el Kybalion TRES INICIADOS Si este libro le ha interesado y desea que lo mantengamos informado de nuestras publicaciones, escríbanos indicándo- nos qué temas son de su interés (Astrología, Autoayuda, Naturismo, Nuevas terapias, Espiritualidad, Tradición, Qigong, PNL, Psicología práctica, Tarot...) y gustosamente lo complaceremos. Puede contactar con nosotros en comunicacion@editorialsirio.com 8* edición: abril 2008 Diseño de portada: Editorial Sirio O dela presente edición EDITORIAL SIRIO, S.A. EDITORIAL SIRIO C/ Panaderos, 14 Nirvana Libros S.A. de C.V. 29005-Malaga Camino a Minas, 501 Espana Bodega n° 8 , Col. Arvide Del.: Alvaro Obregon México D.F., 01280 www.editorialsirio.com E-Mail: sirio(Weditorialsirio.com LS.B.N.: 978-84-7808-595-8 Depósito Legal: B-18.127-2008 Impreso en los talleres gráficos de Romanya/Valls Verdaguer 1, 08786-Capellades (Barcelona) Printed in Spain ED. SIRIO ARGENTINA C/ Paracas 59 1275- Capital Federal Buenos Aires (Argentina) é|—___— Kybalion TRES INICIADOS editorial $ irio, s.a. Introducción Mucho placer nos causa poder presentar este traba- jo a la atención de los estudiosos e investigadores de las Doctrinas Secretas, obra que está basada en las antiquí- simas enseñanzas herméticas. Se ha escrito tan poca cosa sobre este asunto, a pesar de las innumerables refe- rencias que se han hecho de estas enseñanzas en muchos de los trabajos sobre ocultismo, que los investigadores de las verdades arcanas habrán sin duda presentido la aparición de este libro. El propósito de éste no es la enunciación de una filosofía o doctrina especial, sino más bien dar al estu- dioso una exégesis de la verdad, que le sirva para conci- liar los muchos tópicos de los conocimientos ocultos que puede ya haber adquirido, pero que, aparentemen- te, son contradictorios y paradójicos, lo que a menudo desanima y disgusta al principiante. Nuestro intento no consiste en erigir un nuevo templo de sabiduría, sino en colocar en manos del investigador una clave maestra con la cual pueda abrir las numerosas puertas internas que conducen al Templo del Misterio. Ningún conocimiento oculto ha sido tan celosa- mente guardado como los fragmentos de las enseñan- zas herméticas, los cuales han llegado hasta nosotros a E EL KYBALION través de las centurias transcurridas desde los tiempos del Gran Fundador, Hermes Trismegisto, “el elegido de los dioses”, quien murió en el antiguo Egipto, cuando la raza actual estaba en su infancia. Contemporáneo de Abraham y, si la leyenda no miente, instructor de aquel venerable sabio, Hermes fue y es el Gran Sol Central del ocultismo, cuyos rayos han iluminado todos los conoci- mientos que han sido impartidos desde entonces. Todas las bases fundamentales de las enseñanzas esotéricas que en cualquier tiempo han sido impartidas a la raza son originarias, en esencia, de las formuladas por Her- mes. Aun las más antiguas doctrinas de la India han te- nido su fuente en las enseñanzas herméticas. Desde la tierra del Ganges muchos ocultistas avan- zados se dirigieron hacia Egipto para postrarse a los pies del Maestro. De él obtuvieron la clase maestra que, al tiempo que explicaba, reconciliaba sus diferentes puntos de vista, estableciéndose así firmemente la Doctrina Secreta. De todas partes del globo vinieron discípulos y neófitos que miraban a Hermes como el Maestro de los Maestros, y su influencia fue tan grande que, a pesar de las negativas de los centenares de ins- tructores que había en los diferentes países, se puede fácilmente encontrar en las enseñanzas de estos últi- mos las bases fundamentales en que se asentaban las doctrinas herméticas. El estudiante de religiones com- paradas puede fácilmente percibir la influencia tan grande que las enseñanzas herméticas han ejercido en todas las religiones, sea cual fuere el nombre con que se les conozca ahora, bien en las religiones muertas o bien en las actualmente existentes. La analogía salta a la vista, a pesar de los puntos aparentemente contradicto- TRES INICIADOS rios, y las enseñanzas herméticas son como un concilia- dor de ellas. La obra de Hermes parece haberse dirigido en el sentido de sembrar la gran verdad-semilla que se ha desarrollado y germinado en tantas y tan extrañas for- mas, más bien que en establecer una escuela de filosofía que dominara el pensamiento del mundo. Sin embargo, la verdad original enseñada por él ha sido guardada intacta, en su pureza primitiva, por un reducido número de hombres en cada época, los cuales, prescindiendo de muchos aficionados y de estudiosos superficiales, si- guieron el proceder hermético y reservaron su conoci- miento a aquellos pocos que estaban preparados para comprenderlo y dominarlo. De los labios a los oídos fue transmitido este conocimiento entre esos pocos. Siem- pre han existido en cada generación y en los diversos países de la tierra algunos Iniciados que conservaron viva la sagrada llama de las enseñanzas herméticas, y que siempre han deseado emplear sus lámparas para encender las lámparas menores de los del mundo profa- no, cuando la luz de la verdad languidecía y se nublaba por su negligencia, o cuando su pabilo se ensuciaba con materias extrañas. Han existido siempre los pocos que cuidaron el altar de la verdad, sobre el cual conservaron siempre ardiendo la lámpara perpetua de la Sabiduría. Esos hombres dedicaron su vida a esa labor de amor que el poeta describiera en estas líneas: “O, let not the flame die out! Cherished age after age in its dark cavern —in its holy temples cherished. Fed by pure ministers of love— let not the flame die out!”! EL KYBALION Esos hombres no buscaron ni la aprobación popu- lar ni acaparar gran número de prosélitos. Son indife- rentes a esas cosas, pues saben de sobra cuán pocos hay en cada generación capaces de recibir la verdad, o de re- conocerla si se les presentara. Ellos “reservan la carne para los hombres”, mientras que los demás “dan leche a los niños”, conservan sus perlas de sabiduría para los pocos elegidos capaces de apreciar su valor y de llevar- las en sus coronas, en vez de echárselas a los cerdos que las mancillarían y pisotearían en el cieno de sus chique- ros. Mas estos hombres no han olvidado aún los precep- tos de Hermes respecto a la transmisión de estas ense- ñanzas a los que estén preparados para recibirlas, acer- ca de lo cual dice “El Kybalión”: “Dondequiera que estén las huellas del Maestro, allí los oídos del que es apto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par”. Y además: “Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría”. Pero su actitud habitual ha estado siempre estrictamen- te de acuerdo con otro aforismo, de “El Kybalión” también, que dice que “los labios de la Sabiduría perma- necen cerrados, excepto para el oído capaz de compren- der”. Y esos oídos incapaces de comprender son los que han criticado esta actitud de los hermetistas y los que se han lamentado públicamente de que aquéllos no hayan expresado nunca claramente el verdadero espíritu de sus enseñanzas, sin reservas ni reticencias. Pero una 1.— “jOh, no dejes extinguirse la llama. Sustentada por generación tras generación en su oscura caverna —en sus templos sagrados sustentada. Nutrida por puros sacerdotes de amor— no dejes extinguirse la llama!” 10 TRES INICIADOS mirada retrospectiva en las páginas de la historia de- mostrará la sabiduría de los maestros, quienes cono- cían la locura que era intentar enseñar al mundo lo que éste no deseaba ni estaba preparado para recibir. Los hermetistas nunca han deseado ser mártires, sino que, por el contrario, han permanecido retirados, silencio- sos y sonrientes ante los esfuerzos de algunos que se imaginaban, en su ardiente entusiasmo, que podían forzar a una raza de bárbaros a admitir verdades que sólo pueden comprender los que han avanzado mucho en el Sendero. El espíritu de persecución no ha muerto aún en la tierra. Hay ciertas enseñanzas herméticas que si se divulgaran atraerían sobre sus divulgadores un criterio de odio y el desprecio de las multitudes, que volverían a gritar de nuevo: ¡Crucificadlo!... ¡Crucificadlo!... En esta obra hemos tratado de daros una idea de las enseñanzas fundamentales de “El Kybalión”, indican- do todo cuanto se refiere a los principios actuantes, dejándoos el trabajo de estudiarlos, mas bien que el de tratarlos nosotros mismos en detalle. Si sois verdade- ros estudiantes o discípulos, comprenderéis y podréis aplicar estos principios; si no, debéis desarrollaros, pues de otra manera las enseñanzas herméticas no serán para vosotros sino “palabras, palabras, palabras”. LOS TRES INICIADOS 11 I. La Filosofía Hermética “Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender.” EL KYBALION Desde el antiguo Egipto llegaron las enseñanzas fundamentales y secretas que tan fuertemente han in- fluido en los sistemas filosóficos de todas las razas y de todos los pueblos, durante centurias enteras. Egipto, patria de las pirámides y de la Esfinge, fue la cuna de la Sabiduría Secreta y de las doctrinas místicas. Todas las naciones han sacado las suyas de sus doctrinas esotéri- cas. La India, Persia, Caldea, China, Japón, Asiria, la antigua Grecia y Roma, y otros no menos importantes países, se aprovecharon libremente de las doctrinas formuladas por los hierofantes y Maestros de la tierra de Isis, conocimientos que sólo eran transmitidos a los que estaban preparados para participar de lo oculto. Fue también en el antiguo Egipto donde vivieron los grandes adeptos y Maestros que nadie después ha superado, y que rara vez fueron igualados en las centu- rias que han transcurrido desde los tiempos del Gran 13 EL KYBALION Hermes. Egipto fue la residencia de la Gran Logia de las fraternidades místicas. Por las puertas de su templo entraron todos los neófitos que, convertidos más tarde en Adeptos, Hierofantes y Maestros, se repartieron por todas partes, llevando consigo el precioso conocimien- to que poseían y deseando hacer partícipe de él a todo aquel que estuviera preparado para recibirlo. Ningún estudioso del ocultismo puede dejar de reconocer la gran deuda que tiene contraída con aquellos venerables Maestros de Egipto. Pero entre esos grandes adeptos existió uno al que los demás proclamaron “el Maestro de los Maestros”. Este hombre, si es que puede llamarse “hombre” a un ser semejante, vivió en Egipto en la más remota antigiiedad y fue conocido bajo el nombre de Hermes Trismegisto. Fue el padre de la sabiduría, el fundador de la astrolo- gía, el descubridor de la alquimia. Los detalles de su vida se han perdido para la historia, debido al inmenso espacio de tiempo transcurrido desde entonces. La fecha de su nacimiento en Egipto, en su última encarnación en este planeta, no se conoce ahora, pero se ha dicho que fue contemporáneo de las más antiguas dinastías de Egipto, mucho antes de Moisés. Las autoridades en la materia lo creen contemporáneo de Abraham, y en algu- nas de las tradiciones judías se llega a afirmar que Abraham obtuvo del mismo Hermes muchos de los conocimientos que poseía. Después de haber transcurrido muchos años desde su muerte (la tradición afirma que vivió trescientos años), los egipcios lo deificaron e hicieron de él uno de sus dioses, bajo el nombre de Tot. Años después los griegos hicieron también de él otro de sus dioses y lo 14 TRES INICIADOS llamaron “Hermes, el dios de la sabiduría”. Tanto los griegos como los egipcios reverenciaron su memoria durante centurias anteras, denominándole el “inspira- do de los dioses”, y añadiéndole su antiguo nombre “Trismegisto”, que significa “tres veces grande”. To- dos estos antiguos países lo adoraron, y su nombre era sinónimo de “fuente de sabiduría”. Aún en nuestros días usamos el término “herméti- co” en el sentido de “secreto”, “reservado”, etc., y esto es debido a que los hermetistas habían siempre observa- do rigurosamente el secreto de sus enseñanzas. Si bien entonces no se conocía aquello de “no echar perlas a los cerdos”, ellos siguieron su norma de conducta especial que les indicaba “dar leche a los niños y carne a los hombres”, cuyas máximas son familiares a todos los lectores de las escrituras bíblicas, máximas que, por otra parte, habían sido ya usadas muchos siglos antes de la Era Cristiana. Y esta política de diseminar cuidadosamente la verdad ha caracterizado siempre a los hermetistas, aun en nuestros días. Las enseñanzas herméticas se encuen- tran en todos los países y en todas las religiones, pero nunca identificadas con un país en particular ni con secta religiosa alguna. Esto es debido a la prédica que los antiguos instructores hicieron para evitar que la Doc- trina Secreta se cristalizara en un credo. La sabiduría de esta medida salta a la vista de todos los estudiantes de historia. El antiguo ocultismo de la India y de Persia degeneró y se perdieron sus conocimientos, debido a que los instructores se habían convertido en sacerdotes y mezclaron la teología con la filosofía, siendo su inme- diata consecuencia que perdieron toda su sabiduría, que 15 EL KYBALION acabó por transformarse en una cantidad inmensa de supersticiones religiosas, cultos, credos y dioses. Lo mismo pasó con las enseñanzas herméticas de los gnós- ticos cristianos, enseñanzas que se perdieron por el tiempo de Constantino, quien mancilló la filosofía mezclándola con la teología, y la iglesia cristiana per- dió entonces su verdadera esencia y espíritu, viéndose obligada a andar a ciegas durante varios siglos, sin que hasta ahora haya encontrado su camino, observándose actualmente que la iglesia cristiana está luchando nue- vamente por aproximarse a sus antiguas enseñanzas místicas. Pero siempre han existido unas cuantas almas que conservaron viva la llama, alimentándola cuidadosa- mente y no permitiendo que se extinguiera su luz. Y gracias a esos firmes corazones y a esas mentes de extra- ordinario desarrollo tenemos aún la verdad con noso- tros. Mas no se encuentra en los libros. Ella ha sido trans- mitida del Maestro al discípulo, del iniciado al neófito, de los labios a los oídos. Si alguna vez se ha escrito algo sobre ella, su significado ha sido cuidadosamente vela- do con términos de astrología y alquimia, de tal manera que sólo los que poseían la clave podían creerlo correc- tamente. Esto se hizo necesario a fin de evitar las perse- cuciones de los teólogos de la Edad Media, quienes lu- chaban contra la Doctrina Secreta a sangre y fuego. Aun en nuestros días nos es dable encontrar algunos libros valiosos de Filosofía Hermética, pero la mayor parte se ha perdido. Sin embargo, la Filosofía Hermética es la única clave maestra que puede abrir las puertas a todas las enseñanzas ocultas. En los primeros tiempos existió una compilación TRES INICIADOS de ciertas doctrinas herméticas que eran las bases fun- damentales de toda la Doctrina Secreta, y que habían sido, hasta entonces, transmitidas del instructor al es- tudioso, compilación que fue conocida bajo el nombre de “El Kybalión”, cuyo exacto significado se perdió durante centenares de años. Sin embargo, algunos que han recibido sus máximas de los labios a los oídos las comprenden y las conocen. Sus preceptos no habían sido escritos nunca hasta ahora. Son, simplemente, una se- rie de máximas y axiomas que luego eran explicados y ampliados por los Iniciados. Estas enseñanzas consti- tuyen realmente los principios básicos de la “alquimia hermética”, la cual, contrariamente a lo que se cree, está basada en el dominio de las fuerzas mentales más que en el de los elementos materiales; en la transmutación de una clase’ de vibraciones mentales en otras, más que en el cambio de una clase de metal en otro. La leyenda acerca de la piedra filosofal, que convertía todos los metales en oro, era una alegoría relativa a la Filosofía Herméti- ca, alegoría que era perfectamente comprendida por todos los discípulos del verdadero hermetismo. En esta obra invitamos a los estudiosos a examinar las enseñanzas herméticas, tal como fueron expuestas en “El Kybalión”, explicadas y ampliadas por nosotros, humildes estudiosos de las mismas, que si bien lleva- mos el título de iniciados somos, sin embargo, simples discípulos a los pies de Hermes, el Maestro. Transcribi- mos aquí muchas de las máximas y preceptos de “El Kybalión”, acompañadas por explicaciones y comen- tarios que creemos ayudarán a hacer más fácilmente comprensibles esas enseñanzas por los hombres mo- dernos, especialmente teniendo en cuenta que el texto 17 EL KYBALION original ha sido velado a propósito con términos obscu- ros y desconcertantes. Las máximas originales, axiomas y preceptos de “El Kybalión” están impresos con otro tipo de letra. Esperamos que los lectores de esta obra sacarán tanto provecho del estudio de sus páginas como lo han sacado otros que han pasado antes por el mismo sendero que conduce al adepto desde los tiempos de Hermes Trisme- gisto, el Maestro de los Maestros, el Tres Veces Gran- de, hasta ahora. Dice “El Kybalión”: “Dondequiera que estén las huellas del Maestro, allí los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par. »Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabidu- ría.” De manera que, de acuerdo con lo indicado, este libro sólo atraerá la atención de los que están prepara- dos para recibirlo. Y recíprocamente, cuando el estu- dioso esté preparado para recibir la verdad, entonces este libro llegará a él. El principio hermético de causa y efecto, en su aspecto de “ley de atracción”, llevará los oídos junto a los labios y el libro junto al discípulo. 18 II. Los siete Principios Herméticos “Los principios de la verdad son siete: el que comprende esto perfectamente, posee la clave mágica ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par.” EL KYBALION Los siete principios sobre los que se basa toda la Filosofía Hermética son los siguientes: 1. El principio del Mentalismo. 2.El principio de Correspondencia. 3.El principio de Vibración. 4. El principio de Polaridad. 5. El principio de Ritmo. 6. El principio de Causa y Efecto. 7.El principio de Generación. EL KYBALION 1. El principio del mentalismo “El TODO es Mente; el universo es mental.” EL KYBALION Este principio encierra la verdad de que “todo es mente”. Explica que el TODO, que es la realidad subs- tancial que se oculta detrás de todas las manifestacio- nes y apariencias que conocemos bajo los nombres de “universo material”, “fenómenos de la vida”, “mate- ria”, “energía”, etc., y en una palabra, todo cuanto es sensible a nuestros sentidos materiales, es espíritu, quien en sí mismo es incognoscible e indefinible, pero que puede ser considerado como una mente infinita, universal y viviente. Explica también que todo el mun- do fenomenal o universo es una creación mental del TODO en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Este principio, al establecer la naturaleza mental del universo, explica fácilmente los varios fe- nómenos mentales y psíquicos que tanto han preocupa- do la atención del público, y que sin tal explicación no son comprensibles y desafían toda hipótesis científica. La comprensión de este principio hermético de menta- lismo habilita al individuo a realizar y conocer la ley que rige el universo mental, aplicándola a su bienestar y desarrollo. El estudiante de la Filosofía Hermética puede emplear conscientemente las grandes leyes mentales, en vez de usarlas por casualidad o ser usado 20 TRES INICIADOS por ellas. Con la clave maestra en su poder, el discípulo puede abrir las puertas del Templo del conocimiento mental y psíquico y entrar en el mismo, libre e inteligen- temente. Este principio explica la verdadera naturaleza de la energía, de la fuerza y de la materia, y el cómo y el porqué todas éstas están subordinadas al dominio de la mente. Uno de los antiguos Maestros escribió hace mucho tiempo: “El que comprenda la verdad de que el universo es mental, está muy avanzado en el sendero del adepto”. Y estas palabras son tan verdad hoy en día como lo eran cuando fueron escritas. Sin esta clave maestra es imposible acceder a la Sabiduría, y el estudioso que no la posea, en vano llamará a la puerta del Templo. 21 EL KYBALION 2. El Principio de Correspondencia “Como arriba es abajo; como abajo es arriba.” EL KYBALION Este principio encierra la verdad de que hay siem- pre una cierta correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los varios estados del ser y de la vida, y el antiquísimo axioma hermético se refiere precisamente a esto, y afirma: “Como arriba es abajo; como abajo es arriba”, y la comprensión de este principio da una clave para resolver muchos de los más obscuros problemas y paradojas de los misteriosos secretos de la Naturaleza. Hay muchos planos que no conocemos, pero cuando aplicamos esa ley de correspondencia a ellos, mucho de lo que de otra manera no sería incomprensible se hace claro a nuestra conciencia. Este principio es de aplica- ción universal en los diversos planos, mental, material o espiritual, del Kosmos: es una ley universal. Los anti- guos hermetistas consideraban este principio como uno de los más importantes auxiliares de la mente, por cuyo intermedio se puede descorrer el velo que oculta lo desconocido a nuestra vista. Su aplicación puede des- garrar un tanto el velo de Isis, de tal manera que nos permita ver, aunque no sea más que algunos de los ras- gos de la diosa. De igual manera que el conocer los prin- cipios de la geometría habilita al hombre para medir el 22 TRES INICIADOS diámetro, Órbita y movimiento de las más lejanas estre- llas mientras permanece sentado en su observatorio, así también el conocimiento del principio de correspon- dencia habilita al hombre a razonar inteligentemente de lo conocido a lo desconocido; estudiando la mónada se llega a comprender al arcángel. 23 EL KYBALION 3. El Principio de Vibración "Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.” EL KYBALION Este principio encierra la verdad de que todo esta en movimiento, de que nada permanece inmóvil, cosas ambas que confirman por su parte la ciencia moderna, y cada nuevo descubrimiento lo verifica y comprueba. Y a pesar de todo, este principio hermético fue enunciado hace cientos de años por los Maestros del antiguo Egip- to. Este principio explica las diferencias entre las di- versas manifestaciones de la materia, de la fuerza, de la mente y aun del mismo espíritu, las que no son sino el resultado de los varios estados vibratorios. Desde el TODO, que es puro espíritu, hasta la más grosera forma de materia, todo está en vibración: cuanto más alta es ésta, tanto más elevada es su posición en la escala. La vibración del espíritu es de una intensidad infinita; tanto, que prácticamente puede considerarse como si estuviera en reposo, de igual manera que una rueda que gira rapidísimamente parece que está sin movimiento. Y en el otro extremo de la escala hay formas de materia densísima, cuya vibración es tan débil que parece tam- bién estar en reposo. Entre ambos polos hay millones de millones de grados de intensidad vibratoria. Desde el corpúsculo y el electrón, desde el átomo y la molécula, 24 TRES INICIADOS hasta el astro y los universos, todo está en vibración. Y esto es igualmente cierto en lo que respecta a los estados o planos de la energía o fuerza (lo cual no es más que un determinado estado vibratorio), y a los planos mentales y espirituales. Una perfecta comprensión de este prin- cipio habilita al estudioso del hermetismo a controlar sus propias vibraciones mentales, así como las de los demás. Los Maestros también emplean este principio para conquistar los fenómenos naturales. “El que com- prenda el principio vibratorio ha alcanzado el centro del poder”, ha dicho uno de los más antiguos escritores. 25 EL KYBALION 4. El Principio de Polaridad “Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse.” EL KYBALION Este principio encierra la verdad de que todo es dual; todo tiene dos polos; todo su par de opuestos, afir- maciones que son de otros tantos axiomas herméticos. Explica y dilucida las antiguas paradojas que han deja- do perplejos a tantísimos investigadores, y que literal- mente decían: “La tesis y la antítesis son idénticas en naturaleza, difiriendo sólo en grado”; “los opuestos son idénticos en realidad, diferenciándose en su grada- ción”; “los pares de opuestos pueden conciliarse, los extremos se tocan”; “todo es y no es al mismo tiempo”; “toda verdad no es sino media verdad”; “toda verdad es medio falsa”, etc. Este principio explica que en cada cosa hay dos polos, dos aspectos, y que los “opuestos” no son en realidad sino los dos extremos de la misma cosa, consistiendo la diferencia, simplemente, en di- versos grados entre ambos. El calor y el frío, aunque opuestos, son realmente la misma cosa, consistiendo la diferencia, simplemente, en diversos grados de aqué- 26 TRES INICIADOS lla. Mirad un termómetro y tratad de averiguar donde empieza el calor y dónde termina el frío. No hay nada que sea calor absoluto en realidad, indicando simple- mente ambos términos, frío y calor, diversos grados de la misma cosa, y que ésta se manifiesta en esos opues- tos, que no son más que los polos de eso que se llama Calor, o sea, la manifestación del principio de polari- dad que nos ocupa. El mismo principio se manifiesta en la “luz” y la “oscuridad”, las cuales, en resumen, no son sino la misma cosa, siendo ocasionada la diferencia por la diversidad de grado entre los dos polos del fenóme- nos. ¿Dónde termina la obscuridad y dónde empieza la luz? ¿Cuál es la diferencia entre grande y pequeño? ¿Cuál entre duro y blando? ¿Cuál entre blanco y negro? ¿Cuál entre alto y bajo? ¿Cuál entre positivo y negati- vo? El principio de polaridad explica esta paradoja. El mismo principio opera de idéntica manera en el plano mental. Tomemos, por ejemplo, el amor y el odio, dos estados mentales completamente distintos aparente- mente, y notaremos que hay muchos grados entre am- bos; tantos, que las palabras que nosotros usamos para designarlos, “agradable” y “desagradable”, se esfuman una en la otra, hasta tal punto que muchas veces somos incapaces de afirmar si una cosa nos causa placer o disgusto. Todas no son más que gradaciones de una misma cosa, como lo comprenderéis claramente por poco que meditéis sobre ello. Y aún más que esto, es posible cambiar o transmutar las vibraciones de odio por vibraciones de amor, en la propia mente y en la mente de los demás, lo que es considerado como lo más impor- tante por los hermetistas. Muchos de los que leéis estas páginas habréis tenido experiencias en vosotros mis- 27 EL KYBALION mos y en los demás de la rápida e involuntaria transición del amor en odio y viceversa. Y ahora comprenderéis la posibilidad de efectuar esto por medio del poder de la voluntad, de acuerdo con las fórmulas herméticas. El “Bien” y el “Mal” no son sino los polos de una misma y sola cosa, y el hermetista comprende y conoce perfecta- mente el arte de transmutar el mal en el bien aplicando inteligentemente el principio de polaridad. En una pa- labra, el “arte de polarizar” se convierte en una fase de la alquimia mental, conocida y practicada por los anti- guos y modernos Maestros herméticos. La perfecta comprensión de este principio capacita para cambiar la propia polaridad, así como la de los demás, si uno se toma el tiempo y estudia lo necesario para dominar este arte. 28 TRES INICIADOS 5. El Principio de Ritmo "Todo fluye y refluye; todo tiene sus perio- dos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la dere- cha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensa- ción.” EL KYBALION Este principio encierra la verdad de que todo se manifiesta en un determinado movimiento de ida y vuelta; un flujo y reflujo, una oscilación del péndulo entre los dos polos que existen de acuerdo con el princi- pio de polaridad, descrito hace un momento. Hay siem- pre una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una ascensión y un descenso. Y esta le rige para todo; soles, mundos, animales, mente, energía, materia. Esta ley lo mismo se manifiesta en la creación como en la destrucción de los mundos, en el progreso como en la decadencia de las naciones, en la vida, en las cosas todas y, finalmente, en los estados mentales del hombre, y es con referencia a esto último que creen los hermetistas que este principio es el más importante. Los hermetis- tas han descubierto este principio, encontrándolo de aplicación universal, y han descubierto asimismo cier- tos métodos para escapar a sus efectos, mediante el empleo de las fórmulas y métodos apropiados. Emplean 29 EL KYBALION para ello la ley mental de neutralización. No pueden anular el principio o impedir que opere, pero han apren- dido a eludir sus efectos hasta un cierto grado, grado que depende del dominio que se tenga de dicho princi- pio. Saben cómo usarlo, en vez de ser usados por él. En este y en otros parecidos métodos consiste la ciencia hermética. El Maestro se polariza a sí mismo en el punto donde desea quedarse, y entonces neutraliza la oscila- ción rítmica pendular que tendería a arrastrarlo hacia el otro polo. Todos los que han adquirido cierto grado de dominio sobre sí mismos ejecutan esto hasta cierto punto, consciente o inconscientemente, pero el Maes- tro lo efectúa conscientemente, y por el solo poder de su voluntad alcanza un grado tal de estabilidad y firmeza mental casi imposible de concebir por esa inmensa muchedumbre que va y viene en un continuado movi- miento ondulatorio, impulsada por ese principio de ritmo. Este, así como el de la polaridad, han sido cuida- dosamente estudiados por los hermetistas, y los méto- dos de contrabalancearlos, neutralizarlos y emplear- los, forman una de las partes más importantes de la alquimia mental hermética. 30 TRES INICIADOS 6. El Principio de Causa y Efecto “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley.” EL KYBALION Este principio encierra la verdad de que todo efec- to tiene su causa, y toda causa su efecto. Afirma que nada ocurre casualmente y que todo sucede conforme a la Ley. La suerte es una palabra vana, y si bien existen muchos planos de causas y efectos, dominando los superiores a los inferiores, aun así ninguno escapa to- talmente a la Ley. Los hermetistas conocen los medios y los métodos por los cuales se puede ascender más allá del plano ordinario de causas y efectos, hasta cierto grado, y alcanzando mentalmente el plano superior se convierten en causas en vez de efectos. Las muchedum- bres se dejan llevar, arrastradas por el medio ambiente que las envuelve o por los deseos y voluntades de los demás, si éstos son superiores a las de ellas. La heren- cia, las sugestiones y otras múltiples causas externas las empujan como autómatas en el gran escenario de la vida. Pero los Maestros, habiendo alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus caracteres, sus cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea, convirtiéndose de esta manera en dirigentes, 31 EL KYBALION en vez de ser los dirigidos. Ayudan a las masas y a los individuos a divertirse en el juego de la vida, en vez de ser ellos los jugadores o los autómatas movidos por ajenas voluntades. Utilizan el principio, en vez de ser sus instrumentos. Los Maestros obedecen a lo causati- vo de los planos superiores a aquel en que se encuen- tran, pero prestan su colaboración para regular y regir en su propio plano. En lo dicho está condensado un valiosísimo conocimiento hermético: que el que sea capaz de leer entre líneas lo descubra, es nuestro deseo. 32 TRES INICIADOS 7. El Principio de Generación “La generación existe por doquier; todo tiene sus principios masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos.” EL KYBALION Este principio encierra la verdad de que la genera- ción se manifiesta en todo, estando siempre en acción los principios masculino y femenino. Esto es verdad, no solamente en el plano físico, sino también en el mental y en el espiritual. En el mundo físico este principio se manifiesta como “sexo”, y en los planos superiores toma formas más elevadas, pero el principio subsiste siem- pre el mismo. Ninguna creación física, mental o espiri- tual es posible sin este principio. La comprensión del mismo ilumina muchos de los problemas que tanto han confundido la mente de los hombres. Este principio creador obra siempre en el sentido de “generar”, “rege- nerar” y “crear”. Cada ser contiene en sí mismo los dos elementos de este principio. Si desedis conocer la filo- sofía de la creación, generación y regeneración mental y espiritual, debéis estudiar este principio hermético, pues él contiene la solución de muchos de los misterios de la vida. Os advertimos que este principio nada tiene que ver con las perniciosas y degradantes teorías, ense- ñanzas y prácticas que se anuncian con llamativos títu- los, las cuales no son más que una prostitución del gran 33 EL KYBALION principio natural de generación. Tales teorías y prácti- cas no son más que la resurrección de las antiguas doc- trinas fálicas, que sólo pueden producir la ruina de la mente, del alma y del cuerpo, y la Filosofía Hermética siempre ha alzado su verbo de protesta contra esas li- cencias y perversiones de los principios naturales. Si lo que deseáis son tales enseñanzas, debéis irlas a buscar a otra parte: el hermetismo nada contiene sobre ellas. Para el puro todas las cosas son puras; para el ruin todas son ruines. 34 III. Transmutación mental “La mente, así como todos los metales y demás elementos, pueden ser transmutados, de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración. La verdadera trans- mutación hermética es una práctica, un mé- todo, un arte mental,” EL KYBALION Como indicamos anteriormente, los hermetistas fueron los verdaderos creadores de la alquimia, de la astrología y de la psicología, habiendo sido Hermes el fundador de esas escuelas de pensamiento. De la astro- logía ha derivado la astronomía moderna; de la alqui- mia ha surgido la química, y de la psicología mística la psicología moderna. Mas no debe suponerse que los antiguos fueron unos ignorantes respecto a lo que las escuelas modernas creen de su exclusiva propiedad. Las inscripciones grabadas en las piedras y monumentos de Egipto prueban concluyentemente que los antiguos poseían el más perfecto conocimiento acerca de la as- tronomía, mostrando la construcción de las mismas pirámides una relación estrechísima entre sus desig- 35 EL KYBALION nios y su conocimiento de la ciencia astronómica. Tampoco debe suponerse que ignoraban la química, pues los fragmentos de antiguas escrituras descubier- tas muestran que estaban muy familiarizados con las propiedades químicas de los cuerpos. En una palabra, sus teorías respecto a la física han sido posteriormente verificadas y confirmadas por los últimos descubri- mientos de la ciencia moderna, sobre todo en lo que se refiere a la constitución de la materia. Lejos de ignorar los llamados modernos descubrimientos psicológicos, los egipcios estaban muy al corriente de todo ello, espe- cialmente en ciertas ramas que ignoran completamente las escuelas modernas, y sobre todo en “ciencia psíqui- ca”, que tanto está confundiendo a los psicólogos de hoy en día, y haciéndoles confesar al fin que, “después de todo, bien puede haber algo de cierto en ello”. Lo cierto es que, además de la química, astronomía y psicología (esto es, la psicología en su aspecto de función cerebral), los antiguos poseían un conocimien- to trascendental de la astronomía que se llamó alquimia y de psicología trascendental titulada psicología místi- ca. Y no solamente poseían este conocimiento interno, sino también el externo, siendo este último el único que conocen los hombres de ciencia modernos. Entre los muchos aspectos y tópicos de conocimientos secretos de los hermetistas se encuentra lo que se conoce como “transmutación mental”, de la que vamos a tratar en este capítulo. “Transmutación” es el término generalmente em- pleado para designar el antiguo arte de transmutar los metales, especialmente los de poco valor, en oro. La palabra “transmutar” significa “cambiar de naturaleza, 36 TRES INICIADOS de substancia, y de forma, convirtiéndose en otra; trans- formarse en otra cosa” (Webster). Y de acuerdo con esa definición, “transmutación mental” significa el arte de transformar o cambiar los estados, cualidades, formas, condiciones mentales, etc., en otros. Así que podéis ver que la transmutación mental no es otra cosa que una especie de química mental; y si preferís el término, una forma especial práctica de psicología mística. Mas esto tiene un significado muchísimo mayor de lo que parece a simple vista. La transmutación alquími- ca en el plano mental es tan importante en sus efectos que de ser conocida sería uno de los estudios más impor- tantes para el hombre. Y esto no es más que el principio. Veamos por qué. El primero de los siete principios herméticos es el de mentalismo, que afirma que “el TODO es mente, que el universo es mental”, lo que significa que la única realidad que se oculta tras todo cuanto existe es mente; y el universo en sí mismo es una creación mental, esto es, existe en la mente del TODO. Consideraremos este principio en las sucesivas lecciones, pues ahora vamos a estudiar sus efectos, suponiendo que dicho principio fuera cierto. Si el universo es de naturaleza mental, entonces la transmutación mental debe ser el arte de cambiar o trans- formar las condiciones del universo, trátese de la mate- ria, de la energía o de la mente. Así que esa transmuta- ción no es otra cosa que la magia, de la que tanto han hablado los escritores antiguos en sus obras místicas, pero acerca de la cual daban tan pocas instrucciones prácticas. Si todo es mental, entonces la posesión del medio que permita transmutar las condiciones menta- 37 EL KYBALION les debe hacer del Maestro el dirigente y controlador de las condiciones materiales, así como de las operaciones llamadas mentales. Es muy cierto que nadie, excepto los alquimistas y mentalistas más avanzados, han alcanzado el grado de poder necesario para dominar las condiciones físicas más densas, tales como los elementos de la naturaleza, la producción y cesación de las tempestades, la produc- ción y cesación de terremotos u otros fenómenos físicos de cualquier clase, pero que tales hombres existieron y que existen es una cosa que no duda ningún ocultista, sea de la escuela que sea. Los mejores instructores ase- guran a sus estudiantes que los Maestros existen, ha- biendo tenido aquéllos algunas experiencias persona- les que justificaban su creencia. Estos Maestros no hacen exhibición pública de sus poderes, sino que, por el contrario, permanecen solitarios para poder así ac- tuar y trabajar mejor en el sendero de la realización. Mencionamos aquí su existencia, meramente para lla- mar vuestra atención acerca de que sus poderes son enteramente mentales y que operan en el sentido de la más elevada transmutación mental, según el principio del mentalismo de “El Kybalión”, que dice: “El Univer- so es una creación mental”. Mas los estudiantes y hermetistas de los grados inferiores al de Maestro —los iniciados e instructores— pueden también actuar y obrar libremente en el plano mental. Todo cuanto llamamos “fenómenos psíquicos”, “influencia mental”, “mentalismo”, etc., son transmu- tación mental, pues existe un principio único, y nada importa el nombre que se dé a los fenómenos que se produzcan. 38 TRES INICIADOS El que practica la transmutación mental trabaja en ese plano, transformando condiciones y estados menta- les en otros, de acuerdo con fórmulas más o menos efi- caces. Los varios “tratamientos”, “afirmaciones”, “autogestiones”, etc., de las escuelas mentalistas no son más que esas mismas fórmulas (muy a menudo imper- fectas y empíricas) del arte hermético. La mayoría de los que las practican son unos ignorantes comparados con los antiguos Maestros, porque no poseen el conoci- miento fundamental sobre el cual está basada esa opera- ción. No solamente los estados mentales de uno mismo pueden ser transmutados según los métodos herméti- cos, sino que también puede hacerse esto con la menta- lidad de los demás y, efectivamente, todos sufrimos transformaciones mentales de cualquier índole, incons- cientemente, por lo general, pero a veces consciente- mente, cuando comprendemos algo acerca de las leyes y los principios que los rigen, y sobre todo cuando los demás ignoran los medios de protegerse a sí mismos. Muchos estudiosos del mentalismo saben que las con- diciones materiales dependen de las mentes de los demás, y pueden ser transmutadas y cambiadas de acuer- do con los deseos de la persona que quiere modificar sus condiciones de vida. Se ha hecho esto tan público hoy en día, que no creemos necesario mencionarlo en deta- lle, siendo nuestro propósito únicamente mostrar la acción de este principio hermético que se oculta tras todas esas varias formas de operar, buenas o malas, porque la fuerza puede ser empleada en ambas direccio- nes, de acuerdo con el principio hermético de polari- dad. 39 EL KYBALION En esta obra indicaremos los principios básicos en que se funda la transmutación mental, de tal manera que todos los que la estudien puedan comprender las leyes a que obedecen, y poseyendo así la clave maestra sean capaces de abrir las muchas puertas del principio de polaridad. Ahora procederemos a considerar el primero de los siete principios herméticos, el de mentalismo, en el que se explica y desarrolla el axioma de que el TODO es mental, de que el Universo es una creación mental, según las palabras de “El Kybalión”. Ese principio debe estudiarse cuidadosamente, porque él es, en realidad, la base de toda la Filosofía Hermética y del arte hermético de transmutación men- tal. 40 IV. El Todo “Más allá del Kosmos, del Tiempo, del Es- pacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la Realidad Substancial, la Ver- dad Fundamental.” EL KYBALION “Substancia” significa lo que yace oculto bajo toda manifestación externa, la realidad esencial, la cosa en sí misma. “Substancial” significa actualmente existen- te, el elemento esencial, el ser real, eterno, permanente, fijo. Más allá de toda apariencia externa o manifesta- ción debe haber siempre una realidad substancial. Esta es la ley. El hombre, al considerar y examinar el univer- so, del cual es una unidad, no ve otra cosa que un cambio continuo en la materia, en las fuerzas, en los estados mentales. Ve que nada es realmente, que todo se trans- forma y cambia. Nada permanece: todo nace, crece y muere; tan pronto como una cosa ha adquirido su máxi- mum de desarrollo empieza a declinar; la ley del ritmo está en constante operación; no hay realidades, nada es firme, nada duradero, fijo o substancial, nada permane- 41 EL KYBALION ce; todo es cambio. Todas las cosas surgen y evolucio- nan de otras cosas. Hay una acción continua que es seguida siempre de su reacción correspondiente; todo fluye y refluye, todo se construye y derrumba, todo es creación y destrucción, vida y muerte. Y si el hombre que tal examen hace y tales cosas ve fuera un pensador, comprendería que todas esas cosas en perpetuo cambio no pueden ser sino simples apariencias externas O manifestaciones de algún poder que se oculta tras ellas, de alguna realidad substancial encerrada en las mismas. Todos los pensadores, de cualquier país o época, se han visto obligados a afirmar la existencia de esta reali- dad substancial. Todas las filosofías, cualquiera que haya sido su nombre, se han basado en esta idea. Los hombres han dado a esta realidad substancial muchos nombres: algunos la han denominado “Dios” y “Eterna Energía”, “Materia”, etc., pero todos han reconocido su existencia. Es evidente por sí misma. No necesita argumentos. En estas lecciones hemos seguido el ejemplo de algunos de los más grandes pensadores del mundo, antiguos y modernos —los Maestros Herméticos— y hemos denominado a ese poder que se oculta tras todas las manifestaciones, a esa realidad substancial, por su nombre hermético del TODO, cuyo término nos parece es el más amplio de los que puede emplear el hombre. Aceptamos y enseñamos las teorías de los grandes pensadores herméticos, como también las de esas al- mas iluminadas que han ascendido a planos superiores de existencia. Unos y otros afirman que la naturaleza íntima del TODO es incognoscible. Y esto debe ser así efectivamente, pues nadie, excepto el TODO mismo, 42 TRES INICIADOS puede comprender su propia naturaleza y su propio ser. Los hermetistas creen y enseñan que el TODO en sí mismo es y debe ser incognoscible. Consideran las teorías y especulaciones de los teólogos y metafísicos respecto a la naturaleza íntima del TODO como esfuer- zos infantiles de mentes mortales para sorprender el secreto del Infinito. Todos esos esfuerzos han fracasa- do siempre, y seguirán fracasando, debido a la naturale- za misma de la tarea. El que especula sobre ello se en- cuentra perdido en un laberinto de pensamientos sin salida, y si persiste en su intento acaba por perder toda incapacidad para razonar sanamente, hasta llegar a serle imposible la vida. Se encontraría en una situación pare- cida a la de la ardilla, que en la jaula se pone a girar y girar en su rueda, sin moverse del mismo sitio, conti- nuando tan prisionera como antes de haber comenzado. Y aún mucho más presuntuosos son esos que tratan de atribuir al TODO la personalidad, cualidades, pro- piedades, características y atributos de ellos mismos, como si el TODO tuviera las emociones, sentimientos y características de los humanos. Y llegan hasta atribuir- le malas cualidades, como los celos, la susceptibilidad a la alabanza y a la oración, el deseo de que se le ofrende y se le adore y todas esas otras cosas que nos han legado como herencia de los primeros días de la infancia de la humanidad. Tales ideas no le sirven para nada al hom- bre desarrollado y acaba por dejarlas a un lado. Creemos deber indicar que hacemos una distinción entre la filosofía y la metafísica. Religión significa para nosotros la realización intuitiva de la existencia del TODO y de la relación entre uno mismo y EL, mientras que la teología significa para nosotros el esfuerzo o los 43 EL KYBALION esfuerzos que hace el hombre para atribuirle las propias cualidades, personalidad, características, etc., así co- mo sus teorías, proyectos, deseos y designios, asumien- do el papel de intermediario entre el TODO y el pueblo. La filosofía significa para nosotros la especulación que tiende a comprender las cosas cognoscibles y pensa- bles (permítasenos la palabra), en tanto que la metafísi- ca indica la tentativa de inquirir entre las nebulosidades de las regiones de lo incognoscible y de lo impensable que, al fin y al cabo, tiene la misma tendencia que la teología. Consecuentemente, la religión y la filosofía significan para nosotros cosas que tienen realidad por sí misma, en tanto que la teología y la metafísica son algo así como senderos tortuosos y laberínticos por los que circula la ignorancia, y forman la base más insegura e inestable sobre la que pueda apoyarse la mente o el alma del hombre. No insistiremos para que aceptéis estas definiciones; las mencionamos con el único obje- to de deslindar nuestra posición. De todas maneras, muy poco hablaremos en estas lecciones de teología y meta- física. Si bien es cierto que la naturaleza esencial del TODO es incognoscible, hay, sin embargo, ciertas ver- dades relacionadas con su existencia que la mente humana se ve obligada a aceptar. El examen de éstas constituye un asunto apropiado para la investigación, particularmente por lo que se refiere a lo que el Ilumina- do nos transmite de sus impresiones en los más eleva- dos planos de existencia. Y a esta investigación os invitamos ahora. 44 TRES INICIADOS “Lo que constituye la Verdad fundamental, la Realidad substancial, está más allá de toda de- nominación, pero el sabio lo llama el TODO” EL KYBALION “En su esencia, el TODO es incognoscible.” EL KYBALION “Mas el dictamen de la razón debe ser recibi- do hospitalariamente y tratado con respeto.” EL KYBALION La razón humana, cuyo dictamen debemos aceptar tanto como lo juzguemos conveniente, nos dice respec- to al TODO, sin pretender desgarrar el velo de lo incog- noscible: I. El TODO debe ser todo lo que realmente es. Nada puede existir fuera del TODO o, de lo contrario, el TODO no sería tal. II. El TODO debe se infinito, porque nada puede existir que defina, limite o ponga restricciones al TODO. Debe ser infinito en Tiempo, en Eterno, debe haber existido siempre, continuamente, pues nada puede haberlo creado jamás, y algo no puede nunca surgir de nada, y si alguna vez no hubiera sido, aunque sólo fuera un instante, no podría “ser”. Debe existir por siempre, porque nada hay que pueda destruirlo, y jamás puede dejar de ser ni aun por un solo momento, porque algo nunca puede convertirse en nada. Debe ser infinito en el Espacio, debe encontrarse en todas partes, porque 45 EL KYBALION nada existe, ni hay sitio alguno que esté más allá del TODO. No puede ser de otra manera, sino continuo y omnipresente en el espacio, sin cesación, separación o interrupción, porque nada hay en El que pueda interrum- pirse, separarse o cesar en absoluta continuidad, y nada existe tampoco que pueda “llenar las grietas”. Debe ser infinito en Poder, o Absoluto, porque nada hay que pueda limitarlo, restringirlo, confinarlo u obstaculizar- lo. No está sujeto a ningún poder, porque no hay otro que el Suyo. III. El TODO debe ser inmutable, esto es, no sujeto a cambio en su naturaleza real, porque nada existe que pueda obligarlo a cambiar, ni nada de lo que pueda haberse transformado. No puede ser aumentado ni dis- minuido, ni ser mayor o menor, bajo ningún aspecto. Debe haber “sido” siempre, y debe seguir “siendo” siempre también, idéntico a lo que es ahora: el TODO. Nunca ha habido, ni hay, ni habrá algo en lo que pueda transformarse o cambiar. Siendo el TODO Infinito, Absoluto, Eterno, Inmu- table, debe deducirse que todo lo que es finito, muda- ble, transformable y condicionado, no puede ser el TODO. Y como nada existe fuera de El en realidad, todo lo que sea finito debe ser nada realmente. No os vayáis a sorprender o asustar, porque no tratamos de embarca- ros en Ciencia Cristiana, cubriendo estas enseñanzas bajo el título de Filosofía Hermética. Hay una reconci- liación entre estos aparentemente contradictorios asun- tos. Tened paciencia, que a todo llegaremos a su debido tiempo. Vemos en torno nuestro eso que se llama “mate- ria”, la que constituye las bases físicas de todas las 46 TRES INICIADOS formas. ¿Es el TODO simplemente materia? Absoluta- mente no. La materia no puede manifestar Vida o Men- talidad, y como la mente está manifestada en el univer- so, el TODO no puede ser materia, pues nada asciende más allá de su propia fuente, nada puede manifestarse en un efecto si no lo está también en la causa, nada puede evolucionar o emerger como consecuente si no está involucrado o involucionado como antecedente. Y además la ciencia moderna nos dice que la materia no existe realmente, sino que es “energía o fuerza interrum- pida”, esto es, energía o fuerza en un grado menor de intensidad vibratoria. Como ha dicho recientemente un escritor, “la materia se sumerge en el Misterio”. Aun la ciencia materialista ha abandonado la teoría de la mate- ria y ahora descansa sobre la base de la “energía”. ¿Es, pues, el TODO mera fuerza o energía? No. La fuerza, tal como la entienden los materialistas, es una cosa ciega, mecánica, carente de vida o mentalidad. La vida y la mente no puede nacer de ciega energía, por las razones dadas hace un momento: “Nada puede subir más alto que su propia fuente, nada evoluciona si no ha invo- lucionado, nada se manifiesta en un efecto si no está en la causa”. Así que el TODO no puede ser mera fuerza o energía, porque si lo fuera no existiría eso que se llama mente y vida, y ambas sabemos que existen, porque nosotros estamos vivos y estamos empleando nuestra mente en considerar esta cuestión; y en iguales condi- ciones se encuentran los que afirman que la energía es todo. ¿Qué es lo que hay superior a la materia y a la ener- gía, y que sepamos que existe en el Universo? ¡Vida y mente! ¡Vida y mente en todos sus diversos grados de 47 EL KYBALION desenvolvimiento! Entonces, preguntaréis: ¿Queréis significar que el TODO es vida y mente? Sí y no, es nuestra respuesta. Si entendéis por vida y mente lo que nosotros, pobres mortales, conocemos de ellas: ¡No, el TODO no es eso! Mas ¿qué clase de vida y mentalidad significáis?, preguntaréis. La contestación es Mente viviente, tan amplia como nosotros podamos concebirla, puesto que la vida y la mente son superiores a la fuerza puramente mecánica o a la materia. Mente infinita y viviente, si se compara con la vida y la mentalidad finitas. Queremos indicar eso que quieren significar las almas iluminadas, cuando reverentemente pronuncian la palabra: ¡Espíritu! El TODO es Mente viviente e infinita; los ilumina- dos lo llaman Espíritu. 48 V. El Universo Mental “El Universo es una creación mental sostenida en la mente del TODO.” EL KYBALION El TODO es espíritu. Mas ¿qué es espíritu? Esa pregunta no puede ser contestada, puesto que definirla sería prácticamente definir al TODO, el cual no puede explicarse. El espíritu es simplemente el nombre que los hombres dan a la más elevada concepción de la infi- nita Mente Viviente; significa la “esencia real”, tan superior a todo cuanto entendemos por mente y vida, como estas últimas a la energía y la materia. El espíritu está más allá de nuestra comprensión, y usamos dicho término en el mismo sentido y queriendo significar lo mismo que cuando hablamos del TODO. Para nuestro entendimiento podemos pensar del espíritu como de una Infinita Mente viviente, teniendo en cuenta, al mismo tiempo, que no podemos comprenderlo del todo. O hacemos esto, o nos vemos obligados a dejar de pensar. Procederemos ahora a estudiar la naturaleza del Universo como un todo, y también en sus partes. ¿Qué es el Universo? Hemos visto que nada puede existir fuera del TODO; entonces ¿el universo es el TODO? No, no 49 EL KYBALION puede serlo, porque el Universo parece estar hecho de muchas, de múltiples unidades, y está en continuo cambio; y, de todas maneras, no está de acuerdo con las ideas que nos hemos visto obligados a aceptar respecto al TODO, según ya indicamos en nuestra lección ante- rior. Entonces, si el Universo no es el TODO debe ser nada; tal es la inevitable consecuencia que se presenta en la mente. Pero esto no satisface la pregunta, porque nosotros somos sensibles y sentimos la existencia del Universo. Y si el Universo es algo y no es el TODO, ¿qué puede ser? Examinemos la cuestión. Si el Universo existe absolutamente, o por lo menos parece que existe, debe proceder en alguna forma del TODO, ser su creación. Pero como algo no puede venir de nada, ¿de qué pudo crearlo el TODO? Algunos filó- sofos han contestado a esta pregunta diciendo que el TODO creó el Universo de sí mismo, esto es, sacándolo de su propia substancia. Mas esta respuesta no sirve, puesto que el TODO no puede ser aumentado, ni dismi- nuido, ni dividido, según hemos visto ya, y aunque así fuera no podría cada partícula del Universo estar segura de ser el TODO, puesto que éste no puede perder el conocimiento de sí mismo, ni convertirse en un átomo o fuerza ciega o un ser viviente inferior. Algunos, habien- do realizado que el TODO es todo, y reconociendo que ellos existían, han llegado a la extraordinaria conclu- sión de que ellos y el TODO eran idénticos, y han llena- do el aire con sus gritos de “Yo soy Dios”, sirviendo de solaz a las multitudes y de motivo de pena para los sa- bios. Si el átomo gritara “Yo soy hombre”, todavía sería modesto en comparación. Pero, ¿qué es, en realidad, el Universo, si no es el 50 TRES INICIADOS TODO ni ha sido creado por El separándolo de su propia substancia? ¿Qué otra cosa debe ser? o, mejor pregun- tar: ¿De qué otra cosa puede haberlo hecho? Esta es la gran cuestión. Nos encontramos con que el principio de correspondencia (véase el capítulo I) viene en nuestra ayuda. El antiguo axioma hermético “como arriba es abajo” puede ser empleado ahora para iluminar este punto. Tratemos, pues, de comprender algo de lo que pasa en los planos superiores, examinando lo que pasa en el nuestro propio. El principio de correspondencia puede aplicarse a esto lo mismo que a cualquier otro problema. Veamos. En su propio plano de existencia, ¿Cómo crea el hombre? Primero, puede crear haciendo o construyendo algo con los materiales que el mundo externo le brinda. Mas esto no nos sirve, porque fuera del TODO no existen materiales de ninguna clase con los que El pueda crear. En segundo lugar, el hombre puede crear por medio de la fecundación, que no es más que su multiplicación, acompañada por la transferen- cia de una parte de su propia substancia a la matriz de la madre. Mas esto tampoco nos sirve, porque el TODO no puede transferir o substraerse a sí mismo una porción, ni puede reproducirse o multiplicarse a sí mismo. En el primer caso habría una substracción de su substancia o adición al TODO, lo que es un absurdo. ¿No existe otro medio por el cual crea el hombre? Sí, hay otro: la crea- ción mental. Al crear en esta forma, él no emplea mate- riales que le aporte el mundo externo, ni se reproduce a sí mismo y, sin embargo, su espíritu compenetra su creación mental. Siguiendo el principio de correspondencia, se puede pensar justificadamente que el TODO crea el 51 EL KYBALION Universo mentalmente, de una manera parecida al pro- ceso mediante el cual el hombre crea sus imágenes mentales. Y he aquí que en esta descripción coinciden tanto el dictamen dado por la razón como el de las almas iluminadas, según se puede encontrar en sus escritos o en sus enseñanzas. Tales son las doctrinas de los sabios. Tales las que enseñó Hermes. El TODO no puede crear de ninguna manera, ex- cepto mentalmente, sin emplear ni materiales (puesto no hay ninguno), ni reproduciéndose (lo que también es imposible). No hay escapatoria para esta conclusión de la razón, la cual, como ya hemos visto, concuerda per- fectamente con lo que dicen los iluminados. De igual manera que podéis vosotros crear un universo en vues- tra propia mente, así el TODO crea los cosmos en la suya propia. Mas vuestro universo sería la creación de una mente finita, en tanto que la del TODO sería la creación de un Infinito. Las dos son iguales en clase, pero difie- ren infinitamente en grado. Examinaremos más estric- tamente el proceso de la creación y manifestación con- forme vayamos avanzando en nuestro estudio. Mas éste es el punto que debéis fijar por ahora en vuestras mentes: El Universo y todo lo que él contiene es una creación mental del TODO; todo es mente. “El TODO crea en su mente infinita innume- rables universos, los cuales existen durante eo- nes de tiempo, y así y todo, para El, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de universos no significa más que el tiempo que se emplea en un abrir y cerrar de ojos.” 52 TRES INICIADOS “La mente infinita del TODO es la matriz del Cosmos.” EL KYBALION El principio de género o generación (véase el capí- tulo 1 y otros que seguirán) se manifiesta en todos los planos de la vida: material, mental y espiritual. Pero, según ya hemos indicado anteriormente, el “género” no significa “sexo”, pues este último no es más que la manifestación material del género. “Género” significa “lo relativo” a la generación o creación. Y dondequiera que algo se genera o se crea, sea en el plano que sea, el principio de género se está allí manifestando. Y esto es verdad, aun en lo que se refiere a la creación de los uni- versos. Ahora no vayáis a suponer que estamos enseñando que hay un dios creador macho y otro hembra. Esto no sería más que una mistificación de las antiguas ense- ñanzas al respecto. La verdad es que el TODO, en sí mismo, está más allá del género, así como también está más allá de toda otra ley, incluyendo las del tiempo y del espacio. El es la ley de la cual todas las leyes proceden y, por tanto, no puede estar sujeto a estas últimas. Mas cuando el TODO se manifiesta en el plano de la genera- ción o creación, entonces actúa de acuerdo con la ley y con el Principio, pues se está moviendo en un plano inferior de existencia. Y consecuentemente, El mani- fiesta el principio de género en sus aspectos masculino y femenino, en el plano mental, por supuesto. Esta idea podría pareceros un tanto chocante si la 53 EL KYBALION oís por primera vez, mas otras veces la habéis aceptado pasivamente en vuestras concepciones diarias. Habláis de la paternidad de Dios y de la maternidad de la Natu- raleza, de Dios como padre divino y de la Naturaleza como madre Universal, y así habréis conocido instinti- vamente el principio del Género en el Universo. ¿No es así? Mas las enseñanzas herméticas no implican una dualidad real —el TODO es UNO—, siendo los dos aspectos simples fases de manifestación. La doctrina es que el principio masculino manifestado por el TODO permanece, en cierta manera, aparte de la creación mental del Universo. Proyecta su Voluntad sobre el principio femenino (que puede ser llamado naturale- za), siendo en ésta que comienza la obra evolutiva de un Universo, desde simples “centros de actividad” hasta el hombre, y aún a más elevados planos de existencia que el humano, todo ello de acuerdo con bien establecidas leyes de la Naturaleza. Si preferís las antiguas imáge- nes mentales, podéis concebir el principio masculino como Dios, el padre, y el principio femenino como Naturaleza, la madre universal, de cuya matriz todas las cosas nacen. Esto es algo más que una simple figura poética de lenguaje, es una idea del proceso de la crea- ción de un Universo. Pero recordad siempre que el TODO es UNO, que en su mente infinita es donde se crean, generan y existen los cosmos. Podría ayudaros a concebir esto propiamente al aplicarle la Ley de correspondencia en vuestra propia mente. Sabéis que esa parte de vosotros que llamáis “yo”, en cierto sentido permanece, aparte de la creación de vuestras imágenes mentales, en el intelecto. La parte 54 TRES INICIADOS de la mente donde se efectúa la generación de imágenes puede ser llamada el “mí”, en distinción con el “yo”, que permanece Aparte y que examina los pensamien- tos, ideas e imágenes del “mí”. Como “arriba es abajo”, acordaos, y los fenómenos de un plano pueden emplear- se para resolver los enigmas de los planos superiores e inferiores. ¿Es acaso maravilloso que vosotros, los hijos, sintáis una reverencia instintiva hacia Padre-Mente? Es maravilloso que cuando consideráis las obras y ma- ravillas de la Naturaleza os sintáis conmovidos hasta lo más profundo de vuestro ser. Es a vuestra madre-mente a quien os estáis estrechando, como un niño se estrecha al seno de su madre. No vayáis a suponer que el pequeñísimo mundo que os circunda —la Tierra—, que no es más que un grano de arena en el universo, es el universo mismo. Hay millo- nes de millones de tales mundos, y aún mucho mayores que él. Y aún hay millones de millones de tales univer- sos que existen en la Mente del Unico. Aun en nuestro sistema solar hay regiones y planos de vida muy supe- riores a los nuestros, y seres comparados con lo que nosotros somos, lo que las amebas respecto al hombre. Hay seres cuyos poderes y atributos son mucho más elevados que los del hombre, y éste jamás ha soñado que pudieran existir. Mas, a pesar de esto, esos seres fueron en un tiempo lo que nosotros ahora, y seremos un tiem- po como ellos son, y aún superiores, porque tal es el destino del hombre, a juzgar por lo que nos dicen los iluminados. La muerte no es real, ni aun en sentido relativo: no es sino nacer en una vida nueva, y ascendemos y segui- 55 EL KYBALION remos ascendiendo a planos de vida cada vez más eleva- dos, durante eones y eones de tiempo. El Universo es nuestra casa, nuestro hogar, y podemos explorarlo hasta sus más lejanos confines, antes de la consumación de los tiempos. Estamos en la mente del TODO y nuestras posibilidades y oportunidades son infinitas, lo mismo en el tiempo que en el espacio. Y al fin del gran ciclo de eones, cuando el TODO reabsorba sus creaciones en si mismo, marcharemos alegremente porque entonces seremos capaces de comprender la verdad toda de ser UNO con el TODO. Esto es lo que nos afirman los ilumi- nados, esos que han avanzado tanto en el sendero de realización. Y, en el entretanto, estemos tranquilos y serenos; estamos seguros y protegidos por el Poder Infinito del Padre-Madre-Mente. “En la Mente del Padre-Madre, los hijos es- tán en su hogar.” EL KYBALION “No hay nadie que no tenga padre o madre en el Universo.” EL KYBALION 56 VI. La Paradoja Divina “El sabio a medias, reconociendo la irrea- lidad relativa del Universo, se imagina que puede desafiar sus leyes. Ese no es más que un tonto vano y presuntuoso, que se estrella- rá contra las rocas y será aplastado por los elementos, en razón de su locura. El verdade- ro sabio, conociendo la naturaleza del Uni- verso, emplea la Ley contra las leyes: las superiores contra las inferiores, y por medio de la Alquimia transmuta lo que no es de- seable en lo valioso y de esta manera triunfa. El adeptado consiste, no en sueños anorma- les, visiones o imágenes fantasmagóricas, sino en el sabio empleo de las fuerzas su- periores contra las inferiores, escapando así de los dolores de los planos inferiores vibrando en los más elevados. La transmuta- ción (no la negación presuntuosa) es el arma del Maestro.” EL KYBALION Esa es la paradoja del Universo, la que resulta del principio de polaridad, principio que se manifiesta cuando el TODO empieza a crear. Aunque para el TODO infinito el Universo, sus leyes, sus poderes, su vida, sus fenómenos son como 57 EL KYBALION cosas contempladas en el estado de meditación o ensue- ño, el Universo debe ser tratado como real, y la vida, las acciones y los pensamientos deben estar basados en ello, acordemente, si bien se tenga un claro conocimiento y realización de la Verdad Superior cada uno respecto a su propio plano y leyes. Si el TODO hubiera imaginado un Universo real sería desastroso para éste, porque entonces no podría ascenderse de lo inferior a lo supe- rior, el Universo se habría convertido en una cosa fija, inmóvil, y el progreso resultaría imposible. Y si el hombre, por su parte, debido a su semisabiduría, actúa y vive y piensa en el Universo como si fuera un sueño (parecido a sus propios ensueños finitos), así se conver- tirá efectivamente para él y, al igual de un cadáver que caminase, se encontrará dando vueltas y más vueltas en un círculo, sin hacer el menor progreso y siendo forzado por último a despertarse y vivir por las leyes naturales que él hubiera olvidado. Conservad siempre la mente fija en la Estrella, pero mirad dónde ponéis los pies, no vayáis a hundiros en algún abismo. Recordad la parado- ja divina que afirma que si bien el “Universo no es, sin embargo es”. Recordemos siempre los dos polos de la verdad: lo absoluto y lo relativo. Guardémonos de las verdades a medias. Lo que los hermetistas conocen como la “Ley de la paradoja” es un aspecto del principio de polaridad. Las escrituras herméticas están llenas de toda clase de refe- rencias respecto a esa paradoja que se descubre en todos los problemas de la Vida y del Ser. Los instructores están siempre batallando para impedir que sus estudiantes omitan el “otro lado” de cualquier cuestión, y sus reco- mendaciones se dirigen especialmente a los problemas 58 TRES INICIADOS de lo absoluto y de lo relativo, que tanto confunden a los estudiantes de filosofía, y que obligan a tantos a obrar y a pensar contrariamente a lo que se conoce como “sen- tido común”. Recomendamos mucho a nuestros estu- diosos que se aseguren de haber comprendido bien la paradoja divina de lo absoluto y lo relativo, evitando ser hipnotizados por el falso espejismo de la verdad a medias o semiverdad. Desde este punto de vista ha sido escrita esta lección. Leedla cuidadosamente. La primera idea que se le ocurre al pensador que ha comprendido y realizado la verdad de que el Universo es una creación mental del TODO es la de que el Univer- so y todo cuanto éste contiene es una pura ilusión, una irrealidad, contra cuya idea se revuelve instantánea- mente. Pero esto, al igual de otras grandes verdades, debe ser considerado desde los puntos de vista absoluto y relativo. Desde el punto de vista absoluto, el Universo es, por supuesto, una ilusión, un sueño, una fantasma- goría, si se compara con el TODO en sí mismo. Esto lo reconocemos nosotros mismos cuando hablamos del mundo como de un sueño que va y viene, que nace y muere, desde el momento que todo lo que va y viene, que nace y muere, desde el momento que todo lo que es mudable, que cambia, que es finito e insubstancial, debe estar ligado a la idea de un Universo creado, cuando se compara con el TODO mismo, no importando cuál puede ser nuestra creencia respecto a la naturaleza de ambos. Filósofos, metafísicos, científicos y teólogos, todos están de acuerdo sobre ello, y esta concepción se en- cuentra en todos los sistemas filosóficos y religiosos, así como en las respectivas teorías de las escuelas meta- físicas y teológicas. 59 EL KYBALION Las enseñanzas herméticas no predican la insubs- tancialidad del Universo en términos más fuertes que los que os son más familiares, aunque la exposición del asunto pueda pareceros algo más contundente. Todo cuanto tenga un principio y un fin, en cierto sentido, debe ser irreal e ilusorio, y el Universo se encuentra en este caso, sea cual sea el sistema de las escuelas de pensamiento. Desde el punto de vista absoluto nada hay real excepto el TODO, no importando los términos que empleemos al pensar sobre ello o al discutirlo. Bien sea que el Universo haya sido creado de materia, o bien sea una creación mental en la mente del TODO, es insubs- tancial, mudable, sujeto al tiempo, al espacio, al cam- bio. Debemos comprender y sentir bien esto antes de pensar y examinar la concepción hermética de la natu- raleza mental del Universo. Examinad cualesquiera otras concepciones, y ved si existe alguna que no lo admita. Mas el punto de vista absoluto muestra únicamente un solo lado de la cuestión, siendo el otro el aspecto relativo de la misma. Las verdades absolutas han sido definidas “como las cosas, tal como las conoce y las ve la mente de Dios”, mientras que las verdades relativas son “las cosas tal como la más elevada razón del hombre las comprende”. Y de esta manera, mientras que para el TODO el Universo debe ser ilusorio e irreal, un simple sueño o resultado de la meditación, sin embargo para las mentes finitas que forman parte de ese Universo, y mirando a través de las mortales facultades, el Univer- so es ciertamente real, y así debe ser considerado. Al reconocer así el punto de vista absoluto, no cometere- mos el error de ignorar o negar los hechos y fenómenos 60 TRES INICIADOS del Universo, tal como se nos presentan ante nuestras facultades mortales: no somos el TODO, recordémos- lo. Para emplear ilustraciones familiares, podemos reconocer el hecho de que la materia “existe” para nuestros sentidos, y haríamos muy mal si así no lo reco- nociéramos. Y, a pesar de ello, nuestra mente finita reconoce la verdad científica de que no hay tal materia desde el punto de vista de la ciencia, y que lo que llama- mos materia no es más que un agregado de átomos, átomos que, a su vez, no son más que unidades de fuer- zas agrupadas que llamamos “electrones” o “iones”, vibrando constantemente con movimiento circular, Golpeamos una piedra y sentimos el impacto; parece ser real, y a pesar de ello sabemos que no es más que lo ya expuesto. Pero recordemos que nuestro pie, que sien- te el golpe mediante la intervención del cerebro, es similarmente materia constituida por electrones, y que de esa materia está también hecho nuestro cerebro. Y, por último, si no fuera por la mente, no sabríamos nada ni del pie ni de la piedra. Además, el ideal que un artista o un escultor tratan de reproducir en el mármol o en el lienzo les parece muy real. Igualmente sucede con los personajes que crea la mente de un autor teatral, quien trata de expresarlos para que los demás puedan reconocerlos. Y si esto fuera cierto en el caso de nuestras mentes finitas, ¿cuál sería el grado de realidad de las imágenes mentales creadas en la mente del Infinito? ¡Oh, para los mortales este universo de mentalidad es ciertamente muy real! Es el único que jamás podremos conocer, aunque nos elevemos de pla- no en plano, cada vez más alto. Para que lo pudieramos 61 EL KYBALION conocer de otra manera, por experiencia actual, tendría- mos que ser el TODO mismo. Es muy cierto que cuanto más nos elevamos en la escala, tanto más cerca nos encontraremos de la mente del Padre y tanto más evi- dente se hace la naturaleza ilusoria de las cosas finitas, pero hasta que el TODO no nos absorba finalmente dentro de El mismo no se desvanecerá la visión. De manera, pues, que no necesitamos basarnos en esa ilusión. Reconozcamos más bien la verdadera natu- raleza del Universo y tratemos de comprender sus leyes mentales, esforzándonos en emplearlas en la forma más efectiva para nuestro progreso ascendente en toda la vida conforme vamos viajando de un plano a otro del ser. Las leyes del Universo no dejan de ser “leyes de hierro” porque sean de naturaleza mental. Todos, ex- cepto el TODO, estamos sujetos a ellas. Lo que está en la infinita mente del TODO, es real, sólo un grado menos que la realidad misma que constituye la naturaleza del TODO. No nos sintamos, pues, inseguros o temerosos; sintámonos firmemente sostenidos en la mente infini- ta, y nada existe que pueda dañarnos o causarnos miedo. No hay poder alguno fuera del TODO que pueda afec- tarnos. Podemos permanecer tranquilos y seguros. Y en esta realización, una vez alcanzada, existe una plenitud de seguridad y calma. Entonces dormiremos serena- mente sobre la firmeza inconcebible de lo Profundo, y descansaremos seguramente sobre el Océano de la Mente Infinita que constituye al TODO. En El, cierta- mente, vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, La materia no es menos materia para nosotros mientras permanezcamos en ese plano, aunque sepa- 62 TRES INICIADOS mos que no es más que un agregado de partículas de fuerza, o electrones, que vibran rápidamente, girando unas en torno de otras, en la formación de los átomos. Los átomos, a su vez giran y vibran y forman así las moléculas, y la agrupación de estas últimas componen las grandes masas de materia. Y no será menos materia por el hecho de que, cuando avancemos en nuestra in- vestigación, sepamos que la Fuerza, cuyas unidades son los electrones, no son a su vez más que unidades de manifestación de la mente del TODO, y que como todo lo demás en el Universo es puramente mental en su naturaleza. Aunque en el Plano de la Materia tenemos que reconocer sus fenómenos, podemos dominarla (como lo hacen todos los maestros en mayor o menor grado), aplicándole las fuerzas superiores. Cometería- mos así una locura si negáramos la existencia de la materia en ese aspecto relativo. Podemos, sí, negar su dominio sobre nosotros; está bien, pero no debemos intentar ignorarla en su aspecto relativo, por lo menos mientras vivamos en este plano. Las leyes de la Naturaleza tampoco se hacen menos constantes o efectivas por el hecho de que las conozca- mos y sepamos que son simples creaciones mentales. Obran plenamente en todos los planos. Y nos liberta- mos de las leyes inferiores, aplicándoles las superio- res, y sólo podemos conseguirlo de esta manera. Pero _ no podemos escapar a la Ley o elevarnos por encima de ` ella completamente. Nadie, sino el TODO, puede esca- par a la Ley, y esto es debido a que el TODO es la Ley misma, del cual todas las demás brotan. Los más avan- zados maestros pueden adquirir los poderes que se atri- buyen generalmente a los dioses, y existen muchos 63 EL KYBALION grados del ser en la gran jerarquía de la vida, cuyos poderes trascienden hasta los de los más elevados maestros, en un grado inconcebible para los mortales, pero hasta el Maestro más grande y el ser más elevado debe inclinarse ante la Ley y son como nada ante los ojos del TODO. Así que si hasta esos elevados seres, cuyos poderes exceden a los atribuidos por el hombre a sus dioses, están sujetos y sirven a la Ley, imaginad la presunción del mortal de nuestra raza cuando mira las leyes de la Naturaleza como “irreales”, visionarias e ilusorias, porque ha podido alcanzar a ver que esas leyes son de naturaleza mental, o simples creaciones del TODO. Esas leyes que el TODO quiere que rijan no pueden ser desafiadas o transgredidas. Mientras sub- sista el Universo subsistirán, porque aquél existe en virtud de esas leyes, las cuales forman la trama o esque- leto en que el Universo se apoya. El Principio Hermético del Mentalismo, a la vez que explica la verdadera naturaleza del Universo sobre la base de que todo es mental, no cambia las concepcio- nes científicas del Universo, de la vida o de la evolu- ción. En realidad, la ciencia no hace más que corroborar las enseñanzas herméticas. Estas últimas enseñan que la naturaleza del Universo es mental, mientras que la ciencia afirma que es “material”; o, según sus últimas noticias, que es “energía” en el último análisis. Las _ enseñanzas herméticas tampoco están en pugna con el principio básico de Herbert Spencer, que postuló la existencia de una “Energía Infinita y Eterna, de la cual proceden todas las cosas”. En realidad, los hermetistas reconocen en la filosofía de Spencer la más elevada expresión de la obra de las leyes naturales que jamás se 64 TRES INICIADOS promulgara, y creen que Spencer era una reencarnación de un antiguo filósofo que vivió en Egipto hace millares de años, y que más tarde vivió como Heráclito, el filóso- fo griego que viviera en el año 500 a. de C. Y consideran su doctrina de la “energía infinita y eterna” como de acuerdo con las enseñanzas herméticas siempre con el agregado de que esa energía es la mente del TODO. Con esta clave maestra de la Filosofía Hermética puede el estudiante de Spencer abrir muchas puertas de las con- cepciones filosóficas internas del gran filósofo inglés, cuyas obras demuestran los resultados de su prepara- ción en sus encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas respecto a la Evolución y al Ritmo están casi de perfecto acuerdo con la Doctrina Hermética referente al princi- pio del Ritmo. Así pues, el estudiante no necesita dejar a un lado los puntos de vista científicos referentes al Universo. Todo lo que se le pide es que comprenda el principio básico de que el TODO es mente, de que el Universo es mental: sostenido firmemente en la mente del TODO. Y encontrará que los otros seis principios concuerdan perfectamente con este conocimiento científico, y ser- virán para dilucidar plenamente los puntos obscuros. No hay que maravillarse de ello, si se considera la in- fluencia que el pensamiento hermético ejerciera sobre los filósofos primitivos de Grecia, sobre cuyas doctri- nas descansan en gran parte las teorías de la ciencia actual. La aceptación del primer principio hermético (Mentalismo) es la única gran diferencia entre la cien- cia moderna y los estudiantes herméticos, y la ciencia se va dirigiendo gradualmente hacia ese punto, confor- me avanza a través de la oscuridad y va encontrando su 65 EL KYBALION camino en el laberinto en que se ha metido en busca de la Realidad. El objeto de esta lección es imprimir en la mente del estudiante el hecho de que el Universo, sus leyes y sus fenómenos son tan reales, en lo que al hombre con- cierne, como lo serían bajo las hipótesis del materialis- mo y de la energía. Bajo cualquier hipótesis, el Univer- so, en su aspecto externo, está siempre cambiando y es transitorio y, por consiguiente, está desprovisto de realidad substancial. Pero, y nótese el otro polo de la verdad, bajo cualquiera de dichas hipótesis estamos obligados a obrar y a vivir como si esas cosas fugaces fueran reales y substanciales. Con esta diferencia siem- pre, que según las doctrinas se ignoraba el poder mental como Fuerza Natural, mientras que ahora vemos que el Mentalismo es la mayor fuerza de esa clase. Y esta sola diferencia basta para revolucionar la vida de aquellos que comprenden el principio, la práctica y las leyes re- sultantes. Por último, una vez que se comprenda la ventaja del Mentalismo se aprende a conocer, emplear y aplicar las leyes resultantes. Pero no se caiga en la tentación que, según indica “El Kybalión”, acecha al semisabio que lo hace hipnotizarse por la aparente irrealidad de las cosas, siendo su consecuencia que camina de un lado para otro como soñando, viviendo en un mundo de en- sueños, ignorando la vida diaria y su trabajo, siendo su final que se destrozará contra las rocas y se disolverá en los elementos, en razón de su locura. Más bien, seguid el ejemplo del sabio que la misma autoridad indica: “Usese la Ley contra las leyes; lo superior contra lo inferior, por el arte de la alquimia transmutad lo que no 66 TRES INICIADOS es deseable en lo estimable, triunfando en esa forma”. De acuerdo con esta doctrina, debe evitarse la semisa- biduría, que es locura, y que ignora la verdad de que: “El dominio consiste, no en sueños anormales o visiones y fantásticas imaginaciones, sino en emplear las fuerzas superiores contra las inferiores, escapando así a los dolores de los planos inferiores mediante la elevación a los superiores”. Recuérdese siempre que la “transmu- tación y no la negación presuntuosa es el arma del Maestro”. Las citas antedichas pertenecen a “El Kyba- lión”, y son muy dignas de tener siempre presentes. No vivimos en un mundo de sueños, sino en un Universo que, si bien es relativo, es real por lo menos en lo que concierne a nuestra vida y obras. Nuestra misión en el Universo no es negar su existencia, sino vivir, empleando debidamente sus leyes para ascender de lo inferior a lo superior, viviendo y haciendo lo mejor que podamos dentro de las circunstancias que surgen cada día, y viviendo, todo lo posible, nuestras más elevadas ideas e ideales. El verdadero significado de la vida no es conocido por el hombre en este plano —si es que al- guien lo conoce—; pero los más sabios, y nuestras pro- pias intuiciones también, nos enseñan que no nos equi- vocaremos si tratamos de vivir lo mejor posible y reali- zar la tendencia universal en el mismo sentido, a pesar de las aparentes evidencias en contra. Todos estamos en el Camino, y esta vía va siempre ascendiendo, con frecuentes sitios de reposo. Léase el mensaje de “El Kybalión”, y sígase el ejemplo del sabio, evitando el error del semisabio, quien perece en razón de su locura. 67 VII. El Todo en Todo “Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas. El que comprende esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento.” EL KYBALION ¡Cuán a menudo se ha oído a la mayoría repetir la afirmación de que su Deidad era “todo en todo”, y cuán poco ha sospechado el íntimo significado oculto ence- rrado en esas palabras emitidas tan a la ligera! La pre- sión comúnmente empleada es lo que ha quedado de la máxima hermética del epígrafe. Como dice “El Kyba- lión”: “El que comprende esto debidamente, ha adqui- rido gran conocimiento”. Y si esto es así, tratemos de comprender lo que significa, dada su gran importancia. En esa máxima está encerrada una de las más grandes verdades filosóficas, científicas y religiosas. Ya hemos dado la enseñanza hermética concer- niente a la naturaleza mental del Universo —la verdad de que “el Universo es Mental, sostenido en la mente del TODO”. Como dice “El Kybalión” en el pasaje citado: “Todas las cosas están en el TODO”. Pero nótese tam- bién la siguiente afirmación correlacionada: “Es igual- 69 EL KYBALION mente cierto que el TODO está en todas las cosas”. Esta contradicción aparente es conciliable según la ley de la Paradoja. Es, además, una afirmación hermética exacta sobre las relaciones que existen en el TODO y su Uni- verso mental. Ya hemos visto cómo es que todo está en el TODO: examinemos ahora el segundo aspecto del asunto. La doctrina hermética indica que el TODO es inmanente e inherente al Universo, así como en toda parte, partícula, unidad o combinación, dentro del Universo. Los maestros suelen ilustrar este postulado refiriéndose al Principio de Correspondencia. El Ins- tructor pide al estudiante que forme una imagen mental de algo, de una persona, una idea o alguna cosa que tenga forma mental, siendo el ejemplo preferido del autor que se esté formando una idea de los personajes, el de un pintor o escultor que esté creando la imagen mental de lo que trata de expresar con su arte. En cada caso el estu- diante verá que, aunque la imagen tiene existencia y ser únicamente dentro de su propia mente, sin embargo, el estudiante mismo, autor, pintor o escultor es, en cierto sentido, inmanente en dicha imagen. En otras palabras, toda la virtud, vida, espíritu o realidad de la imagen mental se deriva de la “inmanente mente” del pensador. Medítese esto un instante hasta que se comprenda bien la idea. Empleando otro ejemplo, podríamos decir que Otelo, Yago, Hamlet, Lear, Ricardo III, etc., existieron en la mente de Shakespeare en el momento de su con- cepción o creación. Y, sin embargo, Shakespeare exis- tió también dentro de cada uno de esos personajes, dándoles su vitalidad, su espíritu y su acción. 70 TRES INICIADOS —-(Cuál es el espíritu de los personajes que cono- cemos como Micawber, Oliverio Twist, Uriah Heep?... ¿Es Carlos Dickens o tiene cada uno de ellos un espíritu personal, independiente de su creador? ¿Tienen la Venus de Médicis, la Madonna Sixtina, el Apolo de Belvedere, espíritus y realidad propios o representan los poderes mentales y espirituales de sus creadores? La Ley de la Paradoja explica que ambas proposiciones son ciertas, consideradas desde los puntos de vista apropiados. Micawber es, a la vez, Micawber y Dickens. Y mientras puede decirse que Micawber es Dickens, Dickens no es idéntico a Micawber. El hombre, como Micawber, puede exclamar: “El espíritu de mi Creador es muy diferente de la chocante semiverdad que clamo- rosamente anuncian algunos semisabios, diciendo: “Yo soy Dios”. Imaginad al pobre Micawber o al ratero Uriah Heep exclamando: “Yo soy Dickens”, o a cualquier otro personaje de las obras de Shakespeare enunciando: “Yo soy Shakespeare”. El TODO está en la lombriz, pero la lombriz está muy lejos de ser el TODO. Pero aunque la lombriz existe meramente como una pequeña cosa, creada y teniendo su ser únicamente en la mente del TODO, el TODO es inmanente en ella, así como en las partículas que la componen. ¿Puede haber algún miste- rio mayor que el encerrado en esa proposición: “Todo está en el TODO y el TODO está en todo”? El estudiante comprenderá, por supuesto, que las ilustraciones dadas más arriba son necesariamente imperfectas e inadecuadas, porque representan la crea- ción de imágenes mentales en mentes finitas, mientras que el Universo es la creación de una mente infinita, y la diferencia entre los dos polos las separa. Y, sin embar- 71 EL KYBALION go, es sólo cuestión de grado —el mismo Principio es el que opera—, el Principio de Correspondencia se mani- fiesta en cada una: “Como arriba es abajo, como abajo es arriba”. Y en proporción a la realización que obtenga el hombre de la existencia del Espíritu Subyacente inma- nente en su propio ser se elevará en la escala de la vida. Esto es lo que significa el desarrollo espiritual; el reco- nocimiento, la realización y la manifestación del Espí- ritu interno. Recuérdese siempre esta definición (la del desenvolvimiento espiritual), porque contiene la ver- dad de toda verdadera religión. Existen muchos Planos del Ser, muchos subplanos de vida, muchos grados de existencia en el Universo. Y todos dependen del adelanto de los seres en la escala, cuyo punto más bajo es la materia más densa, estando el Ser más elevado separado del Espíritu del TODO sólo por una sutilísima división. Y por todas partes, a lo lar- go de esta escala de la vida, todo está en movimiento. Todos están en el sendero, cuyo fin y meta es el TODO. Todo progreso es una vuelta al hogar. Todo se mueve hacia arriba, adelante, a pesar de las aparentes contra- dicciones. Este es el mensaje del Iluminado. La doctrina hermética concerniente al proceso de la creación mental del Universo es que, al principio del ciclo creador, el TODO, en su aspecto de ser, proyecta su voluntad hacia su aspecto de “Devenir” y el proceso de la creación comienza. Se dice que este proceso se reduce a una disminución gradual de intensidad vibra- toria hasta que se alcanza un grado muy bajo de energía vibrante, en cuyo punto se manifiesta la forma más densa posible de materia. Este proceso se llama involución 72 TRES INICIADOS porque el TODO se “envuelve” en su creación. Y esto tiene su correspondencia en los procesos mentales de un artista, escritor o inventor, quien se “envuelve” tanto en su creación mental que olvida casi completamente su propia existencia, pues en esos momentos “vive en su creación”. Si en vez de la palabra “envolverse” empleá- ramos la de “absorberse”, quizá se daría una idea más clara del significado que se trata de sugerir. A este estado involucionario de la creación suele también llamársele la “Emanación” de la energía divi- na, así como el estado evolucionario se denomina “Absorción”. Al polo más extremo del proceso creador se le considera como el más separado del TODO, en tanto que el principio del estado evolutivo es mirado como un retorno de la oscilación del péndulo del Ritmo, como una vuelta al hogar. La enseñanza es que durante la Efusión las vibra- ciones se van amortiguando gradualmente hasta que el impulso amortiguador cesa por último, y entonces se produce el retorno de la oscilación pendular. Pero exis- te esta diferencia: que mientras en la efusión se mani- fiestan las fuerzas creadoras compactamente, como un todo, desde el comienzo mismo del estado evolutivo o de “reabsorción” se manifiesta la ley de la individuali- zación; esto es, la tendencia a separarse en unidades de fuerza, de tal manera que lo que dejó al TODO como no individualizada energía vuelva a su fuente originaria como innumerables unidades de vida, altamente desa- rrolladas, que se han ido levantando cada vez más alto en la escala por medio de la evolución física, mental y espiritual. Los antiguos herméticos empleaban la palabra 73 EL KYBALION “meditación” para describir el proceso de la creación mental del Universo en la mente del TODO, habiéndose empleado también frecuentemente la palabra “contem- plación”. Pero la idea que parece sugerir es la del em- pleo de la Atención Divina. “Atención” es una palabra derivada de raíz latina, que significa “alcanzar, llegar”, y el acto de atención es realmente un “alcance, una extensión” de la energía mental; de manera, pues, que comprenderemos perfectamente el concepto si exami- namos el verdadero significado de la atención. La doctrina hermética concerniente a la evolución es que el TODO, habiendo meditado sobre el principio de la creación, y establecido así la base material del Kosmos, pensándolo en la existencia, gradualmente va despertándose de su meditación, y al hacerlo produce la manifestación del proceso evolutivo, en los planos material, mental y espiritual, sucesivamente en orden. Así empieza el movimiento ascendente, y todos los seres comienzan a dirigirse hacia el Espíritu. La materia se va haciendo menos densa, las unidades vienen a ser, las combinaciones se inician, la vida aparece y va manifes- tándose en formas cada vez más elevadas y la mente se va haciendo más y más evidente, vibrando todo cada vez más intensamente. En una palabra, el proceso ente- ro de la evolución, en todas sus fases, comienza y sigue de acuerdo con las leyes del proceso de “absorción”. Todo esto ocupa eones y eones de tiempo, estando compuesto cada eón por millones de años; pero, según dice el Iluminado, toda la creación, incluyendo la invo- lución y la evolución de un universo, no es más que un abrir y cerrar de ojos para el TODO. Al final de innume- rables ciclos de eones de tiempo el TODO retira su aten- 74 TRES INICIADOS ción (contemplación) o meditación del Universo, por- que la Gran Obra ha terminado, y todo queda absorbido en El de quien otrora emergiera. Pero el misterio de los misterios es que el Espíritu de cada alma no queda ani- quilado, sino que se expande infinitamente, sumergién- dose uno en otro el Creador y el Credo. Esa es la voz de la iluminación. La ilustración expuesta sobre la meditación y el subsiguiente despertar de ella del TODO no es, por supuesto, más que un intento de descripción del proce- so infinito, mediante un ejemplo finito. Pero, no obs- tante: “Como arriba es abajo”. La diferencia es sólo de grado. Y así, como el TODO se despierta de su medita- ción sobre el Universo, así también el hombre (a su debido tiempo) cesará de manifestarse sobre el plano material y se irá retirando cada vez más en el Espíritu Interno que, ciertamente, es el “Ego Divino”. Hay otra cosa más de la que deseamos hablar en esta lección, y esto llega muy cerca del campo metafísi- co de especulación, aunque nuestro propósito es sim- plemente mostrar la futilidad de tal especulación. Alu- dimos a la pregunta que inevitablemente se presenta ante la mente de todos los pensadores que se han aven- turado a buscar la Verdad; la pregunta es: “¿Por qué creó el TODO al Universo? Esta pregunta podrá ser for- mulada en diferente forma, pero su esencia es siempre la misma. Mucho han luchado los hombres para contestárse- la, pero aún no se posee respuesta alguna que merezca ese nombre. Algunos se han imaginado que el TODO ganaría algo con ello, pero eso es absurdo, porque ¿qué es lo que podrá obtener el TODO que ya no posea? Otros 75 EL KYBALION dicen que el TODO desea amar a algo, o que lo había creado para divertirse, o porque estaba solo, o para manifestar su poder. Pero todas esas respuestas son pueriles e infantiles y pertenecen a la primera infancia del pensamiento. Algunos han tratado de explicar el misterio presu- miendo que el TODO se vio “compelido” a crear, en razón de su “naturaleza interna”, o su “instinto crea- dor”. Esta idea, si bien representa un adelanto sobre las otras, tiene un punto débil. Si su “naturaleza interna o instinto creador” lo impulsara a hacer algo, entonces la naturaleza interna o instinto creador sería el Absoluto, en vez del TODO, y de ahí que la proposición falle por su misma base. Sin embargo, el TODO crea y se manifiesta y parece encontrar cierta satisfacción al hacerlo. Y es muy difícil escapar a la conclusión de que en algún grado infinito tendría que tener algo que correspondiera a una naturaleza interna o instinto creador en el hombre, con un Deseo y Voluntad correspondientemente infinito. No podría obrar si no quisiera hacerlo, y no podría hacerlo a menos que lo deseara, y no lo desearía si no obtuviera con ello alguna satisfacción. Y todas estas cosas pertenecerían a una Naturaleza interna, y podría postularse su existencia de acuerdo con la Ley de Co- rrespondencia, tanto interna como externa. Este es el problema que yace en la raíz misma de la dificultad y la dificultad que se encuentra en la misma raíz del proble- ma. Estrictamente hablando, no puede decirse que haya ninguna “razón” para obrar, porque una razón implica una causa, y el TODO está por encima de la causa y del efecto, salvo cuando su voluntad misma se convierte en 76 TRES INICIADOS una causa, en cuyo momento el principio se pone en movimiento. De manera, pues, que no puede pensarse en el mismo asunto porque, como el mismo TODO, es incognoscible. Así como nos vemos obligados a decir simplemente: EL TODO ES, así también sólo podemos decir que el TODO OBRA PORQUE OBRA. Y, en últi- mo término, el TODO es la razón en sí misma, y puede decirse en verdad que El es su propia razón, su propia ley, su propio acto, mejor aún: que el TODO, su razón, su acto y su ley, son uno, siendo las palabras diferentes nombres de la misma cosa. En opinión de los que esto escriben, la respuesta se halla encerrada en el íntimo ser del TODO, en su ser secreto. La Ley de Corresponden- cia, en nuestra opinión, sólo llega al aspecto del TODO que denominamos el aspecto de devenir o de estado. Tras ese aspecto está el de ser, en el cual todas las leyes se pierden en la Ley, todos los principios en el Principio y el TODO, el Principio y el Ser, son idénticos, uno y lo mismo. Por consiguiente, toda especulación metafisi- ca sobre el punto es futil. Si nos ocupamos aquí de la cuestión es sólo para mostrar que, si bien reconocemos el hecho, reconocemos también lo absurdo de las res- puestas dadas por metafísicos y teólogos. En conclusión, podrá ser de interés para los estu- diantes el saber que en tanto que algunos de los antiguos y modernos instructores herméticos se inclinan más bien a aplicar el Principio de Correspondencia a la cuestión, que da por resultado la “naturaleza” interna, la leyenda dice que Hermes, el Grande, cuando le fue hecha esa pregunta por alguno de sus más avanzados estudiantes, contestó apretando los labios fuertemente y no diciendo una palabra, como si indicara que no había 77 EL KYBALION respuesta. Pero también puede ser que quisiera aplicar el axioma de esta filosofía que dice que “los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto para los “oí- dos del entendimiento””, en la creencia de que aún sus más aventajados discípulos no poseían la comprensión necesaria que los calificara para esa enseñanza. De cualquier manera, si Hermes poseyó el Secreto no lo comunicó, y por lo menos en lo que al mundo concierne los labios de Hermes están cerrados al respecto. Y si Hermes el Grande vaciló en habar, ¿quién sería el osado mortal que tratara de enseñarlo? Pero, recordémoslo, cualquiera que sea la respues- ta de este problema, si es que hay alguna, la verdad es que: “Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas”. Y, para terminar, repetiremos las palabras de la cita: “El que comprenda esto debidamente, ha adquirido gran cono- cimiento”. 78 VIII. Los Planos de Correspondencia “Como arriba es abajo; como abajo es arriba.” EL KYBALION El segundo gran principio hermético encierra la verdad de que existe entre los diversos planos de mani- festación de la vida y del ser una armonía, concordancia y correspondencia. Esta verdad lo es porque todo cuan- to hay en el Universo emanó de la misma fuente, y las mismas leyes, principios y características se aplican a cada unidad o combinación de unidades de actividad, conforme cada una manifiesta su propio fenómeno en su propio plano. Para facilitar la meditación y el estudio, la Filoso- fía Hermética considera que el Universo puede dividir- se en tres clases de fenómenos, conocidos como los Tres Grandes Planos: 1.El Plano Físico II. El Plano Mental III. El Plano Espiritual 79 EL KYBALION Estas divisiones son más o menos artificiales y arbitrarias, porque la verdad es que las tres divisiones no son más que grados ascendentes en la gran escala de la vida, siendo el punto más bajo la materia indiferen- ciada, y el más elevado el del Espíritu. Y, además, los diferentes planos se esfuman unos en otros, de manera que no puede establecerse una división firme y nítida entre la parte superior del Plano Físico y la inferior del Mental. En una palabra, los tres grandes planos pueden ser considerados como tres grandes grupos de grados de vida en manifestación. Y aunque el propósito de este libro no nos permite entrar en una explicación extensa de los mismos, daremos una descripción general de ellos. Para empezar podemos considerar la pregunta a menudo formulada por el neófito, que desea saber lo que significa realmente la palabra “Plano”, término que se usa liberalmente, y que apenas ha sido explicado, en muchas obras de ocultismo. La pregunta se formula generalmente así: “¿Un plano es un lugar que tiene dimensiones, o no es más que una condición o estado?” Y podemos contestar: “No, no es un lugar ni una dimen- sión ordinaria del espacio; pero, sin embargo, es más que un estado o condición”. Puede ser considerado como un estado o condición; pero, no obstante, el estado o condición es un grado dimensional, es una escala, y está sujeto a medida. Parecerá esto quizá una paradoja, pero examinemos el punto. Una “dimensión” es una medida en línea recta, relacionada con una medida base, etc. Las dimensiones ordinarias del espacio son longitud o largo, latitud o ancho, y grosor, o medida en línea recta, 80 TRES INICIADOS conocida por los ocultistas y también por los hombres de ciencia, aunque estos últimos no le hayan dado toda- vía el nombre de dimensión. Esta nueva dimensión, que por el momento es la base de muchas especulaciones bajo el nombre de Cuarta Dimensión, es el tipo usado para determinar los “grados” o planos. Esta cuarta dimensión puede ser denominada la de la “Vibración”. Es un hecho bien conocido por la cien- cia moderna, así como por los hermetistas, quienes han encerrado esa verdad en su tercer principio, que “todo está en movimiento, todo vibra, nada está en reposo”. Desde la más elevada manifestación hasta la más baja, todas las cosas vibran. Y no solamente vibran de dife- rente manera. Los grados de “intensidad” vibratoria constituyen los grados de la Cuarta Dimensión. Todos estos grados forman lo que los ocultistas llaman “pla- nos”. Cuanto más elevado es el grado de vibración, tanto más elevado es el plano. De manera, pues, que aunque un plano no es un lugar, ni un estado o condición, posee, sin embargo, cualidades comunes a ambos. Algo más tendremos que decir sobre las vibraciones en los próxi- mos capítulos, donde estudiaremos el principio hermé- tico de la Vibración. Se recordará, no obstante, que los tres grandes planos no son divisiones actuales y reales de los fenó- menos del Universo, sino simples medios arbitrarios empleados por los herméticos para ayudar al pensa- miento y al estudio de los diversos grados y formas de la actividad y de la vida universales. El átomo de la mate- ria, la unidad de fuerza, la mente del hombre y el ser del arcángel, no son más que grados de una sola y misma escala, y todos son fundamentalmente los mismos, sien- 81 EL KYBALION do la diferencia sólo cuestión de grado y de intensidad vibratoria: todos son creaciones del TODO, y tienen su existencia dentro de su Mente Infinita. Los herméticos subdividen cada uno de esos tres grandes planos en siete planos menores, y cada uno de éstos en siete subplanos, siendo estas divisiones más o menos arbitrarias, esfumándose unas en otras, pero han sido adoptadas por conveniencias del estudio científi- co. El Gran Plano Físico, y sus siete planos menores, es la división que comprende todos los fenómenos del universo que se refieren a las cosas, fuerzas y manifes- taciones físicas. Incluye todas las formas de lo que conocemos como materia, y todas las formas de lo que llamamos energía o fuerza. Pero se debe recordar que la Filosofía Hermética no reconoce la materia separada de la mente del TODO. La proposición es que la materia no es más que una forma de energía, esto es, energía de una intensidad vibratoria inferior de cierta clase. Y de acuerdo con ello, los herméticos clasifican la materia bajo el título de energía, y le adjudican tres de los siete planos menores del Gran Plano Físico. Dichas siete divisiones menores son las siguien- tes: 1. El Plano de Materia (A) II. El plano de Materia (B) III. El Plano de Materia (C) IV. El Plano de Substancia Etérica V. El Plano de Energía (A) VI. El Plano de Energía (B) VII. El Plano de Energía (C) 82 TRES INICIADOS El Plano de Materia A comprende las formas mate- riales sólidas, líquidas y gaseosas, tal como lo recono- cen generalmente las obras de texto físicas. El Plano de Materia B comprende ciertas formas más elevadas y sutiles de la existencia que la ciencia comienza a cono- cer: los fenómenos de la materia radiante, bajo sus fases de rádium, etc., que pertenecen a la subdivisión más inferior de este plano menor. El Plano de la Materia C comprende formas de la materia más sutil y tenue, cuya existencia ni siquiera sospechan los hombres de cien- cia actuales. El Plano de la Substancia Etérea compren- de lo que la ciencia denomina “éter”, substancia de tenuidad extrema y de prodigiosa elasticidad, que compenetra todo el Espacio Universal y que obra como médium para la transmisión de ondas de energía tales como la luz, el calor, la electricidad, etc. Esta substan- cia etérica es el eslabón de unión entre la llamada mate- ria y la energía, participando de la naturaleza de ambas. La doctrina hermética dice que ese plano tiene siete subdivisiones (como las tienen los demás planos meno- res), y que, en realidad, hay siete éteres en vez de uno. Inmediatamente después viene el Plano de la Ener- gía A, que comprende las formas de energía que la cien- cia conoce corrientemente, siendo sus siete subdivisio- nes respectivamente: Calor, Luz, Magnetismo, Electri- cidad, Atracción (gravitación, cohesión, afinidad quí- mica, etc.), y otras varias formas de fuerza que revelan los experimentos científicos, pero que aún no han sido denominadas o clasificadas. El Plano de la Energía B comprende siete subdivisiones de las más elevadas modalidades de energía, que aún no ha descubierto la ciencia, pero que han sido llamadas “Las Fuerzas Suti- 83 EL KYBALION les de la Naturaleza”, cuya manifestación se provoca mediante ciertos fenómenos mentales, cuyos fenóme- nos son posibles merced a ellas. El Plano de la Energía C comprende siete subdivisiones de energía tan eleva- damente organizada que tiene muchas de las caracterís- ticas de la vida, pero no son reconocidas por el hombre en el actual estado de desarrollo, siendo utilizables solamente para los seres del Planeta Espiritual. Esa energía es inconcebible y puede ser considerada casi como “poder divino”. Los seres que la emplean son como dioses, aun comparándolos con el tipo humano más elevado que conozcamos. El Gran Plano Mental comprende esas formas de cosas vivientes que conocemos en la vida ordinaria, así como otras formas no tan bien conocidas, salvo por los ocultistas. La clasificación de los siete planos mentales me- nores no es muy satisfactoria, sino más bien arbitraria (salvo que se acompañara por complicadas explicacio- nes que son ajenas al propósito de este libro), pero la mencionaremos. I. El Plano de la Mente Mineral II. El Plano de la Mente Elemental A 111. El Plano de la Mente Vegetal IV. El Plano de la Mente Elemental B V.El Plano de la Mente Animal VI. El Plano de la Mente Elemental C VII. El Plano de la Mente Humana El Plano de la Mente Mineral comprende los esta- dos o condiciones de las unidades o entidades, o grupos 84 TRES INICIADOS y combinaciones de las mismas, que animan las formas conocidas bajo el nombre de minerales, substancias químicas, etc. Estas entidades no deben ser confundi- das con las moléculas, átomos y corpúsculos, siendo estos últimos sólo el cuerpo material de dichas entida- des, así como el cuerpo del hombre no es más que su forma material y no él mismo. A esas entidades se las puede llamar “almas” en cierto sentido, y son seres vivientes de escaso grado de desarrollo, vida y mentali- dad, apenas un poco más que las unidades de “energía viviente” que comprenden las subdivisiones superio- res del más elevado plano físico. El hombre corriente no suele atribuir mente, alma o vida al reino mineral, pero todos los ocultistas reconocen la existencia del mismo, y la ciencia moderna se está encaminando rápidamente hacia este punto de vista. Las moléculas, átomos y cor- púsculos tienen sus “odios y amores”, gustos y desagra- dos, atracciones y repulsiones, afinidades y desafini- dades, etc., y algunos hombres de ciencia han expresa- do la opinión de que el deseo y la voluntad, las emocio- nes y sentimientos de los átomos sólo difieren en grado de los del hombre. No tenemos espacio para discutir el asunto aquí. Todos los ocultistas saben que es un hecho, y otros se refieren a los descubrimientos científicos más recientes para que se vea su corroboración. Este plano tiene las siete subdivisiones habituales. El Plano de la Mente Elemental A comprende el estado o condición y grado de desarrollo mental y vital de una clase de entidades desconocidas para el hombre corriente, pero que el ocultista conoce. Son invisibles para los sentidos ordinarios del hombre, pero, no obs- tante, existen y desempeñan su papel en el Drama del 85 EL KYBALION Universo. Su grado de inteligencia es intermedio entre las entidades minerales y químicas, por una parte, y las entidades del reino animal, por otra. Hay también siete subdivisiones en este plano. El Plano de la Mente Vegetal y sus siete subdivisio- nes comprende los estados o condiciones de las entida- des que encierra el mundo vegetal, los fenómenos mentales y vitales que se conocen corrientemente. Muchas e interesantes obras científicas se han escrito últimamente sobre la mente y la vida en las plantas. Los vegetales tienen vida, mente y alma, tanto como los animales, el hombre y el super-hombre. El Plano de la Mente Elemental B y sus siete subdi- visiones comprende los estados y condiciones de una forma de elementales o entidades invisibles, que hacen su obra en el Universo, cuya mente y vitalidad forma parte de la escala entre el Plano de la Mente Vegetal y el Plano de la Mente Animal, participando dichas entida- des de la naturaleza de ambos. El Plano de la Mente Animal y sus siete subdivisio- nes comprende los estados y condiciones de las entida- des, seres o almas, que animan los cuerpos vivientes de los animales y que son familiares a todos. No es necesa- rio entrar en detalles concernientes a este reino o plano de vida, porque el mundo animal nos es tan familiar como el nuestro propio. El Plano de la Mente Elemental C y sus siete subdi- visiones comprende las entidades o seres invisibles, que participan de la naturaleza de la vida animal y humana, en determinado grado y combinación. Los elementos pertenecientes a este plano, y que están en el grado más elevado del mismo, son semihumanos en inteligencia. 86 TRES INICIADOS El Plano de la Mente Humana y sus siete subdivi- siones comprende las manifestaciones de la vida y men- talidad que son comunes al hombre en sus varios grados y divisiones. En este punto debemos indicar el hecho de que el hombre corriente actual ocupa la cuarta subdivi- sión en el Plano de la Mente Humana, y sólo los más inteligentes han cruzado los límites de la quinta subdi- visión. Millones de años ha empleado la raza para al- canzar este estadio, y tardará muchos años más en llegar a las subdivisiones sexta y séptima. Pero debemos re- cordar que ha habido razas anteriores a la nuestra que han pasado por esos grados y después más allá de ellos. Nuestra propia raza es la quinta (con mucho los rezaga- dos de la cuarta) que recorre el Sendero. En ella ha habido unas cuantas almas avanzadas que han sobrepasado a la masa y han llegado a la sexta y hasta la séptima subdivi- sión, y algunos un poco más allá todavía. El hombre de la sexta subdivisión será el superhombre, y el de la séptima el ultrahombre. Al considerar los siete planos mentales menores nos hemos referido a los tres planos elementales en un sentido general. No deseamos entrar en mayores deta- lles en esta obra, porque el asunto no pertenece a esta parte de la filosofía y enseñanzas generales. Pero he- mos dicho esto para dar una idea un poco más clara de las relaciones de estos planos con los que nos son más familiares. Los Planos Elementales guardan la misma relación en mentalidad y vitalidad con los Planos Mine- ral, Vegetal, Animal y Humano, que las teclas negras de un piano con las blancas. Las teclas blancas bastan para producir música, pero hay ciertas escalas, melodías y armonías en las que las teclas negras desempeñan su 87 EL KYBALION parte, siendo necesaria su presencia. Son también nece- sarias como eslabones de unión en las condiciones aní- micas, o estados de ser diversos, entre los demás pla- nos, alcanzándose así ciertas formas de desenvolvi- miento. Y este hecho dará al lector que pueda leer entre líneas una luz nueva sobre el proceso de la evolución, una nueva clave para la secreta puerta de la vida que se oculta entre reino y reino. Todos los ocultistas conocen perfectamente esos grandes reinos de Elementales, y las obras esotéricas están llenas de alusiones a los mis- mos. Los que hayan leído Zanoni, de Bulwer Lytton, y otras leyendas similares, reconocerán a esas entidades pertenecientes a los mencionados planos de la vida. Pasando del Gran Plano Mental al Gran Plano Espiritual, ¿qué es lo que podríamos decir?, ¿cómo podríamos explicar esos elevados estados del ser, de la vida y de la mentalidad a mentes que son todavía incapa- ces de comprender las subdivisiones más elevadas del Plano de la Mente Humana? Esa tarea es imposible. Sólo podemos hablar en los términos más generales. ¿Cómo podría describirse la luz a un hombre que haya nacido ciego?, ¿cómo explicar el azúcar a quien nunca ha pro- bado algo dulce?, ¿cómo hablar de armonía a un sordo? Todo lo que podemos decir es que los siete planos menores del Gran Plano Espiritual (cada uno de los cuales tiene las usuales siete subdivisiones) compren- den seres tan superiores al hombre actual como este último es superior al gusano o quizá a formas aún infe- riores. La vida de esos seres trasciende tanto a la nuestra que ni siquiera podemos pensar en los detalles de las mismas. Su mente es tan elevada que, por ellos, noso- tros apenas si pensamos, y nuestros procesos mentales 88 TRES INICIADOS les parecen puros procesos materiales. La materia que forma sus cuerpos es del plano más elevado, y algunos se dicen que están envueltos por pura energía. ¿Qué es lo que podría decirse sobre tales seres? En los siete planos menores del Gran Plano Espiri- tual existen seres de quienes hablamos como Angeles, Arcángeles, o semidioses. En los planos menores infe- riores viven aquellos a quienes damos el nombre de Maestros y Adeptos. Sobre ellos están las grandes je- rarquías de huestes angélicas, inconcebibles para el hombre, y sobre ellas están los que sin irreverencia alguna podrían llamarse dioses, pues su grado de eleva- ción en la escala es tan alto, tan grande su poder e inte- ligencia, que sobrepasan todas las concepciones que el hombre se ha formado sobre la Deidad. Esos hombres están más allá de todo cuanto se pueda imaginar, siendo la palabra “Divino” la única que se les podría aplicar. Muchos de esos seres, incluso las huestes angélicas, tienen sumo interés por las cosas del Universo y desem- peñan un papel importantísimo en sus procesos. Esas invisibles divinidades y auxiliares angélicas ejercen su influencia libremente y poderosamente en la obra de la evolución y del proceso cósmico. Su intervención oca- sional y auxilio directo en los asuntos humanos han dado origen a muchas leyendas, creencias, religiones y tradi- ciones de las razas pasadas y actuales. Han superim- puesto su conocimiento y poder sobre el mundo una y otra vez, todo bajo la Ley del TODO, por supuesto. Pero sin embargo, aun esos elevadísimos seres existen meramente como creaciones de la mente del TODO y están sujetos a los procesos cósmicos y a las leyes universales. Son todavía mortales. Podemos lla- 89 EL KYBALION marlos “dioses” si nos agrada, pero no son más que nuestros hermanos mayores: las almas avanzadas que han sobrepasado a sus compañeras y que han resucitado temporalmente al éxtasis de la absorción en el TODO, para poder ayudar a la raza en su ascendente jornada en el Sendero. Pero pertenecen al Universo y están sujetos a sus condiciones —son mortales y su plano es inferior al del Espíritu Absoluto. Sólo los herméticos más avanzados son capaces de comprender las enseñanzas secretas concernientes al estado de existencia y a los poderes manifestados en los planos espirituales. El fenómeno es tan superior al que se produce en los Planos mentales que cualquier intento de descripción sólo serviría para producir una gran confusión de ideas. Unicamente aquellos cuya mentali- dad ha sido cuidadosamente educada en la Filosofía Hermética durante años enteros, y los que han traído consigo, de encarnaciones anteriores, el conocimiento adquirido previamente, pueden comprender adecuada- mente lo que significan las enseñanzas referentes a los planos espirituales. Y muchas de ellas las guardan celo- samente los herméticos por considerarlas demasiado sagradas, importantes y hasta peligrosas, como para divulgarlas públicamente. El estudiante inteligente comprenderá lo que esto significa si dijéramos que el significado de la palabra “Espíritu”, tal como la usan los herméticos, es sinónimo de “poder viviente”, de fuerza animada, de esencia interna o vital, etc., signifi- cación que no debe confundirse con la que generalmen- te se atribuye al término en cuestión: “religión, ecle- siástico, espiritual, etéreo, santo, etc.”. El ocultista emplea la palabra Espíritu en el sentido de “principio 90 TRES INICIADOS animador”, lo que lleva consigo la idea de poder, de energía viviente, de fuerza mística, etc. El ocultismo sabe muy bien que lo que él conoce como poder espiri- tual puede ser empleado con fines buenos o malos (de acuerdo con el principio de polaridad), hecho que ha sido reconocido por la mayoría de las religiones en sus concepciones de Satanás, Belzebú, el Diablo, Lucifer, Angeles caídos, etc. Y por esta razón el conocimiento referente a esos planos ha sido mantenido en el secreto, en el Santuario de los Santuarios de todas las fraternida- des esotéricas y Órdenes ocultas. Ha sido guardado en la más secreta cámara del Templo. Pero, y esto sí podemos decirlo, los que han alcanzado grandes poderes espiri- tuales y los emplearon mal se han creado un Destino terrible, y la oscilación del péndulo del Ritmo inevita- blemente los llevará al otro extremo de la existencia material, desde cuyo punto tendrán que volver nueva- mente a hacer el mismo camino a lo largo de las múlti- ples espirales del Sendero, pero siempre tendrán como castigo el recuerdo vibrante de las cumbres donde caye- ron debido a su mal obrar. Las leyendas sobre los ánge- les caídos tienen una base real, como saben todos los ocultistas. La lucha interesada por el poder en los pla- nos espirituales inevitablemente produce que el alma egoísta pierda su equilibrio espiritual y caiga tan abajo como había ascendido. Pero aun a estas almas se les presenta la oportunidad de volver sobre sus pasos, y hacen la jornada de vuelta pagando la tremenda penali- dad, de acuerdo con la invariable Ley. Para concluir, recordaremos que, de acuerdo con el Principio de Correspondencia que encierra la verdad de que “como arriba es abajo, como abajo es arriba”, 91 EL KYBALION todos los siete principios herméticos están en plena operación en los diversos planos, físico, mental y espi- ritual. El Principio de la Substancia Mental se aplica, por supuesto, a todos los planos, porque todos están en la mente del TODO. El Principio de Correspondencia se manifiesta en todos, porque existe analogía, acuer- do, correspondencia y concordancia entre los varios planos. El Principio de Vibración se manifiesta tam- bién en todos los planos, pues las diferenciales que los dividen son consecuencia de la vibración, como ya hemos explicado. El Principio de Polaridad se mani- fiesta en cada plano, siendo los extremos o polos apa- rentemente opuestos y contradictorios. El Principio de Ritmo se manifiesta en cada plano, con su flujo y reflu- jo, ascenso y descenso, ingreso y egreso. El Principio de Causa y Efecto se manifiesta en cada plano, teniendo todo efecto su causa y toda causa su efecto. El Principio de Género se manifiesta en cada plano, estando siempre expresada la energía creadora y operando mediante los aspectos masculino y femenino. “Como arriba es abajo, como abajo es arriba.” Los milenarios axiomas herméticos encierran los grandes principios de los fenómenos universales. Conforme vayamos considerando los restantes principios, vere- mos cada vez más clara la verdad de la naturaleza uni- versal de este gran Principio de Correspondencia. 92 IX. Vibración “Nada reposa; todo se mueve; todo vibra.” EL KYBALION El tercer Gran Principio Hermético —el Principio de la Vibración— encierra la verdad de que el movi- miento se manifiesta en todo el Universo. Nada está en reposo, todo se mueve, vibra y circula. Este principio hermético fue reconocido por algunos de los primitivos filósofos griegos, quienes lo expusieron en sus siste- mas. Pero después, durante siglos enteros, quedó olvi- dado, salvo por los perseguidores de las doctrinas her- méticas. En el siglo XIX la ciencia física ha redescu- bierto esa verdad, y los descubrimientos científicos del siglo XX han aportado su testimonio en corroboración de esa verdad sostenida por la antiquísima Filosofía Hermética. La doctrina hermética no afirma solamente que todo está en movimiento constante, sino que las dife- rencias entre las diversas manifestaciones del poder universal se deben por completo al diferente modo e intensidad vibratoria. Y no sólo esto, sino que aun el TODO mismo manifiesta una vibración constante de 93 EL KYBALION tal infinita intensidad y rapidez que prácticamente puede considerarse como si estuviera en reposo. Los instructores llaman la atención del estudioso sobre el hecho de que aun en el plano físico un objeto que gire rápidamente, como una rueda, por ejemplo, parece es- tar inmóvil. El espíritu es uno de los polos de vibración, constituyendo el otro polo formas de materia extrema- damente densas. Entre ambos polos hay millones y millones de diferentes intensidades y modos de vibra- ción. La ciencia moderna ha comprobado que todo lo que llamamos materia y energía no es más que “modos de movimiento vibratorio”, y algunos de los más avanza- dos hombres de ciencia se están encaminando rápida- mente hacia el punto de vista que los ocultistas tienen sobre los fenómenos de la mente: simples modos de vibración o movimiento. Veamos ahora lo que la cien- cia tiene que decir sobre las vibraciones en la materia y en la energía. En primer lugar, la ciencia dice que toda materia manifiesta, en algún grado, la vibración producida por la temperatura o el calor. Esté un objeto frío o caliente (pues ambos no son más que grados de la misma cosa), manifiesta ciertas vibraciones calóricas, y en ese senti- do está en vibración. Todas las partículas de materia están siguiendo un movimiento circular, lo mismo los corpúsculos que los astros. Los planetas giran en torno de un sol, y muchos de ellos giran también sobre sus propios ejes. Los soles, a su vez, giran en torno de pun- tos centrales mayores, y se cree que éstos giran también alrededor de otros todavía más grandes, y así sucesiva- mente, ad infinitum. Las moléculas de que se compone 94 TRES INICIADOS cualquier clase de materia están en constante vibración, moviéndose unas en torno de otras, y también unas contra otras. Las moléculas están compuestas por áto- mos, los cuales, como aquéllas, se hallan también en constante movimiento y vibración. Los átomos están compuestos por corpúsculos, llamados también “elec- trones”, “iones”, etc., que también están en un estado de rapidísima moción, girando unos en torno de otros, con diversas modalidades vibratorias. Y de esta manera toda materia manifiesta vibración, de acuerdo con el princi- pio hermético correspondiente. Y así sucede también con las diversas formas de energía. La ciencia dice que la luz, el calor, el magnetis- mo y la electricidad no son más que formas de movi- miento vibratorio relacionado de alguna manera con el éter, o probablemente emanado de él. La ciencia no ha tratado aún de explicar la naturaleza del fenómeno conocido como cohesión, que es el principio de la atrac- ción molecular, ni de la afinidad química, que es el prin- cipio de la atracción atómica; ni de la gravitación (el mayor misterio de los tres), que es el principio de atrac- ción por el cual toda partícula o masa de materia se sien- te atraída hacia toda otra partícula o masa. Estas tres modalidades de la energía no las comprende aún la cien- cia, si bien los estudiosos se inclinan a pensar que son también manifestaciones de alguna forma de energía vibratoria, cosa que los herméticos han enseñado du- rante largas edades en el pasado. El éter universal, cuya existencia postula la cien- cia sin comprender claramente su naturaleza, ya había sido explicado por los herméticos, quienes aseguraban que era una manifestación superior de lo que errónea- 95 EL KYBALION mente se llamaba materia; es decir, que el éter era mate- ria en un grado de vibración superior. El nombre que le daban era el de Substancia Etérea, y decían que esta substancia era de tenuidad y elasticidad extremas, lle- nando el espacio universal, sirviendo como médium de transmisión para las ondas de energía vibratoria como el calor, la luz, la electricidad, el magnetismo, etc. La substancia etérea es el eslabón de unión entre la moda- lidad de energía vibratoria que conocemos como mate- ria, por un lado, y la que conocemos como energía o fuerza, por otro, manifestando además un grado de vibración, en intensidad y modo, completamente pro- pio. Los hombres de ciencia proponen como ilustración para ver los efectos del aumento de vibración una rueda girando con rapidez. Supongamos primeramente que la rueda gira lentamente. Entonces diríamos que es un “objeto”. Si el objeto gira lentamente lo podremos ver fácilmente, pero no sentimos el menor sonido. Aumen- tándose gradualmente la velocidad en pocos momentos se hace ésta tan rápida que comienza a oírse una nota muy baja y grave. Conforme sigue aumentando la velo- cidad la nota se va elevando en la escala musical, y así se van distinguiendo unas tras otras las diversas notas conforme aumenta la velocidad de rotación. Finalmen- te, cuando el movimiento ha llegado a cierto límite se llega a la última nota perceptible por el oído humano, y si la velocidad aumenta aún, sigue el mayor silencio. Nada se oye ya, pues la intensidad del movimiento es tan alta que el oído humano no puede registrar sus vibra- ciones. Entonces comienzan a percibirse poco a poco sucesivos grados de color. Después de un tiempo el ojo 96 TRES INICIADOS comienza a percibir un oscuro color rojo. Este rojo va haciéndose cada vez más brillante. Si la velocidad si- gue aumentando el rojo se convertirá en anaranjado, el anaranjado en amarillo. Después seguirán sucesiva- mente matices verdes, azules y añil, y finalmente apare- cerá el matiz violeta. La velocidad se acrecienta más aún: entonces desaparece todo color, porque el ojo humano ya no puede registrarlos. Pero ciertas radiacio- nes humanas emanan del objeto en revolución: los ra- yos que se usan en la fotografía y otras radiaciones suti- les de la luz. Después comienzan a manifestarse los rayos conocidos bajo el nombre de X, y más tarde em- piezan a emanarse electricidad y magnetismo. Cuando el objeto ha alcanzado cierto grado de vibración, sus moléculas se desintegran, resolviéndo- se en sus elementos originales o átomos. Después de los átomos, según el principio de vibración, se separarían en innumerables corpúsculos o electrones, de los que están compuestos. Y, finalmente, hasta los corpúscu- los desaparecerían y podría decirse que el objeto estaría compuesto por substancia etérea. La ciencia no se atre- ve a llevar la ilustración más allá, pero los herméticos dicen que si las vibraciones continuaran aumentando el objeto pasaría sucesivamente por estados de manifes- tación superiores, llegando al plano mental y después al espiritual, hasta ser por último absorbido en el TODO que es el Espíritu Absoluto. El “objeto”, sin embargo, habría dejado de ser tal mucho antes de llegar a la subs- tancia etérea, pero de todas maneras la ilustración es correcta en cuanto demuestra los efectos del aumento continuo de la intensidad vibratoria. Debe recordarse que en la ilustración anterior, con llegar a los estados en 97 EL KYBALION que el objeto irradia color, luz, etc., no se ha resuelto aún la cuestión en esas formas de energía (que están en un grado mucho más elevado), sino que simplemente llega a un grado de vibración en el que esas energías se libertan hasta cierto punto de las limitadoras influen- cias de las moléculas, átomos y corpúsculos. Esas ener- gías, si bien son muy superiores en la escala a la materia, están aprisionadas y confinadas en las combinaciones materiales, en razón de las fuerzas que se manifiestan a través de ellas, y empleando formas materiales, y de esta manera se confinan en sus creaciones corpóreas, lo que, hasta cierto punto, es cierto en toda creación, que- dando la fuerza creadora envuelta en su propia crea- ción. Pero la doctrina hermética va mucho más allá que la ciencia moderna, y afirma que toda manifestación de pensamiento, emoción, razón, voluntad, deseo o cual- quier otro estado mental, va acompañada por vibracio- nes, parte de las cuales se emanan al exterior y tienden a afectar las mentes de los demás por “inducción”. Esta es la causa de la telepatía, de la influencia mental y de otros efectos del poder de una mente sobre otra, la cual ya va siendo del dominio público, debido a la gran can- tidad de obras de ocultismo que están publicando discí- pulos e instructores sobre estas materias. Cada pensamiento, emoción o estado mental tiene su correspondiente intensidad y modalidad vibratoria, y mediante un esfuerzo de la voluntad de la persona o de otras, esos estados mentales pueden ser reproducidos, así como una nota musical puede ser reproducida ha- ciendo vibrar las cuerdas de un instrumento con la velo- cidad requerida, o como se puede reproducir un color 98 TRES INICIADOS cualquiera. Conociendo el Principio de Vibración, aplicado a los fenómenos mentales, uno puede polari- zar su mente en el grado que quiera, obteniendo así un perfecto dominio y control sobre sus estados mentales. De la misma manera, podrá afectar las mentes de los demás, produciendo en ellos los requeridos estados mentales. En una palabra, podrá producir en el Plano Mental lo que la ciencia produce en el físico, o sea, las vibraciones a voluntad. Este poder, por supuesto, pue- de adquirirse únicamente mediante las instrucciones, ejercicios y prácticas apropiadas, siendo la ciencia que las enseña la de la “transmutación mental”, una de las ramas de la Filosofía Hermética. Un poco de reflexión sobre lo que hemos dicho mostrará que el Principio de Vibración está oculto tras todos los maravillosos fenómenos de los poderes mani- festados por los Maestros y Adeptos, quienes pueden aparentemente eludir las leyes de la Naturaleza, pero que, realmente, no hacen más que emplear una ley con- tra otra, un principio contra otro, y que llevan a cabo sus resultados modificando las vibraciones de las cosas materiales o de las energías, realizando así lo que co- múnmente llamamos milagros. Como dijo una de las más antiguas autoridades herméticas: “Aquel que ha comprendido el Principio de Vibración, ha alcanzado el cetro del Poder”. 99 X. Polaridad “Todo es dual; todo tiene polos; todo su par de opuestos; los semejantes y desemejantes son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo sólo en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.” EL KYBALION El Cuarto Gran Principio Hermético —el Princi- pio de Polaridad— encierra la verdad de que todas las cosas manifestadas tienen dos lados, dos aspectos, dos polos; un par de opuestos con innumerables grados entre ambos extremos. Las antiguas paradojas, que siempre han confundido la mente de los hombres, quedan expli- cadas si se comprende este principio. El hombre siem- pre ha reconocido algo semejante a este principio y ha tratado de expresarlas con dichos, máximas o aforis- mos como los siguientes: “Todo es y no es al mismo tiempo”; “todas las verdades no son más que semiver- dades”; “toda verdad es medio falsa”; “todas las cosas tienen dos lados”; “siempre hay un reverso para cada anverso”; etc. 101 EL KYBALION Las enseñanzas herméticas opinan sobre la dife- rencia que existe entre cosas aparentemente opuestas diametralmente, que es sólo cuestión de grado. Y afir- ma que todo par de opuestos puede conciliarse y que la tesis y la antítesis son idénticas en naturaleza, difirien- do sólo en grado. La conciliación universal de los opues- tos se efectúa reconociendo este Principio de Polari- dad. Ejemplos de este principio pueden encontrarse en todas partes, después de un examen de la naturaleza real de las cosas. El espíritu y la materia no son más que polos de las mismas cosas, siendo los planos interme- diarios cuestión de grados vibratorios meramente. El TODO y los muchos son los mismos, residiendo la dife- rencia solamente en el grado de manifestación mental. De manera, pues, que la LEY y las leyes son los dos polos de una sola y misma cosa. E igual sucede con el PRINCIPIO y los principios, con la MENTE infinita y la mente finita, Si pasamos al plano físico encontramos que el Calor y el Frío son de naturaleza idéntica, siendo la diferencia simple cuestión de grados. El termómetro indica los grados de temperatura, siendo el polo inferior el llama- do “frío” y el superior “calor”. Entre ambos hay muchos grados de calor y frío, pues cualquier nombre que se les dé es correcto. De dos grados, el superior es siempre más caliente en comparación con el inferior, que es más frío. No hay ningún sitio en el termómetro en el que cese el calor y comience el frío absolutamente. Todo se redu- ce a vibraciones más o menos elevadas o bajas. Las mismas palabras “elevado” y “bajo” que nos vemos obligados a usar, no son más que polos de la misma cosa: los términos son relativos. Así sucede igualmente con 102 TRES INICIADOS el “Este” y el “Oeste”. Si viajamos alrededor del mundo en dirección al Oriente, llegaremos a un punto que se llama Occidente, considerándolo desde el punto de partida. Marcharemos suficientemente lejos hacia el Norte y pronto nos encontraremos viajando hacia el Sur, y viceversa. La luz y la oscuridad son polos de la misma cosa, con muchos grados entre ambos. La escala musical es la misma. Partiendo del sí en adelante llegaremos a en- contrar otro sí, y así sucesivamente, siendo las diferen- cias entre los extremos también cuestión de grado. En la escala del color sucede otro tanto, siendo la intensidad vibratoria la única diferencia que existe entre el rojo y el violeta. Lo grande y lo pequeño son cosas relativas. Igualmente lo es el ruido y la quietud, lo duro y lo blan- do, lo afilado y lo romo. Positivo y negativo son los dos polos de una misma cosa, con innumerables gradiacio- nes entre ambos. Bueno y malo no son cosas absolutas; a un extremo lo llamamos bueno y al otro malo, o Bien al uno y Mal al otro, de acuerdo con el sentido que queramos darle. Una cosa es menos buena que la que le es superior en la esca- la, pero esa cosa menos buena, a su vez, es mejor compa- rada con la que tenga el más o el menos regido por la posición que tenga en la escala. Igual cosa sucede en el plano mental. El amor y el odio son considerados como diametralmente opuestos, completamente diferentes e irreconciliables. Pero si aplicamos el Principio de Polaridad, encontraremos que no existe un amor absoluto o un odio absoluto, diferen- tes uno de otro. Los dos no son más que términos aplica- dos a los dos polos de la misma cosa. Empezando en 103 EL KYBALION cualquier punto de la escala, encontramos “más amor” o “menos odio” si ascendemos por ella, o “menos amor” si por ella descendemos, y esto es cierto, sin importar nada el punto, alto y bajo, que tomemos como partida. Hay muchos grados de amor y de odio, y existe también un punto medio donde el agrado y el desagrado se mez- clan en tal forma que es imposible distinguirlos. El valor y el miedo quedan también bajo la misma regla. Los pares de opuestos existen por doquier. Donde encontre- mos una cosa, encontraremos también su opuesta: los dos polos. Este hecho es el que permite al hermético transmu- tar un estado mental en otro, siguiendo las líneas de polarización. Las cosas de diferente clase no pueden transmutarse unas en otras, pero sí las de igual clase. Así pues, el Amor no podrá convertirse en Este u Oeste, o Rojo o Violeta, pero puede tornarse en Odio, e igual- mente el Odio puede tornarse en Amor cambiando su polaridad. El valor puede transmutarse en miedo y vice- versa. Las cosas duras pueden tornarse blandas, las calientes, frías, y así sucesivamente, efectuándose siempre la transmutación entre cosas de la misma clase, pero de grado diferente. Tratándose de un hombre co- barde, si se elevan sus vibraciones mentales a lo largo de la línea Miedo-Valor, se llenará de valentía y despre- cio por el peligro. E igualmente el perezoso puede ha- cerse activo y enérgico, polarizándose simplemente a lo largo de las líneas de la deseada cualidad. Los discípulos familiarizados con los procedi- mientos mediante los cuales producen las diversas escuelas de ciencia mental cambios en los estados mentales de sus seguidores, quizá no comprendan fácil- 104 TRES INICIADOS mente cuál es el principio que se oculta tras esos cam- bios. Pero, no obstante, una vez que se ha entendido el Principio de Polaridad, se ve inmediatamente que esos cambios mentales son ocasionados por un cambio de polaridad, por un deslizamiento a lo largo de la misma escala. Este cambio no es de la naturaleza de transmutar una cosa en otra completamente diferente, sino que se reduce a un simple cambio de grado de la misma cosa, lo que es una diferencia importantísima. Por ejemplo, y sacando un ejemplo del Mundo Físico, es imposible cambiar el calor en agudeza o filosidad, pesadez, eleva- ción, etc., pero puede ser fácilmente transmutado en frío, con sólo amortiguar la vibración. De la misma manera el odio y el amor son recíprocamente transmu- tables, así como el miedo y el valor. Pero el Miedo no puede transformarse en Amor, ni el Valor en Odio. Los estados mentales pertenecen a innumerables clases, cada una de las cuales tiene sus polos opuestos, a lo largo de los cuales es posible la transmutación. Se comprenderá fácilmente que, tanto en los esta- dos mentales como en los fenómenos del plano físico, los dos polos pueden ser clasificados, respectivamen- te, como positivo y negativo. Así pues, el amor es posi- tivo respecto al odio; el valor respecto del miedo; la ac- tividad respecto de la inercia, etc. Y también se notará, aun desconociendo el principio de vibración, que el polo positivo parece ser de grado superior que el negativo, pudiendo aquél dominar fácilmente a éste. La tenden- cia de la Naturaleza es en dirección a la actividad domi- nante del polo positivo. Además del cambio de los polos de los propios estados mentales mediante la aplicación del arte de la 105 EL KYBALION polarización, el fenómeno de la influencia mental, en sus múltiples fases, demuestra que el principio puede extenderse hasta abarcar los fenómenos de la influen- cia de una mente sobre otra, de lo que tanto ha sido escri- to en los últimos años. Cuando se comprende que la inducción mental es posible, esto es, que los estados mentales pueden producirse por inducción de los de- más, entonces se verá cómo puede comunicarse a otra cierta clase de vibración o polaridad, cambiándose así la polarización de la mente entera. La minoría de los resultados obtenidos mediante los “tratamientos men- tales” se obtienen según ese principio. Por ejemplo, una persona está triste, melancólica y temerosa. Un cientí- fico de la mente eleva su propia mentalidad al deseado grado de vibración, mediante su voluntad previamente ejercitada, y de esta manera obtiene la polarización requerida en su propia mentalidad. Entonces, por in- ducción, produce un estado mental análogo en el otro, siendo el resultado que las vibraciones de éste se inten- sifican y el paciente se polariza hacia el polo positivo de la escala, en vez de polarizarse hacia el negativo, y sus temores, melancolía, etc., se transforman en valor, contento y parecidos estados internos. Un poco de meditación sobre el asunto demostrará que esos cam- bios mentales se efectúan casi todos a lo largo de las líneas de polarización, siendo el cambio más bien cues- tión de grado que de clase. El conocimiento de este gran principio hermético permitirá comprender mejor los propios estados men- tales, así como los de los demás. Y se verá que esos estados son puramente cuestión de grados, y al compro- bar el hecho podrá elevar las vibraciones interiores a 106 TRES INICIADOS voluntad, cambiando su polaridad, haciéndose dueño de sus pensamientos, en vez de ser su esclavo y servi- dor. Este conocimiento le permitirá además ayudar a otros inteligentemente, cambiando, mediante los mé- todos apropiados, su polaridad. Es muy conveniente familiarizarse con este principio, porque su compren- sión correcta arrojará muchísima luz sobre problemas difíciles y oscuros. 107 XI. Ritmo “Todo fluye y refluye, todo asciende y des- ciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida del movimiento hacia la derecha es la misma que la de la os- cilación a la izquierda; el Ritmo es la com- pensación.” EL KYBALION El Quinto Gran Principio Hermético —el Princi- pio de Ritmo— encierra la verdad de que en todo se manifiesta una oscilación medida, movimiento de ida y vuelta, un flujo y reflujo, un movimiento semejante al del péndulo, una marea con su sube y baja, manifestán- dose siempre entre los dos polos los planos físico, mental y espiritual. El Principio de Ritmo está estrechamente relacionado con el Principio de Polaridad descrito en el capítulo anterior. El ritmo se manifiesta entre los dos polos establecidos por el Principio de Polaridad. Esto no significa, sin embargo, que la oscilación rítmica vaya hasta los extremos de cada polo, pues esto sucede rarí- simas veces. En realidad, es muy difícil establecer los opuestos polares extremos en la mayoría de los casos. Pero la oscilación es siempre “hacia” un polo primero, y después “hacia” el otro. 109 EL KYBALION Siempre hay una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una elevación y una caída manifestán- dose en todas las cosas y fenómenos del universo. Moles, mundos, hombres, animales, vegetales, minerales, ener- gías, fuerzas, mente y materia, y hasta en el mismo espíritu, se manifiesta este principio. El principio se manifiesta en la creación y destrucción de los mundos, en la elevación y caída de las naciones, en la historia de la vida de todas las cosas y, finalmente, en los estados mentales del hombre. Empezando por las manifestaciones del Espíritu —el TODO— se verá que siempre hay una Emanación, seguida de Absorción, “la respiración y la aspiración de Brahma”, según dicen los brahmanes. Los universos se crean, alcanzan el punto más bajo de materialidad, y entonces comienza la oscilación de vuelta. Los Soles nacen, alcanzan la cumbre de su poder, empieza el pro- greso de su retrogresión y después de eones sin cuento se convierten en muertas masas de materia, esperando otro impulso que imparta en ellos nuevas energías in- ternas y que los lleve a un nuevo ciclo de vida solar. Y así sucede con todos los mundos: nacen, crecen y mueren, sólo para renacer de nuevo. E igualmente sucede con todas las cosas de cuerpo o forma: oscilan de la acción a la reacción, del nacimiento a la muerte, de la actividad a la inactividad, y de nuevo comienza el ciclo. Lo mis- mo pasa con todos los grandes movimientos filosófi- cos, credos de cualquier clase, gobiernos, naciones, etc.: nacen, crecen, llegan a su madurez, decaen, mue- ren, sólo para renacer de nuevo. La oscilación pendular es evidente por doquier. La noche sigue al día y el día a la noche. El péndulo 110 TRES INICIADOS oscila del verano al invierno y de éste a aquél. Los cor- púsculos, átomos y moléculas y todas las masas de materia, oscilan en torno del círculo que corresponde a su naturaleza. No hay tal reposo absoluto o cesación de movimiento. Todo movimiento participa del Ritmo. Este principio es de aplicación universal. Puede ser aplicado a cualquier cuestión o fenómeno de las mu- chas fases de la vida. Puede aplicarse a todas las fases de la humana actividad. Siempre existe la oscilación rít- mica de un polo a otro. El Péndulo Universal está siem- pre en movimiento. Las mareas de la vida fluyen y reflu- yen de acuerdo con la Ley. La ciencia moderna reconoce el principio del Rit- mo, y lo considera de aplicación universal en cuanto se refiere a las cosas materiales. Pero los herméticos lle- van el principio mucho más allá y saben que sus mani- festaciones se extienden a las actividades mentales del hombre, y que él solo explica la gran sucesión de sus modalidades, sentimientos y otros cambios contunden- tes que notamos en nosotros mismos. Pero los herméti- cos, al estudiar la operación de este principio, han des- cubierto el modo de substraerse a las actividades me- diante la Transmutación. Los Maestros Herméticos descubrieron que en tanto que el Principio de Ritmo era invariable, y eviden- te en todos los fenómenos mentales, había dos planos de manifestación en lo que a los fenómenos mentales concernía. Descubrieron que había dos planos genera- les de conciencia, el Inferior y el Superior, y este descu- brimiento les permitió elevarse al plano superior, esca- pando a la oscilación del péndulo rítmico, que se mani- festaba en el plano inferior. En otras palabras, la oscila- 111 EL KYBALION ción del péndulo se produce en el plano inconsciente y la conciencia no queda, por consiguiente, afectada. A esta ley la llamaron Ley de la neutralización. Su opera- ción consiste en elevar al Ego sobre las vibraciones del plano inconsciente de la actividad mental, de manera que la oscilación negativa del péndulo no se manifieste en la conciencia y no quede uno afectado por ella, Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa y dejar que pase ésta por debajo de uno. El instructor o discípu- lo hermético se polariza a sí mismo en el polo requerido, y por un procedimiento semejante a “rehusar” el parti- cipar en la oscilación retrógrada, o, si se prefiere, “negando” su influencia sobre él, se mantiene firme- mente en su posición polarizada, y permite al péndulo mental oscilar hacia atrás en el plano inconsciente. Todo hombre que, en mayor o menor grado, ha adquirido cierto dominio de sí mismo, realiza esto más o menos conscientemente, impidiendo que sus modalidades o estados mentales negativos le afecten, mediante la aplicación de la ley de la neutralización. El maestro, sin embargo, lleva esto hasta un grado muchísimo mayor de eficacia y proficiencia y, mediante su voluntad, lle- ga a un grado de equilibrio e inflexibilidad mental casi imposible de concebir por aquellos que se dejan llevar y traer por el péndulo mental de sus sentimientos y modalidades. Todo pensador apreciará debidamente la gran importancia del asunto con sólo considerar lo esclavos que, en su mayoría, las gentes son de sus propios esta- dos de ánimo, sentimientos y emociones y el poco dominio de sí mismos que tienen. A poco que se medite el asunto se comprenderá cuánto nos han afectado en 112 TRES INICIADOS nuestra vida esas oscilaciones del ritmo; cómo a un período de entusiasmo ha seguido un correspondiente período de depresión. Igualmente, tenemos períodos de valor, que son seguidos de períodos de desaliento y miedo. Y así suce- de con todos o con la mayoría por lo menos: mareas de sentimientos y emociones se elevan y caen, pero nunca sospechan la causa de ese fenómeno. Si se comprende la operación de este principio, se obtendrá la clave para dominar esas oscilaciones y uno podrá conocerse a sí mismo mucho mejor, evitando además el dejarse llevar por esos flujos y reflujos. La voluntad es muy superior a la manifestación consciente de este principio, por más que el principio mismo nunca puede ser destruido. Podremos sustraernos a sus efectos, pero, no obstante, el principio obrará. El péndulo siempre oscila, si bien podemos evitar ser arrastrados por su oscilación. Existen además otras particularidades en la opera- ción de este Principio de Ritmo, de las que vamos a hablar ahora. Dentro de su operación entra lo que se conoce co- mo ley de compensación. Una de las definiciones o signi- ficados de la palabra compensación es “contrabalan- cear”, “equilibrar”, y en este sentido se emplea dicho término en la Filosofía Hermética. A esta ley de com- pensación se refiere “El Kybalión” cuando dice: “La medida de la oscilación hacia la derecha es la misma que la de la oscilación a la izquierda; el Ritmo es la compen- sación”. La ley de compensación es la que hace que la osci- lación en una dirección determine otra oscilación en sentido contrario, y así se equilibran mutuamente. En el Plano Físico vemos muchos ejemplos de esta ley. El 113 EL KYBALION péndulo de un reloj oscila hasta cierto punto hacia la derecha y de allí vuelve a oscilar hacia la izquierda otro tanto. Las estaciones se equilibran unas a otras de la misma manera. Las mareas obedecen a la misma Ley, y la misma Ley se manifiesta en todos los fenómenos del Ritmo. El péndulo que sólo hace una oscilación corta hacia la derecha, hace otra oscilación corta hacia la izquierda. Si la oscilación hacia la derecha es grande, la oscilación hacia la izquierda lo es igualmente. Un obje- to cualquiera arrojado hacia arriba, tiene que recorrer exactamente el mismo camino de vuelta. La fuerza con que se lanza un proyectil hacia arriba se reproduce cuando el proyectil vuelve a la tierra. Esta ley es constante en el Plano Físico, como cualquier referencia a la mejor autoridad científica lo corroborará. Pero el hermético la lleva aún más allá, y afirma que los estados mentales están sujetos a la misma ley. El hombre capaz de gozar agudamente, es también capaz de sufrir en igual grado. El que sólo es capaz de escaso dolor, tampoco puede gozar más que escaso placer. El cerdo sufre mentalmente muy poco; pero, en cambio, tampoco puede gozar gran cosa: está compensado. Por otra parte, hay animales que gozan extraordinariamen- te, pero también su sistema nervioso y temperamento los hacen sufrir extremos grados de dolor. Igualmente sucede con el hombre. Hay temperamentos que sólo son capaces de muy poco goce, pero entonces sólo existe, como compensación, una capacidad para soportar muy poco dolor, en tanto que otros hombres que pueden gozar intensamente sufren en igual grado. La regla es que la capacidad para el placer y el dolor en cada individuo 114 TRES INICIADOS está equilibrada. La ley de compensación opera amplia- mente aquí también. Pero el hermético va más allá aún en esta materia, y afirma que antes de que uno pueda gozar de cierto grado de placer es necesario que haya oscilado propor- cionalmente otro tanto hacia el otro polo del sentimien- to o sensación. El negativo en esta materia precede al positivo; es decir, que al experimentar cierto grado de placer no se seguirá que “haya que pagarlo” con un correspondiente grado de dolor; por el contrario, el placer es la oscilación rítmica, de acuerdo con la ley de compensación, originada por un grado de dolor experi- mentado previamente, bien en la vida actual o en encar- naciones anteriores. Y esto arroja una nueva luz sobre el problema del dolor. Los herméticos consideran la cadena de vidas como continua, como simples partes de una sola vida del individuo, de suerte que la oscilación rítmica es consi- derada en esta forma, mientras que no tendría significa- do alguno si no se admitiera la doctrina de la reencarna- ción. Pero, además, el hermético sostiene que el maestro o el discípulo avanzado es capaz, en grado superlativo, de rehuir la oscilación hacia el dolor, realizando el proceso de neutralización a que aludiéramos anterior- mente. Ascendiendo al plano superior del Ego, se evi- tan muchas de las experiencias que llegan a los que habitan en planos inferiores. La ley de compensación desempeña una parte importantísima en las vidas de los hombres, pues se verá que uno generalmente paga el precio de lo que tiene o le falta. Si se posee una cosa, falta otra, y así se equilibra 115 EL KYBALION la balanza. Nadie puede guardarse su centavo y tener al mismo tiempo la torta. Todo tiene sus lados agradables y desagradables. Las cosas que uno obtiene siempre las paga con las que pierde. El rico posee mucho de lo que al pobre le falta, mientras que el pobre posee cosas que frecuentemente están fuera del alcance del rico. El millonario que gusta de los festines, y que tiene la fortu- na necesaria para satisfacer sus deseos y asegurarse la satisfacción de su gula, carece del apetito necesario para gustarlos, y envidia el apetito y la digestión del obrero a quien la faltan la fortuna y las inclinaciones del millo- nario, gozando más de su sencillo alimento que el millo- nario sin apetito y con el estómago arruinado. Y así sucede con todo en la vida. La ley de compensación está siempre obrando, equilibrando y contrabalanceando las cosas continuamente, en la sucesión del tiempo, aun- que la oscilación del ritmo tarde vidas enteras. 116 XII. Causación "Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el nombre que se da a una ley desconocida; hay muchos planos de causación, pero ninguna escapa a la ley.” EL KYBALION El Sexto Gran Principio Hermético —el principio de Causa y Efecto— encierra la verdad de que nada su- cede casualmente; que la casualidad es sólo un término que indica la existencia de una causa no reconocida o percibida; que el fenómeno es continuo, sin soluciones de continuidad. El Principio de Causa y Efecto está tras todo pensa- miento científico, antiguo o moderno, y fue anunciado por los Instructores Herméticos de los tiempos primiti- vos. Y si bien han surgido muchas discusiones y dispu- tas entre las varias escuelas de pensamiento, esas dis- putas han versado especialmente sobre los detalles de la operación del citado principio, y también sobre el significado de determinadas palabras. El inmanente principio de Causa y Efecto ha sido aceptado como correcto por todos los pensadores del mundo que mere- 117 EL KYBALION cen realmente el calificativo. Pensar de otra manera sería sacar el fenómeno del universo del dominio de la ley y del orden, relegándolo a ese algo imaginario al que el hombre ha dado el nombre de casualidad. Un poco de meditación evidenciará que no existe absolutamente tal casualidad. Webster define la pala- bra casualidad diciendo que: “Es un supuesto agente o modo de actividad diferente de una fuerza, ley o propó- sito; la operación o actividad de dicho agente; el efecto supuesto de tal agente; un suceso, una cosa fortuita, una casualidad, etc.” Pero un poco de meditación demostra- rá que no puede existir dicho agente casual, en el senti- do de algo externo y fuera de la ley, algo aparte de la causa y del efecto. ¿Cómo podría existir algo actuando en el universo fenomenal, independiente de las leyes, del orden y de la continuidad del último? Tal agente sería algo completamente independiente del tren coor- dinado del universo y, por consiguiente, sería superior a él. No podemos imaginar nada fuera del TODO, más allá de la ley, y esto porque el TODO es precisamente la Ley en sí mismo. No hay sitio en el universo para nada externo o independiente de la ley. La existencia de algo semejante convertiría a todas las leyes naturales en inefectivas, y sumergiría al universo todo en el desor- den más caótico. Un examen cuidadoso demostrará que lo que lla- mamos casualidad es meramente una expresión concer- niente a causas oscuras, causas que no podemos perci- bir, causas que no podemos comprender. La palabra causa se deriva de una frase que significa “echar los dados”, siendo la idea encerrada que la caída es mera- mente una ocurrencia, sin relación con causa alguna. Y 118 TRES INICIADOS en este sentido suele emplearse la palabra en cuestión. Pero cuando se examina el asunto detalladamente se verá que no hay tal casualidad absolutamente en la caí- da de un dado. Cada vez que cae el dado mostrando cierto número, obedece a una ley tan infalible como la que gobierna la revolución de los planetas en torno del Sol. Tras la caída del dado existen causas, o cadenas de causas, eslabonadas en interrumpida sucesión, hasta donde la mente no puede alcanzar. La posición del dado en la capa, la suma de energía muscular empleada al arrojarlo, el estado de la mesa, etc., son otras tantas causas cuyo efecto puede verse. Pero, tras éste, hay encadenamiento de causas invisibles precedentes, to- das las cuales obran sobre el número que el dado debe mostrar en su cara superior. Si se arrojan los dados un gran número de veces, se verá que los puntos marcados son casi iguales, esto es, que habrá igual número de unos, de doses, etc. Arrójese una moneda al aire, y al caer dará cara o cruz. Pero si se arroja un número de veces suficiente, las caras y las cruces se igualarán. Pero todo cae bajo la operación de la Ley de Causa y Efecto, y si pudiéramos examinar todo el eslabonamiento de causas veríamos claramente que era sencillamente imposible que el dado cayera en otra forma que en la que cayó, bajo las mismas circunstan- cias y al mismo tiempo. Siendo las mismas causas, se produce siempre el mismo resultado. Toda ocurrencia tiene su causa y su porqué. Nada ocurre sin causa o, mejor dicho, sin una cadena de causas. Al considerar este principio muchos se quedan confusos, porque no pueden explicar cómo una cosa puede ser causa de otra, esto es, ser la primera creadora 119 EL KYBALION de la segunda. En realidad, ninguna cosa puede produ- cir o crear otra. La causa y el efecto residen meramente en los sucesos. Un suceso o acontecimiento es lo que viene, llega u ocurre como consecuencia o resultado de un acontecimiento o evento anterior. Ningún aconteci- miento crea otro, sino que no es nada más que el eslabón precedente en la gran cadena coordenada de sucesos que fluyen de la energía creadora del TODO. Hay una continuidad de solución entre todos los acontecimien- tos precedentes, consecuentes y subsecuentes. Existe siempre una relación entre todo lo que ha pasado y todo lo que sigue. Una piedra se desprende de la montaña y se aplasta contra el tejado de una granja situada en el valle vecino. Á primera vista parece obra de la casualidad; pero si se examina la materia se encontrará una gran cadena de causas tras ese acontecimiento. En primer lugar estaba la lluvia que ablandó la tierra que sostenía la piedra, permitiéndole así caer; antes de esa causa estaba la influencia precedente del Sol y de otras llu- vias, las cuales gradualmente fueron desintegrando la piedra de la roca; antes aún, estaban las causas que con- tribuyeron o produjeron la formación de la montaña y su elevación sucesiva por medio de las convulsiones de la Naturaleza, y así ad infinitum. Además, podemos revisar las causas de la lluvia, podemos considerar la existencia del tejado. En una palabra, pronto nos encon- traríamos envueltos en un laberinto de causas y efectos del que tendríamos que luchar para escaparnos. Así como un hombre tiene dos padres y cuatro abuelos y ocho bisabuelos, y dieciséis tatarabuelos y así sucesivamente, de manera que al cabo de cuarenta generaciones se calcula el número de antecesores en 120 TRES INICIADOS muchos millones, así también sucede con el número de causas que subyacen tras el suceso o fenómeno más nimio, tal como el paso de un liviano trocito de carbón llevado por el viento. No es nada fácil seguir la pista de esa partícula de hollín hasta los primitivos períodos de la historia del mundo, cuando formaba parte de un macizo tronco, que más tarde se convirtió en carbón, y así sucesivamente, hasta el momento en que pasaba volando ante nosotros en busca de otras muchas aventu- ras. Y una poderosísima cadena de acontecimientos, de causas y efectos, la llevó hasta su actual condición, y ésta no es más que uno de los tantos sucesos de la cade- na, y que seguirán produciendo más y más eventos durante centenares y centenares de años a contar desde ahora. Una de las series de acontecimientos originados por esa partícula de hollín flotante ha sido el escribir estas líneas, lo que ha obligado a un tipógrafo a realizar cierto trabajo; esto despertará en vuestras mentes cier- tos pensamientos, así como en las de los demás, los que a su vez afectarán a otros, y así sucesivamente, hasta donde la mente no puede alcanzar, y todo por el simplí- simo vuelo de una partícula de hollín, todo lo cual demuestra la relatividad y asociación de las cosas y la deducción consiguiente de que nada hay grande ni pequeño en la mente que todo lo creó. Meditemos un momento. Si cierto hombre no hu- biera encontrado a cierta mujer en la oscura Edad de Piedra, vosotros, que estáis ahora leyendo estas líneas, no estaríais ahora aquí. Y si, quizá, la misma pareja no se hubiera encontrado, los que escribimos estas línea tampoco estaríamos aquí. Y el mismo hecho de que nosotros, por nuestra parte, escribamos, y de que voso- 121 EL KYBALION tros leáis por la vuestra, afectará no solamente nuestras propias vidas, sino que también tendrá un efecto direc- to O indirecto sobre muchas otras personas que viven actualmente o que vivirán en las edades por venir. Todo pensamiento generado en nuestra mente, todo acto realizado, tiene sus resultados directos e indirectos que se eslabonan coordinadamente en la gran cadena de Causas y Efectos. No deseamos entrar a discutir en esta obra, por múltiples razones, sobre el libre albedrío y el determi- nismo. Entre otras muchas, la principal es que ningún lado del asunto es completamente exacto, siendo en realidad ambos parcialmente verdad, de acuerdo con las enseñanzas herméticas. El Principio de Polaridad demuestra que ambos aspectos son semiverdades: los opuestos polos de la Verdad. La verdad es que el hom- bre puede ser a la vez libre y limitado por la necesidad, dependiendo todo del significado de los términos y de la altura de verdad desde la cual se examine el asunto. Los antiguos escritores expresaban el punto diciendo que: “Cuanto más lejana está la creación del Centro, tanto más libre está”. Los hombres, en su mayoría, son más o menos esclavos de la herencia, del medio ambiente, etc., y manifiestan muy poco libre albedrío. Se ven arrastra- dos por las opiniones, costumbres y pensamientos del mundo externo, así como también por sus emociones, sentimientos y modalidades. No manifiestan el menor dominio de sí mismos que merezca ese nombre, y con indignación rechazan esta afirmación diciendo: “Yo puedo obrar ciertamente con plena libertad y hacer lo que me de la gana; hago precisamente lo que quiero 122 TRES INICIADOS hacer”. Pero no pueden explicar por qué o de dónde viene el “necesito” y “me gusta”. ¿Qué es lo que les hace “querer” una cosa con preferencia a otra? ¿No hay nin- guna “razón” para sus “gustos” y “necesidades”? El maestro puede transformar los “agrados” y “necesida- des” en otros en el extremo opuesto de su polo mental, Puede y tiene la capacidad de “querer querer” en vez de querer porque algún sentimiento, modalidad, emoción o sugestión del medio ambiente despierte en él una tendencia o deseo de hacer tal o cual cosa. La mayoría de los hombres son arrastrados como si fueran una piedra, obedeciendo al medio ambiente, a las influencias externas y a las modalidades, deseos y emociones internas, etc., por no hablar de los deseos y voluntades de los demás que son más fuertes. La heren- cia, el medio ambiente y las sugestiones los arrastran sin la menor resistencia por su parte, sin que ejerciten en modo alguno su voluntad. Movidos como las fichas en el tablero de ajedrez de la vida, desempeñan su parte y se quedan a un lado después del juego. Pero los Maes- tros, que conocen las reglas del juego, se elevan por encima del plano de la vida material, y colocándose en contacto con los poderes superiores de sus naturalezas dominan sus propias modalidades, caracteres, cualida- des y polaridades, así como el medio ambiente que los rodea, haciéndose en esta forma directores del juego en vez de meras fichas: Causas en vez de Efectos. Los Maestros no se libran de la causación en los planos su- periores, sino que están bajo el contralor de esas más elevadas leyes, y haciendo uso de éstas se hacen dueños de las circunstancias en los planos inferiores. De esta manera forman una parte consciente de la Ley, en vez de 123 EL KYBALION ser sus ciegos instrumentos. Mientras obedecen y sir- ven en los Planos Superiores, dominan y son dueños del plano material. Pero, tanto arriba como abajo, la Ley está siempre en operación. No existe tal casualidad o azar. La ciega diosa ha sido abolida por la razón. Ahora podemos ver, con ojos iluminados por el conocimiento, que todo está gobernado por la Ley Universal y que el infinito núme- ro de leyes no son más que manifestaciones de la Unica Gran Ley: la LEY que es el TODO. Es, pues, muy cierto que ni siquiera un gorrión deja de estar presente en la Mente del TODO, que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados, según dicen las escrituras. Nada hay fuera de la Ley; nada ocurre en contra de ella. Pero, a pesar de ello, no se vaya a caer en el error de que el hombre es un autómata ciego, al contrario. La doctrina hermética dice que el hombre puede emplear la Ley contra las leyes, que lo superior siempre prevalecerá contra lo inferior, hasta que el hombre haya alcanzado aquel estado en el que buscará refugio en la LEY misma y podrá evadirse de todas la leyes fenomenales. ¿Se puede comprender el significado íntimo, interno, de esto? 124 XIII. Género "El Género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos.” EL KYBALION El Séptimo Gran Principio Hermético —el Princi- pio de Género— encierra la verdad de que el género se manifiesta en todas las cosas, de que los principios mas- culino y femenino están siempre presentes y en plena actividad en todos los fenómenos y en cada uno de los planos de la vida. En este punto es bueno llamar la aten- ción sobre el hecho de que el Género, en su sentido hermético, y el sexo, en la acepción ordinariamente aceptada del término, no son lo mismo. La palabra “género” deriva de la raíz latina que significa “concebir, procrear, generar, crear, produ- cir”. Un momento de consideración sobre el asunto demostrará que esa palabra tiene un significado mucho más amplio y general que el término “sexo”, pues éste se refiere a las distinciones físicas entre los seres ma- chos y hembras. El sexo no es más que una mera mani- festación del Género en cierto plano del Gran plano 125 EL KYBALION Físico: el de la vida orgánica. Es necesario que esta distinción se imprima en la mente, porque ciertos escri- tores que han adquirido algunas nociones de filosofía hermética han tratado de identificar este séptimo prin- cipio con estúpidas y a veces reprensibles teorías y enseñanzas concernientes al sexo. El oficio del género es solamente el de crear, pro- ducir, generar, etc., y sus manifestaciones son visibles en todos los planos fenomenales. Es un tanto difícil aportar pruebas de esto siguiendo las líneas científicas, porque la ciencia no ha reconocido todavía este princi- pio como de aplicación universal. Pero, así y todo, van produciéndose algunas pruebas provenientes de fuen- tes científicas. En primer lugar, encontramos una mani- festación distinta del Principio de Género entre los corpúsculos, iones o electrones, que constituyen las bases de la materia como la ciencia lo reconoce actual- mente, y que, al constituir determinadas combinacio- nes, forman el átomo, que anteriormente se considera- ba como el punto final e indivisible. La última palabra de la ciencia es que el átomo está compuesto por una multitud de corpúsculos, electrones o iones (diversos nombres de la misma cosa), que giran unos en torno de otros y vibran con un elevado grado de intensidad. Pero se postula además que la formación del átomo se debe realmente a que los corpúsculos negativos se pongan a girar en torno de uno positivo. Los corpúsculos positivos parecen ejercer cierta in- fluencia sobre los negativos, impulsando a éstos a cons- tituir ciertas combinaciones que dan como resultado la “creación” o “generación” de un átomo. Y esto está perfectamente de acuerdo con las más antiguas ense- 126 TRES INICIADOS ñanzas herméticas, que han identificado siempre al principio masculino del género con lo “positivo” y al femenino con lo “negativo”; como en la electricidad, por ejemplo. Se puede agregar ahora que en la mente pública se ha formulado una impresión completamente errónea so- bre las cualidades del llamado “polo negativo” de la materia electrizada o magnetizada. Los términos posi- tivo y negativo han sido pésimamente aplicados a este fenómeno. La palabra “positivo” significa algo real y fuerte en comparación con la irrealidad o debilidad del “negativo”. Pero nada está más lejos de los hechos rea- les de los fenómenos eléctricos. El polo negativo de la batería es realmente el polo en y por el cual se manifies- ta la generación y producción de formas y energías nuevas. Nada hay de “negativo” en él. Los hombres de ciencia de mayor autoridad están actualmente emplean- do la palabra “cátodo” en vez de “negativo”, derivando cátodo de una raíz griega que significa “desciende, el recorrido o camino de la generación”, etc. Del cátodo emerge el torbellino de electrones o corpúsculos; del mismo polo surgen esos maravillosos “rayos” que han revolucionado las concepciones científicas durante la pasada década. El polo catódico es la madre de todos los extraños fenómenos que han convertido en inútiles a los antiguos libros de texto y que han hecho que teorías mucho tiempo aceptadas hayan sido relegadas al mon- tón de los desechos de las especulaciones científicas. El cátodo, o polo negativo, es el Principio Madre de los Fenómenos Eléctricos y de las más sutiles formas de materia que la ciencia conoce actualmente. De manera, pues, que existen poderosas razones que impulsan a 127 EL KYBALION rechazar el término “negativo”, insistiendo en sustituir- lo por la palabra “femenino” en vez del término anti- guo. Los hechos nos conducen a esto, sin tener en cuenta para nada la doctrina hermética, y, por consiguiente, emplearemos la palabra “femenino” en vez de “negati- vo” al hablar de dicho polo de actividad. Las últimas enseñanzas científicas dicen que los corpúsculos o electrones creadores son femeninos. (La ciencia dice que “están compuestos por electricidad negativa” y nosotros que están compuestos por energía femenina.) Un corpúsculo femenino se destaca, o me- jor dicho, deja a un corpúsculo masculino y comienza una nueva carrera. Activamente busca una unión con un corpúsculo masculino, animado por el impulso natural, a crear nuevas formas de materia o energía. Cierto autor va aún más lejos y dice que “en seguida busca, por su propia voluntad, una unión”... Este desprendimiento y unificamiento forma la base de la mayor parte de las ac- tividades en el mundo químico. Cuando un corpúsculo femenino se une a otro masculino, empieza determina- do proceso. Las partículas femeninas vibran más inten- samente bajo la influencia de la energía masculina y giran rápidamente en torno de esta última. El resultado es el nacimiento de un nuevo átomo. Este nuevo átomo está compuesto realmente por una unión de electrones masculinos y femeninos, pero cuando la unión se efec- túa el átomo es una cosa separada, que posee ciertas propiedades, pero que ya no manifiesta más la propie- dad de electricidad en libertad. El proceso del despren- dimiento o separación de los electrones femeninos se llama “ionización”. Estos electrones o corpúsculos son los obreros más activos en el campo de la Naturaleza. 128 TRES INICIADOS De sus uniones o combinaciones surgen las diversas manifestaciones de la luz, del calor, de la electricidad, del magnetismo, de la atracción, de la repulsión, de las afinidades químicas y sus contrarios, así como otros fenómenos de índole similar. Y todo surge de la opera- ción del principio de género en el plano de la energía. El papel del principio masculino parece ser el de dirigir a cierta energía inherente hacia el principio femenino, poniendo así en actividad el proceso crea- dor. Pero el principio femenino es el único que ejecuta siempre el trabajo activo creador en todos los planos absolutamente. Pero, sin embargo, cada principio es incapaz de energía operadora sin la ayuda del otro. En algunas de las formas de la vida los dos principios se combinan en un solo organismo. Por esta razón, todo en el mundo orgánico manifiesta ambos géneros: siempre está el principio masculino presente en la forma feme- nina. Las enseñanzas herméticas comprenden en gran parte la operación de los dos principios del género en la producción y manifestación de las diversas formas de energía, etc., pero no es necesario entrar en detalles sobre el mismo en este punto, pues no es posible endo- sarlas momentáneamente con pruebas científicas que aún no existen, debido a que la ciencia no ha progresado todavía suficientemente. Pero el ejemplo expuesto sobre los fenómenos de los electrones o corpúsculos demuestra que la ciencia está en el verdadero camino y también da una idea general sobre los principios subya- centes. Algunos investigadores científicos han anuncia- do su creencia de que en la formación de los cristales se encuentra algo que corresponde a una especie de activi- 129 EL KYBALION dad sexual, lo que es una prueba más de la dirección de donde sopla el viento actualmente sobre el campo de la ciencia. Y cada año que pasa aportará nuevos hechos que corroborarán la exactitud del Principio Hermético de Género. Se encontrará que el género está en opera- ción constante, manifestándose en todo el campo de la materia inorgánica, así como en el campo de la energía o fuerza. La electricidad se considera actualmente como “algo” en lo que todas las demás formas de energía se mezclan o disuelven. La Teoría Eléctrica del Universo es la última doctrina científica emitida, y está adqui- riendo rápidamente gran popularidad y aceptación. Y de esto se deduce que si hemos podido descubrir en el fenómeno de la electricidad, en la misma raíz o fuente de sus manifestaciones, una evidencia clara e inequívo- ca de la presencia del género y sus actividades, se puede afirmar sin miedo que la ciencia llegará últimamente a ofrecer pruebas de la existencia, en todos los fenóme- nos del universo, de ese gran principio hermético: el Principio de Género. No es necesario perder el tiempo hablando del conocido fenómeno de la “atracción y de la repulsión” de los átomos, de la afinidad química, de los amores y odios de las moléculas, de la atracción o cohesión entre las partículas de la materia. Esos hechos son harto cono- cidos como para exigir mayores comentarios. Pero, ¿se ha pensado alguna vez en que todas esas cosas no son más que manifestaciones del principio de Género? ¿No se ve claramente que el fenómeno es general, trátese de corpúsculos, moléculas o electrones? Y todavía más: ¿no es enteramente razonable y lógica la enseñanza hermética que afirma que la misma ley de la gravitación 130 TRES INICIADOS —esa extraña atracción por la cual todas las partículas y Cuerpos en el universo tienden unos hacia otros— no es sino otra manera de manifestarse del principio del género, que opera en la dirección de atraer las energías masculinas hacia las femeninas y viceversa? No es posible ofrecer pruebas científicas por el momento, pero si se examinan los fenómenos a la luz de las doctri- nas herméticas sobre el asunto, se verá que no existe hipótesis alguna mejor que la actual que explique los problemas. Sométanse todos los fenómenos físicos a la prueba, y se verá que el principio del género se hace evidente. Pasemos ahora a considerar la operación de este principio en el plano mental. Muchos hechos interesan- tes están esperando nuestro examen. 131 XIV. Género Mental Los estudiantes de psicología que han seguido atentamente el tren del pensamiento moderno en lo que respecta a los fenómenos mentales habrán quedado extrañados de la rara insistencia de la idea o concepto de la dualidad mental que se ha manifestado tan fuerte- mente durante los diez o quince años últimos, y que ha dado origen a gran número de plausibles teorías concer- nientes a la naturaleza y constitución de esa “doble mente”. El difunto Thomson J. Hudson alcanzó gran popularidad en 1893 al enunciar su conocida teoría sobre las mentes “objetiva y subjetiva” que, según sos- tenía, existían en cada individuo. Otros autores han lla- mado igualmente la atención con sus teorías referentes a las mentes “consciente y subconsciente”, mentes voluntaria e involuntaria, mentes activa y pasiva, etc. Esas teorías podrán diferir según cada autor, pero siem- pre queda el principio básico que es el de la dualidad mental. El estudioso de la Filosofía Hermética se siente tentado por la sonrisa cuando lee y oye hablar de esas numerosas teorías nuevas, respecto a la dualidad de la mente, adhiriéndose cada escuela tenazmente a su pro- pia doctrina, proclamando cada una con empeño que ha 133 EL KYBALION sido ella la que ha descubierto la verdad. El estudiante que hojee el libro de la historia oculta encontrará en su mismo principio referencias a las antiguas enseñanzas herméticas sobre el principio del género. Y si prosigue su examen, encontrará que esa antigua filosofía cono- ció el fenómeno de la dualidad mental y la explicó mediante la teoría del género en la mente. Este concepto del género mental puede ser explicado en pocas pala- bras a los estudiantes que ya se han familiarizado con las teorías modernas que aluden al mismo. El principio masculino de la mente corresponde a la llamada mente objetiva, mente consciente, mente voluntaria o activa, etc., en tanto que el principio femenino corresponde a la llamada mente subjetiva, subconsciente, involuntaria, pasiva, etc. Por supuesto, la enseñanza hermética no concuerda con las muchas teorías modernas concer- nientes a las dos fases de la mente, ni admite muchos de los hechos proclamados por esas escuelas en apoyo de ese doble aspecto. Si indicamos la base de la concordan- cia es para facilitar al estudiante la asimilación de los conocimientos adquiridos con anterioridad sobre la Filosofía Hermética. Los estudiantes de Hudson cono- cerán la proposición que se hace en el principio del segundo capítulo de su obra The Law of Psychic Pheno- mena (“La Ley de los Fenómenos Psíquicos”), que dice: “La jerigonza mística de los filósofos herméticos ex- presa la misma idea general...”, o sea la dualidad de la mente. Si el doctor Hudson se hubiera tomado el trabajo de descifrar algo más “la jerigonza mística de la Filoso- fía Hermética” hubiera recibido mucha luz sobre el punto de la dualidad de la mente; pero entonces, quizá, su obra más interesante no hubiera sido escrita. Consi- 134 TRES INICIADOS deremos ahora las enseñanzas herméticas concernien- tes al género mental. Los instructores herméticos imparten enseñanzas concernientes a este punto, pidiendo a sus discípulos que se atengan al proceso de su propia conciencia a su propio yo. El discípulo fija entonces su atención inter- namente sobre el ego que está en cada uno de nosotros. Cada estudiante ve que su propia conciencia le da como primer resultante de la existencia de su yo: “Yo Soy”. Esto, al principio, parece ser la palabra final de la con- ciencia, pero un examen ulterior desprende el hecho de que este “yo soy” puede separarse en dos partes distin- tas O aspectos que, si bien trabajan al unísono y en con- junción, sin embargo pueden ser separadas en la con- ciencia. Si bien al principio parece que sólo existe un único Yo, un examen más cuidadoso revela que existe un “yo” y un “mí”. Este par mental difiere en características y naturaleza, y el examen de ésta, así como de los fenóme- nos que surgen de la misma, arrojan gran luz sobre muchos de los problemas de la influencia mental. Comencemos considerando el “mf”, que general- mente se confunde con el “yo”, si no se profundiza mucho en los recesos de la conciencia. El hombre pien- sa en sí mismo (en su aspecto de “mí” o “me””) como si estuviera compuesto por ciertos sentimientos, agrados, gustos y disgustos, hábitos, lazos especiales, caracte- rísticas, etc., todo lo cual forma su personalidad, o el ser que conoce él mismo y los demás. El hombre sabe que estas emociones y sentimientos cambian, que nacen y mueren, que están sujetos al principio del Ritmo y el de Polaridad, cuyos principios lo llevan de un extremo a 135 EL KYBALION otro. También piensa de sí mismo como cierta suma de conocimientos agrupados en su mente, que forman así una parte de él. Este es el “mí” o “me” del hombre. Pero quizá hemos procedido demasiado aprisa. El “mí” de muchos hombres está compuesto en gran parte de la conciencia que tienen de su propio cuerpo y de sus apetitos físicos, etc. Y, estando su conciencia limitada en alto grado a su naturaleza corporal, prácticamente “vive allí”. Algunos hombres van tan allá en esto que consideran su apariencia personal como una parte de su “mí”, y realmente la consideran parte de sí mismos. Un escritor dijo con mucho humorismo en una oportunidad que el hombre se compone de tres partes: “Alma, cuerpo y vestidos”. Y esto haría que muchos perdieran su per- sonalidad si se les despojara de sus vestidos. Pero aun aquellos que no están tan estrechamente esclavizados con la idea de su apariencia personal, lo están por la conciencia de sus cuerpos. No pueden concebirse sin él. Su mente les parece que es algo “que pertenece” a su cuerpo, lo que, en muchos casos, es realmente cierto. Pero conforme el hombre adelanta en la escala de la conciencia, va adquiriendo el poder de desprender a su “mí” de esa idea corporal, y puede pensar de su cuerpo que es algo “que pertenece a” su propia parte mental. Pero aun entonces es muy capaz de identificar el “mí” completamente con sus estados mentales, sensaciones, etc., que siente que existen dentro de él; e identificará esos estados consigo mismo, en vez de estimarlos como simples “cosas” producidas por su mentalidad, existen- tes en él, dentro de él y proviniendo de él, pero que, sin embargo, no son él mismo. Puede comprobar también que esos estados cambian mediante un esfuerzo voliti- 136 TRES INICIADOS vo, y que es capaz de producir una sensación o estado de naturaleza completamente opuesta de la misma manera y, sin embargo, sigue existiendo siempre el mismo “mí”. Después de un tiempo, podrá así dejar a un lado esos di- versos estados mentales, emociones, sentimientos, há- bitos, cualidades, características y otras posesiones per- sonales, considerándolas como una colección de cuali- dades, curiosidades o valiosas posesiones del “no mí”. Esto exige mucha concentración mental y poder de aná- lisis de parte del estudiante. Pero este trabajo es posible, y hasta los que no están muy adelantados pueden ver en su imaginación cómo se realiza el proceso descrito. Después de realizado ese ejercicio, el discípulo se encontrará en posesión consciente de un “Ser” que puede ser considerado bajo su doble aspecto del “yo” y del “mí”. El “mf” se sentirá como algo mental en lo que pueden producirse los pensamientos, ideas, emociones, sentimientos y otros estados mentales. Puede ser consi- derado como si fuera la “matriz mental”, según decían los antiguos, capaz de generar mentalmente. Este “mí” se denuncia a la conciencia poseyendo poderes de crea- ción y generación latentes, de todas clases. Su poder de energía creadora es enorme, según puede sentirlo uno mismo. Pero a pesar de todo se tiene la conciencia de que debe recibir alguna forma de energía, bien del mis- mo “yo”, inseparable compañero, o bien de algún otro “yo”, a fin de que así pueda producir sus creaciones mentales. Esta conciencia aporta consigo una realiza- ción de la enorme capacidad de trabajo mental y de poder creador que encierra. El estudioso encuentra pronto que no es todo lo que hay en su conciencia íntima, pues ve que existe un algo 137 EL KYBALION mental que puede “querer” que el “mí” obre de acuerdo con cierta línea creadora y que, sin embargo, permane- ce aparte, como testigo de esa creación mental. A esta parte de sí mismo se le da el nombre del “yo”, Y puede reposar en su conciencia a voluntad. Allí se encuentra no una conciencia de una capacidad de generar y crear activamente en el sentido del proceso gradual común a las operaciones mentales, sino más bien la conciencia de una capacidad de proyectar una energía del “yo” al “mí”: “Querer” que la creación mental comience y proceda. También se experimenta que el “yo” puede permanecer aparte, testigo de las operaciones o crea- ciones mentales del “mí”. Este doble aspecto existe en la mente de toda persona. El “yo” representa al Princi- pio Masculino del género mental, y el “mí” al Principio Femenino. El “yo” representa el aspecto de Ser; el “mí” el aspecto de “devenir”. Se notará que el principio de correspondencia opera en este plano lo mismo que en el que se realiza la creación del Universo. Los dos son parecidos, si bien difieren enormemente en grado. “Como arriba es abajo, como abajo es arriba”. Estos aspectos de la mente —los principios mascu- lino y femenino— el “yo” y el “mf” —considerados en relación con los fenómenos psíquicos y mentales ya conocidos—, dan la clave maestra para dilucidar la ope- ración y manifestación de esas nebulosas regiones de la mente. El principio del género mental aporta la verdad que se encierra en todo el campo de los fenómenos de in- fluencia mental. La tendencia del principio femenino es siempre la de recibir impresiones, mientras que la tendencia del masculino es a darlas o a expresarlas. El principio 138 TRES INICIADOS femenino tiene un campo de acción mucho más variado que el masculino. El principio femenino conduce el trabajo de generar nuevos pensamientos, conceptos, ideas, incluso la obra de la imaginación. El masculino se contenta con el acto de “querer” en sus varias fases. Sin embargo, sin la ayuda activa de la voluntad del prin- cipio masculino, el femenino puede contentarse con generar imágenes mentales que son el resultado de impresiones recibidas del exterior, en vez de producir creaciones mentales originales. Las personas que pueden prestar continuada aten- ción a un sujeto emplean activamente ambos principios mentales: el femenino, en el trabajo activo de la genera- ción mental, y el masculino en estimular y dar energía a la porción creadora de la mente. La mayoría apenas hace uso del principio masculino, y se contenta con vivir de acuerdo con los pensamientos e ideas que se filtran en su “mí” y provienen del “yo” de otras mentalidades. Pero no es nuestro propósito detenernos en esta faz del asunto, cosa que puede estudiarse en cualquier tratado bueno de psicología, con la clave ya indicada sobre el género mental. El estudioso de los fenómenos psíquicos conoce la realidad de los maravillosos fenómenos clasificados como telepatía, influencia mental, sugestión, hipnosis, etc. Muchos han buscado explicación a estas diversas fases de los fenómenos, siguiendo las teorías de duali- dad mental promulgadas por los diferentes instructo- res; y hasta cierto punto están en lo cierto, porque real- mente existe una manifestación clara y definida de dos fases distintas de actividad mental. Pero si esos estu- diantes consideraran esa dualidad a la luz de las ense- 139 EL KYBALION ñanzas herméticas concernientes a la vibración y al género mental, verían que la clave tan buscada la tienen al alcance de la mano. En los fenómenos telepáticos se ve que la energía vibratoria del principio masculino se proyecta hacia el principio femenino de otra persona, y que esta última absorbe ese pensamiento y le permite desarrollarlo y madurarlo. En la misma forma obra la sugestión y la hipnosis. El principio masculino de una persona da la sugestión dirigiendo una corriente de energía o poder vibratorio hacia el principio femenino de otra, y ésta, al aceptarla, la hace suya y piensa en consecuencia. Una idea así alojada en la mente de otra persona crece y se desenvuelve, y a su tiempo es considerada como una verdadera creación mental del individuo, mientras que en realidad no es más que el huevo de un cuco puesto en el nido del gorrión, pues aquel pájaro pone sus huevos en nido ajeno. El proceso normal es que el principio masculino y el femenino de una persona obren coordi- nada y armoniosamente, en conjunto. Pero, por desgra- cia, el principio masculino del hombre corriente es de- masiado inerte y perezoso para obrar y el despliegue de poder volitivo es muy ligero y, en consecuencia, la mayoría está dirigida por las mentes y voluntades de los demás a quienes se permite querer y pensar por uno mismo. ¿Cuántos pensamientos u obras originales hace el hombre corriente? ¿No es la mayoría de los hombres simple sombra o eco de los que tienen una mente o vo- luntad más fuerte que la suya? La perturbación provie- ne de que el hombre corriente descansa casi completa- mente en su conciencia del “mí” y no comprende que realmente tienen un “yo”. Está polarizado en su princi- 140 TRES INICIADOS pio femenino mental, y en su principio masculino, en el que reside la voluntad, está inactivo e inerte. El hombre fuerte del mundo manifiesta invariable- mente el principio masculino de voluntad, y su fuerza depende materialmente de este hecho. Y en vez de vivir en las impresiones que le producen otras mentalidades, domina su propia mente, mediante su voluntad, obte- niendo así la clase de imágenes mentales que quiere y dominando así también las mentes ajenas de la misma manera. Contémplese un hombre fuerte y véase cómo se las arregla para implantar sus gérmenes mentales en la mente de las masas, obligándolas así a pensar de acuerdo con sus deseos. Este es el porqué las masas son como rebaños de carneros, que nunca originan una idea propia ni emplean sus propios poderes y actividades mentales. La manifestación del género mental puede notarse en todas partes diariamente. Las personas magnéticas son las que pueden emplear su principio masculino para imprimir sus ideas sobre los demás. El actor que hace reír o llorar a la concurrencia está haciendo uso de este principio. Igualmente sucede con el orador, político, predicador o cualquier otro que atraiga la atención pública. La influencia peculiar que ejerce un hombre sobre otro es debida a la manifestación del género mental según las líneas vibratorias ya indicadas. En este prin- cipio está el secreto del magnetismo personal, de la fascinación, etc., así como también de los fenómenos agrupados bajo el nombre de hipnosis. El estudiante que se ha familiarizado con los fenó- menos generalmente denominados psíquicos habrá descubierto la importante parte que desempeña en los 141 EL KYBALION citados fenómenos esa fuerza que la ciencia llama “sugestión”, por cuyo término se indica el proceso o método por el cual se transfiere una idea o se imprime sobre la mente de otro, obligando así a la segunda mentalidad a obrar concordantemente. Una verdadera comprensión de la sugestión es necesaria para compren- der inteligentemente los varios fenómenos psíquicos a que la sugestión da origen. Pero aún es más necesario el conocimiento de la vibración y del género mental, por- que todo el principio sugestivo depende de éstos. Los escritores sobre materia de sugestión dicen que la mente “objetiva o voluntaria” es la que hace la impre- sión mental, o sugestión, sobre la mente “subjetiva o involuntaria”; pero no describen el proceso ni indican alguna analogía mediante la cual sea más fácil compren- der la idea. Si se contempla el asunto a la luz de las enseñanzas herméticas, se verá que la energización del principio femenino por la energía vibratoria del mascu- lino está de acuerdo con las leyes universales de la Naturaleza, y el mundo natural ofrece innumerables analogías que facilitan la comprensión del principio. En realidad, la doctrina hermética afirma que la misma creación del universo obedece a dicha ley y que en todas las manifestaciones creadoras sobre los planos espiri- tual, mental y físico, siempre está en operación el prin- cipio de género: la expresión de los principios masculi- no y femenino. “Como arriba es abajo, como abajo es arriba”. Y aun más que esto: cuando se comprende este principio se es capaz de clasificar inteligentemente de inmediato los variados fenómenos psicológicos, en vez de quedarse confuso ante ellos. El principio realmente trabaja en la práctica, porque está basado en las leyes 142 TRES INICIADOS universales e inmutables de la vida. No entraremos ahora en una dilucidación detallada de los diversos fenómenos concernientes a la influencia mental o a la actividad psíquica. Hay muchos libros, en su mayor parte muy buenos, que se han escrito últimamente sobre el asunto. Los hechos principales señalados en esas obras son exactos, aunque los diversos autores tratan de explicarlos por las diferentes teorías de su propia cose- cha. El estudiante puede familiarizarse con estas mate- rias, y utilizando la doctrina del género mental podrá coordinar convenientemente la masa caótica de teorías y enseñanzas en conflicto, y podrá, además, adueñarse completamente del asunto si a ello se sintiera inclina- do. El objeto de esta obra no es dar una explicación extensa de los fenómenos psíquicos, sino más bien indicar sencillamente la clave maestra que abre las muchas puertas que conducen al Templo del Saber, si se desea explorar su interior. Creemos que al examinar las enseñanzas encerradas en “El Kybalión” es fácil encon- trar la explicación de muchas dificultades que confun- den. De nada sirve entrar en detalles referentes a las muchas características de los fenómenos psíquicos y mentales si al estudiante le son dados los medios para comprender el asunto que atrae su atención. Con la ayuda de “El Kybalión” se puede entrar en cualquier bibliote- ca, pues la antigua luz de Egipto iluminará las páginas confusas y los problemas oscuros. Este es el verdadero objeto de esta obra. No venimos a exponer una filosofía nueva, sino a suministrar las bases fundamentales de la antigua enseñanza universal que esclarece todas las doctrinas, y que servirá para conciliar todas las teorías, por diferentes u opuestas que parezcan. 143 XV. Axiomas Herméticos “La posesión del Conocimiento, si no va acompañada por una manifestación y expre- sión en la práctica y en la obra, es lo mismo que el enterrar metales preciosos: una cosa vana e inútil. El Conocimiento, lo mismo que la Fortuna, deben emplearse. La ley del uso es universal, y el que la viola sufre por haberse puesto en conflicto con las fuerzas naturales.” EL KYBALION Las enseñanzas herméticas han sido cuidadosa- mente mantenidas en secreto, en el corazón de sus afor- tunados poseedores, por las razones ya expuestas, pero nunca se pensó en mantenerlas siempre así. La ley del uso está encerrada en dichas enseñanzas, como puede verse en el párrafo anterior, tomado de “El Kybalión”, que lo afirma estrictamente. Si no se emplea y expresa, el conocimiento es una cosa vana que no puede aportar el menor beneficio a su poseedor ni a su raza. Guardé- monos de toda avaricia mental, y expresemos en la acción lo que hayamos aprendido. Estúdiense los axio- mas y aforismos, pero practíqueselos también. 145 EL KYBALION Damos a continuación algunos de los más impor- tantes axiomas herméticos, tomados de “El Kybalión”, con algunos comentarios agregados. Que cada uno los haga suyos y los practique y emplee, porque nunca se- rán realmente una posesión propia hasta que hallan sido llevados a la práctica. “Para cambiar vuestra característica o es- tado mental, cambiad vuestra vibración” EL KYBALION Uno puede cambiar sus vibraciones mentales mediante un esfuerzo de la voluntad, fijando la aten- ción deliberadamente sobre el estado deseado. La vo- luntad es la que dirige a la atención, y ésta es la que cambia la vibración. Cultívese el arte de estar atento, por medio de la voluntad, y se habrá resuelto el proble- ma de dominar las propias modalidades y estados de la mente. “Para destruir un grado de vibración no deseable, póngase en operación el principio de polaridad y concéntrese la atención en el polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable se mata cambiando su polaridad.” EL KYBALION 146 TRES INICIADOS Esta es una de las más importantes fórmulas her- méticas y está basada sobre verdaderos principios cien- tíficos. Ya se indicó que un estado mental y su opuesto eran sencillamente dos polos de una misma cosa, y que mediante la transmutación mental esa polaridad podía ser invertida. Los modernos psicólogos conocen ese principio y lo aplican para disolver los hábitos no de- seables, aconsejando a sus discípulos la concentración sobre la opuesta cualidad. Si uno tiene miedo, es inútil que pierda su tiempo tratando de matar el miedo, sino que debe cultivar el valor, y entonces el miedo desapa- recerá. Algunos autores han expresado esta idea, ilus- trándola con el ejemplo de una habitación oscura. No hay que perder el tiempo tratando de arrojar afuera a la oscuridad, sino que es muchísimo mejor abrir las venta- nas y dejar entrar la luz, y la oscuridad desaparecerá por sí sola. Para matar una cualidad negativa es necesario concentrarse sobre el polo positivo de esa misma cuali- dad, y las vibraciones cambiarán gradualmente de negativas en positivas, hasta que finalmente se polari- zará en el polo positivo, en vez de estarlo en el negativo. La inversa es también verdad, porque muchos han en- contrado el Dolor por haberse permitido vibrar dema- siado constantemente en el polo negativo de las cosas. Cambiando la polaridad pueden dominarse las modali- dades y estados mentales, rehaciendo toda la disposi- ción propia y construyendo así el carácter. Gran parte del dominio que los herméticos avanzados poseen so- bre su mentalidad es debida a la inteligente aplicación de la polaridad, que es uno de los más importantes as- pectos de la transmutación mental. Recuérdese el axio- ma hermético, citado anteriormente, que dice: 147 EL KYBALION “La mente, así como los metales y los elemen- tos, pueden transmutarse de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibra- ción en vibración.” EL KYBALION Dominar la polaridad significa dominar los princi- pios de la transmutación o alquimia mental; porque, salvo que se adquiera el arte de cambiar la propia pola- ridad, no se podrá afectar el ambiente que nos rodea. Si comprendemos ese principio podemos cambiar nuestra propia polaridad, así como la de los demás, siempre que dediquemos a ello el tiempo, el cuidado, el estudio y la práctica necesarios para dominar ese arte. El principio es verdad, pero los resultados que se obtienen dependen de la persistente paciencia y práctica del estudioso. “El Ritmo puede neutralizarse mediante el Arte de la Polarización.” EL KYBALION Como ya explicamos en los capítulos anteriores, los herméticos sostienen que el Principio de Ritmo se manifiesta en el Plano Mental, así como en el Plano Físico, y que la encadenada sucesión de modalidades, sentimientos, emociones y otros estados mentales son debidos al movimiento oscilante del péndulo mental, que nos arrastra de un extremo a otro. Los herméticos enseñan además que la ley de la neutralización nos capacita, en gran extensión, a sobreponernos a la opera- 148 TRES INICIADOS ción del Ritmo en la conciencia. Como ya hemos expli- cado, existe un plano de conciencia superior, así como uno inferior, y el Maestro, elevándose mentalmente al plano superior, hace que la oscilación del péndulo mental se manifieste en el plano inferior, mientras él permanece en el otro, librando así a su conciencia de la oscilación contraria. Esta se efectúa polarizándose en el Yo Superior, elevando así las vibraciones mentales del Ego sobre el plano de conciencia ordinario. Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa y permitir que ésta pase por debajo. El hermético avanzado se polariza en el polo positivo de su ser, el YO SOY, más bien que en el polo de su personalidad, y rehusando y negando la operación del Ritmo, se eleva sobre su plano de conciencia, permaneciendo firme en su afirmación de ser, y la oscilación pasa en el plano inferior, sin cambiar para nada su propia polaridad. Esto lo realizan todos los individuos que han alcanzado cualquier grado de dominio propio, comprendan o no la ley. Esas perso- nas rehúsan sencillamente el dejarse arrastrar por la oscilación, y afirmando resueltamente su superioridad permanecen polarizados positivamente. El maestro, por supuesto, alcanza un mayor grado de perfecciona- miento porque comprende perfectamente la ley que está dominando con la ayuda de una ley superior, y mediante su voluntad adquiere un grado de equilibrio y firmeza casi imposible de concebir por los que se dejan llevar de un lado a otro por las oscilaciones de emotividad. Recuérdese siempre, sin embargo, que el principio del Ritmo no puede ser destruido, porque es indestruc- tible. Sólo es posible sobreponerse a una ley equilibrán- dola con otra, manteniéndose así el equilibrio. Las leyes 149 EL KYBALION del equilibrio operan tanto en el plano mental como en el físico, y la comprensión de esas leyes le permiten a uno sobreponerse a ellas, contrabalanceándolas. “Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de Causación y uno pue- de emplear las leyes del plano superior para dominar a las del inferior.” EL KYBALION Comprendiendo la práctica de la polarización, el hermético se eleva al plano superior de causación, equilibrando así las leyes de los planos inferiores. Ele- vándose sobre el plano de las causas ordinarias se con- vierte uno, hasta cierto punto, en una causa, en vez de ser un simple efecto. Pudiendo dominar los sentimien- tos y modalidades propias, y neutralizando el ritmo, se puede rehuir gran parte de las operaciones de la ley de causa y efecto en el plano ordinario. Las masas se dejan arrastrar, obedeciendo al ambiente que las rodea, a las voluntades y deseos de algunos hombres más fuertes que ellas, a los efectos de las tendencias heredadas o a las sugestiones u otras causas exteriores, no siendo más que simples fichas en el tablero de ajedrez de la vida. Elevándose sobre esas causas, los herméticos avanza- dos buscan un plano de acción mental superior, y domi- nando sus propias cualidades, se crean un nuevo carác- ter, cualidades y poderes, mediante los cuales se sobre- ponen a su ambiente ordinario, haciéndose así directo- res en vez de dirigidos. Esos individuos ayudan a la 150 TRES INICIADOS realización del juego de la vida conscientemente, en vez de dejarse mover por influencias, poderes o volun- tades externas. Emplean el principio de causa y efecto en vez de dejarse dominar por él. Por supuesto, aun los seres más elevados están sujetos a este principio según se manifiesta en los planos superiores, pero en los infe- riores son señores y no esclavos. Según dice “El Kyba- lión”: “El sabio sirve en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a las leyes que están por encima de él, pero en su propio plano y en las que están por debajo de él rige y ordena. Sin embargo, al hacer- lo, forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se sumerge en la Ley, y compren- diendo sus movimientos, opera en ella en vez de ser su ciego esclavo. Semejantemente al buen nadador, va de aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse arrastrar como el madero que flota en la corriente. Sin embargo, el nadador y el madero, el sabio y el ignorante, están todos sujetos a la ley. Aquel que esto comprenda va en el buen camino que conduce al Adeptado.” EL KYBALION Para concluir, recordaremos nuevamente el axio- ma hermético que dice: “La verdadera transmutación hermética es un arte mental”. En dicho axioma el hermético indica que el am- biente externo se influencia mediante el poder de la mente. El Universo, que es totalmente mental, puede 151 EL KYBALION ser solamente dominado mediante la mentalidad. En esta verdad se encontrará la explicación de todos los fenómenos y manifestaciones de los diversos poderes mentales que tanto están atrayendo la atención mutua- mente, en pleno siglo XX. Tras toda la enseñanza dada por las diversas escuelas o religiones, yace siempre constantemente el principio de la substancialidad mental del Universo. Si éste es mental, en su naturaleza intrínseca, fácilmente se deduce que la transmutación mental debe modificar y transformar las condiciones y los fenómenos del Universo, y que la mente debe ser el mayor poder que pueda afectar sus fenómenos. Si se comprende esta verdad, todos los llamados milagros y maravillas dejarán de tener punto alguno oscuro, por- que la explicación es por demás clara y sencilla. r” “El TODO es mente; el Universo es ‘mental ” . EL KYBALION 152 Indice Introduccion — ina ess 7 1. II. III. IV. vi. VIL. VIIL. IX. XI. XII. XIII. XIV. La filosofía Hermética ...........e.eesssessssosoossossssco 13 Los Siete Principios Herméticos ................. 19 I. El Principio del Mentalismo ............. 20 II. El Principio de Correspondencia .... 22 III. El Principio de Vibración „s.s.s... 24 IV. El Principio de Polaridad .............w.... 26 V. El Principio de RIMO cons indie 29 VI. El Principio de Causa y Efecto ......... 31 VII. El Principio de Generación ............ 33 Transmutación Mental .sss.sssrssessssessseseesssesssse 35 Bk TOGO). sip 41 El Universo Mental. ssis 49 La Paradoja Divina ueroconsrrrertorseseoronsoresceresriosass 57 EL TOGO ER DOGO nrun 69 Los Planos de Correspondencia „s.s.s... 79 VIDA is 93 A ia: ccsssicscsssnnasesnesnsossvssessbvasntisiesseivinessnsess 101 RIO: ns 109 CAUSAClON iscsi iene 117 Genero’ Sceke SS eee 125 Género Mental....e.ssessssossssosssoeressssssseosessssesesescesee 133 Axiomas HerméticoS sansin 145