ANDREAS FABER-KAISER EL MUÑECO HUMANO Y OTROS ARTÍCULOS UNA INVESTIGACIÓN PROFUNDA SOBRE EL FENÓMENO OVNI Y SU INFLUENCIA EN LA HISTORIA HUMANA. ARTÍCULOS SELECCIONADOS POR EL ESCRITOR E INVESTIGADOR DANIEL LAPAZANO. Lúba Blanca EL MUÑECO HUMANO Y OTROS ARTÍCULOS ANDREAS FABER-KAISER Indice El Muñeco Humano Los Primeros Contactados La Vida Secreta de Jesús OVNIs en la Antiguedad La Conquista Programada Los Amigos Voladores de los Indios Hopi Los Túneles de América La Cruz del Diablo La Isla Secreta El Invasor Anónimo Sombras Extraterrestres MK-Ultra La Mentira de la Colza Borrón y Cuenta Nueva La Conspiración de los lluminados Cuestionario 18 31 61 72 82 89 97 109 124 137 148 155 166 177 180 Sobre el Autor Andreas Faber-Kaiser, licenciado en Filosofía y Letras, nació en Barcelona en 1944 y falleció en 1994, Autor especializado en la investigación de aspectos de nuestra historia que los poderes establecidos intentan ocultar, obtuvo en 1972 el Premio Nacional de Astronáutica Yulio Marial”. Fue director y editor de la revista Mundo Desconocido, prestigiada en su momento a nivel mundial como una de las tres primeras publicaciones en su género, y galardonada en 1980 con el "Premio Secinter” a la mejor revista especializada. En verano de 1988 presentó en Catalunya Ràdio el programa “Què volen aquesta gent” (“Qué quiere esta gente”), ciclo dedicado a la problemática extraterrestre y de los objetos volantes no identificados. Desde su fundación en 1989 y hasta mayo de 1992 fue coordinador internacional de la revista Más Allá de la Ciencia -la revista de mayor difusión a nivel mundial en el campo de las paraciencias-, de la que también fue consejero editorial, cargo que ocupó igualmente en JC Ediciones S.A. de 1988 a 1994 dirigió, realizó y presentó en Catalunya Ràdio el programa de temática esotérica "Sintonía Alfa” alternando con el programa especial ‘Arxiu Secret”. Sus viajes de investigación le llevaron a buena parte de Europa, Asia, América y Oceanía, y representó a España en congresos internacionales celebrados en España, Alemania, Croacia, México y Costa Rica. En Agosto de 1992 abrió como primer ponente el Curso Especializado en Extensión Cultural "Grandes enigmas los OVNis”, organizado por la Universidad Complutense de Madrid, y que constituyó el primer curso de Ufología celebrado en una universidad española. Sus viajes de investigación le llevaron a buena parte de Europa, Asia, América y Oceanía, consecuencia de ellos son la publicación de algunos de sus libros, como el pólemico Jesús vivió y murió en Cachemira (1976). Un libro donde exponía la posibilidad de que Jesús de Nazaret no hubiera muerto en la cruz, sino que una vez curado de sus graves heridas causadas durante la crucifixión huyera hacia el este en busca de las tribus perdidas de Israel y una vez en Cachemira hubiera comenzado una nueva vida muriendo a un edad muy avanzada de muerte natural. No menos controvertido fue su libro Pacto de silencio (1988), un libro sobre el Síndrome Tóxico, una enfermedad aparecida en 1981 y causada oficialmente por el consumo de aceite de colza desnaturalizado, consecuencia del fraude alimentario realizado por unos comerciantes aceiteros, que lo distribuían en venta ambulante como aceite de oliva, causando 1.100 muertos y más de 60.000 afectados. En este libro intenta demostrar que la causa del Síndrome Tóxico no fue el aceite de colza, que era totalmente inocuo, sino la ingesta de tomates tratados con una combinación nematicida organotiofosftorada (pesticidas), concretamente con Nemacur (fenamiphos) y Oftanol (isofenphos) de la multinacional Bayer, en un ensayo de guerra química perpetrado seguramente por el gobierno de los Estados Unidos. En su último artículo, publicado en el número 56 (octubre de 1993) de la revista Más Allá de la Ciencia, bajo el título de "Confesiones de Anareas Faber-Kaiser entre la vida y la muerte”, reconoció que era portador del VIH, sin poderse explicar cómo había podido introducirse en el interior de su cuerpo, y relacionándolo con sus investigaciones sobre el Síndrome Tóxico, ya que tanto él como otros investigadores y médicos que intentaron avanzar realmente en el origen de esta extraña dolencia murieron o padecerieron súbitas y extrañas enfermedades. Andreas Faber-Kaiser murió en el hospital barcelonés de Can Ruti (Hospital Universitario Germans Trias i Pujol) el 14 de marzo de 1994 a los 49 años de edad. EL MUÑECO HUMANO Andreas FABER-KAISER Nos fabricaron para utilizarnos Algunos científicos de avance y los legados más antiguos de nuestra historia con- vergen en una explicación lógica para el origen de la humanidad: una civilización cósmica para nosotros desconocida nos fabricó en un pasado remoto. Más ade- lante alguien —ya sea el mismo programador original u otro distinto— efectuó una mutación en el ser programado, para encarrilar nuestro desarrollo genético hacia nuestra condición humana actual. Pero, ¿qué hicieron nuestros programadores después de habernos fabrica- do y posiblemente mutado en un estadio más tardío? ¿Nos abandonaron a nuestra suerte? ¿O, más bien, han venido controlando el desarrollo de nues- tra existencia? Existen suficientes ejemplos que evidencian que en el pasado y también hoy en día alguien más —y por lo menos tecnológicamente, más avanzado— se mantuvo y se mantiene cerca de nosotros, acompañándonos a lo largo de toda nuestra historia. Pero no solamente se han dedicado a controlarnos, sino que en determi- nados momentos históricos decisivos para la marcha de la humanidad, han intervenido directamente para encauzarla en uno u otro sentido. En la etapa antigua de nuestra historia, los seres para nosotros desconoci- dos descendían habitualmente de las alturas para convivir con el ser humano sobre el planeta que habitamos. Dado que sus actuaciones y su tecnología se escapaban a la comprensión del hombre primitivo, que era incapaz de imitar lo que estos seres desconocidos podían hacer, tales visitantes fueron toma- dos necesariamente por nuestros antepasados por auténticos dioses, cosa que en cierta forma no deja de ser cierta para nosotros, en el supuesto de que ellos sean nuestros fabricadores. Sus actuaciones fueron interpretadas natu- ralmente por el hombre primitivo y medieval como expresiones inequívocas de la divinidad. Pero con el paso del tiempo, la situación ha cambiado: los que fueron dioses hasta hace poco, comienzan a esconder su careta divina para irse diluyendo en el anonimato. ¿Por qué? Porque nuestra propia evolución nos ha conducido a un punto en el que nuestros actuales conocimientos no les permiten ya ser identificados con la imagen de seres divinos. Hoy ya sabemos que lo que ellos hicieron en el pasado, lo pueden hacer otros, lo podemos en parte hacer nosotros, simples humanos. Y lo qué aún no podemos hacer hoy lo podemos —extrapolando nuestros conocimientos actuales— alcanzar hipotéticamente en el futuro. Así, el contacto con ellos, en vez de darse en un contexto religioso como se dió en la antigüedad y en el medioevo, se intuye en un futuro a un nivel científico posiblemente. NO ESTAMOS SOLOS Semejante hipótesis debe de fundamentarse naturalmente en una premisa ineludible: que haya efectivamente vida inteligente en el universo, más allá de los límites de nuestro planeta Tierra. Y que estos supuestos seres inteligentes sean capaces de llegar hasta aquí. ¿Es esto posible”? El 11 de setiembre de 1952, Marshall Chadwell, a la sazón director adjunto del departamento de Inteligencia Científica, le escribe en comunicado interior al director de la Agencia Central de Inteligencia(CIA): El 2 de diciembre de aquel mismo año, le vuelve a comunicar a su director que: La presencia de objetos volantes no identificados y la presencia de se- res inteligentes no pertenecientes a nuestra comunidad humana terrestre, se manifiesta como una constante en el curso de nuestra evolución, desde la antigüedad hasta nuestros días. Si bien la ciencia académica se niega a acep- tarla como un hecho. Argumenta para ello que el viaje interplanetario preciso para que seres de otra civilización cósmica visitaran efectivamente nuestro planeta es de todo punto imposible. Pero tal y como afirma el premio Nobel de química Ilya Prigogine, las teorías acaban siempre por ser rebatidas: su verdad es parcial, provisional. No debemos adaptar los hechos a nuestra inteligencia, sino que debemos aspirar a elevar esta inteligencia a un grado en el que pueda entender y asimilar los hechos, aunque en estos momentos aún se le antojen absurdos. También era un absurdo para los hombres del siglo XVIII el hecho o la simple idea de que el hombre viajara algún día hasta la Luna y pegara torpes saltos sobre su superficie, y, sin embargo, ésta es una experiencia superada hoy en día y aceptada por todos: por los hechos consumados, en definitiva. A lo que debemos aspirar es a lograr comprender algún día la realidad subyacente y el sentido de los fenómenos inexplicados que se han venido produciendo a lo largo de la historia humana y que actualmente se siguen produciendo y prodigando. ANSIAS DE CONTACTO Pero así como la mayoría de la comunidad científica no contempla la posi- bilidad de la presencia de seres extraños en nuestro planeta, sí acepta como probable la existencia de otras civilizaciones en la inmensidad del cosmos. Tanto, que las busca ansiosamente y elabora planes para establecer contacto con las mismas. Los intentos de búsqueda de inteligencias extraterrestres en las profundidades del cosmos, objetivo del programa SETI (Search for Ex- traterrestrial Intelligence = Búsqueda de inteligencia extraterrestre), y los intentos de comunicación con supuestas inteligencias extraterrestres en el espacio, que conforman el programa CETI (Communication with Extratrres- trial Intelligence = Comunicación con inteligencias extraterrestres) siguen un constante curso de perfeccionamiento, lo que pone de manifiesto la voluntad de ciertos sectores de la comunidad científica en entrar en contacto con otros seres inteligentes del universo. El programa SETI se verá notablemente incentivado a partir de 1992 — para conmemorar el 500 aniversario del descubrimiento oficial de América—, con una nueva inyección presupuestaria de 100 millones de dólares, apro- bada en 1988. Este dinero cubrirá una etapa de diez años de búsqueda de inteligencias extratrrestres, concretada en la instalación de seis analizado- res multicanal del espectro radioeléctrico, tres en Arecibo, en Puerto Rico, y otros tres volantes, que se trasladarán periódicamente del hemisferio nor- te al sur, en una búsqueda totalmente automatizada. Con este sistema se escudriñarán secuencialmente las 773 estrellas similares al Sol que se encuen- tran a una distancia inferior a los 80 años-luz, chequeando en cada una de ellas 2.000 millones de canales, mientras que por otra parte se barrerá todo el firmamento visible, en busca de alguna señal extraña que pudiera proce- der de una civilización desconocida. El equipo que se empleará para ello es un analizador multicanal de espectros, el MCSA 2.0, que puede sintonizar simultáneamente hasta 10 millones de frecuencias. En lo que al proyecto CETI respecta, cabe decir que en marzo de 1974, la Junta del Consejo Científico del Area del Problema de Radioastronomía de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética discutió y aprobó un programa de investigación del problema de la comunicación con civilizaciones extrate- rrestres. El programa fue elaborado por la sección de búsqueda de señales cósmicas de origen artificial del Consejo de Radioastronomía, a partir de las recomendaciones de la Conferencia Nacional Soviética sobre el Proble- ma de la Comunicación con Civilizaciones Extraterrestres que tuvo lugar en el observatorio astrofísico de Byurakan, en Armenia, en mayo de 1964, y la conferencia soviético-norteamericana sobre CETI mantenida en el mismo Byurakan en setiembre de 1971. El programa proyectado fue expuesto pre- viamente en la VII Conferencia Nacional Soviética sobre Radioastronomía, convocada en Gorki en 1972, para ser aprobado definitivamente por la Aca- demia de Ciencias de la URSS en 1974. En el texto del programa aprobado por los soviéticos destaca la afirmación de que: NOS VISITAN DESDE SIEMPRE Pero hay otro camino para averiguar si existen y si son capaces de venir a visitarnos. Frente a la totalidad del establishment científico, que apoya la lenta y costosa búsqueda de señales de radio procedentes de seres inteligentes en el universo, cabría proponer una solución mucho más sencilla: intentemos examinar si nuestra Tierra ha sido visitada alguna vez en el pasado, o si está siendo visitada en el presente por seres no terrestres. No debemos perder de vista para ello que, sin necesidad de recurrir a testigos dudosos, a textos equívocos, a grabados de diversa interpretación, los textos que a lo largo de los tiempos han ido reflejando los pasos de la historia de la humanidad, están salpicados de testimonios que ilustran la presencia de objetos volantes que evolucionan de forma inteligente a baja altura, sobre la superficie terrestre. Tampoco es preciso recurrir al cúmulo de leyendas y textos religiosos que claramente hacen referencia a seres que procedentes del cielo entran en con- 4 tacto con los habitantes de la Tierra. No. Sólo hace falta releer los textos de historia. Así, Plinio habla de objetos volantes no identificados en el Libro II de su Historia Natural. Cayo Suetonio refiere que el 1 de enero del año 49 a.JC. Julio César se topó con una figura sobrehumana junto al río Rubicón. En el año 312 el pagano Constantino y todo su ejército contemplaron una cruz luminosa en el cielo. Beda, en su Historia Ecclesiastica, afirma que en el año 664 se presentó sobre las cabezas de las monjas de un monasterio de Barking, junto al Támesis, una sábana volante luminosa. Mientras Carlo- magno irrumpía en Italia, los sajones sitiaron Sigisburg, hasta que hicieron acto de presencia en el aire dos escudos volantes rojizos, que les hicieron huir precipitadamente y someterse luego a Carlomagno y al cristianismo. El 21 de febrero de 1345 una luz misteriosa procedente de las montañas de Montserrat en Catalunya se desplazó en el aire hasta detenerse encima de la población de Manresa, cuyos habitantes siguen celebrando desde entonces anualmente la «vinguda de la misteriosa llum». En un texto que figura en los anales de la Inquisición, el Dr. Eugenio Torralba afirma que efectuaba viajes desplazándose por el aire guiado por una nube de fuego. Bernal Díaz del Castillo, cronista de Hernán Cortés, narra en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España que en el año 1527 los expedicionarios españoles observaron en el aire sobre sus cabezas una enorme espada larga (comparable a la cruz que vio Constantino) que no se mudaba del cielo durante más de veinte días. Mientras que el historiador catalán Geroni Pujades escribe en su Diari el día 30 de setiembre de 1604 que en la madrugada de aquel día los habitantes del obispado de Urgell asistieron a un combate aéreo a baja altura. En la publicación aparece publicada en el año 1874 la noticia del avistamiento de gran número de cuerpos negros que cru- zaban la Luna. En 1885, el astrónomo José A. Bonilla publica un artículo en la revista , en el que explica que los días 12 y 13 de agosto de 1883 contempló desde el observatorio mexicano de Zacatecas, del que era director, el paso de un total de 116 objetos volantes no identificados que en oleadas sucesivas cruzaban por delante del disco solar. Etcétera. La lista se hace interminable. La historia bien habla de estos fenómenos. Si no los omitiéramos, si explicáramos la historia en su totalidad, sin omisiones ni retoques, asimilaríamos con naturalidad que los fenómenos que evidencian la actuación de una inteligencia distinta a la nuestra, forman parte integrante y continuada de la historia de la humanidad. Sabríamos todos un poco mejor en donde nos encontramos. ESTAMOS PROGRAMADOS El premio Nobel Francis H.C. Crick, bioquímico inglés, que en 1953 descubrió la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN), adoptó a finales de 1981 una postura sorprendente: afirmó que en sus orígenes nuestra especie fue creada por una supercivilización galáctica. —dice— En su libro Lafe itself (La vida misma) Francis H.C. Crick expone todos los argumentos de su tesis. ¿UN SIMPLE EXPERIMENTO? Pero también podríamos ser un simple experimento. Imaginemos que una supercivilización que todavía existe en algún punto de la galaxia , o incluso fuera de ella, decidiera, por ejemplo, hace algunos millones de años, crearnos a plazo. Para ella, el tiempo no cuenta. Cuando criamos un ganado que vive sólo unos cuantos años, o simples bacterias en un tubo de ensayo, ¿pen- samos ni por un momento que, para esos microorganismos, nosotros somos prácticamente inmortales? Crick confiesa que esta última idea es de los soviéticos. En efecto, la tesis de una siembra de la Tierra desde una galaxia cobró forma en el Congreso Internacional de Byurakan, en 1971. Especialistas como Vsevolod Troitsky, de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, emitieron allí la teoría de que la Tierra podría ser un campo de experimentación para seres superiores, con los cuales no hay ni que pensar en ponerse en contacto, porque van muy por delante de nosotros. Entonces, ¡son como dioses! VIDA POR DOQUIER Casi simultáneamente con la publicación de la obra de Crick, el profesor de matemáticas aplicadas y astronomía en el University College de Cardiff, en el País de Gales, y director del Instituto de Estudios Fundamentales de Sri Lanka, Nalin Chandra Wickramasinghe, publicó sendos libros escritos en co- laboración con el astrónomo Sir Fred Hoyle, y titulados Space Travellers: the Bringers of Life (Viajeros del espacio: los que trajeron la vida) y Evolution from Space (La evolución desde el espacio), respectivamente. De la lectura de ambos libros, así como de las manifestaciones de otros científicos que investigan la existencia de formas de vida en el universo, se deduce claramente —no sólo como reflexión filosófica o lógica, sino decidida- mente como resultado de comprobaciones puntuales— que la vida no es una prerrogativa del planeta Tierra que habitamos, sino que sus bases se hallan repartidas por doquier en la vasta inmensidad del universo. De forma que la afirmación del premio Nobel Francis H.C. Crick, des- cubridor como dije de la estructura del ADN, en el sentido de que una su- percivilización galáctica nos creó en un pasado remoto, no caracen de base lógica. Nuestra creación fue, en su opinión —recuerdo—, una fabricación programada. EL MUÑECO HUMANO Exactamente de esta fabricación programada a la que aluden algunos científicos de avance, nos hablan también las tradiciones más antiguas del planeta, que quedan perfectamente reflejadas en el legado sagrado de los indios quichés, de la gran familia maya. Cuando el planeta Tierra aún no se había solidificado, y antes de poblarlo por tanto el ser humano, ya estaban ahí los constructores, los fabricadores, los poderosos del cielo. Con esta afirmación, el Popol- Vuh, el libro del Consejo de los quichés, está en línea con las afirmaciones de Francis H.C. Crick: ; Así reza el Popol- Vuh, que además nos cuenta cómo los Dominadores cons- truyeron al ser humano, al hombre, para que éste les adorara y les invocara, ya que sin este detalle de vanidad su creación, su fabricación, no resultaba completa y, más aún, carecía de sentido. Esta necesaria adoración se repite en las tradiciones religiosas más antiguas de numerosas comunidades humanas. ¿Cabe pensar acaso que la energía que emitimos durante semejantes actos de adoración sirve de nutrición a quienes presumiblemente nos diseñaron? , afirma el Popol- Vuh. Narra este mismo “libro del Consejo’ que el primer muñeco formado con tal finalidad no hablaba, por lo cual no los invocaba, motivo por el que fue destruido: La imperfección de este primer intento de biorrobot provocó su destruc- ción por medio del agua, del diluvio: «Entonces fue hinchada la inundación por los Espíritus del Cielo, una gran inundación fue hecha, llegó por encima de las cabezas de aquellos maníquíies.> CON LA MENTE FRENADA Al segundo intento, les salió un hombre tan inteligente y de tan perfecta comprensión, que temieron que supiera y viera demasiado, lo que no les convenía a Los de la Construcción, a los Poderosos del Cielo: <“No está bien lo que dicen nuestros construidos, nuestros formados. Lo conocen todo, lo grande, lo pequeño, dijeron. Por lo tanto, celebraron consejo. ¿Cómo obraremos ahora para con ellos? ¡Que sus miradas no lleguen sino a poca distancia! ¡Que no vean más que un poco la faz de la Tierra! ¡No está bien lo que dicen! ¿No se llaman solamente Construídos, Formados? Serán como dioses, sino engendran, si no se propagan, cuando se haga la germinación, cuando exista el alba; solos, no se multiplican. Que eso sea. Solamente deshagamos un poco lo que quisimos que fuesen; no está bien lo que decimos. ¿Se igualarían a aquellos que los han hecho, a aquellos cuya ciencia se extiende a lo lejos, a aquellos que todo lo ven?”, fue dicho por los Espíritus del Cielo, Dominadores, Poderosos del Cielo. Así hablaron cuando rehicieron al ser de su construcción, de su formación. Entonces fueron petrificados los ojos por los Espíritus del Cielo, lo que los veló como el aliento sobre la faz de un espejo; los ojos se turbaron; no vieron más que lo próximo, esto sólo fue claro. Así fue perdida la Sabiduría y toda la Ciencia de los cuatro hombres, su principio, su comienzo. Así primeramente fueron construidos, fueron formados, nuestros abuelos, nuestros padres.> De esta forma, para evitar que supiera y que viera demasiado, se corrigió a este segundo prototipo de hombre, para conformar definitivamente a la raza humana actual, previo ajuste de clavijas y recorte de su capacidad de com- prensión. Así, no se nos concedió más que una mínima parte del saber. ¿No nos están confirmando las más avanzadas investigaciones de las potenciali- dades de nuestra mente que solamente estamos usando aproximadamente un 10% del total de nuestras posibilidades? O sea, solamente una mínima parte del saber que nos corresponde de acuerdo con nuestro plan de fabricación original. Sorprendentemente, exactamente lo mismo le confirma Gabriel al con- tactado Mahoma, amén de darle un símil minúsculo que acaso pueda hacer alusión al microorganismo que menciona Francis H.C. Crick, al hacer refe- rencia al origen del ser humano: <«¡Predica en el nombre de tu Señor, el que te ha creado! Ha creado al hombre de un coágulo. ¡Predica! Tu Señor es el Dadivoso que ha enseñado a escribir con el cálamo: ha enseñado al hombre lo que no sabía.> Pero, aparte de enseñarnos lo que no sabíamos, el Dadivoso también recalca en el mismo Corán algo bastante más grave y que enlaza con el Popol- Vuh mesoamericano: «No se os ha concedido más que una mínima parte del saber.> LA MAQUINA HUMANA De acuerdo con todo lo expuesto, puede concluirse —al menos como hipótesis— que una supercivilización cósmica recurrió a la ingeniería genética para dar origen al ser humano: a nosotros. Pero, ¿es posible concebir el organismo humano —aquí no entraremos en la discusión de la parte espiritual, anímica o energética de nuestras personalidades, que ocupa este organismo durante el lapso de tiempo de cada una de nuestras vidas individualizadas— como una fabricación, entendiendo esta fabricación en el sentido más amplio de la palabra, y no como una auténtica «creación>, sino como manipulación de los elementos disponibles? Si echamos una vez más una ojeada a la ciencia de avance, veremos que efectivamente, es posible. Solamente hay que tener presentes los progresos que se están realizando en los campos por ejemplo de la biónica ——pronto no habrá prácticamente ningún órgano o parte del cuerpo humano que no pueda reemplazarse por un sofisticado dispositivo de recambio (actualmente se producen en Utah, en los Estados Unidos, más de dos millones de unidades de más de mil recambios para el cuerpo del ser humano)— y de los biochips, que permiten construir ordenadores con la misma materia de la que está hecho el cerebro humano. No debe perderse de vista que nuestro cerebro es una compleja compu- tadora biológica que recibe informaciones a través de los órganos sensoriales de nuestro cuerpo físico, como también los recibe por vía paranormal, sin intervención de estos órganos sensoriales. A base de estas informaciones re- cibidas y debidamente codificadas, el cerebro elabora planes de actuación y envía las órdenes de reacción precisas para cada situación a los respectivos de nuestro cuerpo. Nuestro cerebro es, así, la computadora que actúa a modo de centro de control de nuestro cuerpo. Y éste se atiene a unas leyes y normas constantes en cuanto a composición, estructuración, reacciones, posibilidades de acción y vulnerabilidad. MANIPULACIONES GENETICAS No es por otra parte ningún secreto el hecho de que —sirviéndose de los ácidos nucleicos y de su función como portadores de información— los genetistas están desde hace años investigando la forma de manipular las cadenas de ADN con el objeto de influir en los caracteres hereditarios y así moldear a los seres vivos a su voluntad. Todo ello —que no es posible detallar en este breve espacio, pero que sí lo hago en mi libro El muñeco humano (Ediciones Kaydeda, Madrid) — conduce indefectiblemente a que en un futuro más o menos lejano se pueda diseñar y fabricar un ordenador capaz de copiarse, de reproducirse a sí mismo a su imagen y semejanza. Puesto que no hará otra cosa que atenerse a la constante vital basada en la doble espiral del ADN. Las posibilidades que se abren en el campo de la biónica y del ordenador biológico, nos llevan a la ineludible reflexión de que, si todo esto lo estamos intuyendo y ensayando nosotros ahora, y lo llevaremos a la práctica en un futuro más o menos lejano, pero no inexistente, es fácil suponer que una civi- lización cósmica muchísimo más desarrollada tecnológicamente que nosotros, haya logrado en el pasado el modelo más avanzado: el biorobot superau- tomático e independizado, construido o criado a imagen y semejanza de los propios fabricadores. Este modelo somos nosotros mismos. Las afirmaciones 10 de Francis H.C. Crick y el conocimiento del Popol- Vuh, o sea la ciencia de avance y las más antiguas tradiciones del planeta estarían así en lo cierto: alguien programó nuestra fabricación en algún lejano momento del pasado. Lo más grave de esta situación es que este alguien, precisamente por ser nuestro fabricador, puede seguirnos controlando a voluntad. A la suya, que no es necesariamente la nuestra. © Andreas FABER-KAISER, 1989 Todos los derechos reservados. 11 LOS PRIMEROS CONTACTADOS Andreas FABER-KAISER Siempre han habido seres humanos que se relacionaban con seres inteligentes descendidos del cielo En prácticamente todos los legados de los orígenes de los primeros pueblos del planeta, se pueden hallar vestigios de seres inteligentes, superiores, descendidos de los cielos, que contactan directamente con los humanos. Dando inicio con ello, indefectiblemente, a las respectivas creencias religiosas de los pueblos afectados. En todas las épocas ha habido además personajes singulares que han influído directamente en la marcha de la historia de la humanidad, después de haber sido contactados por entes no humanos. Puede hablarse de personajes contactados o elegidos, como puede también hablarse de pueblos enteros, contactados o elegidos por entidades no humanas. Ante la imposibilidad de referirme a todos ellos en este artículo, me limitaré a los más importantes personajes que en los tiempos antiguos representan a la élite visible de los contactados. Los primeros formados Antes de hablar de los primeros contactados, cabría hablar de los primeros formados, aquellos que fueron puestos por seres superiores sobre la superficie del planeta Tierra, programados para engendrar allí a una nueva raza de seres inteligentes: nosotros. De ello nos hablan las referencias bíblicas a Adán y Eva, en que un ser superior crea a los primeros padres de la especie humana; los relatos del Popol Vuh, el libro sagrado de los quichés, de la gran familia maya, según el cual los poderosos del cielo deciden crear sobre la superficie terrestre a un muñeco de inteligencia restringida —nosotros—; el relato conocido por el Espejo de Iza- nami, con el que los japoneses explican el descenso, en tiempos remotos, de una pareja celeste que procrea sobre el planeta Tierra y deja en él a sus hijos —varón y hembra— para que crezcan y se desarrollen hasta llegar a formar la nación nipona; y las pinturas rupestres conocidas por wandjinas, que son, en los montes Kimberley australianos, las únicas pinturas no trazadas por mano humana, sino directamente por los dioses que en épocas remotas descendie- ron para proporcionar alimento a los nativos —¿los primeros contactados en sentido estricto? —, antes de transformarse en serpientes míticas, ascender al cielo y moverse allí en forma de luces que pueden verse a gran altura —¿los primeros Objetos Volantes No Identificados en sentido estricto?—; etc. Los primeros contactadores Entre los primeros rollos recuperados en 1947 de las cuevas de Qumran, junto al Mar Muerto, nos llama la atención el del Génesis Apocrifon, denominado Manuscrito de Lamech antes de haber sido desenrollado. En él se cuenta cómo Lamech, padre de Noé, vuelto a casa tras larga ausencia, se encuentra con la sorpresa de que su mujer, Bathenosh, había dado a luz a un niño que no acababa de cuadrar en la familia. Su mujer le asegura que el niño no es hijo de ningún extraño ni de ninguno de los Hijos del Cielo, como nos lo relata el propio Lamech de acuerdo con el texto del Libro de Enoch: «Yo he puesto en el mundo a un hijo, diferente a los otros; no es como los hombres, sino que parece un hijo de los mensajeros del cielo.> Esta comparación que hace Lamech parece indicar que él, o incluso la gente de la época, estaban familiarizados con las características o peculiaridades que presentaban estos hijos de los mensajeros del cielo, que por lo tanto habrían efectuado frecuen- tes visitas a los humanos de la época, que podríamos entonces considerar como de los primeros humanos contactados por seres superiores descendidos de las alturas. Producto de las primeras contactaciones: Los gigantes En otro pasaje de su legado, Enoch nos habla ya de la unión de los celestes con las hijas de los hombres: < Y los mensajeros, hijos de los cielos, se dije- ron entre ellos: “Vamos, escojamos mujeres entre los hijos de los hombres y engendremos hijos.”> De estas uniones —siempre de acuerdo con el Libro de Enoch— las hijas de los hombres, que podemos considerar primeras contac- tadas íntimas, . Este relato —que queda confirmado por otros pasajes del Génesis—, tiene sus similitudes con las narraciones tradicionales de los orígenes de otros muchos pueblos del planeta. En todos los casos, los varones de estos coitos cósmicos son de origen extraterrestre, mientras que las hembras que dan a luz a los gigantes o seres diferentes son humanas, terrestres, contactadas. El contactado Lot Bien conocido es el pasaje bíblico que refiere la destrucción de Sodoma y Gomorra, circunstancia que convierte al patriarca Lot en uno de los primeros contactados con nombre conocido. Se conjugan en este pasaje los factores de venganza por parte de los contactadores o emisarios descendidos de las alturas, de protección a una familia concreta, de aviso previo del inminente arrasamiento total, de ataque aéreo y hasta de una posible cuenta atrás, ya que Lot y su familia disponen de un plazo muy breve e improrrogable para abandonar la ciudad a fin de salvar sus vidas. Pero vayamos al texto bíblico: < Cuando los dos emisarios llegaron por la tarde a Sodoma, Lot estaba sentado a la puerta de la población. En cuanto los vio, se levantó para salir a su encuentro, se prosternó de cara al suelo y dijo: “Por favor, señores míos, venid a casa de vuestro siervo para pasar la noche y lavaros los pies...”> Los dos emisarios en un primer momento se niegan aduciendo que dormirán en la plaza, pero a los ruegos insistentes de Lot aceptan y entran en su casa. Al poco rato los hombres de Sodoma llaman a Lot y le exigen que les entregue a los dos forasteros. Lot se niega a ello, ofreciéndoles a cambio a sus dos hijas, que aún no conocieron varón. Ante el enojo del gentío, intervienen los dos misteriosos emisarios, asiendo a Lot y metiéndolo en casa, al tiempo que —obsérvese que es éste uno de los casos en que el texto bíblico denota que los emisarios o ángeles que proceden de las alturas pueden ser absolutamente semejantes a nosotros, ya que sin más los llaman “hombres'— «dijeron a Lot: “Vamos a destruir este lugar: grande es el clamor contra sus habitantes en la presencia de Yahveh, y Yahveh nos ha enviado para exterminarlos.” (...) Al despuntar el alba, y dado que Lot se hacía el remolón, los dos hombres lo tomaron de la mano, así como también a su mujer y a sus dos hijas, y por compasión de Yahveh hacia él, le hicieron salir y lo dejaron fuera de la ciudad. Mientras lo sacaban, dijeron: “¡Sálvate, por tu vida! No se te ocurra mirar atrás ni te entretengas en ningún lugar de la llanura. ¡Sálvate en la montaña, no fuera caso de que murieras!”> Poco después, < Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego que venían de Yahveh desde el cielo. Y destruyó estas ciudades y toda la llanura con todos los habitantes de las ciudades y las plantas de la tierra. La mujer de Lot miró hacia atrás, y se convirtió en una estatua de sal.> (Esta circunstancia hizo apuntar a algunos estudiosos la hipótesis de que se produjo allí una auténtica explosión nuclear.) «Abraham fue muy de mañana al lugar en que había estado en presencia de Yahveh. Miró hacia Sodoma y Gomorra y toda la llanura, y vio la humareda de la tierra que subía como la humareda de un horno.> El contactado Moisés El libro del Éxodo nos ofrece uno de los casos de contacto extraterrestre más decisivos para la marcha de la Humanidad. El contactador, Yahveh, se desplazaba a voluntad en un vehículo aéreo: «Yahveh iba delante de ellos, de día en una columna de nube para mostrarles el camino, y de noche en una columna de fuego que los iluminaba, para que pudieran caminar día y noche.> Inmediatamente se hace patente la intervención de Yahveh —que por su carácter marcadamente sanguinario jamás puede ser identificable con la noción de Dios— en defensa de los hijos de Israel (con la finalidad de que le admiren, teman y estén, por ende, a su servicio), masacrando implacable- mente a los egipcios. Y queda patente el contacto directo de este desconocido vengador celeste con el caudillo de los israelitas, Moisés, al decirle Yahveh: Moisés extendió la mano sobre el mar, y hacia la mañana el mar regresó a su lugar, y las aguas sorprendieron —aquí el ensañamiento de Yahveh llega a sus cotas máximas— a los egipcios que huían. El que Moisés fue —en el siglo XVI antes de JC— un hombre-contacto, queda claramente confirmado en el siguiente pasaje bíblico: < Yahveh les dijo acto seguido a Moisés, a Aharon y a María: “Acudid los tres a la entrada del oráculo”. Y los tres fueron. Entonces Yahveh descendió en la columna de nube, se colocó a la entrada de la tienda y llamó a Aharon y a María. Y los dos salieron. Y les dijo: “Escuchad mis palabras: si entre vosotros dos hubiera un profeta de Yahveh, me mostraría a él en visión, le hablaría en sueños. No sucede así con mi siervo Moisés; él es el hombre de confianza de toda mi casa. Yo le hablo cara a cara, en visión y no en enigmas; él contempla la imagen de Yahveh.” > El libro del Éxodo sigue corroborando plenamente este extremo: < Yah- veh dijo a Moisés: “Acudiré a reunirme contigo dentro de una nube espesa, para que el pueblo pueda darse cuenta de cuando hablo contigo y crea aún más en tí.”> Pero Yahveh advierte del peligro que supone aproximarse a su nave: Y, efectivamente, Yahveh subió a bordo de la nube para desplazarse hasta Moisés: Y ya su estancia prolongada dentro de la nube-nave de Yahveh: «Moisés entonces subió a la montaña. Entonces una nube cubrió la montaña, y la gloria de Yahveh se estableció encima de la montaña del Sinaí. La nube la cubrió durante seis días, y, al séptimo día, Yahveh llamó a Moisés desde el interior de la nube. El aspecto de la gloria de Yahveh era a los ojos de los israelitas como un fuego abrasador en la cima de la montaña. Moisés penetró en medio de la nube y subió a la montaña, y permaneció en la montaña durante cuarenta días y cuarenta noches.> La primera abducción: El contactado Elias El profeta Elias nos brinda en el siglo IX antes de JC la primera narración conocida —dentro de los textos bíblicos— en que el contactado es abducido por un objeto volante no identificado. Pero no hace falta interpretar el texto, sino que una vez más es suficiente con leerlo simplemente tal y como nos lo transmiten las Escrituras: De Galgala fueron a Bet-El, de aquí a Jericó, y de allí al Jordán. Tanto en Bet-El como en Jericó, los profetas del lugar le dijeron a Eliseo: <¿Sabes que hoy Yahveh quiere llevarse a tu señor por los ai- res, por encima de tu cabeza?>, con lo cual confirmaron que se trataba de un encuentro con abducción previamente anunciada y acordada. La historia termina así, literalmente, junto a la orilla del río Jordán: «Mientras iban caminando y hablando, un carro de fuego con caballos de fuego separó al uno del otro, y Elías ascendió al cielo en la turbonada. Al verlo Eliseo, gritó: “¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su conductor!” .> Ya sé que no encaja lo del carro de fuego con caballos de fuego, pero ¿qué otra forma de describir a un vehículo volante que transporta a una persona, tenía un testigo que no tenía la más remota idea de lo que era un aparto volante fabricado con alta tecnología por seres inteligentes, si no era comparándolo con lo que él conocía como medio de transporte: un carro tirado por caballos? Posiblemente de una forma similar abandonara mucho tiempo antes nues- tro planeta uno de los personajes más intrigantes que lo pisaron, cual fue el padre de Matusalén, Henoc. Cuenta el texto bíblico: El contactado Isaías, precursor de Albert Ein- stein: Nueva abducción No estará de más recordar aquí otro texto bíblico, cual es el escrito apócrifo titulado Visión de Isaías, que relata cómo el profeta Isaías, en el siglo VIII antes de JC, duda de la veracidad de su fe en la grandeza del Todopoderoso, por cuya razón es contactado e invitado a subir al cielo. Al ver allí la ma- jestad del llamado Creador, Isaías se arrepiente de sus dudas. El emisario que le había conducido al cielo se disponía a acompañarle de regreso a la Tierra. <¿Por qué tan pronto? —suplicó el profeta—. No llevo más de dos horas aquí.> , rectificó el emisario, ad- virtiéndole, sin embargo, que estos treinta y dos años no habían transcurrido para él: vuelto a la Tierra tendrá la misma edad que tuvo al partir. Tenemos aquí un ejemplo de aplicación práctica de la teoría de la relati- vidad. Pero, ¿cómo la podía conocer el autor del apócrifo, escrito antes del siglo III de nuestra era? La pregunta no es capciosa ni ligera. Poco importa que la Iglesia reconozca la autenticidad o no de este texto apócrifo. Poco importaría incluso en este caso el que Isaías ascendiera realmente a algún punto externo a la atmósfera terrestre o no. Poco importaría para esta pre- gunta el que efectivamente realizara este asombroso viaje espacial. Porque lo que realmente es inquietante en este texto —y que alguien me lo aclare si puede— es cómo un autor que vivió antes del siglo III de nuestra era, era ca- paz de poner un ejemplo práctico de aplicación de la teoría de la relatividad formulada por Albert Einstein en nuestros días. El contactado Habacuc y su fugaz viaje aéreo Relata el texto bíblico del libro del profeta mayor Daniel otro curioso caso de contacto: El contactado Daniel Ya poco antes los protectores celestes de Daniel le revelaron a éste con pelos y señales las características de los próximos reinados en la zona. Evidenciaban con ello que su intervención podía encauzar los destinos de los países, y esta situación se ha venido prolongando a lo largo de la historia de la humanidad hasta nuestros días. El profeta Daniel nos describe a sus contactos de esta forma tan poco divina y, en cambio, tan tecnológicamente avanzada: Más adelante, Daniel nos relata que este misterioso personaje humanoide no estaba solo: «Y yo, Daniel, vi a otros dos que estaban de pie, uno en esta orilla del río y el otro en la otra orilla del río. Y le hablé al hombre vestido de lino que se hallaba por encima del agua del río: “¿Hasta cuándo, el fin de las cosas extraordinarias?” Y oí al hombre vestido de lino que estaba encima del río: “Todas estas cosas se acabarán cuando se haya acabado el poder del que oprime al pueblo santo.” > Insisto: ¿quién es ése, a quien tanto le interesa intervenir en nuestra historia? El contactado Ezequiel Tiempo después, en el siglo VI antes de JC, el profeta Ezequiel tuvo un encuentro similar junto al río Quebar, cerca de Babilonia, quedando descrito en su libro uno de los más detallados testimonios de encuentros cercanos con objetos volantes no identificados que podemos encontrar en los tiempos 7 antiguos. No hay espacio aquí para reproducir su extensa descripción, que finaliza con esta indicación de que hubo un contacto: Del relato de Ezequiel se desprende claramente que se trata de la descrip- ción detallada del descenso de un aparato volante que se dirige hasta el lugar en el que se halla el profeta, se detiene allí junto a él, momento en el que uno de sus tripulantes (o acaso el único) se dirige al profeta para entablar una conversación. El estudio más serio y autorizado de cuantos se han efectuado del fenómeno observado y descrito por Ezequiel es indudablemente el que llevó a cabo Josef F. Blumrich, ingeniero jefe responsable de la Oficina de Construcción de Proyectos de la NASA, agencia que le concedió en 1972 la medalla para Servicios Excepcionales. El resultado de sus investigaciones fue no sólo la afirmación rotunda y categórica de que Ezequiel vio efectivamente una nave espacial, sino la descripción total y compleja de la misma. Afirma que encontró todos los elementos para la rediseñación del aparato, en los textos bíblicos. Tanto es así, que llegó a patentar en los Estados Unidos, pa- ra aplicaciones tecnológicas actuales, la especial configuración de la famosa rueda en rueda que cita el texto bíblico de Ezequiel. Maya, contactada para dar a luz a Buda Por aquellos mismos años, en el siglo VI antes de JC, en tierras situadas mucho más al Este, en las estribaciones inferiores del Himalaya, una mujer debidamente preparada para ello —Maya—, concibe a un ser que nace sin padre terrestre. La mujer había formulado voto de castidad, habiendo con- seguido que su marido, Suddhodana, no la obligara a cumplir los deberes conyugales, al igual que sucedería algo más de medio milenio más tarde con María y José. Además, al igual que en el caso de ésta, los dioses velaban por Maya y por el precioso embrión que habría de ser el Buda. Si bien en el caso de Maya el contacto se diluye más en la indefinición, las circunstancias que rodean todo el nacimiento de Buda —y que aquí una vez más por razones de espacio no tienen cabida— indican con claridad que se trataba de una orquestación muy similar a la que tuvo lugar en Palestina siglos más tarde, como inmediatamente pasaremos a ver. Dos contactadas de excepción: María y su ma- dre Ana Las ayudas externas fueron sucediéndose a lo largo de la vida de Maria. Por ejemplo, leemos en el Evangelio del Pseudo Mateo que cuando María sentía dolores de parto, «apareció ante los viajeros un hermoso niño que lucía una espléndida vestidura. (...) Y mandó el emisario parar la caballería, porque el tiempo de dar a luz se había echado ya encima. Después mandó a María que bajara de la cabalgadura y se metiera en una cueva subterránea, donde siempre reinó la oscuridad, sin que nunca entrara un rayo de luz, porque el Sol no podía penetrar hasta allí. Mas en el momento mismo en que entró María, el recinto se inundó de resplandores y quedó todo refulgente como si el Sol estuviera allí dentro. Aquella luz divina dejó la cueva como si fuera al mediodía. Y, mientras estuvo allí María, el resplandor no faltó ni de día ni de noche.> Como puede apreciarse, una cueva debidamente preparada: el emisario les dice que tienen que penetrar precisamente en ella. Pero retrocedamos a la infancia de la propia madre de Jesús y aún más, a su misma concepción. Resulta que Ana, la madre de María, ya concibió a ésta gracias a la intervención de seres procedentes de fuera de este planeta. Leemos en el Evangelio del Pseudo Mateo que Joaquín, después de vivir veinte años de matrimonio con Ana, no tuvo de ella hijos ni hijas. Avergonzado, un buen día se marchó lejos, a la montaña, sin siquiera despedirse de Ana. Hasta que Dicho lo cual, . Nacida de forma tan peculiar María, y destetada al tercer año, Joaquín y Ana la confiaron a la pequeña congregación de vírgenes que pasaban el día y la noche glorificando a Dios. A partir de este momento, María, la futura madre de Jesús, es visitada permanentemente por los mensajeros, que no la pierden de vista y la mantienen en condiciones óptimas para su futura misión: «Desde entonces en adelante consumía todo el tiempo en oración hasta que se dejaba ver el emisario del Señor, de cuyas manos recibía el alimento. (...) Cada día usaba exclusivamente el alimento que recibía de manos del emisario...> (...) Más adelante, cuando un buen día José regresa junto a María después de haber estado trabajando de carpintero en Capernaum durante meses, y encuentra a su mujer encinta, las doncellas que habían estado haciendo compañía a María aplacan su desesperación: (...)< A diario un emisario conversa con ella, y a diario recibe su alimento de manos de ese emisario. (...) Y, si quieres que te declaremos nuestras sospechas, nadie la ha puesto encinta, sino es el emisario del Señor.> ¿Cabe caso de contacto más directo que el que nos narra este Evangelio del Pseudo Mateo? El resultado de tal contacto es sobradamente conocido. El contactado Mahoma Si entre el caso de contacto de Maya, la madre de Buda, y de María, la madre de Jesús, han pasado algo más de quinientos años, vuelven a transcurrir otros tantos entre el contacto vivido por María y el siguiente en importancia. El contactado es en esta ocasión un hombre realmente extraordinario, Muham- mad Ibn Abdallah, analfabeto como la inmensa mayoría de los habitantes de La Meca. Próximo a cumplir los 40 años, este hombre es contactado para ser convertido en el profeta Mahoma. El contacto se produjo una serena noche del 17 de Ramadán del año 609 de la era cristiana, mientras Muhammad estaba entregado a la meditación, aislado en una gruta del Hira, cerca de La Meca, momento en que se le apareció un emisario descendido del cielo que le dijo: «Yo soy Gabriel, el emisario enviado por Dios para comuni- carte que has sido elegido para que le anuncies a la Humanidad su mensaje revelado.> Salpicado está el mensaje revelado del Corán de ejemplos de men- sajeros que descienden de las alturas. Demasiado recadero volante aparece pues también aquí, en el origen de la fe islámica, que en el curso de quince siglos se ha afianzado en el tercer lugar del ranking mundial de las grandes religiones, detrás de los budistas y de la Iglesia católica. 700 millones de personas creen hoy que Al'lah —del que sólo tienen noción a través de lo que predicó un humano, Muhammad Ibn Abdallah, en base a lo que le dictó un mensajero volante, Gabriel— se identifica con la esencia de Dios. Realmente, los Poderosos del Cielo son hábiles psicólogos. El contactado Jonathan Swift Otro tipo de contacto es el que nos ofrecen de forma indirecta escritores como por ejemplo Jonathan Swift o Julio Verne. En sus Viajes de Gulliver, en el capítulo Viaje a Laput, Jonathan Swift, el singular cura loco, deán de San Patricio, en Dublín, da a conocer singulares datos astronómicos correctos, que en su siglo nadie conocía aún. Gulliver —el 10 personaje por cuya boca habla Swift— afirma que dichos datos los obtuvo de unos individuos que tripulaban una isla volante, redonda y resplandeciente, gobernada a voluntad por sus tripulantes recurriendo al magnetismo. Dichos tripulantes le comunican a Gulliver la existencia —en órbita alrededor de Marte— de dos satelites minúsculos, imposibles de ver a simple vista. Insisto: nadie conocía la existencia de los satélites de Marte en el momento en que se publicaron los Viajes de Gulliver, en el año 1727. Los satélites de Marte —exactamente dos y además pequeños— fueron descubiertos para la ciencia oficial por el astrónomo Asaph Hall en el año 1877, desde el observatorio de Washington. Ciento cincuenta años después de ser descritos por Jonathan Swift. El contactado Julio Verne Otro caso comparable al de Jonathan Swift es el del también novelista Julio Verne. En su obra De la Tierra a la Luna avanza notables coincidencias con los vuelos tripulados que el hombre realizaría cien años más tarde. Veamos algunas: En la novela de Verne, los viajeros a la Luna —tres, al igual que los tripulantes de las futuras cápsulas Apolo— son lanzados desde la península de Florida, en los Estados Unidos, desde un lugar que dista solamente 200 km de Cabo Cañaveral, en la misma Florida. En la novela de Verne, los protagonistas dudan inicialmente si efectuar el lanzamiento desde Florida o desde el litoral meridional de Texas. Y si la NASA lanza las cápsulas Apolo desde Florida, instaló su mundialmente famosa central de operaciones precisamente en Houston, en el litoral meridional de Texas. La duración del viaje de la Tierra a la Luna es, en la novela, de tres días, exactamente la duración del viaje real efectuado por los astronautas americanos cien años más tarde. De regreso a la Tierra, la cápsula de los tres intrépidos viajeros de la novela cae en el océano Pacífico, en donde un navío estadounidense los rescató. Y la cápsula que efectuó el primer vuelo humano a la Luna — Apolo 8—, rescatada igualmente por un navío estadounidense, cayó también en el Pacífico, apenas a dos millas y media de distancia del lugar indicado en la novela de Julio Verne. Una diana sin discusión, si consideramos que la superficie del océano Pacífico es de 166 millones de km cuadrados. Más: el comandante de la cápsula Apolo 8, en una carta enviada al nieto de Julio Verne, en la que califica a éste de «uno de los grandes adelantados de la era del espacio>, escribe: «Nuestra nave espacial fue lanzada desde Florida, al igual que la de Barbicane, y tenía el mismo peso y la misma longitud que aquélla.> El primer vuelo humano a la Luna imaginado (?) por Julio Verne partió en diciembre de un año indeterminado de la década de los 60 del siglo 11 pasado. El primer vuelo humano tripulado a la Luna se realizó cien años más tarde, y efectivamente en el mes de diciembre de un año de la década de los 60: fue el 21 de diciembre de 1968 cuando el el Apolo 8 los primeros tres hombres llegaron a la Luna, la orbitaron y regresaron a la Tierra, amerizando en el Pacífico. .. Tal vez Julio Verne se acercó excesivamente a la realidad para que todo no fuera más que una coincidencia casual. Los ejemplos de Jonathan Swift, de Julio Verne y de muchos otros no mostrados aquí nos colocan sobre una pista. ¿De dónde obtuvieron sus datos? Entre las varias posibilidades, no cabe perder de vista ésta: que alguien no perteneciente a nuestra especie humana terrestre nos pudiera inocular determinadas ideas. Sería una forma de contacto, de manipulación y de encauzamiento tan inadvertida, como grave y posible. Caudillos contactados Otro estilo de contacto lo brindan las biografías de distintos líderes de la an- tigúedad, de los que si bien no se tiene noticia de contactos directos con seres extrahumanos, sí quedan patentes intervenciones inteligentes procedentes de las alturas, por lo general en favor de los respectivos líderes. Recordemos como ejemplos los casos de Aulio Postumio, que vió apoyada en el año 498 antes de JC su batalla contra Tarquino y Octavio Manilio, junto al lago Re- gilo, por la repentina presencia de dos extraños jinetes de estatura superior a la humana, que se pusieron a la cabeza de las tropas de Aulio Postumio y dieron la vuelta a la batalla, en favor de Postumio; de Alejandro Magno, al que varios escudos volantes en formación triangular propiciaron con su decidida intervención el asalto y toma de Tiro, en el año 322 antes de JC; de César, cuya vida se ve salpicada de apariciones sobrehumanas, entre las que destaca el objeto ígneo que cayó del cielo para precipitarse sobre el campa- mento de su adversario Pompeyo, en el año 48 antes de JC, para decidir la victoria finalmente a favor de César; de Constantino el Grande, que obtuvo la victoria sobre Majencio y se convirtió al cristianismo, en el año 312, des- pués de hacer acto de presencia sobre sus tropas un enorme objeto volante no identificado en forma de cruz o de espada; de Carlomagno, finalmente, cuyas tropas superaron el asedio a su castillo de Sigisburg, al que les estaban some- tiendo los sajones, gracias a la aparición inesperada de dos escudos volantes a baja altura sobre el castillo, que hicieron huir despavoridos a los sajones que, además, se convirtieron al cristianismo por esta aparición celeste. Cabría hablar aún del contenido de las epopeyas del Mahabharata y del Ramayana, de los conocimientos imposibles de los dogones, en Mali, del éxodo de los Aztecas, calcado del de los israelitas, y de tantos otros ejemplos de 12 contactos con fenómenos extrahumanos inteligentes en la antigúedad. Pero una vez más, la casuística es muchísimo más amplia que el espacio disponible para reflejarla. © Andreas FABER-KAISER, 1992 Todos los derechos reservados. 13 LA VIDA SECRETA DE JESÚS Andreas FABER-KAISER Bajado con vida de la cruz, Jesús huyó a Cachemira Habiendo sobrevivido a las heridas que le causara la crucifixión, Jesús comenzó una segunda vida en Cachemira, adonde llegó en busca de las diez tribus perdidas de Israel. Allí murió a edad muy avanzada de muerte natural. Está enterrado en la capital de Cachemira, en donde se venera su tumba desde hace casi 1900 años. ¿Sentado a la derecha del Padre? Jesús fue crucificado un viernes hacia el mediodía. Antes de caer la no- che, ya muerto fue bajado de la cruz y depositado su cadáver en la gruta funeraria de José de Arimatea, cuya entrada fue taponada con una roca. El domingo siguiente, el cuerpo de Jesús había desaparecido inexplicablemente del interior de la gruta. Se había cumplido la profecía bíblica: había resu- citado de entre los muertos. Tras una breve estancia en la Tierra, durante la cual sus discípulos entraron en contacto con él, Jesús ascendió al Cielo, donde está sentado a la derecha del Padre. Esto es dogma de fe para la religión cristiana. Pero, por otra parte, en el sector Khanyar de la ciudad de Srinagar, capital de Cachemira, está enterrado el cuerpo de Jesús en la cripta conocida por el nombre de «rozabal». ¿Cómo explicar que Jesús esté sentado en el cielo y que al mismo tiempo yazca muerto en Cachemira? Algo no cuadra, a partir del hecho cierto de la cruzifixión. En tela de juicio están la muerte de Jesús en la cruz, su resurrección, y su ascensión al Cielo. Porque no hay datos históricos que avalen su muerte en la Cruz. Tampoco nadie presenció la resurrección. En cambio, hay indicios históricos de un hambre de ideas y filosofías idénticas, que a partir de aquellos años marcha hacia el Este, dejando testi- monio de su vida y de sus actos. Un hombre que se encamina hacia Cache- mira, se establece en ese país y muere en él. Su tumba se está venerando hoy en día en Srinagar, capital de Cachemira. Leyendas, tradiciones y textos antiguos nos refieren esta segunda vida de Jesús al Norte de la India. Por esos documentos sabemos que Jesús tuvo hijos en Cachemira, y que de resultas de esta unión con una mujer, un hombre, Basharat Saleem, puede afirmar hoy ser el descendiente vivo de Jesús. En la misma ciudad en que este descendiente por vía directa de Jesús conserva el árbol genealógico de su familia que, arrancando de Jesús llega íntegro y sin lagunas hasta su misma persona, un destacado arqueólogo, el Profesor Hassnain, director de los Archivos, Bibliotecas y Monumentos del Gobierno de Cachemira, está investigando intensamente las posibilidades para esta hipótesis de una segunda vida de Jesús. Así, una realidad que es sabida a nivel de investigación y a nivel sectario por unas cuantas personas repartidas por todo el mundo, es sin embargo desconocida para la inmensa mayoría del público, que creo es ya hora de que sea informado de que el pilar sobre el que se asienta el Credo cristiano, Jesús, posiblemente no haya muerto en la cruz, sino que después de vivir una segunda etapa de su vida en tierras lejanas, muriera a edad muy avanzada, de muerte natural. Con ello, y sólo así, habría completado la misión para la que fue enviado a la Tierra, misión que incluía el encontrar y el predicar a las tribus perdidas de Israel, a los hijos de Israel. Se establecen así puentes lógicos sobre unos vacíos en modo alguno claros, que ofrece el texto bíblico. Debo señalar que los nombres Yusu, Yusuf, Yusaasaf, Yuz Asaf, Yuz- Asaph, Issa, Issana, Isa, que aparecen en textos, leyendas y recuerdos ca- chemires, son todos ellos traducciones del nombre de Jesús. Por lo tanto, cuando hablo de Jesús en las páginas que siguen, me puedo estar refiriendo a cualquiera de las traducciones de su nombre en las lenguas cachemir, árabe o urdú. También se refieren al nombre de Jesús prefijos toponímicos tales como Yus-, Ish- o Aish-. «Yo soy inocente de esta sangre» Antes de entrar en los detalles que me inducen a creer que Jesús no murió en la Cruz, creo conveniente dejar bien sentada la simpatía que Pilato, procurador romano de Judea que se vio forzado a decretar la muerte de Jesús, sentía por éste. Leemos en el Evangelio de Juan (19, 12): «Desde este momento Pilato intentó liberarlo (a Jesús); pero los judíos gritaban: “si lo dejas ir, no eres amigo del César; todo aquel que se declara rey se declara en contra del César” ». Y continúa Mateo (27, 24): «Viendo Pilato que no conseguía nada, sino que el tumulto aún crecía, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo diciendo: yo soy inocente de esta sangre; vosotros mismos.» Evidentemente, Pilato no deseaba la muerte de Jesús. Pero los judíos declararon a Jesús un rebelde, que deseaba llegar a ser rey. Advirtieron a Pilato que si le dejaba libre sería él el desleal al César. A Pilato, que no se podía jugar su alto cargo, y al que no convenía en modo alguno la enemis- tad del César, sólo le quedaba la opción de ajusticiar a Jesús de tal forma que, aparentemente muerto, pudiera sin embargo seguir con vida. Así fijó en primer lugar la crucifixión en un viernes, a pocas horas de la puesta del sol, y a punto de caer la noche del gran Sabbath. Especulaba Pilato con que, de acuerdo con las leyes judías, el cuerpo de Jesús no podía permanecer en la cruz después del anochecer. También en el instante preciso, aparece en escena un hombre llamado José, declarado amigo de Pilato y persona notable de la localidad, discípulo secreto de Jesús. Este hombre se lleva el cuerpo de Jesús a un lugar en el que los judíos no tenían nada que buscar. Jesús no murió en la cruz Analicemos desde varios ángulos la real probabilidad de que Jesús no muriera en la cruz. En primer lugar hay que considerar que Jesús no permaneció muchas horas crucificado. Fue bajado de la cruz en la tarde del mismo día en que le fue dictada y ejecutada la sentencia. Jesús fue crucificado en un viernes. El sábado es el Sabbath judío. Esta circunstancia obligaba a bajar el cuerpo de Jesús antes de la caída de la noche, ya que el día judío comenzaba con la entrada de la noche, o sea que el sábado comenzaba a contar a partir de la noche del viernes. Estaba prohibido, según las leyes judías, dejar colgado en la cruz a un ajusticiado durante el día sagrado del Sabbath Insisto en que Jesús sólo permaneció en la cruz durante algunas horas, porque se podía vivir durante varios días en esta horrible condición. El ver- dadero objeto de la crucifixión no era la muerte inmediata, sino que era una tortura que se prolongaba a lo largo de 3 ó 4 días. Conviene tener presen- te que si a un crucificado se le bajaba de la cruz a tiempo y se le trataba cuidadosamente, generalmente se recobraba y sobrevivía. Considérese ahora que Jesús fue crucificado junto con dos malhechores. Los tres, por lo tanto, están sufriendo un mismo suplicio, como leemos en Lucas (23, 40) que un ladrón le dice al otro: «¿Tú tampoco temes a Dios, tú que te hallas en un mismo suplicio?». Pero resulta que en el momento de bajarlos de la cruz al mismo tiempo que a Jesús, los dos ladrones siguen con vida, por lo cual los soldados romanos les quiebran las piernas para que acaben de morir. Es improbable que Jesús, habiendo sufrido el mismo suplicio, hubiera muerto ya. Además Pilato, persona que conocía por experiencia lo que tarda una persona en morir en la cruz, se extrañó de que Jesús hubiera muerto ya. Cuando José de Arimatea fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, leemos textualmente en Marco (15, 44): «Pilato se extrañó de que hubiera ya muerto». También es harto conocido el hecho de que cuando el centurión romano prueba si Jesús está muerto hiriéndole con su lanza en un costado, de la herida fluye agua y sangre. Pero de un cuerpo muerto brotan únicamente algunas gotas de sangre espesa. Llegados a este punto nos interesa recordar que el llamado «sudario de Turín» ha quedado recientemente demostrado ser el auténtico lienzo con el que fuera envuelto el cuerpo de Jesús una vez bajado de la cruz, y que de su análisis se desprende que este cuerpo seguía con vida en aquellos momentos. Jesús sale vivo del sepulcro Una vez bajado Jesús de la cruz, según vimos con vida, se suceden una serie de acontecimientos que indican que se le intentó curar y que salió tam- bién con vida de su sepultura. Recuérdense aquí los sentimientos de simpatía de Pilato hacia Jesús. Observemos en primer lugar que Jesús fue entragado, no a sus enemigos, sino a quienes le eran amigos. Así leemos en el Evangelio de San Juan (19, 38- 39): «Después; José de Arimatea que era discípulo de Jesús; pero a escondidas por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dajara llevarse el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo concedié. Fueron pues, y se lo llevaron. Fue también Nicodemo, el que anteriormente había ido a encontrarle de noche, llevando una mezcla de mirra y aloe, unas 100 libras. » Es curioso observar ahora que Jesús fue llevado a una tumba de José de Arimatea, y que esta tumba no fue rellenada con tierra, como es costum- bre entre los judíos, sino que únicamente fue tapada con una gran piedra o roca. Se trataba de una tumba espaciosa en la cual había aire suficiente para respirar. Curioso es también observar que para salir del sepulcro, Jesús necesitó apartar la roca que tapaba su entrada. Lo cual indica que de ahí sa- lió un cuerpo físico humano y no un ente espiritual o divino para el que no hubiera sido necesario desplazar la roca. Es más, Jesús-hombre precede a sus discípulos en el camino a Galilea. A partir de la entrega del cuerpo a José de Arimatea leemos todo esto en el Evangelio de Marcos (15, 46-47; 16, 1-7): «Este (José de Arimatea) compró una sábana, bajó el cuerpo, lo envolvió en la sábana, lo depositó en un sepulcro tallado en la roca e hizo rodar una piedra para tapar la puerta del sepul- cro. María Magdalena y María, madre de José, miraban dónde lo ponían. Pasado el sábado, María Magdalena, madre de Jai- me, y Salomé compraron perfumes para ir a ungirlo. De buena mañana, el domingo, llegaron al sepulcro a la salida del sol. Y se decían entre ellas: ¿Quién nos separará la piedra de la puerta del sepulcro? miraron, y vieron que habían separado ya la piedra; era realmente muy grande. Entraron entonces en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con un hábito blanco, y se asustaron. Pero él les dijo: no tengáis miedo. Buscáis a Jesús de Nazareth, el crucificado; ha resucitado, no está aquí; ved el lugar en que le pusieron. Pero id, y decidles a sus discípulos y a Pedro que os precede a Galilea; allá lo veréis tal como os dijo.» La afirmación de que María Magdalena, María y Salomé entraron en el sepulcro, indica las dimensiones espaciosas de éste. Por una parte existen indicios claros de que Jesús fue curado de sus he- ridas por Nicodemo. Este le aplicó un ungúento que curaba las heridas y facilitaba la circulación libre de la sangre en el cuerpo. El ungúento aplicado por Nicodemo a Jesús se conoce por el nombre de Marham-1-Isa (el ungiien- to de Jesús) o también Marham-I-Rosul (el ungüento del profeta), ungúento citado en numerosos tratados médicos orientales en muchos de los cuales se afirma también que es un ungúento aplicado a las heridas de Jesús cuando fue bajado de la cruz. El más conocido de estos tratados es el famoso Canon de Avicena. Jesús resucitado come pan y pesacdo Jesús, curado de sus heridas y abandonado el sepulcro, se pone en mar- cha para huir de sus enemigos, comenzando así una nueva etapa de su vida humana. La misma Biblia nos demostrará cómo la imagen de Jesús vista después de su salida del sepulcro, es la imagen de un cuerpo humano físico, y no la imagen de un ente divino o espiritual. Salido del sepulcro, Jesús se encuentra primero con María Magdalena y su compañera, que abrazan sus pies —señal de que era un cuerpo físico—, y a las que Jesús encarga que comuniquen a sus discípulos que se trasladen a Galilea donde se reunirán con él. Luego Jesús será visto por Jaime y por Pablo, como lo leemos en la primera epístola de este último a los corintios (15, 7-8). Jesús se encuentra esporádicamente con sus amigos, no osando dejarse ver abiertamente en público, por temor a que le reconozcan y prendan los judíos. Si leemos atentamente el Evangelio de Mateo veremos claramente expresado este temor (28, 8): «Se fueron inmediatamente del sepulcro (se refiere a María y su compañera) con gran temor y gran alegría, y corrieron a anunciarlo a los discípulos». Es evidente que las dos mujeres dentro de la alegría de saber que Jesús estaba vivo, albergaban un gran temor de que fuera descubierto. El mismo Jesús se da cuenta de ello e intenta apaciguarlas (10): «Entonces Jesús les dijo: No tengáis miedo; id y decid a mis hermanos que se vayan a Galilea y allá me verán». Luego, Jesús emprende una caminata a pie de unos 100 kilómetros para llegar a Galilea y despistar así a sus posibles perseguidores. Pero veamos más pruebas de que Jesús seguía en su cuerpo humano terres- tre, y que no se había espiritualizado. Leemos así en el Evangelio de Lucas, cuando Jesús se aparece a los apóstoles (24, 37-39): «Despavoridos y llenos de temor, pensaron que veían a un espíritu, y él les dijo: ¿Por qué os asustáis y por qué os vienen al corazón estos pensamientos? Miradme las manos y los pies que soy yo mismo; palpadme y mirad, que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Dos versículos más adelante Jesús de repente muestra tener hambre. Algo absolutamente inconcebible en un ente divino o en un ente espiritual. Así lo leemos (41-43): «Entonces les dijo: ¿Tenéis aquí algo para comer? Ellos le dieron un trozo de pescado a la brasa; lo tomó y se lo comió delante de ellos». Vayamos al Evangelio de Juan. Leemos ahí (20, 27) cómo Tomás palpa las heridas de Jesús. Demuestra así que lo que se les apareció era un cuerpo tangible de carne y huesos: «Después le dijo a Tomás: Acerca el dedo aquí y mira mis manos, y acerca la mano y ponla en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente». Lo que queda claro es que Jesús tenía que desaparecer de Palestina. Tomó, como hemos visto, los últimos contactos con sus discípulos, contactos es- porádicos para no ser descubierto, y emprendió la marcha hacia el Este. Era, al fin y al cabo, un hombre perseguido. Para no ser descubierto, incluso se disfraza durante los últimos días de su estancia en Palestina, como lo demues- tra el texto del Evangelio de Marco (16, 12): «Después de esto se apareció en una figura distinta a dos de ellos que caminaban e iban hacia el campo» Pero, aparte de que ahora se veía forzado a huír, Jesús tenía de todos modos que acabar de cumplir la misión para la que fue enviado. De haber muerto efectivamente en la cruz, Jesús habría fracasado en el cometido que le fue asignado. Quiero decir que Jesús no debía morir sin haber antes buscado y salvado a las tribus perdidas de Israel. En busca de las tribus perdidas de Israel Evidentemente, Jesús debía ir en busca de estas tribus. Pero, ¿dónde estaban? Volviendo atrás en el tiempo, recordaremos que Josué dividió la Tierra Santa entre los hijos de Israel, siendo ocupada la mayor parte del Sur de Palestina por las tribus de Judá y Benjamín, mientras las restantes diez tribus se establecieron en el Norte de Palestina. Bajo el rey Saul, las doce tribus volvieron a reunificarse, si bien más tarde, en tiempos del sucesor del rey Salomón, una revolución separará para siempre a diez de las tribus de Israel de la casa de David. Luego, y como resultado de una incursión asiria, el rey Tiglatpileser se lleva a muchos de los habitantes de las tribus del norte. Comenzó así la cautividad de las diez tribus. Casi todos los supervivientes fueron enviados a cautiverio años más tarde por Sargón, que finaliza victorioso el sitio puesto por los asirios a la capital del reino del Norte israelita, Samaria. De este cautiverio ya no regresarían jamás. Englobados de esta forma en el imperio persa, los componentes de las diez tribus así perdidas de Israel, fueron desplazándose hacia el Este a medida que los grandes conquistadores persas iban expandiendo sus dominios por tierras del actual Afganistán, Pakistán y Cachemira por el Norte, para detenerse a la ribera del río Indo. Allí se establecieron los supervivientes israelitas, siendo conocidos hasta hoy con el nombre de Bani Israel, o sea «hijos de Israel». Estas tierras serían por lo tanto el objetivo inmediato de Jesús: Cache- mira. La huída de Jesús Ibn-i-Jarir, en su famoso Tafsir-Ibn-i-Jarir at- Tabri escribe: «El y su ma- dre, María, tuvieron que emigrar de Palestina y partir hacia un país lejano, pasando de país en país». Jesús, según los relatos bíblicos, se había encaminado hacia Emaus, ha- cia el valle de Josafat, habría pasado a través del Occidente de Judea y habría llegado a Samaria, un país en el que les estaba prohibido entrar a los judíos. había alcanzado finalmente Nazareth, encaminándose al lago Ti- beríades (Juan, 21, 1). De Nazareth partían las grandes caravanas en ruta hacia Damasco. A tres kilómetros de Damasco existe un lugar que desde entonces y hasta hoy se llama Maqam-1-Isa (el lugar de estancia de Jesús). Jesús debió haber vivido ahí el tiempo suficiente como para convertir en discípulos suyos a Ananias y otros. Durante su estancia en Damasco Jesús recibió una carta del rey de Nisibis, en la que se le informaba que el mencionado rey había caído en una grave enfermedad y que pedía a Jesús que acudiera para curarle. Jesús envió una contestación diciendo que enviaría a uno de sus discípulos y que él mismo seguiría más tarde, según leemos en la Biblioteca Cristiana Ante-Nicena, Vol. XX (Documentos siríacos, 1). Jesús sabía que algunas de las tribus perdidas de Israel estaban en Nisibis, circunstancia que también mencionó el historiador Josephus. Pero se da cuenta de que es hora de marcharse de Damasco para salvar su vida (Actos, 9, 23). Muhammad bin Khavendash bin Mahmud, comúnmente llamado Mir Kh- wand, escribe en su famoso libro Rauzat-us-Safa que se ha convertido en un libro persa de história clásico: «Jesús y María abandonaron la ciudad y se encaminaron hacia Siria» Voy a cambiar rápidamente de fuentes para leer en el Sagrado Corán (23, versículo 50): «E hicimos con el hijo de María y con su madre, un milagro y les refugiamos en una benéfica colina provista de manantiales». En la obra Jami-ut- Tawarihk se nos explica que durante estos días María, la madre de Jesús, llevaba un bastón en su mano y caminaba a pie. A con- tinuación el autor nos cuenta que Jesús se encaminó hacia el rey de Nasi- bain (Nisibis) y predicó allí. Desde esta ciudad marchó hacia Mashaq, donde está situada la tumba de Sem, hijo de Noé. Descripción similar podemos ha- llar en la obra Nasikh-ut- Tawarihk (vol. 1, 28). Ni en el Jami-ut- Tawarihk, ni en el Rauzat-us-Safa, hallamos explicación alguna para la repentina mar- cha de Jesús de Nisibis. Sin embargo sí la hallamos en la obra de Ibn-i-Jarir, Tafsir-Ibn-i-Jarir-al-Tabri (vol. 3, 197): «El rey (de Nasibain) era un hombre astuto. El pueblo quería matarlo (a Jesús) y éste huyó». En aquella época existían tres ciudades con este nombre. A saber: una entre Mosul y Siria, la segunda a orillas del Eufrates y la tercera cerca de Jalap, en Siria. En el libro Majma-ul-Buldan publicado en 1207, leemos que la primera de ellas está situada en la ruta de las caravanas de Siria a Mosul y más allá y que está situada a una distancia de seis días de viaje de Mosul. Mosul era un importante centro de comercio. Edessa, conocida ahora por el nombre de Urfa, no está lejos de este lugar. De Urfa a Aleppo hay cuatro días de viaje y Aleppo está situada en lo que siempre ha sido la gran ruta del comercio entre el Océano Indico y el mar Mediterráneo. Ain-ul-Arus está situada a sólo unas cuantas horas de viaje de Aleppo. Así pues, Jesús fue a todos estos lugares para llegar a Aleppo y proseguir su viaje. En Ain-ul-Arus está la tumba de Sem, hijo de Noé, lugar en el que también han sido encontrados vestigios hititas. Así, Jesús visitó la tumba de Sem durante su viaje. Desde que el pueblo de Nisibis quiso matar a Jesús, y dado que él no podía ir muy lejos en pocos días, viajó de incógnito bajo el nombre de Yuz Asaf, y los libros y tradiciones locales de las regiones que visitó o por las que pasó después de su marcha de Nisibis hablan de él llamándole Yuz Asaf. En la obra Farhang-i-Jahang y en el Anjuman-i-Arae Nasiri leemos que Asaf fue uno de los grandes países no árabes. En el Burhan-1-Qate Asaf es el nombre dado al hijo de Barkhia, que fue uno de los eruditos de Beni Israel. En el Farhang-1-Anand Raj el nombre Yuz se explica como «procurador o líder». Ambas palabras son hebreas. Pero ninguna de las obras citadas explica realmente qué significa Yuz Asaf y no le hallamos explicación lógica a la luz de los significados aportados. En el libro Farhanf-i-Asafia se explica de la siguiente forma el significado de Asaf: En tiempos de Hazrat Isa (Jesús) cuando los leprosos fueron curados por él, éstos, habiendo sido admitidos entre la gente sana que estaba libre de enfermedades, fueron llamados Asaf. Así, la palabra Asaf fue aplicada a los leprosos curados por Jesús. Por lo tanto, Yuz Asaf significa «el procurador o líder de los leprosos curados por Jesús». ¿Quién podía ser esa persona, sino Jesús mismo? El nombre Asaf, teniendo así un significado especial conocido en aquella época por las pocas personas que rodeaban a Jesús, sirvió para el propósito y le describía con mayor propiedad que cualquier otro nombre que hubiera podido adoptar. Faizi, el poeta de la corte de Akbar, cita a Jesús: «Aiyki nam-i to: Yuz o Cristo» (O tú cuyo nombre es Yuz y Cristo). Más tarde volvemos a encontrar a Jesús en el Irán. Allí se sabe de Yuz Asaf que vino de un país situado al Oeste y que predicó aquí y que mucha gente creyó en él. Los recuerdos que se tienen de Yuz Asaf en las tradiciones iraníes, son similares a los que se tienen de Jesús. Rastros de Jesús se hallan también en el Afganistán: en Angazni, en el Oeste, y en Jalalabad, en el extremo Sudeste del Afganistán, existen dos explanadas que llevan el nombre de Yuz Asaf, ya que aquí había predicado. Uno de los emires del Afganistán nombró uncelador para esta parcela en Jalalabad, e igualmente donó una subvención para su mantenimiento. Muy cerca ya de la actual frontera entre el Pakistán y Cachemira aunque todavía en el lado paquistaní, volvemos a encontrar datos sobre el paso de Jesús por la localidad de Taxila. Allí estaba Tomás esperando la boda de un hijo de Gad, hermano del rey Gondafras. Así está escrito en el acta Thomae: «Tomás, terminadas las ceremonias, abandonó su sitio. El novio apartó la cortina que le separaba de su novia. Vio a Tomás, según supuso, conversando con ella. Entonces le preguntó sorprendido ¿Cómo puedes estar aquí? ¿No te ví salir antes que a nadie? Y el Señor contestó: No soy Judas Tomás, sino su hermano». Debo hacer un breve inciso aquí para aclarar que Juan llama también a Tomás por el nombre de Didimo, correspondencia griega del arameo Toma, que significa «mellizo», a causa del extraordinario parecido físico entre Tomás y Jesús (Juan, 20, 24). Tomás acompaña a Jesús en su huída de Jerusalén hasta Cachemira. Así, aparece junto a María, madre de Jesús, en el momento en que se supone que debería haber tenido lugar la resurrección (Actos, 1, 13-14), aparece también junto al lago Tiberíades (Juan, 21, 1-2), aparece en Damasco y en Magdonia (Nisibis), y aparece ahora en Taxila, como acabamos de ver. A partir de aquí acompaña a Jesús a Cachemira, en donde se encontraba también en el momento de la muerte de éste. Luego retrocedería hasta Taxila para seguir hacia Kerala en el Sur de la India, siendo muerto y quemado en Milarope, Madras. María, enterrada en el Pakistán Salidos de Taxila, Jesús, su madre María y Tomás prosiguen camino ha- cia Cachemira. Pero María no llegaría a ver el llamado «Paraíso sobre la Tierra». No soportando ya más las penalidades del largo viaje María muere en el pequeño pueblo de Murree, situado, por la carretera actual, a unos 70 kilómetros de Taxila, y a escasos diez kilómetros, en línea recta, de Rawal- pindi. Murree se llamaba aún hasta 1875, en memoria de la madre de Jesús, María. El lugar en que está enterrada María se conoce con el nombre de «Pindi Point», y la sepultura misma se conoce por el nombre de «Mai Mari da Asthan», significando «lugar de descanso de la madre María». De acuerdo con la costumbre judía la tumba está orientada de Este a Oeste. El prado de Jesús, portal de Cachemira Desde Murree, Jesús prosiguió su avance hacia Srinagar entrando en Ca- chemira a través de valle que hasta hoy sigue llamándose «Yusmarg», para 10 recordar que es el valle por el que Yusu o Jesús, entró en Cachemira. Situado a unos 40 kilómetros al Sur de Srinagar, capital de Cachemira, el prado de Jesús está habitado por la raza judía de los Yadu que viven ahí en devota condición secular de habitar el lugar elegido por Jesús para entrar en Cache- mira. Allí lo pudimos comprobar personalmente mi mujer y yo en entrevistas con las gentes del lugar. El Yusmarg es el punto de paso en la antigua ruta de mercaderes que generalmente a pie procedían del Afganistán para encaminarse al valle de Kaghan, o a la inversa. El montículo de Murree limita con Cachemira por el Oeste, mientras que la región de Kaghan lo hace por el Este. Si desde Yusmarg se avanza pues sobre la mencionada ruta de mercaderes se pasa necesariamente por Aishmuqam. El prefijo «Aish-» es una forma derivada de Isa, Jesús. Muqam significa lugar de reposo, significando reposo durante breve tiempo. Así Aishmugam es el lugar en el que descansó Jesús en su viaje. Aishmuqgam está situado a unos 75 kilómetros al Sureste de Srinagar. En el Nur Nama se narra el recuerdo de que un príncipe llegó y descansó por algún tiempo en este lugar, que por ello lleva su nombre. En la misma obra leemos que en este lugar fue muerto un espíritu maligno a manos de un Brohan, que era un luchador en el tiempo de Jesús («Dastan-i-Kushta Shudan-i-Deu Az dasti-i-Brohan ke dar Zaman-i-lssa pahalwani bud»). Aishmuqam es hoy lugar de culto musulmán. En nuestra visita al lugar supimos que conservaban allí bajo llave la cornamenta de lo que llaman el carnero de Dios. Algunos autores afirman que se conserva también ahí el bastón de Jesús. Pero tanto los responsables de la custodia del Santuario de Aishmugam durante nuestra visita, como el profesor Hassnain durante las largas sesiones de trabajo en su casa, nos indicaron que esto era una apreciación errónea, y que el bastón conservado en Aishmugam era el bastón de Moisés, de quien hablaremos en el próximo número!, Jesús, vecino de Cachemira Vamos a repasar ahora algunos textos que nos testifican la estancia de Jesús en Cachemira, su segunda y última patria. Mulla Nadiri, el primer historiador musulmán de Cachemira, que escri- bió en persa, afirma en su obra Tarik-i-Kashmir que Yuza Asaf, el Yuzu de las tribus de Israel, proclamó su cualidad profética en el año 54. Leemos textualmente: «El rey tomó el nombre de Gopananda y comenzó su activi- lse refiere al número 5 de la revista «Mundo Desconocido» 11 dad en el valle de Cachemira. Durante su reinado fueron erigidos y reparados muchos templos. Invitó a Sulaiman de Persia a em- prender las reparaciones debidas en el trono de Salomón en el monte. Los hindús presentaron objeciones diciendo que ya no era un hindú y seguía otra religión, no podía reparar la tumba sagra- da. Durante este período Yuza Asaf llegó de Palestina y pro- clamó su calidad de profeta en el valle de Cachemira. El mismo dedicó días y noches a las oraciones y fue muy piadoso y santo. Acercó al pueblo de Cachemira a las palabras de Dios. Muchos se convirtieron en sus discípulos. El rey le pidió que condujera a los hindús al camino recto. Sulaiman reparó el trono de Salomón y erigió los cuatro pilares con las siguientes inscripciones: Constructores de estos pilares son Bhisti Zargar. Año 54. Y Khawaja Rukun, el hijo de Mirjan. Yuza Asaf proclamó su cualidad de profeta. Año 54. El es Yuzu, de las tribus de Israel.» Estas inscripcones seguían intactas y no se habían hecho ¡legibles cuando Khwaja Haidar Malik Chadura escribió su Tarik-1-Kasmir. El santuario conocido por el nombre de Trono de Salomón está emplazado en lo alto de un monte que domina la ciudad de Srinagar por su lado Este. Diálogo de Jesús con el rey de Cachemira En un antiguo libro escrito Sánscrito, el Bhavishya Mahapurana, atribuido a Viyas, escrito en el año 3191 de la Era Laukika, que corresponde al año 115 de nuestra Era, se informa que tiempo antes, en el año 48, el raja Shalewahin salió cierto día a dar un paseo por las montañas y en Voyen, cerca de Srinagar, vio a un personaje distinguido de complexión blanca, portando ropas blancas. El raja le preguntó por su nombre. Jesús le respondió que le conocen por el hijo de Dios, y como nacido de una virgen. Doy a continuación la traducción exacta de los versos escritos en Sánscri- to: «Cierto día, Shalewahin salió hacia los montes del Himalaya, y allí, en medio del país de los Hun, el poderoso rey vio a un personaje distinguido sentado cerca de una montaña. El Santo era de complexión clara y llevaba vestidos blancos. El rey Shalewahin le preguntó quien era. El replicó gustosamente: 12 Soy conocido como el hijo de Dios y nacido de una virgen’. Como el rey se asombrara de esta respuesta, el Santo le dijo: Soy el predicador de la relgión de los Meleacas y seguidor de principios verdaderos. El rey le preguntó acerca de su religión y él le contestó: Oh Rey, vengo de un país lejano, en el que ya no existe la verdad y en el que el mal no conoce límites. Aparecí allí en el país de los meleacos como Mesías. Por mí tuvieron que padecer los pecadores y los delincuentes y yo también sufrí a manos de ellos. El rey le rogó que le explicara mejor las enseñanzas de su religión, y el Santo le dijo: Enseña el amor, la verdad y la pureza de corazón. Enseña a los hombres a servir a Dios, que está en el centro del sol y de los elementos. Y Dios y los elementos existirán siempre. El rey regresó después de haber dado su obediencia al Santo.» Jesús, padre de familia Un antiguo libro persa, traducido al urdu, cuyo título es Negaris- Tan-i- Kashmir, narra la historia de que el mismo rey que vimos interrogaba a Jesús acerca de su condición, procedencia y enseñanzas, el rey Shalewahin, le dice a Jesús que necesita mujeres que cuiden de él, que le cuiden la casa, que le laven la ropa, que le hagan la comida, etc. El rey ofrece a Jesús cincuenta mujeres. Pero Jesús le replica que él no necesita a ninguna, que nadie tiene que trabajar para él. Pero tanto insistió el rey, que al final Jesús accede a tomar una mujer que le haga la comida, que le lave la ropa, que mantenga limpia su estancia. El mismo libro afirma que esta mujer tuvo hijos de Jesús. Y de esta mujer y de Jesús sería descendiente el señor Sahibzada Basharat Saleem, que nos recibió en su casa de Srinagar. A nuestra pregunta de sí se consideraba descendiente de Jesús contestó que cuando él le preguntaba a su padre acerca de este tema, su padre solía contes- tarle que el abuelo de sus abuelos era un santo profeta, de nombre Yuza Asaf. Solía explicarle también, siendo niño, que en el mismo distrito de Khanyar en el que está la tumba del citado antecesor, existe, muy cerca de ella, un San- tuario en el que reposan los restos de un gran Santo de Cachemira, venerado por todos los habitantes de Srinagar. Pues bien, le decía su padre, este San- to tan venerado y tan importante en Cachemira, no es absolutamente nada comparado con el profeta que yace en la tumba conocida por «Rozabal». 13 Nos dice también el señor Basharat Saleem que cuando alguien le pre- guntaba a su padre si era descendiente de Jesús, el respondía siempre «sí, efectivamente, pero nosotros le llamamos Yuza Asaf». Sahibzada Basharat Saleem es hijo de Sahibzada Ghulam Mohiyudin, que es a su vez hijo de Sahibzada Abdul Ahad, hijo de Sahibzada Abdus Smad, hijo a su vez de Sahibzada Abubekr. Y así, siguiendo una larga lista, el señor Sahibzada Basharat Saleem conserva en Srinagar, Cachemira, el árbol genealógico completo de su familia desde Jesús hasta él, Sahibzada Basharat Saleem, descendiente vivo hoy, 1976, del Mesías. Preguntado acerca del nombre de la mujer que dio hijos a Jesús, nos dice que se llamaba Marjan, y que era oriunda de una de las idílicas aldeas que abundaban en el valle cachemir de Pahalgam. La muerte de Jesús en Cachemira El gran escritor e historiador oriental Shaikh al Sa'id-us-Sadiq, muerto en Khurasan en el año 962, hace mención de los viajes de Yuz Asaf en su famoso libro Kamal-ud-Din vas Tmam-un-Ni'mat fi Asbat-ul-Ghaibut was Ksf-ul-Hasret, llamado también /kmal-ud-Din. Este libro es considerado por los orientalistas occidentales como altamente valioso. En él se describe la escena de la muerte de Jesús. Se dice allí que Jesús, al sentir la aproximación de su muerte, envió a buscar a su discípulo Ba'bat (Tomás) y le expresó su último deseo referente a la continuación de su misión. Indicó a Tomás que construyera una tumba sobre su cuerpo en el lugar exacto en que expirase. Se estiró entonces con sus piernas dirigidas hacia el Oeste y su cabeza hacia el Este y murió. Esta escena queda descrita en las páginas 357 y 358 del mencionado libro. La tumba de Jesús en Cachemira La tumba que, según el relato anterior, fue en principio erigida por Tomás sobre el cuerpo de Jesús, en el sitio exacto donde éste expiró, está situada en el distrito Khanyar, en pleno centro de la ciudad de Srinagar, capital de Cachemira. En la calle puede verse en un poste de tendido eléctrico un cartel azul con la inscripción en blanco «Rozabal», contracción de las palabas Rauza Bal. El nombre Rauza se aplica únicamente a tumbas de los profetas, mientras que las tumbas de los santos se llaman Ziarat. El edificio en sí es una construcción rectangular, a la que está adosado un pequeño vestíbulo de entrada. Detrás del edificio se extiende un camposanto musulmán. Todas las 14 tumbas de este camposanto están orientadas, según la costumbra islámica, de Norte a Sur. Al penetrar en el Rozabal, se entra primero en una galería, que rodea a la cámara interior. A esta cámara interior se accede a través de un ventana. A la izquierda de esta ventana está adosado un plafón de madera que sustituye al plafón que llevaba la leyenda original y que ha desaparecido. El texto de este nuevo plafón encabezado por las palabras «Ziarat Yuza Asaf Khanyar» (la tumba —es de destacar que en este plafón se emplea la palabra Ziarat, que vimos se aplicaba a la tumba de los Santos— de Yuza Asaf, Khanyar) indica que ahí reposa Yuza Asaf, que llegó al valle de Cachemira muchas centurias antes, y dedicó su vida a la oración y a la prédica de la verdad. Sobre el piso de la cámara interior del edificio se aprecian dos túmulos o losas sepulcrales. La mayor de ellas, que está situada en la mitad Norte de la cámara, es la que corresponde al sepulcro de Jesús. La losa más pequeña, situada en la parte Sur, o sea contigua a la ventana de comunicación, corresponde a la sepultura de un gran Santo cachemir, Sayyid Nasir-ud- Din. Estos dos túmulos o losas sepulcrales están también orientadas según la costumbre musulmana de Norte a Sur. Pero la sepultura real de Jesús, situada en la cripta que hay debajo de esta cámara interior del edificio, está orientada de acuerdo con la costumbre judía de Este a Oeste. Según hemos visto, todo este edificio conocido por el nombre de Rozabal ha sido construido sobre el cuerpo de Jesús que yace en su cripta en el lugar y la posición exacta que adoptó al morir. A la cripta inferior, en la que yace el cuerpo de Jesús, se puede acceder únicamente a través de una escalera desde el exterior del edificio. Hoy, esta escalera está tapiada y sólo queda de la apertura una pequeña rendija que da a la calle situada en el lado Oeste del edificio. Siendo edificio sagrado para musulmanes y también para hindús, para penetrar en él hay que descalzarse previamente. En la cámara interior, los túmulos funerarios de Jesús y de Sayyid Nasir-ud-Din están cubiertos por un armazón de madera artísticamente labrado. Para tomar las fotos desde el interior de la cámara pequeña del Rozabal, tuvimos que entrar en él a primeras horas de la mañana, y trabajar a puerta cerrada, ya que está prohibido entrar en esta cámara interior en la que se hallan los dos túmulos funerarios. Digamos para finalizar, que entre la gente de Cachemira que visita el lugar y deposita sus ofrendas allí, la tumba es conocida como la de Hazrat Yuz Asaf, o la de Nabi Sahib (el profeta) o Shahazda Nabi (el príncipe profeta), y también como la de Hazrat Isa Sahib (Jesús). 15 El silencio evangélico Los cuatro evangelios canónicos guardan silencio sobre la actividad de Jesús desde su nacimiento hasta cumplir ya los 12 años de edad. Toda mención al Mesías niño se reduce a: «El niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él. Sus padres iban cada año a Jerusalén por la fiesta de Pascua. Cuando contaba 12 años, subieron como era costumbre de la fiesta y, pasados los días, cuando regresaron, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que se dieran cuenta sus padres. Creyendo que iba en la caravana, llegaron al término de la jornada y lo buscaron entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, regresaron a Jerusalén para buscarlo. Y, al cabo de tres días, lo hallaron en el Templo, sentado ante los Maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos cuantos le escu- chaban se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo se quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando con ansias.” Él les dijo: “¿Cómo es que me bus- cabais?, ¿no sabíais que yo he de estar en casa de mi padre?” Pero ellos no comprendieron lo que les decía. Después bajó con ellos, regresó a Nazareth y les fue obediente y su madre lo con- servaba todo en su corazón. En cuanto a Jesús, progresaba en sabiduría, crecía y aumentaba en gracia tanto ante Dios como ante los hombres.» (Lucas, 2, 40-52) Pero lo más sorprendente es que la Biblia no vuelve a mencionar a Jesús depués de este hecho ocurrido a sus 12 años, hasta que ha cumplido ya los 30: «Cuando Jesús comenzó tenía unos 30 años.» (Lucas, 3, 23) Entre esta cita bíblica y la anterior han transcurrido 18 años. 18 años de silencio, que rompen la continuidad en el relato bíblico de la vida de Jesús. Pero no debemos contentarnos con este silencio. Ya que en tal caso, sería completamente lícito plantearse seriamente la pregunta de si este hombre que aparece en la vida pública a los 30 años de edad, es realmente el mismo niño Jesús nacido en Belén. 16 El hallazgo de Nikolai Notovitch En nuestra primera visita a la casa del profesor Hassnain en Srinagar, éste nos narró cómo y por qué llegó a interesarse por el tema de los viajes de Jesús a Cachemira. Hallándose un crudo mes de enero en Ladakh, región montañosa limítrofe entre Cachemira y el Tibet, quedó aislado por la nieve en su capital, Leh. Para matar el rato, el profesor Hassnain se dedicó a revisar viejos textos y manuscritos conservados en las bibliotecas de la lamasería de Leh. Así fue como se topó con los 40 volúmenes de diarios de los misioneros alemanes doctores Marx y Francke, misioneros de un grupo religioso que recorría los lugares apartados del mundo. No iban a capitales como Srinagar o Nueva Dehli sino a puntos más remotos como por ejemplo Leh, en Ladakh. El diario estaba fechado en 1894. El doctor Hassnain, que no lee alemán, lengua en la que estaba escrito el diario, sintió sin embargo curiosidad por este manuscrito, y comenzó a pasar sus páginas. En esto se topó con un nombre escrito en rojo: San Issa. Frente a este hombre aparecía el de Nikolai Notovitch. Dado que no podía leer el texto, el profesor Hassnain optó por fotografiar las dos páginas del manuscrito en que aparecían estos nombres. De regreso ya en Srinagar, el profesor Hassnain se hizo traducir estas dos hojas. Se enteró así de que los misioneros doctores Marx y Francke hacían referencia en su diario a unos manuscritos hallados por Notovitch en la lama- sería de Hemis, a 38 kilómetros al sureste de Leh. Según estos manuscritos hallados por Notovitch, Jesús habría estado en la India y en las regiones más norteñas del Tibet y de Ladakh precisamente durante estos 18 años en que la Biblia no da razón de su paradero. Los dos misioneros alemanes no dan crédito a los informes de Notovitch. Tampoco dan crédito a este primer viaje de Jesús a la India los responsables del movimiento Ahmadiyya. En cambio, el profesor Hassnain está convencido de la autenticidad del testimonio de Notovitch, y cree que Jesús huyó hacia Cachemira después de ser salvado de la muerte en la cruz, precisamente porque ya habría estado anteriormente en Cachemira. Pero vayamos al texto de Notovitch. Nicolai Notovitch fue un viajero ruso que a finales de la década de los 80 del siglo pasado, exploraba los territorios norteños de la India avanzando hacia Cachemira y Ladakh, región conocida también como el «pequeño Tibet». Después de visitar Leh, capital de Ladakh, Notovitch prosiguió viaje hasta llegar a la lamasería de Hemis, una de las principales de la región, que alberga además una vasta biblioteca de obras sagradas. Conversando con el lama principal de esta lamasería, Notovitch le refiere que en una visita reciente a la lamasería de Moulbek, situada en lo alto de los riscos que culminan el pueblo de Wakha, le habían sido narradas 17 cosas interesantes acerca del profeta Isa. Y le pidió al lama de Hemis que le contara más cosas acerca de este profeta. El lama le contestó que el nombre de Isa era muy respetado entre los budistas, pero que era conocido con exactitud únicamente por los lamas importantes que habían leido los rollos que relataban su vida. Le dijo también que existen una infinidad de budas similares a Isa, y que los 84.000 rollos que existen abundan en detalles acerca de cada uno de ellos. Pero que muy pocas personas habían leido escasamente una centésima parte de estos rollos. De acuerdo con las costumbres establecidas, cada pupilo o lama que visitaba Lhasa, la capital del Tibet, no debía dejar de hacer un regalo de una o más de estas copias a la lamasería a la que pertenecía. Le dijo el lama a Notovitch que su monasterio (el de Hemis) poseía un gran número de estos rollos, y que entre ellos había descripciones de la vida y de la labor del buda Isa, que enseñó las doctrinas sagradas en la India y entre los hijos de Israel. Continuó el lama explicando que los rollos traídos desde la India al Nepal y del Nepal al Tibet, en que se relataban la vida y las obras de Isa, estaban ecritos en lengua pali, y que se encontraban en Lhasa, pero que una copia en lengua tibetana existía en la lamasería de Hemis. Las masas, sin embargo, ignoraban esto. Apenas había alguien más aparte de los grandes lamas que conocía a Isa, porque ellos habían dedicado su vida entera al estudio de estos rollos que relataban los hechos de Isa. Pero dado que su doctrina no constituía una parte canónica del budismo, y dado que los adoradores de Isa, los cristianos, no reconocían la autoridad del Dalai Lama, en el Tibet el profeta Isa, como muchos otros similares, no era reconocido como uno de sus santos principales. Llegados a este punto del relato, Notovitch le preguntó al lama si era posible mostrar a un extranjero estas copias que conservaba en su lamasería. El lama le replicó que lo que pertenece a Dios pertenece también a los hombres y que era su deber de lama ayudar a la propagación de sus doctrinas. Pero le dijo también que no tenía noción en aquellos momentos de dónde en su biblioteca se conservaban los rollos mencionados y que si en alguna otra ocasión Notovitch visitaba la lamasería, se los tendría preparados y se los mostraría gustosamente. A Notovitch no le quedó otro remedio que regresar a Leh e ingeniarse un plan para hallar una excusa y poder regresar a la lamasería. Dos días después envió al lama superior un regalo consistente en un reloj de alarma y un termómetro con un mensaje de que probablemente volvería a rendir una segunda visita a la lamasería antes de abandonar definitivamente Ladakh, y que esperaba que el lama la mostraría entonces los rollos que habían sido el motivo de su reciente conversación. Notovitch se había propuesto abandonar Ladakh y encaminarse hacia Cachemira para volver más tarde al monasterio 18 y no despertar interés en los rollos que hablaban de Isa. Pero la casualidad jugó en su favor, ya que al pasr junto a la montaña en cuya cumbre está la lamasería de Pittzk, su caballo tropezó lanzando a Notovitch al suelo, lo que le causó la fractura de una pierna. No deseando regresar a Leh ordenó a sus porteadores que le llevasen a la lamasería de Hemis, donde fue amablemente recibido y atendido. Refiere Notovitch que estando inmovilizado en la cama, y mientras un jo- ven iba girando ininterrumpidamente el cilindro de oraciones junto a su lecho, el venerable anciano que gobernaba la lamasería le entretenía con interesan- tes historias. A menudo le hablaba del reloj de alarma y del termómetro que Notovitch le había enviado como regalo, preguntándole acerca de su correcto uso. Finalmente, dice Notovitch, accedió a sus insistentes preguntas acerca de Isa y trajo dos grandes paquetes de libros cuyas hojas estaban ya amarillen- tas por el paso del tiempo. El lama le leyó entonces a Notovitch la biografía de Isa, mientras nuestro ruso viajero iba apuntando cuidadosamente en su bloc de notas, todo cuanto su intérprete le iba traduciendo. Este curioso documento está escrito en forma de versos aislados que muy a menudo no guardan relación el uno con el otro. Primer viaje de Jesús a la India A continuación voy a reproducir las partes más interesantes de esta vida de Isa, tal y como nos la refiere Nicolai Notovitcha partir de los manuscritos conservados en la lamasería Hemis de Ladakh, copia a su vez de manuscritos originales que se conservan en Lhasa, capital del Tibet. Estos manuscritos cuentan literalmente a partir del verso 5° de la sección 4* lo siguiente: «Poco tiempo después un hermoso niño nació en el país de Israel; el mismo Dios habló por boca de este niño explicando la insignificancia del cuerpo y la grandeza del alma. Los padres de este niño eran gente pobre, que pertenecían a una familia distinguida por su piedad, que había olvidado su an- tigua grandeza sobre la Tierra, celebrando el nombre del Creador y agradeciéndole las desgracias con que los habia provisto. Para premiar a esta familia por el hecho de haber permanecido firme en el camino de la verdad, Dios bendijo a su primogénito y lo eligió para que redimiera a aquellos que habían caído en desgracia y para que curara a aquellos que estaban sufriendo. El niño divino, al que dieron el nombre de Isa, comenzó a hablar, siendo aún un niño, del Dios uno indivisible, exhortando a 19 la gran masa descarriada a arrepentirse y a purificarse de las faltas en que habían incurrido. La gente acudió de todas partes para escucharlo y quedó maravillada ante las palabras de sabiduría que surgían de su boca infantil; los israelitas afirmaban que en este niño moraba el espíritu santo. Cuando Isa alcanzó la edad de 13 años, la época en que un israelita debe tomar una mujer. La casa en que sus padres se ganaban el pan mediante una labor modesta, comenzó a ser sitio de reunión de la gente rica y noble que deseaba tener al joven Isa por yerno, siendo así que en todos lados era conocido por sus discursos edificantes en nombre del Todopoderoso. Fue entonces cuando Isa desapareció secretamente de la casa de sus padres, abandonó Jerusalén, y se encaminó con una carava- na de mercaderes hacia Sindh. Con el próposito de perfeccionarse a sí mismo en el conocimiento divino y de estudiar las leyes de los grandes Budas.» Estos versos terminan la 4? parte de los manuscritos originales que relatan la vida de Isa. Como ya dije y como queda bien patente en esta narración, Isa es Jesús; por lo tanto voy a resumir ahora el resto del contenido del manuscrito trans- crito por Notovitch, pero refiriéndome ya siempre a Jesús cuando el manus- crito hace referencia a Isa. Prosigue el manuscrito de la narración de la vida de Jesús diciendo que a los 14 años cruzó el Sindh y se estableció entre los Aryas en el país preferido de Dios. La fama del joven Jesús se extendió rápidamente por toda la región norte del Sindh; cuando cruzó el país de los cinco ríos, los devotos del dios Jaina le imploraron que se quedara entre ellos. Pero él los dejó y siguió cami- nando hacia Jagannath en el país de Orissa, donde yacían los restos mortales de Vyasa-Krishna. Aquí fue recibido con gran alegría por los sacerdotes de Brahma, que le enseñaron a leer y comprender los Vedas, a salvarse median- te las oraciones, a explicar las Sagradas Escrituras al pueblo, a explulsar el espíritu del mal del cuerpo humano y devolverle su forma humana, Jesús vivió seis años en Jagannath, Rajagriha, Benares y otras ciudades sagradas. Todo el mundo le quería y vivió en paz con los Vaishyas y Shudras a quienes enseñó la Sagrada Escritura. Jesús se granjeó las primeras antipatías cuando habló de la igualdad de los hombres, ya que los Brahmanes tenían esclavizados a los Shudras y opinaban que sólo quedarían libres de su esclavitud con la muerte. Invitado por los Brahmanes a abandonar lacompañía de los Shudras y a abrazar las creencias 20 brahmánicas, Jesús rechazó esta invitación y fue a predicar entre los Shudras contra los Brahmanes y los Kshatriyas. Condenó gravemente la doctrina que da a los hombres el poder de robar a otros hombres sus derechos humanos, y defendió la creencia de que Dios no había establecido diferencias entre sus hijos, que eran todos igualmente amados por él. También se empeñó Jesús en combatir la idolatría y el defender la creencia en un solo y único Dios Todopoderoso. Finalmente, debido a su labor en favor de los Shudras, los sacerdotes brahmánicos decidieron su muerte, y con esta intención enviaron a sus servidores en busca del joven profeta. Pero, Jesús, advertido del peligro por los Shudras, abandonó Jagannath de noche, alcanzó las montañas y se estableció en el país de Gautamides, en el que había nacido el gran Buda Shakya-Muni, entre el pueblo que adoraba al único y, sublime Brahma. Habiendo aprendido perfectamente la lengua pal, Jesús se entregó al es- tudio de los rollos sagrados de los Sutras. Seis años después Jesús estaba capacitado para explicar perfectamente los rollos sagrados. Entonces aban- donó el Nepal y las montañas del Himalaya, descendió al valle de Rajputana y se encaminó hacia el Oeste. A su paso, Jesús iba hablando a las gentes en favor de la abolición de la esclavitud, al tiempo que pregonaba la existen- cia de un único Dios indivisible e intsaba al pueblo a destruir los ídolos y a abandonar su creencia en los falsos dioses. Así, cuando Jesús entró en Persia los sacerdotes se alarmaron y prohibie- ron al pueblo que escuchara sus palabras. Pero como el pueblo le escuchara, los sacerdotes le hicieron prender y entablaron un largo diálogo con él. En el curso de este diálogo Jesús intentó convencerles de que abandonasen el culto al Sol y el culto a un Dios del Bien y a un Dios del Mal, explicándoles que el Sol era sólo un instrumento creado por el Dios único y que el Dios único era un Dios del Bien, no existiendo ningún Dios del Mal. Habiéndole escuchado los sacerdotes, resolvieron no causarle ningún daño; pero, durante la noche, mientras todo el pueblo dormía, le prendieron y lo llevaron fuera de las murallas abandonándolo ahí con la esperanza de que sería pronto presa de las fieras salvajes. Pero Jesús continuó su camino sano y salvo. Continúa más adelante la narración de los manuscritos conservados por los lamas tibetanos, afirmando que Jesús contaba ya 29 años cuando regresó al país de Israel. A partir de aquí lo que nos refiere Notovitch acerca de los manuscritos tibetanos transcurre ya en Palestina y forma parte de la historia que nos narran los textos bíblicos. Los manuscritos así trasladados por Notovitch al mundo occidental darían una explicación lógica a las actividades de Jesús durante los largos años en que la Biblia no nos refiere absolutamente nada de él. 21 Nosotros, durante nuestra estancia en Cachemira, no pudimos proseguir hasta Leh y el monasterios de Hemis, como habría sido nuestro deseo, debido a que estábamos en el mes de abril y Leh sólo puede alcanzarse usando las carreteras y caminos de alta montaña que en aquel momento estaban completamente bloqueadas por la nieve. Sin embargo cualquier estudioso puede acudir a la biblioteca de la lamasería de Hemis para buscar allí los manuscritos de referencia. Yo los he resumido aquí para conocimiento de todos, ya que tal es el espíritu de este artículo: informar al lector y a través de él a un amplio sector de la opinión pública de las tradiciones, leyendas y datos históricos que en Cachemira y sus inmediaciones se conocen hoy en día, y que tienden a confirmar la creencia popular de que Jesús vivió y murió a los pies del Himalaya. Hasta aquí lo que he podido reunir acerca del primer viaje de Jesús a tierras orientales. Viaje realizado antes de su predicación en jerusalén y previo por consiguiente, a su crucifixión. Veamos ahora lo que se sabe en Cachemira de Moisés. Moisés, enterrado en Cachemira «Pero hasta hoy nadie conoce su seplutura» (Deuteronomio, 34, 6) Moisés, el primer guía del pueblo hebreo, yace en algún lugar del mundo. ¿Dónde? Hasta hoy, nadie lo sabe. Si bien allá por el siglo IV de nuestra Era, San Juan Crisóstomo parece haber intuido algo. Porque de forma muy acertada, se pregunta: «Pero decidme, ¿no yacen los restos de Moisés en algún lejano lugar del Este?» (Homilía 26, epístola a los Hebreos, capítulo 3). Porque, según parece, también Moisés está enterrado en Cachemira. El profeta Moisés emigró de Egipto. Le siguió una sección de los hebreos que se establecieron en Palestina, el país sagrado, como lo leemos en el Deu- teronomio (1, 8): «Os ofrezco el país que tenéis delante vuestro. Id a tomar posesión del país que Yahveh juró dar a vuestros padres, a Abraham, a Isaac, a Jacob y a su descendencia. » Luego nombró a Josué su sucesor para guiar a la próxima generación, como está escrito en el mismo Deuteronomio (31, 14): 22 «Después Yahveh le dijo a Moisés: “Se acerca el día de tu muerte. Llama a Josué y quedaos junto a la tienda del oráculo; y yo le daré mis órdenes” .» A Moisés mismo le fue denegada la entrada en Palestina. Seguimos leyen- do en el deuteronomio (1, 37): Algo similar recoge la Epopeya de la Creación, cuando pone en boca del dios creador y solar babilonio Marduk las siguientes palabras: Sigamos pues la pista histórica de la presencia de estos supuestos dioses —en realidad, nada más que seres inteligentes tecnológicamente superiores a nosotros— en la atmósfera terrestre. Los testimonios mas antiguos El volumen II de la Introducción a la Ciencia Espacial, publicado por la Academia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, incluye un capítulo de estudio de los OVNIs. Se afirma allí literalmente que «los OVNIs son objetos materiales que están, o bién pilotados, o controlados por control remoto por seres que son de fuera de este planeta>. Y también se afirma que . El testimonio acaso más antiguo que relaciona a los supuestos dioses con los objetos volantes no identificados, sea el que transmiten los aborígenes de los montes Kimberley, en el noroeste de Australia. Cuentan que en tiempos remotos sus dioses trazaron sobre las rocas unos dibujos antropomorfos de notable tamaño, los Wandjinas, con rostros carentes de boca y rodeadas sus cabezas por uno o dos semicírculos en forma de herradura, con finas líneas que irradia el círculo exterior. Después de ello y de instruir a los nativos, los wandjinas o dioses se transformaron en serpientes míticas y se refugiaron en charcos cercanos. Cuentan los nativos que de vez en cuando se les puede ver de noche en forma de luces que se mueven a gran altura. A gran altura debió moverse también un desconocido aparato volador, inteligentemente guiado, hace ahora unos 11.000 años. Así se desprende de los datos recogidos en los mapas de Piri Reis, que se conservan en el museo Topkapi de Istanbul. Fueron trazados en 1513 por el almirante de las flotas turcas Piri Reis, y muestran fielmente los accidentes geográficos de las costas americanas, incluyendo los de la Antártida. Con la notable peculiaridad de que en ellos el extremo Sur de la Tierra de Fuego enlaza por medio de la estrecha lengua de tierra con la Antártida, allí en donde hoy en día las aguas del estrecho de Drake enlazan entre sí a los océanos Atlántico y Pacífico. Cotejados los mapas con las fotografía infrarrojas aéreas que reflejaban el perfil submarino, se llegó a la conclusión de que realmente había existido este puente de tierra entre el continente sudamericano y la Antártida a finales de la última glaciación; o sea, hace ahora unos 11.000 años. Piri Reis había reseñado en sus mapas con asombrosa exactitud costas, islas, bahías y montañas que en parte hoy ya no son visibles, sino que están cubiertas por una considerable capa de hielo. El propio almirante Piri Reis indicó, en los textos explicativos de sus mapas, que para su confección se había servido de otros mapas anteriores, entre ellos uno requisado a un marino que había formado parte de las tripulaciones de Cristóbal Colón, y que fue capturado en aguas peninsulares ibéricas. Debemos concluir que alguien trazó con perfección la orografía terrestre de aquella zona del globo hace 11.000 años. ¿Quién fue? El cartógrafo americano Arlington H. Mallery afirmó en su día que no podemos imaginarnos como se trazó un mapa tan preciso sin el concurso de la aviación. Artilugios volantes en la antigua India Vimos anteriormente como en su libro sagrado Popol Vuh, los indios quichés de la gran familia maya decían de nuestros creadores que éstos eran unos constructores. Damos ahora un salto en la geografía y nos vamos a la India, en donde podemos leer en la gran epopeya sánscrita del Mahabharata que precisamente Maia, el constructor, el ingeniero y arquitecto de los asuras, diseñó y construyó un gran habitáculo de metal, que fue trasladado al cielo. Era solamente uno de muchos habitáculos similares. Cada una de las divi- nidades Indra, Yama, Varuna, Kuvera y Brahma, disponía de uno de estos aparatos metálicos y voladores. El gran sabio de la antigua tradición, Narada, explica que la ciudad volan- te de Indra se hallaba ininterrumpidamente en el espacio. Estaba rodeada de una pared blanca, que producía destellos de luz cuando el vehículo se desplazaba por el firmamento. Otros aparatos automáticos se desplazaban libremente bajo agua y en las profundidades de los océanos de una forma similar a los modernos submari- nos. El texto sánscrito del Mahabharata se refiere normalmente a los aparatos volantes con el nombre de «vimanas». Pero habla también de grandes ciudades —colonias— espaciales, de gran- des ciudades submarinas, y de ciudades subterráneas. Arjuna, una de la divinidades, disponía de un indestructible vehículo volador anfibio, pilotado por su ayudante Matali. Todas estas construcciones y aparatos voladores, submarinos y subterráneos, están descritos en la epopeya del Mahabharata con gran lujo de detalles, con detalle de sus medidas y descripción de sus características. También Valmiki, el autor de la otra gran epopeya hindú, el Ramayana, nos habla con absoluta naturalidad de los vehículos que —a voluntad de su piloto — volaban libremente por el aire. También eran metálicos y brillaban en el cielo. Objetos volantes inteligentemente guiados, en los textos bíblicos Leemos en los textos bíblicos cómo el profeta Ezequiel nos narra su encuentro con un vehículo volante, que se le acercó tanto —junto al río Quebar, en la inmediaciones de Babilonia— que incluso vió a uno de sus tripulantes, el cual le habló a él personalmente. Esta visión que Ezequiel tuvo, y que está descrita con lujo de detalles en los textos bíblicos, fue detenidamente analizada por el ingeniero de la agencia espacial norteamericana —la NASA— Josef Blumrich, quién concluyó que lo que vió el profeta fue efectivamente y sin ningún género de dudas una nave volante. Tanto es así, que dicho ingeniero —director de la Oficina de Construcción de Proyectos de la NASA—, rediseñó el aparato descrito por Ezequiel y patentó algunos de sus elementos. También en la Biblia, la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra refleja con precisión los efectos de una explosión atómica, anunciada a Lot por dos emisarios que bajan de las alturas y comen alimentos en casa de su anfitrión. Finalmente, en muchos pasajes de los textos bíblicos —comenzando por el libro del Exodo— se describen con detalle nubes inteligentemente guiadas. En el caso del libro citado, una de estas nubes —luminosa de noche y en forma de columna de humo de día— guía al pueblo de Israel en su huída de Egipto. Esta nube indica el camino a seguir, proporciona alimento, e incluso desciende hasta el suelo para que sus tripulantes (en este caso el mismo Yahveh) pueda dar órdenes verbales al caudillo de los hijos de Israel, Moisés. El ovni de Belén La estrella de Belén, cuya aparición está tan íntimamente ligada al fenómeno Jesús, es —como se puede repasar en los Evangelios— una «estrella> que se mueve y que, además, tiene la facultad de detenerse. No es extraño que una estrella esté aparentemente «parada> en el firmamento, como parece que lo están todas las que vemos normalmente, ni tampoco que una estrella se mueva, como es el caso de las estrellas fugaces o de los cometas. Lo que sí se sale realmente de lo usual es que haga ambas cosas: moverse y pararse. Y que, además, demuestre ser inteligente: «Salieron, y la estrella que habían visto en Oriente> —podemos leer en los Evangelios— «iba delante de ellos hasta que se detuvo encima de donde se hallaba el niño.> Se le ha querido dar una explicación astronómica a este fenómeno de la llamada estrella de Belén, aduciendo que se habría tratado de la conjunción —tercera conjunción por aquellas fechas— de los planetas Júpiter y Saturno. En dicha conjunción los citados planetas se juntaron ópticamente en dirección Sur de tal manera que los magos de Oriente, en la ruta que seguían de Jerusalén a Belén, siempre tenían a estos dos planetas que formaban una sola estrella, delante de ellos. La estrella iba efectivamente, como dicen los Evangelios, precediéndoles. Hasta aquí, todo correcto. Pero si hubieran caminado siempre en la di- rección que les indicaba esta conjunción de Júpiter y Saturno —y dado que se trataba de un fenómeno extraatmosférico que por lo tanto, por mucho que avanzasen los magos, siempre habría estado situado por delante de ellos— a donde habrían llegado es a las aguas litorales del mar Rojo. Pero no: se detienen a 7 km escasos de Jerusalén. ¿Por qué? Porque no iban en pos de la conjunción Júpiter-Saturno, sino de un objeto brillante que finalmente se detuvo a baja altura encima del lugar encima del lugar en el que se hallaba el niño: Jesús. Un objeto volador que se movía inteligentemente dentro de nuestra atmósfera. Los hijos del cielo Los antiguos habitantes de China se autodenominaban «hijos del cielo». Y su literatura clásica proporciona una abundante selección de observaciones de objetos volantes desconocidos, con especificación muy concreta del momento histórico en que apareció cada uno de ellos. Una de las referencias más antiguas que podemos hallar figura en la obra Ciencia Natural, que en el capítulo X reza: En época mucho más reciente, el escritor Wang Jia, que vivió bajo la dinastía de los Tshin, relata en su libro Reencuentro una historia acaecida en el siglo IV antes de JC: «Durante los 30 años del reinado del emperador Yao, una inmensa nave flotaba por encima de las olas del mar del Oeste. Sobre esta nave, una potente luz se encendía de noche y se apagaba de día. Una vez cada 12 años, la nave daba una vuelta por el espacio. Por esto se la denominaba Nave de Luna o Nave de las Estrellas>. En su obra Observaciones del Cielo, otro historiador, que vivió entre los años 960 y 1279 nos da una imagen todavía más clara de esta nave del cielo, afirmando de ella: Por su parte, el historiador Zhang Zuo, autor de la Historia del Poder y de la Oposición, escribe también que . Otro texto, el Nuevo Libro de los Tang, reza en su capítulo XXII, dedicado a la Astronomía: «El año 2 bajo el reinado del emperador Quian-fu, dos estrellas, una roja y la otra blanca, que medían como os veces la cabeza de un hombre, se dirigieron una junto a la otra al Sudeste. Una vez paradas en el suelo, aumentaron lentamente de tamaño y lanzaron luces violentas. Al año siguiente, una estrella móvil brilló de día como una gran antorcha. tenía el tamaño de una cabeza. Habiendo llegado del Nordeste, sobrevoló dulcemente la región, para desaparecer finalmente en dirección Noroeste.> En otro pasaje de este mismo libro podemos leer: «En marzo del año 2, bajo el reinado del emperador Tian Yu, cierta noche una gran estrella surgió de la bóveda del cielo. Era cinco veces más grande que un celemí y volaba en dirección del Noroeste. Descendió hasta treinta metros del suelo. Su parte superior lanzó luces de fuego de color rojo anaranjado. Sus luces llegaban a más de cinco metros. Se desplazaba como una serpiente, rodeada de numerosas estrellas pequeñas que desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. Se vió una especie de vapor que subía muy alto hacia el cielo.> Esta es solamente una brevísima selección de cuanto puede leerse en los textos clásicos chinos acerca de los OVNIS. Tráfico aéreo en la literatura clásica de la cuen- ca mediterránea Autores como Plinio el Viejo, Plutarco, Dio Cassio, Séneca, Cicerón o Julio Obsequens fueron en mayor o menor grado conscientes de que los dioses estaban guiando a los hombres sobre la Tierra. Sin ir más lejos, en el libro octavo de la Eneida, Virgilio habla de «ruedas que transportaban rápidamente a los dioses». En el Prodigiorum Liber (el Libro de los Prodigios), el historiador Julio Obsequens recoge textos originales de Cicerón, Tito Livio, Séneca y otros. Podemos leer allí: «Siendo cónsules Cayo Mario y Lucio Valerio, se pudieron ver en di- versos lugares de Tarquinia un objeto que semejaba una antorcha encendida que súbitamente cayó del cielo. Hacia el anochecer se vió un objeto volador circular, parecido en su forma a un “clypeus” (el escudo redondo empleado por los legionarios romanos) llameante, que cruzaba el cielo del Oeste hacia el Este.> También podemos leer allí que Tito Livio también informa por su parte: < Naves fantasma han sido vistas brillando en el cielo... Mientras que en el distrito de Amiterno aparecieron en muchos lugares hombres con vestidos destellantes, de lejos y sin acercarse a nadie.> Son solamente unos botones de muestra de la abundante literatura clásica que refiere este tipo de avistamientos. Intervienen en el curso de nuestra historia Hay momentos concretos a lo largo de la historia de la Humanidad, en que figuras u objetos que descienden del cielo, intervienen en los asuntos de los hombres, e incluso llegan a decidir nuestras disputas en uno u otro sentido. En algunas ocasiones, la ayuda ha sido favorable al signo de la Cruz, si bien el motivo de este favoritismo se nos escapa. Así aconteció en las luchas de los cristianos contra los moros, y también —durante la conquista de América— en las luchas contra los indios. La gloria de Dios Una ocasión importante en que manifestaciones concretas del cielo ayuda- ron a los cristianos, se dió en plena campaña exterminadora de Carlomagno contra los paganos sajones. Así lo explica claramente el monje Lorenzo, en sus Annales Laurissenses. Explica en esta obra histórica cómo los sajones se habían rebelado contra las tropas de los francos, y avanzaban hacia el castillo de Sigisburg para conquistarlo. La oposición de los francos fue du- ra, motivo por el cual los sajones no pudieron culminar su gesta. Y leemos literalmente en la obra citada: «Entonces, cuando los sajones advirtieron que las cosas no iban a su favor, comenzaron a construir andamios desde los cuales pudiesen saltar valientemente al castillo mismo. Pero Dios es tan bue- no como justo. Superó su valor, y el mismo día en que prepararon el asalto contra los cristianosque vivían dentro del castillo, la gloria de Dios apareció en manifestación encima de la iglesia en el interior del castillo. Los que lo observaron, muchos de los cuales aún viven hoy en día, dijeron que tenían el aspecto de dos grandes escudos de color rojo llameante, y que se movían por encima de la iglesia. Y cuando los paganos que estaban afuera vieron este signo, cayeron seguidamente en la confusión y quedaron aterrorizados por el pánico, huyendo precipitadamente.> Como consecuencia de la intervención de este poder aéreo, los sajones se rindieron y decidieron en juramento solemne su conversión al cristianismo. Por lo tanto, acatar las leyes de Carlomagno. América: reestreno del drama de Moisés De Europa nos vamos a tierras norteamericanas. Porque si Yahveh hizo caminar a Moisés con sus seguidores por el desierto durante cuarenta años, el dios de los aztecas obligó a éstos a una caminata de casi 3.000 km, antes de que hallasen en una pequeña isla en medio del lago Texcoco, al águila de su profecía devorando a una serpiente. Era el símbolo que les indicaba que aquella era su tierra de promisión. Los paralelismos entre el éxodo del pueblo de Israel y el éxodo del pue- blo azteca comienzan con la personalidad misma de los dos protagonistas, Yahveh y Huitzilopochtli. Ambos querían ser considerados como protectores e incluso como padres, pero eran tremendamente exigentes, implacables en sus frecuentes castigos, y muy irritables. Ambos les indicaron a sus pueblos elegidos que abandonasen la tierra que habitaban. Ambos acompañaron per- sonalmente a sus protegidos a lo largo de todo el peregrinaje. Yahveh lo hizo como ya vimos en forma du una curiosa nube o coluna de fuego y de humo que les procuraba luz de noche y sombra de día, o les señalaba el camino que debían tomar. Huitzilopochtli, a su vez, acompañaba a los aztecas en forma de un gran pájaro. La tradición afirma que fue un águila o una grulla blanca, que les iba indicando la dirección en la cual debían caminar desde las tierras de Arizona y de Utah hasta el emplazamiento de la actual capital de México. Pero lo más curioso es que los dos pueblos —israelitas y aztecas— trans- portaban una especie de caja sagrada que para ellos tenía una gran impor- tancia y que servía para comunicarse directamente con la divinidad. Los israelitas llevaban la famosa Arca de la Alianza, y los aztecas llevaban un cofre, tal y como nos lo cuenta fray Diego Durán, historiador contemporáneo de la conquista: Los escudos volantes de los indios hopi Si Carlomagno fue ayudado por unos escudos volantes y los aztecas —procedentes de Arizona— contaron con el apoyo de una inteligencia que dominaba el vuelo, ambas circunstancias se repiten en la historia de los indios hopi — establecidos en la actual Arizona—. Según explica su jefe White Bear, con- taban sus antepasados que sus abuelos habitaban unas tierras situadas al Oeste, o sea en algún punto del océano Pacífico. Al hundirse estas tierras, unos seres descendidos de las alturas —los katchinas— les ayudaron a tras- ladarse al continente americano, en parte sirviéndose de escudos volantes. Estos seres sabían además tallar grandes bloques de piedra, dominaban el transporte aéreo de estos bloques, y eran diestros en la construcción de ins- talaciones subterráneas. Algo muy parecido a lo que nos narran según vimos los antiguos textos sánscritos. Ovnis durante la conquista de América Alguna inteligencia seguía sobrevolando a los humanos en tierras americanas siglos más tarde. Así, Bernal Díaz del Castillo, cronista de Hernán Cortés, escribe en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España: . Y, un poco más adelante: «Lo que yo vi y todos cuantos quisieron ver, en el año 27> —1527— Son, una vez más, solamente dos pinceladas de los mucho objetos volantes no identificados que —en este caso— refieren las crónicas de la conquista de América. ¿Vienen de Sirio? Cuentan los dogones, que habitan en las tierras de la acual república africana de Mali, que desde siempre, el elemento para ellos más importante del firma- mento es una estrella pequeña que gira alrededor de la gran estrella Sirio, el brillante astro que luce en la constelación del Can Mayor. Por los estudios realizados de sus tradiciones, podemos afirmar que poseen este conocimiento por lo menos desde el siglo XII. Cuando en cambio la moderna astronomía no descubrió Sirio B —que orbita alrededor de Sirio A y es invisible al simple ojo humano— hasta mediados de siglo pasado. Los dogones conocían por lo menos siete siglos antes la existencia de Sirio B, siendo conscientes además de que es invisible. Pero además, el dibujo ritual que ellos trazan para mostrar la órbita en que Sirio B gira alrededor de Sirio A, es abolutamente idéntico al dibujo que ofrece el moderno diagrama astronómivo de la órbita de Sirio B alrededor de Sirio A. Los dogones saben además que Sirio B es un cuerpo extraordinariamente pequeño. Y también aquí la astronomía oficial confirma que Sirio B es una «enana blanca», una estrella pequeña. También dicen los dogones que Sirio B es la estrella más pesada que existe. Y una vez más la ciencia confirma: Sirio B —a la que ellos llaman Po Tolo— es, en cuanto enana blanca, una estrella extraordinariamente densa, o sea, extraordinaria- mente pesada. Pero además, y de acuerdo con la mitología de los dogones, Po Tolo da una vuelta alrededor de Sirio A cada cincuenta años. Y confirma también aquí la moderna astronomía que Sirio B da una vuelta alrededor de Sirio A exactamente cada cincuenta años. Más asombroso aún: durante sus festividades rituales, los dogones rinden honores al hecho de que Po Tolo gire sobre sí mismo. ¿De donde podían saber —no los dogones, sino nadie— desde hace ocho siglos que las estrellas giran sobre su propio eje? Cuando se les plantea a ellos esta pregunta, afirman que un día llegaron unos seres procedentes del sistema de Sirio, con la finalidad de instaurar la sociedad en la Tierra. De ellos proceden sus conocimientos. Estos seres des- 10 conocidos —a los que ellos llaman «— descendieron a la Tierra en un arca que, antes de aterrizar, giraba o volteaba en el aire. El aterrizaje aconteció en el Nordeste del país de los dogones y produjo un ruido impor- tante al descender el arca. Los dogones describen el aterrizaje de forma muy gráfica: Era roja como el fuego y se volvió blanca cuando aterrizó. Y mucho más... La brevedad de un artículo no da para más. En el tintero se han quedado centenares de casos OVNI en la Antigüedad, en la Edad Media y en tiempos más recientes, hasta llegar a aquéllos que cité al principio, vistos por Kenneth Arnold en 1947. Para enumerar solamente a algunos de los más importantes, falta hablar de los Objetos Volantes No Identificados vistos por Tutmosis II el Grande, por Alejandro Magno y por Timoleón (ambos en el s. IV a.JC), por Cayo Julio César y por Pompeyo (s. I a JC), y por Constantino el Grande (s. I). También la espada volante vista sobre Jerusalén en el s. I y citada por Flavio Josefo. Ni hay que olvidar el cuadro La Madonna e san Jiovannino de la escuela de Filippo Lippi (s. XV), en que junto a la Virgen aparece en el cielo un OVNI, ni el OVNI citado en los anales de la Inquisición, y que transportó al Dr. Torralba en viaje de ida y vuelta de Valladolid a Roma en 1527. Deben recordarse igualmente los fenómenos OVNI citados por Pedro de Valdivia y por el cronista Pedro Cieza de León (s. XVI), y por Fray Junípero Serra (s. XVIII). No deben omitirse los cilindros volantes vistos sobre Nuremberg en el s. XVI, la viga aérea vista por Benvenuto Cellini, los globos ígneos que sobrevolaron Basilea también en el s. XVI, la columna brillante que se presentó la víspera de la batalla de Lepanto, una vez más en els. XVI, los OVNIs que evolucionaron sobre Cataluña en 1604, recogidos en el Diari de Jeroni Pujades, iguales chismes volantes vistos sobre el mediodía de Francia en 1621, la hostia volante que sobrevoló Braga en 1640, la bola volante que sobrevoló Robozero, en Rusia, en 1663, y finalmente los 446 OVNIs reportados por el director del observatorio mexicano de Zacatecas, en 1883. En absoluto puede afirmarse —a la vista de este repertorio— que los OVNIs son una invención o un fenómeno característico de nuestro siglo XX. © Andreas FABER-KAISER, 1991 Todos los derechos reservados. 11 LA CONQUISTA PROGRAMADA Andreas FABER-KAISER A alguien le interesa que la cruz triunfe El investigador español Manuel Audije —algo más que oficial de la Armada— sustenta la tesis de que el fenómeno de la conquista de América es inexplicable bajo la consideración de las restringidas posibilidades del invasor español, frente al potencial de los imperios asentados al otro lado del gran mar. Resultaba incom- prensible —argumenta— que imperios como el azteca, de gentes acostumbradas a privaciones y luchas por la subsistencia durante cientos de años, sucumbieran ante el empuje de un puñado de hombres, aunque éstos contasen con aquellos monstruos de cuatro patas que corrían como el viento. Pero es que alguien, desde lo alto, estaba apostando una vez más por la expansión de quienes portaban el signo de la cruz. La historia de los aconte- cimientos humanos, de la evolución de la especie humana, está escrita cier- tamente sobre papel terrestre, pero la pluma que escribe la sostienen en demasiadas ocasiones manos que no son de hombre. ¿Quién demonios tiene interés en que evolucionemos de tal o cual forma? ¿Y por qué demonios los historiadores académicos cierran sus ojos ante esta realidad? Voy a transcri- bir a continuación literalmente algunos pasajes extraídos de crónicas escritas referidas a la conquista y colonización del continente americano. Las crónicas seleccionadas para este artículo —hay bastantes más— no están escritas por cuatro ignorantes ni desconocidos, sino por cuatro reconocidos cronistas de la historia de España, cuales son Bernal Díaz del Castillo, Pedro de Valdivia, Fray Junípero Serra y Pedro de Cieza de León. Los hombres que vinieron del cielo Pero ya antes que ellos, el propio Colón haría alusión al hecho de que los indios americanos parecían familiarizados con la idea de que podían bajar figuras antropomorfas de los cielos hasta la superficie terrestre. Así, leemos en su Diario de a bordo del primer viaje, transcrito por Fray Bartolomé de las Casas, por cierto y cómo no «In Nomine Domini Nostri Jesus Christi»: «Domingo 14 de octubre de 1492. (...) Otros, cuando veían que yo curaba de ir a tierra, se echaban a la mar y nadando venían, y entendíamos que nos preguntaban si éramos venidos del cielo; y vino uno viejo en el batel dentro, y otros a voces grandes llamaban todos hombres y mujeres: venid a ver los hombres que vinieron del cielo: traedles de comer y de beber.» «Martes 6 de noviembre de 1492. (...) Dijeron que los habían res- cebido con gran solemnidad según su costumbre, y todos así hom- bres como mujeres los venían a ver, y aposentáronlos en las me- jores casasa; los cuales los tocaban y les besaban las manos y los pies, maravillándose y creyendo que venían del cielo.» La derrota inevitable Casi 30 años más tarde, Cortés venció a los indios, entre otras razones, por tres para él afortunadas coincidencias (¿o no tanto?) que marcaron el ánimo del indígena con la propia convicción de su derrota inevitable: el emblema de Cortés era la cruz, que para el indio era emblema de Quetzalcóatl, el dios- serpiente —portador de plumas que denotaban su facultad de moverse por el aire— instructor descendido y regresado a las alturas estelares; los hombres de Cortés eran además de tez blanca y barbudos, como los dioses que referían las leyendas indias, y por ende Hernán Cortés desembarcó en el año 1519, que era el año I Acatl, el año consagrado a Quetzalcóatl. Por su parte, el cronista de Cortés, Bernal Díaz del Castillo, refiere en su obra Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, en su capítulo CI (“Cómo el gran Montezuma con muchos caciques y principales de la comarca dieron la obediencia a su majestad, y de otras cosas que sobre ello pasaron”): «Y diré que en la plática que tuvo el Montezuma con todos los caciques de toda la tierra que había enviado a llamar, que después que les había hecho un parlamento sin estar Cortés ni ninguno de nosotros delante, salvo Orteguilla el paje, dicen que les dijo que mirasen que de muchos años pasados sabían por cierto, por lo que sus antepasados les habían dicho, es así lo tiene señalado en sus libros de cosas de memorias, que de donde sale el Sol habían de venir gentes que habían de señorear estas tierras, y que él tiene entendido, por lo que sus dioses le han dicho, que somos nosotros. » De esta guisa es fácil conquistar y vencer. Máxime cuando además, coin- cidiendo con la llegada de estos que venían de donde sale el Sol, se plantan en el aire objetos voladores que confirman que ellos son los anunciados por la tradición de los antiguos para tomar el relevo del mando de aquella zona del planeta. OVNIS durante la conquista Así lo leemos en el capítulo CCXII (“De las señales y planetas que hubo en el cielo de la Nueva España antes de que en ella entrásemos, y pronósticos de declaración que los indios mexicanos hicieron, diciendo sobre ellos y de una señal que hubo en el cielo, y otras cosas que son de traer a la memoria’) de la misma obra de Bernal Díaz del Castillo: «Dijeron los indios mexicanos, que poco tiempo había, antes que viniésemos a la Nueva España, que vieron una señal en el cielo que era como verde y colorado y redonda como una rueda de carreta» —el cronista español está empleando exactamente la misma ex- presión que para dicho fenómeno emplearon el historiador italiano Leone Cobelli para el objeto que sobrevoló en agosto de 1487 la villa de Forli, y el autor chino de la obra Notas sobre el cielo para los objetos que los días 16 y 17 de julio del año Dingchou sobre- volaron las regiones orientales del imperio de los hijos del cielo— «y junto a la señal vino otra raya y camino de hacia donde sale el Sol y se venía a juntar con la raya colorada; y Montezuma, gran cacique de México, mandó llamar a sus papas y adivinos, para que mirasen aquella cosa y señal.» Más adelante, continúa: «Nosotros nunca las vimos, sino por dicho de mexicanos lo pon- go aquí, porque así lo tienen en sus pinturas, las cuales hallamos verdaderas. Lo que yo ví y todos cuantos quisieron ver, en el año veinte y siete» —1527— «estaba una señal del cielo de noche a manera de espada larga, como entre la provincia de Pánuco y la ciudad de Tezcuco, y no se mudaba del cielo, a una parte ni a otra, en más de veinte días.» ¿Me quieren explicar los doctores de la ciencia, que tanto gustan de atri- buir los avistamientos de OVNIs a fenómenos atmosféricos inusuales y globos- sonda (en el mejor de los casos) a qué tipo de fenómeno atmosférico inusual 3 obedece la presencia de una forma de espada larga a relativamente baja altura (localizada entre dos puntos geográficos concretos de México) y en posición fija durante más de veinte días? Porque globos-sonda y chatarra de satéli- tes en el siglo XVI, no cuela. Y meteoritos en posición fija, menos. Pero no cierren los ojos, porque ahí está el testimonio. Por favor, una respuesta cohe- rente de la comunidad científica académica. Si la tienen, tienen también la obligación de comunicarla. Y si no la tienen, deberían de poseer la suificiente humildad y rigor científico como para abstenerse de negar aquello que no han investigado. Por ende, quiero recordar que esta misma espada aérea fue lo que ya notificó —encima de Jerusalén y fija durante un período de un año entero— el historiador Flavio Josefo, amén de otros casos históricos en que se vieron formas de curces (=espadas) en el cielo. Apariciones enigmáticas Pero continuemos con el testimonio del cronista español Bernal Díaz del Castillo. En le capítulo XCIV (‘Cómo fue la batalla que dieron los capitanes mexicanos a Juan de Escalante, y cómo le mataron a él y el caballo y a otros seis soldados, y muchos amigos indios totonaques que también allí murieron”), relata cómo la aparición de una enigmática figura decide la victoria a favor de los españoles (a quienes los indios llaman «teules»): «Y preguntó Montezuma que, siendo ellos muchos millares de gue- rreros, que cómo no vencieron a tan pocos teules. Y respondieron que no aprovechaban nada sus varas y flechas y buen pelear; que no les pudieron hacer retraer, porque una gran tecleciguata de Castilla venía delante dellos, y que aquella señora ponía a los mexicanos temor, y decía palabras a sus teules que los esforzaba; y el Montezuma entonces creyó que aquella gran señora que era Santa María y la que le habíamos dicho que era nuestra abogada, que de antes dimos al gran Montezuma con su precioso Hijo en brazos.» El caso de la Virgen no es aislado, sino que otra figuras misteriosas y caídas del cielo ayudaron a convencer al indio de que no tenía nada que hacer contra el invasor. Y, ¡asómbrate lector!, vuelve a hacer su aparición aquí en apoyo de la cruzada cristiana aquel blanco caballero que sobre corcel blanco pasaba por San Jorge en la lejana Europa, en los enfrentamientos con los moros. Así el extremeño Pedro de Valdivia relata lo siguiente en carta dirigida a Carlos 1 de España y V de Alemania, y refiriéndose a un ataque de los 4 nativos contra su fuerte establecido en lo que hoy es tierra chilena, en el año 1541: «Y parece nuestro Dios quererse servir de su perpetuación para que sea su culto divino en ella honrado y salga el diablo de don- de ha sido venerado tanto tiempo; pues según dicen los indios naturales, que el día que vinieron sobre este nuestro fuerte, al tiempo que los de a caballo arremetieron contra ellos, cayó; en medio de sus escuadrones un hombre viejo en un caballo blanco e les dixo: “Huid todos, que os matarán estos cristianos”, y que fue tanto el espanto que cobraron, que dieron a huir.» «Dixeron más: que tres días antes, pasado el río Biubiu para venir sobre nosotros, cayó una cometa entre ellos, un sábado a medio día, y desde el fuerte donde estábamos la vieron muchos cristianos ir para allá con muy mayor resplandor que otras cometas salir, e que caída, salió della una señora muy hermosa, vestida también de blanco, y que les dixo: “Serví a los cristianos, y no vais contra ellos, porque son muy valientes y os matarán a todos.” E como se fue de entre ellos, vino el diablo, su patrón, y los acabdilló, diciéndoles que se juntasen muy gran multitud de gente, y que él vernía con ellos, porque en viendo nosotros tantos juntos, nos caeríamos muertos de miedo.» Con ligerísimas variaciones en la forma de exposición, se encuentra este mismo relato en la relación de hechos y noticias que Pedro de Valdivia envía a sus apoderados en la Corte. Con gran lucidez dice ahí el cronista, refiriéndose a la nueva tierra: «Paresce tenerla nuestro Dios de su mano y servirse de nosotros en la conquista y perpetuación della.» Pero, bueno, doctos de la ciencia, todo esto no son más que tonterías, ganas de tomarle el pelo a Carlos I por parte de quienes se estaban dejando la piel en América. ¿Cómo iban a ver los indios bajar ante sus narices al mismo caballo blanco que a decenas de miles de kilómetros de distancia descendía igualmente entre moros y cristianos? ¡Pero hombre, por favor, no seas iluso! ¿Cómo van a bajar caballos blancos del cielo? ¿No ves que esto es imposible? Pues la historia de España dice que sí, que bajan. Y así les fue a moros y a indios. Porque alguien a quien no conocemos tuva la imperiosa necesidad de que la cruz dominara sobre parte del planeta. La cristianización programada Y ya que hablamos de la cruz, qué mejor que un fraile en América para seguir explicando cosas que no pueden ser, pero que fueron. Fray Junípero Serra fundó en la sierra de Santa Lucía, a unos cien kilóme- tros de Monterrey, una de sus misiones cristianas. Para dicha fundación, los misioneros contaron con una curiosa ayuda: la de una anciana indígena, bau- tizada más tarde y que recibió el nombre de Agueda, que se presentó a los sorprendidos misioneros pidiéndoles que le administrasen el sacramento del bautismo. Preguntada acerca de las razones que la impulsaban a esta deci- sión, la futura Agueda comenzó a relatar esta fantástica historia: Cuando ella era aún niña, oyó referir a sus padres que en cierta ocasión habían llegado a aquella tierra dos hombres blancos cuyas vestiduras, por la descripción que de las mismas le habían hecho sus padres, eran similares a las de los religiosos que acababan de llegar. Además, lo que dijeron aquellos dos hombres se parecía a lo que predicaban los nuevos frailes. Solamente había entre ellos una diferencia: los dos hombre que habían llegado por lo menos cien años antes que Fray Junípero, no lo habían hecho a pie, ni a caballo, sino que llegaron volando: cayeron de arriba, de las alturas. Se establecieron en el poblado y permanecieron allí por algún tiempo. No dando crédito a sus oídos, los frailes recabaron cuanta información pudieron entre los demás componentes de aquel grupo de indígenas. Lo cual les llevó a verificar que aquel suceso permanecía vivo en la memoria de aquel pueblo como parte de su legado histórico. El establecimiento por parte de los habitantes del po- blado de una posible conexión entre los recién llegados misioneros y los dos hombres que según referencias de sus antepasados habían llegado volando, y cuya memoria fue revitalizada gracias al relato de la anciana Agueda, consti- tuyó un factor decisivo para que todos los integrantes de aquella comunidad indígena solicitaran recibir el bautismo. Más adelante, Fray Junípero volvería a ser testigo de otro episodio que nos lleva a pensar que hubo una preparación previa del terreno para cuando llegara el momento oportuno. Resulta que el día 6 de agosto de 1772, un re- ducido grupo mixto integrado por Fray Pedro Cambón, Fray Angel Somera y diez soldados, bajo las órdenes de Fray Junípero Serra, llegaba al río de los Temblores, después de caminar 40 leguas al norte desde la ciudad de San Die- go, en la California septentrional. Una vez elegido el sitio adecuado para erigir la cruz que presidiese aquel lugar, y en el preciso instante en que se disponían a clavarla en el suelo, un considerable número de indígenas manifestó su pre- sencia profiriendo gritos y amenazas. La situación se estaba poniendo fea para el reducido número de cristianos, cuando uno de los misioneros tuvo una idea que les salvaría la vida. En esta ocasión, su fe movió montañas (o lo que es lo mismo, redujo a corderos a los fieros nativos). Al fraile se le ocurrió sacar del escaso equipaje que llevaban un cuadro de la Virgen de los Dolores, y ex- ponerlo a la vista del enemigo. El resultado fue absolutamente sorprendente: los gritos y los gestos amenazadores cesaron bruscamente. En silencio, aquel grupo de nativos fue acercándose al sitiado grupo de hombres de armas y cruz. Uno a uno, los indígenas se inclinaron, en muestra evidente de respeto y sumisión, al tiempo que fueron depositando junto al cuadro todos cuantos objetos de valor adornaban sus cuerpos, amén de sus armas, arcos y flechas que momentos antes empuñaban amenazadoramente. ¿Qué significaba para aquellos indios la visión de esta Virgen? No lo sabemos. Pero todo parece indicar que reaccionaron a un estímulo previamente inducido a la vista de una imagen similar. El hombre resplandeciente Ciertamente se prodigaron en tierras americanas las ayudas extrahumanas a quienes portaban el signo de la cruz. Así, también Pedro de Cieza de León escribe en el siglo XVI, en el capítulo CXVII de La crónica del Perú, que el clérigo Marcos Otazo, vecino de Valladolid, le narró la siguiente vivencia: «Estando yo en este pueblo de Lampaz, un jueves de la Cena vino a mí un muchacho mío que en la iglesia dormía, muy espantado, rogando me levantase y fuese a baptizar a un cacique que en la iglesia estaba hincado de rodillas delante de las imágenes, muy temeroso y espantado; el cual estando la noche pasada, que fue miércoles de Tinieblas, metido en una guaca, que es donde ellos adoran, decía haber visto a un hombre vestido de blanco, el cual le dijo que qué hacía allí con aquella estatua de piedra. Que se fuese luego, y viniese para mí a se volver cristiano. Y cuando fue de día yo me levanté y recé mis horas, y no creyendo que era así, me llegué a la iglesia para decir misa, y lo hallé de la misma manera, hincado de rodillas. Y como me vio se echó a mis pies rogándome mucho le volviese cristiano, a lo cual le respondí que sí haría, y dije misa, la cual oyeron algunos cristianos que allí estaban; y dicha, lo bapticé, y salió con mucha alegría, dando voces, diciendo que él era cristiano, y no malo, como los indios.» (...) «Muchos indios se volvieron cristianos por las persuasiones deste nuevo convertido. Contaba que el hombre que vio estando en la guaca o templo del diablo era blanco y muy hermoso, y que sus ropas asimismo eran resplandecientes.» Se parece sospechosamente a los dos que 16 siglos antes habían entrado —descendidos del cielo— en el sepulcro previsto para Jesús. Más ayuda celestial Finalmente, en el capítulo CXIX de la misma Crónica del Perú, Pedro Cieza de León escribe: «Cuando en el Cuzco generalmente se levantaron los indios contra los cristianos no había más de ciento y ochenta españoles de a pie y de caballo. Pues estando contra ellos Mango inga, con más de doscientos mil indios de guerra, y durante un año entero, milagro es grande escapar de las manos de los indios; pues algunos dellos mismos afirman que vían algunas veces, cuando andaban pelean- do con los españoles, que junto a ellos andaba una figura celestial que en ellos hacía gran daño, y vieron los cristianos que los indios pusieron fuego a la ciudad, el cual ardió por muchas partes, y emprendiendo en la iglesia, que era lo que deseaban los indios ver deshechos, tres veces lo encendieron, y tantas se apagó de suyo, a dicho de muchos que en el mismo Cuzco dello me informaron, siendo en donde el fuego ponían, paja seca sin mezcla alguna.» La constante de los protectores celestes Finalmente creo interesante para el objeto de este artículo, añadir aún algunos casos de manifestaciones de seres sobrehumanos en otras latitudes del planeta, referidos por cronistas que no tenían conexión con los indios americanos. Así por ejemplo, una antigua narración de la isla de Pohnpei en la Micro- nesia, cuenta lo siguiente, con motivo de haberse enfrentado en combate los habitantes de la región de Palikir con los de Matolenim, en esta minúscula isla del Pacífico: «En el fragor de la lucha fueron muertos también muchos de los hombres de Palikir. Entonces elevaron oraciones rápidamente a un espíritu llamado Sanoro. Su oración halló eco en el espíritu. Puesto que cuando sucumbieron en la lucha, el espíritu hizo apa- recer rápidamente a una mujer entre los combatientes de Palikir. La mujer era tremendamente grande. Extendió entonces su cabe- llera y cubrió con ella a la gente de Palikir. En cuanto los hombres de Matolenim vieron a la mujer que se había alzado entre los de Palikir, los brazos les comenzaron a pesar, y contemplaron exta- siados sin poderse mover a la mujer que se encontraba entre la gente de Palikir. Entonces los hombres de Palikir se abalanzaron rápidamente sobre los de Matolenim y los mataron a todos.» También en Europa Y si asombrosa es la similitud de esta figura sobrehumana que ayuda a uno de los dos bandos en el otro extremo del Pacífico, con las apariciones sobrehumanas que vimos apostaban por uno de los bandos en las luchas de cristianos contra indios en América, no menos asombrosa es la constatción de que lejos del Pacífico y de América, en plena Europa, el mismo fenómeno también se prodigaba. Veamos algún ejemplo, si bien insisto en que hay muchísimos más. Vayamos al Mediterráneo, en donde veremos el mismo fenómeno repre- sentado por la popular figura de san Jorge, que pertenece al grupo de los santos caballeros y soldados que desde el cielo ayudaron a los creyentes cris- tianos en sus luchas, en especial cuando combatían a los llamados infieles. Entre ellos hay que contar con san Miguel y san Magín, que tanto protegie- ron los intereses de Carlomagno. Los guerreros catalanes, antes de emprender alguna lucha, se encomendaban a san Jorge al igual que los guerreros de Pa- likir se encomendaron a Sanoro, y obtuvieron gran portección —al igual que aquéllos—, particularmente en ocasiones en que luchaban contra los musul- manes. Así, cuando los árabes hubieron conquistado la ciudad de Barcelona y ésta hubo quedado arrasada, el conde Borrell II se reorganiza en la cercana población de Manresa. Con muy exiguas fuerzas decide volver sobre Barcelo- na, para intentar su reconquista prácticamente imposible. Mas, al llegar, no tardaron en fijarse en un apuesto guerrero que galopaba entre las nubes y que esgrimía un rayo por arma, con el cual sembró la muerte y el terror entre los moros que caían a millares o huían a todo correr. Desaparecido el misterioso caballero, al que nadie conocía, los hombres de Borrell II y Catalunya entera lo tomaron por patrón, y la cruz que lucía en su vestimenta pasó a formar parte del escudo de Barcelona y de muchas otras ciudades y pueblos. En mis libros Las nubes del engaño y El muñeco humano aporto más inter- venciones de este caballero que defiende a cristianos contra moros ayudando a Jaime I el Conquistador en la conquista de Mallorca, y a los alcoyanos enla defensa de su ciudad, amén de otros casos similares, en que determinada aparición celeste o sobrehumana actúa en defensa de determinado bando de la lucha, en distintos lugares y épocas. Y en la época romana Finalizaré aquí este breve repertorio con un caso extraído de la historia de Roma, por cuanto también aquí, al igual que en la narración de la isla de Pohnpei, la divinidad implorada acude a la llamada en auxilio del solicitante. El personaje invocado aquí es Cástor. Efectivamente, en el año 498 antes de JC, el exiliado Tarquino se enca- minó sobre Roma, con la intención de aplastarla con aliados de treinta y seis ciudades de la Liga latina conducidos por Octavio Manilio. La batalla se libró junto al lago Regilo, cerca de la actual Frascati. Cuando al cabo de algunas horas parecía decantarse cierta ventaja en favor de los etruscos, que consiguieron empujar a los romanos, Aulio Postumio, en su desesperación, prometió un templo a Cástor si éste intercedía en la lucha. Repentinamente, en una violenta carga contra el enemigo, se colocaron a la cabeza de la caba- llería dos extraños y apuestos jinetes de una estatura superior a la humana, que de inmediato se pusieron a dirigir la por ende victoriosa carga. Fueron solamente algunos ejemplos. Los suficientes, creo, para esta con- clusión: dado que los relatos que nos refieren los cronistas de la conquista de América difieren poco o nada, en algunos casos, de otros testimonios si- milares recogidos en todas las épocas y en muchos lugares del planeta por otros historiadores, creo que cabe poca duda acerca de la observación de que alguien está encauzando desde siempre, sin preguntárnoslo, nuestro destino. Andreas FABER-KAISER, 1992 10 LOS AMIGOS VOLADORES DE LOS INDIOS HOPI Andreas FABER-KAISER Los indios hopi, en Arizona, afirman que sus antepasados fueron visitados por seres que se desplazaban en escudos volantes y dominaban el arte de cor- tar y transportar enormes bloques de piedra, así como de construir túneles e instalaciones subterráneas. El mensaje del laberinto La senda del conocimiento puede conducir a la sabiduría o a la perdición del buscador, y este es el riesgo inherente a toda aventura humana desde el mo- mento mismo en que vislumbramos la posibilidad de acceder a la inteligencia. A ello alude por ejemplo la leyenda de Teseo y Ariadna, escenificada en el laberinto de Dédalo, en Cnossos, en la isla de Creta. El esquema de dicho laberinto —dibujo ancestral que se repite en diseños parecidos en diversas culturas de la antigúedad— tal y como aparece grabado en monedas creten- ses antiguas, es idéntico a otro que aparece en una cruz rúnica danesa, y a otro que simboliza a la «madre Tierra> entre los indios hopi americanos. La identidad de dichos esquemas, que forman parte del simbolismo inheren- te a culturas tan dispares como estas tres, es realmente asombrosa y sigue constituyendo un enigma a la par que un reto para el investigador. Escudos voladores Igualmente asombroso es el hecho de que el esquema de la mitología medi- terránea aparezca idéntico precisamente entre los indios hopi. Pues la tradi- ción de dicho indios —viva hoy en día— une el origen de su pueblo al contacto con unos seres de forma humana que disponían de aparatos voladores en for- ma de escudos. Los textos clásicos latinos, por su parte así como también los Annales Laurissenses que daban cuenta de las campañas de Carlomagno, refieren diversos avistamientos de escudos voladores. Las tradiciones de los indios hopi, exactamente igual. Detengámonos pues un momento en estas tradiciones. Los indios hopi viven hoy en una reserva en el estado norteamericano de Arizona, y su poblado principal es Oreibi, el más antiguo lugar ininte- rrumpidamente habitado de Norteamérica. Josef F. Blumrich, el ingeniero de la NASA que reconstruyó el esquema de la nave que vió y describió en los textos bíblicos el profeta Ezequiel, y con quien tuve ocasión ámplia de inter- cambiar informaciones en sendos congresos de la Ancient Astronaut Society celebrados en Crikvenica (Croacia) y en Munich, vive en Laguna Beach, en California, no lejos de la reserva de los hopi. Desde el año 1971 mantiene una agradable amistad con el anciano indio White Bear, el cual le ha venido narrando pacientemente a Blumrich los recuerdos ancestrales de su pueblo, que forman parte de su actual tradición viva. El ingeniero Blumrich dispone hoy así de casi cincuenta horas de cintas grabadas con narraciones y explica- ciones adicionales. Voy a resumir aquí los puntos que nos interesan de estas grabaciones. Kasskara y los siete mundos De acuerdo con la tradición hopi, la historia de la Humanidad está dividida en períodos que ellos denominan «mundos», los cuales están separados entre sí por terribles catástrofes naturales: el primer mundo sucumbió por el fuego, el segundo por el hielo y el tercero por el agua. Actualmente vivimos en el cuarto mundo. Y en total, la Humanidad deberá recorrer siete. No siendo comprobables históricamente los dos primeros mundos, la me- moria tribal de los hopi se remonta a la época del tercer mundo, cuyo nombre era Kasskara. Este era el nombre, en realidad, de un inmenso continente si- tuado en el actual emplazamiento del océano Pacífico. Pero Kasskara no era la única tierra habitada. Existía también el «país del Este>. Y los habitantes de este país tenían el mismo origen que los de Kasskara. Los Katchinas llegaron por el aire Los habitantes de este otro país comenzaron a expanderse y a conquistar nuevas tierras, atacando Kasskara ante la oposición de ésta a dejarse dominar. Lo hicieron con armas potentísimas (y uno piensa inmediatamente en las armas devastadoras descritas en las antiguas epopeyas hindúes, así como en la deflagración atómica de Sodoma y Gomorra), imposibles de describir. Tan sólo los elegidos, los seleccionados para ser salvados y sobrevivir en el mundo siguiente fueron reunidos bajo el «escudo>. Los proyectiles enemigos reventaban en el aire, de modo que los elegidos colocados bajo el «escu- do> quedaban indemnes. Repentinamente, el «país del Este> desapareció por alguna causa desconocida bajo las aguas del océano, y también Kasskara comenzó a hundirse paulatinamente. En este momento, los katchinas ayudaron a los elejidos a trasladarse a nuevas tierras. Este hecho marcó el fin del tercer mundo y el comienzo del cuarto. Es preciso aclarar que, desde el primer mundo, los humanos estaban en contacto con los katchinas, palabra que puede traducirse por «venerables sa- bios>. Se trataba de seres visibles, de apariencia humana, que nunca fueron tomados por dioses sino solamente como seres de conocimientos y potencial superiores a los del ser humano. Eran capaces de trasladarse por el aire a velocidades gigantescas, y de aterrizar en cualquier lugar. Dado que se trata- ba de seres corpóreos, precisaban para estod desplazamientos unos artefactos voladores, unos «escudos voladores> —al igual que en las crónicas romanas, al igual que en las crónicas de Carlomagno— que recibían diversos nombres. Escudos voladores White Bear describe estos artefactos: que les impidió el avance hacia el norte, y les obligó a volver atrás. El ingeniero Josef F. Blumrich, comentando lo sorprendentes que pueden llegar a parecer algunas de estas tradiciones, recuerda que todavía hoy en día siguen vivas a través de diversas ceremonias. La ciudad roja Mucho tiempo después de estas migraciones todavía había clanes que seguían conservando las antiquísimas doctrinas. Estos clanes se reunieron y constru- yeron una ciudad «de importancia trascendental, que recibió el nombre de “la ciudad roja”>», a la que se identifica con Palenque, en el Yucatán mexicano. En dicha ciudad fue establecida la escuela del aprendizaje, cuya influencia todavía puede descubrirse en algunos hopi. Los maestros de dicha escuela eran los katchinas, y la materia de en- señanza estaba compuesta esencialmente por cuatro apartados: 1. Historia de los clanes; 2. La naturaleza, las plantas y los animales; 3. El hombre, su estructura y su función física y psíquica; 4. El cosmos y su relación con el hacedor. Tras un posterior período de numerosos enfrentamientos entre las ciuda- des establecidas en el Yucatán, sus habitantes abandonaron la zona y reem- prendieron la migración hacia el norte. Durante aquella turbulenta época los katchinas abandonaron la Tierra. Los pocos clanes que han seguido mante- niendo vivo el antiguo saber se juntaron más tarde en Oreibi, siendo ésta la razón de la especial importancia de este lugar. Túneles e instalaciones subterráneas Tras haber recogido toda la información que le ha sido posible sobre los kat- chinas, Blumrich llega a las siguientes conclusiones sobre estos seres que, sin ser considerados en ningún momento como divinidades —y esto es importante— , se sitúan en el plano cósmico de injerencia directa en el quehacer humano: tenían cuerpo físico, tenían apariencia de hombres, en muchos aspectos se comportaban como hombres, pero disponían de unos conocimientos muy su- periores a los propios hombres. Poseían artefactos voladores, y un enigmático escudo que rechazaba a los proyectiles enemigos a elevada altura. Eran además capaces de engendrar niños en las mujeres sin mediar contacto sexual. A todo ello hay que sumar las habilidades que los humanos aprendieron de los katchinas, la más impor- tante de las cuales fuera quizás el corte y transporte de enormes bloques de piedra y, en relación con ello, la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas. Los mensajeros de los dioses Además de lo que afirma Blumrich con referencia a los hopi, que él estudió en profundidad, podemos corroborar algunas de sus constataciones observando las costumbres de sus inmediatos vecinos, los indios zuñi y pueblo, que junto con los hopi forman el grupo de pueblos agricultores de la actual Arizona. Así, por ejemplo, los zuñi, cuyos templos son cámaras ceremoniales sub- terráneas, conservan el culto de la serpiente emplumada como deidad celeste, lo que indica el origen mexicano de ciertos elementos de su religión al en- lazar directamente con la imagen y culto de Quetzalcóatl (identificado con Kukulkán y Gucumatz) que fue también serpiente emplumada y voladora, corroborando así en cierta forma las narraciones de los hopi que afirman haberse establecido durante un tiempo en el área del Yucatán. Los mismos zuñi rinden igualmente culto a los katchinas, para ellos men- sajeros e intermediarios entre las deidades del cielo y el ser humano. Con lo cual se identifican prácticamente con los seres —emisarios o mensajeros de la divinidad— que en los textos bíblicos actúan bajo el concepto de ángeles. Otro dato curioso es que este grupo de indios pueblos practican el arte de la pintura en seco, de arena o de polen, frente a sus altares, para las ceremonias religiosas. El origen de este arte es desconocido, y el mismo es practicado igualmente en el Tibet y entre algunas tribus de Australia. Tecnología punta Pero regresemos a las observaciones que efectúa Josef F. Blumrich, sin perder de vista al hacerlo que se trata de las observaciones de un ingeniero con cargo de directivo de la NASA. Afirma que los hopi cuentan que los escudos voladores de los katchinas se desplazaban a enormes velocidades gracias al impulso de una «fuerza magnética>. En relación con ello, argumenta Blumrich que ni los hopi ni no- sotros sabemos de qué se trata concretamente. Y que nosotros, por ejemplo, todavía no sabemos qué es realmente la gravitación. El día en que logremos descifrar este enigma, existirá la posibilidad de que incluso nosotros podamos volar sin limitación alguna. Cabe recordar sin embargo —volviendo a lo que afirman los hopi— que Jonathan Swift vertió en su obra Los viajes de Gulliver datos astronómicos correctos acerca de los satélites de Marte, que nadie en su época podía conocer y que no fueron corroborados por nuestros astrónomos hasta 150 años más tarde. Swift le hace decir a Gulliver —personaje central de esta obra— que estos datos se los comunicaron los tripulantes de un artefacto volante circular y resplandeciente (como los «escudos> de los katchinas) governado a voluntad por estos tripulantes recurriendo al magnetismo. La fuerza magnética por lo tanto que afirman los hopi que servía para desplazar a sus escudos voladores. En cuanto al escudo capaz de hacer explosionar los proyectiles enemigos en el aire, recurda Blumrich que los rusos estaban desarrollando hace ya años unos haces de protones capaces de destruir a los cohetes en pleno vuelo, mientras que en los Estados Unidos se estaban realizando ensayos con rayos de electrones parecidos, que tienen esta misma capacidad. © Andreas FABER-KAISER, 1992 Todos los derechos reservados. LOS TUNELES DE AMERICA Andreas FABER-KAISER Una civilización desconocida construyó un sistema de habitable de subterráneos en el subsuelo americano Los indios hopi, asentados en el estado norteamericano de Arizona, y que afir- man proceder de un continente desaparecido en lo que hoy es el océano Pacífico, recuerdan que sus antepasados fueron instruídos y ayudados por unos seres que se desplazaban en escudos voladores, y que les enseñaron la técnica de la cons- trucción de túneles y de instalaciones subterráneas. Muchas otras leyendas y tradiciones indígenas del continente americano hablan de la existencia de redes de comunicación y de ciudades subterráneas. Existe una nutrida literatura y suficientes investigadores que mantienen la hipótesis de que debajo de la superficie de nuestro planeta habitan seres inteligentes desconocidos por nosotros. Existen diversas hipótesis acerca de la posibilidad de que inteligencias pro- cedentes de fuera de nuestro planeta posean puntos de apoyo subterráneos o subacuáticos en el planeta Tierra. No voy a entrar aquí en el análisis de estas posibilidades, ya que forman parte de otro estudio que merece su propia dedicación. De forma que no voy a hablar de organizaciones como la Hollow Earth Society (Sociedad de la Tierra Hueca) o el SAMISDAT, que buscan establecer contacto con supuestos habitantes del interior del planeta, la pri- mera, mientras que la segunda echa leña al fuego de la existencia de toda una organización de ideología nazi —naturalmente vinculada a los personajes di- rigientes de la Alemania nazi— que sobrevive bajo la piel de nuestro planeta, con entradas a su mundo especialmente en el polo Norte y de la Amazonía brasileña. No voy a hablar de tales organizaciones ni de otras similares, ni voy a entrar en el tema de Shamballah ni de Agartha —supuestos conceptos de lo que serían unos centros de control subterráneos en los confines del Asia central— ni en el del supuesto «Rey del Mundo», porque no es el momento de negar ni de confirmar la validez de todos estos supuestos. El día en que crea oportuno hablar de ellos, lo haré de la forma más clara posible. Voy a centrarme en este artículo en los lugares que, en el continente ame- ricano, tienen mayores posibilidades de conectar con este mundo inteligente subterráneo que aflora en muchas narraciones de los indios del Norte, del Centro y del Sur de este vasto continente, recogidas desde la época de la conquista hasta nuestros días. Para darle algún orden a la exposición de es- tos lugares —y dado que la datación cronológica de los supuestos túneles se pierde en la indefinición— voy a recorrer en las páginas que siguen América comenzando por el Norte para terminar, en trayecto descendente sobre el mapa, en el Norte de Chile. Quede dicho, antes de descender, que hay más de un investigador que afirma que el polo Norte alberga tierras cálidas y la entrada hacia un mundo interior. El monte Shasta Los indios hopi afirman que sus antepasados proceden de unas tierras hundi- das en un pasado remoto en lo que hoy es el océano Pacífico. Y que quienes les ayudaron en su éxodo hacia el continente Americano fueron unos seres de apariencia humana que dominaban la técnica del vuelo y la de la construc- ción de túneles e instalaciones subterráneas. Los hopi estan asentados hoy en día en el estado de Arizona, cerca de la costa del Pacífico. Entre ellos y la costa, se halla el estado de California. Y en el extremo norte de este estado existe un volcán nevado, blanco, llamado Shasta. Las leyendas indias del lugar explican que en su interior se halla una inmensa ciudad que sirve de refugio a una raza de hombres blancos, dotados de poderes superiores, supervivientes de una antiquísima cultura desaparecida en lo que hoy es el océano Pacífico. El único supuesto testigo que accedió a la ciudad, el médico Dr. Doreal, afirmó en 1931 que la forma de construcción de sus edificios le recordó las construcciones mayas o aztecas. El nombre Shasta no procede del inglés, ni de ninguno de los idiomas ni dialectos indios. En cambio, es un vocablo sánscrito, que significa «sabio», <«venerable> y <«juez>. Sin tener noción del sánscrito, las tradiciones indias hablan de sus inquilinos como de seres venerables que moran en el interior de la montaña blanca por ser ésta una puerta de acceso a un mundo interior de antigúedad milenaria. Notificaciones más recientes de los habitantes de la cercana colonia de leñadores de Weed refieren apariciones esporádicas de seres vestidos con túnicas blancas que entran y salen de la montaña, para volver a desaparecer al tiempo que se aprecia un fogonazo azulado. Narraciones recogidas de los indios sioux y apaches confirman la convic- ción de los hopi y de los indígenas de la región del monte Shasta, de que en el subsuelo del continente americano mora una raza de seres de tez blanca, superviviente de una tierra hundida en el océano. Pero también mucho más al norte, en Alaska y en zonas más norteñas aún, esquimales e indios hablan una y otra vez de la raza de hombres blancos que habita en el subsuelo de sus territorios. Una ciudad bajo la pirámide Descendiendo hacia el Sur, recogí en la primavera de 1977 en México la creencia de que bajo la pirámide del Sol en Teotihuacán (la ), se esconde por el lado opuesto de la corteza terrestre —o sea en el interior del subsuelo— una ciudad en la cual se afirma que se halla el dios blanco. 400 edificios vírgenes Si de aquí nos traladamos a la península del Yucatán, hallaremos en su ex- tremo norte, oculta en la espesura de la selva, una ciudad descubierta en 1941 que se extiende sobre un área de 48 km?, y que guarda en el silen- cio del olvido más de 400 edificios que en alguna época remota conocieron esplendor. Fue hallada por un grupo de muchachos que, jugando en las in- mediaciones de una laguna en la que solían bañarse, se toparon con un muro de piedras trabajadas, oculto por la vegetación. No teniendo los mexicanos recursos suficientes para acometer la exploración del lugar, requirieron ayuda norteamericana, acudiendo dos arqueólogos especializados en cultura maya, adscritos al Middle American Research Institute de la Universidad de New Orleans. También ellos determinaron que el proyecto de limpieza y estudio de la enorme ciudad sobrepasaba sus posibilidades, por lo que habría que crear una asociación con otras entidades. La guerra logró que el proyecto fuera momentáneamente archivado. Hasta que, en 1956, la Univerisdad de New Orleans, asociada esta vez con la National Geographic Society y con el Instituto Nacional de Antropología de México reemprendió las investigacio- nes. Andrews, el arqueólogo que dirigía la expedición, se dedicó —mientras el equipo de trabajadores comenzaba la desobstrucción de las edificaciones— a recoger informaciones entre los indios de la región. Un chamán le hizo sa- ber que la ciudad se llamaba Dzibilchaltún, palabra que era desconocida en el idioma maya local, y que la laguna era llamada Xlacah, cuya traducción sería «ciudad vieja>. La ciudad engullida Queriendo averiguar el motivo de este nombre, le fue narrada al arqueólogo norteamericano una leyenda transmitida por los indios de generación en ge- neración, y que afirmaba que, en el fondo de la laguna, existía una parte de la ciudad que se alzaba arriba, en la jungla. De acuerdo con la narración del viejo chamán, muchos siglos antes había en la ciudad de Dzibilchaltún un gran palacio, residencia del cacique. Cierta tarde llegó al lugar un anciano desconocido que le solicitó hospedaje al gobernante. Si bien demostraba una evidente mala voluntad, ordenó sin embargo a sus esclavos que preparasen un aposento para el viajero. Mientras tanto, el anciano abrió su bolsa de viaje y de ella extrajo una enorme piedra preciosa de color verde, que en- tregó al soberano como prueba de gratitud por el hospedaje. Sorprendido con el inesperado presente, el cacique interrogó al huésped acerca del lugar del que procedía la piedra. Como el anciano rehusaba responder, su anfitrión le preguntó si llevaba en la bolsa otras piedras preciosas. Y dado que el interrogado continuó manteniéndose en silencio, el soberano montó en cólera y ordenó a sus servidores que ejecutasen inmediatamente al extranjero. Des- pués del crimen, que violaba las normas sagradas del hospedaje, el propio cacique revisó la bolsa de su víctima, suponiendo que encontraría en ella más objetos valiosos. Mas, para su desespero, solamente halló unas ropas viejas y una piedra negra sin mayor atractivo. Lleno de rabia, el soberano arrojó la piedra fuera del palacio. En cuanto cayó a tierra, se originó una formidable explosión, e inmediatamente la tierra se abrió engullendo el edificio, que de- sapareció bajo las aguas del pozo, surgido éste en el punto exacto en el que cayó a tierra la piedra. El cacique, sus servidores y su familia fueron a parar al fondo de la laguna, y nunca más fueron vistos. Hasta aquí la leyenda. Pero continuemos con estas ruinas del Yucatán septentrional. La expe- dición acabó por desobstruir una pirámide que albergaba ídolos diferentes de las representaciones habituales de las divinidades mayas. Otro edificio cercano se revelaría como mucho más importante. Se trataba de una cons- trucción que difería totalmente de los estilos tradicionales mayas, ofreciendo características arquitectónicas jamás vistas en ninguna de las ciudades mayas conocidas. En el interior del templo —adornado todo él con representaciones de animales marinos— Andrews descubrió un santuario secreto, tapiado con una pared, en el que se encontraba un altar con siete ídolos que representa- ban a seres deformes, híbridos entre peces y hombres. Seres similares por lo tanto a aquellos que en tiempos remotos revelaron inconcebibles conocimien- tos astronómicos a los dogones, en el Africa central, y a aquellos otros que nos refieren las tradiciones asirias cuando hablan de su divinidad Oannes. En 1961, Andrews regresó a Dzibilchaltún, acompañado en esta ocasión de dos experimentados submarinistas, que debían completar con un mejor equipamiento la tentativa de inmersión efectuada en 1956 por David Conkle y W. Robbinet, que alcanzaron una profundidad de 45 metros, a la cual desistieron en su empeño debido a la total falta de luz reinante. En esta segunda tentativa, lops submarinistas fueron el experimentado arqueólogo Marden, famoso por haber hallado en 1956 los restos de la H.M.S Bounty, la nave del gran motín, y B. Littlehales. Después de los primeros sondeos, vieron claro que la laguna se desarrollaba en una forma parecida a una bota, prosiguiendo bajo tierra hasta un punto que a los arqueólogos submarinistas les fue imposible determinar. Al llegar al fondo de la vertical, advirtieron que existía allí un declive bastante pronunciado, que se encaminaba hacia el tramo subterráneo del pozo. Y allí se encontraron con varios restos de columnas labradas y con restos de otras construcciones. Con lo cual parecía confirmarse que la leyenda del palacio sumergido se fundamentaba en un suceso real. Este enclave del Yucatán presenta certeras similitudes con las ruinas de Nan Matol, la ciudad muerta del océano Pacífico deel que afirman proce- der los indios americanos. También allí se conserva una enigmática ciudad abandonada y devorada por la jungla, a cuyos pies, en las profundidades del mar, los submarinistas descubrieron igualmente columnas y construcciones engullidas por el agua. El emperador del universo Nos vamos a la otra costa de México, ligeramente más al Sur. En Jalisco, y a unos 120 km tierra adentro del cabo Corrientes, cuentan los indígenas que se oculta un templo subterráneo en el que antaño fue venerado el «emperador del universo». Y que, cuando finalice el actual ciclo evolutivo, volverá a go- bernar la Tierra con esplendor el antiguo pueblo desplazado. Tal afirmación guarda relación con el legado que encierran los pasadizos de Tayu Wari, en la selva del Ecuador. Las láminas de oro de los lacandones De aquí hacia el Sur, al estado mexicano de Chiapas, junto a la frontera con Guatemala. Allí moran unos indios diferentes, de tez blanca, por cuyos secretos subterráneos ya se había interesado en marzo de 1942 el mismo presi- dente Roosevelt. Pues cuentan los lacandones que saben de sus antepasados que en la extensa red de subterráneos que surcan su territorio, se hallan en algún lugar secreto unas láminas de oro, sobre las que alguien dejó escrita la historia de los pueblos antiguos del mundo, amén de describior con precisión lo que sería la Segunda Guerra Mundial, que implicaría a todas las nacio- nes más poderosas de la Tierra. Este relato llega a oídos de Roosevelt a los pocos meses de sufrir los Estados Unidos el ataque japonés a Pearl Harbor. Semejantes planchas de oro guardan estrecha relación, igualmente, con las que luego veremos se esconden en los citados túneles de Tayu Wari, en el Oriente ecuatoriano. 50 km de túnel Prosigamos hacia el Sur. El paso siguiente que se da desde Chiapas pisa tierra guatemalteca. En el año 1689 el misionero Francisco Antonio Fuentes y Guzmán no tuvo inconveniente en dejar descrita la «maravillosa estructura de los túneles del pueblo de Puchuta>, que recorre el interior de la tierra hasta el pueblo de Tecpan, en Guatemala, situado a unos 50 km del inicio de la estructura subterránea. A México en una hora A finales de los 40 del siglo pasado apareció un libro titulado Incidentes de un viaje a América Central, Chiapas y el Yucatán, escrito por el abogado norteamericano John Lloyd Stephens, que en misión diplomática visitó Gua- temala en compañía de su amigo el artista Frederick Catherwood. Allí, en Santa Cruz del Quiché, un anciano sacerdote español le narró su visita, años atrás, a una zona situada al otro lado de la sierra y a cuatro días de camino en dirección a la frontera mexicana, que estaba habitada por una tribu de indios que permanecían aún en el estado original en que se hallaban antes de la conquista. En conferencia de prensa celebrada en New York tiempo después de la publicación del libro, añadió que, recabando más información por la zona, averiguó que dichos indios habían podido sobrevivir en su es- tado original gracias a que —siempre que aparecían tropas extrañas— se escondían bajo tierra, en un mundo subterráneo dotado de luz, cuyo secreto les fue legado en tiempos antiguos por los dioses que habitan bajo tierra. Y aportó su propio testimonio de haber comenzado a desandar un túnel debajo de uno de los edificios de Santa Cruz del Quiché, por el que en opinión de los indios antiguamente se llegaba en una hora a México. El templo de la Luna En octubre de 1985 tuve ocasión de acceder junto con Juan José Benítez, con los hermanos Vilchez y con mi buena amiga Gretchen Andersen —que, dicho sea de paso, nació al pie del monte Shasta en el que inicié este artículo— a un túnel excavado en el subsuelo de una finca situada en los montes de Costa Rica. Nos internamos en una gran cavidad que daba paso a un túnel artificial que descendía casi en vertical hacia las profundidades de aquel terreno. Los lugareños —que estaban desde hace años limpiando aquel túnel de la tierra y las piedras que lo taponaban— nos narraron su historia, afirmando que al final del mismo se halla el «templo de la Luna>, un edificio sagrado, uno de los varios edificios expresamente construídos bajo tierra hace milenios por una raza desconocida, que de acuerdo con sus registros había construído una ciudad subterránea de más de 500 edificios. La biblioteca secreta Y ya bastante más al Sur, me interné en 1986 en solitario en la intrincada selva que, en el Oriente amazónico ecuatoriano, me llevaría hasta la boca del sistema de túneles conocidos por Los Tayos —Tayu Wari en el idioma de los jívaros que los custodian—, en los que el etnólogo, buscador, aventurero y minero húngaro Janos Moricz había hallado años atrás, y después de buscarla por todo el subcontinente sudamericano, una auténtica biblioteca de planchas de metal. En ellas, estaba grabada con signos y escritura ideográfica la relación cronológica de la historia de la Humanidad, el origen del hombre sobre la Tierra y los conocimientos científicos de una civilización extinguida. Las ciudades subterráneas de los dioses Por los testimonios recogidos, a partir de allí partían dos sendas subterráneas principales: una se dirigía al Este hacia la cuenca amazónica en territorio brasileño, y la otra se dirigía hacia el Sur, para discurrir por el subsuelo pe- ruano hasta el Cuzco, el lago Titicaca en la frontera con Bolivia, y finalmente alcanzar la zona lindante a Arica, en el extremo norte de Chile. De acuerdo por otra parte con las informaciones minuciosamente reco- gidas en Brasil por el periodista alemán Karl Brugger, con cuyo asesinato en la década de los 80 desaparecieron los documentos de su investigación, se hallarían en la cuenca alta del Amazonas diversas ciudades ocultas en la espesura, construídas por seres procedentes del espacio exterior en épocas remotas, y que conectarían con un sistema de trece ciudades ocultas en el interior de la cordillera de los Andes. Los refugios de los incas Enlazando con estos conocimientos, sabemos desde la época de la conquista que los nativos ocultaron sus enormes riquezas bajo el subsuelo, para evitar el saqueo de las tropas españolas. Todo parece indicar que utilizaron para ello los sistemas de subterráneos ya existentes desde muchísimo antes, construídos por una raza muy anterior a la inca, y a los que algunos de ellos tenían acceso gracias al legado de sus antepasados. Posiblemente, el desierto de Atacama en Chile sea el final del trayecto, en el extremo Sur. Estamos hablando pues, al final del trayecto, de la zona que las tradi- ciones de los indios hopi citados al inicio de esta artículo —allá arriba en la Arizona norteamericana—, señalan como punto de arribada de sus antepa- sados cuando —ayudados por unos seres que dominaban tanto el secreto del vuelo como el de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas—, se vieron obligados a abandonar precipitadamente las tierras que ocupaban en lo que hoy es el océano Pacífico. Pero la localización de las señales concretas —que existen—, el desci- framiento adecuado de sus claves correctoras —que las hay—, así como la decisión de dar el paso comprometido al interior, es —como siempre sucede en todo buscador sincero— una labor tan comprometida como intransferible. © Andreas FABER-KAISER, 1992 Todos los derechos reservados. LA CRUZ DEL DIABLO Andreas FABER-KAISER En el umbral de la cueva de los tayu Visita en solitario a los últimos guardianes del mundo subterráneo En 1986, me interné en solitario en la selva ecuatoriana, en busca de la entrada que —oculta en la espesura amazónica— da acceso a los túneles de los Tayos, que supuestamente albergan el valioso legado de una civilización desconocida. Desde entonces guardé silencio sobre lo que allí averigué, por haberlo pactado así con los celadores visibles de aquel mundo subterráneo. Ahora, al cabo de seis años, me veo obligado a publicar parte de su testimonio, forzado a ello por sendos artículos aparecidos recientemente sobre las cuevas de los Tayos y sobre el túnel de Costa Rica. Cuando le sorprendo en el comedor del hotel Guayaquil aquel mediodía de finales de marzo de 1986, le fastidio a Janos Moricz el jugo de papaya que se estaba llevando a los labios. Retornó el vaso a la mesa y me miró como si fuera un ectoplasma: <¿De dónde sale usted? Ya no creíamos volver a verle... > Contra su consejo y contra el de sus colaboradores, me había aventurado solo en el Oriente ecuatoriano, en la espesura de la selva amazónica, en busca de una confirmación de cuanto él aseguraba existe en el subsuelo de aquellos parajes vírgenes. Dado que no logré que me acompañara al lugar de su extraordinaria experiencia, decidí ir solo. Intentó disuadirme durante muchos días, para acabar brindándome una cena de despedida para alguien al que no se le va a volver a ver: «Entrar solo en la selva supone la muerte. De allí no sales si no la conoces bien.> La ley del silencio Ahora que había regresado, y que le demostré hasta dónde había llegado, su actitud cambió por completo: me abrió su pequeño museo junto a la sede de la Empresa Minera Cumbaratza y de la Empresa Minera del Sur, en Guayaquil, me mostró parte de su oro, sus fotografías del interior de los túneles, y me obsequió con un plano de los mismos: «Es usted el primer extranjero que ha tenido el arrojo de ir solo hasta las cuevas. Otros lo han intentado, pero nunca nadie había ido solo. Ha crecido enormemente mi respeto por usted, por lo que, la próxima vez que venga, le prometo acompañarle a la selva. Solamente le pido a cambio que no publique absolutamente nada de lo que ha visto ni de lo que le he estado explicando.> No hacía falta que insistiera en ello. Conozco bien las reglas y sé res- petarlas: por ética y por propia seguridad, pues queda mucho camino por recorrer. Un reguero de infartos Prácticamente a la misma hora en que estaba yo aterrizando procedente de Bogotá en el aeropuerto Simón Bolívar de Guayaquil, el 22 de febrero de 1986, moría de un infarto en los montes cercanos a Vilcabamba —en donde Moricz estaba concentrando sus más recientes prospecciones mineras— el ingeniero jefe de su equipo de geólogos, el alemán Dr. Stadler, que hacía su primer recorrido de reconocimiento del terreno. Esta fue mi bienvenida. Mi llegada coincidió con la del ingeniero Hans Theo Súrth, ayudante de Rommel en el desierto en sus años mozos, y que ahora actuaba en representación del Departamento de Geología y Minería de la misma empresa alemana que había enviado al Dr. Stadler. Al comunicar Sürth la muerte de su compañero a la central alemana, no tardó en recibir un telex de sus jefes que finalizaba con estas palabras: <...y abrid bien los ojos>. No dudé en aplicarme el consejo. En 1987 telefoneé a Pierre Paolantoni a su casa de Paris. Me interesaba contactarle dado que catorce años antes también él había obtenido informa- ción de primera mano de Janos Moricz —que por cierto cambió hace años su nombre original húngaro de Janos por el español Juan—. Quedé con Pierre en que nos veríamos personalmente en la primera ocasión que yo tuviera de viajar a Paris. Cuando meses más tarde se dió esta ocasión, telefoneé previa- mente para acordar una cita. Atendió al teléfono su mujer Marie-Thérese: que no hacía falta que fuera a verlos, dado que al día siguiente de mi primera llamada, Pierre Paolantoni había sido ingresado de urgencia en una clínica por haber sufrido un ataque cardíaco. Precisaba reposos absoluto y no quería ni oír hablar del tema. Durante el invierno de 1991 acudí repetidas veces al domicilio de los Paolantoni en París, pero jamás logré hablar con ellos cara a cara. Por primera vez desde su salida durante la ocupación rusa, Janos Moricz tenía intención de viajar a Europa, a su Hungría natal, en el verano de 1990. Al no venir, le llamé a Guayaquil: Temía que la guerra del Golfo le matara en Europa. Y las paradojas del destino pueden llegar a ser grotescas, dado que no interpretó bien el mensaje: se quedó en el Ecuador, y exactamente el día antes de que el diabólico presidente Bush anunciara el fin de la guerra del Golfo, Janos Moricz fue hallado muerto de un infarto de miocardio, el 27 de febrero de 1991, en la habitación de un hotel en Guayaquil. El hallazgo de Moricz Entre la voluminosa documentación que me entregó Juan Moricz cuando regresé de la selva, figura copia de la Escritura notarial de protocolización de la denuncia oficial de su sorprendente hallazgo. La presentó hace casi 20 años al Ministro de Finanzas, y por su intermedio al Presidente de la República del Ecuador, para dejar constancia de la exactitud de sus afirmaciones. Extracto de esta Escritura notarial: Más adelante, y siempre dentro de la misma escritura notarial, Moricz no se anda con rodeos ni tapujos cuando se dirije al Presidente de la República: Compromiso de silencio El 23 de julio de 1969 se firmó en Guayaquil un documento que comenzaba así: Etc. De hecho, yo podía haber publicado un libro sobre mi viaje a los Tayos ( en el idioma de los nativos) tan pronto como regresé a Bar- celona, en la primavera de 1986. Pero no me parecía ético. Prefería seguir buscando en esta dirección, como en tantas otras, en silencio. Prefería la postura del propio Moricz, cuando le pregunté qué pasaría si él moría antes de poder dar al mundo el mensaje que se había traído del interior de las cuevas: «No pasaría nada. Entonces no habré sido yo el elegido para dar este mensaje.> Pero apareció recientemente un artículo sobre los 'Tayos, firmado por al- guien que nunca estuvo cerca de los mismos, ni mucho menos al borde de su entrada. Valga decir aquí de paso que tampoco Erich von Dániken estuvo jamás en la selva que encierra estas cuevas. Un mes después de este reportaje, apareció un artículo sobre el túnel del < Templo de la Luna>, al que descendí con Juan José Benítez en Costa Rica en octubre de 1985. Honestamente creo que no era momento todavía de publicar nada sobre ninguno de los dos túneles. En el caso de los Tayos, me obligan a publicar parte de mi propio testimonio, en apoyo de sus mismas afirmaciones. Maniobras de distracción Como queda dicho, llegué a Guayaquil en febrero de 1986. En la sede de la Empresa Minera Cumbaratza me recibe Zoltan, compañero de fatigas de Moricz, y me comunica que acaba de morir en los montes cercanos a Vilca- bamba el geólogo alemán ya citado. En los días siguientes Janos Moricz, su compañero y compatriota Zoltan y Gerardo Peña, el abogado del grupo, me convierten en su huésped de honor y se empeñan en disuadirme de mi em- peño de visitar las cuevas: «¿De verdad quiere irse a Oriente? Esto siempre es peligroso, e ir solo es un suicidio.> Pero yo no dejo de hacer mis prepa- rativos para el viaje a la selva. Intento conseguir en Guayaquil, sin éxito, el ansiado suero contra la mordedura de serpientes, que no había podido obte- ner en Barcelona ni en Madrid. Tampoco aquí. En el mercado negro puedo agenciarme un revólver sin licencia por 80.000.- sucres, unas 80.000.- pesetas. En algunas ferreterías de la capital del Guayas me ofrecen un rudimentario artefacto de dos balas, sin ninguna precisión, por unas 20.000.- pesetas. De- cido que ya veré cómo me defiendo en la selva cuando esté más cerca de ella. Mientras tanto, me compro una hamaca y un poncho de lona para las lluvias. En vez de ir conmigo a la selva como estaba previsto, Janos Moricz me invita a acompañarle a Vilcabamba —el pequeño valle andino con mayor índice de longevidad de América—, no sin antes darme un consejo: «Llévese bastantes botellas de aguardiente de caña. No para usted, sino para la mula, por si ésta flaquea en la selva: un trago de aguardiente la levanta de golpe. Además, es lo más seguro: montado en la mula no le morderá ninguna ser- piente.> Me llevo aguardiente y whisky para mí. Viajo al sur del Ecuador, casi a la frontera con el Perú, en un de la Empresa Minera del Sur y en compañía de Zoltan. «¿Por qué no se olvida de los Tayos? Verá cómo le gustan las minas. Es toda una experiencia. Escriba un libro sobre las minas y sobre el oro. Le daremos toda la infornmación que precise y en Vilcabamba estamos abriendo una nueva prospección. Puede vivir allí como invitado nuestro el tiempo que quiera.> No sabían con quién estaban hablando. Ultimos consejos y advertencias En el camino, me compro en Loja unas botas de agua «Siete vidas> para la selva: con ellas avanzas mejor cuando el piso se transforma en lodazal, y puedes evitar la eventual mordedura de alguna serpiente que estés a punto de pisar por no haberla visto entre la hojarasca. Sirven, siempre y cuando sus colmillos sean lo suficientemente pequeños para no perforar la goma de las botas. Llegamos al Hotel de Turistas de Vilcabamba, en los Andes, adquirido y transformado por Moricz en laboratorio de Geología, en el preciso instante en que en su cocina dan caza a una serpiente que se había colado en el edificio. En los dosdías siguientes todo son intentos de disuadirme de mi intención de llegar a los Tayos. Dado que no cedo, Moricz me brinda un banquete de despedida en el que se queman los últimos cartuchos: me advierten que nadie había vuelto solo de aquella selva, que las boas van a dar cuenta de mí antes de que me pueda apercibir de ello, que los tigrillos (jaguares) no son ninguna broma, y que las serpientes esperan gozosas mi llegada. La orquestación era la de toda una «última cena». Al día siguiente madrugo para emprender con el hijo del cónsul alemán en Guayaquil, Gúnter Lisken, agregado al ministro de Industria del Ecuador, el largo viaje en jeep hasta Cuenca, la histórica ciudad de los Andes. Media hora antes, Janos Moricz parece compadecerse de mí y me da unos cuantos consejos prácticos: la mejor ruta que puedo tomar, los contactos que debo localizar en el trayecto a la selva, y cómo protegerme de las serpientes: que embadurne de ajo los extremos de mi hamaca, ya que este olor las repele, y deposite algo más lejos potes de leche caliente, cuyo olor en cambio las atrae de forma casi encantada, mágica. Pero yo ya no me fío de los consejos de quien me ha dejado plantado y ha hecho los imposibles por distraerme de mi objetivo principal. Cambio toda mi estrategia y mi ruta y prescindo de los contactos de Moricz, que averigué sobre la marcha que no eran en absoluto recomendables. A partir de ahora todo será improvisado, y me dejo guiar por mi intuición. Ultimos aprovisionamientos En Cuenca, ya solo, localizo por fin unas minúsculas bolitas de cloro que se utilizan para el agua de las piscinas. Me llevo una bolsa para purificar con ellas en mis dos cantimploras el agua de los arroyos que beberé. También me compro un machete de grandes dimensiones, única arma que finalmente me llevaré a la selva además de mi cuchillo de supervivencia, que ya traía de Barcelona. Me informo de cómo llegar a Macas, la última localidad antes de la selva: iré en un autobús que marcha al Oriente, cruzando los Andes hasta rebasar la tercera cordillera y descender hacia la selva: 300 km que se cubren a marcha lenta en 12 horas. Precio: 300.-pts. En Macas hago el último esfuerzo por conseguir un arma de fuego, pero en vano. Necesito el dinero para alquilar una avioneta que me lleve al corazón de la selva. Tampoco aquí tienen antídoto contra la mordedura de las serpientes. Me cuentan que dos días antes de mi llegada hallaron a una boa roncando junto a la orilla del río, con dos bultos bien visibles en su interior. Más abajo apareció un bote vacío: abrieron la boa y hallaron en su interior a la pareja que ocupaba el bote. Y todavía no me hallaba en la selva virgen. Pido antídoto contra los ofidios en la rudimentaria enfermería de la misión de Chiguaza, algo apartada de Macas. No tienen, pero sí me da un remedio la hermana encargada de la misma: «Cuando te abras paso por la selva reza un avemaría y nada te pasará». Un anciano misionero prácticamente ciego tiene mejor consejo: . Rumbo a la selva Tengo que esperar tres días para obtener permiso de vuelo con la avioneta: falta areglar una pieza y además acaba de saberse que el general Frank Vargas Pazzos, jefe de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, se ha alzado contra el presidente de la República, León Febres Cordero. Se prohiben todos los vuelos en el Ecuador, y el batallón de Selva en cuya pista debe de aterrizar mi avioneta se halla en estado de alerta máxima. De hecho despegamos de forma clandestina en cuanto se observa el primer claro entre las nubes y las brumas: un rápido contacto por radio para conocer la situación atmosférica en el área de destino permite intentar el vuelo. Sobre la cordillera selvática del Cutucú tenemos serios problemas de visibilidad y no parece que el pequeño aparato quiera remontar fácilmente las copas de los árboles más elevados: «Nosotros hace diez años que no tenemos ningún accidente mortal», me tranquiliza el piloto a mi lado. «Los de las misiones protestantes en cambio se la pegan con frecuencia, dado que salen a volar con el estómago lleno de alcohol para darse valor. Aquí en cuanto ves un claro entre las nubes tienes que despegar y rezar para que no se cubra durante el vuelo, para seguir teniendo visibilidad y llegar a tu destino.> En la pequeña pista de selva me recibe un sargento a pie de avioneta: debo acompañarle para justificar mi llegada y el motivo de mi estancia en aquél último bastión del ejército ecuatoriano en los lindes de su territorio selvático cercano a la frontera peruana. Allí solamente se iba castigado, o voluntario para subir escalafón en dos años de estancia. El coronel Gordillo me da la bienvenida y me prohibe hacer fotografías en aquel lugar. A los pocos minutos, una botella de whisky que saco de mi mochila le hace cambiar de opinión y me pide fotografiarse conmigo en aquel mismo marco. Me facilita máquina de escribir y una canoa con escolta armada para un tramo del río que deberé remontar a partir de allí. A cambio me pide un informe de todo cuanto observe en mi ruta, dado que ellos mismos desconocen el lugar al que me dirijo. Les queda únicamente una dosis de antídoto contra las serpientes, pero no me la pueden dar porque es para cualquier emergencia que ellos puedan tener. Me internaré en la selva definitivamente sin armas de fuego ni antídoto contra las serpientes. Aunque sí: me llevo un botellín de keroseno: si te muerden lo tomas y vomitas, pero no te mueres. También sirve una lavativa de ajo, y los indígenas tienen un remedio eficaz: la curarina, una planta que nada tiene que ver con el veneno del curare, y que es eficaz remedio contra la mordedura de las serpientes. Me detienen los guardianes Un nuevo peligro lo representarán pronto los torbellinos de las aguas rápidas del río Santiago que estamos remontando. Uno de los dos últimos visitantes de esta zona murió al golpearse contra una roca y caer al agua. Pregunto qué hacer si te ataca una de las boas que acechan en los remansos del río: nada. No tienes tiempo. Si caes al agua te arrastra inmediatamente hacia el fondo te aprisiona el tórax y te devora entero. El último tramo es a pie, en una caminata ascendente, con una mochila de 22 kg a las espaldas, en que tienes que abrirte paso a machetazos hasta llegar al poblado nunkui del Coangos. Durante el viaje había ido oyendo silbidos en la selva: con el lenguaje de los pájaros se comunican los jívaros de estos parajes, y a mi llegada ya sabían de dónde y en qué circunstancias venía. Me ofrecieron chicha —raíz de yuca masticada por las mujeres del poblado— y aguardiente de caña. Al cabo de un rato me comunican que no puedo entrar en ninguna hea (cabaña), ni salir del poblado: soy su prisionero hasta que se aclare quién soy y para qué he venido. Interrogatorio a vida o muerte Bien entrada la noche llega por fin un responsable con poder de decisión. Le pregunto qué significa aquella retención y aquella actitud hostil hacia mí, dado que tenía mis papeles en regla, venía desarmado y contaba con un salvo- conducto del Gobernador de la zona, que instaba a todos los habitantes de la la misma a prestarme ayuda. Me contestó que aquel salvoconducto era papel mojado en el territorio de su tribu, y yo estaba en el fondo completamente de acuerdo con él en este extremo. Y continuó: «Este es nuestra selva y nuestro territorio, y tu has entrado en él sin nuestro permiso. Si fueras portador de un permiso nuestro, la costumbre de nuestro pueblo nos obligaría a protegerte mientras estés aquí, y nos obligaría a acompañarte hasta que volvieras a salir de nuestra selva con vida, aunque en ello muriera alguno de los nuestros. Pero dado que has entrado en nuestro territorio sin avisarnos de tu llegada, debes saber que si mañana desapareces en estos parajes, si te matamos esta noche, nadie se va a enterar nunca de ello. Nadie conocería tu paradero ni podría venir en tu ayuda. Desaparecerías para siempre.> Aquella primera noche dormí sin llegar a pegar ojo. Con el machete a mano y el cuchillo escondido en una de mis botas. Si la cosa se ponía fea eran unos 50 individuos, repartidos en 9 cabañas, los que tendría frente a mi. Tampoco ellos se fiaban de mí. Nadie quiso acogerme en su cabaña. Al día siguiente seguí inquiriendo el motivo de aquella desconfianza y de aquella hostil acogida, que para mí no era lógica en una tribu de su estilo: . Me acordé de repente de que el Gobernador me había advertido que no me adentrara solo en aquella zona de la selva, dado que los jívaros shuaras estaban en guerra entre sí, entre tribus: unos querían ser ciudadanos ecuatorianos «oficiales> y los otros preferían seguir siendo los hijos de la selva y dueños de su propia libertad e independencia. Pensaban que yo podía ser un espía que trabajaba para alguno de los bandos contendientes. Has venido para espiar la piedras Cuando insistí en que no tenía nada que ver en esta lucha, acabó por con- fesarme: «También puedes haber venido para espiar las piedras.» Aquello ya me intrigó muchísimo más. ¿Espiar las piedras? — «Sí, puedes haber venido para espiar las piedras que constituyen la razón de nuestra existencia aquí.> Le dije que sí, que ese era precisamente el motivo de mi viaje. En los días siguientes fui indagando más y más aspectos de lo que había detrás de estas piedras: averigué así que la razón de vivir de estos indios —en esta zona concreta— se debía al hecho de que eran los guardianes de lo que se ocultaba debajo de sus pies, en el subsuelo de aquel pedazo de selva: los agujeros que pertenecían a otros seres que ellos desconocían, pero que el legado de sus padres y abuelos afirmaba vivían en aquellas profundidades. Nunca los habían visto ellos, pero cuando descendían a las cuevas en alguna ocasión veían sombras que huían rápidamente en la penumbra, y que dejaban huellas de pisadas en el lodo. Me fui ganando la confianza de aquellos jívaros distintos hasta lograr que por fin aceptaran tatuarme en el brazo el mismo signo que ellos llevan marcado en el rostro: sería mi salvoconducto para futuras incursiones en su territorio. El veterano Waharai acabó llenando de humo una gran hoja que tomó de los alrededorees, afiló una rama en punta y fue pinchándome con paciencia hasta grabarme aquel signo con humo en la piel. Pero antes, con tiento y paciencia, fui averiguando dia a dia y noche a noche las historia de las piedras. Me acompañaron además hasta la boca de entrada de Tayu Wari, la gran boca negra en la que anidan los tayos, pájaro sagrado que guarda en la tradición el acceso al mundo subterráneo. De regreso, hicimos un alto en el río que separa la boca de la cueva del poblado en el que vivía. De repente, me dice uno de ellos: «La otra entrada que buscas está frente a tí. Mira atentamente. Nunca podrás penetrar en ella, pues la guardan las boas. Dos niños de una misma mujer de nuestra tribu han muerto devorados por las boas, uno cada año, el anterior y éste, mientras jugaban aquí en la orilla del río.> Lo que hay debajo De acuerdo con los relatos que personalmente me hicieran Janos Moricz y su compañero Zoltan en Guayaquil y en Vilcabamba, y de acuerdo también con los relatos que escuché en la selva de boca de los transmisores de los cono- cimientos antiguos de su tribu —entre ellos los jívaros shuaras Wamputsar y Kajekai Wajarai Nunkuich, así como Venancio, que me abordó mientras estaba solo en el riachuelo de la selva lavando mi ropa—, relatos que en lo esencial coinciden con los recogidos de boca de Moricz por Salvador Freixedo y por el matrimonio Marie-Thérèse Guinchard y Pierre Paolantoni, el interior de Tayu Wari alberga lo siguiente: Una vez descendida la oscura chimenea de más de 80 metros de pro- fundidad en la que anidan los pájaros sagrados llamados tayos, recorridos los primeros 300 metros de subterráneos y atravesada la gran estancia bautizada 10 por Moricz como «Domo de Nuestra Señora del Guayas», hay que recorrer dos galerías largas, hasta que se dobla un recodo de 90 grados que forma el mismo pasadizo, y que a renglón seguido conduce a una curva en sentido contrario. De allí se desemboca en una sala circular. En su centro hay una mesa redonda tallada en piedra, rodeada de siete asientos que son también de piedra. En la pared de roca, detrás de cada asiento, una abertura rectangular. A partir de aquí hay que penetrar en la abertura que está orientada hacia el Sur. Un pasadizo pequeño, bajo y estrecho, asciende por una pendiente poco pronunciada. Al cabo de una hora larga de lenta ascensión, el túnel vira hacia el Sureste y asciende ahora en una pendiente más acentuada. Poco después, el túnel se estrecha aún más, ahora en descenso, y hay que continuar a gatas. Al poco rato se percibe una luz, al final de la pendiente. La boca del túnel queda separada del exterior por una potente cascada de agua que la cubre por completo. Una vez cruzada la cascada, se llega a un promontorio, abierto en lo alto sobre la selva virgen, y que da paso a una enorme gruta. Junto a ella, en la pared de la roca que forma un precipicio a plomo sobre la selva virgen que se divisa abajo en el valle, un resbaladizo camino enlosado forma una estrechísima cornisa que conduce hasta otra abertura —esta vez pequeña— en la roca: se trata de una pequeña cavidad de solamente tres metros de profundidad. En el piso de esta pequeña estancia hay dos losas cuadradas de medio metro de lado cada una. Debajo de ella, una estrecha escalera de piedra, que hay que descender hasta llegar a una galería de piso de tierra. Al final de la misma, una bajada extremadamente peligrosa que desemboca en una nueva gruta que alberga un pequeño lago de unos 40 metros de ancho. Continúa a partir de aquí una galería horizontal que se extiendo a lo largo de algo más de un kilómetro, para virar luego hacia el Oeste e iniciar una bajada poco pronunciada. Por este camino se llega al cabo de una hora larga de marcha a una nueva gruta, mucho más pequeña que la anterior, y que también posee un pequeño lago interior. Al retirarse el agua de este lago —fenómeno que se produce en determina- das circunstancias— aparece en su fondo, a unos diez metros de profundidad, una galería lateral. Al cabo de unos metros, una larga escalera ascendente conduce hacia un nuevo pasadizo superior, horizontal, extramadamente estre- cho y de algo más de metro y medio de altura, que avanza en espiral. Al final, una escalera descendete muy pronunciada. Un poco más adelante, una nueva cavidad, en cuyo centro se halla una especie de altar. Más allá, un enorme pórtico abre el paso a una galería ancha, que se desanda cómodamente hasta llegar a una suave pendiente que desemboca en una gruta. 11 En esta gruta, una luz procedente de una especie de lámpara giratoria ilumina numerosos esqueletos humanos totalmente recubiertos de oro. Junto a ellos, ingentes cantidades de joyas de todo tipo. En el centro de la estancia se halla una mesa o pupitre de piedra, sobre el cual se hallan unos libros cuyas hojas son de oro. Sus páginas están cubiertas de jeroglíficos, y contienen la historia de todas las civilizaciones de la Tierra. Allí moran los habitantes de estas cavernas. Más bajos que nosotros. Se mueven como sombras en la penumbra. Ningún extraño debe tocar nada de lo que allí ve. De lo contrario, nunca más hallará el camino de salida. No des un paso en falso Esta es la historia y existe el lugar. Pero podría ser que no fuera éste el lugar de esta historia. Porque un lugar así, naturalmente, se cubre con habilidad. Si te aventuras tras las huellas que dejo en este reportaje, no hallarás más que un conjunto de cuevas entrelazadas, y unos indios que guardan silencio. Pocas son en estos momentos las personas que conocen las claves correctoras para llegar a la biblioteca de oro. Este reportaje te muestra la cerradura. Pero si no posees la llave, nunca llegarás a abrir la puerta. Si intentas forzarla, reventarás en el intento. Lee, escucha, documéntate en otras fuentes, en otros textos, en otros libros. Existen. La llave existe, por fortuna para los auténticos buscadores. Solamente hay que ser sincero consigo mismo, ser honesto, y saber leer cada frase en varios sentidos. De la habilidad y limpieza de propósitos del buscador depende —exclusivamente— el dar con la llave de este legado. Recuerda siempre que solamente llega aquél que realmente merezca llegar. © Andreas FABER-KAISER, 1992 Todos los derechos reservados. 12 LA ISLA SECRETA Viaje al santuario del Pacífico Andreas FABER-KAISER La isla mágica de Pohnpei y el secreto de Nan Matol Debajo de la isla de Pohnpei, en el oceano Pacífico, se esconde una página secreta de la historia de la Humanidad. Por esta razón, los iniciados de la hermandad de los 'tsamoro' le dan a su isla justamente este nombre: . Un lugar que le sigue ocultando al extraño gran parte, precisamente, de sus conocimientos secretos. El único que ha trascendido más allá de sus límites, sigue sin estar resuelto: frente a sus costas se asientan las ruinas de la enigmática ciudad acuática de Nan Matol, construída —nadie sabe cuándo ni por quién— con gigantescos bloques de basalto sobre 91 islotes artificiales. Invadida por la jungla y los manglares, continúa siendo para los nativos una ciudad prohibida, que —de acuerdo con su tradición— acecha con la muerte a quien osa permanecer en ella después de la caída del Sol. En este enclave de las Carolinas orientales, en la Micronesia, averigué sobre el terreno cuanto allí se esconde. Acumulando vivencias en la jungla de los montes y en los manglares de las aguas litorales, conviviendo con los transmisores del conocimiento de la isla, he ido recomponiendo el rompecabezas de la desafiante historia de Pohnpei —descubierta por navegantes españoles en el siglo XVI— que mantiene a muerte un solo principio: no revelar jamás todo lo que alberga. En 1939 había aparecido en la Prensa alemana una curiosa noticia: afir- maba ésta que submarinistas japoneses habían efectuado inmersiones en la isla carolina de Ponape (la antigua Pohnpei) y habían sacado del lecho del mar trozos de platino. Pero no de alguna formación natural recubierta de coral, sino de un tesoro submarino. Noticias posteriores afirmaban que en la costa oriental de Pohnpei se hallaban diseminadas en una amplia área mis- teriosas construcciones cubiertas por la jungla: un sistema de canales, muros ciclópeos, ruinas de fortificaciones, ruinas de palacios... Una ciudad sumergida Ya mucho antes de la primera gran guerra —explicaron los nativos — buscado- res de perlas y comerciantes japoneses habían efectuado sondeos clandestinos en el fondo del mar. Hasta que los submarinistas regresaron con narracio- nes fabulosas: allí abajo se habían podido pasear por calles en parte bien conservadas, si bien recubiertas por moluscos, colonias de corales y otros ha- bitantes marinos, amén de algún que otro vestigio de ruinas. Desconcertante había sido, según ellos, la visión de numerosas bóvedas de piedra, columnas y monolitos. Esta misteriosa ciudad submarina albergaba tesoros concretos, debiéndose hallar en el centro de la misma una especie de panteón de los nobles del lu- gar, cuyas momias yacían allí. Pero aquí viene lo asombroso: cada una de estas momias estaría encerrada en un sarcófago de platino. Estos son los sarcófagos que —ya en época de la dominación japonesa de la isla, o sea entre las dos guerras mundiales— habrían localizado los submarinistas nipo- nes. De acuerdo con estos testimonios, habrían ido extrayendo platino del fondo marino hasta el momento en que dos submarinistas ya no volvieron a emerger. Desaparecieron sin dejar rastro, llevándose consigo su moderno equipo de inmersión y de trabajo: jamás nadie volvió a verlos. Rumbo al enigma Pohnpei se presentaba como un reto fascinante. Pero quedaba una sola duda: ¿se trataba de comentarios fantasiosos de gente ávida de sensacionalismo? Para despejarla, valía la pena estar volando, como lo estábamos haciendo Miquel Amat y yo, en pos del Sol. Volvía a ser el mismo individuo que nos había invitado a la cabaña de los hombres, ahora acompañado de uno de nuestros interrogadores: «¿A dónde os dirigís por este camino?> Estaba claro que, al igual que en el Kim de Rudyard Kipling, también la noche de Pohnpei iba a estar llena de ojos... Sus antepasados aplicaban tecnologías mágicas Entre aventuras, con tiento y con paciencia, logré conectar con el paso de los días con algunos de los transmisores del conocimiento ancestral de la isla —a la que James Churchward consideraba asentamiento del santuario del supuesto continente hundido de Mu—. El enigma principal que ofrece son las ruinas de Nan Matol. Con respecto a ellas, la arquología oficial reconoce abiertamente su desconocimiento absoluto sobre la finalidad de las más impresionantes ruinas del océano Pacífico; es más, de la única ciudad en ruinas que puede visitarse en los 166 millones de km? de dicho océano. Pero además de este enigma principal, arqueológico, existe un foco mágico de la isla, oculto en la abrupta espesura de la jungla de Salapwuk, en las al- turas montañosas del reino de Kiti, en el suroeste de Pohnpei. Allí y en otros puntos de la isla, la memoria de los pohnpeyanos perpetúa hasta hoy el recuerdo de gigantes, el recuerdo de personas que sabían volar, el recuerdo de una raza que recurría a asombrosos poderes mágicos que permitían el trans- porte aéreo de grandes bloques de piedra. El recuerdo claro de la conexión celeste y de la realidad del vuelo posible, en la antigüedad. Orígenes iniciáticos Pero vayamos a los orígenes de esta isla absolutamente mágica: Pensile Law- rence, uno de los transmisores vivos de la historia esotérica de Pohnpei, me contó por fin, al cabo de dos interminables semanas de evasivas y de negativas a la ansiada entrevista, esta historia de sus orígenes: Este escueto y a la vez completo relato iniciático sobre los orígenes de la roca prima de Pohnpei, es un compendio de conocimientos ocultos. Aquí, en el breve espacio de un artículo, no ha lugar para explicaciones más amplias, que sí están recogidas en cambio en mi libro Sobre el secreto (Plaza & Janés Editores, 1985). Apuntaré aquí solamente que el 9 es —para las empresas de la especie humana— el símbolo del nacimiento. Entre otras, lo refleja así claramente por ejemplo la cábala lingüística de las voces «nueve-nuevo- nave-huevo> («novem-novum-navis-ovum>), que cobra todo su vigor en el gay saber de los argotiers, en el argot de aquellos que construían la obra en el país del gallo, en la Galia: «neuf-neuf-nef-oeuf>. En el relato pohnpeyano reaparecen estos mismos elementos: la nave, tripulada por nueve parejas, para construir un país nuevo, lo cual significa un nacimiento, simbolizado por el huevo. El viaje de Noé Ahora bien, las características de la nave-canoa, con alimentos y plantas parta sembrar en el país nuevo, el hallazgo de una roca de tierra firme sobre la cual establecer un nuevo núcleo humano, la indicación de la cercanía de la nueva tierra por parte de un animal —aquí es un pulpo—, la equiparan a la nave-arca de Noé que navega igualmente en busca de la nueva tierra. Y en la misma cábala lingüística de quienes construyen bajo el signo del gallo, Noé es la radical de Noélle, la natividad, el nacimiento. Con lo que seguimos en la constante 9 indicada en el relato primo de Pohnpei: en 9 ciclos (=meses) se forma (=nace) el ser humano. Y —como no podía ser menos — exactamente cada 9 meses se reunían en Salapwuk —en cuyas espesuras se conserva la roca original de la isla, aquella que sirvió para su nacimiento—, el principal lugar de culto de Pohnpei, todos los iniciados, para unas celebraciones a las cuales estaba vedada la asistencia a todo extraño. En el secreto santuario del Pacífico Aventurarse en las espesuras de los montes de Salapwuk, en el reino de Kiti, puede llegar a constituir una de las experiencias más cautivantes en la vida de cualquier persona que busca. Como puede también convertirse en un sendero sin retorno. O ser simplemente una excursión por la jungla. Todo depende de la motivación con que uno emprende la ascensión hasta el núcleo habitado más elevado de Pohnpei. Allí se halla el gérmen inicial de todo cuanto tiene que ver con los misterios de la isla. La lenta ascensión a pie a través de la jungla propicia el que solamente llegue hasta Salapwuk aquél a quien los celadores del santuario se lo permiten. Tanto es así, que Miquel y yo fuimos los primeros extranjeros que han llegado a pisar aquellos parajes vírgenes. En busca del lago de agua dulce en el que, en las alturas de Kiti, crecía la misma hierba que crece abajo en el mar. La aventura de la búsqueda Días antes le había preguntado a Masao —uno de los iniciados de la isla— por el significado del nombre “Salapwuk': , me contestó escuetamente, para advertirme a renglón seguido: «Si logras subir con los contactos adecuados a las montañas, los celadores del lugar te mostrarán algo si creen que eres merecedor de ello; pero jamás te permitirán acceder a las cosas secretas que allí hay.> Pronto tendría que darle la razón. Tras el largo ascenso hacia las cabañas de Pernis Washndon —el celador visible (que no máximo) de los selváticos montes de Kiti— la primera condi- ción que éste me impuso fue el mutuo silencio sobre lo que allí hablaríamos, compromiso que por supuesto no voy a romper, por lo cual solamente reflejaré aquí parte de aquello que no atañe al mismo. Después de lo cual comprobaría que los distintos vigías de la jungla montañosa estaban informados de nuestra presencia. Entrada ya la noche, acudieron una serie de hombres, con alguno de los cuales nos habíamos cruzado ya en nuestro camino de ascenso. Pero otros acudieron de zonas aún más altas. En un momento nos vimos acosa- dos por primero tres, e inmediatamente dos más, en total cinco de aquellos guardianes de Salapwuk que, machete en mano y a dos palmos de nosotros —que estábamos hombro con hombro intentando captar aquella situación — imponían la prudencia por encima de cualquier otra reacción. Tuvimos el se- gundo justo para confirmarnos mutuamente que aquello se salía de lo normal y podía derivar en algo feo si dábamos un paso en falso, cuando comenzaron a someterme alternativamente los cinco a un severo interrogatorio acerca del motivo auténtico de nuestra presencia en Salapwuk. Sólo al cabo de un buen rato de esfuerzos por no perder parte del terreno tan pacientemente ganado, logré restarle gravedad a la tensión que evidentemente se había creado. Miquel y yo nos turnamos para dormir aquella noche tan fascinantemente intrigante como incómoda y al día siguiente nos internamos desarmados en las espesuras de la parte superior de Salapwuk, guiados por lugareños armados, circunstancia que nos impidió adoptar una postura de fuerza cuando se repitió un grave episodio de tensión entre ellos y nosotros. «Un comentario más y os pueden matar aquí mismo», nos avisó la bonita Carmelida, que nos hacía de intérprete y que la víspera, advertida por Pernis Washndon de que guardara silencio sobre el contenido de nuestra conversación, comentó: «Si estuviera loca, hablaría.> Los guardianes cumplieron perfectamente su cometido, puesto que regre- samos después de un día de caminata a pie descalzo por la jungla, sin haber visto el enclave que yo buscaba. El lugar en el que, en épocas pasadas, cuan- do se producía alguna sequía anómala, los chamanes invocaban la llegada de la lluvia, que no tardaba en presentarse, después de haber clavado el sacer- dote una vara en una abertura del terreno. Era exactamente la historia que ocho años antes me había contado el superior del santuario de Aishmugqam, en la antigua ruta de los mercaderes que desde el Afganistán se dirigían a la capital de Cachemira, Srinagar. Guardaban allí el bastón de Musa (Moisés), que solamente se usaba en aquel extremo norteño de la India para invocar la llegada de la lluvia, o el fin de una epidemia, siempre con inmediato resultado positivo. El tapón del misterio De cuanto se puede explicar, lo más importante que me traje de las espesuras de Salapwuk fue la explicación de su celador visible, Pernis Washndon, de que estos montes y la isla misma no constituían más —como su propio nombre esotérico («Sobre el secreto>) indica— que un tapón que esconde, al tiempo que señaliza, el emplazamiento del auténtico misterio que se oculta en sus profundidades. No tardaría en averiguar que este misterio guardaba estrecha relación con las noticias aparecidas a finales de los años 30 en la Prensa alemana. De regreso del reino de Kiti pude ya, con lo averiguado en Salapwuk, poner todo mi empeño en averiguar el motivo de la existencia en la isla de una ciudad construída sobre islotes artificiales, aprovechando su arrecife coralífero. Para ello había que remontarse a la aparición en la isla, en épocas remotas, de una pareja de instructores llegados desde el aire, en una nube, con la finalidad de buscar un emplazamiento idóneo para la construcción de una ciudad-santuario. Hallaron este emplazamiento en un lugar en el que vieron luces bajo el agua, en el mar. Supieron por ellas que era éste el lugar en el que debían construir una ciudad provocativamente distinta, sobre islotes artificiales, para señalizar la singularidad de aquel lugar. Porque las luces que vieron les indicaban la existencia, allí, de construccio- nes artificiales muchísimo más antiguas, sumergidas bajo las aguas litorales de Pohnpei. Allí estabael inicio del ovillo que conducía al secreto que daba nombre y significado a la isla. Todo un reto para esoteristas, arqueólogos e historiadores. Los grandes iniciados El Corán, en la Sura 18, habla de Al Raqim, la tabla que contiene las claves de la iniciación en la cueva. En Pohnpei los Sau Rakim fueron antiguamente los grandes iniciados —ya no queda ninguno hoy en día— que guardaban los secretos y no los compartían con las demás personas. Los mantenían ocultos, ya que de otra forma eran castigados con la muerte. Cuenta la tradición que conocían todas las antiguas historias de Pohnpei, y que cuando morían comenzaba a llover, a relampaguear y a tronar. Algo similar —se suceden en esta isla las conexiones planetarias— a lo que sucedió con motivo de la crucifixión de Jesús. Los tsamoro, sociedad secreta de Pohnpei Por debajo de los Sau Rakim, que eran los máximos iniciados de la isla, existía una sociedad secreta, la sociedad de los tsamoro. Los jefes de tribu se constituían automáticamente en miembros de esta sociedad, mientras que a los demás tsamoro se les exigía una demostración de sus aptitudes en el plazo de un tiempo de prueba de varios años de duración. Esta demostración consistía en el conocimiento de la lengua de la sociedad, que no era la del pueblo. Era por lo tanto un argot, una lengua de los argotiers, por lo tanto de los argo-nautas. Los tsamoro se reunían una vez al año en un lugar sagrado, rodeado de muros de piedra. El acceso les estaba vedado a los no iniciados, bajo pena de muerte inmediata. Durante sus reuniones secretas, los elegidos bebían sakau y cada uno ofrecía un recipiente de esta bebida sagrada a los seres superiores. Explicaré enseguida en qué consiste esta bebida. Valga decir antes aún que el jefe de la hermandad secreta de los tsamoro tenía su sede en estos montes de Salapwuk en cuya jungla me hallaba, y en donde cada nueve meses se reunían todos los iniciados para un encuentro de cuatro días de duración. Una vez más el cliché del diluvio Averigué en las oscuras noches de la jungla que existen allí naraciones legen- darias que apuntan claramente hacia el recuerdo de una inundación total de la isla, o sea de un diluvio (para ellos obviamente universal). Literalmente: dicen las tradiciones. Después de haberse retirado nuevamente las aguas, alguien procedió a recons- truir un túmulo de rocas en Salapwuk, en el reino de Kiti. Pernis Washndon (el celador de los misterios de estos montes) me dijo en este contexto que Salapwuk no era más que el tapón que tapaba un secreto que se encerraba debajo del lugar que estábamos pisando. Y considerando que Salapwuk debe su razón de ser a la primera piedra, a la piedra angular, obligado es aportar aquí el dato de que en el texto apócrifo Testamento de Salomón, la piedra angular es aquella que se pone encima de la puerta del templo. El ritual del sakau La ceremonia del sakau es celebrada por todos los pohnpeyanos diariamente, al anochecer. Según ellos, es una bebida proporcionada antiguamente por los seres superiores, como vehículo de comunicación con ellos. Tanto es así, que en el escudo o emblema oficial del actual estado de Pohnpei aparecen juntas las ruinas de Nan Matol y un cuenco de coco conteniendo el sakau. Nosotros tomamos nuestro primer trago en el marco de un festivo agasajo del que nos hizo objeto una familia que ocupaba el pequeño islote de Takaieu, en los arrecifes que rodean a la isla central de Pohnpei. El ritual ancestral que seguimos para tomar la bebida de la conexión celeste fue el siguiente: en primer lugar, durante el día fuimos recogiendo raíces de sakau (kawa-kawa, cuyo nombre botánico es ‘piper methysticum ”?). Al anochece, fuimos disponiendo hojas de banana debajo de una gran piedra plana, de hecho una plancha de piedra. La cantidad de hojas de palma depende siempre del mayor o menor rango del personaje principal que asiste a la ceremonia. Inmediatamente después lavamos cuidadosamente con agua las raíces y la plancha de piedra, hasta dejarla completamente limpia. Mientras esto hacíamos en el interior de la amplia cabaña, en el exterior otros lugareños se encargaron simultáneamente de arrancar largas tiras de corteza de hibisco. Inmediatamente comenzó el ritual de ir machacando con piedras las raíces de sakau, dispuestas sobre la plancha de piedra. Esta plancha —de basalto— tiene un sonido metálico al golpearla con las piedras que sirven para machacar las raíces de sakau, y los oficiantes comenzaron por golpearla para señalar el inicio de la ceremonia en sí. Cuando las raíces ya estuvieron prácticamente trituradas —en cuyo pro- ceso intervinieron seis oficiantes sentados alredededor de la piedra-base—, se hizo perceptible el ritmo del repiqueteo de las piedras. Este ritmo, aplicado al unísono por todos los que están machacando las raíces, depende a su vez también del rango de la persona principal presente en la ceremonia, siendo el ritmo final idéntico al que se percibe escuchando el tamborcillo de ma- no de cualquier oficiante en cualquier lamasería del área himalaya. Cuando ya estuvo completamente triturada la raíz de sakau, la salpicamos con agua fresca, al igual que las tiras de corteza de hibisco. Inmediatamente nuestros anfitriones pasaron a amasar las raíces trituradas con agua, mientras otros ya habían dispuesto la corteza en un extremo de la piedra de sakau, para irla rellenando con la masa de raíces. Esta fue envuelta —liada— completamente en la corteza, hasta formar un largo y grueso canuto que luego uno de ellos fue exprimiendo con lentitud y fuerza para que el jugo resultante se escurriera en un cuenco de coco. Nos lo tendieron para iniciar la ingestión, tras lo cual lo fuimos ofreciendo a cada uno de los presentes, como es costumbre entre ellos. Es un jugo espeso, marrón, amargo y refrescante, que tiene la ventaja de no contener las fibras de la yuca masticada por las mujeres de la tribu, que ingerí con la chicha durante mi convivencia con los jívaros del curso alto del río Santiago, en la selva ecuatoriana. Lo que ingerimos aquí, en Pohnpei, es una droga adormecedora, la ka- 10 waína, cuyos efectos se comienzan a advertir en una insensibilización de los labios y de la punta de la lengua. Es un principio activo modificador del sistema nervioso, que produce la parálisis de las fibras centrípedas. El abuso de su ingesta puede conducir finalmente a una caquexia mortal. De todas formas, esto no se da entre los habitantes de Pohnpei, que saben dosificarse perfectamente su ración diaria de sakau. Precisamente porque no toman el sakau por drogadicción, sino porque constituye para ellos ancestralmente un vehículo de comunicación sagrado. De comunicación con seres superiores. Vayamos pues a la comunicación celeste de los antiguos habitantes de esta pequeña isla —más pequeña que, por ejemplo, Ibiza—. Padre extraterrestre y madre terrestre Comienza la conexión celeste de los antiguos pohnpeyanos con un hombre lla- mado Kanekin Zapatan, descendido de las alturas, de un lugar desconocido, a Pohnpei, acompañado de un grupo de personas que sabían volar. Kanekin Zapatan se fija en la hija de un jefe nativo. Tenemos así a un hombre descen- dido del cielo que se casa con una mujer terrestre. Ya conocemos eso de los textos bíblicos. Urgido para el regreso por sus acompañantes, reclama sus alas y su aditivo capilar —un casco que llevaba— para poder reunirse en las alturas con los suyos. Le acompaña también su mujer, y literalmente dice la tradición: . Se suceden los símiles con pasajes bíblicos. Dominaban la técnica del vuelo —me cuenta Masao al pie del camino que conduce hacia Nan Matol— Un curioso invento lo constituyen los sacos voladores que aparecen en algún que otro relato de los tiempos antiguos de la isla. Se trataba de vehículos volantes de gran movilidad con capacidad para un solo tripulante. Incluso quedan narraciones que refieren combates entre varios de estos sacos voladores. En relación con este tema, le pregunté a Masao si antiguamente habían existido en la isla hombres voladores. «¿Hombres volantes? No. No volaban propiamente, sino que penetraban en grandes pájaros, pronunciaban palabras mágicas, el pájaro se alzaba y volaba con ellos dentro. Construyeron pájaros voladores con árboles.> Dos hermanos con poderes mágicos Es hora ya de que me refiera al principal enigma que plantea esta isla: la ciudad muerta de Nan Matol. Para ello hay que remontarse nuevamente a los relatos tradicionales de los nativos. Cuentan éstos que muchísimo tiem- po después de la llegada de la primera canoa con las nueve parejas, hacen aparición en la isla dos hermanos: Olosipe y Olosaupa. Con ellos comienza el enigma de la ciudad de Nan Matol. El único recuerdo ancestral que los nativos conservan sobre la construcción de dicha ciudad, es el que refiere su origen a la actuación, absolutamente mágica, de estos dos personajes. Nadie sabe de dónde vinieron; llegaron en una nube y descendieron en Sokehs, en el norte de la isla. Eran constructores, ingenieros, arquitectos extraordinariamente inteligentes y dotados de poderosos recursos mágicos. Pero además sacerdotes e instructores, que sacaron a los pohnpeyanos de su ignorancia y de su primitivismo. Llegaron a Pohnpei para edificar allí un santuario consagrado a un protector de la tierra y del mar: la anguila, desde entonces el animal totémico por excelencia de Pohnpei. Hay que tener en cuenta que el pohnpeyano no adora a la anguila misma como animal, sino por lo que éste representa: en su cuerpo habita el espíritu, la divinidad. La anguila es así un vehículo de la divinidad. Como lo es la serpiente para los aborígenes australianos y para los pueblos mesoamericanos, entre otros. ¿Y por qué en Pohnpei no aparece la figura de la serpiente, cobrando vigor, en su lugar, la de la anguila? Pues porque es el único animal que el nativo pohnpeyano puede asimilar a la imagen de una serpiente, por la sencilla razón de que en su pequeña isla las serpientes no existen. Pero volvamos al propósito de Olosipe y Olosaupa: erigirle un santuario a esta anguila sagrada. Siendo la anguila una serpiente acuática, el santuario 12 debía erigirse en un lugar que fuera a la vez mar y tierra: el arrecife coralífero que rodea a la isla. El feudo de los reyes del Sol Recorrieron, pues, la costa de la isla desde el promontorio de Sokehs, en el Norte, en busca de un lugar idóneo. Lo hallaron en un lugar llamado Sau Nalan, cuyo significado era el Sol. El santuario debía recibir el nombre de Nanisounsap, que significa . Pensile Lawrence, transmisor ya citado del conocimiento esotérico de Pohnpei, me confesaría: De acuerdo también con la versión esotérica, debajo de Nan Matol yace Kanimeiso, la «ciudad de nadie>. Por ende, cabe comentar aquí que todo el simbolismo de la construcción del santuario apunta hacia el feudo de los reyes del Sol: Nan Tauas, la construcción principal del conjunto, se halla en el vértice oriental (hacia donde sale el Sol) de Nanisounsap (el lugar del rey del Sol), erigido a su vez en el extremo oriental de Sau Nalan (el Sol), que a su vez constituye el flanco oriental, o sea de la salida del Sol, de la isla de Pohnpei. Transporte aéreo Cuando regresamos de la jungla de Salapwuk, nos instalamos pues en el minúsculo y paradisíaco islote de Joy Island (antiguamente Nahnningi, el «pedazo de tierra pescado del fondo del mar», o sea un trozo del paraíso, puesto que eso es para los pohnpeyanos el fondo del mar). En el islote sólo vivía Nahzy Susumu. Con él, con nuestra compañera, guía e intérprete Car- melida Gargina, con los grandes cangrejos cocoteros, dos perros y algunos cerdos, con las rayas y con las crías y algún que otro padre de tiburón y con la desdichada morena que pescó Carmelida a golpe limpio de mi machete para cocerla luego aún medio viva en las brasas de nuestra hoguera, compar- timos las inolvidables y solitarias noches de este mágico arrecife coralífero del Pacífico. ¿Mágico?: Absolutamente mágico. De día, íbamos a visitar desde allí las cercanas ruinas de Nan Matol: 91 islotes artificiales construídos sobre el arrecife, a base de la superposición ——única en el mundo— de enormes co- lumnas de basalto. Analizamos todas las posibilidades que podían ofrecerse de transportar estas columnas desde la cantera que se hallaba al norte de la 13 isla, hasta el enclave en que habían sido apiladas en Nan Matol. Por tierra, imposible, dado que la espesa jungla que cubría toda la isla, y los intrinca- dos manglares que se extendían a lo largo de la costa, hacían imposible el transporte de estos enormes bloques de piedra. Cabía la posibilidad de un transporte por mar, a lo largo del arrecife. Miquel Amat, experto navegante, me comentó sin embargo que la única posibilidad habría sido, en época tan lejana, el sujetar cada columna de piedra debajo de una enorme balsa, para evitar que esta zozobrara y se hundiera. Pero entonces, ¿cómo habrían podi- do salvar la barrera coralífera con la que habrían topado? El transporte era a todas luces imposible. Excepto para los iniciados, aquellos privilegiados isleños que conocían la historia auténtica de su tierra. A la luz de la hoguera, en noche de plenilunio, un descendiente de tsamoro me confió que para ellos no es ningún secreto el que Olosipe y Olosaupa, los dos hermanos constructores, estaban dotados de un extraordinario poder mágico: Quien se sonría ante mi ingenuidad, recuerde las palabras del jefe hopi White Bear, cuando explica —sin tener ni la más remota idea de lo que cuentan los transmisores del conocimiento en Pohnpei— que exactamente este corte y tranporte de enormes bloques de piedra es lo que los katchinas —seres que dominaban el secreto del vuelo— enseñaron a los antepasados de los indios hopi, hoy asentados en Arizona, y que por su parte afirman proceder del Pacífico. Es más: vimos que en la relación solar de todo el simbolismo construccional y de emplazamiento del santuario del rey del Sol —Nanisounsap— el edificio principal, Nan Tauas, ocupaba el vértice más oriental, o sea dirigido al Sol naciente. Pues bien, Tauas significa en lenguaje hopi exactamente esto mismo: Sol. El misterio está debajo Todo esto no son más que los testimonios visibles y averiguables —cuando se pregunta con tiento— de los enigmas que presenta la isla de Pohnpei. 14 Ocultos quedan sus auténticos misterios. O su auténtico misterio. Aquél que está implícito en el propio nombre de Pohnpei: «Sobre el secreto». Tuve que desandar la selva monte arriba para que en lo alto del reino de Kiti, en Salapwuk, uno de los principales celadores del secreto me dijera que la isla que estábamos pisando no era más que el tapón puesto encima de un gran secreto que se escondía debajo, razón y origen de la sociedad secreta que allí funcionaba. Tuve que cruzar luego los manglares y navegar hasta Nahmningi, y por ende explorar las ya devastadas ruinas de la ciudad prohibida de Nan Matol, para ir arrancándoles a algunos nativos iniciados la confesión de que Nan Matol no es más que una señal en forma de desafiante ciudad que indica que frente a su muralla externa, allí donde moran los tiburones, se esconde bajo las aguas otra ciudad de construcción muchísimo más antigua. Sendas expediciones australiana, norteamericana y japonesa confirman que allí, a nueve metros de profundidad, descubrieron los vértices superiores de diez columnas verticales de 20 metros de altura cada una. Nadie explica lo que ha encontrado agua abajo de estas diez columnas submarinas, de una cultura absolutamente distinta a la de los constructores de Nan Matol: éstos dispusieron la totalidad de los bloques de basalto en forma horizontal, mien- tras que las mencionadas columnas submarinas se hallan todas en posición vertical. Pero eso es solamente el principio de lo que allí se esconde. Quedan para el recuerdo más reciente los sarcófagos de platino extraídos de allí entre las dos guerras mundiales por los buzos japoneses. Y para el más remoto, las luces vistas en este punto del mar por los instructores y constructores Olosipe y Olosaupa, que supieron así en dónde debían erigirle un santuario a la anguila sagrada. El motivo de este artículo ahora, al cabo de siete años de haber visitado la isla, no es otro que el de remozar la memoria y dejar constancia de este misterio para las generaciones futuras, para las que Pohnpei no será más que una diminuta isla en el Pacífico, invadida por el moderno turismo motorizado japonés. Les debía este homenaje a los Sau Rakim de Pohn Pei, que supieron desaparecer sin haber narrado más que una parte de su saber, testimoniando así su pertenencia a la universal comunidad de iniciados. El buen amigo, periodista, viajero, buscador y aventurero catalán Jorge Juan Sánchez García, que visitó Pohnpei en el mes de octubre de 1990, me comunica que desde mi estancia en la isla murió el celador de Salapwuk, Pernis Washndon, y se suicidó el joven y solitario Nahzy Susumu, que regis- traba el paso de cualquier extranjero a Nan Matol. La sociedad secreta de los tsamoro no traiciona sus principios. (C)Andreas FABER-KAISER, 1991 Todos los derechos reservados. 15 EL INVASOR ANÓNIMO Andreas FABER-KAISER Reto a la Inteligencia norteamericana El 25 de febrero de 1942, 80 días después del ataque japonés a Pearl Harbor, una esquadrilla de 15 a 20 aparatos desconocidos sobrevoló las costas norteame- ricanas del Pacífico, entre San Diego y San Francisco, en un área en el que se estaban concentrando contingentes de soldados y material bélico estadounidense para su embarque con destino al frente del extremo Oriente. Toda el área fue inmediatamente alertada, y de acuerdo con el informe de la 37 Brigada de Artillería Antiaérea, entre las 03:12 y las 04:15 horas fueron efectuadas 1430 rondas de disparos antiaéreos en defensa de Los Angeles y contra lo que se suponía eran aparatos japoneses. El “Los Angeles Times” publicó la fotografía de alguno de estos objetos iluminados por los focos antiaéreos. Los falsos japoneses Pero lo sorprendente fue que a pesar de su poca velocidad —unas 200 millas (unos 360 km) por hora— y de la poca altura —de 2.700 a 5.500 metros— a que volaban los supuestos aparatos enemigos, «no existe evidencia alguna de que ningún proyectil haya dado en el blanco ni de que ningún aparato haya sido derribado> según reza el informe del Cuartel General del Mando de la Defensa de Alaska, referido a dicho incidente. En su informe al presidente Roosevelt, el general George C. Marshall verifica la autenticidad de la fotografía publicada en el “Los Angeles Times” y habla por primera vez, en 1942, al referirse a los citados objetos volantes, de «objetos misteriosos>. Misteriosos, volantes, y no identificados. Acaba de nacer, desde este primer sobrevuelo con implicaciones militares de su propio territorio, el mis- terio de los objetos volantes no identificados como problema de seguridad y de competencia militar para los Estados Unidos. Fecha: 25 de febrero de 1942. Exactamente diez años después de este misterioso sobrevuelo de la cos- ta californiana, y cuando ya se estaban vislumbrando las implicaciones si- cológicas del fenómeno ——, le escribió en aquella época y en un memorando interior el director de la CIA, Walter B. Smith, al director de su Gabinete de Estrategia Sicológica, el problema de los objetos volantes no identificados preocupaba muy seriamente a los servicios de Inteligencia norteamericanos, como a continuación veremos. . Estábamos aún en 1952. Pocos meses después se reuniría el Panel Ro- bertson, convocado por la CIA para el exámen del fenómeno OVNI a cargo de cualificados especialistas. Sus conclusiones fueron que el fenómeno no constituía una amenaza física directa a la seguridad nacional, que no existía ningún indicio de que se tratara de artefactos extranjeros capaces de reali- zar acciones hostiles, y que no existía tampoco evidencia alguna de que el fenómeno indicara la necesidad de una revisión de los conceptos científicos actuales. Problema de seguridad Lo que si entrañaba indirectamente el fenómeno era el peligro real que yo apunté más arriba, y que podía inducir a la identificación errónea por parte del personal de defensa de artefactos reales del enemigo, la sobrecarga en los canales de información de emergencia con información , y —debido a la suceptibilidad del público— la histeria colectiva y la gran vulnerabilidad respecto a una guerra sicológica por parte del enemigo. Esta es la primitiva causa directa del descrédito del fenómeno por parte oficial, de cara a la opinión pública. Y podemos concluir que hasta hoy esta situación planteada así hace trein- ta años, no ha cambiado, sino que se ha agudizado más aún, especialmente en los tiempos más recientes en que parece ser que muchísimos gobiernos — incluso los que menos pintan en el contexto mundial— han decidido ya tapar con el secreto hermético la apasionante investigación OVNI. Por encima de todo, lo que le interesa a la inteligencia y a los militares es la detección del riesgo de un ataque y el aprovechamiento del fenómeno a su favor frente al enemigo. La investigación científica, el contacto con posibles inteligencias de orígen no terrestre, es asunto que se queda en un plano muy secundario. Informes de avistamientos Prácticamente todos los informes OVNI que aporta la CIA constituyen infor- mación no evaluada, o sea «materia prima> tal y como fue transmitida por los agentes e informadores de la CIA desde distintos paises. Los documentos que incluyen la información más evaluada, o sea con las conclusiones a que en cada caso llegaron los consejeros de la CIA, constituyen uno de nuestros próximos objetivos, en lo que a obtención de documentos OVNI que hoy aún siguen estando clasificados, se refiere. En el primer bloque de estos documentos, que recoge informes directos de avistamientos OVNI, aparecen con marcada preponderancia incidentes acae- cidos en la Unión Soviética. Dentro de las hipótesis de origen de los OVNI se barajaba insistentemente en los años de la guerra fría la posibilidad de que fueran armas experimentales rusas, ensayadas bajo las directrices de los científicos alemanes que estaban trabajando desde el final de la guerra en los proyectos soviéticos. Por esta razón la CIA tenía preponderante interés en reunir información de cualquier nuevo tipo de ingenio volador que pu- diera detectarse por aquellas latitudes. Dentro de la absolutamente ilógica irregularidad del material facilitado, destaca aquí por ejemplo el desmesu- rado interés prestado al avistamiento de un objeto volante no identificado por parte del personal de inteligencia americano durante un viaje en tren de Baku, a orillas del Mar Caspio, hasta Tiflis. Más adelante aparece un informe sobre objetos voladores desconocidos que sobrevolaron Budapest en formación 4-3-4 y a una velocidad de 12.000 km/h. en 1955. En mayo del año siguiente unidades de radar de la base del Comando de Defensa Aérea de Hungría, captaron —sin siquiera intentar su interceptación debido a que no disponían de armamento para ello— objetos volantes desconocidos que en formación volvieron a sobrevolar Budapest a velocidad extremadamente elevada y a unos 25.000 metros de altura. Hay que señalar que aparte la numerosa documentación OVNI que sigue alin cerradalen los archivos de la CIA, también en muchos de los informes librados han sido suprimidos numerosos párrafos. Hay documentos en que de 7 u 8 párrafos únicamente se ha dejado sin tachar uno, por ejemplo. Los res- tantes pueden contener información OVNI aún mantenida como clasificada, o bien información clasificada relativa a otros aspectos de inteligencia que no incluyen información OVNI. Insistiendo en el absurdo reparto del material librado y del material re- tenido por los asesores de la CIA, aparece por ejemplo un informe sobre el Congreso Internacional de Medicina Espacial celebrado en 1975 en México, informe que alude a una teoría —allí mencionada— de que los campos elec- tromagnéticos están íntimamente asociados con la superconductividad a tem- peraturas muy bajas, tales como las reinantes en el espacio relacionando esta teoría con el posible sistema de propulsión de los OVNI. Constando esta información sobre tal congreso, necesariamente debería constar muchísima más información aún sobre el I Congreso del Fenómeno OVNI, celebrado igualmente en México dos años más tarde. Y sin embargo, ni un solo documento se refiere a dicha reunión. Uno de los últimos docu- mentos —cronológicamente— dentro del bloque de informes directos, refiere el avistamiento de una luz no identificada por parte del piloto del vuelo BEA 831 de Moscú a Londres, el 10 de setiembre de 1976. Al pedir la identifi- cación de la fuente de luz a las autoridades soviéticas, éstas le responden al piloto con una respuesta de identificación negativa, sugiriéndole que no hiciera preguntas. El segundo bloque de informes de la CIA sobre OVNI evidencia la vigi- lancia permanente a que nos vemos sometidos los medios de comunicación de todo el mundo por parte de los informadores de la CIA, también en lo que toca al fenómeno OVNI. Destacan entre estos informes los que notifican el avistamiento de OVNI sobre las minas de uranio del Congo Belga en 1952, varios informes de avistamientos sobre la península ibérica, y las oleadas so- bre el norte de Africa. Otro expediente informa sobre los experimentos de construcción de realizados en el Canadá, a partir de la experien- cia acumulada previamente durante la guerra por los ingenieros alemanes, como ya vimos. También a este respecto, otro informe refiere que en 1952 fue solicitada en la República Federal Alemana la primera patente relativa a un «platillo volante», por Rudolf Schriever, uno de los antiguos técnicos alemanes que habían trabajado en tales proyectos, quien afirmaba haber per- feccionado un «objeto volante elíptico> trás once años de estudios. Schriever murió a los pocos meses de haber solicitado dicha patente. Por otra parte, vuelven a aparecer en otro documento las altas velocidades desarrolladas por los objetos volantes no identificados. Esta vez se calcularon en 10.000 km/h, el 9 de enero de 1954, sobre Suecia. Otro bloque recoge informes internos de la CIA relacionados con la infor- mación recibida de sus corresponsales. Vuelve a aparecer aquí insistente y repetida información sobre el incidente registrado junto a la vía férrea Bakú- Tiflis. Más adelante me sorprendió toparme con un memorando fechado el 26 de marzo de 1956 y que recomendaba que la Oficina de Inteligencia Científica de la CIA debía mantenerse al tanto de la próxima oposión de la Tierra con el planeta Marte, porque ello daría lugar a espectaculares informes de OV- NI. Un interesante documento refiere el avistamiento de fenómenos aéreos no identificados que coincidieron con el lanzamiento del primer Viking del pro- grama Vanguard, el 8 de diciembre de 1956. El documento relaciona dicho avistamiento con otro presuntamente descrito con anterioridad —pero que no figura en el bloque librado— y que coincidió con el lanzamiento fallido de un cohete Júpiter. Aparece también entre esta documentación, como caso más conocido, el de Socorro, en Nuevo México. Y como casos no divulgados se reflejan avistamientos de OVNI —en algunas ocasiones en formación — referidos por astrónomos rusos en 1967. Otro documento menciona los es- tudios de Vladimir Mekhedov, del Instituto Mixto de Investigación Nuclear, que evidencian que el objeto que hizo explosión en 1908 en el Tunguska si- beriana efectuó previamente una maniobra en el aire. Aparece luego una interesante consulta del jefe de la Seguridad Militar de Túnez al informante americano, respecto a la aparición de objetos volantes no identificados en el cielo tunecino en agosto de 1976. Finalmente, cabe mencionar el extraordi- nario incidente registrado en la tarde del 19 de setiembre de 1976 en el cielo iraní, al hacer acto de presencia los OVNI, al norte de Teherán. El informe menciona el absurdo intento de ataque de un F-4 Phantom contra un OVNI, que automáticamente deja bloqueado todo el sistema de armamentos del F- 4, y anula además los sistemas de comunicación del mismo. Todo vuelve a funcionar a bordo cuando el F-4 decide alejarse del OVNI. Este documento tiene su importancia porque exactamente lo mismo le sucedió al F-1 Mirage de la base española de Los Llanos de Albacete, cuando en la noche del 11 de noviembre de 1979 salió en misión de interceptación del OVNI que habla provocado el aterrizaje de un reactor de la compañía TAE en el aeropuerto de Manises. Y tiene además su importancia porque muestra la evidencia descarada de cómo, mientras a los testigos civiles que habían notificado el avistamiento de un OVNI se les explica que lo que están viendo en el cielo no es más que una estrella, los responsables de la defensa aérea llegan incluso a decidir el ataque al citado objeto desconocido. Este es, en definitiva, el resumen de algunos de los documentos OVNI que ha venido archivando la CIA y que —si se saben leer— pueden llegar a decir mucho. ¡Cuánto más no dirán los informes y las evaluaciones sobre el fenómeno OVNI que siguen clasificados en los archivos secretos de los servicios de inteligencia del mundo entero!. Documentos militares y de Inteligencia Obtuve luego un amplio bloque de documentos OVNI procedente de otros archivos hasta hoy secretos, distintos a los de la CIA. Estos documentos proceden de cuatro fuentes principales: la DIA —Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa—, la Inteligencia Aérea, el Departamento de la Fuerza Aérea (USAF) y el Departamento de Estado. Los archivos de la DIA La Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa proporciona infor- mación sobre avistamientos —entre otros— de OVNI en la Antártida en el verano de 1965, observaciones notificadas por la Marina argentina y corro- boradas por personal de las bases inglesa y chilena de la isla Decepción. También una relación de 26 casos de avistamientos de OVNI registrados so- bre España durante el período comprendido entre setiembre de 1973 y junio de 1974. Siguiendo en la península, aparece luego el informe de avistamiento de un OVNI que el 28 de febrero de 1974 describió tres círculos irregulares muy amplios, que abarcaron la totalidad del norte de Portugal y el territorio español y parte del Océano Atlántico. A pesar de permanecer durante cer- ca de una hora visible en las pantallas de radar portuguesas, no fue posible identificar el objeto. Un oficial de la Fuerza Aérea portuguesa relató el acon- tecimiento al agregado del Aire y de Defensa norteamericano en Lisboa. El comentario de éste incluye la siguiente frase : . En abril de 1978, finalmente, se suceden extrañas explosiones en el Canadá , que devastaron edificios, cortaron la electricidad, hicieron saltar los interruptores de la luz y dejaron tres misteriosos agujeros quemados en el suelo. Desde un lugar distante, fueron vistas bolas de fuego que cayeron del cielo en aquella zona. En el informe americano se refleja como las autoridades trataron de restar importancia al incidente, siendo la versión oficial del mismo que un rayo cayó sobre un transformador, explotándose éste y transmitiéndose la energía generada por los cables a las casas vecinas. Los archivos de la Inteligencia Aérea La Inteligencia Aérea, por su parte, evidencia su interés en el tema al men- cionar por ejemplo en un parte informativo fechado el 4 de agosto de 1959, en el que notifica que ha redactado una bibliografía sobre OVNI, basada en fuentes de información del bloque soviético y occidental, entre 1946 y 1959. En lo que al bloque soviético hace referencia, la relación contabiliza 103 en- tradas. Recordemos en este contexto que exactamente diez años más tarde, Lynn E. Catoe, de la División de Ciencia y Tecnología de la Biblioteca del Congreso, preparó una nueva y exhaustiva bibliografía sobre el tema OVNI por encargo de la Oficina de Investigación Científica de la Fuerza Aérea. 10 Finaliza la documentación aportada por la Inteligencia Aérea con una serie de avistamientos de OVNI sobre Finlandia, en marzo de 1960. Donde vuelve a aparecer la ausencia de lógica, al no figurar un solo documento sobre OVNI suministrado por la Inteligencia Aérea desde 1960 hasta 1980. Los archivos de la USAF El material facilitado por el Departamento de la Fuerza Aérea se abre con un documento que muestra la preocupación y el desconcierto de este Depar- tamento y de otras agencias de inteligencia y de investigación, militares y gubernamentales, sobre la frecuencia con que se suceden fenómenos aéreos no explicados sobre la zona de Nuevo méxico, de 1948 a 1950. Sigue el texto completo del informe Fitzgerald, recopilado por el UFO Research Comittee de Akron (Ohio), y que constituye un excelente modelo de negligencia pes- quisadora por parte de los informadores de la USAF desplazados al lugar del incidente. El caso Fitzgerald constituía en aquel entonces uno de los comprendidos en el 981% de total de informes sobre OVNI que la Fuerza Aérea calificaba de «objetos identificados>. Pero el documento evidencia la arbitrariedad de esta calificación, ya que la investigación efectuada por los representantes de la USAF fue incompleta, superficial y absolutamente par- cial y carente de todo rigor. Incluye este bloque de documentos un capítulo del estudio sobre OVNI publicado por la Academia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en el volumen II de su Introducción a la Ciencia Espacial. En este libro de estudio se afirma que las visiones OVNI parecen extenderse a lo largo ya de 47.000 años. Se da como ejemplo fiable el caso del sargento Lonnie Zamora en Socorro (Nuevo México). En el mismo capítulo leemos que . El capítulo finaliza afirmando que , que . Donde se corrobora una vez más que a 11 nivel gubernamental el enigma OVNI se contempla casi exclusivamente bajo el prisma militar, mientras que se deja de lado su implicación científica, fi- losófica, histórica o social. Acaso la documentación más interesante de toda la entregada por el Departamento de la Fuerza Aérea y de toda la que no procede de la CIA, sea la larga lista de informes sobre los sobrevuelos de instalaciones del NORAD, el Mando de la Defensa Aérea de los Estados Uni- dos, por parte de objetos volantes no identificados, en octubre y noviembre de 1975. Los sobrevuelos se produjeron en las bases aéreas de Malmstrom (Montana), Wurtsmith (Michigan), y sobre la estación de las fuerzas cana- dienses de Falconbridge (Ontario/Canadá) pero sobre todo causaron revuelo las descaradas evoluciones de los objetos desconocidos en el interior mismo del recinto de la base aérea de Loring (Maine). Las explicaciones oficiales son absolutamente íncreibles por infantiles. Hasta consta un documento en que se especula con la posibilidad de que se trate de helicópteros emplea- dos por grupos terroristas para atentar contra las instalaciones de la defensa norteamericana. Tales chismes llegaron a tomar tierra dentro de la misma base aérea del NORAD —precisamente el sistema de alerta y de defensa aérea de los Estados Unidos— y llegaron a permanecer en una posición fi- ja durante casi 15 minutos certa del perímetro de la base aérea de Loring. Los cazas que salieron en su persecución fueron incapaces de alcanzar ni de identificar a los citados objetos. Y sin embargo los documentos insisten en que se trataba de (!) no identificados. Si un solo helicóptero extraño es capaz de aterrizar en una base aérea a la que se le ha encargado la defensa aérea del suelo patrio americano, sin ser interceptado ni identifi- cado, y si un solo helicóptero extraño puede permitirse el lujo de permanecer en punto fijo cerca de un cuarto de hora sobre esa misma base de defensa sin ser identificado ni abatido, y si un solo helicóptero demuestra ser en su huída más rápido que los cazas que salieron en su persecución, y cuando además todo esto sucedió en pleno territorio continental americano, o sea en el interior mismo de los Estados Unidos, entonces la invasión de la máxima potencia capitalista, tecnológica y militar de este planeta es, realmente, un juego de niños. No, evidentemente, no eran helicópteros. Ni helicópteros ni ningún otro ingenio procedente de otra potencia terrestre. Su entrada en el espacio aéreo estadounidense no fue detectada por el NORAD —que lo detecta absolutamente todo, cuando es de orígen terrestre— . Los objetos únicamente fueron advertidos cuando ya se hallaban encima mismo de los enclaves del NORAD. Aún admitiendo como hipótesis —ilógica— que una potencia extranjera lograra hacer llegar hasta allí algún avanzado chisme, lo que es evidente es que allí se habría quedado. Tal vez, remotamente, podría haber entrado en los USA, pero volver a salir es imposible. Una vez más los objetos que se pasearon a sus anchas sobre las instalaciones de la defensa 12 aéra americana fueron de naturaleza distinta a las que nos son familiares. Y para volver a demostrar de paso el interés de la CIA en los objetos volantes no identificados —por mucho que se descalabre en afirmar que no son santo de su devoción — leemos entre la documentación de los sucesos de octubre de 1975 que . Los archivos del Departamento de Estado La documentación extraída del Departamento de Estado recoge distintos te- legramas y aerogramas que informan sobre incidentes OVNI y que fueron remitidos a Washington por las Embajadas de los Estados Unidos en el ex- tranjero. Destaca el informe de la caída de una esfera de un metal desconocido de 60 cm de diámetro, en Monterrey (México), en febrero de 1967 y los ae- rogramas remitidos por diversas embajadas informando —evidentemente en respuesta a una consulta general a nivel mundial (presumiblemente instada por el Dr. Condon) que ya de por sí habla del interés que el tema ofrece para el Departamento de Estado— sobre la situación de la investigación OVNI en el país respectivo. El aerograma remitido desde Madrid en mayo de 1968 comunica que «fuentes oficiales españolas nos informan que no se realizan, actualmente, en España, estudios sobre OVNI>. Aunque solo un año antes, por ejemplo, un avión militar de entrenamiento T-33 se topó con un OVNI encima de Talavera y salieron en su busca dos cazas F-86 Sabre. Otro tele- grama informa del avistamiento de «extrañas máquinas» en el cielo de Argel en marzo de 1975. El documento refleja cómo el portavoz del gobierno arge- lino pide explicaciones a los americanos por estas manifestaciones insólitas, y cómo no se traga la cavilación del representante americano de que se trataba de un satélite o del posible reflejo de un proyector eléctrico en la capa de nubes. Pero el mismo Kissinger, en su respuesta, fue incapaz de dar una explicación satisfactoria. Porque la explicación del fenómeno OVNI, aparentemente, no está allí donde se pretende que esté. © Andreas FABER-KAISER, 1980 Todos los derechos reservados. 13 SOMBRAS EXTRATERRESTRES Andreas FABER-KAISER OVNIs y hermetismo: el silencio del Poder El estudio de los OVNI presenta su lado oscuro. Entre estudiosos del tema y testigos de aterrizajes Gray Barker y James E. Moseley recopilaron más de 600 casos de personas que fueron obligadas al silencio. Otros, cesaron en sus inves- tigaciones. Algunos —demasiados— murieron. Por otra parte, la postura oficial de los distintos gobiernos —de cara a la opinión pública— es de descrédito o en el mejor de los casos de silencio sobre el tema, y una nota de la redacción de la revista italiana Alaya, de enero de 1968, afirma que desde 1955 los gobiernos se han comprometido a guardar silencio sobre la realidad de los OVNI. Pero mucho antes ya han existido sociedades que se habían comprometido a guardar silencio, generación tras generación, sobre las realidades cuya transmisión secreta a través de los siglos había dado vida precisamente a esas comunidades. Son sociedades que han nacido gracias a la posesión de unos conocimientos que no debían trascender a la masa, y que siguen viviendo gracias a la necesidad de conservar para el hombre esos conocimientos. Y ese mundo paralelo, esa realidad paralela de las comunidades secretas, de la cábala, del esoterismo, de lo arcano, parece encontrarse con ese otro mundo, con esa otra realidad también paralela a nuestro quehacer sobre la tierra: con la realidad de «ellos». El mismo interrogante vale para ambos casos: ¿Por qué debe mantenerse en silencio la realidad de los oprimidos? ¿Por qué debe mantenerse en silencio la realidad conocida por las hermandades secretas? Ya el consejo dado por el célebre papiro Harris rezaba: «¡Cerrar las bo- cas!», y Fulcanelli da fin a su libro El misterio de las catedrales recomendando que «en la Ciencia, en el Bien, el Adepto debe siempre CALLAR». Los griegos por su parte, al igual que los egipcios en el culto a Isis, guarda- ban un silencio absoluto sobre los misterios del culto de Ceres. La revelación del secreto de estas prácticas a los profanos se castigaba con la muerte. De Isis afirma, a su vez, Fulcanelli, que es la madre de todas las cosas, que las lleva en su seno, y que sólo ella es la dispensadora de la Revelación y de la Iniciación. «Isis, Ceres, Cibeles: tres cabezas bajo el mismo velo», y «singular analogía hermética: Cibeles» —madre de los dioses— «era adorada en Pesinonte (Frigia) bajo la forma de una piedra negra que se decía haber caído del cielo». Igual que la Caaba —los del país de Saba, o de Caba, son los cabalistas mismos—, la famosa piedra negra caída del cielo... Con las estatuas de Isis se relacionan más tarde las vírgenes negras. Bi- garne observa que Isis antes de la concepción «es, en la teogonía astronómica, el atributo de la Virgen que varios documentos, muy anteriores al cristianis- mo, designan con el nombre de virgo partitura; es decir, la Tierra antes de su fecundación, que pronto será animada por los rayos del sol». La Tierra- madre, los rayos del Sol, las piedras negras. Quienes se han dedicado al estudio del fenómeno OVNI en la antigüedad conocen una leyenda inca de Tiahuánaco —El calendario que figura en la Puerta del Sol de Tiahuánaco se ha identificado como el calendario de Venus—, según la cual de una nave dorada descendida de la «gran estrella esplendo- rosa» surge Orejona, que construyó, con piedras negras procedentes de su planeta, el primer templo de la isla del Sol. Orejona debía cumplir la misión de convertirse en madre de la Tierra. Estas analogías nos hacen sospechar una leyenda hermética inca. Pauwels y Bergier razonan de este modo: «es posible que lo que llama- mos esoterismo, cimiento de las sociedades secretas y de las religiones, sea el residuo difícilmente comprensible y manejable de un conocimiento muy antiguo, de naturaleza técnica, que se aplica a la vez a la materia y espíritu»; y apuntan hacia el probable peligro que entraña para toda la Humanidad el supuesto de que estos conocimientos llegaran a manos irresponsables?. Por otra parte, en un editorial del número de julio-agosto de 1963 del desaparecido boletín «Informationen» de la «Gesellchaft fúr Interplaneta- rik “Austria” », leemos: «existe en la Tierra un mito que se adaptaría a los propósitos de los “espaciales” y bajo cuya influencia podría dar resultado el reclutamiento de “ayudantes”. Desde siempre. Nos referimos aquí a una sociedad que hace siglos ya se vanagloriaba de preparar la reforma de “to- do el ancho mundo” y cuyos miembros no sólo se reunían en una “fortaleza suspendida en el aire”, sino que se ocupaban de el “trabajo” en todo el sis- tema solar y poseían además “mil piezas” que harían palidecer de envidia a nuestros técnicos actuales». IPAUWELS, LOUIS, y BERGIER, JACQUES, El retorno de los brujos, Barcelona, Plaza & Janés, 1967. El nombre de esta sociedad no hace al caso. .., pero la posibilidad de su existencia sigue siendo de interés. Como caso típico, como ejemplo. Con el estudio de los OVNI «estamos rozando el ocultismo de la doctri- na agnóstica, las teorías rosacrucianas, el budismo, la teosofía...», le dice Gordon Creighton a Carlos Murciano?, en tanto que Paul Misraki señala que Henry Sérouya, en su estudio sobre la Kábala, «precisa que el conocimiento del “carro de Dios” (!) no debía jamás ser transmitido por escrito, sino sólo de manera oral a aquellos que se mostraran dignos; es decir, a un pequeño grupo que había alcanzado previamente un grado de iniciación superior». El tema que nos ocupa ahora es complejo, tan universal —en perspectiva terrestre—, que únicamente tendremos ocasión de rozarlo furtiva e incom- pletamente, y además de forma aparentemente bastante confusa. LA ENIGMÁTICA SERPIENTE En su libro Los platillos volantes y los dioses, John Michell estudia trans- figuraciónes de serpientes entre los pueblos antiguos, figuraciones que se re- velan como interpretaciones veladas de naves volantes extraterrestres, lo que nos remite a Quetzalcoatl, que quedaba simbolizado por una serpiente con plumas. En Tula, la ciudad consagrada a Qetzalcoatl, se levanta una pirámi- de consagrada a Venus, ya que ambos eran una sola deidad. Quetzalcoatl, finalizada su labor civilizadora, huyó por los aires, fue por el espacio de un lado a otro, y se convirtió en el planeta Venus, con el nombre náhuatl de la «estrella que echa humo». Una serpiente voladora que es una estrella. Un cohete que se aleja hasta convertirse en sólo un punto luminoso en el cielo. . . y echa humo. Quetzalcoatl era en América un agente unificador del Cosmos cuyo signo era la cruz, que trajo riquezas y cultura desde Oriente. .., circunstancias que nos hacen recordar que existe también una hermandad de filósofos herméti- cos que se autodenominan inmortales, iluminados e invisibles, y afirman ser los agentes predestinados para la futura reforma general del Universo y pa- ra el establecimiento de la paz universal —obsérvese los paralelismos con Quetzalcoatl—, cuyo signo es la rosa y la Cruz, y de la que un libro de Valentín Andreae? cuenta que fue fundada —la leyenda no debe ser históri- ca, pero obedece sin duda a una intención concreta— por un tal Christian Rosencreutz, que aportó sus conocimientos del Oriente. .. 2MURCIANO, CARLOS, Algo flota sobre el mundo, Madrid, Editorial Prensa Española, 1969. 3ANDREAE, JOHANN VALENTIN, Fama fraternitatis des lóblichen Ordens der Rosen- kreuz, Kassel, 1614. Es la misma sociedad de la que nos hablaba el editorial citado del boletín «Informationen», afirmando de ella que sus miembros eran convocados en una fortaleza suspendida en el aire. El historiador Serge Hutin escribe de esta sociedad que constituye la co- lectividad de los seres llegados a un estado superior a la humanidad corriente, «poseedores por ello de los mismos caracteres interiores que les permiten re- conocerse entre ellos». Surge la pregunta: ¿Son determinadas hermandades secretas, herméticas, las encargadas de mantener el contacto —siempre— entre la humanidad y «ellos»? ¿Son sus miembros —ya sea consciente o inconscientemente— los auténticos «hombres contacto»? LOS TEMPLOS, ¿MÁQUINAS DE LOS DIO- SES? Existen por otra parte numerosas razones —cuyo desarrollo no es posible en el limitado espacio de este artículo— que hacen sospechar el origen de la construcción de los templos a partir de la visión real de máquinas volantes descendidas a la tierra en la antigüedad. El templo quiere ser imitación forzo- samente inmóvil de la morada real móvil —volante— de la «divinidad». De ahí la gran importancia que presumimos tiene para el ufólogo la existencia de comunidades que transmiten en secreto, durante siglos, las normas por las que debe regirse la construcción de los edificios sagrados. Podemos mencionar aquí también a la Orden del Temple. «¿Trajeron de Jerusalén, como se ha dicho, arcanos de artesanía antiquísima en lo que se refiere a la arquitectura? ¿Influyó en ellos la visión del antiguo templo de Sa- lomón, reconstruido en mezquita, con su planta octogonal? ¿Hubo, además, alguna sabiduría matemática escondida que el Occidente no conocía entre los muchos documentos, folios y papiros que los cruzados hallaron en la Ciudad Santa? ¿Venía todo ello a través de Israel, desde el antiguo Egipto? Todo es conjetura sobre estos aspectos. La alquimia pareció ser otro de los renglones favoritos de la Orden. ¿Pero qué era la alquimia sino un intuitivo tanteo de lo que hoy es asignatura corriente en las universidades? El vulgo llamaba magia, con cierto tono entre temeroso y admirativo, a estas investigaciones, reservadas únicamente a los iniciados, como hoy ocurre con los expertos nu- cleares, también al abrigo de un riguroso secreto oficial...» «Pero el poderío económico, las exenciones, el monopolio de ciertas transacciones, todo ello llevaba fatalmente al choque con el estado; es decir, con la Corona de Francia. Allí acabó el Temple. Allí también comienza su misterio. Reservado fue todo: los procesos, los interrogatorios, el secuestro de sus bienes por el monarca; las mil y una acusaciones que se formularon contra los caballeros de la Orden en sus distintos grados y jerarquías...» <... Veraces historiadores aseguran que la obra persistió en la sombra hasta desembocar por vías recónditas en los albañiles del otro templo: el de la masonería?» Bien, hemos entrado en una frase interesante: las hermandades secretas, herméticas, tienen algo muy importante que ver con la construcción de edifi- cios sagrados. Y el templo, el edificio sagrado, se nos aparece como inspirado en un aparato volante de la «divinidad»: en un aparato volante de «ellos». Prosigamos, pues, en nuestra búsqueda de posibles conexiones. LA OBRA POR EXCELENCIA La unión de los dos triángulos del fuego y del agua, o del azufre y del mercurio reunidos en un solo cuerpo, engendra el astro de seis puntas, el Sello de Salomón, también llamado Sello de Hermes, jeroglífico de la Obra por excelencia y de la Piedra Filosofal realizada. Fulcanelli señala que este símbolo es la misma Estrella de los Magos. Y después de enfocar el misterio de la Estrella de los Magos desde los más variados ángulos, lo único que podemos afirmar al cabo de casi dos mil años de su aparición, es que la susodicha «estrella» sigue siendo para nosotros, con todas sus letras, un objeto volante y luminoso no identificado. Aparece íntimamente ligado a todo esto la cábala fonética. EL GAY SABER Conocido de todos los interesados en el tema es el pasaje en que Jonathan Swift, el singular deán de San Patricio, en boca de Gulliver, nos refiere la visión que éste tuvo de la «isla volante», un «cuerpo movible y opaco, muy grande, que parecía fluctuar en el aire», cuya base era «plana, compacta y resplandeciente». Los Viajes de Gulliver datan de 1727, y Swift relata en ellos que la famosa «isla volante», tripulada por seres inteligentes, basaba su movimiento en las leyes del magnetismo —las mismas en que parecen basarse los OVNI observados en la actualidad—, al tiempo que anuncia que Marte posee dos satélites, cuyos parámetros indica con asombrosa exactitud. Pero resulta que los susodichos satélites de Marte no fueron descubiertos por la ciencia «oficial» hasta el año 1877 —siglo y medio después de hablarnos de %AREÍLZA, JosÉ MARÍA DE, Los secretos del Temple, en «La Vanguardia», 1 febrero 1970; Barcelona. ellos el deán de San Patricio (!)— y que, además, uno de ellos (Fobos), es muy probablemente un satélite artificial?. Swift era un iniciado en los conocimientos que proporciona el Gay saber, la Gaya ciencia, la Lengua de Corte entre los antiguos incas (recordemos las analogías entre la Orejona de la leyenda inca e Isis, Ceres y Cibeles) o sea, el argot, la cábala hablada?. Nos informa Fulcanelli que los argotiers, los que utilizan el argot (len- gua particular de todos los individuos que tienen interés en comunicar sus pensamientos sin ser comprendidos por los que les rodean), lengua en que se expresaban todos los iniciados, son descendientes herméticos de los argo- nautas , los cuales, a bordo de la nave Argos —nombre que indica la rapidez o la blancura luminosa—, fueron en busca del Vellocino de Oro, que Frixos había ofrecido a Aetes, hijo del Sol, después de que un carnero, con el vellón de oro, le transportara, atravesando los aires y los mares, a la isla de Aea, país donde «los rayos del sol se encierran en una cámara de oro»”. Y bajo el signo del carnero, bajo el signo de Aries, el 12 de abril, se celebraban en Roma las Cereales (en honor de Ceres —recordemos una vez más la analogía Ceres-Isis-Cibeles-Orejona). En las procesiones llevaban un huevo. Y de huevos celestes brotaron a la vida los dioscuros Cástor y Pólux, que formaban parte de la expedición de los argonautas, y que fueron colocados por Zeus como estrellas (pensemos en Qetzalcoatl) en el firmamento. Por último, digamos que las figuras de huevos celestes de los que emergen, en distintas leyendas y mitos antiguos, determinados personajes, caen fácilmente bajo el enfoque de naves espaciales, de cápsulas espaciales, de las que emergen unos tripulantes de las mismas. La forma de huevo es muy frecuente en casos de OVNI recientes (Valensole, Socorro, etc.) LA CONCHA DE SANTIAGO Volvamos al argot. Lo hablaban los frimasons de la Edad Media, que edi- ficaron los templos argóticos. Las obras de art goth o de argot: Las catedrales góticas. «También ellos, estos nautas constructores, conocían el camino que conducía al Jardín de las Hespérides.» Y ya que estamos hablando aquí de nautas, bueno será hablar también RIBERA, ANTONIO, El gran enigma de los Platillos Volantes, Barcelona, Editorial Pomaire, S.A., 1966 (5? edición). Véase la incomparable introducción que a la misma nos ofrece FULCANELLI en su obra El misterio de las catedrales, Barcelona, Plaza & Janés, 1967. "Véase el significado hermético de los Argonautas en la página 62 de la obra citada de FULCANELLI. de la Concha de Santiago, del “señor Yago de compos stella, que dispensa ayuda, luz y protección. De la citada concha, nos dice Fulcanelli, que la lle- van místicamente «aquéllos que emprenden la labor y tratan de obtener la estrella (compos stella). ..», «tienen que realizar, con el bordón por guía y la concha por insignia, este largo y peligroso recorrido, una de cuyas mitades es por vía terrestre y la otra por vía marítima. Deben ser, ante todo, peregrinos, y, después, pilotos». ¿Pilotos? En los pilares que decorar la credencia que se puede admirar en la mansión Lallemant, en Bourges, la susodicha concha aparece rematada por un desconcertante par de alas... ¿Pilotos de naves ca- paces de volar? ¿Nautas voladores? Recordemos que el «agua» de que hablan los iniciados es un agua que no moja las manos. El agua, el mar, el océano, se nos aparece como denominaciones referidas al espacio y a sus «corrientes», a sus líneas de fuerza. Termina la leyenda de los argonautas consagrando Jasón a neptuno la nave Argos, que Minerva coloca —otra vez— en el cielo entre las constelaciones. .. Y sería oportuno recordar que el emblema de la nave espacial «Apolo XII» representaba a un gallardo bergantín dando la vuelta a nuestro satélite. .. Volviendo a nuestra concha, apuntemos todavía que en otro de los motivos decorativos de la citada mansión, se puede ver una concha grande en la que surgen, al parecer, otras conchas menudas... Es un fenómeno familiar para los que nos interesamos por el estudio de los OVNI. Hablamos de los argonautas y de la cábala hablada. Y podemos observar que la voz “argonauta” nos remite a una familia de raíces que permite esta- blecer interesantes relaciones para nuestro tema: sería la familia de las raíces arg-/arq-/arc-/apy- que relacionan entre sí a palabras tan interesantes para nuestro propósito como son el nombre de la nave Argos, los argonautas, la arquitectura (el segundo elemento de la voz procede del griego téx wv, car- pintero, constructor de naves), el arco cuya multiplicación forma la cúpula de los edificios sagrados, lo arcano (secreto), el arca de Noé, «py, (comienzo, origen, y en plural “potencias espaciales”), los arcángeles. .., etc. EL SISTEMA DE LOS 9 En la cábala el numérica el número 9 es importante sin duda. Al echarse de menos a Hiram, el arquitecto conocedor de los secretos de la construcción del Templo, asesinado, Salomón ordenó que nueve maestros lo buscasen. Nue- ve son los maestros constructores de la bóveda secreta. Enoch escondió el nombre indecible debajo de nueve arcos, grabado en un delta o triángulo equilátero. La figuración del campamento de los Príncipes del Real Secreto, que esperan el momento oportuno para reedificar el templo, se realiza en una sala alumbrada con 81 luces (9 x 9), en la cual aparecen una serie de figuras geométricas concéntricas encerradas en un polígono de nueve lados. Por otro lado, leemos en Behind the Flying Saucers? que la estructura del OVNI caído en manos del Gobierno norteamericano en Nuevo México se basaba igualmente en el número 9. Su anchura total era de 99%/100 pies. La línea vertical imaginaria desde la punta exterior del «ala» circular a la base medía 27 pulgadas”. La cabina tenía un diámetro de 18 pies y una altura de 72 pulgadas, sobre saliendo exactamente 45 pulgadas de la cabina por encima del borde exterior de artefacto. Con el segundo OVNI pasando a manos americanas en Arizona ocurre otro tanto. Medía 72 pies de diámetro, y descompuesto en sus distintos elementos, se comprobó que éstos seguían el llamado «sistema de los nueve». Y en el mismo sistema basaba su estructura el tercer OVNI descendido en Paradise Valley, y que tenía un diámetro de 36 pies. Según una teoría de J. M. Díez Gómez, publicada en extracto a partir de la página 81 de la serie «Cíclope Informa» (Barcelona; Cíclope, S.A.E.), sobre la que no nos atrevemos a pronunciarnos en favor ni en contra sin un estudio previo completo, Adán sería el símbolo de una nave de tipo nueve. Con las debidas reservas, puede establecerse a raíz de esta teoría una relación cabalística —provisional de momento— entre las voces nueve, nuevo, nave y, posiblemente, huevo (novem, novum, navis, ovum). En nueve ciclos se forma el ser humano. En el simbolismo de los números sagrados, el 9, último de estos números, propios de los entes divinos, superiores, frente a los humanos, se consideraba como número completivo de la vida humana y del Cosmos. Nuestras matemáticas se construyen sobre una serie-base de nueve núme- ros completados por el símbolo neutro representado por el cero. Entre las sociedades secretas debemos citar todavía una, muy importante, en la India, y que se remonta a la época del emperador Asoka. Es la sociedad secreta de los Nueve Desconocidos!?, etcétera, etc. 8SCULLY, FRANK, Behind the Flying Saucers, Nueva York, Popular Library, 1951. “Cabe señalar que 999 pulgadas inglesas equivalen a 1000 pulgadas piramidales, y que éstas fueron aplicadas en la construcción de una pirámide —la de Keops— que, siendo de indiscutible interés para nuestro tema, ha merecido amplios y detallados estudios parti- culares de sus especiales características (remitimos a las obras que tratan el tema de la aparición de OVNI en la antigüedad). 10 Amplíense datos en El retorno de los brujos, ya citado, de PAUWELS y BERGIER. APOLO Podríamos seguir hablando y hablando, pero no es éste el propósito ni el objetivo del artículo como visión global de una probabilidad. Probabilidad en la que podríamos mencionar también a Cyrano de Bergerac, gran conocedor de la Cábala, que describe por ejemplo un cohete de tres fases, tal como hoy son lanzados desde cabo Kennedy". Sería interesante reenfocar con nuevos ojos la procesión que Josué hizo desfilar siete veces alrededor de Jericó, cuyas murallas se derrumbaron an- tes de la octava vuelta. «Jericó» deriba muy probablemente de yareah, que significa luna, con lo que tenemos que jericó es la «ciudad de la Luna». Pero el mismo tema lo encontramos en los cisnes que giran siete veces alrededor de delos, naciendo, cuando aún no habían cantado por octava vez, Apolo. Nace «Apolo» para dominar a la Luna... Un mito que acaba de ma- terializarse en nuestros días. Sorprende la sucesión —es mera coincidencia que no deja de ser curiosa— de voces familiares a los cabalistas en el programa espacial norteamericano: Araña, Aguila, Apolo, Atlas, Mercurio, Saturno, Géminis... Interesante sería el estudio, con nuevas ideas, del motivo de la cocción filosófica representado en el «Pórtico del Salvador» de la catedral de Amiens. Fulcanelli advierte que el campanario es el horno secreto que encierra el huevo filosofal, que a su vez es el receptáculo del que hablan los iniciados. Hemos rozado el tema del huevo como vehículo celeste. Viacheslav Zaitsev señala que en una primitiva leyenda de los pueblos del Perú, los huevos bajan el cielo en florecillas de diente de león; también conocen los iniciados la Flos Coeli. Podríamos repasar también el ciclo de romances de la Tabla Redonda, «leyendas herméticas que aluden directamente a la transición de los conoci- mientos científicos antiguos»; es solo una indicación, que sospechamos aca- baría por profundizar el tema del grial y el de las llamadas «apariciones marianas», fenómeno que paul Misraki relaciona con el de las apariciones de discos volantes. Digno de estudio nos parece el tema de las Pléyades. Su nombre proviene del griego rAstv, navegar. Figuran entre las estrellas Maia y Atlas. Ahora bien, Maia —también la mitología hindú conoce a Maya, y la Iglesia católica dedica el mes de mayo a María—, amada de Zeus, la voz Zeus (Theos) se co- rresponde con la voz Teo —aplicada a lo divino por los aztecas, íntimamente vinculados con la gran familia maya— tuvo con éste a Hermes, el mensajero 11Se ha dedicado a su estudio AIMÉ MICHEL, en «Le Monde et la Vie», núm. 105, febrero 1962; y Antonio Ribera, Op. cit. alado de los dioses, portador del mismo nombre que aquel otro Hermes que daría lugar a la filosofía hermética de que estamos hablando. Maia era la hija mayor de Atlas. Atlas era el hijo de Japeto y de una hija de Océano. Atlas a su vez se casó con la oceánida Pleyone, de cuyo matrimonio nacieron las Pléyades!?. Pero resulta que la raíz atl del nombre Atlas se encuentra tam- bién en el idioma náhuatl —hemos citado por ejemplo a Quetzalcoatl — de los aztecas, vinculados como dijimos a los mayas, en relación con la divinidad y significando «agua». Lleno está el mundo de coincidencias. Según la mitología preincaica, los dioses descendieron de la constelación de las Pléyades. Uno de los corredores de la pirámide egipcia de Keops (dijimos que era una construcción muy importante para nuestro tema) re- cogía la luz de las Pléyades. El doctor gerhard Wiebe, de Boston, y J. Roca Muntañola, relacionan los monolitos de Stonehenge con la figuración de un «platillo volante»!*. Hecateo, historiador del siglo VI, habla del dios que se aparecía en Stonehenge: «Durante la estación en que se aparece el dios (Apo- lo), toca el arpa y danza todas las noches, desde el equinoccio de invierno hasta la salida de las Pléyades, complacido por su propio éxito.» LA ARAÑA Por otra parte, entre las muchas etimologías del nombre de María, destaca la de Zorell, que deriva el nombre de la María nacida en Egipto, la hermana de Moisés, del egipcio mrí.t+yam (segundo elemento = Yahvéh), o sea «amada de Yahvéh». Amada de Zeus era Maya y mayo es el mes de María. Tenemos luego la traducción jeronimiana latina del hebreo miryam por «stilla maris», «gota del mar». Volvamos ahora a los iniciados y veamos que hablan del «Rocío de mayo», humedad vivificadora del mes de María. Thomas Corneille** añade que los grandes maestros de una de las hermandades citadas se hacían llamar «Hermanos del rocío cocido» (F. R. C., Frères de la Rosée- Cuite). Y ya para terminar, digamos que es curioso observar que el alquimista «necesita el hilo de Ariadna (Ariane es una forma de airagne, por metátesis de la ¿) si no quiere extraviarse por los meandros de la Obra y verse incapaz 12Según Homero, era conocedor de todos los abismos del mar, siendo, bajo este aspecto, padre de Calipso (la profundidad de las aguas), e hijo de una ninfa del Océano y de Poseidón. 13Roca, MUNTAÑOLA, J., Incógnitas de ayer, proyección hacia el futuro, en «Algo», núm. 124, febrero 1969, Barcelona. 14 Dictionnaire des Arts et des Sciences, París, Coignard, 1731. 10 de encontrar la salida». Los mayas creían —como cita ya N. Rinin'?— que en épocas remotas sus dioses descendían del cielo por una telaraña. «En distinta y oblicua vincula- ción con ella —dice Zaitsev— puede situarse la visión jacobiana de la esca- lera que conducía al reino celestial.» También en el antiguo Egipto existía la creencia de que se ascendía al cielo por una escalera. En la llanura de Nazca, en el Perú, se observa desde el aire la enorme figura de una araña. En collares y grabados abunda en la América central y meridional el tema decorativo de la araña. Retrocedamos a la formación de la palabra. Aípw significa, como observa y relaciona Fulcanelli, «tomar, asir, arrastrar, atraer, de donde se deriva dipnv, lo que toma, ase, atrae» ...<4lpny es el imán...» «en provenzal, el hierro se llama aran o iran...», en catalán, aram: es Hiram, el divino Aries, el arquitecto del Templo de Salomón». La voz griega Xi0npocs significa hierro e imán. De la misma voz deriva el latín sidus, sideris, estrella. En el magnetismo parecen basarse los OVNI. Del magnetismo habla la obra de Fulcanelli. Hoy se tienen pruebas de la existencia de campos magnéti- cos galácticos. Pero decidámonos ya por el punto final. El etcétera es interminablemente largo. Reflexione y ate cabos el lector...las coincidencias se suceden casi imperceptiblemente. Andreas FABER-KAISER, 1971 I5RININ, N., Comunicaciones interplanetarias. Astronavegación y Bibliografía, Lenin- grado, 1932. 11 MK-ULTRA: hacia la muerte mental Andreas FABER-KAISER Los experimentos orientados hacia la modificación del comportamiento, o la- vado de cerebro, se iniciaron antes de 1939. Más tarde fueron perfeccionados con la ayuda de sicotrópicos tales como algunos derivados de la ergotamina. Después de la Guerra las investigaciones se aceleraron culminando en el proyecto MK-ULTRA realizado cerca de Palo Alto. Pero los principios del método no son nuevos. Los ejercicios espirituales de los jesuitas corresponden al mismo tiempo de modificación del comportamiento. Algunos autores han llegado a manifestar que el propio Marx sufrió un lavado de cerebro con la mismas técnicas mientras estudiaba en Berlín. pre- guntan a altos mandos militares en Melilla (1980), al Jefe del Estado Ma- yor en Madrid (1983) y a la Dirección General de la Guardia Civil (1983): es su respuesta. El eco es el mismo. Grave. La libertad mental es la más íntima que nos queda y también esa nos la pueden controlar con excesiva facilidad. Este reportaje es a la vez una denuncia y un aviso. Ni Pershing, ni neutrones, ni guerra bacteriológica: la guerra mental es la más limpia y anónima aún y ya actúa entre nosotros. El protocolo de la muerte programada 14 de noviembre de 1978: Leo J. Ryan, 53 años, 5 hijos, miembro demócrata de la Cámara de Representantes, desembarca en Georgetown, capital de la Guayana, junto con sus ayudantes, varios periodistas y unos abogados de la secta de los templarios del pueblo. El número dos de la embajada nortea- mericana, Richard Dwyer, los acompaña a Jonestown. Allí mantienen una entrvista con Jim Jones. Los testimonios acusadores que recogen son abru- madores y una veintena de fieles se acogen a la protección de Ryan y le piden ser repatriados a Estados Unidos. El sábado 18 de noviembre, el grupo abandona Jonestown y acude al ae- ropuerto de Port Kaituma, donde les esperan unos aviones. Repentinamente se produjo el ataque saltan unos hombres que abren fuego, matando a cinco personas entre las que se cuenta Leo Ryan, e hiriendo a otras diez. Dos días más tarde 900 cadáveres conforman el terrorífico broche final de un ensayo mental de la Inteligencia norteamericana. Trampa deliberada Año y medio después, los hijos del diputado decidieron presentar una de- nuncia contra el Gobierno norteamericano. De la instancia presentada ante la Corte del Distrito Norte de California por su abogado, Marvin E. Lewis, se deduce que el Departamento de Estado estaba perfectamente al corriente de las actividades oscuras de Jim Jones en el campo de experimentación de Jonestown. Retrocedamos al origen de los hechos: en agosto de 1977 la revista “New West’ de San Francisco publica una investigación de Marshall Kilduff y Phil Tracy denunciando las prácticas de James Warren Jones, para los amigos Jim Jones. Diez antiguos miembros de la secta contaban allí las torturas, las extorsiones de fondos, las amenazas de muerte. El lugarteniente-gobernador Mervyn-Dymally intenta obligar a los periodistas a interrumpir su investiga- ción, lo que contribuirá a su fracaso electoral en noviembre de 1978. Proyecto de suicidio colectivo Más adelante, reemprende la investigación el ‘San Francisco Examiner’ y revela que varios centenares de adeptos han sido obligados a entregar sus bienes a Jones. Deborah Berkeley logra escapar de Jonestown y narra a unos reporteros de San Francisco Chronicle las condiciones de vida en la comunidad de la selva de la Guayana. Revela además, por vez primera, la existencia de un proyecto de suicidio colectivo. Es entonces cuando interviene Leo J. Ryan. En Washington pide repeti- das veces al Departamento de Estado informaciones sobre el People's Temple de la Guayana. Le responden que la colonia de Jonestown no ha sido obje- to de ninguna investigación, y que las altas esferas no disponen de ninguna noticia al respecto. Ryan decide actuar entonces en el marco de la Cámara de Represen- tantes. A petición propia, es nombrado jefe de una «Misión del Gobierno de los Estados Unidos encargada de investigar las alegaciones de malos tra- tos inflingidos a ciudadanos norteamericanos en la colonia de Jonestown, en Guayana>. Misión oficial, a cuyo título todos los servicios gubernamentales estaban obligados a aportarle su ayuda, a transmitirle sus informaciones y a asegurarle su seguridad. Sentenciado por la CIA En la documentación aportada por los hijos de Ryan se acusa nominalmente a John Brushnel, que era entonces adjunto a la subsecretaría de Estado para los Asuntos Interamericanos; a Richard McCoy, en aquella época cónsul ge- neral de los Estados Unidos en Georgetown; y a John Burke, agente consular. De Richard McCoy diría en su día Hoding Carter, portavoz del Departamen- to de Estado, refiríendose a los días de la matanza, que «había desempeñado su tarea conforme a las más severas exigencias profesionales y morales>. De la denuncia de los hijos de Ryan se desprende que McCoy estaba informado de lo que estaba sucediendo en el campo de Jim Jones, y de que además del Departamento de Estado, también la CIA estaba perfectamente al corrien- te de lo que hacía el People's Temple. Uno de sus agentes, Philip Blakley, vivía en Jonestown, donde se había convertido en uno de los hombres de confianza de Jim Jones, mientras que Richard Dwyer, el mismo que acogió a Ryan y lo acompañó a Jonestown, era un agente de la central de interli- gencia norteamericana. En el documento judicial de Marvin E. Lewis puede leerse textualmente que la acusación de los hijos de Ryan se funda en . MK-ULTRA El escándalo del control mental estalló en los Estados Unidos en 1975, tras el suicidio de Frank Olson, quien dos años antes se había defenestrado desde el décimo piso de un edificio de Manhattan, aparentemente a consecuencia de un ataque de locura. Sorprendió en aquel entonces que el Consejo General de la CIA declarara que Olson había muerto . El suicidado era químico al servicio del ejército y estaba participando en investigaciones secretas sobre los efectos del LSD en el cerebro humano, para conocer el modo de empleo de alucinógenos durante los interrogatorios. Una comisión del Congreso ante la que fue obligado a declarar el almiran- te Stansfield Turner, director entonces de la CIA y amigo personal de Jimmy Carter, reveló que estos experimentos habían formado parte de un progra- ma secreto sobre el control mental, bautizado como MK-Ultra. El caso del People's Temple indica que Jim Jones habría participado en dicho programa. De los Panteras Negras al fascismo Así, sorprendieron algunos aspectos en lo que se refería a las implicaciones políticas. Es evidente que allí no se experimentó solamente con la comunidad del Templo del Pueblo, sino que previamente se operó también con éxito un cambio de personalidad en la figura de su líder. A finales de los años 50, Jim todavía alimentaba y procuraba empleo y ropa a quienes nada tenían. Luego fundó una colonia de protección contra la guerra nuclear en California. En 1970 montó en San Francisco una iglesia que ofrecía trabajo y ayuda a los necesitados; instalaciones hospitalarias, una guardería, una carpintería, una imprenta. Contactó con Angela Davis, con los Panteras Negras que vieron como su ídolo George Jackson era asesinado por un guardián de la prisión de San Quintín, con el jefe indio Dennis Banks. Luego puso todo su entusiasmo al servicio de la campaña electoral de Jimmy Carter, pero no convenía, naturalmente, y saltó. Ya fuera, en la Guayana, se operó su cambio subliminal. Una creciente manía persecutoria se adueñó de él. temía que su Jonestown fuera desman- telado por la fuerza, encarcelados los negros y aniquilados por la CIA los blancos. Para no caer en esas garras se imponía en último extremo el au- toaniquilamiento. A ese fin encaminó a sus seguidores y ese fin de ensayo llegó inexorablemente. Antirracista, antifascista, Jim Jones acabó aplicando las más rigurosas reglas dictatoriales en su campo de concentración y final- mente el exterminio. Una labor exquisita en dos niveles —el individual y el colectivo— de los especialistas de la inteligencia mental norteamericana, desrrollada a partir del proyecto MK-Ultra. La historia empieza en Budapest Esta primera operación de control mental, de la que derivan las actuales investigaciones en este campo, duró de 1952 a 1965, costó mil quinientos millones de pesetas e involucró a 185 sabios que en estricto secreto lleva- ron a cabo 149 experimentos diferentes en 44 universidades e institutos, 15 fundaciones y laboratorios, 12 hospitales y 3 penitenciarías. Comenzó en 1949, cuando el cardenal Midszenty, ante la sorpresa general, reconoció los cargos que le fueron imputados por los jueces de Budapest. El primado de Hungría había sido sometido a un lavado de cerebro. «Al principio —declaró el director de la CIA Stanley Turner el 3 de agosto de 1977 ante el Congreso— el proyecto MK-Ultra fue un programa defensivo para saber cómo habían conseguido los soviéticos y sus aliados controlar el cerebro humano mediante drogas o el lavado de cerebro. Pero ya en los años 50 los objetivos convirtieron el proyecto en ofensivo». Un psiquiatra de la Cornell University, amigo del entonces director de la CIA Allen Dulles, creó la Society for Investigation of Human Ecology (Sociedad para la Investigación de la Ecología Humana), tapadera de la CIA y en cuyo marco se experimentaron todas las técnicas posibles del programa MK-Ultra. Suprimir la memoria Se buscaba ahora la provocación de la amnesia a voluntad, para conseguir interrogar a un espía enemigo sin que él ni sus superiores advirtieran que había revelado sus secretos, al tiempo que se lograría suprimir datos compro- metedores de la memoria de los agentes propios antes de enviarlos a misiones en países enemigos. Lo mismo valdría para borrar la información acumulada cuando cesaran en el servicio activo. Entre los documentos que se dieron a conocer en 1977 figura la contrata- ción de un mentalista profesional, John Mulholland, fallecido en 1970. Un portavoz de la CIA declaró que «recurríamos a él cada vez que un acontecimiento rebasaba los límites de nuestro entendimiento y podía tra- tarse de un recurso de magia>. Mulholland lograba desviar la atención de un sujeto, obligándole a mirar en la dirección que él deseaba, gracias a sus poderes hipnóticos. En 1953 se le pagaron 3.000 dólares por redactar un ma- nual de manipulación para la CIA. De acuerdo con los términos del contrato de este Subproyecto n° 4 o MK-Ultra, el manual serviría para «. Los coreanos lavan mejor En cuanto al lavado de cerebro, alcanzó poco antes su éxito definitivo en manos de los especialistas de Corea del Norte, que marcaron la pauta para el resto de equipos que en todo el mundo practican este sistema de desper- sonalización. Se siguen diez fases básicas: 1. Destrucción de la identidad del individuo. 2. Insinuación de su culpabilidad general. 3. Incitación a la denuncia de sí mismo. 4. Instauración de un clima de inseguridad. 5. Clemencia aparente y proposición de perdón. 6. Incitación a confesarse. 7. Insinuación de su culpabilidad. 8. Autocrítica por deducción lógica de su culpabilidad. 9. Armonización de los puntos de vista entre las dos posiciones. 10. Acabado del cambio del sujeto. De esta forma, se le lleva a condenarse a sí mismo sin que se ejerza verdadera violencia sobre él, obligándolo a analizar de forma lógica a partir de un punto de vista erróneo. Si analizamos bien este sistema, cabría imputarles seme- jante práctica igualmente a las sectas dominantes y hasta convendríamos en que los coreanos bebieron en cálices sagrados: los conceptos de la culpabi- lidad y de la autoanulación como premisas para la purificación y el cambio de personalidad que deben conducir a la pretendida liberación o sublimación espiritual del individuo, subyacen en toda doctrina religiosa importante. Infiltración mental En lo que respecta a los rusos, maestros en la investigación de las posibi- lidades que ofrece la mente humana, para lo cual están en estos momentos logrando vertiginosos avances en el conocimiento de la composición de la sus- tancia de nuestra memoria, cabe decir que el Estado Mayor soviético dispone de una central de informaciones que opera bajo las siglas GRU y cuenta con una red de 30.000 agentes diseminados por los países occidentales y del Tercer Mundo. Los objetivos de esta red consisten en la preparación de la injerencia rusa en los asuntos occidentales a escala planetaria, mediante la manipulación de la opinión por una parte, y por otra en el intento de apropiación de los progresos de la investigación de los países occidentales, especialmente en las áreas de aeronáutica, comunicaciones, informática avanzada e ingeniería militar. El procedimiento se basa en la gravación en la memoria subliminal de la documentación que se pretende obtener, en el marco de una programación hipnótica cuyas claves de reconversión solamente conocen los inductores del agente programado. Director de este grupo de control y condicionamiento mental es el general Piotr Ivanovitch Ivashutine, quien dirige un grupo que llega a aplicar auténticas técnicas de influencia mágica en la población. Las tentativas por convertir al ser humano en muñeco que responda inad- vertidamente a determinados impulsos, seguirán siendo objetivo prioritario de cuantos pretenden dominarnos. Ahí están, en esa línea de condiciona- miento mental, los de otra forma inexplicables suicidios simultáneos de va- rios componentes de la fracción del Ejército Rojo (RAF) en la prisión de Stuttgart /Stammheim. El individuo humano, desde el momento en que se integra en una comu- nidad armónica de congéneres, puede llegar a perder fácilmente sus convic- ciones individuales, y pasar a asimilar el sentir global del grupo armónico del que forma parte y del que pasa a ser una célula más sin personalidad propia. Esta célula puede, en cualquier momento, cuando concurran en el preciso instante las circunstancias óptimas, transformarse en brazo ejecutor de una acción tremendamente nefasta, con el agravante además de estar íntimamente convencido de estar haciendo el bien. Otro ejemplo, a menor escala, sería acaso el del grupo de Charles Manson en su cruzada contra Sharon Tate. En aras de la investigación, yo mismo me ví involucrado en 1982 en Florida en una espiral de condicionamiento men- tal que me demostró, el insospechado grado de efectividad que podría llegar a generar un encauzamiento subliminal correctamente dirigido, a un grupo homogéneo de personas. En tales circunstancias, lo de la Guayana es perfec- tamente comprensible y realizable. Y recientemente estábamos asistiendo a la inconcebible integración de Shannon Jo Ryan, una de las hijas del diputa- do sacrificado en la Guayana, a la secta del hindú Bhagwan Shree Rajnesh, que está cobrando auge inusitado en el Oregón. Se sigue experimentando con seres humanos. El precio en vidas no importa. Luche cada cual, en su parcela personal, por no perder su última libertad: la mental. © Andreas FABER-KAISER, 1987 Todos los derechos reservados. LA MENTIRA DE LA COLZA Andreas FABER-KAISER La ocultación de la verdadera causa del Síndrome Tóxico impidió la curación de miles de españoles Mientras la Ciencia a los 3 meses ya sabía QUE NO PODÍA SER EL ACEITE DE COLZA, el Poder ACUSABA Y ENCARCELABA a los industriales del ACEITE DE COLZA. Mientras la Ciencia a los 8 meses ya sabía COMO CURAR A LOS AFECTADOS, el Poder ocultaba a más de 60.000 enfermos la POSIBILIDAD DE SU CURACIÓN. Pacto de silencio En la primavera de 1981 fueron envenenados más de 60.000 españoles. Más de 700 de ellos, murieron!. Desde entonces y hasta hoy, los gobiernos de UCD y del PSOE han centrado sus esfuerzos en impedir que el auténtico criminal salga a la luz pública. Había que borrar por todos los medios las huellas que conducían al foco de la intoxicación. Se llegó así a un oscuro montaje de los distintos sectores del Poder y de los servicios de inteligencia, para conformar el efectivo «pacto de silencio» que debía evitar que se supiera que aquí se aplicó a seres humanos una nueva combinación química, aplicable en el futuro a una posible guerra química. Enfermedad nueva Hagamos un poco de historia de este complejo asunto: a principios de mayo de 1981 se detecta una enfermedad nueva en España, que afecta rápi- damente a un creciente número de individuos. En los primeros días surgen diversas hipótesis de urgencia sobre el origen que desencadenó la epidemia, 1 Actualmente sabemos que los muertos son más de 1.100, según datos de la OCU hasta que el gobierno anuncia por televisión que la culpa de todo la tiene una partida de aceite de colza desnaturalizado, distribuido en venta ambulante. Los industriales y comerciantes que han intervenido en el proceso de impor- tación, manipulación y distribución de este aceite son quienes se sentaron en el banquillo de los acusados. Pero a lo largo de estos años ha habido una serie de científicos que han evidenciado que el aceite pesuntamente tóxico no pudo haber sido el causante de la tragedia. Simultáneamente, otros investigadores han ido siguiendo una pista distin- ta, que conduce a un origen mucho más lógico para la epidemia, si tomamos en consideración todos los elementos que conformaron la intoxicación de- tectada en 1981. Esta pista tiene su punto de partida en una combinación insecticida, concretamente un combinado nematicida organotiofosforado que envenenó a las más de 60.000 víctimas al consumir éstas tomates de una determinada partida tratada con el aludido insecticida. La investigación por vía judicial de esta posibilidad, así como de cual- quier otra hipótesis plausible con respecto a la causa real de la enfermedad, investigación que no debería de finalizar hasta lograr demostrar fehaciente- mente cuál fue el indiscutible desencadenante de la tragedia, es el camino que debe de desembocar en el auténtico juicio del síndrome tóxico, con reparto de responsabilidades a quien realmente y en justicia corresponda. La curación no interesaba La gravedad del problema se acentúa por la circunstancia de que por lo menos desde finales de julio de 1981 el goberno estaba suficientemente bien informado de que no era posible que el aceite fuera el causante de la eipdemia. Desde aquel momento cuando menos debía de haberse incentivado con todos los recursos posibles el análisis de las otras posibilidades que se barajaban para el posible origen de la enfermedad, posibilidades que ya estaban también a finales de julio de 1981 sobre la mesa de quienes empuñan las riendas del poder. Eso era prioridad absoluta puesto que había personas que se estaban muriendo y se imponía la urgente necesidad de conocer el origen del mal para poder intentar la curación adecuada de los afectados. Meses más tarde, pero siempre dentro del mismo año 1981, el Ministerio de Sanidad queda ampliamente informado de la posibilidad de que deter- minado insecticida organotiofostorado podría haber desencadenado la nueva enfermedad. Pero no actúa en consecuencia. Y a mi entender la cosa se agrava aún más cuando 8 meses después de apa- recer el primer caso de síndrome tóxico, un médico militar, el teniente coronel Luis Sánchez-Monge Montero, envía al gobierno, al INSALUD, «para que lo leyera Valenciano», me diría, refieriéndose con ello al Dr. Luis Valenciano, a la sazón Director General de la Salud Pública, un informe en el que afirmaba que el origen de la grave enfermedad radicaba en un veneno que bloqueaba la colinesterasa, y en el que explicaba cómo había que curar a los enfermos. Mas adelante definiría este veneno como un compuesto organofosforado. No se trataba de una aventurada teoría: el Dr. Sánchez-Monge ya había curado para entonces particularmente a unos cuantos afectados. Lo cual quiere de- cir que tal vez no todas, pero decididamente muchas de las 60.000 víctimas podrían estar curadas desde 1982. Pero nadie reacciona en el INSALUD ni en la Dirección General de la Salud Pública. Mas la gravedad de la inhibi- ción oficial no termina allí. El Dr. Sánchez-Monge envía también un informe sobre sus evaluaciones y curaciones a la publicación especializada «Tribuna Médica», que lo reproduce en la página 8 de su número 937, correspondiente al 19 de marzo de 1982. Yo me imagino que el Ministerio de Sanidad debe de estar puntualmente informado de cuantas noticias interesantes se publican en un semanario de las características de «Tribuna Médica». De modo que me imagino al Sr. Ministro enterado de que hay un médico que está afirmando haber curado a una serie de pacientes de la enfermedad conocida por síndro- me tóxico, enfermedad nueva y desconocida en cuanto a su tratamiento, y que en aquellos momentos configuraba el problema número uno planteado a la Sanidad española con carácter de extrema urgencia permanente, hasta su total resolución. me imagino que en estas circunstancias el máximo respon- sable de la salud de sus conciudadanos lo dejará todo para leer lo que escribe un médico que afirma haber logrado la curación de unos cuantos afectados. Y al minuto siguiente de concluir esta lectura, me imagino al aludido velador de nuestra salud telefoneando al médico en cuestión, para tenerlo al cabo de una hora en el Ministerio de Sanidad y discutir con él sus experiencias con la finalidad de aplicarlas —en el supuesto de que realmente resultaran positivas— al resto de la población afectada por la misma epidemia. Pues no. Nadie, ni desde el INSALUD ni desde el Ministerio de Sanidad, se acercó a ver que más tenía que decir el único médico español que había logrado salvar vidas y aliviar a enfermos de la masiva intoxicación. De lo que se trataba precisamente —a la vista de toda la evolución del problema, y tal y como lo documento ampliamente en el libro Pacto de Si- lencio (Compañía General de las Letras, Barcelona, marzo 1988)— era de no curar a los enfermos, para evitar así el que se descubriera el verdadero orígen del envenenamiento. Solamente así cobra sentido el trato oficial dado al Dr. Antonio Muro y Fernández-Cavada, director en funciones del Hospital del Rey, en Madrid. Cuando el Ministerio de Sanidad todavía seguía dictando que el origen de la enfermedad había que buscarlo en un micoplasma, de transmisión aérea, y de entrada en el organismo por vía respiratoria, el Dr. Muro ya afirmaba el 10 de mayo de 1981 —a los 10 días de detectada la enfermedad— que eso era imposible, y que la vía de transmisión era necesariamente —dadas las características de la sintomatología— la digestiva. «Si se hubiera enfocado la enfermedad por vía digestiva desde el mismo día 10 de mayo en que se dijo, se habría muerto menos gente y la investigación se habría enfocado en otro sentido», me diría el hijo del difunto Dr. Muro, mientras el letrado Juan Francisco Franco Otegui denunciaba ante el Parlamento Europeo el 26 de oc- tubre de 1986 que el gobierno había condicionado los diagnósticos, ocultado o retrasado el reconocimiento de síntomas de la enfermedad, y manipulado resultados analíticos para añadir que «paralelamente, la Administración im- pidió el desarrollo de hipótesis alternativas valiéndose de todo tipo de medios incluídos la ocultación y falsificación de todos aquellos datos que exigían la apertura de nuevas líneas de investigación.» El silencio del pacto Esas líneas eran las que había que cercenar en el momento mismo en que comenzaban a brotar. La planta de la verdad no debía crecer, porque en su configuración iba implícito el nombre de quienes habían envenenado realmente a más de 60.000 españoles. Un ejemplo más: el Dr. Muro, desesperado por el hecho de que las altas instancias sanitarias del país hacían caso omiso de sus indicaciones acerca de la forma en que había que llevar la investigación, se lanzó el día 13 de mayo de 1981 a predecir nuevos focos de afectados: dado que había segui- do la pista de la enfermedad y había logrado dar con la red de distribución del producto venenoso, notificó en la tarde del 13 de mayo a los doctores Munuera y Cañada —subdirector general de programas de Sanidad— dónde exactamente iban a aparecer nuevos casos de afectados al día siguiente, con especificación de poblaciones y de calles. Al día siguiente, 14 de mayo, apa- recieron efectiva y puntualmente estos nuevos afectados en las poblaciones y en las calles indicadas por el Dr. Muro. Pero en vez de que ello sirviera para que el Ministerio de Sanidad se decidiera por hacerle caso, sirvió para todo lo contrario: al día siguiente, 15 de mayo, un telegrama del Ministerio ordenaba el cese fulminante del Dr. Antonio Muro y Fernández-Cavada de su puesto de director en funciones del Hospital del Rey. Ese cese fulminante, así como la renuncia a acelerar la curación efectiva de los enfermos —se estaba a tiempo de lograr esta curación efectiva si se hubieran escuchado las voces que iban bien encaminadas— debía necesaria- mente de obedecer a muy poderosas razones que nada tienen que ver con la Sanidad, ni siquiera con el propio gobierno español. Era el precio que se cobraba el silencio del pacto. Más interés en los EE.UU. que en España Eso ya se notó días antes, cuando el Dr. Angel Peralta Serrano, jefe del departamento de Endocrinología del Hospital Infantil de la Ciudad Sanitaria de La Paz, de Madrid, en artículo publicado en el diario «Ya» de fecha 12 de mayo de 1981, y después de informar que al INSALUD le habían sobrado 17.000 millones de pesetas aquel año (¡Cuanta urgencia y efectividad podría haberse aplicado a la resolución de la nuva enfermedad!), afirmaba, refiríen- dose al síndrome tóxico, que en su opinión los cuadros clínicos que se habían presentado en aquellos primeros días, mejor se explicaban por una intoxica- ción por insecticidas organofosforados, que no por una simple infección viral (neumonía atípica). El artículo en cuestión fue replicado al día siguiente por el entonces Secretario de Estado para la Sanidad, Luis Sánchez-Harguindey Pimentel, en carta abierta publicada en el mismo rotativo, con lo cual el men- cionado Secretario de Estado evidenciaba estar perfectamente al corriente de lo expuesto el día anterior por el Dr. Angel Peralta. Pero tampoco reacciona, ni obra en interés de los enfermos. Esa historia, como dije en el párrafo an- terior, parece que no va con el gobierno español: «Ya» es un diario matutino (ojo al dato). Porque el mismo día 12 en que aparece el artículo del Dr. Pe- ralta hablando por primera vez de organofosforados, una llamada telefónica de Madrid —del Dr. Gallardo del Centro Nacional de Virología y Ecología Sanitaria— a Atlanta, en el estado norteamericano de Georgia, pide ayuda al Epidemiology Program Office del Center for Disease Control (CDC). Que envía a Madrid al epidemiólogo William B. Baine. Tal y como manifestría más tarde la eurodiputada Dorothee Piermont, investigadores y víctimas im- plicadas son de la opinión de que datos, historiales clínicos y documentos establecidos con ocasión de la visita del epidemiólogo norteamenricano, fue- ron transferidos íntegramente al CDC estadounidense, no siendo por tanto accesibles ya a los investigadores españoles que consideran falsa la hipótesis del aceite. Para finalizar este tema, quiero dejar constancia de la sorprendente rea- lidad de que cuando el síndrome tóxico —sin estar resulto ni muchísimo menos— deja ya de ser un tema de importancia para las autoridades es- pañolas, lo sigue siendo de forma prioritaria para los Estados Unidos. Esto sólo ya es un escándalo en sí mismo. ¿Es que los americanos querían paten- tar en su país el sistema de desnaturalización y re-naturalización de aceite de colza que habían aplicado quienes se sentaron en el banquillo de la Casa de campo? Que nadie se engañe: más bien estaban al corriente desde el prin- cipio de lo que realmente aconteció aquí en la primavera de 1981. El detalle que cito aparece textualmente en la hoja 4* del Acta de la sesión del 17 de noviembre de 1983 del Pleno de la Subcomisión de Investigación Clínica de la Comisión Unificada de Investigación, integrada en el Plan Nacional para el Síndrome Tóxico dependiente de la Presidencia del Gobierno. Citando una intervención del Dr. Manuel Posada de la Paz, puede leerse allí: «A continua- ción expuso la relación de trabajos que se van a enviar para ver si pueden ser subvencionados por la vía del convenio Hispano-Americano. Dicho convenio está basado en un dinero que Estados Unidos paga al Gobierno español por las bases americanas, que se invierte en proyectos de investigación conjuntos para ambos países. Hace un año el SAT (síndrome del aceite tóxico) era un tema prioritario para los dos países, pero en el momento actual no lo es para España aunque los americanos siguen muy interesados.» ¿Aceite o tomate? La línea de investigación propugnada por la Administración desembocaría por ende en la suposición de que la nueva enfermedad fue producida por la ingestión de determinada partida de aceite de colza desnaturalizado, impor- tado de Francia y sometido a un proceso de renaturalización (extracción o separación del producto colorante en España), mientras que la investigación emprendida por el Dr. Muro y su equipo desembocaría en la suposición de que la enfermedad fue producida por el consumo de una partida de tomates tratados con un compuesto de insecticidas organotiofosforados, cultivados en Roquetas de mar, en Almería. No pudo ser el aceite Uno de los pilares en los que basan su acusación quienes argumentan que el origen del síndrome tóxico radica en el aceite de colza desnaturalizado, es el hecho —dicen ellos— de que la enfermedad comienza a decaer desde el momento en que deja de ser consumido el aceite sospechoso: el 10 de junio de 1981 se anuncia por vez primera por TVE la posible relación de unos aceites sospechosos con el origen de la enfermedad. El 17 de junio se da la orden de retirada de estos aceites sospechosos. Y el 30 de junio de 1981 comienza la operación efectiva de canje de los mismos por aceite puro de oliva. A partir de este día, según la tesis oficial, comienza a remitir la enfermedad, comienza a decaer la curva de incidencia de entrada de nuevos enfermos en los hospitales. Pero esta opinión oficial está falseada. Porque observando la curva real de dicha incidencia, la enfermedad —el ingreso de nuevos enfermos en centros hospitalarios— decae espontánea y verticalmente a partir del 30 de mayo, o sea un mes antes de que a la gente se le quitara el aceite presuntamente tóxico, y fecha anterior incluso a conocerse por los medios de comunicación de forma no oficiosa que el aceite era el causante del síndrome tóxico. Hay naturalmente otras muchas consideraciones básicas que excluyen la posibilidad de que el aceite de colza desnaturalizado fuera el causante de la tragedia. Por ejemplo: si fuera el aceite el causante, ¿cómo se explica la discrimi- nación intrafamiliar? Esto es: ha quedado constatado que es muy rara la afectación de toda la familia, puesto que siempre permanecen invulnerables alguno o algunos de sus miembros. Por lo que, dado que el aceite en una coci- na como la española es consumido por todos, éste es difícilmente el vehículo del tóxico. Lo mismo cabe argumentar para la discriminación interfamiliar. Intrafa- miliar es dentro de la misma familia, en la composición de la familia. In- terfamiliar es en cambio entre familias, la discriminación que la enfermedad hace entre una familia y otra. Pues es sabido que el «garrafista» ha vendido a lotes completos de vecinos, y solamente han enfermado por ejemplo los del 2° F, los del 7° C y los del 1° B, mientras que el resto permanecen sanos, a pesar de que las garrafas se habían llenado en el mismo momento, del mismo tanque, y fueron vendidas el mismo día. Etc. etc. Los catalanes, genéticamente distintos Curioso y absolutamente determinante, por sus características tan pa- radójicas con respecto a la epidemia del síndrome tóxico, es el caso del circuito catalán de comercialización del aceite supuestamente tóxico. estas características vuelven a ser un elemento más de los varios que, por sí solos, ya refutan la hipótesis del aceite fraudulento como vehiculizador del tóxico que causó el citado síndrome tóxico. Resulta que durante el año 1981 se distribuyó en Cataluña aceite fraudu- lento de composición semejante al distribuído en la región central, que por ello también fue declarado como aceite tóxico en aquel momento. La cantidad de aceite comercializado en Cataluña fue superior a 350.000 kg. Pues bien, pese a haber sido distribuida toda esa cantidad de aceite y haberse vendido al público durante varios meses de 1981, no se tiene constancia de la existencia de ningún afectado original de la zona catalana. Pero lo más sorprendente del caso es que una de estas marcas concreta- mente «El Olivo», fue también distribuida en Castilla, sobretodo en Madrid capital y poblaciones limítrofes. Pues bien, este aceite oriundo de Cataluña, en donde no provocó ningún afectado, al ser consumido en Madrid provoca automáticamente afectación. ¿Es posible que las partidas destinadas a Cas- tilla sean tóxicas y las que se quedan en catalunya sean inocuas? ¿O acaso —como apuntó un letrado de la Defensa durante el juicio— debe atribuir- se este fenómeno a una distinta composición genética o reacción sensible de catalanes y castellanos? Mucho más lógico que buscarle estos tres pies al gato, resulta concluir que el aceite no tuvo en realidad nada que ver con el síndrome tóxico. Nada, excepto que formaba parte en muchos casos del mismo plato que también contenía los tomates que llevaban el tóxico. No había tóxico en el aceite Buscando un punto de apoyo que justificara la inculpación del aceite de colza desnaturalizado, la opinión oficial argumentó que el tóxico se halla- ba en las anilinas que se usaron para su desnaturalización (tinte), y en su defecto en las anilidas que estas anilinas originaron durante el proceso de re-naturalización efectuado en España. pero resulta que —como muy am- pliamente lo documento en el citado libro Pacto de Silencio— el aceite sos- pechoso no contiene tóxico alguno, ni de anilinas ni de anilidas ni de tipo alguno. Así lo manifestaría por ejemplo la Dra. Renate Kimbrough, del CDC de Atlanta, USA, el 10 de febrero de 1985 a la televisión alemana: «No halla- mos ningún indicio que señalara que el aceite fuera el causante del síndrome tóxico. Además, muchos otros laboratorios en Europa han intentado hallar alguna sustancia tóxica en estos aceites, y tampoco tuvieron éxito alguno.» Añadiré que a la vista de todos los datos que hoy poseemos, se hace no ya difícil, sino absolutamente imposible, mantener que el aceite de colza desnaturalizado fuera el desencadenante del envenenamiento masivo de la primavera de 1981 en España. Tal posibilidad ha quedado descartada por los nulos resultados arrojados al respecto tanto por la investigación toxicológica, como por la bioexperimental y también por la epidemiológica. Los tomates venenosos Si el aceite no fue el causante de la tragedia, ¿por qué la Administración ha venido fomentando la idea de que fue este agente el que envenenó a tantos administrados? ¿Por qué ha cerrado sus oídos a tantas voces que indicaban —algunas susurrando pero otras gritando— que ese no era el camino y que en cambio había otro que permitía llegar al foco de la epidemia e incluso a la curación de los afectados? En buena lógica, igual daba que la fisura de los controles oficiales quedara descubierta en el negocio del aceite, como en el negocio del tomate. Puestos a tener que reconocer un fallo en el sistema, tanto daba una que otra variante. La única diferencia estriba en que por la vía del aceite solamente se descubre un fraude alimenticio, mientras que por la vía del tomate se descubre una imprudencia temeraria tras la cual se puede esconder un error dirigido. Solamente así se explica la actitud oficial frente a este problema. Como diría en su momento el entonces subsecretario de Sanidad del Ministerio socialista de Ernest Lluch, Dr. Sabando, lo del síndrome tóxico no es un problema del Ministerio de Sanidad, ni de ningún otro Ministerio; es un problema de Guerra, Felipe González, CESID, y luego, por decir algo que lo englobe todo alrededor, digamos KGB-CIA: este es el único problema, y de ahí no lo podemos sacar. El origen del drama Recordemos la historia que llevaba al origen del drama: el 15 de mayo de 1981 el Dr. Antonio Muro y Fernández-Cavada es destituído como vimos de sus funciones de director del Hospital del Rey, a causa de los aciertos evi- denciados en la investigación de la etiología del síndrome tóxico. El causante real no debía salir a la luz pública. A partir del mes de julio del mismo año 1981, y llevando ya la investigación de forma privada, el Dr. Muro enuncia su hipótesis de que el síndrome tóxico ha sido causado por un producto fito- sanitario, un organotiofosforado, vehiculizado por una partida de tomates o pimientos. Desde entonces y hasta su muerte en 1985 —de un cáncer de pulmón, al igual que Rosón, que moriría al año siguiente y que era otro de los pocos que estaban perfectamente al corriente de lo que había sucedido — se dedicó sin tregua a estudiar el consumo de tomates en los afectados, a re- construir la comercialización de los mismos, llegando a localizar —mediante un laborioso proceso de retroceder desde el afectado al productor— al posible agricultor y al posible campo en donde se plantaron. Se había comenzado a desandar el camino que llevaba hacia los organofosforados, como causantes de la intoxicación masiva de la primavera española de 1981. De acuerdo con las averiguaciones del Dr. Muro, el desencadenante del envenenamiento fue una partida de tomates, cultivados en Roquetas de Mar (Almería), y previamente tratados con un compuesto organotiofosforado, el fenamiphos (comercializado con el nombre de Nemacur), combinado con iso- fenphos (comercializado con el nombre de Oftanol). Cabe remarcar que el isofenphos es el producto que habría causado la característica neuropatía re- tardada acusada por los afectados, y que la partículo «tio» (en el compuesto organo-tio-fosforado) alude a la presencia de azufre en la mortal combina- ción. Combinación por lo tanto fosforada y azufrada. Así lo dejaría escrito el Dr. Muro: «El nematicida fitosistémico Nemacur-10, prohibido en varios países por su alta peligrosidad, e introducido en España por primera vez pocos meses antes de la epidemia del síndrome tóxico, es un organotiofosforado del grupo fenamiphos (4-[metiltioj-m-toliletil- isopropilamidofosfato) que, de no respetarse sus muy dilatados intervalos de seguridad (mínimo de tres meses), se convierte den- tro del fruto en un fitometabolito derivado extraordinariamente agresivo —su toxicidad se potencia unas 700 (setecientas) veces— y cuya composición exacta parece ser alto secreto militar. Las par- tes fundamentales de su molécula y su acción bloqueante irrever- sible de la acetilcolinesterasa, explica extraordinariamente bien, pese a los desmentidos globales de la OMS, la patogenia y cuadro clínico observados en el síndrome tóxico. Los tomates contamina- dos son semiselectos de la variedad “lucy”, razón por la cual su consumo no ha afectado a clases o zonas urbanas adineradas. » Arsenal químico Aporto estas consideraciones porque se observa —cuando se analiza todo este asunto en detalle— que el pacto de silencio que aquí salta a la vista, sólo puede justificarse por la extrema gravedad de lo realmente ocurrido. Pa- ra ello conviene recordar que los organofosforados se hallan en la base del moderno armamento químico como también conviene recordar por qué se estaba demorando el acuerdo de desarme químico entre los Estados Unidos y la Unión Soviética: la creación del arma química binaria hace imposible cualquier tipo de control internacional, debido a que su producción puede ser organizada secretamente incorporándola en cualquier empresa química pri- vada. Implica la experimentación con nuevos tipos de agentes químicos en la industria de herbicidas, entre otras, existiendo la posibilidad de evitar las ins- pecciones en las unidades y empresas que pertenezcan a sociedades privadas o multinacionales. Cabe señalar que Nemacur y Oftanol son productos de la multinacional Bayer. Es importante por lo tanto que al enjuiciar lo sucedido en España con el síndrome tóxico, se tenga presente que la industria quími- ca privada multinacional ofrece la única posibilidad de ensayo impune en el 10 supuesto de un acuerdo internacional de suspensión de la experimentación y almacenamiento de armamento químico Esto lo sabía perfectamente Juan José Rosón, al igual que cabe suponer lo saben perfectamente el teniente general Emilio Alonso Manglano, el coronel Catalá y el general Cassinello, por citar solamente a algunos conocedores del tema. © Andreas FABER-KAISER, 1988 Todos los derechos reservados. 11 BORRÓN Y CUENTA NUEVA Andreas FABER-KAISER Los planes de nuestros gobernantes para exterminar a la humanidad sobrante. Su objetivo: aniquilar a 2.400 millones de seres humanos hasta el año 2000 Mucha gente se pregunta por qué el virus causante del SIDA no ha podido con- trolarse aún, ni ser eliminado del organismo humano, al cabo de 12 años de haber sido detectada la enfermedad, en 1981. Otros se preguntan por qué, si había médicos que indicaron cómo habia que curar a los afectados del Síndrome Tóxico de 1981 en España, la Administración dejó morir a más de 700 de sus administra- dos, y permitió que quedaran afectados más de 60.000 españoles. Tal vez eche un poco de luz sobre estos enigmas, el saber que existe un plan de eliminación de casi la mitad de la población del planeta, para garantizar la supervivencia de la otra mitad. El 24 de julio de 1980 el Departamento de Estado norteamericano hacía público el “Informe Global 2000 para el Presidente”, preparado conjunta- mente con el Consejo de la Casa Blanca sobre la calidad medioambiental, y cuyo proyecto, dirigido por personajes de la cumbre de la Comisión Trilateral como Zbigniew Brzezinski y Cyrus Vance, se remontaba a los primeros días de la administración trilateral de Jimmy Carter. La finalidad de este informe era, de hecho, legitimar a posteriori una política perseguida desde hacía tiempo por la Comisión Trilateral, el Con- sejo de Relaciones Exteriores de New York y otros bloques pensantes del Establishment liberal norteamericano. Se trata del planteamiento político de un verdadero genocidio a escala pla- netaria. La proposición esencial de este largo informe es que toda la política norteamericana futura dependa esencialmente de un control de la población. Los temas evocados en el informe, al igual que en numerosos documentos ane- xos, son las múltiples penurias y crisis que se considera amenazan al mundo en los años venideros: crisis de los recursos del agua, penuria de energía, penuria de materiales estratégicos, y así sucesivamente. Y todas estas crisis, según dicho informe, tienen una causa esencial, fundamental: el crecimiento demográfico. Si no se toman medidas para frenar este crecimiento, en el año 2000 habrá 2.400 millones de seres humanos “de más”, subrayan los exper- tos. Dado que este exceso de población es el origen de todos los problemas graves que afronta la humanidad hoy en día, dichos expertos recomiendan que la política norteamericana tanto interior como exterior, tienda hacia este objetivo: a saber, ¡la eliminación de 2.400 millones de seres humanos en los años venideros! Las guerras que no se ven Pero, ¿cómo puede eliminarse tamaña masa de seres humanos en una época en que oficialmente se está abogando por la confraternización, y por la supresión del riesgo de confrontación armada entre las grandes potencias —teducidas ya a una sola—, en que parece inevitable la paz mundial y se plantea como harto difícil el exterminio violento de seres humanos a gran escala? Parece claro que había que buscar otras fórmulas para eliminar a la humanidad sobrante. Una de ellas sería la de minar el organismo huma- no en el marco de un ataque menos vistoso y declarado: había que recurrir a las posibilidades que ofrece la guerra de “baja intensidad”, efecto de la cual podrían muy bien ser determinadas nuevas enfermedades. Por poner un ejemplo, el SIDA. Oficialmente se dice que el SIDA es de origen desconocido, que su solución está más o menos lejana, y que el tratamiento más efectivo, hoy en día, es el AZT o azidotimidina, una droga altamente tóxica. Si el Poder quisiera, el SIDA posiblemente ya sería curable. En este sentido ha venido investigando por ejemplo el Instituto Weizmann en Israel, sin ningún tipo de financiación adecuada. Paralelamente, en Francia, el Dr. Mirko Beljanski desarrollaba sin apoyo oficial alguno otra serie de productos que parecen frenar la progresión del virus causante del SIDA. Años atrás ya le habían expulsado del Instituto Pasteur —en el que había trabajado durante 27 años como jefe de investiga- ción —, porque sus hallazgos relativos a la terapia del cáncer no encajaban en la filosofía sanitaria oficial. Los intereses de las grandes multinacionales farmacéuticas son muchas veces más determinantes que el objetivo final de la curación de los enfermos. Pero cabe otro trasfondo en la pandemia del SIDA. No en vano, un infor- me de los servicios de Inteligencia españoles insinuaba ya en el año 1987 la posibilidad de que el virus del SIDA hubiera sido creado en un laboratorio y que la expansión de la enfermedad podía enmarcarse en el contexto de una guerra de baja intensidad. Y naturalmente comienzan a tambalearse los pocos resortes de confianza que uno aún tenía en los dirigentes de la comunidad humana. Uno sabía —porque salta a la vista— que la política, la religión, y todo cuanto supone un poder sobre las masas humanas, se mueve prioritariamente por intereses económicos, por pautas de dominio que poco tienen que ver con la satisfac- ción, la felicidad y el bienestar de los ciudadanos, y mucho por el contrario con la lucha de unos pocos por empuñar cada vez con mayor firmeza las riendas del control total. Pero lo que a uno le eriza los pocos pelos ingenuos que aún le quedaban, es la evidencia de que este juego del que es víctima participa incluso en la ruleta de la Sanidad internacional. En el año 1981 se descubren dos enfermedades nuevas, desconocidas en el planeta hasta entonces, y cuyos orígenes siguen siendo oficialmente, hasta hoy, sendos misterios. Me refiero naturalmente al Síndrome Tóxico español y al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), de propociones plane- tarias. En la historia de ambos síndromes se ven envueltos dos organismos de proyección mundial: la OMS (Organización Mundial de la Salud) y el CDC (Center for Disease Control = Centro de Control de Enfermedades); y una multinacional de la industria química: Bayer. En lo que respecta al SIDA, la multinacional alemana reconoció a prin- cipios de 1987 que había comercializado un fármaco coagulante que actuó como transmisor del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), el virus del SIDA. Un fármaco, el coagulante factor VIII, que se obtiene a partir de un concentrado de plasma sanguíneo, transmitió el virus del SIDA a la mitad de los seis mil hemofílicos de la antigua República Federal de Alemania, creando alarma en todo el mundo. Un elevado número de ellos contrajo la enfermedad, y una parte han muerto. El SIDA, ¿Producto de laboratorio? En cuanto a la OMS, con sede en Ginebra (Suiza), y al CDC, con sede en Atlanta, en Georgia (Estados Unidos), extracto los siguientes párrafos de un amplio informe redactado por los servicios secretos españoles y reproducido en la publicación restringida de Inteligencia “Pri” en mayo de 1987: En 1986 se publicaron unas acusaciones muy concretas efec- tuadas de forma independiente por tres científicos. Estos coin- cidieron en afirmar el origen artificial del virus del SIDA en los Estados Unidos por un lado, y, por otro, el hecho accidental de su hallazgo. En resumen, sus acusaciones son las siguientes: El profesor Jacob Segal, de la universidad de Berlín Orien- tal, apunta que fue probablemente en los laboratorios militares de Fort Detrick (Maryland) donde tuvo lugar la manipulación genética. El Dr. Segal ha redactado un informe de 30 páginas sobre su convicción del origen artificial del virus, en el que afirma que el retrovirus VIH (virus del SIDA) creado en Fort Detrick, es una combinación del virus MAEDI-VISNA, oriundo de las ove- jas, y el virus humano de la leucemia de células T (HTLV-I). Muy probablemente, añade el Dr. Segal, los científicos no eran conscientes de la terrible creación que habían logrado. Al Dr. Segal la teoría del mono verde le resulta divertida e increíble y la considera una cobertura ideada por los propios norteamericanos. El Dr. John Seale, un especialista londinense en enferme- dades venéreas, muy conocido en el tema por haber seguido la enfermedad desde el principio y haber predicho la expansión de la misma, no está de acuerdo con el Dr. Segal sobre el origne mi- litar del virus, aunque sí afirma: “Estoy totalmente convencido de que el virus del SIDA está fabricado por el hombre, y que es el resultado de haber combinado accidentalmente, en algún centro de investigación sobre el cáncer en los Estados Unidos, el virus MAEDI-VISNA de las ovejas y el virus de la leucemia bovina, muy parecido al HTLV humano.” Por su parte, el Dr, Robert Strecker, médico californiano que también ha seguido la enfermedad desde sus orígenes, opina asi- mismo que “no existe ningún virus animal conocido que produzca todos los efectos del SIDA. Este (el virus del SIDA) ha sido logra- do mediante ingeniería genética a partir de otros virus. Según mi investigación, los dos virus usados para ello son el virus MAEDI- VISNA de las ovejas y el de la leucemia bovina.” Aguas turbias en la dirección sanitaria mun- dial Cabe tener en cuenta que en el caso del SIDA, al igual que en los de otras epidemias mundiales de los últimos años, los dos organismos citados «la OMS y el CDC> han tenido un papel predominante, aceptado por los demás países. Sus informes, conclusiones, opiniones y consejos han marcado y dirigido todas las pautas a seguir. El CDC Las autoridades de todos los países han ofrecido a los investigadores del CDC vía libre, tanto en la investigación de campo como en la investigación clínica, así como en todo tipo de recursos humanos y económicos, facilitando las muestras necesarias para que realicen sus investigaciones. Y comenta al respecto el informe de Inteligencia: Pese a esta facilidad que los distintos gobiernos ofrecen al CDC, no se acostumbra a exigir como contrapartida ninguna prestación. No es de extrañar, pues, que el CDC posea todo tipo de infor- mación sobre el desarrollo y extensión mundial de todo tipo de enfermedades y que la extrapolación de estos datos a un próximo, medio y largo futuro, sea para el CDC algo factible debido a la enorme cantidad de recursos que posee. Pero conviene señalar que el CDC es un organismo norteamericano, con presupuesto norteamericano y que, muy probablemente, servirá en primer lugar a los intereses de su país y, quizá, en alguna ocasión a los intereses de un determinado sector de su país. Por otra parte, el tipo de información que maneja el CDC no es una infor- mación científica cualquiera, sino que se trata de información epidemiológica, es decir, datos que hablan sobre: e El origen de las enfermedades (infecciosas, ambientales, sociales). e La extensión y progresión de las mismas. e Los factores que inciden positiva y negativamente (sociales, económicos, productos químicos, tratamientos). Esta información puede llegar a ser muy estratégica por su repercusión económica, política y social. Importantes sectores económicos o políticos pueden tener interés en que un posible factor sea enfatizado o silenciado según convenga. Cierto tipo de explicaciones sobre una epidemia pueden hacer reclamar a los ciudadnos una política sanitaria costosa que los políticos no puedan satisfacer. Es por ello que, dentro del mundo científico sanitario, sean los epide- miólogos y los centros de investigación epidemiológica los que suelen recibir más presiones de todo tipo. El tratar de controlar e infiltrar estos centros puede ser un objetivo a conseguir por ciertas multinacionales y por otros centros de poder. Por ello no se considera conveniente tomar las conclusiones del CDC y de otros centros similares, que en muchos casos son simples declaraciones, como dogmas inamovibles por las autoridades sanitarias de los distintos países. En todo caso, las declaraciones de estos centros han de ser analizadas y contrastadas con otras que ofrezcan mayores garantías de objetividad. En 1981, y durante el primer año, el CDC mantuvo que el SIDA era propio de homosexuales, pese a que ya había afectado a varios drogodependientes. Incluso bautizó la enfermedad como GRID (Gay Related Inmunodeficien- ce), afirmando que esos drogadictos probablemente tenían pautas sexuales anormales. El hecho de no prestar atención a esos primeros drogadictos y a las hipótesis que varios médicos lanzaron sobre la posible transmisión sanguínea de la enfermedad, fue la causa principal de que no se investigase precozmente esta vía y que no se impusieran medidas preventivas hasta tres años después sobre la sangre contaminada. Ello provocó que el SIDA se haya extendido entre los hemofílicos y transfundidos, no sólo norteamericanos sino también europeos, a través de las exportaciones masivas de plasma norteamericano a Europa, especialmente a España, que depende en un 90% de este plasma extranjero. Al cabo de dos meses, el CDC tuvo que admitir otras formas de contagio. A partir de entonces afirmó que la enfermedad se transmitía sólo entre los llamados grupos de riesgo: homosexuales, heroinómanos, hemofílicos, trans- fundidos y haitianos, y que la entrada del virus en la sangre era la única forma de contagio del SIDA. Los casos cada vez más crecientes de afectados que no pertenecían a estos grupos fueron rechazados por el CDC como casos que “no habían sido cuidadosamente estudiados”. Ello ha podido retrasar, una vez más, el estudio sistemático de otras formas de contagio, con el consiguiente precio de una mayor expansión de la enfermedad. Dada la influencia que ejerce el CDC en las políticas sanitarias de los países occidentales y la excesiva rigidez que demuestran en la valoración de los factores que inciden en la transmisión del virus, el CDC podría contribuir a retardar la aplicación de una precoz y eficaz prevención por parte de los distintos gobiernos. Y es de destacar que las medidas preventivas son la única arma de que se dispone, hoy día, para luchar contra el SIDA, a falta de una vacuna eficaz y de algún tipo de tratamiento curativo. La OMS En lo que a la OMS respecta, hay que señalar que se le ha delegado un importante papel en la prevención y control del SIDA, especialmente en los países del Tercer Mundo. En este marco, la Oficina Regional de la OMS en Africa es la que lleva desde hace décadas la iniciativa sanitaria en este continente. Y cito al respecto del referido informe de Inteligencia: Sin embargo, pese a las campañas sanitarias realizadas en Africa durante años, no parece que la OMS haya sido capaz de detectar, o al menos informar, de la existencia en Afirca Central de una extraña epidemia, el SIDA, que desde hace unos 15 años está ex- tendiéndose por toda el Africa Subsahariana. No fue hasta 1983, dos años después de detectar el primer caso en EEUU, que se diagnosticaron los primeros casos en Africa. Estos casos tampo- co fueron descubiertos por los servicios de la OMS, sino por un equipo de epidemiólogos belgas y franceses que viajaron a Cen- troáfrica para averiguar si en esta zona tropical estaba presente el SIDA. En una sola semana descubrieron 35 casos en un solo hospital del Zaire. El no haber sabido detectar el nacimiento y expansión, durante 15 años, de una epidemia tan grave como la del SIDA es sorprendente. En octubre de 1985 el Dr. Sergei K. Litvinov, epidemiólogo ruso espe- cialista en enfermedades transmisibles africanas que ostentaba el cargo de secretario adjunto al director general de la OMS en Ginebra, y a cuya di- rección estaban las principales divisiones y subdivisiones de la OMS para la vigilancia, control y supuesta prevención de todas las enfermedades trans- misibles «incluído el SIDA> declaró a un semanario que “todo ha sido un pánico y una exageración proveniente del país originario del SIDA, es decir, EEUU”. El Dr. F. Assad, que dirige la sección específica de lucha contra el SIDA en la sede central de la OMS en Ginebra, declaró a la Prensa en esa misma época: “Mi reacción respecto al miedo al SIDA es que ésta es una enfermedad, y que quien no utilice “ciertas prácticas? no la va a contraer. Lo más importante es un buen sistema de información, es decir, abstenerse de ciertas prácticas sexuales y de drogas. ¡Eso es todo! Es de ese tipo de enfermedades que uno va a su encuentro. Es difícil adquirirla. Se tiene que “trabajar duro” para lograrlo. Todo el mundo es libre de especular, pero la gente responsable debería controlarse a sí misma. No deberíamos tener pánico”. Estas declaraciones realizadas por un responsable de una institución como la OMS, cuya principal función es la información directriz, la educación y prevención estratégica sanitarias, pueden considerarse como irresponsables si se tiene en cuenta que para esa fecha, octubre del 85, ya se tenían datos como los siguientes: e El 20% de casos de SIDA en Africa afecta a niños. e Cada día nace en Nueva York un niño con SIDA. e Existía en el mundo occidental al menos un 6% de casos de SIDA de los que no se conocía la posible causa de su contagio. Sirvan estas pinceladas para que el lector comprenda que las opiniones de organismos de prestigio mundial como lo son por ejemplo los citados (OMS y CDC), no responden siempre, necesariamente, a un espíritu de progreso científico transparente. Bertrand RUSSELL Para no perder de vista en ningún momento la posibilidad expuesta sobre el origen y la finalidad de la pandemia del SIDA, así como sobre lo que se estuvo ensayando en España en 1981 —con el triste resultado del Síndrome Tóxico— con vistas a una aplicación masiva en el futuro en esta u otra área del globo, cabe tener bien presente lo que Bertrand Russell dejó escrito en la obra Impacto de la Ciencia en la Sociedad: “Actualmente la población del mundo se está incrementando en unos 85.000 individuos por día. La guerra, hasta ahora, no ha tenido un gran efecto en este incremento, que ha ido continuando a través de cada una de las guerras mundiales... La guerra, hasta ahora, no ha sido efectiva en este aspecto... Pero tal vez la gue- rra bacteriológica llegará a ser efectiva. Si una Muerte Negra se extendiera por el planeta, una vez por cada generación, los super- vivientes podrían procrear libremente, sin llenar excesivamente el planeta.” Para valorar debidamente esta reflexión, cabe tener presente que Bertarnd Russell fue un intelectual “orgánico”, que trabajaba para el Departamento de Guerra Psicológica del Foreign Office. Lo grave es que las elucubraciones de Russell, son hechos trágicos hoy en día. Por si alguien lo duda, volvamos al informe “Global 2000”: Toda la argumentación en que se basa es una falacia. No hay ninguna correlación entre “recursos naturales” y potencial demográfico, por la sencilla razón de que no existen “recursos naturales” como tales, dado que son la cien- cia y la tecnología las que definen los recursos. Si las tecnologías modernas disponibles se empleasen en las regiones atrasadas del mundo, es evidente que generarían los recursos requeridos por la población prevista para el año 2000. Y ¿cómo llega este informe a unas previsiones tan siniestras? Pues excluyen- do precisamente toda difusión de las tecnologías agroindustriales modernas en el tercer mundo, excluyendo toda posibilidad de un verdadero desarro- llo económico de estos países, y excluyendo todo desarrollo económico que pudiera darse más allá de su actual estado. Sobre esta intención política, planteada como axioma, se ha levantado el andamio de esas previsiones de superpoblación; es decir, que en el año 2000 una economía mundial fatalmen- te estancada, e incluso en franco declive, no permitirá vivir a 2.400 millones de seres humanos, que por lo tanto sobrarán. Un horrible genocidio a escala internacional Así, este informe dirigido al presidente de los Estados Unidos intenta jus- tificar, con gran abundancia documental, la contradicción de que el orden mundial que persigue la Trilateral, pase por un horrible genocidio a escala internacional. Ya en 1965 se constituyó una comisión especial, llamada “Agenda para el año 2000”, en la que participaron futuros dirigentes de la Comisión Trilate- ral como Zbigniew Brzezinski y Samuel Huntington. Este grupo publicó un informe que apelaba al control demográfico en el Tercer Mundo. El mismo año, el futuro trilateralista George Bell, entonces subsecretario de Estado para asuntos económicos, nombró a un “responsable demográfico” en el De- partamento de Estado, a la cabeza de un equipo encargado de estudiar los medios de reducir la población. Cyrus Vance y Richard Gardner, este último también futuro trilateralista, formaban parte de este equipo, que precedió directamente a la Oficina de Asuntos Demográficos creada en 1967 en el Departamento de Estado. En 1969, Henry Kissinger tomaba el control del Consejo Nacional de Seguridad y del Departamento de Estado, y bajo su petición el entonces presidente Richard Nixon estableció una Comisión para el Crecimiento De- mográfico, cuya dirección fue confiada a Laurence Rockefeller. En un informe de 1972, esta comisión apelaba a un crecimiento demográfico cero, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. Paralelamente, la Oficina de Asuntos Demográficos del Departamento de Estado inició en 1970 la pu- blicación de una serie de estudios que anticipaban directamente el Informe Global 2000. A continuación, Kissinger tomó dos medidas para institucionalizar esta política de planificación del genocidio. En 1975 creó el grupo indicado so- bre la política demográfica en el seno del Consejo Nacional de Seguridad y reorganizó el Departamento de Estado añadiéndole un nuevo servicio: el de la Oficina de Océanos y Asuntos Internacionales, Científicos y del Me- dio Ambiente. Esta oficina tiene la misión de supervisar las transferencias de tecnología al Tercer Mundo. Por iniciativa de Brzezinski y de Vance, el presidente Jimmy Carter encargó a esta oficina la preparación y redacción del Informe Global 2000. Participaron en la elaboración del informe varios bloques pensantes anglo-norteamericanos de la vanguardia del movimiento neomaltusiano —abogados del “pensar lo impensable” para reducir la pobla- ción del planeta—, como la rama norteamericana del World Wildlife Fund, Draper Fund y Population Crisis Comittee. La manera más eficaz: fomentar el hambre y las enfermedades En 1981 el jefe del servicio de América Latina de la Oficina de Asuntos Demográficos del Departamento de Estado, Thomas Ferguson, declaró a la publicación de Inteligencia ‘EIR’ que lo estaba interrogando sobre la política del secretario de Estado Haig respecto a América Central: “Una vez que la población escapa a todo control, se impone un gobierno autoritario, incluso fascista, para reducirla. Esto interesa solamente a los expertos en reducir la población con fines humanitarios. En El Salvador no hay sitio para tanta gente. Consideren también el Vietnam. Hemos estudiado el asunto. Aque- lla región estaba también superpoblada y planteaba un problema. Pensamos que la guerra haría descender los índices de crecimiento y nos equivocamos. Para reducir rápidamente y de manera efectiva la población, es necesario que todos los hombres sean movilizados para el combate y que se mate a una gran cantidad de mujeres en edad de procrear. Mientras tengan ustedes un gran número de mujeres en edad de procrear, tendrán un problema. En El Salvador se mata un pequeño número de hombres y no a las suficientes mu- jeres para que ello tenga una influencia sobre la población. La manera más rápida de reducir la población es el hambre, como en Africa, o la enferme- dad, como la Peste Negra. Lo que podría suceder en El Salvador es que la guerra desorganizara la distribución de los alimentos. Entonces, la población se debilitaría y habrían enfermedades y escasez. En este momento, podrían ustedes crear una tendencia a la baja rápida de los índices demográficos. De otro modo, la gente se reproduce como animales.” William Paddock, consejero del Departamento de Estado bajo Kissinger y Vance, declaró por su parte durante un seminario organizado en el mismo año de 1981 por la Georgetown University, y hablando en nombre del Depar- tamento de Estado, que sobre los 4 millones de habitantes con que cuenta El 10 Salvador, 3,5 podrían eliminarse si “a violencia y la guerra civil continuasen, lo cual es la única solución al problema de la superpoblación”. El año 1981 en que se efectuaban estas declaraciones —cabe recordarlo siquiera a guisa de dato anecdótico — es el mismo año 1981 en que se descubre la existencia del SIDA y en que se desencadena en España el enigmático Síndrome Tóxico. “El documento Global 2000 es maravilloso”, confiaría todavía William Paddock a la publicación ‘EIR’, “es excelente y ha recibido bastante más pu- blicidad que la mayoría de estudios preparados a petición de la Casa Blanca. Nos hace falta un ‘Global 2000” para el Estado para empezar a planificar y a adaptarnos a la situación que se avecina. Sería bueno que nadie tuviese ningún hijo más desde ahora hasta el año 2000, pero el gran problema se sitúa más allá.” El general Draper, presidente del Draper Fund que tomó parte en la elabo- ración de Global 2000, lanzó en 1971 la propaganda en favor del modelo chino de control demográfico, un control que recurría a la práctica del infanticidio. “i Quién va a eliminar el excedente de población en tal o cual país, cuando la presión ejercida por un número demasiado grande de personas y con muy pocos recursos llegue a límites intolerables?”, preguntaba Draper. Cuando el trilateralista Henry Kissinger era secretario de Estado, inau- guró la política llamada de la “carta china” en el marco de los acuerdos secretos establecidos con los chinos, que les garantizaban la hegemonía del Sudeste asiático, empezando por Camboya. Así pues, el Departamento de Estado norteamericano se desentendió del gobierno de Lin Nol y permitió que los Khmers Rojos, fantoches de China, se apoderaran del país. El resultado de ello, que Kissinger conocía con antelación, o debería de haber conocido, fue el genocidio de casi la mitad de la población camboyana, de 7 millones de personas, bajo la supervisión de unos 10.000 consejeros chinos. No es de extrañar pues que a Cyrus Vance le esté costando tantísimo la pacificación de los territorios de la antigua Yugoslavia. En el fondo, esa pacificación no le conviene en absoluto. © Andreas FABER-KAISER, 1993 Todos los derechos reservados. 11 LA CONSPIRACIÓN DE LOS ILUMINADOS Andreas FABER-KAISER ¿Somos los cobayas de un destino planificado? Tal cabría desprender de una correspondencia que se conserva en la biblioteca del Museo Británico en Londres: se trata de las cartas cruzadas en el siglo pasado entre Albert Pike y Giuseppe Mazzini, dos cualificados miembros de la cúpula masónica y satánica de los Ilu- minados. En ellas se diseñaron las tres grandes guerras mundiales. Así, en carta dirigida a Mazzini con fecha del 15 de agosto de 1871 —hace más de un siglo — Pike le comunica que la Primera Guerra Mundial se debía generar para permitir a los Iluminados derrocar el poder de los zares en Rusia, y transformar este país en la fortaleza del comunismo ateo. Las divergencias provocadas por los agentes de los Iluminados entre los imperios británico y alemán —y también la lucha entre el pangermanismo y el paneslavismo— se debían aprovechar para fomentar esta guerra. Una vez concluída, se debía edificar el comunismo y utilizarlo para destruir otros gobiernos y debilitar a las religiones. La Segunda Guerra Mundial debía fomentarse aprovechando las diferen- cias entre fascistas y sionistas políticos. La lucha debía iniciarse para destruir el nazismo e incrementar el sionismo político, con tal de permitir el estable- cimiento del Estado soberano de Israel en Palestina. Durante la Segunda Guerra Mundial se debía edificar una Internacional comunista lo suficiente- mente robusta como para equipararse a todo el conjunto cristiano. En este punto se la debía de contener y mantener, para el día en que se la necesitase para el cataclismo social final. El objetivo de estas dos guerras —diseñadas en el siglo pasado— se ha conseguido. Queda por ver la Tercera Guerra Mundial. ¿Está ya planificada la tercera guerra mundial? La Tecera Guerra Mundial se debe de fomentar aprovechando las diferencias promovidas por los agentes de los Iluminados entre el sionismo político y los dirigentes del mundo musulmán. La guerra debe de orientarse de forma tal que el Islam y el sionismo político se destruyan mutuamente, mientras que otras naciones se verán obligadas a entrar en la lucha, hasta el punto de agotarse física, mental, espiritual y económicamente. Albert Pike le escribió a Giuseppe Mazzini el 15 de agosto de 1871 que, al final de la Tercera Guerra Mundial, quienes pretenden la completa domi- nación mundial provocarán el mayor cataclismo social jamás conocido en el mundo. Un invisible gobierno mundial Desandemos este sendero. La Comisión Trilateral es una agrupación de perso- nas privadas de las altas finanzas, del mundo de los negocios y de la política, procedentes de Norteamérica, Europa occidental y Japón, que brinda a la élite procedente de la masonería de las distintas orientaciones unas posibili- dades de encuentro, con vistas a una colaboración secreta que abarca todo el mundo. El objetivo ideológico de la Comisión Trilateral es el mismo que el del Council for Foreign Relations (Consejo para Relaciones Exteriores), fundado en 1921 por el banquero norteamericano Morgan, y conocido tam- bién como . Lo que es menos conocido de la Trilteral es el hecho de que responde por igual del poder del ocultismo, del poder de la brujería y del poder del supuesto mal, y éstos responden a su vez de las drogas, de la música rock y de la política. El sector político entronca con los Iluminados, que son altos grados de la masonería. La brujería comprende la magia negra y la blanca. A esta última se suma un determinado número de grupos masónicos. Hay escasamente unas cien organizaciones que pertenecen al mundo de la masonería. Se explica por esta trama secreta de planificación del destino de la humanidad, el que Karl Marx escribiera sus obras londinen- ses por encargo de Nathan Rothschild (cuyo apellido significa «escudo> o «protector de los rojos>). Los cheques con los que le pagó pueden verse en el Museo Británico. Marx participó en la fundación de la Primera Interna- cional en 1864. Se derrumbó porque los anarquistas querían anarquía, y la querían de inmediato. La Segunda y la Tercera Internacional —que en sus transformaciones dieron lugar por un lado a la Internacional Socialista y por el otro al Komintern y al Kominform—, no son otra cosa que la confirmación de los Iluminados, que hicieron con la Revolución francesa y con Napoleón el primer intento de gobierno mundial. Quien hable de casualidades, es que no ha entendido todavía el juego que se llevan con todos nosotros. Objetivo: el nuevo orden mundial La idea del judío alemán Adam Weishaupt, que fundó la cúpula de los Ilu- minados el 1 de mayo de 1776, era el camino a través de la anarquía. El que su fundación tuviese lugar el día siguiente de la noche de Walpurgis, y el hecho de que este día fuera consagrado mundialmente festivo —el “Día del Trabajo'— aclara todavía más la estrecha relación que existe. El hecho que además el sello de los Iluminados aparezca con la fecha de 1776 en el dólar americano, asombra a aquéllos que no saben que Washington fue tan masón como su rival Jefferson. Si hablamos del poder efectivo, debemos mencionar a los Rockefeller y —más importantes aún— a los Rothschild. En sucesión ascendente siguen los Bilderberger, un club formado en mayo de 1954 e integrado por los 500 hombres y organizaciones más ricas e influyentes del mundo, que se propone la instauración del «Nuevo Orden Mundial». Más arriba está el «Consejo de los 33>, los 33 más altos masones iniciados del mundo. Por encima de ellos, el «Gran Consejo de los 13>, 13 Grandes Druidas, por encima de los cuales aún actúa y, finalmente, el inmencionable nombre de grado 72 de los cabalistas, que —dicho sea de paso —también significa . Para los Iluminados Lucifer es Dios, y Jesús es el imitador. De la misma forma que para los cristianos Satanás es el imitador de Jesús. Cuando se apaguen las luces de New York El 1 de agosto de 1972, después del aquelarre, es decir el «sábado de las brujas>, Philip von Rothschild anunció ante el «Consejo de los 13> en el Casino Building de San Antonio, la planificación de la historia a partir de 1980. Las indicaciones son muy concretas: «Cuando veáis apagarse las luces de New York, sabréis que nuestro objetivo se ha conseguido.> Hay que saber interpretar la frase. Elija cada cual, si es que tiene opción a ello, si es éste u otro su propio objetivo. © Andreas FABER-KAISER, 1993 Todos los derechos reservados. CUESTIONARIO Andreas FABER-KAISER Este breve cuestionario, contestado por Andreas Faber-Kaiser en 1985, fue elaborado por Juan José Benítez para que lo respondieran determinados auto- res/investigadores ovni. Es con su autorización que ahora lo reproduzco, ha- ciéndolo público por vez primera, ya que aporta datos interesantes sobre la línea de investigación de AFK. 1. ¿Cuándo y por qué te llamaron la atención los ovnis? A principios de la década de los 60. Me gustaba observar el firmamento de noche y cavilaba que en aquel inmenso espacio debía de haber otros seres aparte de nosotros. El ansia de entrar en contacto con ellos au- mentó con la lectura de noticias en los periódicos de aquella época, que referían avistamientos de objetos volantes no fabricados por el hombre. Finalmente, la lectura del libro El gran enigma de los platillos volan- tes, de Antonio Ribera, aparecido en 1966, me decidió definitivamente a investigar lo que había detrás de todo aquel fenómeno. 2. ¿Por qué decidiste investigar este fenómeno? Porque desde el momento en que parecía existir y ser la manifestación de una inteligencia superior distinta a la nuestra, merecía la pena ave- riguar todo lo averiguable sobre la misma y conocer hasta sus últimos extremos la relación que podía existir entre esta otra inteligencia y nosotros. 3. Después de todos estos años, sinceramente, ¿qué son para tí los ovnis? Los ovnis como tales, simplemente lo que sus siglas indican: objetos volantes no identificados. Entre ellos, cabe incluir a una larga lista de objetos volantes que —por sus características y por el momento histórico en que hacen su aparición— no responden al nivel tecnológico de la correspondiente generación de la raza humana conocida. Su origen debe buscarse por lo tanto en otra inteligencia ajena a la de esta raza humana. ¿Opinas que los mismos seres que nos visitan hoy son los mis- mos que nos visitaron en la antigüedad? Hay que señalar que posiblemente nos estén visitando más de una co- munidad inteligente extraterrestre o extrahumana. Al menos una o algunas de ellas sí, han estado sobre el planeta Tierra antes de nues- tra aparición en el mismo, y continúan en él, o cerca de él, desde los orígenes de nuestra raza hasta hoy. ¿Cómo explicas el gran parecido de las «columnas de humo o fuego>, «carros de fuego», etc. de la Biblia con los ovnis que se ven en la actualidad? ¿Quién crees que pudo ser Yavé? Lo explico atribuyendo estas distintas manifestaciones a un mismo fenómeno, interpretado de diferentes maneras por el correspondiente observador humano terrestre, de acuerdo con el respectivo caudal de conocimientos y por lo tanto puntos de referencia del mismo. Yavé —con todas las reservas y como hipótesis de trabajo— es un poderso- so personaje que ejerce con determinado grupo humano un feudalismo cósmico sin detenerse en excesivos escrúpulos morales. No es más que un dominador que juega su papel en el marco de una mucho más amplia programación global en que se halla sumido nuestro planeta y nuestra raza. Si son seres extra-terrestres, ¿Cuándo se producirá el «con- tacto» final: público y oficial con el hombre? Cuando éste haya cumplido su mayoría de edad y sea capaz de inde- pendizarse de su hogar, cual es el planeta Tierra. O sea, cuando se mueva familiarmente por el espacio exterior. ¿Qué pregunta formularías a estos seres, suponiendo que pu- dieras llegar hasta ellos? Les preguntaría cuál es su conocimiento del universo y del origen de la vida. ¿Crees que son pacíficos? Han demostrado no querer aniquilarnos —podrían haberlo hecho de habérselo propuesto—, pero también han demostrado ser nefastos para muchos seres humanos. No representan un peligro total, pero en modo alguno puede afirmarse que sean pacíficos. Es posible que haya grupos pacíficos y grupos destructivos entre ellos. Parece haber una lucha entre dos bandos, de cuya lucha somos la víctima. 9. ¿Pueden conocer los extra-terrestres el llamado «sentido del humor>? Tal como dice Manuel Pedrajo —y lo cito en mi libro Las nubes del engaño—: «En sus mensajes, nunca han contado un chiste... (son tétricos)>. 10. ¿Está cerrado el asunto «? Desde el momento en que no se ha podido determinar aún de dónde parten los informes ni qué fin se persigue con los mismos, el asunto UMMO no está cerrado en absoluto.* 11. ¿Cuál es el dato más escalofriante que has obtenido en tus investigaciones y que no te has atrevido a publicar? Esto no es un confesionario, sino una entrevista que se dará a conoci- miento público. Por lo tanto, si no me atreví a publicar ese supuesto dato, tampoco es éste el mejor momento. 12. ¿Puede haber restos de ovnis en alguna base militar? De acuerdo con el investigador más serio que se ha dedicado a este tema, el americano Leonard H. Stringfield, los Estados Unidos guardan en su base aérea de Wright Patterson los restos de por lo menos dos ovnis estrellados. En mi libro Sobre el secreto hablo de la posibilidad de que los americanos hayan transportado a territorio estadounidense un artefacto de origen desconocido rescatado de un punto del territorio de fideicomiso norteamericano en el Pacífico. 13. ¿Tienes idea de si los extra-terrestres son supersticiosos? Ni la más remota. 14. ¿Cómo convencerías a un escéptico de la existencia de los ovnis? Recomendándole que leyera entre otros mis libros Las nubes del engaño (Crónica extrahumana antigua) y Fuera de Control (Crónica extrahu- mana moderna), que para eso precisamente los he escrito. lCabe recordar que este cuestionario fue realizado en 1985, mucho antes de que José Luis Jordán Peña remitiese en 1993 unas cartas a Rafael Farriols, en las que se confiesa autor del fraude. 15, 16. 17. 18. 19. ¿Cuál puede ser el futuro de la investigación ovni? La que se deje de aspectos aislados del fenómeno (estadísticas, obser- vaciones de campo, modos de contactar, mediumnidad, mesianismo, religión, evolución humana, mitología, etc.) y se dedique a observar y calibrar el fenómeno en toda su complejidad real. Habrá que echar mano ineludiblemente de la informática, de un elevado nivel crítico, pero también de la intuición y del nivel de sensibilidad emocional del observador o estudioso. Todo cuanto la máquina humana da de sí, debe ser puesto al servicio del esclarecimiento del fenómeno que se esconde detrás del ovni. ¿Por qué en la Ufología hispana hay tantos «reinos de Taifas>? Porque cada español es su propio héroe. Y que dure, en bien de la validez de cada individuo por encima de la robotización del conjunto humano. ¿Cuáles son tus inminentes proyectos literarios? Los hijos no existen hasta el momento en que nacen. Hazme en 10 líneas una especie de testamento ufológico. El ser humano del planeta Tierra es un producto fabricado por seres inteligentes que poblaban el universo o parte del mismo mucho antes de nuestra existencia. Estos seres nos han puesto en el planeta que hoy poblamos y siguen controlando de cerca nuestra evolución. Nunca han dejado de encauzar sutilmente el curso de nuestra historia. El resto de mis conclusiones sobre este tema forma parte de mi actual silen- cio y será publicado en su momento oportuno. Puedo adelantar que no se vislumbra nuestra destrucción. En este aspecto soy optimista. Pero tampoco puede afirmarse que nuestra condición sea halagúeña. Dependemos, desde nuestra misma creación, de otros seres a los cua- les desconocemos. Y eso es, como mínimo, preocupante. Contra esa dependencia nace en mí un brote de decidida rebeldía. ¿Han cambiado tu vida los ovnis? ¿Por qué? Responder a esta pregunta sería entregarle armas al enemigo. No me lo puedo permitir. Una sonrisa puede cambiar una vida, y un silencio también la puede cambiar. Pero uno debe seguir fiel a sí mismo, si quiere ser auténtico, independiente, y útil a la comunidad del universo. 20. ¿Cómo juzgarán los hombres del siglo XXV —suponiendo que nos juzgguen— a «pioneros> de los ovnis como tu? Advertirán que éramos conscientes de que nuestra existencia no se limi- ta a nuestro cuerpo físico, sino que forma parte necesaria del conjunto del universo. © Andreas FABER-KAISER, 1985 Todos los derechos reservados. Este libro fue distribuido por cortesía de: e Eree-eBooks Para obtener tu propio acceso a lecturas y libros electrónicos ilimitados GRATIS hoy mismo, visita: http://espanol.Free-eBooks.net Comparte este libro con todos y cada uno de tus amigos de forma automática, mediante la selección de cualquiera de las opciones de abajo: CF A in Para mostrar tu agradecimiento al autor y ayudar a otros para tener agradables experiencias de lectura y encontrar información valiosa, estaremos muy agradecidos si "publicas un comentario para este libro aquí” INFORMACIÓN DE LOS DERECHOS DEL AUTOR Free-eBooks.net respeta la propiedad intelectual de otros. Cuando los propietarios de los derechos de un libro envían su trabajo a Free-eBooks.net, nos están dando permiso para distribuir dicho material. A menos que se indique lo contrario en este libro, este permiso no se transmite a los demás. 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