que va a re- flejar nuestro vínculo con lo sagrado. Con la práctica y el tiempo, acompañados por una profundización en los senderos de la conciencia, las palabras se abrirán paso a través de nues- tra voz y acudirán en el momento propicio. Palabras-llaves abren compuertas de entendimiento. La voz que cura busca coincidir con un oído atento y abierto. La gran comunicación puede hacerse presente si permane- cemos en lo medular de nuestro ser. El alma busca precisar la dirección del camino. La perso- nalidad, que a veces no alcanza a comprender, sufre y pregun- ta: ¿por qué a mí? La respuesta aparece en forma de signos rúnicos sobre un paño. La traducción del mensaje exige el destierro de la crítica y la apertura hacia la posibilidad de una acción evolutivamente correcta. El poder de transformarnos siempre queda en nuestras ma- nos. Entonces, sobreviene el alivio de sostenerse. A la vez, una gran responsabilidad por nuestro propio destino, se hace presente. Es así como la vida nos lleva a encontrarnos con nuestras fuerzas esenciales y a reconocernos enteros, únicos, escucha- dores atentos de la gran voz. El conocimiento está en los árboles Antiguas leyendas celtas nos cuentan que los tesoros están escondidos en los bosques. Por fin, comprendí que ese tesoro era el conocimiento. Los pueblos vikingos lo simbolizaron a 24 través de un fresno mítico llamado hyggdrassil. Erase una vez un fresno llamado hyggdrassil. Este árbol, el mejor de todos los árboles, era el lugar donde habitaban los dioses. Las hermosas ramas de hyggdrassil se extendían más allá de todos los mundos. Hyggdrassil está sostenido por tres fuertes raíces. Pueblan este árbol ardillas, pájaros y ciervos. Sus raíces abrevan en tres fuentes en las que Odín, padre de la mitología vikinga, re- cibe sus tres iniciaciones. La creación sigue creando en mí a hyggdrassil. Hay veces en que pequeñas ardillas me recorren contándose risueñas sus secretos. Otras veces, siento el revuelo de los pájaros en mis manos. Y otras, se me presenta Nidhócc, la mítica dragona, que igual que a hyggdrassil me roe las raíces hasta hacerme crecer. Como Odín continúo buscando el tesoro que se halla al cruzar el puente del arco iris. Como Odín, dí mi ojo a cambio de sabiduría y miré mi propia sombra. Como Odín en el árbol sacrificial, dejé morir viejas creencias que desangrándose me abandonaron. En la oscuridad me esperaba un conocimiento desconoci- do. Así fue como crucé maravillada el portal, que abría un nuevo camino hacia lo mejor de mí. Las tres iniciaciones de Odín En la visión del mundo runa existe un gran árbol maravi- lloso. Ese árbol mítico, llamado hyggdrasil, es en realidad un lugar interno en cada ser. Cualquiera de nosotros podría identificar a la mítica drago- 25 na Nidhócc royendo con vehemencia nuestra raíz, causándo- nos dolor y haciéndonos crecer a la fuerza. Cualquiera de no- sotros podría ponerle nombre a las ardillas cuenteras que nos recorren a veces, o a los pájaros-sueños que nos marean con sus vuelos y gorjeos hasta causarnos vértigo. Pero veamos lo que sucede cuando nos vamos más profun- do dentro de nuestro ser, hasta llegar a la raíz de nosotros mis- mos. Si pensamos en la zaga de Odín, podemos escuchar su his- toria como un cuentito, como algo que le sucede o le sucedió a otro y que nada tiene que ver con nosotros. Otra posibilidad es relacionar esas iniciaciones con sucesos que han dejado huella en nuestra existencia. La primera iniciación de Odín aconteció en la fuente de Mimir. Este es el nombre de un gigante, guardián de la fuen- te de la sabiduría y de los antepasados. Mimir, como lo es la vida, es sumamente responsable de su misión. Cuando Odín se acerca a dicha fuente para beber de ella, el gigante Mimir, se lo impide. Odín insiste, pero es inútil, no lo logra. Sola- mente le será permitido abrevar de esa fuente, si entrega al gi- gante uno de sus ojos. Visto que ese es el único camino, Odín entrega a Mimir un ojo a cambio de sabiduría. Entonces, podemos pensar que al quedar con un único ojo, Odín logra la mirada de la unidad, la mirada del tercer ojo, es decir, la mirada más allá de la visión física. Estoy hablando de una mirada interna desde un lugar trascendente, con la cual podríamos, si quisiéramos, desocultar nuestra luz y también nuestra sombra. Esta posibilidad de observar en nosotros lo que está oscuro, rechazado o negado, es la semilla de una pro- funda transformación personal. Esos aspectos de uno mismo 26 que no desearíamos ver, ni nombrar, sólo pueden ser observa- dos con el único ojo de Odín, que representa la mirada de la totalidad. Esta conciencia también implica un reconocimiento agradecido a nuestros padres, quienes nos precedieron en la encarnación y que forman parte, como antepasados, de esta fuente. Esta manera de entender el primer portal iniciático abarca la entrega de una porción de densidad material y la obtención de una posibilidad espiritual que se amplía. El acto de inicia- ción implica dejar atrás la materia densa, ofrendándola. El va- lor obtenido, en cambio, es incalculable. Se trata de una sabi- duría más allá de la encarnadura, que atraviesa la medida de la polaridad y se aloja con su ojo en el corazón energético. Poder ver con los ojos del alma es un lugar al que se arri- ba, y como decía un príncipe niño que conocía la fuente de Mimir “...lo esencial es invisible a los ojos...”. La segunda iniciación de Odín transcurre en la fuente de Jwerguelmir. En este lugar existen tantas víboras rezumando veneno, que “ninguna lengua puede contarlas”. Este es el sitio elegido por nuestro héroe para clavarse nueve días y nueve no- ches en el hyggdrasil, desangrarse y dejar su condición de hé- roe humano para adquirir la categoría de dios de las runas, la palabra, la poesía y la elocuencia. Así es como la sangre de Odín cae hacia la tierra, atraviesa el veneno y llega hasta teñir las runas, que se hallaban enterradas debajo de las raíces de hyggdrasil y perdidas para la humanidad. En ese momento ini- ciático Odín deja su encarnadura, y la humanidad rescata una sabiduría que se vuelve accesible gracias a su decisión. Podemos relacionar esta segunda iniciación de Odín con las sucesivas muertes y renacimientos, que cada uno de noso- 2] tros experimentó a lo largo de su vida. A veces, dejar caer an- tiguos ropajes inútiles para abrirse a una autenticidad que de- sea aflorar es un acontecimiento corriente. La vivencia de mo- rir y renacer a partir de nuestra llegada al mundo físico se rei- tera y nos da la experiencia sacrificial de una entrega que im- plica dolor y aporta conciencia. Esta es la segunda fuente que nutre el saber rúnico. La tercera y última iniciación de Odín sucede en un sitio muy diferente a los dos anteriores. Se trata de una raíz que se eleva al cielo y llega a la fuente de Urd, donde habitan las nor- nas, seres elementales que tienen el dominio del tiempo y del destino de los hombres. Esta fuente de agua sagrada blanquea e ilumina todo a su alrededor. Odín toma posesión del lugar y se apodera del destino y del tiempo de los seres humanos. Funda aquí la morada y el tribunal de los dioses, sitio al que se llega atravesando el puente del arco iris. Habiendo logrado la mirada interna desde un lugar de uni- dad, y habiendo experimentado el dolor de crecer en concien- cia, parece que estamos en condiciones de acompañar nuestro destino, habilitando para ello la morada de los dioses, o sea, nuestro corazón. El cuerpo, vehículo de la energía de las letras A través del cuerpo pasan las formas rúnicas y sus mensa- jes. Moldean significados y ofrecen precisiones acerca de su diseño. La postura corporal, que corresponde al dibujo de ca- 28 da runa, nos ayuda a la comprensión de su energía. Existe una posibilidad de captar y entender, al vivir dentro de la forma, cada una de las letras rúnicas. El cuerpo, que enlaza la Tierra y el Cielo, entiende desde un espacio visceral el secreto. Cada uno de los que procure una conexión con estos sím- bolos puede hacer la prueba de permanecer en una postura análoga al signo rúnico, en contacto consigo mismo. De este modo, con certeza, le surgirán ideas, reflexiones y asociacio- nes. Cabe, después, realizar el enhebrado y unir lo que llega, a través del puente-cuerpo, con lo que conocemos de cada letra. Al final de cada runa, propongo una postura corporal que refleja la energía de ese glifo. Invito a los lectores a experimentar con estas posturas o a recrear otras diferentes, según su manera de ver el mensaje de las letras. 29 30 Segunda parte 31 Recorrido por el primer octeto A lo largo del primer octeto se suceden: FEHU “F”, URUZ “U”, THURISAZ “TH”, ANSUZ “A”, RAIDHO “R”, KAU- NAZ “C” o “K”, GEBO “G” y WUNGO “W”. Fehu: desde la fuerza del fuego comunitario que circula por las venas de la tierra, así como por mis propias venas, con la abundancia de Fehu, recibo y doy. Al sentirme parte de un todo, reconozco la fuerza de mi propio fuego. Encarno la potencia indomable de Uruz y prepa- ro mi iniciación. Llego a Thurisaz, donde mi fuerza activa gobierna. El dios Thor me presta su martillo mágico y su puntería colosal para que yo reconozca que también son parte de mí. Ansuz: desde el fondo de mi voz nace la palabra, la misma que vibró en labios de Odín después de beber el mágico elixir. Raidho: un viaje en carro. Viajo a un destino soñado. Me pongo en movimiento. Voy. Haber viajado me da la perspectiva de una nueva mirada, estoy en Kaunaz. Se abre para mí un horizonte de luz. Me am- plío en la mirada del adentro. Gebo: al fin dos partes de mí se encuentran y logran reco- nocerse. Se funden en un instante infinito que ofrendo a los dioses. Gebo es la pareja. Por último Wungo: planto la bandera de mis metas y conci- bo la criatura de mis sueños. Llego a la cima y allí me instalo y me ilusiono. Por un momento siento la alegría del niño... Así finaliza este primer tramo. Luego la vida me arrojará bajo la granizada: Hágalas, la primera runa del siguiente octe- to. 32 Fehu, la abundancia de dar y recibir También llamada Fé, Faiu y Feo. Corresponde a nuestra le- tra F. Fehu es una antena que atrae y distribuye energía. Es la pri- mera letra del alfabeto futharc y representa el fuego comuni- tario, la alegría que se comparte, la abundancia que se prodi- ga. Su diseño nos muestra un canal vertical que une el arriba con el abajo y facilita el tránsito desde la unidad a la diversi- dad y otra vez a la unidad. Los dos brazos de Fehu nos mues- tran otro sentido de circulación de energía: del corazón hacia las manos y de las manos entre sí. Fehu representa el dinero. Es la primera runa del octeto co- rrespondiente al plano físico que nos recuerda la condición de la vida encarnada. Fehu es energía que circula. Bienes móvi- les, ganado o dinero que se obtuvo batallando. Fehu es ener- gía que fluye por las venas de la tierra y que deviene en ma- teria. Simboliza al fuego colectivo. Es un bien de todos y que a la vez nadie puede atrapar. 33 Existe un ritual perteneciente a los pueblos originarios lla- mado la atadura de los años, que nos ayuda a comprender el mensaje de Fehu. Al concluir un ciclo, en toda la región, se apagan la totalidad de los hogares y durante varios días no se cocinan los alimentos ni se utilizan los fuegos. Todo perma- nece a oscuras y sin calefaccionar. El día indicado un sacer- dote se dirige hacia un lugar sagrado, y allí enciende el fuego nuevo como si fuera el primer hombre. Con esa reverencia distribuye un tizón a cada jefe de clan. Estos llevan ese tizón candente a su tribu y con él van encendiendo el hogar de ca- da casa. Así recomienza el ciclo. En dicha ceremonia el fue- go es un símbolo de abundancia y del carácter colectivo y en- riquecedor de la misma. Este es el modo como circula la ener- gía de esta runa. Cuando Fehu sale invertida, indica que la persona está em- barcada en una tarea inútil como querer aferrar el agua o la arena que corre entre los dedos. Significa energía desperdicia- da, despilfarro, malgastar dinero o fuerza vital. También pue- de tener que ver con pensamientos circulares situación que se conoce como “el rumiar de la mente”, lo cual es de por sí un desperdicio de la fuerza mental. Puede señalar despojo de di- nero o pérdidas cuantiosas de bienes móviles. Fehu, primera runa del alfabeto, contiene el impulso del inicio, el empuje de lo que empieza. Esa potencia es alimento para todos y también se sostiene con la fuerza de toda la co- munidad. Postura corporal De pie con los pies juntos, sentimos la verticalidad. 34 Los brazos se elevan por el frente y se dirigen hacia el cie- lo y hacia adelante. Las palmas de las manos están enfrenta- das y la cabeza un poco levantada. Observemos que tanto las manos como la cabeza y la mi- rada, van hacia lo alto y hacia delante. ¿Podría decirme dónde queda la felicidad? Hace muchos años conocí una persona que preguntaba a la gente por la calle: ¿Por favor, podría decirme dónde queda la felicidad? La pregunta era formulada rápidamente, como si se tratara de la averiguación de una dirección. Las respuestas eran tan variadas como inverosímiles: “yo no soy de aquí”, “no conozco el barrio”, “no tengo ni idea”, etc. Casi sonaba divertido observar la poca atención que las personas otorgan a las palabras que aparentemente escuchan, y cómo cobra im- portancia, en cambio, el gesto o la manera de formular la pre- gunta. Me sigue interesando saber en dónde está la felicidad, pe- ro con certeza no se halla en el aire que flota entre seres que no logran oír a otros. En mi experiencia cotidiana como persona ciega, advierto que el escuchar tiene mucho de comprometerse, de poner to- da la atención en ese momento y en ese lugar. El apuro del adentro que se inventa en la gran ciudad o tal vez también en otros lugares internos, prioriza la velocidad y deja de lado el intercambio de energías. De eso se trata el saludo: unas po- cas palabras que hacen sentir la presencia de otro ser humano que también transita por esos caminos. Resulta bastante frecuente que personas mayores ofrezcan 35 ayuda a los ciegos por la calle. En estas ocasiones se suele vi- vir un real diálogo de almas. Lo que más me gusta en estos ca- sos es preguntar a los mayores por sus experiencias de vida, anécdotas y recuerdos. Trato de desviar la conversación hacia esos temas y siento que entonces florecen las palabras, se ha- ce presente la pasión y hago mío el compromiso de escuchar. Es así como la atención atenta vuela como una mariposa, a veces se posa sobre mí y a veces sobre otros, y a cada cual nos toca abrirnos a su aleteo y aceptar gustosos su presencia. Só- lo el apuro del adentro quiebra el frágil cristal del amor de es- tar presente en el momento presente y desperdicia una delica- da posibilidad de encuentro que, por su simplicidad, disimula el gran secreto de la sonrisa de los ángeles. Y entonces, ¿dónde queda la felicidad? Tal vez en el ins- tante de un encuentro, en la oportunidad de dar, de ayudar desde la experiencia personal, de regar con amistad o con agradecimiento el trayecto que compartimos. A veces, ese co- mienzo de tejido entre dos nos dura hasta que nuestros múlti- ples requerimientos nos lleven a atender otras cuestiones. A veces, el recuerdo de una sonrisa queda tierno en algún rincón del corazón. A veces, nos queda el sabor amargo de un recha- zo O de una incomprensión apresurada huyendo de no se sabe qué. Pero entonces, ¿dónde queda la felicidad? Seguramente que ella se encuentra en un tiempo presente, demorada en un instante infinito, iluminada y fugaz. Sorpresivamente la en- cuentro escondida en las cosas más sencillas o también en las más complicadas de entender o de vivir. Está agazapada en cada pequeño o gran logro, en cada darse cuenta, en cada sí. Es veloz y cambiante, pero su aroma persiste en el tiempo, en- 36 tibiándonos el corazón. Salir al encuentro de la felicidad, con lo mucho o lo poco que hayamos caminado, es permanecer disponible, abierto al gran encuentro. Siento que la meta es el camino, y el domici- lio buscado consiste en acompañarme con lo mejor de mí, su- ceda lo que suceda. Si consigo generar ese acompañamiento y disfrutar el día a día, habré comenzado a responder aquella famosa pregunta. 37 Uruz, la fuerza de la iniciación También llamada Ur o Urs. Corresponde a nuestra letra U. Uruz es la segunda letra del alfabeto rúnico tradicional. Representa al uro o buey salvaje, animal de fuerza indomable, extinguido en los bosques hace ya muchísimos años. La única forma de domesticar al uro es matándolo, por eso, Uruz es runa de sacrificio cuando sale invertida. Uruz indica fuerza y sabiduría. Uruz apela a la reserva in- dividual que nos habita, a ese fuego propio. Uruz se alimenta de la fuerza de la tierra que asciende por sus cuatro patas. Es- ta potencia permite a Uruz embestir, perseverar y concretar sabiamente. En las antiguas tribus vikingas la matanza del uro era par- te de un ritual iniciático. Se mandaba a los adolescentes de la tribu a matar al uro y si regresaban con él, su adultez queda- ba sellada. Era costumbre mojar a los jóvenes con la sangre del uro y luego comer su carne para incorporar su fuerza, su potencia viril y su sabiduría. Su aparición en una tirada nos sugiere recurrir a las poten- cias del instinto como motor de vida, autoabastecerse y re- troalimentarse, cualidades estas pertenecientes al uro. 38 Uruz invertida es runa de sacrificio. Sacrificio no significa sometimiento a una circunstancia, sino que sacrificio signifi- ca hacer sagrado, es decir, elevar una materia densa, ofrendar- la para recibir una energía sutil. El uro era el cuerpo del sacri- ficio; lo que se recibía a cambio de ese sacrificio era el pasa- je a la madurez, la integración al mundo adulto. Cuando sale invertida, la indicación de la runa dentro de la tirada es dejar de embestir como un salvaje acerca de lo que se está preguntando. Entonces se necesita reconocer el plan del alma, deponer el ataque de ira y la ceguera del uro, y de- jar de malgastar las energías luchando contra los molinos de viento. La sugerencia de la runa es aceptar lo inútil del sacrificio frente a la contundencia de los dictados del destino. En este caso lo indicado es la aceptación, confiando en que la sabidu- ría manifestada guiará nuestra evolución. La comprensión de la situación sobrevendrá más tarde con la experiencia y la tranquilidad de una mirada retrospectiva. Uruz impone una presencia majestuosa. El secreto consis- te en aprovechar su energía en el momento cierto y aceptar la fuerza de las circunstancias como ofrenda a la voluntad del universo. Lo importante es poder reconocer frente a cada mo- mento, lo oportuno de embestir o lo oportuno de aceptar. Postura corporal Abrimos los pies en el ancho de caderas. Bajamos el tron- co y los brazos, dejando que la cabeza cuelgue en dirección al piso. En esta posición podemos avanzar, golpeando rítmicamen- 39 te con los pies en la tierra. Observemos que la fuerza de la postura se halla en los pies y en las piernas. 40 Thurisaz, la fuerza de un gigante También llamada Thorn. Corresponde a la letra Th. La runa Thurisaz está representada por el gigante Thor. Es- te es un personaje que reúne en sí tres joyas mágicas, que alu- den a su excepcional potencia: el martillo mágico de Thor, lla- mado Miolnnir, que es el elemento a través del cual el gigan- te concreta su acción; el guantelete mágico, que le permite re- cuperar el Miolnnir cada vez que lo arroja; y finalmente el cinturón, que le posibilita la duplicación de su fuerza. Estos tres elementos mágicos lo identifican con una acción potente, directa e irreflexiva. Cuando en las leyendas vikingas se habla de gigantes, en realidad se hace una referencia a las grandes montañas de as- pecto helado e imponente, que se asemejan a gigantes expo- niendo su fuerza. Si nos asomamos a este paisaje y lo obser- vamos todo desde nuestra posición de seres humanos, peque- ñitos al pie de la montaña, comprenderemos la energía de Thor. Thurisaz es runa de curación. No hablamos de una cura- ción que armoniza, sino de una acción desestructurante que cura destruyéndolo todo para reordenar después la situación. 4] En las leyendas vikingas el dios Thor mata a sus padres. Esto significa que rompe con estructuras anteriores que, necesaria- mente, tienen que sucumbir para dar lugar a lo nuevo. En el caso de que esta runa aparezca en una tirada el pasa- je de una situación a otra es violento, sorpresivo o directo. Con certeza el método que se ha de usar está más cerca de los hechos que de las palabras. En Thor existe una semilla de ac- ción que crece repentinamente y se expresa con toda la fuer- za de un impulso. Este caudal que se desborda como un rugi- do viene avalado por una experiencia de provisión comunita- ria en Fehu y por una fuerza-sabiduría iniciática en Uruz, ru- nas que la preceden en el octeto de la vida física. Durante la infancia es frecuente observar esta energía en acción. Los niños suelen encarnar sin falsos pudores dicha fuerza. En cambio los adultos seguimos otros procedimientos para adueñarnos de las posibilidades de Thor. Se van reunien- do dentro de nosotros ciertas condiciones que precisan madu- rar una decisión y, en el tiempo y el espacio propicios, el Miolnnir sale con toda su potencia a asegurar el cambio. Así lo siento actuar en mí, precedido por un tiempo lento dedica- do al contenido, al detalle de una construcción de hormiguita. Esa tarea de paciencia en algún momento se transforma en fuerza incontenible. En el instante indicado la vida me pide actuar sobre la materia, sobre los objetos, sobre el cuerpo, y más allá de mí misma y de mi voluntad, la energía de Thor aparece casi necesariamente. Si no permito que este caudal aflore y se expanda me siento atragantada y furiosa. Es la en- carnación de la runa invertida. Cuando en una tirada Thurisaz sale invertida toda esa po- tencia de hacer se vuelve en contra, y el debilitamiento que 42 produce el enojo por no actuar en el momento propicio se ha- ce presente. También aquí aparece el dolor que causa una es- pina clavada hacia adentro. Es la mirada interior la que pro- voca ese dolor punzante. Se trata de todo lo negado, lo no re- conocido, lo que desearíamos suprimir de nuestra existencia y que sin embargo constituye la herramienta principal de la cu- ración. El significado oracular de Thurisaz invertida puede ser tan- to mirada interior, como también que todo acto en esa ocasión conduce al debilitamiento de la situación. En realidad la ac- ción está desaconsejada de todos modos. La sugerencia es ob- servar el paisaje adentro, en quietud, y evaluar, sopesar aún con la espina clavada y el sufrimiento de ver, los aspectos que más rechazamos de nosotros mismos. Si consideramos el futharc como un pórtico de conoci- miento, descubriremos —siguiendo en orden el alfabeto rúni- co— a Isa, el hielo debajo de Thurisaz, y más abajo a Ehwo, el caballo, con lo cual obtenemos la secuencia: acción des- tructiva, inmovilidad - centramiento, movimiento equilibra- do. Hay ocasiones en que nuestro camino nos solicita quietud, otras veces las circunstancias nos piden acción y puntería. Ese es el caso de Thurisaz derecha. Se trata de una energía más allá de nuestras tendencias naturales; más allá de nuestros de- seos. Es un momento de necesidad evolutiva. Si logramos si- tuarnos en esta comprensión de “lo que hay que hacer” en el momento y la situación más propicios, nos sentiremos en paz. 43 Postura corporal De pie con los pies juntos. Los brazos suben por adelante hasta quedar paralelos al suelo a la altura de la boca del estó- mago. Las palmas de las manos se hallan hacia abajo y los de- dos mayores unidos, uno sobre el otro. Toda la intención de nuestra mirada, del centro del pecho, de la boca del estómago y del ombligo, se proyectan hacia de- lante en dirección a los dedos que forman la espina o el mar- tillo de Thor. Observemos la concentración de fuerza. Encontrar el modo de dar tu flor al mundo Inexorablemente iba perdiendo visión. Día tras día mi ima- ginación iba supliendo la imagen. Fantasmas viejos y nuevos invadían mi cotidianeidad de madre reciente, inexperta y de- solada. Un duelo persistente transcurrió durante algunos años: era mi llegada lenta a la ceguera. Por fin y gracias a que la naturaleza, al nacer cada día, lo dispone aparece un punto de luz orientador. Mi vocación por la lectura, rescatadora de los abismos de mi infancia, se hallaba desesperanzada. Mi necesidad de leer que desde niña era casi mi único entusiasmo y mi juego pre- ferido, me colocaba hacia mis veintiocho años en un lugar de resentimiento con la vida. Frente a este insoportable senti- miento de ira por no poder leer, el río vital me empujaba in- sobornable hacia lo que verdaderamente estaba destinado pa- ra mí. Algunos llamados, algunas averiguaciones y finalmente 44 una entrevista concertada en la escuela Hadley de Buenos Ai- res. Era una mañana cerca de los últimos meses de 1984. Mi madre me acompañaba. Estábamos a unos pasos del sitio in- dicado cuando un encuentro causal e inolvidable aconteció. Un hombre ciego caminaba con su bastón blanco y mi madre le ofreció ayuda. ¿Cómo podría yo saber que ese hombre has- ta ese momento desconocido, sería el señalado por las hadas? Su nombre: Pedro Rossel Vera. ¿Quién podría adivinar que un varón me daría a luz por segunda vez? Esa mañana, que coin- cidimos por un designio perfecto, marcó la hora de mi segun- do nacimiento. El esfuerzo y la alegría tiñeron mi existencia y Pedro fue para mí, a partir de entonces, nombre de maestro. El gran de- safío de descifrar puntos que bailaban bajo mis dedos estaba planteado. Necesitaba comprenderlos a toda costa. Todo mi ser estaba abocado a ello, y mi paciencia cultivada como fuer- za sostenía mi voluntad. Así fui logrando dar... un paso. Tenía en aquellos años muchas dudas acerca de casi todas las situaciones de mi vida. Una de mis pocas certezas era mi clase de sistema Braille y, como remedio de rescate, la entre- vista con mi maestro. El ansiado reencuentro con la fuerza de las palabras se em- pezaba a producir y mucho más que eso sucedió. El latido de la energía vital pujaba en mí, llevándome por senderos que en esos tiempos se me antojaban laberínticos. Ahora, desde la perspectiva de mis cuarenta y cinco años veo claramente mi recorrido, guiado por una Perfección que ense- ña. El sistema Braille, su aprendizaje y práctica, me acercó a 45 otras personas ciegas. Ese contacto me enseñó la naturalidad y la aceptación que estaba precisando para convivir con mi discapacidad visual. La vida continuaba y me urgía con planteos nuevos que me aterraban. La necesidad de subsistir y mi reciente divorcio me llevaron a vender en la calle a veces medias, a veces golosi- nas... y una vez más la dirección del gran río vital me pedía muy a mi pesar que desplegara todas mis fuerzas. Permanecí en la calle enfrentando mi día a día afuera: mostrándome, sa- liendo, adaptándome necesariamente a viajar, comprar, salir y entrar, a vivir con mi ceguera a la luz. Mientras tanto una fuerte indicación dentro de mí, me con- ducía al estudio de la digitopuntura. Con mi primera y queri- da pizarra braille de cuatro renglones fui desgrabando mis cla- ses y comprendiendo algo acerca de mis dones y mis perdo- nes. La medicina tradicional china me fascinaba. Esa manera de enhebrar el cosmos sanaba algo dentro de mí. A la vez da- ba dirección al caudal de mis intereses. Me dediqué a profun- dizar mis conocimientos, a desentrañar los misteriosos cami- nos de la energía vital y las valiosas ayudas que proporcionan las hierbas, las manos y las palabras. A medida que mis conocimientos se extendían, mis carpe- tas con las lecciones escritas en sistema Braille aumentaban e iban llenando los estantes de mi biblioteca. El resultado fue que me convertí en una copista bastante aceptable, aunque la lectura me sigue todavía hoy dando mucho trabajo. Continué transitando caminos de autoconocimiento, estu- diando e investigando. En la actualidad escribo acerca de un alfabeto antiguo: las runas. Me sumergí en las runas, pensán- dolas como alfabeto y como oráculo. El trazado de las letras 46 me sigue apasionando y en mi imaginación las dibujo. Pasé mucho tiempo sin lograr encontrar un método para escribir. Tuve una irracional resistencia hacia las computado- ras, un temor de arruinar la máquina por mi torpeza. La velo- cidad de mi pensamiento era absolutamente impar con la ve- locidad de mi escritura Braille, utilizando mi vieja y querida pizarra de cuatro renglones. Así, en el año 1998 junto con mi reciente matrimonio se hizo presente en mi casa su majestad: la máquina Perkins (máquina de escribir en sistema Braille). Ella fue testigo y acompañante de mi esposo en sus años de estudiante universitario y desde esas épocas permanecía sola y desplazada por instrumentos técnicos más modernos. Pensé que no sería fácil acceder a este nuevo aprendizaje, sin embar- go, empecé a practicar y la vieja Perkins me resultó adorable. El increíble procedimiento que utilizaba para elaborar mis ar- tículos era el siguiente: escribía en la máquina Perkins una se- rie de ideas, sin tener tan en cuenta ni la redacción ni los de- talles. Luego hacía una lectura en voz alta para mi grabador, que me escuchaba pacientemente. Oír mi propia voz sin rea- lizar el esfuerzo de la lectura me ayudaba a corregir y volvía a la escritura Braille, ampliando, recortando y agregando, vol- viendo a escribir todo hasta ponerme de acuerdo conmigo misma. Cualquier persona que escuche este relato pensará que me refiero a la Edad de Piedra y a veces yo misma lo creo así. El abordaje de la computación me había sido sencillamente im- posible en aquel momento. Me había propuesto en firme em- prender únicamente aquello que cautivara mi atención, sin presionarme; y tal vez el tiempo de entenderme con las má- quinas llegaría algún día. Y ese día llegó. 4] Tengo en este momento de mi vida muchas más certezas y menos dudas. El hilo conductor que guía mis pasos me lleva hacia revelaciones totalizadoras, susurrándome secretos al oí- do. Admiro la coherencia insobornable de la Evolución. Pien- so en mí misma antes y después del conocimiento del sistema Braille. Habiendo adquirido la ceguera en una edad adulta, el sis- tema Braille significó no solo una ansiada apertura hacia lo expresivo, sino que funcionó como facilitador de mi rehabili- tación. A partir de la aceptación de mi estado de discapacidad visual, el Braille fue un sendero hacia el despliegue de todas las posibilidades para el rescate de lo más auténtico de mi ser. El conocimiento de dicho sistema, mi reconexión con las le- tras y el hallazgo de una nueva forma de insertarme en la so- ciedad, fueron un puente que crucé para encontrar la manera de colocar mi flor en el mundo. 48 Ansuz, en un principio fue el verbo También llamada ansur o as. Es la cuarta letra del alfabeto futharc y corresponde a la letra A de nuestro abecedario. Ansuz simboliza la voz, la palabra, la poesía. La llave de su trazado abre el pórtico del alfabeto futharc y me introduce en los caminos no fáciles del conocimiento de sí. La voz hablada: vibra, cura o maldice. La voz callada: espera; iluminando comunica con inespe- rados “darse cuenta”. En Ansuz la vibración del sonido de cada palabra se mate- rializa. En el transcurso de mi día a día, la voz hablada o si- lente cobra la fuerza de un conjuro que me protege de los de- siertos de afuera y de los de adentro. Ansuz comunica con los dioses arquetípicos que habitan dentro de mí. Comunica mi cabeza con mi cuerpo a través del puente de mi cuello. Comunica mi pensamiento con el exterior, plasmándolo en sonidos, letras, palabras, tonalidades. Palabras mágicas abrieron mi garganta; fuerzas no conoci- das se posaron en mi frente, y condujeron mis manos a una ac- 49 ción guiada. La fuerza del sonido pasa a través de mí y me re- crea dentro de la creación. Fui aprendiendo poco a poco a espiar la vibración de las voces que escucho y a distinguir matices, colores y sentimien- tos; energías diferentes. La voz es como un gesto no disimu- lado para mí. En la voz se cuelan datos del alma que me lle- gan silenciosamente, como un secreto murmurado al oído. Ansuz es ofrecer mi voz al mundo. Cuando Ansuz sale de- recha en una tirada, se plantea la necesidad de hablar, comu- nicar explícitamente pensamientos y emociones. Ansuz encar- na a dos dioses de la mitología vikinga: Odín y Loqui. Odín que es el padre de las runas representa la sabiduría, la elo- cuencia, la poesía y las palabras mágicas. Loqui, deidad trai- cionera y mentirosa que se disfraza para cometer todo tipo de tropelías, representa la palabra que engaña y la mentira, ya sea que el engaño provenga de afuera o desde el interior de la pro- pia persona. Cuando Ansuz sale invertida significa llamarse a silencio, o puede suceder que la energía del dios Loqui circunde la si- tuación acerca de la cual se pregunta y tal vez nos estemos en- gañando acerca de algo o de alguien. Ansuz se refiere al chakra laríngeo que representa la auto- ridad paterna y tiene relación con Odín, padre de las runas. La comunicación de la que habla Ansuz es con los demás y tam- bién con uno mismo. Después de haber abordado un buen diá- logo interior uno puede hacerlo con los otros. En un sentido vertical Ansuz nos comunica con lo divino que llevamos adentro, o bien con los dioses arquetípicos. De este modo ve- mos nuestra parte Odín y nuestra parte Loqui. Los vehículos propiciatorios de dicha comunicación son 50 los mantras y las palabras mágicas. En un sentido horizontal y después de haber dialogado con lo divino dentro nuestro, se produce la comunicación con los demás cuyos vehículos pro- piciatorios son los conjuros y los poemas. Ansuz abre lo que está cerrado a nuestro entendimiento. Ansuz cuenta con la inspiración y el aliento divino para el “4brete sésamo” de nuestro corazón. Postura corporal De pie con pies juntos. Los brazos se elevan por adelante hasta quedar a cuarenta y cinco grados del cuerpo, en actitud de ofrecer. Las palmas de las manos hacia arriba y la gargan- ta abierta en conexión con las manos con la intención de dar la voz. La ruta de la palabra Siempre, desde pequeña, me interesaron las palabras. Para mí la “palabra” tuvo desde todo mi tiempo, un peso y un po- der que alimentaba la confianza y el creer. El sabor de las letras escritas me atraía, y hoy aún las ex- traño. El sonido de mi propia voz en silencio dentro de mí me extasiaba, y preferí siempre la lectura o la escucha de cuentos a cualquier otro juego. Al quedarme ciega la palabra cobra, en mi vida, un lugar relevante, y yo diría imprescindible. Esa relevancia aparece juntamente con el contenido, el tono, la intención y la vibra- ción del sonido de cada una de ellas. Cada vez con mayor cla- ridad se asoma por entre los pliegues de la voz el alma de 51 quien se acerca, y casi es como si pudiera ver de quien se tra- ta. Esa presencia sonora me aporta datos que quizás el rostro podría, si quisiera, disimular. La voz, en cambio, sale auténti- ca y reveladora, y puede generar en mí sosiego y confianza, O inquietud y recelo. En esos momentos en que la intuición es la reina de mi estar presente se pierde para mi entendimiento el discurso, y pasa a ocupar un primer plano la vibración. En el intercambio cotidiano percibo con decepción que las personas se alejan cada vez más del lenguaje, y que se aferran a gestos y murmullos de significado incierto. Para nosotros, personas ciegas que procuramos vivir dándonos un espacio y manifestando cada uno lo propio, el silencio indiferente o apurado del resto de los humanos resulta una frustración que nos deja perplejos. Ante cada pregunta sin respuesta verbal, ante cada “no sé, no sé, ni idea”, una pesada persiana de inco- municación cae y nos aísla. Una mezcla de impotencia y eno- jo por no lograr comunicarse se apodera, entonces, de mi per- sonalidad que no quiere abandonar su propósito. Aquí se ocul- ta, como siempre, una posibilidad si es que los seres implica- dos quisieran aprovecharla. Se trata para nosotros los ciegos de hacer docencia, o sea, de explicar en unas décimas de se- gundo lo que necesitamos lo más claramente posible. Infini- tas veces recibí respuestas vacías de calor humano, pero tam- bién infinitas veces sentí la apertura de un panorama concien- te y ampliado ante mí. Me refiero, naturalmente, al sentido de las palabras y la comunicación entre dos seres. Voy a referirme a una situación cotidiana para mí: me de- tengo en una esquina para cruzar la calle y una persona, con buenas intenciones, me toma del brazo atenazándome con fuerza para evitar una caída, que en su fantasía podría suceder 52 fácilmente. Mi sensación es que mi enojo no va a permitirme hablar, pero en un supremo esfuerzo, en lugar de pedirle a gri- tos que me suelte, que me duele el brazo, que no soy un obje- to, que me siento agredida, cosificada, humillada... Pienso de pronto que esta persona se acercó a ayudarme, y le pido por favor si me permite tomarme de su brazo, que de ese modo me siento más segura. En ese momento puedo percibir que se abre ese maravillo- so abanico y se derrite una capa de hielo que paralizaba el vín- culo. Entonces suspiro y sonrío, agradecida dentro de mí. A veces la ruta de la palabra está bloqueada por una cerrazón impenetrable, y la comunicación no se produce. Entonces, re- signadamente, me digo que yo también estuve, por épocas, muy cerrada, muy obstinada en esquemas de caparazones cal- cáreos de los que me costó mucho trabajo salir, y aún hoy si- go trabajando en ello. Mirándome en el espejo de ese pasado, revive en mí la es- peranza de nuevas y mayores perspectivas, abiertas como ca- minos aguardando ser recorridos y habitados. 53 Raidho, el viaje hacia mi destino Raidho o Rad corresponde a la letra R de nuestro alfabeto. Significa viaje, un largo viaje en carro. Es encuentro y comu- nicación con los pares. Comunicación a través de la acción. Si observamos su diseño vemos que una patita de la R es- tá dando un paso. Está en el aire, con la acción sugerida de avanzar hacia delante. Raidho es: hacia donde voy, el pueblo, mi destino o mi objetivo. Estoy decidiendo, en esta runa, tras- cender la puerta del futharc: salir del lugar en donde me en- cuentro para buscar activamente, físicamente, la meta que me he trazado. Se trata de elegir ir al encuentro de otros seres que, como yo, transitan senderos de vida. Mientras esto ocurre es- toy en viaje. Concentro mi atención en ese trayecto, voy dis- frutando “el mientras tanto”. Me siento en movimiento. La acción de Raidho sana. Es considerada runa de cura- ción. Deja un lugar y procura otro a través de la reunión con los objetivos fijados. Significa: encontrar un estado perdido y re-unirse con los propios deseos. Nos habla también de bús- queda de pareja y comunicación corporal. Recordemos que se trata de una runa perteneciente al plano físico. Su dirección hacia Gebo, la runa de la pareja, está íntima- 54 mente ligada con esa comunicación de aspectos dentro de ca- da uno de nosotros. Ese entendimiento en lo interno, esa coo- peración entre la meta y el destino, fluyen con la decisión de ir hacia allí, hacia donde está nuestra misión y nuestro desa- fío. Dar el paso en ese sentido significa ir en busca de nuestro logro en Wunjo, última runa del camino físico. Al observar los trazos vemos a Wunjo incluida en Raidho. Si imagináramos un largo viaje en carro, desde el futharc, el caballo es Ehwo que me lleva y es mi aliado, mi par, le con- fío mi suerte y las riendas. El piso está representado por el fluir eterno del tiempo, Laguz, el agua, que continúa su movi- miento flexible y adaptable. A lo largo del viaje no veo dos veces la misma piedra. En la rueda hay una mancha, cíclica- mente aparece cada vez que la rueda da vuelta: es Jera. El eje que está quieto, pero que gira sobre sí mismo es Eeihwaz. Si observamos en el alfabeto rúnico la columna compues- ta por las runas Raidho, Eeihwaz y Laguz; vemos a Eeihwaz, la runa de la muerte, debajo de Raidho, y a Laguz, la fuente de la vida, situada debajo de Eeihwaz. Raidho se halla dentro de la puerta, del pórtico mismo, conformando la porción central del sistema futharc. Es aquí donde ocurre la transformación del héroe. Invertida significa atascarse en la puerta, ruptura por de- sencuentro o por estancamiento, trabas, rodeos. Es ruptura, sobre todo ruptura de pareja. Observemos la sensación de perpendicularidad en los dise- ños de los tres pares de runas, que conforman la puerta mis- ma. Ansuz vertical en su comunicación cielo-tierra, y Raidho horizontal en el paso que da hacia su meta; Jera horizontal gi- >» rando con sus bisagras, y Eeihwaz vertical como el tronco de un tejo; Mannaz horizontalidad desplegada en su diseño, y Laguz vertical en su trazado. Aparecen como polaridades opuestas y complementarias. Raidho, bardo andariego y cantor, reúne, armoniza, junta lo que está separado dentro de mí. Para que yo pueda, des- pués, unir mis caminos exteriores y armar las postas de mi sendero. Caminar y caminar. El balanceo del viaje me lleva a un ritmo interior. Accedo, meciéndome, a un estado ya perdido. Las consejas de la infancia, maduraron hacia una mirada orientadora, estrella de Belén, que brilla, adelante y próxima. Postura corporal De pie con los pies juntos, y los brazos recogidos en ángu- lo de noventa grados por delante del centro del pecho, con las palmas de las manos enfrentadas. Vamos separando las palmas de las manos como si con una de ellas fijáramos un destino. Con el pie del mismo lado, da- mos un paso avanzando hacia el punto señalado por la mano. Entonces, volvemos a juntar pies y manos como en la posi- ción inicial. Observemos el movimiento de ir hacia... 56 Kaunaz, el ojo de Dios Esta es Kaunaz, la runa de la visión clara. También se la llama Cano y Ken. Corresponde a la letra C o K. ¿Quién mira a través de mi mirada azul sin ver? ¿Desde qué óptica observa Kaunaz proyectándose más allá de mí y ampliando mi perspectiva? Kaunaz, la runa de la visión clara, logra unir el palo y el fuego encendiendo luz y juntando los opuestos en un lugar de totalidad. Este don de la mirada de Kaunaz es un canal por donde pasa la óptica de lo divino. El gigante Haéndall, dios de la mitología nórdica, posee un oído tal que le permite escuchar el sonido producido por la hierba al crecer, y una vista tan aguda que puede ver el vuelo de las moscas hasta en los más lejanos confines del mundo. Haéndall encarna a Kaunaz. El lugar donde aquel gigante se encuentra es el puente del arco iris llamado Bifrost. En la mi- tología nórdica, el arco iris une el paraíso o morada de los dio- ses al mundo; este lugar de unión de dos polaridades, Tierra y Cielo, es el ángulo por donde mira Kaunaz: el ojo de Dios. La sexta runa del plano físico representa los adelantos tec- nológicos y la creación artística y artesanal. Su forma nos su- al glere la realización de un producto a partir de dos energías y por eso mismo, de conocimiento y de síntesis de opuestos. ¿Cómo será ver la vida desde un lugar situado en el arco iris transitando todos los matices, pero sabiéndose luz radian- te y unificada? Kaunaz llega después de haber traspasado el pórtico situa- do en el centro del alfabeto rúnico. Este es un portal de auto- conocimiento que lleva en sí mismo una prueba y un desafío. La que mira a través de esa mirada azul sin ver, es la po- tencialidad de una misión que necesita tomar forma en manos de la gran artesana de la vida. Cuando Kaunaz sale invertida en una tirada significa úlce- ra, llaga, dolor que se amplía hacia adentro, acidez estomacal, el dolor de no ver y la corrosión de la autocrítica. Su energía invertida trae el dolor de mirar la propia sombra. La ofensa y la autocrítica empañan la gran posibilidad de acceder al ojo de Dios, como La gran mirada que unifica los dos hemisferios cerebrales. Mano izquierda, mano derecha, mano izquierda, mano de- recha... las artesanas de la vida crean, descubren, realizan en la tierra Tu Voluntad. Postura corporal Sentados con piernas abiertas y estiradas a ras del piso. Los brazos se abren hasta quedar paralelos al suelo y abiertos con las palmas de las manos hacia arriba. Observemos la sensación de ampliar. 58 El orden, otra manera de ver Cuando por primera vez en mi vida de creciente limitación visual tomé mate en casa de una persona ciega, noté con gran asombro que cada vez que renovaba la yerba, cosa que hizo varias veces en nuestro largo diálogo, guardaba prolijamente los elementos en su estricto lugar. Pensando en una obsesión por el orden le pregunté porqué lo hacía. Me respondió que las personas ciegas que deseaban ser independientes debían man- tener un orden detallado y minucioso, de lo contrario había que depender de otra persona que procurara cada objeto en lu- gar de hacerlo ellas mismas. Incrédula me quedé pensando en ese episodio y en esa afir- mación ¿Sería realmente indispensable mantener un orden es- tricto? ¿Podría yo conseguirlo? La situación me producía una vieja e inútil rebeldía que yo conocía de mí misma. Es cierto que mi dificultad para mantener mis cosas en or- den me había traído algunos inconvenientes, pero nada gra- ve, por lo general. Pero ahora, con esta nueva situación, se me iba volviendo cada vez más complicado sostener el control de los objetos que me rodeaban y de los elementos que necesita- ba a diario. La idea me fastidiaba, martillándome. También eso tendría que modificar. Poco a poco la realidad con su peso se fue imponiendo y, aparentemente en contra de mi naturaleza, comencé a guardar cada objeto en un lugar fijo y permanente. También, poco a poco, una sensación de tranquilidad me fue ganando la su- puesta batalla interior cuando me daba cuenta de lo sencillo y grato que resultaba buscar y encontrar las cosas en el lugar donde las había dejado. Sentí que podía descansar en mi pro- 29 pio orden, y hasta la ceguera parecía disminuir frente a la di- ficultad concreta de buscar algo. Una vez más la vida, docente insobornable, me ponía en el camino una indispensable condición. En aquellas épocas yo desconocía la sabia premisa hermética: “Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”. En este presente que sien- to tan distante de aquellos momentos difíciles, pero de gran transformación, comprendo que las pequeñas cosas hacen a un todo mayor. Me resulta claro que existe una corresponden- cia entre el orden de nuestros objetos manipulados con amo- rosa dedicación, y un orden interno que a su vez alude a un or- den cósmico. Hace algunos años atrás tuve una inolvidable experiencia cuando viví en una comunidad que unía cada tarea cotidiana con la espiritualidad. Allí aprendí que cuando limpio estoy limpiando adentro mío, cuando planto estoy plantando dentro de mí, y cuando pongo orden a mi alrededor, mis acciones or- denan mis pensamientos y mi sentir. Descubrí también que las pequeñas y sencillas rutinas me tranquilizan cuando siento ansiedad. Los movimientos habi- tuales representan una anónima compañía que está presente a mi lado, imprimiendo un ritmo conocido. La reiteración, que también puede ser creativa, constituye un piso seguro para emprender lo nuevo. Entonces es como si nosotros, las per- sonas ciegas, tuviéramos en nuestras manos una manera alter- nativa de ver. Este aparente estatismo de poner cada cosa siempre en un mismo lugar, no es tal, sino que es una autén- tica plataforma de lanzamiento para la autonomía. Estos deta- lles contribuyen a la serenidad que tanto necesitamos en nues- tro día a día y que nos permite, si así lo buscamos, encontrar 60 un espacio para la creatividad en las relaciones humanas, en lo cotidiano, en lo intelectual, y en lo artístico también. Esta manera alternativa de ver necesita de un elemento esencial: la colaboración de todos aquellos que conviven en ese lugar, ya sea la casa o el ámbito de trabajo. Si esto no su- cede, todo esfuerzo será inútil; y el enojo, la frustración y la necesaria dependencia surgirán enredando los vínculos y ha- ciendo más complicada una convivencia que podría resolver- se con simplicidad. Una forma de ponerse en el lugar de alguien que no ve, es pensar si una persona con vista podría manejarse en su casa sin encender la luz. En el caso de que los objetos permanecie- ran en su lugar, la memoria de nuestro cuerpo recordaría. En- tonces sería posible imaginar y resolver. De lo contrario, el choque permanente con aristas o superficies inesperadas pro- vocarían como mínimo ansiedad e impotencia. En estos días siento que el orden es mi gran aliado. Este fue otro gran cambio necesario, yo diría indispensable, para contribuir a la armonía que todos precisamos, aún más al no ver. Muchas veces pienso que la situación de estar ciego es zen, porque requiere de nosotros toda la atención. Todo nues- tro ser necesita estar presente en el momento presente, que co- mo indica la sabiduría milenaria es el único tiempo posible de ser vivido. Es por eso que tenemos necesidad vital de convo- car todo el resto de nuestros sentidos, y mucha gente dice que estos adquieren mayor desarrollo. En realidad, lo que ocurre es que no nos queda otro remedio que centrar allí toda nues- tra presencia. Con toda atención, conseguimos descubrir aquello que se esconde hábilmente de la vista de los demás. El nuevo orden a mi alrededor logró, poco a poco, ir aco- 61 modando mis asuntos internos. Esta tarea continúa y conti- nuará mientras viva. En este delicado aprendizaje voy cre- ciendo y voy perfeccionando ese hacer. Sin embargo, sé que toda esta acción no tendría ningún otro sentido que ir desha- ciendo apasionadamente todo lo que se presenta en mí como aparentemente inamovible. Ir moviendo estas cuestiones re- quiere una condición que no puede faltar: una actitud transfor- madora y amorosa hacia nosotros mismos. 62 Gebo, el regalo de una pareja equilibrada También llamada gifu o gift. Corresponde a nuestra letra G. La posibilidad que Gebo nos trae es la asociación entre dos seres independientes que en un punto se encuentran y compar- ten una parte de sus vidas. Ese encuentro no resulta un obstá- culo para que cada uno desarrolle su mundo interno según su camino. Ya sea que se trate de una pareja o de una sociedad, el mundo personal de cada parte enriquece el espacio común. Aquí están presentes dos fuerzas. Ellas podrían representar al cielo y a la tierra, o también lo sutil y lo material. En el en- cuentro se enriquecen y continúan su rumbo, transformadas por el intercambio. Gift en inglés significa regalo, y Gebo o Bifu es la runa del regalo o don. Gebo indica el momento de captar el don que nos fue dado desde nuestro nacimiento. Después de transitar situaciones difíciles, la vida nos conduce reflexivamente ha- cia alguna conclusión. Esa dificultad fue maestra para cada uno de nosotros, y esa enseñanza se convierte en el don o po- tencial a través del cual podemos dar a otros nuestra esencia. 63 Captar el don, en definitiva, es tomar conciencia de que pa- sar por momentos límites nos conduce por senderos diferen- tes procurando paz. Con certeza no caminaríamos por allí sin la ayuda de ese gran “Titiritero”, que nos empuja a toda cos- ta al encuentro de lo que es mejor para cada cual. Lo que lle- gó con la apariencia de un problema, se convierte en el rega- lo que los dioses hacen a su discípulo. El regalo o don no es consecuencia de hacer ofrendas, es producto de un camino re- corrido con el objetivo de servir a Dios. El mago Merlín,druida o sacerdote de los celtas, da tres mandatos para cada uno de los tres octetos. Estos mandatos se corporizan en las séptimas runas de cada camino de ocho le- tras y son: “sirve a Dios” que se cumple en Gebo. Dicho ser- vicio, concretado en esta runa, es también servir lo divino en cada uno de nosotros; y esta práctica nos habla de un gran en- cuentro. El mandato para el segundo octeto, el de la vida es- piritual, se plasma en Algiz y es: “abstente del mal” y nos muestra que la persona que transitó por situaciones de dolor, es capaz de poner límites con amor y firmeza porque conoce su propio espacio. El tercer mandato para el octeto de las re- laciones humanas, que se cumple en Dagaz es: “sé valiente” y propone un salto de confianza hacia el crecimiento de la luz. Si nos conectamos con la forma de Gebo recibimos la im- presión fuerte y estable de su simetría. En todo sentido Gebo es simétrica. Podríamos pensar en dos Kaunaz como dos se- res que se miran. Si cortamos a Gebo en forma horizontal, ve- mos dos flechas que se encuentran. Podríamos pensar en la cuña de Thurisaz y Kaunaz que se tocan en un punto, como mirando hacia adentro y hacia fuera del pórtico. O bien, dos líneas opuestas que se cortan y luego continúan su rumbo. De 64 todos modos reina la simetría. Gebo es comunión de intereses, de caminos, de proyectos, es una común unión, que fundamenta su estabilidad en el equilibrio entre la independencia de sus partes y lo que las mantiene unidas. Voy a tu encuentro vestida de noche estrellada Llevo de regalo la paloma de mi alma Es el amor el que nos aproxima en este beso sin dolor de despedida El misterio del encuentro se produce sin buscarlo Una matemática perfecta suma las dos unidades que somos y pacta con los duendes infinitos encuentros en el espacio. Postura corporal De pie abrimos las piernas en el ancho de caderas. Los bra- zos se elevan por los costados reproduciendo una letra X . La postura consiste en formar con el cuerpo dos líneas, que se cruzan en un punto a nivel de la boca del estómago. Observemos la sensación de estabilidad. 65 Wunjo, un lugar de llegada para mi alegría También llamada Winn. Corresponde a la letra W. Finalmente voy llegando a un lugar de alegría dentro de mí. En la recorrida a través de todo el octeto voy sumando vi- vencias. Luego de encontrarme con algunas de las fuerzas opuestas que forman parte de mi ser, procuro reconocerlas co- mo distintas y darles un lugar. El paso que sigue después de Gebo, la runa de la pareja, es el hijo. Este es el producto de ese encuentro. Wunjo está ubi- cada al final del octeto que representa al mundo material. Se refiere a la concreción de una meta, al nacimiento de un pro- yecto, o a la materialización del mismo. El resultado que se expresa en Wunjo viene por añadidura como el fin de un ca- mino lleno de postas. También se la llama Winn. De allí viene nuestra palabra: Bingo; y de esta, otra de las acepciones de Wunjo: me lo ga- né, lo conseguí, lo logré. Se trata de una runa de logro concretado en el plano físico. Se habla, por ejemplo, de un hijo o de la alegría por su naci- miento. Así se conforma el clan o la familia que esta runa re- 66 presenta. Los antiguos pueblos vikingos hablaban de conseguir un botín de guerra o cobrar piezas de pesca. Imaginemos por un momento la alegría de estas personas, que en climas tan fríos o condiciones tan adversas obtenían su ganancia. Las tres últimas runas de cada octeto poseen esa cualidad, donde el universo les reconoce el camino emprendido y les procura un final grato. Tengamos en cuenta que en las sépti- mas runas se cumplen los mandatos del mago Merlín, después de lo cual llegan las bendiciones. Aquí estoy plantando mi bandera, aquí soy, aquí llegué, tomo posesión de mi territorio porque me lo gané. Estoy feliz de haberlo logrado y deseo festejarlo. En su posición invertida significa demoras en obtener re- sultados. Esperas prolongadas. A mi modo de ver también sig- nifica que el resultado no es en lo que tenemos que concen- trarnos, sino más bien soltarlo y dedicar nuestra atención a ca- da parte del proceso. Sería deseable independizarnos todo lo posible de lo que pueda obtenerse, ya que ganar, en la situa- ción de la que estemos hablando, no es lo más importante pa- ra ese momento de nuestra evolución. Comienzo a reconocer los instantes de mi autén- tica felicidad que es serena y avanzando... Agradezco a mi hijo la alegría y la maestría que da el dolor. 67 Postura corporal De pie sentimos el suelo bajo los pies, y el cielo por enci- ma de la cabeza. Los brazos se elevan por adelante y sin do- blarse: están paralelos al piso, los dedos se tocan, y las palmas de las manos quedan enfrentadas. Observemos el estiramiento de los brazos. Maestro A mi hijo, Luis El gestor espiritual de mi vida anda caminando por ahí sin saberlo. Mientras su cuerpo-envoltorio avanza mirando hacia abajo con el corazón escondido y sufriente, su alma maestra lo sigue flotándole atrás como si fuera un gran globo de gas atado a su persona por un piolín. En su inocencia desconoce la evidente maestría de su alma, que supo mostrarme didácti- camente un mundo interior que hasta el momento de su con- cepción yo desconocía. Con certeza testaruda me enseñó el discernimiento que mi propio océano no me permitía conocer. Con firmeza malhu- morada me empujó hasta una de las experiencias más enrique- cedoras de mi vida: la estadía en una comunidad holística lla- mada Nazaré. Cuando contaba con pocos meses de edad me dijo sin hablar, desde una pupila azul interesada y profunda, que ya me conocía desde antes... y yo no lo entendí. Ahora nos expresamos con palabras, discutimos y sonreímos. Ya ha- ce mucho tiempo nos reconocimos en algún punto de luz. El apuro que tiñe toda su personalidad y el revuelo desor- denado de sus emociones le permite asomarse poco a la uni- 68 dad. Me conmueve saber que él no sabe que es mi maestro. La ignorancia de su maestría muchas veces lo desconcierta y de- sorienta sus pasos momentáneamente. De todos modos yo co- nozco la insobornable sabiduría de la vida y presiento que su destino es apertura. Por el momento él camina serio, ceñudo, preocupado por el mundo y por sí mismo. Ya no ve los ángeles que lo acom- pañan, pero su alma flotándole atrás como un gran globo de gas lo guía secretamente y lo ubica en la encrucijada correcta en cada instante infinito. Su humor, maestro pícaro y espontá- neo, lo salva de la angustia de vivir en la Tierra; le endulza el discurso y hace florecer sonrisas en las asombradas caras de sus eventuales escuchadores, mientras él permanece impasi- ble. Percibo su presencia, le adivino el sentir y el no hacer de su cuerpo físico, que cohabita con su cabeza preocupadamen- te anticipada. A lo largo de los años, también yo he logrado enseñarle al- go y a veces me sorprendo con sus puntos de vista plenos de “darse cuenta”. Sé que la Creación, incansable hacedora, encontrará su co- razón, y juntos, acompañándose rítmicamente, recorrerán el laberíntico trazado de su destino. Las matemáticas de Dios conspiraron para su llegada y en esas manos está su viaje. Vivir cada momento como un infini- to presente queda a cargo de su propia maestría. 69 Recorrido por el segundo camino de ocho letras: de la granizada al sol Los trazos de los caracteres rúnicos son verticales u obli- cuos sin líneas curvas. Ellos nos hablan de la contundencia de un pueblo guerrero: los vikingos. Las runas conservan el es- píritu de esta cultura. La clase de respuesta que aparece en una tirada de runas es clara, fuerte, y nos señala caminos en térmi- nos de acción. Los antiguos vikingos consultaban las runas para tomar de- cisiones acerca de temas familiares o comunitarios. Los moti- vos de consulta, hoy, expresan la necesidad de nuestro ser por re-unirnos con una sabiduría perdida. ¿A quién está dirigida, entonces, la pregunta? ¿A quién se formula el pedido de orientación? La respuesta es: a un lugar sabio de nosotros mismos. Las respuestas están escritas en el aura de cada uno de nosotros, es por eso que aparece con tanta potencia la pre- gunta. Los veinticuatro signos rúnicos pueden grabarse en peque- ños mosaicos de cerámica, madera, cuero o cualquier otro ma- terial. Lo que importa es el trazado de cada signo. Los drui- das, que eran los sacerdotes celtas, confeccionaban las runas en el momento bajo la sombra de un árbol sagrado: el tejo. Los árboles eran considerados depositarios de un tesoro parti- cularmente codiciado: el conocimiento. El segundo camino de ocho letras me recuerda la turbulen- cia, la vivencia de adolecer. También representa el camino de la espiritualidad que comienza con Hagalaz, el granizo, y fi- naliza con Sowilo, el sol. 70 Hagalaz, la granizada, me golpea y me arrasa. Me siento pequeña y vulnerable frente a las fuerzas de la naturaleza. Golpeada, entrego mi voluntad a Tu Voluntad. En ese desierto blanco intento encender un fuego. Sola- mente consigo el fuego de mi propia acidez, que me quema por dentro como si fuera la legendaria dragona royendo las entrañas de un fresno mítico que sostiene los mundos. Esta es Naudhiz, la runa del dolor. Llego a Isa. Ahora dos bloques de hielo paralizan mis mo- vimientos aprisionándome, y me obligan a una quietud que me subleva inútilmente. Toda la energía circula necesaria- mente por un eje interno. Esta parálisis es circunstancial, muy pronto el sol derretirá el hielo y me liberará la acción. Estoy en Jera. La promesa de una buena cosecha me enti- bia el corazón. La paciencia, esa fuerza que impone su propio ritmo, me enseña el cuidado amoroso de los retoños durante un ciclo anual. La próxima runa se llama Eeiwhaz. Representa a los ante- pasados, a la muerte, a la transformación. Aquí siento que por el eje de mi ser circula la savia de un tejo, árbol transmutador y mágico, que me une al corazón de mi especie. Pasamos a Perdhro. Esta es la runa de lo desconocido, que oculta el secreto hasta el momento propicio, preservándonos de una revelación anticipada. Algiz es la runa que me llamó con insistencia amorosa has- ta lograr que mi atención se posara en este antiguo oráculo. Significa la necesidad de poner límite al mal, dejando un es- pacio libre alrededor de sí. Algiz es protección; me confío a sus límites que me permiten discriminarme y ser. Al concluir el camino aparece el sol, es Sowilo. Un gran M “Sí” se dibuja en mi alma. Me encuentro con mi propio brillo, se halla presente toda mi calidez para conmigo misma y para los demás. Soy la gran estrella centro de un sistema, y soy también una pequeñísima luz flotando en la inmensidad im- perturbable. Este recorrido comienza con la granizada, fuerza elemen- tal que destruye, y finaliza con la aparición del sol que va aca- riciando mis heridas, cicatrizando el pasado y transformando en luz lo que estaba en sombra, para poder liderar nuestra pro- pia evolución. 72 Hagalaz, el arma de los gigantes de la escarcha Es la letra H, también llamada Haegl. En medio de un paisaje blanco y helado el granizo cae co- piosamente, apedreando con su poder el comienzo del octeto de la vida espiritual. Condiciones externas destruyen la situación con la poten- cia de los elementos. En este caso nos referimos a los gigan- tes de la escarcha, hijos de Y mir, la esencia del hielo. Hagalaz es fuerte y estable, no toma energía ni de la tierra ni del cielo. Se halla instalada allí hasta que al final del octe- to llegue el sol y la derrita con un calor poderoso que se im- pone. Los gigantes de la escarcha arrojan sus piedras de hielo sin miramientos sobre lo que sucede. El hombre, entonces, cobra conciencia de su propia vulnerabilidad. Resultan vanos los intentos por sostener lo que queda. Igual que la adolescen- cia, que irrumpe en la vida del niño dejando arrasadas sus creencias infantiles, así Hagalaz nos sorprende dejándonos perplejos y sometiéndonos a su influencia insobornable. Hagalaz nos otorga un potencial no elegido, impuesto por las condiciones externas. Se trata del poder de haber pasado 13 por una situación y saber cómo es. Capitalizar esta experien- cia es el secreto de Hagalaz. Pero el momento, con toda su di- ficultad, exige entrega y ceder ante lo irremediable, hasta que el propio camino del héroe nos conduzca trabajosamente por este octeto. Situación trabada, es la energía que Hagalaz irradia. Pero entonces ¿Por qué se la llama el gran despertador? Hagalaz es considerada runa de curación y una de sus versiones se halla dibujada en las ambulancias de terapias complejas. Estos atri- butos de curación y de despertar se refieren a la situación pos- terior a recibir la granizada. Después de que nuestra tierra fue arrasada y nuestro ego quedó reducido a cero, la vida comien- za a Obrar lenta y pacientemente con cuidado de no ahondar las llagas, presentando opciones diferentes, probablemente inesperadas y tal vez inaceptables antes de sufrir los efectos del granizo. La reconstrucción que requiere lo nuevo en nosotros toda- vía espera agazapada en una semilla que comenzará a germi- nar recién en Jera, la runa de la cosecha. La respuesta interna que podemos dar frente a Hagalaz es el fortalecimiento, el cual proviene de la confrontación con el conflicto. Así como Fehu ofrece abundancia para la comunidad y fuego para todos, a Hagalaz le toca golpear con su granizo a toda una situación. El fuego comunitario de Fehu genera el fuego de la creatividad individual en Uruz, y las piedras de hielo en Hagalaz generan el dolor de la necesidad en Naudhiz. También la valentía de Tiwaz generará la necesidad de echar raíces en Berkano. Podemos observar, entonces, que las tres primeras runas 74 que encabezan los octetos se refieren a lo externo y crean una respuesta desde lo interno, que se concreta en las segundas ru- nas. Hagalaz no tiene posición invertida, salga como salga su efecto es ineludible. Siento la dureza de tu acción sobre mí Mis pertenencias, mis creencias, mis ilusiones desaparecen bajo tu golpe seco Nada puedo hacer Me entrego, ya sin fuerzas para resistir Haz de mí lo que quieras Postura corporal De pie con pies juntos. Los brazos se abren en cruz, expo- niendo la parte anterior del tórax. Observemos la sensación de estar expuestos. En las manos de Dios Me he preguntado un millón de veces si estoy nutriendo mi camino con las acciones necesarias para contribuir a mi evo- lución. Esta pregunta ha sido guía de mis búsquedas y de mis encuentros. Mi estructura de balanza, procurando siempre el equilibrio tan deseado, me conduce constantemente a la inte- rrogación. La tenaza de la exigencia y el martillo de la culpa aparecen amenazando mi estar en mí, aunque cada vez menos 75 a medida que van pasando los años y los aprendizajes. Las visitas periódicas de control médico me perturban, me angustian y las siento como un peso, una obligatoria pérdida de tiempo y sobre todo de energía. Las retaceo buscando ex- cusas. Con todo, el futuro no deja de preocuparme. ¿Y qué hacer, entonces, que sea lo mejor para mí? Siguiendo el hilo de esta inquietud fui tropezando con tra- bajos corporales que reúnen fuerza y conciencia; y desenro- llando ese ovillo accedí a terapias psicológicas y energéticas; de allí a la medicina tradicional china; a los remedios florales; a la alimentación macrobiótica; a diversos talleres de autoco- nocimiento; a la vida en una comunidad holística; a las letras rúnicas, y finalmente a asomarme todas las veces que puedo a la ventana de la unidad y espiarme desde ese lugar maravillo- so, sin bien ni mal. La presencia presente y comprometida de otras almas com- pañeras de camino me alentaron y me confortaron. De este modo, fui acompañándome, lo mejor que he podido, sintién- dome rodeada por todos estos recursos que me han hecho más fácil el recorrido. Sin embargo, con el paso de los años percibo la presencia invisible pero estable y crónica de la enfermedad. Por épocas, su compañía inseparable suele abrumarme, y su sombría per- sistencia se cierra como un manto alrededor de mí. Es enton- ces cuando esa sensación de opresión se mixtura con la exi- gencia de estar sana y se convierte en una pesadilla. Y fue así durante algún tiempo que parecía no tener fin ni solución. Este sentir se concentró dentro de mí como un volcán a 76 punto de hacer erupción, hasta que una fuerza transformado- ra que vino de las estrellas iluminó mi conciencia. Una voz in- terior que llegó a mi oído del corazón, me susurró que todo lo que estaba en mis manos lo estaba implementando lo mejor que podía, y que estaba bien hacerlo, pero que había una ins- tancia fuera de mi control que conducía mi alma y que hasta el momento no lo había hecho tan mal; que confiara en que to- do lo que tendría que suceder, sucedería y que yo estaría en condiciones de vivirlo. Cuando esta conciencia llegó a mí iluminándo mi darme cuenta, me sentí contenida por la Ley con mayúscula. Al am- paro de esa luz infinita sentí confianza y paz. Algo se alivió en mi apretado corazón, y una nueva comunicación con una dimensión cósmica y a la vez celular, se me apareció como re- velación. Pequeños quehaceres cotidianos, pero conscientes, me van acompañando en el instante infinito y alivian mi tensión-pre- gunta acerca del futuro. Así seguimos andando mis preguntas y yo. A veces con más certezas, a veces con más dudas, pero sabiendo que siempre las respuestas están en un lugar sabio que vive en mí. 77 Naudhiz, la maestría que da el dolor Naudhiz es la letra “N”, se llama también Nid. Está situada detrás de Hagalaz, el granizo y antes de Isa, el hielo. Naudhiz es un pequeño fuego ubicado entre dos hielos. Su significado es: apuro, necesidadd, dolor. Alude a esos mo- mentos de crisis donde el corazón está oprimido y la aflicción nos quema con su acidez. El dolor nos obliga a inclinarnos y resistir. Naudhiz nos muestra a la persona transida por un hueco negro que la descentra y la arrodilla frente a su destino. Due- le como una estaca clavada. Es ardor de fuego que se padece en soledad. Señala una gran tensión que proviene del pasado y que atraganta las palabras, que imposibilita la comunicación y por lo tanto, el gran alivio que supone hablar de lo que está aconteciendo. Sin embargo la necesidad tiene dos versiones: el dolor y el aprendizaje. Esta afirmación se traduce en las dos posiciones de Naudhiz: cuando sale derecha indica dolor, cuando sale in- vertida habla del maestro interno. En el momento en que la vi- da nos presenta una fuerza que se nos opone, nos quema, nos 78 aflige y finalmente nos obliga a avanzar, estamos frente a la energía de esta runa. Ella nos enseña el uso de la resistencia como fuerza y nos amplía la posibilidad de convertir el dolor en maestría. Cuenta la leyenda de Hyggdrassil, árbol mítico que repre- senta la cosmovisión del mundo runa, que bajo tierra existe una dragona mitológica de nombre Nidhocc, royendo las raí- ces de dicho árbol. Hyggdrassil siente el dolor de ser roído, que proviene de la oscuridad. A pesar del sufrimiento que le ocasiona Nidhoce, el dolor lo impulsa a elevarse, a crecer y a fructificar en sabiduría. Dentro del gran árbol está el poder. La dragona, que en realidad es parte de sus raíces, busca ese po- der que es poder de transformación. Podemos hacer una analogía entre el mito de Hyggdrassil y el espaldarazo que el rey daba a sus caballeros al consagrar- los. El espaldarazo es un golpe fuerte y seco en la espalda que utilizaban los padres para dar fe y entusiasmo a sus jóvenes hijos. Hagalaz, la runa que precede a Naudhiz, encarna las fuer- zas externas que destruyen. En Naudhiz el poder de la des- trucción pasa al fuero interno. Es allí, en el mundo íntimo, donde se halla la semilla de la transformación y de la evolu- ción entre el dolor y el maestro interno. Sufrir significa experimentar. Este camino desde el dolor hasta el aprendizaje supone la aceptación de las propias zonas sombrías. Ampliar la conciencia es comprender que estas sombras son necesarias para trascenderlas. Realizar una asis- tencia amorosa hacia nuestras partes dolientes nos conduce hacia la fructificación de la propia sabiduría. Si en el curso de una tirada aparece Naudhiz invertida po- 19 demos decir que esa persona es capaz de enseñar, asistir O comprender a otros a partir de la experiencia de sus padeci- mientos y en ese rubro tiene la maestría. Capitalizar la fuerza que otorga Naudhiz, en su posición invertida, no es tarea sen- cilla. Cronológicamente esta posibilidad no surge durante la crisis. Hace falta pasar por un lapso de duelo y permitir que el tiempo ayude a decantar estas experiencias. Sólo después la persona puede evaluar los sucesos desde una óptica de totali- dad. Sólo después llega el tiempo de interrogarse acerca de los “para que” de lo acontecido. Entonces es posible observar esos momentos con menos angustia, con más distancia, tal vez con mayor objetividad y así poder evaluar los dones ob- tenidos a partir de aquella situación. No debemos perder de vista que dentro del ordenamiento del alfabeto futharc nos hallamos en el octeto de la vida espi- ritual (me refiero al segundo camino de ocho letras). Este ca- mino que comienza con Hagalaz, el granizo; continúa con Naudhiz; luego sigue con Isa, el hielo que concentra y centra; después aparece Jera, la runa del ciclo. Jera, que es la que marca el rumbo en este proceso, dice que todo en la vida es un devenir cíclico. Lo mismo sucede con el dolor, y en el trán- sito de esos ciclos se presentan oportunidades de sanación pa- ra todas las aflicciones. Finalmente el propio movimiento vital, con su danza, es capaz de transformar el dolor en maestría. Postura corporal De pie, los pies juntos. Los brazos se colocan a la altura de la boca del estómago. Los codos se hallan flexionados y los 80 antebrazos por delante del cuerpo: el izquierdo con la palma de la mano hacia abajo y el derecho con la palma de la mano hacia arriba. Los dedos de una de las manos traban los de la otra y am- bos brazos tiran cada uno para su lado, provocando una mo- lestia en los antebrazos. También existe otra manera similar: la posición es la mis- ma sólo se agrega un movimiento. Los brazos al tirar hacia fuera giran un poco, como si la intención estuviera puesta en aflojar un tornillo endurecido. Se puede girar en un sentido y luego en el otro alternando la posición de las manos. La que estaba arriba pasa a estar abajo y viceversa. Observemos la tensión. Pobrecita Cuando mis ojos empezaron a replegar su luz y lenta, pero inexorablemente, disminuía mi visión, un buen día tomé la decisión. Hice las averiguaciones correspondientes para reali- zar mi rehabilitación como persona ciega. Una soleada maña- na llena de dolor-alegría, fui a la escuela Hadley para ciegos, acompañada de mi madre. Ahora entiendo algo más acerca de lo que significa la pa- labra sincronicidad y comprendo porqué, en un encuentro aparentemente casual, mi madre ofreció ayuda a un hombre ciego, que después resultó ser el director de la escuela, y “cau- salmente” mi maestro de Braille y el partero de mi nuevo na- cimiento. La sincronicidad es una ley que en esos tiempos yo desconocía absolutamente y que en este presente me colma de 81 respuestas. Se trata de que cuando un ser decide encaminarse hacia su evolución, el universo hace coincidir todos los ele- mentos para que su acción fructifique. Ese encuentro, fruto de la conspiración de los ángeles, era la confirmación de un ca- mino. A partir de ese momento me aboqué, con mi habitual dedi- cación de hormiguita, a aprender trabajosamente los secretos del sistema Braille; y la difícil decisión de llevar bastón blan- co, se impuso para mí por fuerza de la realidad y por mi pro- pia seguridad. Al poco tiempo conseguí avanzar en el aprendizaje del misterio de los puntos sobre el papel, pero retrasaba terca- mente el uso del bastón blanco. Finalmente llegó el momento y me decidí. Comencé llevando el bastón plegado en la carte- ra, luego plegado en la mano y finalmente lo desplegué con gran torpeza. Sólo las personas ciegas que hemos pasado por este mo- mento sabemos lo que significa dar este paso. Esta situación posee dos caras: una es la desesperación mezclada con ver- güenza de mostrarse claramente ante uno mismo y ante los demás como discapacitado visual; y la otra cara es la autono- mía, la libertad para andar y el gran desafío personal de tras- cender los propios límites. En eso estaba yo intentando darme ánimo a mí misma, bus- cando palabras que me aliviaran el corazón. Procuro, ahora, imaginar mi aspecto y comprendo a las personas que murmu- raban a mi paso: pobrecita. En esa época esta palabra resonaba en mis oídos como un gran martillo destructor de todos mis inmensos esfuerzos pa- ra intentar continuar con mi vida a cuestas. A pesar de mí, oía 82 con frecuencia aquella odiosa palabra que con su poder des- tructivo, me aplastaba. En algún momento que no puedo precisar, dejé de oírla a mis espaldas. Casi sin advertirlo me olvidé de ella. Pasó el tiempo... fui avanzando y adquiriendo mayor sol- tura y experiencia. A veces pienso en aquella pobrecita que fui. Si pudiera le diría que ella, con su pasar inseguro por la vereda, fue despertando todos los pobrecitos y pobrecitas dor- midos o acallados dentro de los que lo decían, más para ellos mismos que para la aparente destinataria. Le diría que ella se había convertido en un verdadero espejo que reflejaba en su persona toda la pobreza que sentían ella y los que lo decían. Ella iba recordándoles a cada uno, con su andar incierto, todo lo pobrecitos que eran ambos. Y como dicen los niños y los terapeutas: “el que lo dice, lo es”. Eso es lo que me digo men- talmente, cuando alguna rara vez oigo decir a mis espaldas la ya inofensiva: pobrecita. Y cuando cada vez con mayor fuer- za mi ser se despliega en toda su conciencia crecida en el tra- yecto, el abanico de mi experiencia acompañando la pasión me eleva y borra, con el movimiento de su Amor, todo resen- timiento. Aquí estoy, sigo caminando por la calle con bastón blanco intercambiando energías con otros seres. En este sendero ha- bita una oportunidad alquímica, si es que ambos aceptáramos el desafío de la apertura. En un plano sutil el dar y el recibir, bailan una danza circular. Cuando mi serenidad me permite mirarme a mí misma des- de lo alto de una estrella, me descubro sonriendo, desde esa distancia sin espacio y sin tiempo. Me observo, comprendo, y me siento en paz. 83 Isa, el hielo. El silencio del movimiento Es la letra I, llamada también ais. Esta runa pertenece al grupo de letras rúnicas relacionadas con las emociones. Su trazado es una línea vertical, única y solitaria, en medio de un paisaje helado. Representa la deten- ción del movimiento externo, la imposibilidad, el límite. Isa nos hace volver obligadamente la mirada hacia adentro en una introspección irremediable. Nos trae la sensación de oclusión y nos condena a permanecer presos entre dos blo- ques de hielo con un peso en el corazón. La presencia de Isa en una tirada conlleva una gran dosis de soledad. Es una imagen que desgarra el plano con un solo movimiento de cuchillada. Frente a Isa, la persona permanece con el corazón apretado en angustiosa espera. Mientras tanto toda la energía se concentra y se centra en lo medular. Cuan- do los movimientos hacia el exterior resultan imposibles, to- da la conciencia se dirige hacia la propia vibración. Afuera, el límite, adentro, el silencio del movimiento. 84 Rodeada del abrazo de la realidad Isa se nos ofrece, par- tiendo de un lugar de quietud, como la cuna del movimiento. El único modo de derretir el hielo es llegando al sol, últi- ma runa de este grupo de letras. En el presente Isa desgarra con su trazo vertical. Enseña en la quietud de su silencio y promete la esperanza del sol, al final del camino. Si consideramos al alfabeto rúnico como un verdadero sis- tema oracular, vamos a descubrir que Isa está rodeada de mo- vimiento: arriba se encuentra Thor, el gigante que acciona con su martillo mágico y su fuerza; a su derecha está Jera, fuerzas externas que construyen mientras van girando; abajo se halla Ehwo, el caballo, síntesis del movimiento realizado entre dos, jinete y caballo; a su izquierda, y precediéndola, Naudhiz el dolor punzante que conducirá luego a la detención. Isa no tiene posición invertida. Si sale en una tirada indica claramente, detención de todo movimiento y una vuelta hacia el interior, en quietud y en soledad. El hielo, austeridad lisa, silenciosa y solitaria, enfría mis emociones y agota mi llanto. La palabra nace del silencio, la acción nace de la quietud, el movimiento de la inacción. Si toleramos y guardamos el tesoro de nuestra energía apo- yándonos en la confianza de que el sol aparecerá, el caleidos- copio podrá entonces girar, y el giro traerá consigo un nuevo orden con el mismo centro. Postura corporal De pie sentimos el eje de nuestra columna vertebral. Apo- yamos los pies en la tierra y abrimos la cabeza al cielo. Observemos la vertical. 85 Escuchando los árboles Quedarse ciego desde la infancia, como es el caso de mi marido, puede tomarse a veces como una ventaja para la vida cotidiana de una persona ciega. La orientación en el espacio, la audición de lo inaudible, la percepción de sutilezas, de cli- mas, de detalles, se vuelven tan reales y concretos como si se los estuviera viendo. Este aprendizaje que los niños ciegos realizan tan naturalmente sin haber conocido otra forma de re- lacionarse con el mundo de afuera y de adentro, constituye un entrenamiento fundamental para los movimientos del día a día. Para las personas que como yo adquirimos la ceguera en una edad adulta, esta posibilidad aparece lejana o mágica. Tan inasible nos resulta, tan inaccesible, que solo haciendo un gran silencio adentro nuestro conseguimos comenzar a aso- marnos un poquito a este otro nivel de percepción. Cuando por primera vez salimos de vacaciones mi marido y yo, los dos ciegos, a un lugar en la sierra y él me preguntó si yo lograba escuchar los árboles, me sonreí. Comprendo hoy, después de años de convivir con él, que la percepción de los objetos es posible aún a la distancia. Después de casi veinte años de ceguera he adquirido algu- nas certezas. Aprendí a dar crédito a lo que jamás imaginé que sería posible lograr o sentir. Creo en mis primeras impresio- nes sin cuestionamientos. Creo en mis intuiciones más que en nada. La ceguera adquirida lentamente a partir de mis veinticin- co años me fue enseñando, con la terquedad con que enseña la vida, a cambiar códigos de espacio y de tiempo. Los obje- 86 tos se vuelven ciertos cuando están más próximos y más in- ciertos al alejarse del cuerpo. En ese momento se me hace pre- sente la frase de mi marido acerca de escuchar los árboles y ansío algún día percibir ese maravilloso sonido. Con referen- cia a la percepción del tiempo comencé a vivir otra velocidad, otro estar presente en cada instante a la vez cotidiano y tras- cendente. Obligadamente por las circunstancias que el alma sabe, con esa sabiduría que los seres humanos no logramos comprender o aceptar, mi atención conciente en cada acto se me volvió absolutamente imprescindible. La memoria, la atención y la necesidad de tener en cuenta todos mis movi- mientos para no golpearme, constituyen mi pan de cada día. En otra época esta conducta me resultaría impensable por lo obsesiva, pero hoy por hoy, no concibo mis días de otra ma- nera. El orden, la paciencia como fuerza y los movimientos concientes y lentos, me han ayudado a resolver mi orientación en el espacio, en el tiempo y finalmente en la vida. La antigua frase hermética: “como es adentro es afuera” re- suena en algún lugar de mi ser, recordándome el desorden de mi existencia antes de quedarme ciega. Muchas veces añoro ver. Recuerdo colores, rostros queri- dos, paisajes, estrellas en un cielo nocturno. Pero no añoro mi vida en mí, durante esa época. El desorden y el dolor de mis emociones me atenazaban constantemente, una angustia que se remontaba a quien sabe cuando me envolvía con persisten- cia, sin solución. Y allí estaba yo en medio de un torbellino, sacudida y presa de mí. La vida, con esa sabiduría que nosotros los seres humanos no alcanzamos a comprender ni a aceptar, supo como parar ese sin fin de terremotos implotando en mi interior. Desde un 87 lugar trascendente lo comprendo todo, mientras mi corazón, va llegando rítmicamente a esa verdad. Mientras busco-espero algún día escuchar el sonido de los árboles, mi ser necesita expresar en acto su caudal, obrar, ejer- cer sus dones. Desde mi antigua tiniebla, sé que el camino de mi salud se va curando a sí mismo en una dimensión o en otra, no sé exactamente cuando ni donde, pero tengo la certeza de que toda acción vuelve como la transparente lluvia que refres- ca mi vida, y florece perfumada y ... delicadamente me llena de confianza. 88 Jera, la paciencia de sostener un ciclo También llamada ar. Corresponde a la letra J. Es el punto en el tiempo que siempre vuelve y nos alivia con la esperanza de su llegada. Después de haber transitado por la dureza del granizo, el dolor de la necesidad y la inmovilidad del hielo, Jera aporta al camino del héroe un movimiento de las condiciones externas. Este movimiento es el fruto de una gran introspección por la que, obligadamente, pasa el octeto de la vida espiritual. Se mueven las condiciones externas porque las condiciones in- ternas se han modificado. Se abre aquí una chance de entrar al corazón luego de la di- fícil travesía. En efecto, las runas Jera y Eeihwaz, constituyen el corazón mismo del futharc. Esto es así por su ubicación central dentro de dicho alfabeto. Si consideramos al futharc como un pórtico de autoconoci- miento, la runa Jera se halla en la puerta misma junto con Eeihwaz. Jera representa las bisagras de la puerta con su mo- vimiento redondo y horizontal, y Eeihwaz nos habla de un movimiento vertical como la luz que aparece al abrir la puer- 89 ta y que une las bisagras. Jera es el ciclo anual. Está simbolizada por el movimiento de una lanza, o sea, una parábola descripta en el aire. En el di- seño de dicha parábola existen vaivenes propios de un ciclo, pero indispensables para llegar a una cosecha segura. Se muestran en esta runa las oportunidades estacionales, que favorecen a distintas individualidades. El invierno es una ocasión de sanear a los que por naturaleza sufren el calor; el verano es una ocasión de curar a los que sufren el frío; y así en el transcurso del ciclo todo cambia. Solamente es preciso sostener la espera con certeza y confianza. Jera es la pacien- cia del héroe para ir paso a paso, por las distintas vicisitudes o estaciones anuales. Paciencia de sostener los acontecimien- tos, hasta el momento de cosechar. Podemos pensar en la ma- duración de un grano de cebada desde su siembra hasta la co- secha. Existe una historia que nos muestra con certeza la energía de Jera: un campesino un día habló con Dios, quejándose de la forma en que el clima maltrataba a sus granos. Le pidió que le permitiera a él, hombre de campo y de experiencia, dispo- ner del clima. Dios accedió y le concedió esa oportunidad du- rante ese ciclo. El tiempo transcurrió con buen sol, poco vien- to, suaves lluvias, sin fríos en exceso ni piedras de granizo. Al fin llegó el tiempo de la cosecha. El campesino recogió unos granos grandes y hermosos, pero cuando fue al molino e hizo la molienda, observó con gran sorpresa que los granos estaban vacíos, sin sustancia. Así fue que, sincerándose ante Dios, comprendió la razón de la adversidad. Jera es la templanza. El héroe está ubicado en el lugar del centro de la rueda para no sufrir los embates del arriba y del 90 abajo. Pero la pregunta que surge en este lugar del futharc, tenien- do en cuenta los distintos ciclos de la vida, es ¿cómo fluir con ellos? ¿cómo salir de posturas extremas? ¿cómo acompañar estos movimientos con compromiso y a la vez reconociendo su finitud? La respuesta se halla en la runa que está situada debajo: Mannaz, la Ley. El reconocimiento de que todo va ha- cia la Ley, aunque por momentos lo perdamos de vista, alivia el corazón y nutre la confianza y la entrega. Si consideramos la tríada: Ansuz, Jera y Mannaz, encolum- nadas una sobre otra en el alfabeto futharc, descubriremos la presencia de Odín. En Ansuz, como trovador y poeta. En Je- ra, a través de la posesión de su simbólica lanza. En Mannaz, como fuente de origen paterno encarnada en uno de sus nom- bres: Allfather, el padre de todos. Jera es calidad cíclica. Es la semilla, es la espera y es tam- bién la previsión del resultado. Es el respeto por el ciclo natu- ral de las cosas. El pasado, el presente y el futuro funcionan como causa y efecto entre la siembra y la cosecha. Es el ca- mino anual, la compensación dhármica, los frutos del esfuer- zo, la bendición. La cosecha no puede adelantarse. No se puede empujar un río. Esta es la sugerencia que la runa nos propone. En los gi- ros que Jera da montamos los desafíos que venimos arrastran- do, lo que deseamos transformar hace ya mucho tiempo sin conseguirlo. Contamos con nuestra decisión, con el momento del ciclo y con nuestras ganas de promover este acuerdo. An- te la reiteración de escenas conocidas en la experiencia de ca- da uno de nosotros la vida nos da la chance de transformación, ofreciéndonos como un regalo la repetición. 91 Al héroe le toca respetar las leyes del ciclo, y al movimien- to le toca girar. Concordar esa conciencia interna con el tiem- po externo, nos conduce a los grandes cambios. ¿Seremos ca- paces de pescar el momento cósmico? Jera es la letra “J”, y en la continuidad del futharc está des- pués de la “T” y antes de la doble “E”. Isa, Jera y Eeihwaz con- forman el grupo que se lee como: las tres “T”. Jera no posee posición invertida. Cuando aparece en una ti- rada señala que un nuevo ciclo comienza. Si sale en el pasa- do el ciclo ya comenzó, y el presente es su fruto. Jera, redonda campesina permite que gire contigo aceptando los vaivenes de la danza En el juego del movimiento deseo encontrarme Mi centro permanece quieto, mi superficie va y viene en la ilusión, busca aprender la fuerza de la paciencia, siembra... y sembradora en mi corazón Postura corporal Esta es la postura más móvil de todo el futharc. De pie, el brazo izquierdo se eleva y la mano izquierda toca la cúspide de la cabeza. Al mismo tiempo la pierna izquierda permanece es- tirada, mientras que la derecha se dobla por adelante, haciendo que el pie derecho toque la rodilla izquierda. El movimiento es 92 constante de modo que alternadamente ambas manos tocan la cabeza, a la vez que ambos pies rozan las rodillas opuestas. Observemos la continuidad en el movimiento. Aprendiendo a pedir ayuda desde un buen lugar Desde los comienzos de mi ceguera empezó a surgir en mí, la pregunta-necesidad de cómo sería poder pedir ayuda desde un lugar que descarte la humillación y la soberbia. Esta pregunta-necesidad se me hacía presente en cada es- quina, cuando esperaba con mi bastón blanco que alguna per- sona me ayudara a cruzar. Se mezclaban en mí, en ese instan- te, la vergüenza, la impotencia, la humillación... Después de haber pasado muchas veces por ese sentir, mi dolor comenzó a dejar paso a esa pregunta-necesidad. La respuesta fue llegando y surgió a partir de la experien- cia, y también de la observación. Comencé a escuchar con mucho asombro que las personas que se acercaban a colabo- rar me daban las gracias. Esa reiteración me llevó a pensar en el porqué de esa gratitud, dado que la agradecida era yo. Con los años que llevo cruzando calles y agradecimientos me doy cuenta de que en cada esquina llevo conmigo la opor- tunidad de dar. La ocasión de ser solidarios en una ciudad no es frecuente, la posibilidad de ser útil a otros es un regalo que nosotros, los ciegos, podemos hacer. Entonces empecé a unir mi pregunta-necesidad con la oportunidad de dar un regalo a quien estuviera con disposición de recibirlo. Este enlace entre una posibilidad propia y una necesidad de otro y viceversa, se me aparece como un casamiento entre dar y recibir, que se sintetiza en la palabra “comunicación”. 93 Así fue que toda la humillación, la impotencia y la ver- gienza, se fueron transformando lenta y asombrosamente en una ocasión de regalar. Es como un guiso, que al fuego de mi corazón, va tomando su punto de cocción hasta convertirse en una gran respuesta. A veces la persona ciega no comprende la dinámica de es- te encuentro y responde, con soberbia incomprensible, que no precisa ayuda. Esta actitud de decir que no tiene hambre, le hace perder inexplicablemente el placer de saborear una co- mida compartida. También sucede que los que pasan cerca de una persona ciega no perciben su propia voz, y se pierden la oportunidad de ser convidados con el delicioso guiso de la co- munión; y entonces... se convierten ellos mismos en ciegos de los ojos del alma. Para que esa común-unión sea posible y fructifique, se requieren dos almas voluntarias y disponibles para una mutua curación. El sencillo encuentro entre dos seres en medio de una ciu- dad aparentemente indiferente, es a veces simple, y fluye con naturalidad. Otras veces nos toca a nosotros, los ciegos, con- vocar al ángel que cada persona lleva consigo y abrir con una palabra, una sonrisa o un saludo, la puerta maravillosa de la confianza. Esta es una secreta misión educativa que el univer- so nos ha confiado. Algunos de nosotros hemos comprendido lo que se oculta detrás de la necesidad de pedir ayuda. Este gran descubri- miento me alivia, me maravilla y me vacuna contra el mal hu- mor o el desinterés. Después de cada intercambio callejero, la sonrisa de la vi- da aparece cómplice y me guiña un ojo, incluyéndome en su alegría. Yo comparto la travesura, agradecida. 94 Eeihwaz, muerte y transformación en el corazón del futharc Es la doble E, también llamada Eeguas. Corresponde a la letra doble E. Eeihwaz es una runa cuyo lugar es el centro del alfabeto vi- kingo. Es por eso que la relaciono con el corazón del futharc. Su diseño me sugiere unión de dos planos, conexión entre el arriba y el abajo, y a la vez trae a mi memoria la antigua ley hermética: “Como es arriba es abajo, como es adentro es afue- ra”. Ese puente que evoca Eeihwaz relaciona lo esencial y lo material. Es camino de comunicación entre lo claro y lo oscu- ro. Alude a la muerte de aspectos de la personalidad que no están siendo útiles y precisan ser transmutados. Esta transfor- mación, de la que tanto se habla, se impone como un niño por nacer, y lleva consigo toda la dificultad y el dolor de dejar morir un ciclo para dar vida a otro. La runa Eeihwaz es un árbol de tejo. En América, el ciprés se le asemeja mucho. Los tejos fueron árboles sagrados para el pueblo vikingo. Sus sacerdotes se sentaban a la sombra del te- jo para tirar las runas que tallaban en el momento, utilizando alguna rama situada a mano. Se acostumbraba a plantar tejos 25 en los cementerios, porque decían las viejas leyendas que las raíces del tejo iban a ubicarse en la boca de los muertos. De es- te modo facilitaban el pasaje de su alma hacia el cielo. De allí el nombre de runa de la muerte y de los antepasados. En aque- llos tiempos los arcos de los guerreros se fabricaban con ma- dera de tejo, al igual que las runas, y tenían funciones de de- fensa. Pero sobre todo eran verdaderos talismanes en forma de arco, y llevaban grabadas runas enlazadas que conjuraban to- do tipo de peligros, proveyendo protección a su dueño. Siento en Eeihwaz la fuerza de mis antepasados, que hacen posible mi existencia y mi historia. Las plantas de mis pies miran hacia ellos, y mis espaldas conocen el peso de sus travesías. Mis emociones comprenden hoy sus miedos, la inseguridad de la guerra, las persecuciones y el desarraigo. Todo este sentir ocupa en mí un antiguo lugar de herencia. Nutriéndome en esas raíces, voy transitando lentamente por el tronco del tejo, transformando ese dolor, pasándolo por el corazón hasta hacerlo crecer fructificado en experiencia 96 El árbol del tejo presta su cuerpo al movimiento de Eeih- waz. ¿Pero de qué clase de movimiento estamos hablando, tratándose de un árbol? Aparentemente su presencia nos su- glere quietud. Sin embargo, nos referimos a algo sutil que ocurre en el eje o tronco de la runa. Se trata de una corriente que proviene de Jera, la runa precedente, que alude a los ci- clos de la vida, o sea, a los movimientos que desde el exterior van construyendo nuestras condiciones. Cuando Eeihwaz aparece interioriza los cambios cíclicos, actualiza el pasado y lo convierte en un presente nutrido por la experiencia. Sé muy bien que se trata de un proceso tor- mentoso. Las cuchillas que Eeihwaz blande en sus extremida- des poseen un significado. La vieja leyenda de Hyggdrasil le confiere un clima sacrificial. Existe un momento en que el do- lor es ineludible, pero no permanente. En el camino de la uni- dad, el duelo va dejando paso a un acompañamiento que ha ganado en serenidad y compasión. Es sólo entonces que se plasma la transformación en el corazón de la situación, y el ár- bol sacrificial se convierte en sagrado. Los duendes del bosque hablan de una secreta solidaridad entre los tejos. Ellos se comunican a través de sus raíces, co- mo si estuvieran tomados de las manos por debajo de la tie- rra. De esta forma, casi nadie sabe que hay entre ellos un tejo madre que es el sustento de los demás, y cuando él ya no pue- de seguir sosteniendo al resto, otro árbol toma su lugar y con- tinúa, imperceptiblemente, su misión. La runa Eeihwaz, no tiene posición invertida. Salga como salga, en una tirada, su significado oracular es el mismo. Si conseguimos atravesar la gran puerta del corazón del futharc, el sol nos espera al final del octeto. 97 Observo con respeto esta maestría, me siento a su sombra, asumo el poder de autotransformación que la situación me trae. Un nuevo nacimiento acontece en mi corazón Eeihwaz ha conectado otra vez el cielo y la tierra El plan del alma se hace presente en mi conciencia Postura corporal Nos paramos sobre nuestras rodillas. El mentón baja hasta juntarse con el pecho. Ahora apoyamos los glúteos sobre los talones. Observemos la sensación de recogimiento. Hacer beneficencia o promover el intercambio La actitud de quien se acerca a colaborar con un ciego o a cualquiera que lo necesite, siempre parte de una voluntad de ayudar. Sin embargo, sería bueno profundizar en dicho propó- sito. Existe quien desea acercarse y brindar colaboración impo- niendo lo que cree mejor para quien lo recibe; pone el acento en la acción de dar y sentirse, así, generoso. De esa manera actúa la persona que tiene tiempo y disposición para las bue- nas acciones, pero sin pensar en el ser humano que, del otro lado, está presente con su sentir. En el caso de las personas ciegas, que es de quienes hablo, por lo general esperamos y deseamos el intercambio. 98 Dicen los textos antiguos que quien da recibe en forma multiplicada su acción. Yo agregaría que el que da con propó- sito amoroso puede, si desea, abrirse a recibir. La humildad de quien supuestamente es dador cobra aquí una relevancia fundamental. Si el propósito es acercar ayuda auténtica, esa ayuda debe tener en cuenta: forma, sensibilidad, apertura para acercarse a otro ser y, muchas veces también, to- lerancia a la frustración. Cuando alguien acerca su deseo de ayudar desde la beneficencia, o sea desde un lugar que sólo tiene en cuenta al que da y a su acción, yo como persona cie- ga, lo percibo y me duele. Me da pena que se desperdicie una posibilidad para dos. Seguramente esa persona presume que ella es la única que tiene la capacidad de dar, y el ciego nece- sariamente tiene que recibir con pasividad... y así se abrirán las puertas del cielo. Sé con certeza que esto no es así. Por propia experiencia conozco la gran magia que flota en la atmósfera, entre quie- nes logran intercambiar. La persona que se dispone a realizar una acción benéfica, sin permitir el ir y venir de dos almas dialogando, cree que posee cierto poder sobre la otra, que su- puestamente está obligada a recibir; entonces, la abruma con atenciones y solicitudes formales, pero sin contenido. El re- sultado es que el intercambio no se produce, el diálogo se apa- ga, y nadie recibe nada. El momento se vacía de amor, que era el primer propósito formulado. En este tipo de situaciones, la persona ciega tiene también un papel que cumplir. La opción es aceptar, por pereza o por otro motivo, que lo sirvan o cola- borar activamente en lo que fuera posible. Así se pone en mar- cha un mecanismo que voy a describir con un ejemplo. Una mañana de Pascua llegamos tres ciegos a un hotel en 99 la provincia de Buenos Aires. Ya habíamos reservado los lu- gares y entramos provocando el estupor del conserje, que no sabiendo como hacer para decirnos que no nos quería allí, co- menzó a buscar y rebuscar en las reservas hasta que, frente a nuestra firme decisión de quedarnos, nos encontró en el regis- tro. Notamos su estupor y su contrariedad por prejuzgar que nos tendría que llevar y traer prácticamente a upa por todos la- dos. Finalmente, con la ayuda de la mucama, nos ubicó en las habitaciones y nos indicó la forma de usar el teléfono para co- municarnos entre nosotros y con la conserjería. También nos dijo que no saliéramos de las habitaciones, que lo llamáramos y él mismo nos acompañaría. Hasta aquí, los hechos tal como se presentaron. Una vez que acomodamos nuestras ropas, nos pusimos de acuerdo por teléfono y salimos de las habitaciones teniendo en cuenta las referencias que ya habíamos percibido al llegar. Fue así co- mo a los cinco minutos ya subíamos y bajábamos por la esca- lera con prudencia, pero sin inhibiciones, ante el asombro mal disimulado del conserje y la mucama. Si hubiéramos acepta- do pasivamente la ayuda del personal, sin intentar siquiera movernos por nuestros propios medios, el vínculo se habría vaciado de corazón. En cambio, lo que sucedió fue todo lo contrario. Nosotros pusimos nuestro hacer en movimiento, y el conserje, cuando terminó nuestra estadía, nos pidió sincera- mente que volviéramos, que nos iba a extrañar. Lo que quedó sin decir es que la experiencia fue de gran aprendizaje para to- dos. Para nosotros porque pudimos desplegar nuestras posibi- lidades frente a los demás y también frente a nosotros mis- mos; y para el personal del hotel representó una oportunidad de vivir una situación diferente en la que, finalmente, pudie- 100 ron ofrecer de corazón. Como cuento en esta ocasión, la posibilidad de intercam- bio no estaba a la mano sino que fue promovida por nosotros. Otras veces el intercambio se da con naturalidad de ambos la- dos; y otras, se frustra por la actitud de los ciegos. Es por eso que me parece muy importante tomar concien- cia acerca de estas situaciones que con mayor o menor fre- cuencia se nos van presentando en cada esquina. Por algún motivo que los seres humanos desconocemos, la vida nos co- loca en circunstancias no siempre amables o fáciles de transi- tar. Pero un tiempo después es posible que se aclare la direc- ción que toman los acontecimientos. Más tarde, observando desde otra perspectiva, las dificultades iniciales nos parecen mínimas con respecto a la satisfacción de haber atravesado un obstáculo. Una vez decidimos encontrarnos con una amiga, también ciega como yo, para almorzar y pasear por la feria artesanal de Belgrano. Buscábamos un lugar donde comer que a ella le habían recomendado, pero tenía el inconveniente, para dos personas ciegas, de ser autoservicio. En nuestro camino pasa- mos por una esquina repleta de mesas y sillas, que colocadas en la vereda, obstaculizaban nuestra caminata. Protestamos, comentando entre nosotras, la mala costumbre de dejar obje- tos molestos en lugares inadecuados y continuamos. Cuando llegamos al lugar buscado, varias dificultades complicadas de salvar se nos presentaron, además del sistema de autoservicio, las personas que estaban a cargo del comedor no hablaban es- pañol. Sin poder ver ni tampoco hablar, la comunicación no fue posible. Salimos un poco desconcertadas, tratando de de- cidir un nuevo rumbo. Entonces recordamos las sillas y mesas 101 en la vereda que tanto nos molestaron para pasar y, con algún recelo aún, entramos guiadas por los obstáculos, como suele pasar en la vida. Allí la comunicación fluyó y pasamos un al- muerzo muy agradable. Pienso que en esta ocasión, como así también en los suce- sos del transcurso de la vida, los impedimentos nos producen enojo inicial, pero si logramos flexibilizar nuestros movi- mientos, podremos percibir que somos guiados por los incon- venientes hacia lugares más propicios para nuestro desarrollo como almas que procuran evolucionar. En la calle, en nues- tras diversas actividades, en la vida en general, aparecen disi- muladamente acontecimientos que albergan en forma latente el germen de un aprendizaje. Ese aprendizaje generalmente incluye a varias personas-almas que precisan de esa tierra pa- ra hacer germinar su corazón. Si el momento encuentra el eco que necesita, ese tejido invisible se hace material y fructifica en la alegría que une. 102 Perdhro, el secreto se oculta en nuestro corazón También llamada Peordh. Corresponde a la letra P. Perdhro oculta el secreto. Es runa de lo misterioso, de lo desconocido, un asunto secreto. Oculta el misterio a los ojos del que todavía no está preparado para conocerlo. No porque sea incapaz de guardarlo, sino porque no es aún el momento de enterarse. Runa significa secreto; hay algo en las runas que necesita ocultarse para después ser revelado. Ese ocultamiento es en realidad una protección o tal vez signifique un camino sinuo- so, que impulse al héroe a recorrerlo y a leer entrelíneas. En épocas de persecuciones se utilizaban los acertijos para escon- der secretos o claves herméticas y mantenerlos lejos de mira- das inquisitivas. De este modo, grandes revelaciones perma- necieron en lugares seguros e insospechados. Perdhro se asemeja a una tirada de runas. Al principio so- lo tenemos la pregunta y la respuesta habita, sola, el interior de nosotros mismos y está guardada en silencio. En un primer momento, puede parecer que un caos lo cubre todo como ma- deja enmarañada. Pero poco a poco, el mensaje se va abrien- 103 do paso y las respuestas terminan manifestándose. La energía de Perdhro está presente en el instante de la pregunta y de la incertidumbre acerca de la respuesta, pues esta se demorará hasta constatar el compromiso del consultante consigo mismo y con su camino. Se demorará hasta que el héroe se encuentre en condiciones de escuchar y de comprometerse con un men- saje que lo enfrentará a una luz que no conocía. Perdhro se halla debajo de Kaunas que significa darse cuenta, ver con claridad, abrir perspectivas. En cambio, Perdhro sería casi el opuesto complementario: el ocultamien- to, el cerrar, el no mostrar; es la ruta misteriosa del azar. Es lo que no se sabe o no se debe saber. En ocasiones, cuando Perdhro sale en una tirada represen- ta aspectos rechazados o no reconocidos. El gran desafío con- siste en observar lo que se oculta para el consultante y que se le presenta desde afuera como un espejo, induciéndolo a re- gistrarlo en sí mismo. Por ejemplo, en el caso de alguien a quién le llega una sucesión de actitudes violentas o abusivas y en la tirada le aparece Perdhro, podría revisar cuales aspec- tos marciales de sí no están encontrando canal de expresión y permanecen en secreto hasta para quién los alberga. Esta es la runa del tiempo y de las nornas. Las nornas son seres elementales, semejantes a pequeñas hadas que existen en la mitología vikinga. Ellas reinaban en la fuente de Urd donde regían, antes que Odín, el destino de los hombres y el tiempo. Se las representa ovillando lana o tomando nota de los acontecimientos: Urda, conocedora del pasado, registran- do el día que transcurrió, hablando de lo que había llegado a ser; Verdandi es la que habla de lo que está siendo; Sculda co- locando su dedo meñique en un diente, consigue hablar de lo 104 que podría llegar a ser. En realidad, esta representación del tiempo en tres partes se reúne en una unidad. Esa unidad que cada uno de nosotros somos, y en la que se dibuja el recorrido de nuestro trayecto, tiene un único sentido y una intención más allá de nuestra per- sonalidad. En la unidad el tiempo es uno... pasado, presente y futuro se convierten en el instante infinito que habitamos. Cuando tiramos las runas entramos a ese tiempo sin tiempo tan particular, y desde ese lugar podemos ir al pasado y al fu- turo, porque el tiempo es parte de lo que ya existe en la sutil atmósfera que irradiamos. Perdhro es también poder de seducción, es la polémica manzana, deseo que no se muestra, poder que se oculta estra- tégicamente, mostrando sin mostrar la esencia, todavía. Perdhro espera agazapada el momento propicio para desocul- tar el secreto, que al final del octeto quedará iluminado por el sol. Cuando Perdhro sale invertida en una tirada significa: más- caras obsoletas que se caen. O sea que lo que hasta ese mo- mento fue útil para transitar un camino, ya no lo es. La ener- gía de esta runa invertida insta a dejar caer toda máscara, to- do gesto estereotipado, y a procurar la cara del adentro, per- mitiendo que esta aflore. La posición invertida de Perdhro significa también secreto descubierto. El secreto, en fin, que- da expuesto y se hace visible. Muestra caminos o soluciones que se ocultan por el momento. Cuando Perdhro sale en una tirada ya sea derecha o inver- tida, es necesario aceptar con paciencia un misterio que la vi- da nos propone y confiar en que el universo tiene un plan pa- ra nosotros, mucho mejor de lo que nuestra personalidad ima- 105 ginó. Esta entrega resulta necesaria y a la vez desafiante. Es una empresa no fácil. Nos pone a prueba al salir del pórtico. Si deseamos no quedar atascados en la salida de la puerta, se hace imprescindible dirigir nuestra atención a Sowilo, el sol, que ilumina todo con su luz. La perspectiva de llegar al sol alumbra todo el segundo octeto, y es la gran esperanza y con- suelo del héroe que nos habita. Postura corporal Sentados. Apoyamos las plantas de los pies en el piso. Las piernas quedan flexionadas y un poco abiertas. Los codos se apoyan en las rodillas y las manos sostienen la cabeza, en actitud pensativa. Observemos que el corazón permanece oculto por la acti- tud corporal. 106 Algiz, la oportunidad de decir no También llamada Eolh. Se trata de la letra Z. Significa los cuernos de un alce que delimitan un espacio libre alrededor de sí. Esta letra se escribía al final de cada palabra para indicar el plural, tal como nosotros utilizamos la “s”. También se dibu- jaba en talismanes para procurar protección. Era costumbre abrir y cerrar una frase, un conjuro o un acertijo entre dos Al- giz; una al principio y otra al final de la oración. Algiz es la decimoquinta letra del alfabeto rúnico tradicio- nal. Su significado es el de poner límites al mal, entendiéndo- se por mal la aparición de monstruos internos y también ex- ternos. Cuando sale Algiz en alguna tirada, sé que es momento de estar muy atento escuchando los murmullos de los juncos y a la vez delimitando el propio espacio, como si poseyéramos los cuernos de un alce. Siguiendo el segundo camino de ocho letras, el que corres- ponde a la vida espiritual o psíquica, vemos que se ha transi- tado por tormentas de granizo, por dolores y por situaciones paralizantes y ahora al haber experimentado la contundencia 107 del granizo y el dolor que quema, el héroe pudo comprender los ciclos de la vida, la posibilidad de ver la propia sombra y admirarse frente al misterio de la creación. Después aparece Algiz asumiendo el poder que da la expe- riencia, señalando el momento de preservar un espacio libre alrededor de sí. De este modo se cumple el mandato que el mago Merlín da para Algiz: “abstente del mal”. El héroe logra abstenerse del mal porque ha podido reconocerlo a lo largo de este segundo octeto. Del mismo modo que al héroe, fuertes granizadas y dolo- res que queman me posibilitaron la llegada a una pregunta fundamental: ¿para qué a mí? Las respuestas fueron presen- tándose con forma de casualidad. Sólo más tarde pude ir en- hebrando una comprensión, que me llega madura y sabia, más allá de mí. Algiz posee la confianza que emana del corazón y es des- de ese lugar de amor que dice “no”. Ella enseña el arte de dis- criminar, de distinguir y de delimitar. En la antigüedad cuan- do las personas tenían dudas acerca de si podían beber o no de un cuenco, se dibujaba en él la runa Algiz para proteger aque- llo que se iba a tomar. Se confiaba en el gran poder de protec- ción de Algiz. En lo personal esta runa fue guía de mis investigaciones. Antes de adentrarme en los secretos rúnicos, Algiz reiteraba su presencia ante mí como indicándome que la siguiera. Inva- riablemente derecha o invertida, aparecía en mis precarias ti- radas de principiante. Oyendo ese llamado es que procuré in- dagar, y así, poco a poco, me fui abriendo a la llegada de este conocimiento que pasó a través de mí y más allá de mí. Fui entendiendo el mensaje de Algiz que despaciosa, pero insis- 108 tentemente, me fue revelando que mi ser precisaba discrimi- nar mi propio espacio, mis propios deseos, mis propios pies de los de los demás para crecer. Cuando Algiz sale invertida significa que el consultante es- tá intentando protegerse, aferrándose a las situaciones como si tuviera garras. La runa está mostrando que esa falta de con- fianza en el proceso de la vida, deja a la persona verdadera- mente sin defensas y a merced de posibles manipulaciones o intromisiones por parte de los demás. El camino del héroe continúa; su destino es el Sol. Un es- calón antes de obtener la plenitud, Algiz nos propone su desa- fío iniciático: la oportunidad de decir no. Postura corporal De pie, con los pies juntos, sentimos el eje de la columna vertebral. Elevamos los brazos por el costado, hacia arriba. Las pal- mas quedan hacia fuera y la cabeza se dirige un poco hacia atrás y hacia arriba, como mirando el cielo. Observemos la sensación de delimitar el espacio. 109 Sowilo, un camino hacia el sol También llamada Siguel. La letra S constituye un lugar de llegada al sol, al cabo de una atormentada recorrida por el oc- teto. Después de sufrir el granizo, el dolor y el hielo, todos maestros de vida, un gran sí, gordo y brillante como un sol, nos espera iluminando el final del trayecto. El sol es el único que puede derretir el hielo, disolver el granizo y entibiar el al- ma. Como todo proceso, tiene su tiempo y sus aprendizajes. Sowilo es una gran luz divina, un esplendor que consuela. Su don de llevar luz a las situaciones es siempre un gran ali- vio. De todos modos, cuando Sowilo se presenta desoculta también las sombras en que yacen lo negado, lo rechazado por cada uno de nosotros. El efecto, en estos casos, es un darse cuenta que nos lleva a hacernos cargo de lo que hasta ese mo- mento estaba actuando, sin que lo supiéramos concientemen- te. Como gran mago que es, Sowilo va convirtiendo el dolor en maestría, el granizo en experiencia y la concentración en expansión. Es un gran puerto de llegada al centro de uno mis- mo, desde allí irradia su calidez hacia adentro y hacia fuera y se erige en gran dador de vida, de luz y de color. 110 Pero si alguien creyó que Sowilo es un puerto definitivo, se equivoca. Se trata solo del final de un ciclo, de un pequeño sol en medio de la inmensidad del universo, un pequeño sol en medio de una eternidad de estrellas, que como él brillan en el espacio. Solo es el centro de nuestro sistema solar, insigni- ficante en medio de una inmensidad inconmensurable. Allí es- tamos nosotros, sin saber, sin poder siquiera imaginar lo que sucede más allá. Solos, con nuestra conciencia de ser luz y parte de una creación infinita. Entonces, tomamos la dimen- sión de nuestra pequeñez y de nuestra grandeza, y de esa con- ciencia nace un gran sí, que nos remite a una inmensa tarea de hormiguita: nuestro día a día en la luz. El Sol que brilla en Sowilo ofrece su centro para ir desha- ciendo rigideces, para recurrir en busca de apoyo, y para mi- rar desde allí el camino. En su papel de ser justo se relaciona con la próxima runa: Tiwaz, el que imparte justicia con su es- pada mágica. La nobleza de Sowilo consiste en haber trans- formado el dolor y exponerlo sobre la mesa, mostrarlo y abra- zarlo, con su amor de gran sí. Este descubrimiento que nos revela, señalándonos los puntos en que podemos apoyarnos, nos permite cambiar lo que se nos ocultaba, y nos deja en con- diciones de afrontar el octeto que sigue, el de las relaciones humanas. Esta runa pone el broche final al octeto que nos coloca en un lugar de mayor madurez, el de la vida psíquica o espiritual. Con nuestras alforjas plenas de conciencia, nos dirigimos ha- cia la vida de los vínculos. La runa Sowilo no tiene posición invertida. En una tirada de Odín, en la que se extrae una única runa, responde a una pregunta puntual: significa un Sí con mayúscula. m Postura corporal De pie, abrimos las piernas en el ancho de caderas y las fle- xionamos un poco. Los pies se apoyan solamente en el borde externo. Los bra- zos, se elevan por adelante, ahuecándose, como si rodeáramos una gran pelota inflable. Todo nuestro cuerpo se moldea sobre esa esfera imaginaria, cubriéndola flexiblemente con la parte anterior de brazos, tórax y abdomen, incluyendo la cara inter- na de las piernas. Observemos la sensación de redondez. Momento Barrer. Mover todos mis “no”. Si despliego mis “no po- dría”, si pongo a prueba mis “no puedo”, mis “yo no soy así”, mis “no me van a entender”, mis “no vale la pena”, si los lle- vo al polo opuesto navegando calmosamente, pero segura y confiada a mi propio proceso, si los transformo y consigo ex- ponerlos frente a mí con la mirada libre de prejuicios, enton- ces avanzo escuchando las señales de un afuera que anima mi adentro a seguir dando pasos buscando mover mis “no”. Cuando siento un débil “si”, que crece y se va convirtien- do en confianza que voy respirando, nace en mí una alegría auténtica desde las entrañas con sabor a logro, a desafío en tránsito de ser trascendido. La frecuencia de un ángel me acompaña. Entonces, siento que si logro decirle “sí” a mis “no”, trans- muto una gran parte de mi destino, de mi pasado y de mi fu- turo; pero sobre todo de mi momento presente. 112 Mis miedos y mis “no” me acompañan, y yo los acompa- ño a ellos moviéndolos, elastizándolos y poniéndolos a prue- ba a ver qué tan “no” eran, qué tan seguros estaban de su “no”. En esos momentos respiro la confianza, mi corazón se ex- pande, y el asombro de mí retorna, y se presenta el recuerdo INES E) de todos los “sí” que le dije a la vida... y a los que ella me res- pondió como un eco “sí”. Cuando, en cambio, me aferro al muro aparentemente ina- movible de mis “no”, el encierro me limita como un techo que se achica sobre mi cabeza. Entonces la cárcel de mis “no” se me hace tan evidente que no puedo hacer otra cosa que verla, y en esa circunstancia busco la forma de liberar mi acción. Trabajosamente avanzando a través y a pesar de mis pre- juicios después de dar vueltas, decidir la libertad y procurar- la, voy dando pequeños pasos cotidianos simples y ordenado- res. Lo pequeño del día a día apacigua mi corazón. Los cono- cidos movimientos cotidianos enmarcan mi hacer sencillo, como trampolín para mi hacer conciente. El ángel y el asombro me siguen acompañando, susurrán- dome secretos en forma de palabras, de letras y de vibracio- nes apenas sugeridas. Nos frecuentamos en un compromiso renovado y conciente a cada instante infinito. Permanecemos en el “sí” a pesar de lo que amenaza auto- matizar el movimiento, los ruidos del adentro y del afuera. Cuando la gran luz me ilumina, y consigo transitarla, vi- venciarla y sostenerla con mi atención amorosa, fluyo tran- quila y confiadamente en mi cauce, apoyada en todos mis IES) si”. 113 Pasaje por las últimas ocho letras Empiezo en Tiwaz que me lleva a un lugar heroico y ob- tengo el don de discriminar e impartir justicia. Me siento due- ña de una valentía desconocida pero propia. Voy a la runa siguiente que es Berkano en donde el coraje pasa a otra instancia de mi ser. Me traslado al polo opuesto complementando a Tiwaz. Echar raíces es el desafío. Alimen- tar, nutrir, ser madre del propio crecimiento. La próxima runa se llama Ehwo, el caballo. Esta runa ha- ce posible trasladarse entre dos. La cooperación y la sintonía facilitan un cambio afortunado. Ehwo reúne la energía de las dos anteriores y las promueve a un movimiento que significa evolucionar hacia un nuevo estado. El octeto continúa en Mannaz, la humanidad y el origen humano. Mannaz es la letra de Moisés, el que da la ley. Es la que da estructura a mi ser encarnado. Es la que encauza y or- dena la energía de los hombres. Llegamos a Laguz, el agua. Simboliza la emoción que flu- ye y que todo lo disuelve despreocupadamente. Es la intui- ción, el origen femenino, la luna nueva. Necesita encauzarse a través de Mannaz la runa anterior. Nos encontramos en Ingwaz. El continente que encarna Mannaz y el contenido que encarna Laguz se funden en pos de una nueva alquimia. Ingwaz es un ciclo que se cumple, mixtura de ambos orígenes. Es la mariposa que sale de su cri- sálida y la fertilidad. El escalón siguiente lo constituye Dagaz, el amanecer. La luz desplaza naturalmente a la noche despejando dudas, en- 114 carnando la audacia, el valor, la confianza en el orden univer- sal. En el final del octeto se encuentra Othalaz. Sin buscarlo el liderazgo llega otorgado por la comunidad. Final de un cami- no pleno de experiencias valiosas que materializan en Otha- laz. Llegar a la última runa es completar un aprendizaje. es haber adquirido la experiencia necesaria para continuar tran- sitando por otros senderos, por nuevos desafíos. 115 Tiwaz, reposando en la fe También llamada Tir. Corresponde a la letra T. Tiwaz es la runa del guerrero. Encarna la acción decidida del que va a la guerra. Encabeza el octeto que nos habla de las relaciones humanas. Su energía es representativa de los pue- blos vikingos y por eso se halla en el primer lugar de este oc- teto. El guerrero Tir da nombre a esta runa. Su audacia se pone de manifiesto al aceptar conducir a un lobo mítico, traicione- ro y malvado, a un banquete de paz. El lobo, que se llama Fenriz, ha puesto sus condiciones. Pide ser llevado con la ma- no derecha de Tir en sus fauces y con la cadena que lo condu- ce, suelta. El valiente guerrero acepta y lo lleva de esa forma. A mitad del camino, el lobo Fenriz sospecha una traición y de- cide escapar arrancando la mano de Tir en su huida. Los dio- ses buscan premiar a Tir por su coraje y por su confianza. Le otorgan una espada mágica, que él podrá manejar con su ma- no izquierda y que le permitirá impartir justicia. En esta historia existen varios conceptos que pertenecen a Tir. Está la valentía y el coraje, la decisión de actuar, la con- fianza en el proceso de la vida; la facultad de impartir justicia 116 desde la experiencia que da el dolor, originada en la intuición que su mano izquierda simboliza. También se encuentra pre- sente la dificultad para discriminar quién es el lobo y cuales son sus instintos. El heroísmo está gobernado por la intuición, que cobra im- portancia a partir de la experiencia con el lobo. Aquí la espa- da mágica rasga el tiempo en un antes y un después y así la confianza va pudiendo discriminar la acción correcta. Tiwaz nos habla de que la confianza protege los pactos. No olvide- mos que nos hallamos al principio del octeto relacional. La runa Tiwaz señala fuerza y concentración en la acción. Su energía se despliega como una brújula del movimiento. Trae una propuesta del ideal por el cual luchar. Conlleva in- novación, conquista y autoconquista. Trae certeza en los de- seos y confianza en los logros. Cuando la runa Tiwaz sale invertida nos indica que toda la fuerza y el valor se hallan en el lugar menos indicado, como por ejemplo la boca de un lobo. Esta posición pone en escena el tema de la traición de un pacto, y la sensación de soledad e impotencia para recomenzar. Muestra dificultades con la au- toestima, así como desperdicio de todas las fuerzas al no to- mar la dirección que evolutivamente corresponde. Se hace ne- cesario, en esta situación, reacomodar el poder de discrimina- ción para colocar la energía acertadamente. El extremo de mi espada mágica, marca el rumbo del camino que comienza. Mi optimismo y mi valor alimentan la confianza en el proceso que se vislumbra. 117 Mi fe en la justicia (suceda lo que suceda en el trayecto) me recuerda una vez más, que la gran Ley nos contiene a todos. Postura corporal De pie; sentimos los pies en el piso y la cúspide de la ca- beza en contacto con el cielo. Los brazos se elevan por los costados hasta quedar a cuarenta y cinco grados del cuerpo, imitando una flecha. Observemos la sensación de dirección y de elevación. De regreso al sí Mi intención dibuja un trazo desde el centro de mí hacia adelante, hacia mi horizonte, y llega hasta mi proyecto. Vuelvo a pasar por mi centro y regreso hacia atrás, hasta el punto donde mis raíces me vuelven a dar alimento. Ellas sus- tentan mi avanzar nutrido por la experiencia. El regreso al sí, que le digo a la vida, está conformado de un amasijo de vivencias variadas. Mezclo los ingredientes, a veces con alegría y a veces con dolor. Con movimientos profundos voy arrasando mis miedos, los voy elastizando con la ayuda de los ángeles y de mi pro- pia disponibilidad. Me sustentan las palabras, sonidos internos que vibran y encuentran eco en la caja de resonancia que soy, para acom- pañarlas. 118 Me curan las palabras que abren, que transforman mi ma- teria y mis emociones. Y yo les hago un lugar, les abro mis puertas, las cobijo, y les doy fuerza hasta producir la magia de ese encuentro en el que mis partes se reúnen, para convertir- me —sin contradicciones— en la Unidad que también reside en mi interior. Con los años y la paciencia de continuar en mí, habito ese lugar cada vez con más fe en que podré regresar. Los vientos de la vida a veces me dejan aturdida y deso- rientada. Las tormentas con sus truenos, intimidan mi con- fianza. Y entonces, una voz amiga me va susurrando al oído del corazón las palabras mágicas que me recuerdan que conozco aquel lugar. Con decisión voy mudándome a ese otro domicilio, voy re- conociendo el sendero que me conduce hacia allí, y voy sin- tiéndome más liviana, retornando al territorio que es en mí. 119 Berkano, el coraje de lo femenino También llamada Beork o Bercana. Corresponde a la letra B. Es la maternidad; es ser madre; es la madre tierra. Si Tiwaz es el coraje masculino, Berkano es el coraje femenino o el co- raje de parir. La verdadera madre está presente y da fuerza, sin facilitar y sin evitar las dificultades del crecimiento, dando contexto y contención. Cuando esta runa aparece en una tirada significa que está presente lo materno, y es necesario nutrir y sustentar aquello de lo que se trate. Aquí están presentes la fuerza y el coraje de parir hijos, ideas y sueños. Berkano está representada por un árbol de abedul, que es el que primero reverdece en primavera. Por eso se lo vincula con el concepto de muerte y regeneración. Toda la fuerza de esta runa reside en sus raíces; toda su energía es de enraiza- miento; por lo tanto su aparición en una tirada indica arraigar- se, aquietarse y nutrir el proyecto con la entrega de una madre que amamanta. La arborescencia de Berkano crece por el camino más sim- ple, el que le habilita la matriz. Es tanto la raíz que crece en 120 forma de arborescencia, como la madre tierra que le habilita el crecimiento. Se trata de la raíz con su potencia, y de la ma- triz en donde se expresa esa fecundidad: el útero. El crecimiento al cual nos referimos, implica el dolor que siente el árbol al ser roídas sus raíces por Nidhocc, la drago- na mitológica. Según cuenta la leyenda ella se alimenta de es- te árbol y a su vez lo hace fructificar. Es claro aquí el rol de la madre, que alimenta y promueve el desarrollo sin facilitarlo, y que tampoco se propone eludir los aprendizajes por los cua- les es necesario transitar para continuar evolucionando. Berkano es una madre con un niño en los brazos. Toda su atención se halla centrada en propiciar el crecimiento, ponien- do en juego la ternura, la paciencia y a la vez los límites. Es- tos mismos límites constituyen el abrazo de la experiencia que da certezas y seguridades. Cuando Berkano sale invertida significa: sobreprotección o prioridades mal establecidas. Es decir, que se está alimen- tando algo que no es lo importante para la situación presente. O bien, bajo la apariencia de un cuidado exagerado, se oculta la hostilidad y la culpa de una agresividad no expresada. El amplio regazo de Berkano ofrece cuna y abrigo. Sus fuertes raíces alimentan y sostienen. Los límites claros de su amor ayudan a dar frutos, a parir, a generar... La Vida. Postura corporal De pie flexionamos las rodillas y mantenemos los pies 121 apoyados en el suelo. Los brazos se elevan por adelante hasta quedar paralelos al piso. Los antebrazos se flexionan y las manos llegan a tocar las sienes. Observemos que toda la fuerza de la postura reside en las piernas y pies: nuestras raíces. 122 Ehwo, un paseo que enlaza universos También llamada Ehwaz. Es la letra E. Ehwo nos habla de la sintonía entre dos mundos: el racio- nal y el intuitivo; o el jinete y el caballo; o la acción y la re- ceptividad. Aparece en el octeto concerniente a las relaciones humanas, y llega después de la valentía de Tiwaz y lo que ali- menta esa valentía en Berkano. Es la síntesis entre dos que cooperan a favor del movimiento. Para la cultura vikinga, los caballos blancos fueron anima- les sagrados, a quienes los druidas consultaban como oráculos vivientes. Recordemos la vieja serie de televisión Mister Ed, en la que el caballo era consultado por su sabiduría y respon- día con palabras que sólo su dueño comprendía. Ehwo señala un movimiento producido por una fuerza rea- lizada entre dos, por eso alude a matrimonio o a encuentro pa- ra cooperar. Si observamos el futharc verticalmente, Ehwo se ubica de- bajo de Thurisaz y de Isa. Podemos deducir, entonces, que el movimiento irreflexivo, directo y solitario que habita en Thu- risaz, pasa Obligadamente por un centramiento o concentra- ción en el eje de Isa. Dicho movimiento deviene en Ehwo co- 123 mo motor de un cambio, producto del impulso en el que cola- boran fuerzas opuestas y complementarias. Se habla aquí de un viaje corto, una mudanza o un cambio relacionado con el brillo, ya que Ehwo es una runa de buena fortuna salga derecha o invertida. Se busca con esta energía un nuevo lugar, ya que se cuenta con la fuerza decisiva de Ti- waz y la paciencia nutritiva de Berkano. Se trata de un mo- mento en el que el héroe, que somos cada uno de nosotros con su particular heroísmo, redefine su acción ya enriquecida y se mueve hacia un nuevo destino. Ehwo es la runa que enlaza universos y por lo tanto, expe- riencias y mundos interiores. En el caso de Hyggdrasill, va re- lacionando las tres raíces que abrevan en las tres fuentes y dan lugar a las tres iniciaciones de Odín. En ese movimiento en que Ehwo nos va acompañando, podemos comprender todo lo que significa el viaje iniciático de Odín en la vida de cada uno de nosotros. De este modo nos es fácil relacionar la entrega del ojo de Odín en su primera iniciación, con la adquisición del conocimiento simbolizado en la visión trascendente de su único ojo: la mirada interior. Si continuamos viajando nos en- contramos con nuestro héroe clavado en el árbol mítico, que muere y resucita con una sabiduría hasta el momento inasible para la Humanidad. Allí al dejar morir lo viejo dentro de no- sotros, renacemos al saber que se nos revela desde el dolor. Finalmente como lugar de llegada de nuestro viaje a caballo, nos adueñamos de nuestro destino y de nuestro tiempo. En- tonces entendemos que el arribo a la morada de los dioses es la forma de habitar el corazón donde mora lo divino. Estos son los lugares que Ehwo unifica en su viaje; para lograrlo se requiere la unidad y la cooperación de dos fuerzas opuestas y 124 complementarias que se asocian para avanzar y sintetizar en un tiempo sagrado las pruebas del camino. Si Ehwo sale invertida en una tirada significa que el héroe precisa descanso. Es momento de pausa para reciclar fuerzas, situación en la que es propicio bajar del caballo, reposar y dar resuello a la otra parte. La continuación del movimiento o via- je está desaconsejado. El equilibrio que Ehwo me pide se sustenta en mis dos pies. Mientras uno sostiene, el otro da el paso y luego entrega al primero esa tarea. Ambos pies miran desde mis plantas a mis ante- pasados, quienes sostienen con su historia el avance hacia el sol. Postura corporal Se realiza entre dos personas. Estas se ubican frente a fren- te, sus rodillas levemente flexionadas y sus manos tendidas hacia el compañero, con los brazos un poco flexionados. Las manos se toman. Observemos la vivencia de compartir. 125 Manmnaz, la raza humana También llamada Mann. Corresponde a la letra M. La raza humana nace en la mitología vikinga a partir de un gigante. Dicho gigante llamado Haendall, es hijo de Odín y de nueve gigantas, o nueve brujas, o nueve olas o nueve lunas, que es el tiempo de gestación de la raza humana. No olvide- mos la importancia que el número nueve posee en esta cosmo- visión. Odín, padre de las runas, permaneció nueve días y nueve noches colgado en un mítico árbol para recuperar esa sabiduría hasta entonces perdida para la humanidad. Además cada novena runa da lugar al nacimiento de un nuevo octeto o camino iniciático de ocho letras rúnicas. El mito de Haendall relata la historia de un dios que se vuelve hombre para engendrar la raza humana. Genera tres castas a partir de la fecundación de una abuela, de una madre y de una hija; y así aparece respectivamente el grupo de los siervos, de los artesanos y de los sacerdotes. Se trata de un gi- gante que posee una percepción sumamente fina, y gracias a su excelente vista puede ver crecer la hierba en toda la tierra, y con su oído poderoso consigue escuchar el sonido del vue- lo de una mosca. Haendall vive en un extremo del arco iris, 126 lugar de morada o tribunal de los dioses. Allí permanece vigi- lando esa unión entre lo sagrado y lo cotidiano. A mi modo de ver, Mannaz está muy relacionada con Moi- sés, el que da la ley. Mannaz es la fuente del origen paterno; y Moisés el gran patriarca que da al pueblo judío, la ley de Dios. En el grupo familiar, el padre es el encargado tradicio- nalmente de poner límites y de generar las defensas necesarias para que el hijo se relacione con el afuera, con los demás, for- taleciendo su autoestima. El padre es la seguridad y es el lími- te. Mannaz pone orden, da contexto y representa el respaldo que proporciona la Ley. Mannaz reúne en su diseño a Dagaz y a Ehwaz. Dagaz, que es el amanecer, define el límite entre la noche y el día; y Eh- waz, que es el caballo, imprime movimiento en el instante del crecimiento de la luz, encarnando al sol como el dios padre en todas las mitologías. Mannaz es el continente por el que cir- cula un contenido, es la estructura, es el límite que proporcio- na certeza. Esta runa posee posición invertida. Cuando aparece así sig- nifica que la persona está repitiendo viejas escenas aunque con distintos actores. Es como si la vida nos diera en cada ocasión la oportunidad de reparar o de producir “un darse cuenta”. Si esta ocasión que se reitera no se puede curar esa vez, siempre se presentará otra oportunidad de resolverla. Mannaz invertida nos está mostrando esa reiteración y por lo tanto la posibilidad de responder con creatividad, o sea, de manera diferente a todas cuantas hemos probado anteriormen- te. También nos está señalando una necesidad de trabajo so- bre la autoestima, es decir sobre las defensas de una persona, que en el plano físico están representadas por el sistema inmu- 127 nológico. La interpretación de esta runa invertida nos habla, además, de que la estructura de esa persona estará literalmen- te “patas para arriba” hasta que se pueda restablecer el equili- brio o llegar a un nuevo y diferente estado. El mensaje que Mannaz nos trae es: encontrá vos tu propia ley. Es una tarea que sólo, vos podés realizar, pues nadie po- drá hacerlo en tu lugar. Apoyate en tus defensas, en tu autoes- tima, que es lo que vos sabés que es tu don. En el caso de salir invertida su mensaje es: no te refugies en tu egoísmo para resolver situaciones que se repiten en tu vida. Apelá a tu creatividad si pretendés salir de un circuito que te lleva al sufrimiento. Mannaz trae en sí el perdón, en el sentido de que para per- donar realmente, tenemos que encontrar nuestro don. O sea que en el interior de aquella situación o persona que necesita- mos perdonar, vive nuestro potencial. Dicha potencialidad nos pertenece, la obtuvimos como experiencia después de ese dolor. Descubrir el don, a partir de un momento conflictivo en la vida, nos conduce a encontrar nuestra ley. Así como la ley que Moisés encontró en la relación con Dios: su misión. Di- cha misión le fue revelada durante el exilio en el que necesi- tó trascender su herida y perdonar, para responder a la gran Ley. Existe un antiguo cuento en el que una bella mujer es atraí- da y repelida a la vez por una bestia. La historia se transfor- ma cuando ella se anima a besar al monstruo y él se convier- te en príncipe. En este relato está la clave del perdón, es decir que los sentimientos de perdón sobrevendrán cuando poda- mos abrazar nuestras situaciones más monstruosas y enten- dercuál fue el potendial que obtuvimos de ellas. Entonces y 128 sólo entonces podremos transmutarlas sabiendo que ese po- tencial vital no hubiera aparecido si la vida no nos hubiera puesto en aquella coyuntura aparentemente siniestra. Lo que en el cuento se denomina “la bestia” es la promo- tora del hallazgo de todo ese poder de transformarnos. Dicho poder es el príncipe de nuestro propio relato que con su apa- rición nos convida a olvidar los padecimientos. Al fin el be- so que nos animamos a darle a nuestras heridas, revela como por arte de magia, aspectos principescos de nuestro camino. Mannaz muro fuerte límite preciso que ayuda a crecer como un padre severo y recto en su amor yo te permito que continúes construyendo dentro de mí ladrillo a ladrillo estructuras fortalecidas en lo aprendido. Tu aparente inflexibilidad me asegura que el universo tiene un plan para mí mucho mejor de todos los que imaginé. Desde todo el potencial de mis defensas te agradezco. Postura corporal Nos arrodillamos; el mentón contra el pecho. Cada mano 129 se apoya en el hombro contrario, y los brazos permanecen cruzados en el centro del pecho. La mirada se dirige hacia el ombligo. Observemos la actitud de introspección. 130 Laguz, un cuerpo de agua También llamada Lagu o Lagr. Corresponde a la letra L. El agua fluye así como nuestras emociones. Su fluir no po- see forma alguna sino que toma el molde de lo que la contie- ne. Está representada por la sacerdotisa, la luna nueva, la in- tuición, la receptividad y en general toda la energía femenina como gran fuente, origen y dadora de vida. Se la considera también como inicio de la vida humana porque al nacer, hace- mos ese pasaje desde las aguas a través de un canal hacia nuestra encarnación terrestre. En la mitología vikinga el dios Odín se convertía en bar- quero y hacía pasar a los muertos a través del agua hacia su propio reino. Aquí Laguz también cumple con la función de otro regreso. Laguz es el fluir de la vida que busca continente en Man- naz. El agua es contenido, la ley es continente. Laguz es en- cauzada por Mannaz. Laguz es plenamente emocional; Man- naz es plenamente mental. El agua es la que todo lo diluye, y a la vez todo se disuel- ve en ella. Es como una gran generadora. Nuestra vida está llena de agua, constituye el setenta por 151 ciento de nuestro cuerpo y los océanos representan el setenta y cinco por ciento del planeta. Si sumamos a ello el agua de la biosfera, podremos calcular el lugar que ocupa en nosotros. Esta runa es la gran igualadora de las emociones. Propicia la expresión de lo emocional. Dicha expresión alivia, reparte, blanquea el sentir, y lo expone de modo que quede claro para los que comparten ese momento. Por eso decimos que la runa Laguz, que representa el fluir de las emociones, es igualado- ra. Ella tiene un lugar de gran fuente materna, donde todos compartimos el mismo origen o bien somos hijos de una mis- ma madre. El mensaje de la runa Laguz propicia la expresión del mun- do emocional y la necesidad de exteriorizar lo que se siente en ese momento al que alude la tirada. Esta es la manera de re- solver aquello acerca de lo cual se está preguntando. Es notable observar que el trazado de Laguz se halla ins- cripto en otras runas, como por ejemplo en Ansuz, en Raidho, en Eeihwaz, en Mannaz, en Tiwaz, en Berkano y también en Wunjo. Se trata de una runa que, como fuente materna, se ha- lla en la matriz del dibujo de gran parte del alfabeto futharc. Cuando Laguz sale derecha en una tirada, sugiere acudir a la intuición y a la expresión de las emociones para poder resol- ver. Estar atento a la intuición significa prestar atención a la primera impresión que nos causa una situación, o una persona, antes aún de que aparezcan los “me habrá parecido” o “pen- sándolo bien, deben ser cosas mías”. La sugerencia de esta ru- na es responder a la situación, utilizando la receptividad, escu- chando nuestro mundo emocional, acudiendo al arte. O sea, acudiendo al potencial de nuestro hemisferio cerebral derecho o de energía femenina, que varones y mujeres poseemos. 132 Si saliera invertida su significado es desborde emocional. Puede estar indicando que existen algunos problemas de adic- ciones. Puede leerse como “esto es una locura” o “estás loco”. En personas muy controladas, que ocultan sus sentimientos y que esto las hace sufrir, puede interpretarse como una indica- ción de desbordarse o desahogarse para resolver su estado de ese momento. El origen materno custodia la gran puerta del fut- harc, cobija, consuela y sustenta con su gran cuerpo de agua, a todos sus hijos. Postura corporal De pie con los pies juntos, elevamos los brazos por adelan- te hasta tomar la posición de quién está por zambullirse a una pileta de natación. Observemos la entrega de la postura al mundo del agua. 133 Ingwaz, la potencia de un comienzo También llamada Ing. Corresponde a las letras Ng. Ingwaz irradia dos energías que se complementan: trans- formación y culminación de un ciclo. Podemos imaginar que un gusano se convierte en mariposa para volar liviana y sutil. Esta es la acción transformadora, que posibilita el despertar a la libertad después de que todo su potencial hubo permaneci- do guardado y latente. Estamos hablando de la terminación de un ciclo y el co- mienzo de otro. Pero no se trata, como en Jera, de que las con- diciones externas se vuelvan favorables para iniciar el cam- bio; sino que son las condiciones internas las que paciente- mente han acumulado la fuerza, la experiencia y el equilibrio necesarios para saldar un estado de cosas y renovar la vida. Nos hallamos ante la terminación de un ciclo vital, puesto que Ingwaz es la tercera runa de la segunda columna del fut- harc. Después de pasar por Ingwaz, el héroe recibirá las ben- diciones que se hallan esperando al final de este camino ini- ciático. Ingwaz irradia estabilidad; se consolida luego de be- ber en las fuentes del origen, Mannaz y Laguz, integrando lo materno y lo paterno para completar el ciclo. 134 Se trata de un almacén de energía potencial que necesita atravesar un tiempo de gestación para ganar fuerzas. Estamos hablando tanto de los testículos, como de un vientre encinta. También podría referirse, a la decisión del alma antes de en- carnar, es decir de su precipitación hacia la materia. En esta lectura se incluye la idea de cumplimiento de un ciclo y la apertura de otro. Existen dos dioses que encarnan la energía de Ingwaz: el dios Ing y la diosa Freia. El dios Ing, cuyo culto practicaban los daneses, fue un an- tiguo dios de la tierra, que montado en una ola se fue hacia el Este llevándose su carro, produciéndose un cambio de plano, una profunda transmutación. Ing termina su ciclo como héroe y comienza otro como dios. La diosa Freia, diosa de la belleza y la fertilidad, recorría cada día la Tierra prodigándole abundancia. Por la noche, pa- ra reponer fuerzas, se bañaba custodiada por un sacerdote que era sacrificado al amanecer por haberla visto sin ropas. Aquí se marcan varios ciclos: el ciclo del día durante el cuál la dio- sa realiza su paseo; la renovación de su energía a través del baño; y la muerte del sacerdote. Las preferencias de Freia eran marciales, guerreras y contundentes, por eso se la identi- fica con la acción y el movimiento. En esta diosa se hacen presentes atributos masculinos y femeninos por igual, por eso se caracteriza a esta runa como andrógina. Ingwaz representa una etapa más allá de las condiciones externas. Se trata de un ciclo donde saldamos un desequilibrio que produjo nuestra acción. El hecho de haber cumplido con la vida nos abre a nuevas potencialidades capaces de desple- gar toda nuestra fuerza de decisión, búsqueda y movimiento. 135 Ingwaz se halla simbolizada por la sangre como represen- tante de vida en el cuerpo físico. La sangre menstrual que marca la terminación de un ciclo femenino, y el fin de la es- pera ilusionada o el miedo a un embarazo. Esto reitera el sím- bolo de la sangre de Odín, que clavado en el Hyggdrasill, se desangra para recuperar una sabiduría perdida para la huma- nidad. Se abre un tiempo estable y de bendiciones después de que el héroe ha recorrido la mayor parte del camino dedicado a las relaciones humanas. Su valentía inicial en Tiwaz, nutrida por las raíces de Berkano, se mueve acompasadamente en Ehwo, bebe de la Ley en Mannaz y así puede fluir con sus emocio- nes en Laguz, para convertir en Ingwaz su experiencia en evo- lución. Siento que voy arribando a tu puerto, lugar de llegada que mi alma conoce. Buscoespero, dispuesta a mi destino, la fuerza renovada de tu inicio. Postura corporal Nos sentamos en forma cómoda, con la columna derecha. Los brazos son los que evocan el diseño de la runa. Se colo- can hacia abajo y por los costados, con las manos apoyadas sobre los genitales, como guardianas de la energía vital. Los codos, plegados levemente, dan la forma de rombo que la ru- 136 na posee. Observemos la sensación de algo que queda finali- zado. Crisálida El colectivo se iba vaciando de pasajeros, como un gran bu- che mecánico que deposita cada cosa en su lugar. Al abando- nar la avenida San Martín el ruido quedó atrás y comenzaba un vaivén, como de cuna, en el crepúsculo de una tarde invernal. Yo había llegado casi sin aliento a la fila del colectivo en la parada de Lavalle y Libertad, subiendo sin que nadie reparara en mí. A esa altura del recorrido quedaban pocos pasajeros: dos ruidosos adolescentes que ensayaban casi con asombro sus vo- ces de tonos cambiantes; al fondo, en un asiento individual, un hombre grandote de rostro forzudo y franco; tres mujeres con bolsas pesadas hablaban, encimando sus voces. Completaban los asientos de a uno, la mujer delgada de tapado marrón apa- rentemente dormida y varios hombres bien trajeados con sus portafolios de cuero. Antes de que se oyera aquel ruido, escuché a las mujeres hablar del horario del tren que iban a tomar de regreso a sus casas. -Todavía me falta mirar los cuadernos de las nenas, decía la más joven resoplando. - Qué suerte tenés! a mí no me espera nadie más que mi pe- rro y el televisor, comentaba la otra. La tercera, aquella que inútilmente procuraba disimular ba- jo la ropa unas marcas violetas, bajó los ojos y se quedó en si- lencio. 137 El colectivo veinticuatro se mecía saboreando su tramo fi- nal de abundantes vueltas. Un ronroneo perezoso lo inclinaba a la derecha y enseguida a la izquierda. Parecía un bote en el mar sacudiendo acompasadamente una tripulación acostum- brada a esos movimientos. En conjunto se veía casi como una danza que en la siguiente curva lenta pero cerrada, interrumpió el baile con un sonido seco e inesperado. Todos se dieron vuelta hacia donde provino aquel ruido de bolsa de papas cayendo pesadamente. La mujer de tapado ma- rrón estaba tirada en el suelo, extendida e inmóvil. Sus anteo- jos quedaron a un costado y el bolso marrón, al otro. Los za- patos abotinados de taco bajo, e igualmente marrones perma- necían en sus pies. Su rostro reflejaba una sonrisa o tal vez una mueca. Los cabellos lacios, que habían permanecido peinados hacia atrás en un rodete tirante, lucían en desorden. Tenía un poco más de cuarenta años, pero su aspecto serio, de ropas muy abotonadas de colores tristes, la hacían aparentar más edad. A lo lejos, se escuchaba cantar desde no se sabe dónde, el bolero “Cuenta conmigo”. El chofer escuchó el ruido de la caída y el: OH! Emitido si- multáneamente a su espalda. Frenó suave y seguro y se levan- tó con agilidad de su asiento. El hombre grandote hizo lo mis- mo desde el fondo del colectivo diciendo con autoridad: —no la muevan, soy enfermero. Los adolescentes enmudecieron co- mo niños asustados en el medio de un bosque de cuento. Con destreza y lo antes que pudo, el enfermero agachó su cuerpo imponente, le tomó el pulso y movió la cabeza, negan- do. Los hombres de traje cuchicheaban, ...y uno de ellos miró su reloj. Entretanto, el enfermero comenzó a realizar unas manio- 138 bras enérgicas sobre el tórax de la mujer; y yo me quedé allí sin atreverme a nada, debatiéndome entre la disyuntiva de acercarme revelando mi presencia o permanecer en mi lugar atado por mis ocupaciones. Un instante de compasión casi me hace desistir... El hombre continuaba su masaje cardíaco ya sin esperanza, y cuando vio la inutilidad de prolongarlo más, auscultó de nue- vo a la mujer y sentenció: —no hay nada que hacer. Se produjo un vacío expectante. Un minuto de silencio espeso inundó la atmósfera y toda la atención convergía en aquella pausa. Entre dos hombres la bajaron. Yo observaba a la insignificante mujer, etérea y sonriente con los cabellos sueltos y el primer botón de la blusa desabro- chado. No tenía sus lentes, y los cordones se habían fugado de sus zapatos. Lucía un gesto despreocupado, dejándose cargar como una actriz de cine. Los pasajeros quedaron paralizados mirando el piso del co- lectivo. Allí permanecían desparramados el tapado marrón, la bolsa, los lentes y los cordones. Mientras tanto, yo, con satisfacción miraba el reloj, recu- peraba mi habitual atuendo de gasa negra procurando ocultar mi guadaña entre los pliegues de mis ropas. 139 Dagaz, la irrupción de la luz También llamada Daeg. Corresponde a nuestra letra D. Llega la luz del amanecer. Comienza a crecer el día des- pués de haber permanecido latente como semilla en la plena oscuridad, en la pausa, en el silencio quieto, generador de la luz. El Gran Artesano continúa todos los días convirtiendo el carbón en diamante. Con la fuerza demoledora de la pacien- cia, El, sigue puliendo, lijando, transformando, mientras reco- rre el ocho infinito y eterno de cada amanecer. La función de Dagaz es iluminar, ensanchar la brecha en- tre la oscuridad y la luz que se anuncia. Es descubrir ese ins- tante exacto en que la vida nos pide que saltemos al abismo con la certeza de que la gran luz nos va a sostener con su red. Dagaz es la oportunidad que nos da el universo de ser valien- tes. Es propicio, entonces, unir el momento particular en que amanece y la ocasión de saltar al vacío y confiarse a ese sus- tento. En el pasaje desde la oscuridad hacia la luz, necesaria- mente pisamos ese punto, después de lo cuál el camino se am- plía. Así nuestros pasos son capaces de unir los opuestos con las plantas de nuestros pies. De un lado existe todo un univer- 140 so, que en el punto central de Dagaz, se hace rendija desde la que vislumbramos todo otro universo que nos aguarda des- pués del gran salto al vacío. Dagaz nos insta a decidirnos, a elegir la confianza de que cada día amanece. Se trata de abordar la acción, pero no de cualquier modo, sino observando el momento interno y las condiciones exter- nas. El gran desafío que esta runa nos propone, es ir afinando el instrumento para la gran oportunidad. La brecha que la daga de nuestra acción produce actúa en el presente contínuo. Esto significa que el poder de autotrans- formación es la gran posibilidad de cambio, que obra en nues- tras voluntades. Este potencial puede materializarse con la conciencia de ese presente continuo e infinito, que está sim- bolizado en el punto central de Dagaz. En Dagaz se cumple la valentía de caminar en la oscuridad y hacia la luz. El héroe encuentra el apoyo en el trayecto ya recorrido. El heroísmo, hoy, consiste en ser la luz que estalla y se abre a un destino que sólo conoce y guía la Ley. Dagaz encarna esa confianza que une los opuestos y reposa en la en- trega. El equilibrista, que nos anima susurrándonos palabras de aliento, apela a lo divino que mora en nosotros, instando y permitiendo al humano que somos saltar al vacío. A la vez, nuestro lado divino precisa del cuerpo físico para realizar la acción de saltar. Cuando Odín, padre de las runas, decide entregar su ojo a cambio de sabiduría, de algún modo está saltando al vacío sa- biendo que amanece en su camino. Su acción-entrega reside en el punto central de Dagaz. Una luz mística aparece y sinte- tiza los secretos del amanecer y del crepúsculo; une una suma 141 de dos mundos, convirtiéndola en una unidad. Esta runa no posee posición invertida. Dagaz, estrella desarrollada en mi horizonte, abierta, de brazos abiertos deseo armar el rompecabezas de la luz y la con- fianza, y superponerlas en mí. Procuro, pulir y pulir mi carbón, ir transformándolo en diamante, para que la luz del día juegue con mi luz, armando sonrisas de amanecer cada mañana. Postura corporal Nos sentamos en forma cómoda. Elevamos los brazos por adelante hasta que queden paralelos al piso. Flexionamos los antebrazos de modo de que las palmas queden unidas y los an- tebrazos formen un ángulo de noventa grados con respecto a los brazos. Lentamente comenzamos a separar las manos que están frente a la cara y se abren hacia cada costado. Esta ac- ción se repite varias veces. Observemos la sensación de apertura y despeje. Claroscuridad Las tenazas de la preocupación y del miedo al futuro sos- tenían apretado su corazón al llegar al consultorio. Consulto- rio conocido, médico desconocido, la aguardaban. Ella busca- ba una nueva escucha más comprometida y más afín con su 142 propio modo de sentir y de pensar. Finalmente pasó a la habi- tación con el corazón acelerado, con sus preguntas punzándo- le la garganta, apretando las lágrimas que no se animaban to- davía a desbordarla. Esperó, en el pequeño gabinete aún va- cío, al médico nefrólogo cuyo origen japonés le inspiraba una confianza que la razón no podía explicar. Se trataba de una primera entrevista para consultar otra opinión acerca de la inocuidad de nuevos remedios. Venía de recibir presiones (casi amenazas) para que los tomara o va- guedades para que no lo hiciera, y de ello dependía, según le decían unos y otros, la evolución de su sistema renal. Tabiques indiscretos la separaban de otros consultorios, de otras voces, de otros pacientes, de otras angustias, de otras preguntas. Repentinamente escuchó sin querer la voz de una médica que decía: ...” Acaba de entrar al otro consultorio una señora que yo conozco, ciega hace ya muchos años y que pu- do salir adelante. Por favor, hable con ella que le va a hacer bien...” La paciente escuchó tras los tabiques absolutamente sor- prendida, sin duda se estaban refiriendo a ella. Interrumpe su sorpresa, la llegada del doctor, que con su presencia respetuo- samente silenciosa le inspira calma. Intuyen comprensiones remotas y mutuos entendimientos provenientes de un conoci- miento desconocido. La voz de la médica se hace presencia apareciendo de pronto, pidiéndole ayuda para apuntalar a un paciente suyo que acababa de quedar ciego. La paciente explica que sin que- rer oyó todo el diálogo y que está dispuesta a colaborar, ya que conoce lo que se siente en ese momento. Por su mente pa- saron, como desfilando, las imágenes de quienes la habían 143 ayudado tanto ante la confirmación de su propia ceguera. En el momento menos esperado se presentaba la ocasión de de- volver algo de lo mucho que había recibido. Una extraña sensación en estéreo la embargó. Una mitad se hallaba teñida por la propia angustia, esperando respuestas, pidiendo certezas, ansiando esperanzas. La otra mitad, la que había transitado desiertos, pasado por duelos y rehabilitacio- nes, por cambios de códigos, mudanzas de espacios y de tiem- pos; esa otra, que también ella era, podía utilizar el bagaje de su experiencia para comprender a otros y ayudarlos a empren- der la travesía de su destino. En medio de ese desierto, la única brújula posible reside en el interior de cada ser, en el encuentro con la propia sombra y la propia luz. Blanco con un punto negro, negro con un punto blanco; la luz nace en la oscuridad. La misma mujer que se desorientó en su propio desierto, comprendió en aquel mo- mento y en ese acto que tenía la capacidad y el deber de vida de mostrar a otros su propio recorrido. Regresó al presente. Se encontró frente a frente con el médico y su asombro, quien preguntaba a su turno: ¿cómo se vive sin ver? Ahora, las res- puestas estaban a cargo de ella en el instante de claroscuridad. Palabras ancestrales circularon entre ellos, códigos comu- nes que tejieron una urdimbre invisible en el espacio: porotos aduki, ciruelas umeboschi y algas nori, armonizadores de un cuerpo capaz de sostener lo nuevo. La entrevista llegaba a su fin. El médico había dado una opinión fundamentada y clara: no hacía falta intrusionar el or- ganismo. Su criterio aflojó la tensión de la incertidumbre. En medio del apuro vertiginoso, cotidiano en un sanatorio, se abrió y se cerró un tiempo sagrado. Un rayo iluminó fugaz- 144 mente, por única vez en simultáneo, la unidad de los opues- tos: el dolor y el don. Ella caminó por los polos, pasó por los extremos, volvió después al centro y vio que los frutos de su propio potencial pertenecían a un árbol, cuyas raíces se nu- trían en los nudos de su desafío de vida. 145 Othalaz, el liderazgo, un estado que viene de la acción de los ancestros Es la letra O, se llama también Opel, Othala y Ethel. Es la última runa del alfabeto futharc, un lugar al que se arriba gra- cias a la acción del clan. Esta runa nos habla de herencia y de liderazgo. La heren- cia es el ADN, la huella genética y lo que llega de generación en generación a partir de la acción de los ancestros. Es el mis- terio del Filgia. Filgia es una palabra análoga a kharma. Se trata de una figura femenina mítica, como una norna personal, que toma nota de los hechos en la vida del individuo, sobre to- do del pasado. En este concepto se sintetizan las acciones pa- sadas de los ancestros, del héroe mismo y de su misión. Su ta- rea, entonces, se puede deducir a partir de lo que los antepa- sados dejaron para que resuelva la descendencia. Esto es lo pesado de una herencia. También Othalaz es el misterio del Filgia como fuente espiritual de poder mágico. Es el resulta- do de los actos virtuosos o no de las generaciones pasadas, co- mo huellas runas en los códigos genéticos de los descendien- tes. Cuando sale Othalaz en una tirada puede referirse a una he- 146 rencia propiamente dicha, como por ejemplo una propiedad de tipo inmobiliaria, un espacio que haya pertenecido al clan, una propiedad ancestral. También puede significar una cuali- dad innata heredada de los antepasados, que por naturaleza pertenece al héroe. El liderazgo al que también alude Othalaz, es un estado al que el héroe llega por el reconocimiento de los otros de sus condiciones; y a la vez, porque ello surge en su interior per- mitiéndole habilitarlo en sí mismo... y desplegarlo. El mensaje rúnico nos trae el tema de la administración justa y sabia de la tierra por los nobles que poseen por tradi- ción el poder espiritual. Siempre que hablamos de nobleza, nos referimos a un héroe con su camino y su experiencia de vida, instalado en un sitio de trascendencia. Cuando aludimos a esta runa, evocamos un lugar o un es- tado de ánimo estable y consolidado. Aquí, es poco probable el movimiento.... estamos hablando de estructuras inmobilia- rias. Sin embargo, esta cualidad tiene sus luces y sus sombras. En su posición derecha nos propone un lugar de llegada: la letra O de Odín (padre de las runas, dios principal de esta mitología y líder del Asgard o morada de los dioses) es la úl- tima posta del alfabeto futharc. Othalaz es el monograma de Odín. Tiene relación con la primera runa: Fehu, en su costado de prosperidad, ya que am- bos extremos se reúnen. Con la última runa del primer octeto, Wunjo, se vincula en lo referente al clan, que comienza aquí y que en Othalaz queda establecido y se hereda. Sowilo, últi- ma runa del segundo octeto, queda vinculada a Othalaz por su propio significado: el Sol, líder de nuestro sistema solar. En esta tríada: Wunjo, Sowilo y Othalaz, la última del alfabeto, 147 notamos claramente la presencia benéfica de Odín. Cuando Othalaz sale invertida nos habla del peligro de quedar encasillado o encarcelado, preso de estereotipos fami- liares; aquí la solidez se convierte en un impedimento. Otha- laz invertida puede hablar de que la persona no consigue ejer- cer el liderazgo de su propia vida y, por ello, reconoce en otro un líder ficticio con el aparente beneficio de no hacerse cargo de su mundo interno. Esta situación abre una línea de investi- gación acerca de los estereotipos familiares que sostienen es- ta ausencia de compromiso. En el caso de que se trate de una persona con un claro liderazgo de sus asuntos, puede querer decir que es momento de delegar ese rol a una conducción di- vina. O sea que, su trayectoria, que reúne todos los desafíos transitados y convertidos en poder para transformarse, perte- nece a una etapa cumplida. El ciclo siguiente se refiere a la entrega de esa experiencia a una instancia de conducción ma- yor de sabiduría infinita, que lidera y orienta desde la Ley. En algunos casos, Othalaz invertida puede estar señalando problemas financieros por herencia o propiedades inmuebles. Othalaz, ermitaño silencioso y fuerte, en tu recinto sagrado, confío. Tu visión se expande desde un lugar central y se despliega hacia tu clan, protectora y co- lectiva. Asumo concientemente, las tareas que la Ley me asig- na a través del tiempo y las generaciones. Procuro en ese cumplimiento, discriminar cual es el aspecto transformador que la vida me pide. Comprendo las huellas runas de mi herencia. Siento que están presen- tes y que se muestran de pronto, señalándome un sitio 148 central dentro de mí. Existe a mi alrededor, un espacio-tiempo, que mi clan posee. A través de la eternidad, de las vidas, de los reencuentros para aprender, me pregunto ¿cuál es la misión que el líder de mi clan necesita llevar adelan- te? Othalaz me responde, señalándome los movimien- tos, los cambios de lugar, las transformaciones ocurri- das en el espacio-tiempo que nos ha tocado. Me indi- ca la parte que puedo liderar dentro de mí, y lo que esa responsabilidad, en cuanto a los intereses cláni- cos, puede modificar. Permanezco recluida en un lugar de silencio y de so- ledad frente a los caminos del mundo interno, mien- tras el monograma de Odín me recuerda una antigua conexión con mi verdadera Casa, y entonces, en esa pausa silente e intransferible siento Tu Presencia guía. Postura corporal Nos sentamos cómodamente, con la espalda derecha. Nuestros brazos se elevan, enmarcando la cabeza, uniendo las puntas de los dedos, como si fuera una casita. Observar la sensación de protección de la cabeza, que tam- bién puede resultar, si se prolonga, un encasillamiento. 149 150 Tercera parte 151 Visión del pórtico El futharc o alfabeto rúnico se puede ver también desde la visión del pórtico. Se trata de un pórtico en la montaña y del héroe situado frente a él, con las llaves del perdón en la mano y en el corazón el ansia de reunirse con su propio destino. A sus espaldas queda su pasado que necesita ser mirado como maestro de la vida. Al frente la puerta misma, su porvenir, la meta y su ascensión. El paso que va a dar le aportará experien- cia, sabiduría y evolución. Pasar por el pórtico implica un de- safío, implica una prueba. Es verdad que el héroe pasa a una apertura, pero en ese pasaje hay un punto de dificultad maes- tra de la ampliación de su conciencia. El futharc funciona con el siguiente diseño: tiene tres ca- minos de ocho runas cada uno llamados octetos o aettrirs. Las primeras y segundas runas correspondientes a cada uno de los tres octetos constituyen la primera dupla. Las ter- ceras runas de cada uno de los tres octetos conforman la pri- mera columna que da entrada al pórtico. Las cuartas y quintas runas correspondientes a cada uno de los tres caminos forman la puerta misma. Las sextas runas forman la segunda colum- na. Por último, las séptimas y octavas runas de cada uno de los tres octetos forman la dupla final. Las duplas proporcionan una identidad que desemboca en una acción que se plasma en ambas columnas. Después de atravesar cada columna el héroe adquiere una nueva identi- dad, por eso, se habla de iniciación. Ahora nos vamos a referir a la primera dupla o primera identidad y a la primera columna, o primera acción. Planteando las cosas desde una visión totalizadora descu- 152 brimos que, en la primera dupla las primeras runas, o sea Fe- hu, Hagalaz y Tiwaz, refieren a lo externo, en cambio, las se- gundas runas: Uruz, Naudhiz y Berkano, refieren a lo interno. Por ejemplo: En Fehu y Uruz Fehu es el fuego colectivo, el ganado, el botín que se conquista y Uruz es el fuego y la po- tencia interior con que se puede lograr esa conquista. Uruz es lo interno de Fehu. En el segundo octeto tenemos a Hagalaz y Naudhiz. Hagalaz es la fuerza de la naturaleza y arma de los gigantes de la escarcha, es lo ingobernable que viene del ex- terior. Naudhiz es la respuesta que el héroe da frente a esa gra- nizada, su dolor. La úlcera que quema en Naudhíiz es lo inter- no de Hagalaz. En el tercer octeto están Tiwaz y Berkano. Ti- waz es acción manifestada, es exteriorización de la valentía y del coraje. Berkano que es la madre tierra sustenta a Tiwaz. Berkano es la que nutre al guerrero, la que lo sostiene para que exprese su valor. Berkano con sus raíces es lo interno de Tiwaz. Resumiendo: Fehu, Hagalaz y Tiwaz, actúan desde lo ex- terior y Uruz, Naudhiz y Berkano responden a estados inter- nos. Podemos establecer también otras relaciones entre runas vinculando sus extremos. Fehu, primera runa del plano físico plantea el alimento desde lo colectivo, desde lo comunitario, ese mismo alimento lo da Berkano segunda runa del plano re- lacional- desde lo interno, nutriendo, dando, ejerciendo la ma- ternidad. Si analizamos el que se alimenta, el que se nutre de ese alimento, desde lo externo es Tiwaz primera runa del pla- no relacional- y desde lo interno es Uruz, segunda runa del plano físico. Uruz, constituye el alimento de los jóvenes ini- ciados. Esa sabiduría, esa potencia que nace del Hara permite 153 que Tiwaz sea el guerrero. Otra deducción que también hacemos es que las dos runas que componen la primer dupla de cada uno de los octetos son polares, o sea opuestas complementarias. Tienen su síntesis o concreción en la acción plasmada en la tercera runa de cada octeto que conforman la primera columna. Por ejemplo, Fe- hu trabaja el dinero, el ganado, lo comunitario; Uruz represen- ta la fuerza individual, que el héroe gana a partir del fuego co- lectivo; en Thurisaz se precipita la acción que comprende su puntería certera y su curación demoledora. Estas característi- cas de Thurisaz abarcan la experiencia de las dos runas ante- riores. Aquí la acción está puesta en lo individual. En el segundo octeto tenemos: La acción del granizo y co- mo contrapartida, el dolor, la úlcera que quema. Si sintetiza- mos ese granizo que arrasa y esa respuesta dolorosa a la situa- ción nos da Isa, el hielo, acción que ocluye, que centra y con- centra. La síntesis se precipita en la tercera runa como aquie- tamiento y centramiento. Aquí la acción está puesta en el in- terior dedicándose a centrarse y en el exterior la acción indi- cada es la inacción. Vamos al tercer octeto, el de la vida relacional. Tiwaz y Berkano funcionan como dos polaridades: Tiwaz el valor masculino y Berkano la fuerza femenina que se sintetizan en Ehwo, el caballo. Ehwo que representa la sintonía entre el ji- nete y el caballo, entre el instinto y la razón significa un cam- bio, un movimiento, un traslado. Ehwo capitaliza la experien- cia de haber transitado ambas polaridades y así produce el movimiento, un cambio favorable. La comprensión entre dos partes es su acción. Ahora nos encontramos ante la puerta misma o segunda 154 dupla. Este pórtico, representa la tirada. Situamos al héroe que aquí estaría representado por el consultante de pie frente a la puerta, con un pasado a sus espaldas, con una incógnita frente al gran secreto. Al frente se le presenta la prueba que es el pasaje oracular después del cual , el ser se abre a otra rea- lidad. Si miramos la puerta veremos que se compone de Ansuz y Raidho, luego Jera y Eeihwaz, y más abajo Mannaz y Laguz. Este es el lugar donde se cocina la historia, porque el hé- roe viene con algunas definiciones desde el principio y le su- cede algo que lo hace pasar adentro de la puerta. Luego de pa- sar por dicho pasaje oracular, llegará otra nueva definición que lo proyectará a un nuevo lugar. Es la función de la segun- da y última columna. En Ansuz se abre la voz con una palabra mágica, una ora- ción o un poema; en Raidho nuestro cuerpo físico comunica la meta con el destino y atraviesa la puerta. En Jera comienzan a girar las bisagras de la puerta y la apertura se produce en Eeihwaz transformando el presente a partir de un bagaje de antepasados que la sustenta. Entonces, queda visible el hilo de luz que aparece, enhebrando las dos bisagras, al abrirse la puerta Las bases de la puerta las constituyen la Ley del Padre, y el origen de la Madre, continente y contenido del secreto. En el curso de una tirada consultante y consultado enhe- bran mundo interno y mundo externo y ponen luz a la acción necesaria para pasar del otro lado del pórtico. En Ansuz y Raidho tengo definida la acción física de la es- cena, abrir la puerta y cruzarla. En Jera y Eeihwaz, tengo de- finido el contexto emocional de la escena, estoy en el corazón 155 del futharc. En Mannaz y Laguz tengo el origen de la escena. Origen histórico y fuente de vida. Portadores y origen del se- creto, Padre y Madre. Flanquean la puerta, dos columnas. Thurisaz y Kaunaz nos hablan de la mirada, que al princi- pio precisa ser interna y después de cruzar, se vuelve desape- gada y totalizadora. Conforman los capiteles de las columnas y representan al perro, vigía y cancerbero del pórtico. Las cu- ñas diseñadas en estas runas se dirigen hacia adentro y poseen la misión de resguardar. En el cuerpo de las columnas están Isa y Perdhro que re- presentan al corso o ciervo, que se oculta y con él oculta el se- creto. Isa tapa, ocluye e inmoviliza al eje, y Perdhro, es el se- creto y nos habla de lo misterioso, del azar, de lo desconoci- do y de la máscara. Aquí el secreto no se revela y esto opera como una protección para el que se está preguntando. En la base de las columnas están Ehwaz e Ingwaz, repre- sentando al tero o ave fría, que da el grito en un lugar y pone los huevos en otro. No olvidemos que la palabra runa, signi- fica secreto y esta es la energía que emana de todo el futharc. Llegamos así a la tercera y última dupla. La evolución del camino del héroe ha preparado el terreno para el requisito fi- nal. En el primer aett, están Gebo y Wunjo: la pareja y el hijo. En el sendero del mundo físico el héroe se encuentra consigo mismo, por lo tanto puede vincularse con otros desde un lugar de independencia. Tanto si nos referimos a una pareja como a una sociedad, el resultado es un hijo o un logro en el aspec- to material, en Wunjo. En el octeto de la vida espiritual Algiz y Sowilo ponen el 156 broche final. Para llegar a la iluminación que representa el Sol, el héroe necesita dejar un espacio libre a su alrededor, po- ner límites y discriminar en Algiz. El Sol, como lugar de lle- gada, pone luz en el dolor que caracteriza el aett, restaña las heridas y prepara al héroe para su próxima etapa: lo vincular. En el último octeto, están Dagaz y Othalaz, las dos runas finales de todo el futharc. En el instante del amanecer, se pro- duce un cambio en las polaridades y comienza el crecimiento de la luz. Es ese el tiempo elegido para dar el gran salto. Una red de confianza sostiene al héroe premiando su valor en Da- gaz. En Othalaz lo aguarda el liderazgo, su destino ancestral. La tríada: Gebo, Algiz y Dagaz, es la encargada de la con- creción de tres mandatos. Ellos son: “sirve a Dios”, en Gebo. En Algiz: “abstente del mal”. En Dagaz: “sé valiente”. Al cumplir con estos pedidos de la vida, el héroe accede a la tría- da de Odín, que lo agazaja con logros en cada uno de los sen- deros. Se trata de: un hijo, la iluminación y el liderazgo. Si vinculamos los extremos de esta última dupla, notamos que, un encuentro fuerte con uno mismo en Gebo, posibilita un liderazgo auténtico, en Othalaz. Y un cambio de polarida- des en Dagaz, dan como resultado un hijo, en Wunjo. La intención de presentar al alfabeto futharc como un sis- tema, responde a mi creencia firme, de que representa un mé- todo certero para la interpretación. Asociando de este modo los trazos y los contenidos energéticos de las runas, se va te- jiendo en nosotros una urdimbre en la que podremos diseñar nuestra propia lectura. Continuando en esta línea de pensamiento, traté de ver el futharc dividido en dos mitades. Esto es lo que encontré. Si dividimos al futharc, por la mitad, de modo de que la 157 puerta quede partida al medio, tendremos las primeras cuatro runas de cada octeto y las últimas cuatro runas de dichos oc- tetos. Las primeras cuatro runas se refieren en cada uno de los caminos, a aspectos más cotidianos y las últimas cuatro a si- tuaciones de mayor trascendencia y logro. Podemos ver que Fehu y Ansuz, primera y cuarta runa del primer camino, comparten un trazado análogo y flanquean un sendero en el que se comienza recibiendo la vida y se finaliza dando, la palabra. En el segundo tramo hallamos a Hagalaz y a Jera, condi- ciones externas ambas que destruyen en el primer caso y que construyen en el último. Ambas flanquean la espiritualidad del héroe. En el tercer camino Tiwaz y Mannaz, representan la ener- gía masculina o activa, que comienza en audacia y finaliza en la fuente de origen paterno y la Ley. Veamos ahora la segunda mitad. En el primer octeto Raidho y Wunjo representan la deci- sión de viajar y la concreción del logro. Es un ciclo que tiene su comienzo en la meta y su final en ganarla. En el segundo sendero están flanqueando Eeihwaz y Sowi- lo. La transformación y la iluminación respectivamente. Estas dos posibilidades están íntimamente ligadas ya que ver clara- mente luces y sombras en un proceso espiritual, determina una transformación en el corazón. Por último en el tercer octeto Laguz y Othalaz. La genera- dora de vida y la herencia. La fuente de vida materna y el te- ma de la misión que ancestralmente nos es confiada por el clan. 158 Estoy segura que podríamos continuar pensando y asocian- do diseños y mensajes rúnicos. Los vínculos entre runas con- tinúan profundizándose y nosotros con ellos. Invito a los lectores de este libro a continuar la búsqueda de otras lecturas posibles, a desentrañar secretos y a develar conexiones invisibles y esenciales. Que las runas te murmuren el secreto Las runas o letras rúnicas constituyen un alfabeto llamado futharc. Este alfabeto conforma un sistema oracular que hace años vengo utilizando para clarificar situaciones y proporcio- nar orientación. Frente a cada tirada de runas se abre un tiempo sin tiempo en el que cada letra o runa materializa el mensaje de una sa- biduría infinita. En esta circunstancia me encargo de la tra- ducción de los signos y el henebrado de las respuestas. Duran- te ese tiempo íntimo entre dos almas se suceden dentro de mí: la impaciencia, el caos, la paciencia, y la confianza en mi pro- pio canal. En un momento dado comienzo a comprender, a hilvanar y a poder explicar lo que la tirada está mostrando. Me he preguntado reiteradamente cómo sería leer una tira- da de runas desde un lugar de unidad. La respuesta fue llegan- do, se me hizo clara después de formular tantas veces la pre- gunta. Cuando el interrogante se abre paso dentro de mí, sé, que la respuesta yace posada levemente en el interior de mi conciencia. Es la presencia de la respuesta la que motiva la aparición de la pregunta. ¿Cómo hacer para comprender la totalidad si los seres hu- 159 manos estamos provistos de dos manos, caminamos con dos piernas y poseemos dos hemisferios cerebrales? Si habitamos un hemisferio de nuestro planeta, y vivimos en primavera cuando la otra mitad transcurre el otoño ¿Cómo hacer para sentirnos parte de un todo? Con certeza que no es a través de nuestros sentidos, pero nuestra conciencia se amplía más allá de lo visible y más allá de lo tangible y vuela observando el camino desde arriba. Con una óptica que sintetiza el tiempo veo en el presente, el instante infinito. Desde ese ámbito de la conciencia me in- terrogo acerca de mis desafíos, de mi camino y de mis leccio- nes de vida. Cocino en mi olla: tropiezos, amor, dolor, y reve- laciones. Resulta un plato con sabor a experiencia y asombro. La tarea de amalgamar estos ingredientes nos lleva toda la vi- da. Uno de los secretos de esta alquimia es reiterarme cada vez, que la actitud crítica y prejuiciosa no resulta buen condi- mento para ninguno de mis platos. Después de mucho practicar me siento en condiciones de convidar a otros a la mesa; y así, por momentos, asomarnos juntos al sabor de la unidad. Me encontré pidiendo a las personas que me consultaban, que modificaran su manera de preguntar o sea que en lugar de decir: ¿qué me va a suceder con tal o cual cosa?, dijeran: ¿Cuál es mi desafío frente a esto que pasa? O ¿cuál es la ac- ción evolutiva que me pide la vida frente a este hecho? O ¿Qué está en mis manos hacer en esta circunstancia? Este modo diferente de plantear el asunto conecta al con- sultante con otro punto de vista; le quita dramatismo e impul- sa a la persona a tomar conciencia de sus propios recursos pa- ra atravesar lo que sea que esté sucediendo. También conecta 160 al que pregunta con la indicación de su guía interior y con la confianza en los ciclos de la vida. Frente a la desorientación que nos producen ciertos acon- tecimientos, la interpretación de los mismos desde un lugar de totalidad, tranquiliza y da fuerzas para superarlos. Lo efímero y lo cambiante de lo que nos pasa contribuye a la compren- sión de que el futuro es efecto de una causa que ejercemos en el presente. Entonces ese peso lapidario de un futuro que nos agobia, se transforma. Pasa de ser una avidez por lo predicti- vo a la conciencia de que el futuro es cosecha de una semilla. Es darse cuenta de que todos estamos en medio de un movi- miento constante que no admite lo inamovible. Así el mayor interés se traslada al momento presente que es el único tiem- po en el que podemos actuar. El secreto que me murmuran las runas vienen de adentro, ocurre en el tiempo sagrado de la tirada. El mensaje llega, se expande, se ordena y consigo entenderlo para mí y después, también para los que me consultan. Runas significa: secreto. El secreto, habita, dentro de nues- tro corazón. Runas, un ritual comprometido o la abundancia de lo pequeño Quisiera referirme a los propósitos de una tirada y a las dis- tintas circunstancias vibracionales que la rodean. Tirar las runas, es entrar a un tiempo sagrado. Se trata de un tiempo sin tiempo que abre y luego cierra un paréntesis frente a las urgencias y requerimientos del afuera, y a veces 161 también del adentro. Entrar en ese tiempo particular, pide, tanto a la persona que tira como a la que consulta, poner toda la atención en ese encuentro. Esa dedicación, conlleva el com- promiso de la presencia. Entonces aparece un primer momento de apertura, donde se instala la necesidad del consultante de orientar una decisión o clarificar una situación. Una vez instalado el tema se co- mienza a elegir las runas y a disponerlas sobre un paño. Cuan- do se realiza la tirada sobreviene una especie de caos. Las ru- nas aparecen aún sin revelarse. Mi único objetivo en ese momento, es tolerar el caos y sos- tener con fuerza la paciencia: la mía y la del consultante. Des- pués... ir comprendiendo, ir desenvolviendo, ir desentrañando el sentido de los trazos y a continuación, ponerse a tejer. Ir atando, uniendo, enlazando, ir asociando los símbolos con los acontecimientos que motivaron la pregunta. Es una tarea de telar: pasar los hilos sobre la urdimbre hasta hacer aparecer el dibujo. El conjunto es esa re-unión que sale a la luz y siempre me asombra llenándome de alegría: la serenidad de poder mirar desde otra óptica. El destino de la tirada es poder ir ordenando el caos. Lo- grar que unos trazos dibujados en piedra posibiliten estructu- rar el alivio de un “darse cuenta”. A continuación la salida, el cierre de la tirada con toda su importancia. Poner el paréntesis final implica un agradeci- miento. Cerrar ese tiempo sagrado incluye la gratitud por ha- ber comprendido profundamente modificando así la óptica de la circunstancia. El alivio y la alegría que acompañan esa transformación 162 nos indican que el propósito de la tirada ha sido cumplido. Ce- rrar este tiempo con toda dedicación amorosa, posibilita vol- ver a abrirlo en otra instancia. La importancia de este cierre reside en que se conserva en su interior, el tesoro de haber compartido la intimidad de un se- creto. Y en el final, el compromiso tácito pero fuertemente pre- sente, de mutua fidelidad para impedir la fuga de esa energía y lograr la concentración necesaria para producir el cambio. ¿Cómo extraer las runas? Las runas se hallan dentro de una bolsa cerca del consul- tante o en su falda. Es necesario definir el tema o la pregunta con claridad. Si la persona que va a consultar lo desea, puede mantener en si- lencio el motivo de su consulta. Cuando el tema o la pregun- ta está definido, hacemos un momento de silencio interior pa- ra alinearnos. El consultante pone su mano izquierda en la bolsa y revuelve las runas, hasta encontrar una que le llegue especialmente. Propongo que la búsqueda sea con mano iz- quierda, la mano de la intuición que corresponde al hemisfe- rio cerebral derecho, el que rige el sentido artístico y lo intui- tivo. Las runas se extraen en forma perpendicular al consultan- te. No importa si el dibujo está visible, porque en caso de que- dar con el dibujo hacia la mesa, la damos vuelta, como la pá- gina de un libro. Le pido a la persona que nunca extraiga las runas de modo horizontal, porque de esa forma, no sabré si leerla derecha o invertida que como ya hemos visto resulta 163 muy diferente. A medida que la persona va sacando las runas, las coloca de derecha a izquierda sobre un paño. Para hacer la interpretación, debo tener en cuenta que la tirada hay que leer- la desde el lugar del consultante. Interpretación de una tirada Una tirada es la forma de disponer las runas, para clarificar un tema. La tirada que voy a describir hoy, se llama: tirada de la cruz celta. La que consulta es una mujer, de más de cuarenta años, que pide una orientación para su momento presente, pues ha veni- do atravesando múltiples cambios, que aún siendo positivos, la han movilizado. La tirada consta de seis runas, dispuestas de derecha a iz- quierda, las primeras tres y de abajo hacia arriba, las tres res- tantes. La primera runa indica el pasado, sale: LAGUZ invertida, el desborde de las emociones. La segunda runa indica el pre- sente en su parte visible, sale: Ansuz invertida, llamarse a si- lencio. La tercera runa indica el futuro, sale: Eeihwaz, la transformación. La cuarta runa nos muestra desde donde se efectúa la pregunta o con lo que cuenta la persona que consul- ta, sale: ISA, el hielo. La quinta runa nos muestra el presente que no está visible, sale JERA, la runa del ciclo, cosecha ase- gurada. La sexta runa nos habla de todo el destino de la tira- da, sale: HAGALAZ, la granizada. Ahora vamos a enhebrar estos datos: El desborde de las 164 emociones en el pasado, se refiere a varios cambios que han reestructurado la vida de la consultante como por ejemplo, su casamiento y mudanza. Dichos cambios, la obligan a reaprender los vínculos fami- liares, los espacios y los modos de funcionamiento de perso- nas y objetos. Esta situación ha provocado en ella, el desbor- de de las emociones como respuesta de adaptación y ajuste a lo nuevo. En el presente, sale: ANSUZ invertida y el oráculo nos di- ce: llamarse a silencio y producir así, una profunda comuni- cación consigo misma. El sentido de este silencio, es concen- trar la energía, no hablar, propiciando que no se produzca fu- ga ninguna, ni siquiera a través de la voz. Ese silencio pro- mueve una comunicación con los dioses que simbolizan las partes menos conocidas de uno mismo. Dicha comunicación que es interna y profunda da lugar a una transformación que aparece señalada en la runa del futuro y en el plano espiritual, se trata de Eeihwaz. Ese futuro de transformación está condicionado por el pre- sente, o sea que, si en este caso, la consultante puede hacer ese silencio y esa conexión interna, su vida va a evolucionar ha- cia una auténtica transmutación que pasa por el corazón. Só- lo si logra centrarse en este presente silencioso, sobrevendrá el futuro que muestra Eeihwaz. Eeihwaz, está representada por el árbol del tejo. Estos ár- boles son considerados mágicos en la mitología vikinga. Los tejos son coníferas, que se plantan en los cementerios euro- peos, puesto que se piensa que estos árboles logran transmu- tar el alma de los muertos hacia el cielo. Es por ello que, Eeih- waz es también llamada la runa de la muerte. A la sombra de 165 los tejos se sentaban los druidas o sacerdotes para consultar las runas. Los tejos presentan una particularidad, se conectan por debajo de la tierra, a través de sus raíces. Hay un árbol madre que nutre a los demás y cuando ese árbol madre deja de estar capacitado para sustentar al resto, otro árbol toma su lugar. La consultante solicita la tirada a partir de una sensación de inmovilidad. En esta posición aparece ISA en el cuarto lugar, el hielo, que nos habla de esta limitación de movimiento. Se trata de un lugar desde donde no es posible accionar hacia afuera, y toda la energía está puesta forzosamente en el pro- pio eje. Este período es provisorio, porque el hielo se derrite con la llegada del sol (la runa S). De todos modos, con aque- llo que cuenta la consultante es con el hielo que la aprisiona o bien con un pequeño eje vertical y desvalido en medio de un paisaje helado. La quinta runa muestra un presente no visible. Aquí apare- ce JERA, la runa del ciclo, que habla de un año o cosecha ase- gurada. Esto significa que en el momento presente no se pue- de salir a recolectar, que es necesario aguardar cuidando amo- rosamente los sembrados, con dedicación y paciencia. Este ci- clo que está aconteciendo, no resulta visible pero está en ínti- ma relación con el presente que se ve: El silencio. Es más, yo diría que es JERA, la cosecha, la que sustenta la comunica- ción con los dioses. Quiero decir que JERA es la oportunidad que da la tierra, al rotar, de ir transitando, las diferentes esta- ciones. Esas diferencias posibilitan distintas calidades de co- municación con uno mismo y con los demás. Pasar por los in- viernos y por las primaveras de la vida, van conformando la experiencia de un ciclo. 166 En definitiva, esta tirada, señala que la cosecha está asegu- rada para el final del ciclo. Actualmente, se sugiere callar y concentrar la energía. En la sexta runa que representa el destino de toda la tirada, sale HAGALAZ, el granizo, que nos habla de una fuerte tor- menta que es necesario pasar, que lleva a la consultante a una nueva instancia de su vida espiritual. La granizada, deja la tie- rra arrasada, es decir al ras, preparada para la nueva siembra, pero eso será después. Mientras tanto, la granizada, el gran despertador, pide entrega y aceptación. Hagalaz promueve grandes cambios, pero antes exige soportar la fuerza de los elementos externos que destruyen lo viejo. La energía de Ha- galaz es: “hagan de mí lo que sea, lo que tenga que ser”. - Resumiendo: la orientación para el momento presente, que era el motivo de la consulta, es: callar, esperar calladamente el cumplimiento del ciclo y de este modo, poder acceder en un futuro a una verdadera transformación. Así poder convertir, aquel desborde emocional en concentración de energía para el cambio. Si hacemos un recuento de las seis runas, tenemos de derecha a izquierda: LAGUZ, la letra “L”, plano de las rela- ciones humanas; ANSUZ, la “A”, plano físico; y el resto: Eeihwaz, la “EE” y de abajo hacia arriba: ISA, la “T”, JERA, la “J?” y HAGALAZ, la “H”, corresponden al plano espiritual. De lo cual podemos inferir, que la espiritualidad tiene un pe- so relevante en esta tirada. Otro aspecto notable es que figuran en esta tirada, las tres letras que se leen como “T”: la EE, la I y la J que implican la parte central del futharc o sea el corazón del alfabeto rúnico. Hay otra cuestión planteada que es el tema control-descon- trol, que aparece en el pasado con el desborde originado en si- 167 tuaciones relacionales y de modificaciones en la estructura fa- miliar, así como también en el destino de toda la tirada, don- de aparece la granizada que exige entrega y aceptación de los nuevos sucesos que sacuden a esta persona y la muestran, en toda su vulnerabilidad. A partir de estas conclusiones, hago una sugerencia de re- medios florales o tratamientos vibracionales, que estén en consonancia con el trabajo interno, propuesto por las runas. Descripción de otra tirada Una mujer joven me consulta interesada por encontrar un modo de acercamiento a su cuerpo desde un lugar evolutivo y, también adelgazar. Paso a enumerar las seis runas que corresponden a esta ti- rada que cobran el diseño de la cruz celta. 1. - En el pasado Jera, el ciclo. 2. - Presente visible, Ansuz invertida, silencio. 3. - Futuro, Kaunaz, visión clara. 4. - Fundamento, Laguz, lo femenino. 5. - Presente no visible, Othalaz invertida, encasillamiento. 6. - Destino, Thurisaz invertida, espina. Interpretación: En el pasado comienza un ciclo que augura una cosecha a futuro. O sea, que este camino de reencuentro corporal ya fue puesto en marcha y si se cuida amorosamente el retoño, la co- secha está asegurada. En el presente la consigna es, callar, porque en esta cir- 168 cunstancia la palabra resulta engañosa. Ansuz invertida alude al dios Loqui, personaje embustero y traidor, que se disfraza para realizar sus tropelías. Si la consultante consigue centrarse en ese silencio que su- glere el presente, a futuro y como efecto de su causa actual sa- le Kaunaz, la visión clara, la ampliación de sus perspectivas, la iluminación de la situación. La posibilidad de unir el palo y el fuego y encender la antorcha que pone luz y clarifica aquella situación que alude a la comodidad con su propio cuerpo. El fundamento de la tirada o desde donde se formula la pregunta es Laguz, la fuente de vida materna, lo intuitivo, lo femenino, la energía ying, la receptividad y la conexión con la materia: su cuerpo. Es su lado femenino el sitio desde don- de se genera la inquietud. Luego, el presente no visible, lo que no se sabe reside en su encasillamiento o el permanecer prisionera de sus creen- cias o el hecho de no asumir un liderazgo que le es propio. En este punto, que no aparecía claramente conversamos y apare- ció la situación siguiente: muchas personas de su conocimien- to le pedían con insistencia la formación de un grupo que tu- viera como objetivo el aprendizaje de diferentes técnicas refe- ridas a la salud preventiva. La consultante no se atrevía a asu- mir la coordinación de dicho grupo. Entonces, mi lectura es: que asumir el liderazgo y accionar en ese sentido, le ayudaría a encontrar ese camino que busca y que motiva la consulta. Por último, Thurisaz invertida que marca el destino de to- da la tirada nos habla de toda la fuerza del gigante mitológico que se dirige hacia adentro y se convierte en mirada interior. 169 La espina que se clava, porque mirar hacia adentro impli- ca ver la sombra y esa visión resulta dolorosa para nuestra personalidad pero es grata a nuestra alma. Resumiendo: El camino por donde enfocar con alegría y entusiasmo una dieta desde un lugar amoroso consigo misma y respetando su momento evolutivo actual: es implementar su capacidad de liderazgo, nucleando desde la acción y los ejer- cicios vivenciales a personas interesadas. Sin utilizar dema- siado la palabra, sin conferencias, sin charlas sino compar- tiendo talleres experimentales o gestionando ejercicios, dan- zas en grupo. Si esta sugerencia es aceptada, el futuro traerá una amplia- ción de su conciencia respecto de estos temas. Su lado feme- nino que es el que reclama este movimiento se verá compen- sado y escuchado atentamente. De este modo, su mirada ha- cia adentro se fortalecerá con la potencia de un gigante y lo- grará trascender el dolor que la espina infringe al ego. Como indica la runa del pasado el ciclo ya está comenzado y si la persona logra acompañar este cambio en el sentido antes ex- presado, la iluminación de la antorcha se producirá y el modo de llegar al objeto de la pregunta estará consumado. El proce- so conllevará el dolor propio del crecimiento, pero finalmen- te promoverá una ampliación de su ser conciente. Diferentes formas de tirar las runas Existen muchas formas de consultar el oráculo. Voy a describir algunas de las que conozco. 170 Creo además, que cada persona puede procurar para sí, nuevas maneras de tirar las runas. Esta búsqueda, es particu- lar para cada ser. La tirada de Odín, consiste en sacar una sola runa, para res- ponder temas puntuales. Es una tirada potente, que se usa mu- chas veces para definir temas o para obtener una respuesta, por Sí o por No. Si este fuera el caso y sale Naudhiz, la letra N, la respues- ta, es No. En cambio, si sale Sowilo, la letra S, la respuesta, es SÍ. A veces, pregunto si tengo permiso de la Vida, para consul- tar acerca de tal o cual tema. Saco una sola runa y En general, la respuesta es muy clara y señala, si es tiempo de saberlo o de aguardar un momento más propicio. Se puede hacer una tirada de tres runas, que se colocan en línea horizontal, de derecha a izquierda y se leen como: pre- sente, acción necesaria y resultado de esa acción. O también puede leerse como pasado, presente y futuro, según lo que uno desee saber. Por ejemplo, una mujer, joven, separada, con una hija, vi- ve junto con su madre. Consulta para saber que debe hacer pa- ra encontrar pareja. Saca tres runas para leerlas como presen- te, desarrollo y resultado. Sale, en el presente Isa, en la acción a desarrollar, sale Thu- risaz derecha y en el resultado, sale Gebo. Le explico, que la parálisis en que se encuentra en el pre- sente, es la cuna de una acción necesaria. Se trata de centrar- se y reflexionar acerca de su situación. Lo que debe hacer es una ruptura activa y fuerte, intentar Ir a vivir sola con su hija y dejar la casa de su madre, porque 171 Thurisaz es el gigante que míticamente mata a sus propios pa- dres, o sea convertirse ella misma en madre de su propia vida y darla a luz. El resultado es Gebo, la runa del encuentro y la pareja. O sea que para llegar a ese punto de equilibrio precisa primero, desequilibrar el estado actual de las cosas. Esta forma de leer las runas nos muestra una posibilidad de resolución a través de una acción necesaria y correcta, desde el punto de vista de la evolución. La forma de lectura: pasado, presente y futuro, es más ade- cuada, si se desea conocer de dónde proviene lo que está su- cediendo y hacia adonde va. Una persona, que ha trabajado consigo misma, pregunta acerca de la dirección de los acontecimientos de su vida. Ti- ramos tres runas. Sale en el pasado: Naudhiz, derecha. En el presente: Berkano, derecha. En el futuro: Eeihwaz. Esto significa, que la persona viene del dolor, de la necesi- dad, de sentir una acidez que la quemaba y un agujero lleno de angustia y sufrimiento. En el presente, la vida le pide que nutra sus proyectos, que empolle con paciencia, para renacer con la fuerza de un brote nuevo en primavera. En el futuro, la dirección de su vida, habla de transforma- ción en el corazón. Sus asuntos ofrecen la perspectiva de modificarse, dejando morir lo viejo y dando lugar al surgimiento de lo nuevo que viene pujando desde un pasado marcado por el dolor. En el mítico árbol llamado Higgdrasill, una dragona roe las raíces, hasta hacerlo crecer. Igual que en este caso en el que la transformación será el destino de un primitivo dolor, maestro 172 de tantos cambios. Cada cual, puede crear y recrear otras formas de tirar el oráculo. En mi caso, busco siempre respuestas que excluyan la crí- tica, tanto al consultante como a otras personas, que se men- cionen en la tirada. Procuro encontrar la manera de accionar, para destrabar lo que sucede desde un a actitud conciente y responsable. Las runas, provienen de un pueblo marcial, guerrero y ac- tivo. Buscar esa esencia de un hacer conciente y cotidiano, es volver a encontrarnos con lo medular de los símbolos rúnicos. Nuestra dimensión humana, nos ofrece esa posibilidad. ¿Sabremos, nosotros, seres humanos, recrear este valioso ins- trumento para crecer? 173 Creando el recorrido Fui profesora de educación preescolar, tarea en la que me desempeñé, antes, en mi anterior vida. Transité diversos caminos de autoconocimiento, que fue- ron columnas dentro de una estructura con riesgo de derrum- be. Aprendí técnicas de digitopuntura japonesa. Me asomé a las profundidades de la medicina tradicional china, con sus meridianos y puntos maravillosos. Percibí la fuerza de las ge- mas y las piedras curativas y dialogué con ellas... Me acompañaron en esta transición talleres, panes integra- les y terapéuticos, grupos de autoayuda y de bordadoras de senderos. Y así, mientras que mi trabajo corporal iba acomodando mi cuerpo y mi espíritu, mi ser deseaba florecer en la luz, pasan- do a través de las limitaciones aparentes. Mi vieja profesión de maestra, volvió a hacerse presente y me facilitó la transmisión de lo que iba sabiendo. Las runas me mostraban formas, caminos, posibilidades que se abren o que se cierran. Traductora de mensajes del alma, es mi actual profesión. Buscadora de los: ¿į para qué a mí? En el centro de desier- tos sin brújula. Así, en el medio de la nada, aparecen pistas, trazos mensajeros y vivos, orientadores y balsámicos. Este es el sentido de una ocupación sin título, sin nombre, con la clara intención del Amor. 174 175